Nov
16
El viaje interminable del saber
por Emilio Silvera ~ Clasificado en El saber del mundo ~ Comments (0)
Desde nuestro pequeño mundo azul, situados en el lugar adecuado, podremos contemplar la inmensa Vía Láctea que nos alberga en un Sistema planetario donde, un Sol amarillo, es decir, una estrella corriente de la clase G2V, nos envía su luz y su calor para que, los seres vivos de la llamada Tierra, podamos continuar nuestra andadura por este pequeño mundo que nos cobija, y del que, desde tiempos inmemoriales, hemos podido obtener todo aquello que nos hizo falta para sobrevivir, no siempre en un ambiente agradable y placentero.
Pocas dudas nos pueden caber de que las dimensiones del Universo, sus escalas, no son Humanas. Nosotros comparado con nuestro propio mundo somos muy poca cosa, si lo hacemos en relación a la Vía Láctea, somo menos que un grano de arena en el desierto, y, si es el Universo el objeto de comparación… ¡Nuestra minúscula figura en ese inmenso contexto, se perdería, incluso de la vista del telescopio más potente.
Sin embargo, y a pesar de nuestra “hipotética” pequeñez, el Mundo, se nos ha quedado pequeño. Ya hace mucho tiempo desde que, nuestra especie, preparaba expediciones para conocer éste o aquel rincón del planeta, no ha quedado ninguna región por explorar y, el pie humano, ha pisado todos los terrenos firmes que imaginarnos podamos y surcado todos los mares y océanos del globo terrestre. Sólo nos queda la asignatura pendiente de los Abismos oceánicos que, por falta de tecnología, nos son desconocidos y también las maravillas que allí se esconde,
En el ámbito del Espacio Interestelar, todavía andamos muy retrasados y quizás, dentro de algunos cientos de años podamos andar entre las estrellas, lo que, por otra parte, nos será muy necesario si queremos que nuestra especie perdure.
Hemos llegado a saber con nuestros ingenios y conocimientos que, existen muchos mundos fuera de nuestro Sistema Solar, que la Vía láctea que tiene más de cien mil millones de estrellas, contiene múltiples sistemas planetarios donde infinidad de mundos, pueden, como la Tierra, tener las condiciones precisas para albergar la Vida.
Si tuviéramos una moderna nave espacial capacitada para recorrer la Galaxia, ¿qué veríamos?
Bueno, entre otras muchas maravillas nos daríamos cuenta de nuestra “pequeñez” en relación a una inmensa Galaxia que alberga más de cien mil millones de estrellas y en el que, el planeta que habitamos es menos que un granito de arena de la inmensa playa
çAh! Pero, de todas las maneras nos creemos importantes.
Pasado el Tiempo tendremos inmensos y modernos Puertos Espaciales desde los que despegarán modernas naves de tecnología inalcanzable hoy, que nos podrán llevar a efectuar recorridos de ensueño. La Humanidad depende de su entorno para la supervivencia, y, como en nuestro Universo eterno no hay nada, resulta que el Sol (la estrella que nos da la vida con su luz y su calor), tiene su fecha de caducidad antes de convertirse en una Gigante Rija primero y en una Enana Blanca después. Para cuando eso llegue, tendremos que poseer los conocimientos científicos necesarios para poder viajar a las estrellas.
No dentro de mucho tiempo, habrán pasado los tiempos en los que, en peligrosos cohetes, hicimos aquellos primeros viajes hacia el espacio exterior, cuando salir del planeta Tierra era jugarse la vida, ya que, los combustibles empleados eran rústicos y peligrosos.
Nuevos motores que consumirán energías hoy desconocidas nos llevarán a los confines del Cosmos.
Visitar los planetas y lunas de nuestro entorno no será ningún problema y, con los nuevos motores y sistemas de combustión, se habrán acabado los largos viajes de meses, y, las naves, llevarán sistemas de gravedad artificial que anulará la ingravidez, el material del que estarán hechas las naves, será inteligente y se auto reparará cuando un micrometeorito perfore el fuselaje. Estará provista de gravedad artificial, y será autosuficiente para abastecer las necesidades de cientos de viajeros.
Entonces sí, podremos acercarnos a las hermosas Nebulosas planetarias y, a pesar de su fuerte radiación, no sufriremos daño, la nave estará provista de escudos electromagnéticos impenetrables. Podremos ver a ojo desnudo las estrellas enanas blancas que llevan en su interior.
Lo que nuestra especie habrá logrado dentro de 500 años… ¡Hoy nos parecería magia!, aunque “mañana” será lo cotidiano pero, ese es el futuro que nunca podremos presenciar, es decir, el Presente de otros.
De la misma manera podremos acercarnos a lugares tan bellos como este y contemplar, maravillados como (dejando ahí los aparatos adecuados de toma de datos y grabación) a partir del gas y el polvo pueden surgir nuevas estrellas o nuevos mundos, y, con el tiempo, nuevas formas de vida.
