Feb
14
Nada es Eterno y, el Universo tampoco lo será
por Emilio Silvera ~ Clasificado en El Universo y... ¿nosotros? ~ Comments (1)
Lo cierto es que, nadie sabe el destino final del Universo. Sin embargo, especular… especulan todos. Según todos los indicios, el destino final del Universo será la congelación de todo, el cero absoluto en un clima en el que, ni los átomos tendrán movimiento alguno. Todo quedará estático y frío, la quietud de la muerte, un lugar en el que nada sucederá. Si eso llega como parece, ninguna transición de fase transformará nada en otra cosa diferente y, ni las estrellas, ni la vida, generarán entropía negativa para que todo siga como ahora podemos contemplar.
En nuestro Sol se producirán terribles cambios
Si para entonces estuviéramos aquí (que no lo creo), podríamos ver como dentro de unos miles de millones de años, el Sol, convertido en una Gigante Roja, se nos acercaría amenazador y primero se tragaría a Mercurio, más tarde a Venus y, quedaría muy cerca de la Tierra que vería como sus océanos se evaporarían y la vida, tal como la conocemos, desaparecería de este hermoso planeta que, para entonces, sólo sería una gran esfera calcinada.
“Sabiendo” que el destino irremediable de nuestro mundo, el planeta Tierra, es el de ser calcinado por una estrella gigante roja en la que se convertirá el Sol cuando agote la fusión de su combustible de hidrógeno, helio, carbono, etc, para que sus capas exteriores de materia exploten y salgan disparadas al espacio exterior formando una nebulosa planetaria, mientras que el resto de su masa se contraerá hacia su núcleo bajo su propio peso, a merced de la gravedad, convirtiéndose en una estrella enana blanca de enorme densidad y de reducido diámetro que solo sera frenada por la degeneracion de los electrones al ponerse en marcha en Principio de exclusión de Pauli. Sabiendo eso, el hombre debe poner los medios para que antes de que llegue ese momento (dentro de algunos miles de millones de años), la Humanidad pueda escapar y dar el salto hacia otros mundos lejanos que, como la Tierra ahora, reúna las condiciones físicas y químicas, tenga agua corriente por estar situados en la zona habitable y tengan la atmósfera y las temperaturas adecuadas para acogerla.
Eso, naturalmente, sólo será posible si no ocurren otros acontecimientos ahora desconocidos por nosotros y que, siendo el Universo dinámico como lo es, entra dentro de lo posible que ese futuro que vislumbramos, pudiera ser diferente. En realidad, no podemos asegurar nada del mañana.
Como cualquiera de las figuras de arriba, podría ser nuestro Sol dentro de cinco mil millones de años. Una vez finalizada su fase de gigante roja…
Pero el problema no es sólo de nosotros, y se extenderá a la totalidad del universo que, aunque mucho más tarde, también está abocado a la muerte térmica, el frío absoluto si se expande para siempre como un universo abierto y “eterno”, o el más horroroso de los infiernos, si estamos en un universo cerrado y finito en el que un día, la fuerza de gravedad, detendrá la expansión de las galaxias que comenzarán a moverse de nuevo en sentido contrario, acercándose las unas a las otras de manera tal que el universo comenzará, con el paso del tiempo, a calentarse, hasta que finalmente se junte toda la materia-energía del universo en una enorme bola de fuego de millones de grados de temperatura, el Big Crunch. Según los datos con los que contamos, la Densidad Crítica del Universo puede ser la ideal para que se expanda para siempre, con lo cual, el Big Crunch, nunca se producirá.
Donde quiera que podamos mirar… ocurren las mismas cosas, todo es igual aquí y allí
Las regiones del Universo, como nuestro Sistema Solar, están todas ellas regidas por las mismas leyes y fuerzas de la Naturaleza. El irreversible final está entre los dos modelos que, de todas las formas que lo miremos, es negativo para la Humanidad (si es que para entonces aún existe). En tal situación, algunos ya están buscando la manera de escapar.
