Feb
16
Nuestra percepción y la realidad: Dos cosas distintas
por Emilio Silvera ~ Clasificado en La realidad cambiante ~ Comments (8)
No todos vemos el mundo de la misma manera
Nuestra realidad es la que cada uno de nosotros percibimos, entendemos y actuamos de manera diferente en la vida. Cada uno poseemos nuestra propia realidad del mundo y de nosotros mismos. Estamos construidos a base de creencias, y esas creencias son las que influyen de manera decisiva en nuestra realidad y en nuestra conducta, por lo tanto, son las culpables de que consigamos o no nuestros objetivos. Básicamente nuestra realidad está formada por nuestras creencias.
“Nuestra tarea más urgente es dejar de identificarnos con el pensamiento, dejar de estar poseídos por él” Eso nos aconseja Eckhart Tolle, y, no siempre resulta ser de esa manera, Hay ocasiones en la que, nuestros pensamientos son la guía que nos pueden llevar al buen destino, y, si lo que dice (que no lo aclara) está referido a los pensamientos de los otros, simplemente se trata de discernir dónde radica la verdad, en lo que nos dicen o en lo que nosotros creemos. Claro que, no todos creen siempre en lo correcto.
Lo cierto es que, la única realidad vendrá de los descubrimientos que son desvelados y nos muestran los secretos d ela Naturaleza.
Nosotros los humanos, nunca estamos seguros de nada y, buscando esa seguridad, creamos modelos con los que tratamos de acercarmos más y más a esa realidad que presentimos, y, para ello, encontramos las maneras de aproximarnos a esa realidad “presentida”.
Pero vayamos a algo concreto y pensemos, por ejemplo, en la técnica reiterativa que se utiliza para obtener “soluciones” en casos como el problema de los tres cuerpos (por ejemplo) tiene un inconveniente. A veces no funciona, no siempre podemos decir a priori si va a funcionar o no. La técnica que se aplica para “resolver” las ecuaciones diferenciales pertinentes (recordemos que no se pueden resolver analíticamente) implica realizar aproximaciones sucesivas, en las cuales, como es sabido, el primer paso del proceso de cálculo sólo da una solución aproximada; el segundo paso añade (con un poco de suerte) una correccción para obtener una aproximación más precisa de la realidad; el tercer paso nos da una aproximación aún mejor, y así sucesivamente hasta que nos parezca que la aproximación es lo suficientemente buena para el objetivo que nos hayamos propuesto. Pero nunca podremos conseguir con exactitud la “respuesta” que encaja a la perfección con el comportamiento de los objetos del mundo real en lo que se centra nuestro interés en ese determinado momento y sobre ese objetivo en particular.
Ninguna idea nos ha llegado de manera instantánea y depurada en todos sus conceptos, sino que, han sido ideas que han tenido que ir siendo depuradas más y más a conseguir esa realidad que buscábamos haciendo que, el esquema encontrado, se parezca lo más posible al mundo que nos rodea y que podemos observar. Esa es, en pocas palabras la historia de la Relatividad de Einstein que ajunto muchas ideas y conceptos para conseguir sus teorías que están muy cercas de lo que el mundo es.
Lo que hacemos es sumar una serie de números -en principio, una serie de números infinitamente larga- A los matemáticos les interesa estas series infinitas para sus propios objetivos, independientemente de la importancia que puedan tener para los estudios del comportamiento de las cosas tales como los planetas que orbitan alrededor del Sol, y conocen una gran cantidad de series infinitas cuyas sumas se comportan lo suficientemente bien como para ofrecer una aproximación cada vez mejor de un número concreto.
Que van buscando un final satisfactorio
Un buen ejemplo lo constituye uno de los procedimientos que se utilizan habitualmente para calcular el valor aproximado de π, el cociente entre la circunferencia de un círculo y su diámetro. Se puede calcular realmente el valor de π/4, con tanta precisión como se desee, sumando la serie numérica:
1 – 1/3 + 1/5 – 1/7 ….