Lugares como este que sobrepasa todo aquello que podamos imaginar, nos haría pensar y preguntarnos:
¿Quién sabe como podría ser aquella Nebulosa de la que surgió el Sistema Solar? ¿Sería como ésta que llaman, por su , del Capullo? Algunas veces me da que pensar nuestra presencia aquí, en el planeta Tierra y, con la imaginación, viajo hacia muy atrás en el tiempo, “veo” una estrella masiva que, llegado al final de su ciclo en la secuencia principal, expulsa sus capas exteriores de materia al espacio interestelar que, en ese momento, ha sido sembrado del gas y el polvo del que, millones, o miles de millones de años más tarde, surgiría nuestro Sistema Solar.
En el interior de nuestro cerebro encontramos conexiones sin fin, más de cien mil neuronas, como estrellas hay en la Vía Láctea, y, todas ellas (las neuronas) trabajan para que asimilemos los mensajes que nuestro entorno genera y que, captados por los sentidos, llegan al centro neurálgico para que los recicle y queden archivados para cuando los necesitemos.
Hay que ser conscientes de que, los seres vivos, son parte de este Universo que creó las condiciones necesarias para su presencia. La maravilla y el hecho más asombroso está, precisamente, en que a partir de la materia “inerte” se pudiera evolucionar hasta llegar a los pensamientos y sentimientos, un estado superior de consciencia que aún nadie ha podido explicar.
Si contáramos una sinapsis cada segundo, tardaríamos 32 millones de años en hacer el recuento. Si consideramos el número posible de circuitos neuronales, tenemos que habérnosla con cifras hiper.astronómicas: 10 seguido de al menos un millón de ceros (En comparación con el número de partículas del universo conocido que asciende a “tan sólo” 1079 es decir, es el número conocido como NEdd (Número de Eddintong), el Universo se quedará pequeño comparado con lo que nosotros llevamos dentro y podemos llegar a ser a pesar de nuestra engañosa pequeñez… ¡Lo más grande del Universo!
emilio silvera
Nov
16
Griegos primitivos en la Península Ibérica
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Rumores del Saber ~ Comments (5)
Marsella hoy es una bonita ciudad costera del Sur de Francia
Los colonizadores griegos llegaron a la Península Ibérica y se instalaron en una nueva colonia costera en el golfo de Rosas poco después de fundar su anterior asentamiento en Mesalia (Marsella). El nuevo asentamiento de los griegos en la Península Ibérica tomó el nombre de Emporión (“emporio”), lo cual dio al lugar un significado específico como centro de comercio e intercambio.
Se cree que los primeros colonizadores llegaron a Emporion (Ampurias o Empuréis) a comienzos del s. VI a. C. (entre 600 y 570 a. C.). A Pesar de la connotación efímera del nombre, Emporion fue una colonia duradera que floreció en el período helenístico, como ciudad griega. El general romano Cneo Cornelio Escipión desembarcaría con dos legiones en Emporion para empezar la conquista de la Península Ibérica en 218 a. C.
Además de la historia interna –y externa- de la ciudad griega de Emporion (que sería objeto de otro debate), el asunto de los griegos en la Península Ibérica surge cuando se habla de varios aspectos de la Hispania prerromana: el mito de Tartessos; la competencia entre los fenicios y los griegos; la aportación griega a los cimientos de la cultura y el arte ibéricos; la conquista final por parte de los cartagineses; y así sucesivamente.
Como es natural, toda la interpretación del papel que desempeñaron los griegos en la Península Ibérica depende de su propia historia en Grecia y sus colonias en el Mediterráneo occidental.
La llegada de los colonizadores fenicios y griegos marcó el devenir histórico de la Península Ibérica a lo largo del primer milenio antes de Cristo. Ambas culturas llegaron atraídas por las riquezas de nuestros territorios, pero su presencia en la Iberia protohistórica también estuvo marcada por su percepción de que estas eran tierras de leyenda, donde lo sobrenatural y lo fantástico formaban parte de lo cotidiano.
“Platón ha descrito la capital de la Atlántida y su comarca con arreglo a Tartessosy al mismo tiempo ha proporcionado una imagen poética de la rica y próspera Tartessos, situada en la desembocadura del Guadalquivir». Quien así se expresaba, hace ya más de 60 años, era el célebre erudito e hispanista alemán Adolf Schulten.El especialista germano pasó buena parte de su vida obsesionado con Tartessos y su posible localización –esperando que la suerte le sonriera como a Schleemanncon Troya–, e incluso llegó a excavar en el Coto de Doñana, descubriendo unas ruinas romanas que identificó, hasta su muerte, con sillares reutilizados procedentes de la escurridiza capital del reino del sudoeste peninsular. Pero sigamos.
Los coceos (afines a la comunidad griega de Mesalia) eran conocidos como navegantes excelentes que asombraban a los otros marineros con su capacidad para navegar en formidables barcos de guerra (pentecóntoras): “Fueron ellos quienes descubrieron el mar Adriático, y Tirrenia, e Iberia, y Tartessos, no navegando en barco de carga, sino en naves de cincuenta remos” (Herodoto 1, 163). Mesalia ya era una colonia focea en c. 600 a.C. (“ciento veinte años antes de la batalla de Salamina”, según Timeo), cerca del estuario del río Ródano. Los coceos también estaban bien asentados en la isla de Córcega, donde fundaron la colonia de Alalia en 560 a. C.