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¡Qué misterio esconde la materia? ¿Qué es la luz?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Física Cuántica ~ Comments (6)
Decaimiento β– de un núcleo. Se ilustra cómo uno de los neutrones se convierte en un protón a la vez que emite un electrón(β–) y un antineutrino electrónico. La desintegración beta se debe a la interacción nuclear débil, que convierte un neutrón en un protón (desintegración β–), o viceversa (β+), y crea un par leptón–antileptón. Así se conservan los números bariónico(inicialmente 1) y leptónico (inicialmente 0). Debido a la aparente violación al principio de conservación de la energía, estas reacciones propiciaron precisamente que se propusiera la existencia del neutrino. Precisamente de eso hablamos aquí.
Una vez escenificados los conceptos, diremos que, los físicos se vieron durante mucho tiempo turbados por el hecho de que a menudo, la partícula beta emitida en una desintegración del núcleo no alberga energía suficiente para compensar la masa perdida por el núcleo. En realidad, los electrones no eran igualmente deficitarios. Emergían con un amplio espectro de energías, y el máximo (conseguido por muy pocos electrones), era casi correcto, pero todos los demás no llegaban a alcanzarlo en mayor o menor grado. Las partículas alfa emitidas por un nucleido particular poseían iguales energías en cantidades inesperadas. En ese caso, ¿qué era errónea en la emisión de partículas beta? ¿Qué había sucedido con la energía perdida?
En 1.922, Lise Maitner se hizo por primera vez esta pregunta, y, hacia 1.930, Niels Bohr estaba dispuesto a abandonar el gran principio de conservación de la energía, al menos en lo concerniente a partículas subatómicas. En 1.931, Wolfgang Pauli sugirió una solución para el enigma de la energía desaparecida.
La radiación alfa está compuesta por un núcleo de helio y puede ser detenida por una hoja de papel. La radiación beta, compuesta por electrones, es detenida por una hoja de papel de aluminio. La radiación gamma es absorbida cuando penetra en un material denso
Digamos que la solución de Pauli para explicar la masa perdida, era muy simple: junto con la partícula beta del núcleo se desprendía otra, que se llevaba la energía desaparecida. Esa misteriosa segunda partícula tenía propiedades bastante extrañas. No poseía carga ni masa. Lo único que llevaba mientras se movía a la velocidad de la luz era cierta cantidad de energía. A decir verdad, aquello parecía un cuerpo ficticio creado exclusivamente para equilibrar el contraste de energías.
Sin embargo, tan pronto como se propuso la posibilidad de su existencia, los físicos creyeron en ella ciegamente. Y esta certeza se incrementó al descubrirse el neutrón y al saberse que se desintegraba en un protón y se liberaba un electrón, que, como en la decadencia beta, portaba insuficientes cantidades de energía. Enrico Fermi dio a esta partícula putativa el nombre de “neutrino”, palabra italiana que significa “pequeño neutro”.
Primera observación de un neutrino en una cámara de burbujas, en 1970 en el Argonne National Laboratory de EE. UU., la observación se realizo gracias a las líneas observadas en la Cámara de burbujas basada en hidrógeno líquido. Siempre hemos tenido imaginación para idear aparatos que nos ayudaran a desvelar los secretos de la Naturaleza. Más tarde, la cámara de burbujas, fue sustituida por la cámara de chispas.
El neutrón dio a los físicos otra prueba palpable de la existencia del neutrino. Como ya he comentado otras veces, casi todas las partículas describen un movimiento rotatorio. Esta rotación se expresa, más o menos, en múltiplos de una mitad según la dirección del giro. Ahora bien, el protón, el neutrón y el electrón tienen rotación de una mitad. Por tanto, si el neutrón con rotación de una mitad origina un protón y un electrón, cada uno con rotación de una mitad, ¿qué sucede con la ley sobre conservación del momento angular? Aquí hay algún error. El protón y el electrón totalizan una mitad con sus rotaciones (si ambas rotaciones siguen la misma dirección) o cero (si sus rotaciones son opuestas); pero sus rotaciones no pueden sumar jamás una mitad. Sin embargo, por otra parte, el neutrino viene a solventar la cuestión.
Supongamos que la rotación del neutrón sea +½. Y admitamos también que la rotación del protón sea +½ y la del electrón -½, para dar un resultado neto de cero. Demos ahora al neutrino una rotación de +½, y la balanza quedará equilibrada.
+½(n) = +½(p) – ½(e) + ½(neutrino)
Pero aun queda algo por equilibrar. Una sola partícula (el neutrón) ha formado dos partículas (el protón y el electrón), y, si incluimos el neutrino, tres partículas. Parece más razonable suponer que el neutrón se convierte en dos partículas y una antipartícula. En otras palabras: lo que realmente necesitamos equilibrar no es un neutrino, sino un antineutrino.