Stephen Hawking ha llegado a la conclusión de que estamos inmersos en un multiuniverso, esto es, que existen infinidad de universos conectados los unos a los otros. Unos tienen constantes de la naturaleza que permiten la vida igual o parecida a la nuestra, otros posibilitan formas de vida muy distintas y otros muchos no permiten ninguna clase de vida.
Algún día, es posible que podamos abrir una puerta en el hiperespacio, primero hacia otras galaxias y, más tarde, que nos lleve hacia otros universos ¿quién puede saber lo que será el mañana!
Este sistema de inflación-contracción autorreproductora nos viene a decir que cuando el universo se expande (se infla) a su vez, esa burbuja crea otras burbujas que se inflan y a su vez continúan creando otras nuevas más allá de nuestro horizonte visible. Cada burbuja será un nuevo universo, o mini-universo en los que reinarán escenarios diferentes o diferentes constantes y fuerzas.
Representación artística de WMAP. La Wilkinson Microwave Anisotropy Probe (WMAP) es una sonda de la NASA cuya misión es estudiar el cielo y medir las diferencias de temperatura que se observan en la radiación de fondo de microondas, un remanente del Big Bang.
(“¿Los científicos han visto pruebas de la existencia del tiempo antes del Big Bang, y tal vez una verificación de la idea del universo cíclico”?. Uno de los grandes físicos de nuestra época, Roger Penrose de la Universidad de Oxford, ha publicado un nuevo documento diciendo que los patrones circulares visto en el WMAP mision de datos sobre el fondo cósmico de microondas sugieren que el espacio y el tiempo tal vez no se originó en el Big Bang, sino que nuestro universo continuamente los ciclos a través de una serie de “eones”, y tenemos un eterno y cíclico cosmos.”)
“La Física depende de distintos parámetros, desde la carga o masa del electrón hasta la permeabilidad del vacío pasando por la constante de gravitación universal. Si construir un universo fuera como cocinar usaríamos una receta de cocina. Los ingredientes que se usarían seguirían ciertos parámetros, como la composición de fuerzas y partículas, mientras que la preparación serían la cantidad de masa o la intensidad de la constante cosmológica.Sin embargo la receta del Universo no admite errores en los ingredientes. Pareciera que el Universo esta predispuesto para producir y albergar vida, pero al mínimo cambio las condiciones ya no son favorables. Así, una pequeña alteración en los valores de las constantes fundamentales haría que no se produzcan en las estrellas los elementos necesarios para la vida; más masa en el Universo y éste implosionará al poco de darse el Big Bang y no habrá dado tiempo para que se forme la vida; una constante cosmológica más intensa y el Universo se diluirá en la nada sin que se formen galaxias, estrellas y planetas.”
El escenario que describen algunos el diagramas en otras ocasiones aquí reseñado, ha sido explorado y el resultado hallado es que en cada uno de esos posibles universos, como hemos dicho ya, puede haber muchas cosas diferentes; pueden terminar con diferentes números de dimensiones espaciales o diferentes constantes y fuerzas de la naturaleza, pudiendo unos albergar la vida y otros no.
El reto que queda para los cosmólogos es calcular las probabilidades de que emerjan de esos diferentes universos a partir de esta complejidad inflacionaria ¿Son comunes o raros los universos como el nuestro? Existen, como para todos los problemas planteados, diversas conjeturas y consideraciones que influyen en la interpretación de cualquier teoría cosmológica futura cuántico-relativista. Hasta que no seamos capaces de exponer una teoría que incluya la relatividad general de Einstein (la gravedad-cosmos) y la mecánica cuántica de Planck (el cuanto-átomo), no será posible contestar a ciertas preguntas.
Todas las soluciones que buscamos parecen estar situadas en teorías más avanzadas que, al parecer, sólo son posibles en dimensiones superiores, como es el caso de la teoría de supercuerdas situada en 10, 11 ó 26 dimensiones. Allí, si son compatibles la relatividad y la mecánica cuántica, hay espacio más que suficiente para dar cabida a las partículas elementales, las fuerzas gauge de Yang-Mill, el electromagnetismo de Maxwell y la Gravedad que ahora está fuera del Modelo, en definitiva, una descripción real del espacio-tiempo y la materia, la descripción verdadera del universo y de las fuerzas que en él actúan.