Esto nos da una primera aproximación del valor de π que sería (4 x 1), que no es muy brillante; una segunda aproximación cuyo valor sería 2,6666… (4 x 2/3), que es algo mejor, y que, curiosamente, se encuentra al otro lado de la respuesta «correcta»; una tercera aproximación que sería 3,46666…, y así sucesivamente. Estas aproximaciones van siendo cada vez mejores y convergen en el verdadero valor de π, en este caso concreto desde ambos lados. Pero el proceso es tedioso -la suma del primer millón de términos de la serie nos da para pi (π) un valor de 3,1415937, que sólo es correcto en sus cinco primeras cinco cifras decimales, Ni obstante, se puede calcular π de este modo hasta el grado de precisión que se desee (hasta alguna cifra de los decimales), si tienes la paciencia necesaria.
Hacemos una parada aquí para dejar una nota que nos dice que independiente de cualquier otra consideración, lo cierto es que, en matemáticas y la teoría del caos y entre otros temas. Si hablamos de Pi nos topamos con múltiples sorpresas y él está representado en el diseño de la doble espiral de ADN el Efecto mariposa y la Torah, entre otras muchísimas cosas que se escriben con Pi. Es un número misterioso que lo podemos ver por todas partes representado de una u otra manera. Desde la más remota antigüedad, fascinó a los más grandes pensadores.
No pocos están convencidos de la existencia de patrones que se repiten en los distintos órdenes de la vida. Descubrirlos implicaría, nada más y nada menos, que deducir el mundo. Yo no dejaría de lado, en todo esto la Teoría del Caos que podría definirse (¡en forma muy simplona!) como el estudio de sistemas complejos siempre cambiantes. Los resultados que consideramos ´impredecibles´ ocurrirán en sistemas que son sensibles a los cambios pequeños en sus condiciones iniciales. El ejemplo más común es conocido como “el efecto mariposa” “. La teoría supone que el batir de alas de una mariposa en la China durante un determinado período de tiempo podría causar cambios atmosféricos imperceptibles en el clima de New York.
Pi es la decimosexta letra del alfabeto griego y el símbolo que representa el misterio matemático más viejo del mundo: la proporción de la circunferencia de un círculo a su diámetro.
El registro escrito conocido más temprano de la proporción viene del año 1650 antes de Cristo en Egipto, donde un escriba calculó el valor como 3.16 (con un pequeñísimo error). Aunque ahora, nosotros tenemos métodos para calcular los dígitos de pi (3.1415…) sus restos de valor exacto todavía son un misterio.
Desde 1794, cuando se estableció que Pi era irracional e infinita, las personas han estado buscando un patrón en el cordón interminable de números.
Cosa curiosa, Pi puede encontrarse por todas partes, en la astronomía, en la física, en la luz, en el sonido, en el suelo, etc. Algunos cálculos advierten que tendría más de 51 mil millones de dígitos, pero hasta el momento no se ha detectado un patrón discernible que surja de sus números. De hecho, la primera sucesión 123456789 aparece recién cerca de los 500 millones de dígitos en la proporción.
En la actualidad hay algunas computadoras superpoderosas tratando de resolver la cuestión. En el film, la computadora bautizada por Max como Euclid literalmente “estalla” al acercarse a la verdad del cálculo. ¿Y entonces?… Azar, fe, creencias, ciencia, métodos…y siempre un misterio último sin resolver.
¿El hallazgo de patrones será la respuesta? Tal vez por eso los pitagóricos amaban la forma/patrón espiral… porque ella está por todas partes en la naturaleza: en los caracoles, en los cuernos del carnero, en las volutas de humo, en la leche sobre el café, en la cara de un girasol, en las huellas digitales, en el ADN y en la Vía Láctea.
3.1415926535897932384626433832795028841971693993…
Sí, son muchas las mentes más claras que se han interesado por este fascinante número π. En su libro de 1989 “La nueva mente del emperador”, Roger Penrose comentó sobre las limitaciones en el conocimiento humano con un sorprendente ejemplo: Él conjeturó que nunca más probable es saber si una cadena de 10 7s consecutivo aparece en la expansión digital del número pi . A tan sólo 8 años más tarde, Yasumasa Kanada utiliza una computadora para encontrar exactamente esa cadena, empezando por el dígito de pi …. 17387594880th
Sin embargo, al final, algunos creen que, como todo esta relacionado, sabremos reconocer el mensaje que trata de enviarnos π y que, hasta el momento no hemos sabido comprender. Y, por otra parte, existen otras cuestiones que también estamos tratando de dilucidar para aproximarnos a esa realidad incomprendida que, estando aquí, no podemos ver. Por ejemplo:
Roger Penrose dedicó bastante más tinta en defender los argumentos de Shadows of Mind que en escribir dicha obra. En una de sus contrarréplicas, publicada en la revista Psyche (Enero, 1996), nos ofrece una de las versiones más claras de su famoso argumento.