El propio neutrino surgiría de la conversación de un protón en un neutrón. Así, pues, los productos serían un neutrón (partícula), un positrón (antipartícula) y un neutrino (partícula). Esto también equilibra la balanza. En otras palabras, la existencia de neutrinos y antineutrinos debería salvar no una, sino tres, importantes leyes de conservación: la conservación de la energía, la de conservación del espín y la de conservación de partícula/antipartícula.
Para un electrón, protón o neutrón la cantidad de espín es siempre 1/2 del valor mínimo de momento permitido (ħ).
Es importante conservar esas leyes puesto que parece estar presentes en toda clase de reacciones nucleares que no impliquen electrones o positrones, y sería muy útil si también se hallasen presentes en reacciones que incluyesen esas partículas.
Las más importantes conversiones protón-neutrón son las relaciones con las reacciones nucleares que se desarrollan en el Sol y en los astros. Por consiguiente, las estrellas emiten radiaciones rápidas de neutrinos, y se calcula que tal vez pierdan a causa de esto el 6 u 8 % de su energía. Pero eso, sería meternos en otra historia y, por mi parte, con la anterior explicación solo trataba de dar una muestra del ingenio del hombre que, como habréis visto, no es poco.
Aunque sólo una cinco mil millonésima de la luz solar llega a la Tierra, ha sido suficiente para dar a esta calor y vida, así como bípedos bastante listos para calcular al detalle su deuda con el Sol que, si pusiera intereses, nunca podríamos pagar.
Desde que puedo recordar, he sido un amante de la Física. Me asombran cuestiones como la luz, su naturaleza de un conglomerado de colores, ondas y partículas, su velocidad que nos marca el límite máximo que se puede desplazar cualquier cosa en nuestro Universo, y en fin, muchos otros misterios que encierra esa maravilla cotidiana que nos rodea y lo inunda todo haciendo posible que podamos ver por donde vamos, que las plantas vivan y emitan oxígeno o que nos calentemos. Realmente, sin luz, nuestra vida no sería posible.
Me gustaría que alguien contestara: ¿Qué es realmente la luz?
Muchos (casi todos) opinan que es algo inmaterial. Los objetos materiales, grandes o muy pequeños como las galaxias o los electrones, son materia. La luz, sin embargo, se cree que es inmaterial, dos rayos de luz se cruzan sin afectarse el uno al otro. Sin embargo, yo que deberíamos profundizar un poco más y, sabiendo que la luz está formada por fiotones, que los fotones son energía, que la energía es un aspecto de la masa… ¿Qué es realmente la luz? Nosotros mismos, el última instancia ¿No seremos luz?
Está claro que los estudiosos de la época antigua y medieval estaban por completo a oscuras acerca de la naturaleza de la luz. Especulaban sobre que consistía en partículas emitidas por objetos relucientes o tal vez por el mismo ojo. Establecieron el hecho de que la luz viajaba en línea recta, que se reflejaba en un espejo con un ángulo igual a aquel con el que el rayo choca con el espejo, y que un rayo de luz se inclina (se refracta) cuando pasa del aire al cristal, al agua o a cualquier otra sustancia transparente.
Cuando la luz entra en un cristal, o en alguna sustancia transparente, de una forma oblicua (es decir, en un ángulo respecto de la vertical), siempre se refracta en una dirección que forma un ángulo menor respecto de la vertical. La exacta relación entre el ángulo original y el ángulo reflejado fue elaborada por primera vez en 1.621 por el físico neerlandés Willerbrord Snell. No publicó sus hallazgos y el filósofo francés René Descartes descubrió la ley, independientemente, en 1.637.
Los primeros experimentos importantes acerca de la naturaleza de la luz fueron llevados a cabo por Isaac Newton en 1.666, al permitir que un rayo de luz entrase en una habitación oscura a través de una grieta e las persianas, cayendo oblicuamente sobre una cara de un prisma de cristal triangular. El rayo se refracta cuando entra en el cristal y se refracta aún más en la misma dirección cuando sale por una segunda cara del prisma. (Las dos refracciones en la misma dirección se originan por que los dos lados del prisma de se encuentran en ángulo en vez de en forma paralela, como sería el caso en una lámina ordinaria de cristal.)
Newton atrapó el rayo emergente sobre una pantalla blanca para ver el efecto de la refracción reforzada. Descubrió que, en vez de formar una mancha de luz blanca, el rayo se extendía en una gama de colores: rojo, anaranjado, amarillo, verde, azul, y violeta, en este orden. Newton dedujo de ello que la luz blanca corriente era una mezcla de varias luces que excitaban por separado nuestros ojos para producir las diversas sensaciones de colores. La amplia banda de sus componentes se denominó spectrum (palabra latina que significa “espectro” fantasma).