Siempre hemos querido observar pero, no siempre hemos sabido explicar lo que podíamos ver
Científicamente, la teoría del hiperespacio lleva los nombres de Teoría de Kaluza-Klein y supergravedad. Pero en su formulación más avanzada se denomina Teoría de Supercuerdas o Teoría M, una teoría que desarrolla su potencial en nueve dimensiones espaciales y una de tiempo: diez dimensiones, o, en la versión más avanzada de dies dimensiones de espacio y una de tiempo. Así pues, trabajando en dimensiones más altas, esta teoría del hiperespacio puede ser la culminación que conoce dos milenios de investigación científica: la unificación de todas las fuerzas físicas conocidas. Como el Santo Grial de la Física, la “Teoría de Todo” que esquivó a Einstein que la buscó los últimos 30 años de su vida.
Imaginamos el Hiperespacio como un túnel que nos llevará a galaxias lejanas, un atajo para burlar a la velocidad de la luz infranqueable, una manera de poder ser viajeros del espacio que, en nuestro mundo físico, se hace imposible debido a las distancias que tendríamos que recorrer, al limitado aguante físico de nuestra configuración humana, y, sobre todo… ¡al tiempo necesario! Todo eso sería obviado por este medio hiperespacial, un tunel hacia las estrellas.
Durante el último medio siglo, los científicos se han sentido intrigados por la aparente diferencia entre las fuerzas básicas que mantienen unido al cosmos: la Gravedad, el electromagnetismo y las fuerzas nucleares fuerte y débil. Los intentos por parte de las mejores mentes del siglo XX para proporcionar una imagen unificadora de todas las fuerzas conocidas han fracasado. Sin embargo, la teoría del hiperespacio permite la posibilidad de explicar todas las fuerzas de la naturaleza y también la aparentemente aleatoria colección de partículas subatómicas, de una forma verdaderamente elegante. En esta teoría del hiperespacio, la “materia” puede verse también como las vibraciones que rizan el tejido del espacio y del tiempo. De ello se sigue la fascinante posibilidad de que todo lo que vemos a nuestro alrededor, desde los árboles y las montañas a las propias estrellas, no son sino vibraciones del hiperespacio.
Es tanta nuestra ignorancia que, a falta de datos fiables, nuestra imaginación es la que dentro de nuestras mentes, dibuja aquellos mundos y universos que sea capaz de idear, y, no pocas veces, esos “sueños”, sin nosotros saberlo, podrían ser el retrato de la realidad.
Antes mencionábamos los universos burbujas nacidos de la inflación y, normalmente, el contacto entre estos universos burbujas es imposible, pero analizando las ecuaciones de Einstein, los cosmólogos han demostrado que podría existir una madeja de agujeros de gusano, o tubos, que conectan estos universos paralelos.
Hasta las cosas más extrañas pueden estar ahí fuera esperando que las encontremos. ¿No existen Agujeros Negros? ¿Por qué no otros estraños Objetos e incluso universos direferentes al nuestro? Aunque muchas consecuencias de todos estos pensamientos son puramente teóricas, el viaje en el hiperespacio (si algún día fuese posible) podría proporcionar eventualmente la aplicación más práctica de todas: salvar la vida inteligente de la muerte de este universo nuestro cuando al final llegue el frío o el calor.
Claro que, ¡tenemos tanto “tiempo” por delante! que, mentes pensantes que por el Universo podrían ser más abundantes de lo que muchos piensan, tienen un margen aceptable para buscar esa fórmula que bien aplicada, evite el desastre final.
Otros, sin embargo, opinan que el Universo es el resultado de fluctuaciones del vacío pero, eso será objeto de otro comentario.
emilio silvera
el 27 de enero del 2018 a las 10:37
Una nueva y magistral lección de cosmología. Excelentes reflexiones sobre lo que le espera a nuestro sol y, por extensión, al universo entero ¡Enhorabuena, D. Emilio!