May
18
Moléculas vivas sorprendentes
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Ciencia y Vida ~ Comments (2)
En matemáticas se pueden trazar líneas precisas y concretas que dividan en dos clases entes de naturaleza matemática. Una estructura geométrica se puede suporponer o no a su imagen especular. Una estructura asimétrica puede tener una lateralidad a la derecha o bien a la izquierda.
Cualquier número entero positivo es par o impar, y no hay ninguno de tales números para el cual su situación a este respecto ofrezca la menor duda. Pero en el mundo, si exceptuamos el nivel subatómico de la teoría cuántica, las lineas divisortias son casi siempre difusas. El alquitrán, ¿es sólido o líquido?. Lo cierto es que, la mayoría de las propiedades físicas se “mueven” en un espectro continuo que hace que vayan cambiando de manera imperceptible de un extremo a otro del mismo.
El paso del tiempo convierte en líquido, gas o sólido algunos materiales y, a otros, los deforma hasta perder su estructura original para convertirmos en lo que antes no eran. Nada permanece, todo cambia. Sea cual fuere la línea de división, habrá algunos casos en los que no podamos definirla y, en otros, habrá objetos tan próximos a ella que el lenguaje ordinario no será lo suficientemente preciso como para poder afirmar a qué lado pertenece. Y, la propiedad de la vida, está, precisamente, en uno de esos continuos.
Para probar esto basta que consideremos los virus: son las estructuras biológicas más pequeñas que se conocen con la propiedad de poder “comer” (absorber sustancias situadas en sus proximidades), crecer y fabricar copias exactas de sí mismas.
Son mucho más pequeños que una bacteria (en realidad, algunos virus infectan las bacterias) y pasan sin dificultad a través de un filtro de porcelana fina que, aunque a nosotros nos parezca que está completamente sellada y su superficie es totalmente hermética y lisa, para ellos, tan “infinitamente” pequeños, ofrece miles de huecos por los que poder colarse.
Nuevas grabaciones en vídeo de un virus que infecta a las células sugiere que los virus se expanden mucho más rápido de lo que pensábamos. El descubrimiento de este mecanismo permitirá crear nuevos fármacos para hacer frente a algunos virus. En la punta de un alfiler caben millones de ellos. De hecho, los virus tienen el tamaño de una décima de micrómetro (diezmillonésima parte del metro).
El mundo de lo muy pequeño es fascinante y, por ejemplo, si hablamos de átomos, se necesitarían aproximadamente una cantidad para nosotros inconmensurable de átomos (602.300.000.000.000.000.000.000) para lograr un solo gramo de materia. Fijáos que hablamos de lo pequeño que pueden llegar a ser los virus y, sin embargo, el Hidrógeno con un sólo protón es el átomo más ligero y su masa es 400.000 veces menor que la masa de un virus, como antes dije, el organismo vivo más pequelo que se conoce. El virus más diminuto conocido mide unos o,00000002 m; su tamaño es 2.000 veces mayor que el del átomo. Y, en la punta del alfiler que antes mencionamos cabrían 60.000.000.000 (sesenta mil millones) de átomos.
… de onda correspondientes, desde el Everest hasta las moléculas de agua y el átomo de hidrógeno, pasando por ojos de aguja, glóbulos rojos, virus y ADN.
Como los virus son menores que la longitud de onda de la luz, no pueden observarse con un microscopio luminoso ordinario, pero los bioquímicos disponen de métodos ingeniosos que les permiten deducir su estructura, ya que pueden verlos mediante bombardeos con rayos X u otras partículas elementales.
En ralidad, se puede decir que un cristal “crece”, pero lo hace de un modo ciertamente trivial. Cuando se encuentra en una solución que contiene un compuesto semejante a él, dicho compuesto se irá depositando sobre su superficie; a medida que esto ocurre, el cristal se va haciendo mayor, pero el virus, igual que todos los seres vivos, crece de una manera más asombrosa: toma elementos de su entorno, los sintetiza en compuestos que no están presentes en el mismo y hace que se combinen unos con otros de tal manera que lleguen a dar una estructura compleja, réplica del propio virus.
Los virus sólo se multiplican en células vivientes. La célula huésped debe proporcionar la energía y la maquinaria de síntesis, también los precursores de bajo peso molecular para la síntesis de las proteínas virales y de los ácidos nucleicos. El ácido nucleico viral transporta la especificidad genética para cifrar todas las macromoléculas específicas virales en una forma altamente organizada.
Investigadores detectan “conversación” entre virus donde deciden si solo infectan o matan
El poder que tienen los virus de infectar, e incluso matar, un organismo, se debe precisamente a esto. Invade las células del organismo anfitrión, detiene su funcionamiento y lo sustituye, por decirlo de alguna manera, por otros nuevos. Ordena a la célula que deje de hacer lo que normalmente hace para que comience a fabricar las sustancias necesarias para crear copias de sí mismo, es decir, del virus invasor.
El primer virus que se descubrió, y uno de los más estudiados, es el virus sencillo que produce la “enfermedad del mosaico” en la planta del tabaco. Cristaliza en forma de barras finas que pueden observarse a través del microsopio electrónico. Recientemente se ha descubierto que cada barra es, en realidad, una estructura helicoidal orientada a la derecha, formada por unas 2.000 moléculas idénticas de proteína, cada una de las cuales contiene más de 150 subunidades de aminoácidos.
Animación de parte de una estructura de ADN de doble hélice
el 19 de mayo del 2019 a las 1:27
Hola muchachada.
Sorprendente y fascinante. Tanto que lo leemos nuevamente y nos vuelve a sorprender y fascinar.
El Universo es maravilloso e inabarcable y su “criatura”, la Vida, lo es aún más. Y podría ser que seamos nosotros, los humanos los únicos que tengamos conciencia de Ellos; nosotros, pequeños y perdidos en un lugar remoto del Brazo de Orión.
Podría ser, pero no lo creo.
Saludos cordiales.
el 19 de mayo del 2019 a las 4:12
Hay cosas que nuestro intelecto no puede llegar a comprender, y, la vida, es una de ellas ¿Cómo podemos imaginar que, a partir de la materia “inerte” se puedan conformar estructuras vivas que incluso (como es nuestro caso), lleguen a tener una consciencia de SER? Criaturas inimaginables repartidas por un mundo maravilloso, unas vuelan por los aires, otras surcan los fondos oceánicos y el resto tienen distintas parcelas terrestres que, como ecosistemas propios las mantienen gracias a una serie de condiciones de energía, luz y calor suministradas por una estrella situada a 150 millones de kilómetros… ¡Es sorprendente y maravilloso!
Lo más probable, en lo que a la vida se refiere, es que prolifere por un sin fin de mundos que, como la Tierra, estén situados en las regiones adecuadas en relación a la estrella que los alumbra para hacer posible el asombroso suceso. Y, teniendo en cuenta, que el Universo es igual en todas partes y en todas sus regiones están presentes las mismas leyes y fuerzas y las mismas constantes, también en cualquier sitio, por muy alejado que esté, se habrán producido los mismos procedimientos naturales para el surgir de la vida teniendo como base el Carbono, el elemento más idóneo para ello.
No podemos negar que pudieran existir otras formas de vida basadas en otros elementos pero… ¡Es poco probable! Cosa diferente será la morfología de “esos seres” que estará marcada por las condiciones de sus planetas que, no necesariamente serían todas iguales a las terrestres.
Aunque nos ha tocado vivir un tiempo maravilloso de descubrimientos y adelantos increíbles, no llegaremos a conocer lo mucho que, a la humanidad, le queda por descubrir… ¡Lástima!