Newton llegó a la conclusión de que la luz se componía de diminutas partículas (“corpúsculos”), que viajaban a enormes velocidades.
Le surgieron y se planteó algunas inquietantes cuestiones. ¿Por qué se refractaban las partículas de luz verde más que los de luz amarilla? ¿Cómo se explicaba que dos rayos de luz se cruzaran sin perturbase mutuamente, es decir, sin que se produjeran colisiones entre partículas?
En 1.678, el físico neerlandés christian Huyghens (un científico polifacético que había construido el primer reloj de péndulo y realizado importantes trabajos astronómicos) propuso una teoría opuesta: la de que la luz se componía de minúsculas ondas. Y si sus componentes fueran ondas, no sería difícil explicar los diversos difracciones de los diferentes tipos de luz a través de un medio refractante, siempre y cuando se aceptara que la luz se movía más despacio en ese medio refractante que en el aire. La cantidad de refracción variaría con la longitud de las ondas: cuanto más corta fuese tal longitud, tanto mayor sería la refracción. Ello significaba que la luz violeta (la más sensible a este fenómeno) debía de tener una longitud de onda mas corta que la luz azul, ésta, más corta que la verde, y así sucesivamente.
Se encuentra la galaxias más lejana nacida después del big bang
Gracias a las radiaciones electromagnéticas podemos ver el Universo como fue hace ahora miles de millones de años. Cuando la luz, nos trae la imágen de galaxias situadas a distancias inconmensurables. ¿Quién podría haber pensado, en el pasado, que tal cosa fuese posible? hace
Lo que permitía al ojo distinguir los colores eran esas diferencias entre longitudes de onda. Y, como es natural, si la luz estaba integrada por ondas, dos rayos podrían cruzarse sin dificultad alguna. (Las ondas sonoras y las del agua se cruzan continuamente sin perder sus respectivas identidades.)
Pero la teoría de Huyqhens sobre las ondas tampoco fue muy satisfactoria. No explicaba por qué se movían en línea recta los rayos luminosos; ni por qué proyectaban sobras recortadas; ni aclaraba por qué las ondas luminosas no podían rodear los obstáculos, del mismo modo que pueden hacerlo las ondas sonoras y las ondas marinas. Por añadidura, se objetaba que si la luz consistía en ondas, ¿cómo podía viajar por el vacío, ya que cruzaba el espacio desde el Sol y las Estrellas? ¿Cuál era esa mecánica ondulatoria?
Así que, la vieja idea de Newton de que la luz estaba formada por partículas, en contra de la teoría ondulatoria de su contemporáneo Huygens corroborada por posteriores experimentos en el siglo XIX y por la teoría electromagnética de Maxwell, volvía a ser vigente en parte. La radiación electromagnética estaba formada por paquetes de energía llamados fotones, tenía una doble naturaleza: ondulatoria y corpuscular. La doble naturaleza ondulatoria y corpuscular de la luz, hizo pensar al físico francés Louis de Broglie que el resto de partículas podían disfrutar de esa cualidad y estableció que cualquier partícula lleva asociada una onda de longitud igual al cuanto de acción (h) dividido por su masa y por su velocidad (cualquier objeto macroscópico también tiene su onda asociada, pero debido al valor tan pequeño del cuanto de acción su efecto es despreciable). De hecho, cuando se diseña un experimento, dependiendo de las restricciones que se impongan a la partícula se pone de manifiesto su naturaleza ondulatoria o corpuscular pero, esa es, otra historia.
emilio silvera
el 6 de abril del 2019 a las 10:18
el 6 de abril del 2019 a las 18:35
El fotón, algo tan diminuto y tan versátil
El fotón, al menos en nuestra dimensión es algo extraordinario. Ni más ni menos que la menor partícula que podamos detectar nos .Lo extraño es que también se consideran otras partículas, portadoras, también sin masa, como si su paso por el vacío no tuviese consecuencia alguna.
La onda “asociada” a cualquier onda partícula, que lo son todas, no puede ser ninguna asociada a la partícula global en si, sino que constituye una asociación ordenada de todos los elementos (Ondas partícula) que la componen en sus movimientos circulares y de traslación, y en principio sin que el conjunto deje de serlo. Las ondas internas componentes siempre estarán aunque el conjunto aparezca relativamente en reposo.
Pienso que la onda fotónica, o gammita, con más propiedad, también consta de ondas que se dicen electromagnéticas por sus propiedades. Sin emargo las ondas electromagnéticcas no preoceden de la nada. Habrán de poseer la propiedad fundamental de generar un campo, no hay más que ver como electrico y magnético se provocan mutamente.
Pero algo que nunca se explica: de qué se componen los campos.
Pueden por tanto las ondas provocar la masa del elemento en su “golpeteo con el vacío. ¿Será cierto que el campo de Higgs no provoca masa en las partículas “gámmicas” portadoras de fuerza?
De no ser así que comunica el fotón a la materia, más cuando energía y masa son equivalentes.
Porque su vibración no continua de forma no masiva por el interior material sin dificultades.
Hay una demostración según la geometría de Minkowski en la que se se concluye con que la masa del m=0. Para ello se especula con el cono de luz a un ángulo precisamente de 45º, y claro la conclusión es obvia: el vector para la trayectoria del fotón es cero. De ahí a decir que la masa es cero no hay más que un paso.
Aunque no es comprable, la cuerda en la Teoría de Cuerdas sin embargo, posee un material interno o formación explicativa no especificado (Lo que va más de acuerdo con la onda-partícula).
Saludos cordiales
el 6 de abril del 2019 a las 19:23
El secreto de casi todo. para mi soberbia ignorancia. se debe encontrar en ese espacio tiempo “vacio”.
Lo que haya en ese falso vacio puede ser el culpable, el creador de todo tipo de campos que permitan a la materia (que al fin y al cabo son ondas) sus diferentes cometidos y recorridos.
Vendria a ser como el desplazamiento de la energia en las olas del mar; a simple vista parece que el agua avanza con la onda, pero en relidad es la onda con su energia la que avanza, quedando el agua en su mismo lugar, como simple transportadora de la energia.
Claro que las partículas tienen masa en su mayor parte, pero quizás muchas veces no se comporten como masa sino como onda(Hecho comprobado como sabeis bien); pero como onda transportada a su vez por la energia del vacio. Quizás esas fluctuaciones del vacio sean en realidad manifestaciones de la labor del vacio en dar campos y fuerza a las particulas.
El fotón tiene el poder de avanzar a la máxima velocidad sin límite de espacio o tiempo, y solo con sus propiedades electromagnéticas, pero creo que apoyando estas en esa extraña conformación del vacio.
O tal vez no…
Saludos a la peña,
el 7 de abril del 2019 a las 4:03
LO dicho, de ustedes siempre se pueden esperar ideas interesantes.
el 7 de abril del 2019 a las 18:09
Disquisiciones sobre el ente material
En cuanto a la naturaleza de la materia (Materia en general, incluyendo la m. oscura), como ya se dijo cada partícula viene a ser como mini agujero negro con sus ondas materiales asociadas que las relacionan con el exterior y sus distintas componentes.
Si realmente el agujero negro posee energía y densidad ilimitadas, no tiene porqué ocurrir menos en su núcleo como en comparación ocurre en el núcleo de una galaxia.
La singularidad del agujero negro nos indica en su centro una compacidad prácticamente infinita. Y qué querría indicar algo compacto o casi compacto. Lo más parecido a la nada pero de signo contrario. Pues qué puede ocurrir en una dimensión tal donde espacio y tiempo casi no existen: que sus transformaciones son mínimas, pero existentes.
Es esa compacidad central lo que podemos definir como la base o la materia, de tal forma que todo el ser de la de la partícula sería realmente como ramificaciones de ésta. Sin la radiación alrededor de ese núcleo la partícula no existiría. Fuerza nuclear débil. Lo que es mantenido por las otras fuerzas.
Así pues, la materia, por muy pequeña que sea, sería un compacto procedente o desgajado en definitiva de lo compacto del Big-Bang cuando éste se fraccionara. Incluso la creación de pares, antimateria y/o formaciones sobre el vacío deberían obedecer al fraccionamiento de lo compacto, la verdadera materia.
¿Y de que que se compone lo compacto? De otros compactos más ligeros por intermedio de la gravedad
Saludos contertulios
el 8 de abril del 2019 a las 4:35
Verdaderamente, hay que reconocer que la Naturaleza sigue caminos tortuosos (a veces) para conseguir sus fines. Si nos fijamos, por ejemplo, en el núcleo atómico, no podemos evitar el maravillarnos de las cosas que allí ocurren y los “personajes” que están presentes en la representación que en ese lugar tiene lugar, No importa que sea un diminuto puntito en el centro del átomo, allí está el 99,9 por ciento de la masa atómica, allí están los nucleones (protones y neutrones) formados por tripletes de Quarks confinados en su interior por la fuerza nuclear fuerte de la que son emisores los gluones…
Y, tal como describe el amigo Fandila más arriba, todos esos componentes pueden ser extrapolados y comparados con otros sucesos del universo en los que, de la misma manera, están presentes otros parámetros, también complejos y asombrosos.