Supongamos que todos los métodos de razonamiento matemático humanamente asequibles válidos para la demostración de cualquier tesis están contenidos en el conjunto F. Es más, en F no sólo introducimos lo que entenderíamos como lógica matemática (axiomas y reglas de inferencia) sino todo lo matemáticamente posible para tener un modelo matemático del cerebro que utiliza esa lógica (todos los algoritmos necesarios para simular un cerebro). F es, entonces, el modelo soñado por cualquier ingeniero de AI: un modelo del cerebro y su capacidad para realizar todo cálculo lógico imaginable para el hombre. Y, precisamente, ese es el modelo soñado porque la AI Fuerte piensa que eso es un ser humano inteligente. Así, cabe preguntarse: ¿Soy F? Y parece que todos contestaríamos, a priori, que sí.
¿Es la verdad inalcanzable?
Sin embargo, Roger Penrose, piensa que no, y para demostrarlo utiliza el celebérrimo teorema de Gödel, que venimos a recordar a muy grosso modo: un sistema axiomático es incompleto si contiene enunciados que el sistema no puede demostrar ni refutar (en lógica se llaman enunciados indecidibles). Según el teorema de incompletitud, todo sistema axiomático consistente y recursivo para la aritmética tiene enunciados indecidibles. Concretamente, si los axiomas del sistema son verdaderos, puede exhibirse un enunciado verdadero y no decidible dentro del sistema.
Si yo soy F, como soy un conjunto de algoritmos (basados en sistemas axiomáticos consistentes y recursivos), contendré algún teorema (proposiciones que se infieren de los axiomas de mi sistema) que es indecidible. Los seres humanos nos damos cuenta, somos conscientes de que ese teorema es indecidible. De repente nos encontraríamos con algo dentro de nosotros mismos con lo que no sabríamos qué hacer. Pero en esto hay una contradicción con ser F, porque F, al ser un conjunto de algoritmos, no sería capaz de demostrar la indecibilidad de ninguno de sus teoremas por lo dicho por Gödel… Una máquina nunca podría darse cuenta de que está ante un teorema indecidible. Ergo, si nosotros somos capaces de descubrir teoremas indecidibles es porque, algunas veces, actuamos mediante algo diferente a un algoritmo: no sólo somos lógica matemática.
Claro que, cómo podría un robot imitar nuestros múltiples, locos y dispares pensamientos: Si ese día llegara… ¿Estaríamos demás? Seres artificiales con consciencia de SER… ¿Para qué nos querrían? Serían más fuertes, no tienen que dormir, no comen, aguantan las radiaciones del Espacio….
- Los Computadores nunca podrán reemplazar la estupidez humana.
- El hombre nace ignorante, la educación lo idiotiza.
- Una persona inteligente resuelve problemas, el genio los evita.
- Las mujeres consideran que guardar un secreto, es no revelar la fuente.
- Todas las mujeres tienen algo bonito… así sea una prima lejana.
- La felicidad es una lata de atún, pero con el abrelatas un poco distante.
- El único animal que no resiste aplausos es el mosquito.
- El amor está en el cerebro, no en el corazón.
- Definición de nostalgia “es la alegría de estar triste”.
- “Mi segundo órgano favorito es el cerebro”.
Vale, ¿y qué consecuencias tiene eso? Para la AI muy graves. Penrose piensa no sólo que no somos computadores sino que ni siquiera podemos tener un computador que pueda simular matemáticamente nuestros procesos mentales. Con esto Penrose no está diciendo que en múltiples ocasiones no utilicemos algoritmos (o no seamos algoritmos) cuando pensemos, sólo dice (lo cual es más que suficiente) que, habrá al menos algunas ocasiones, en las que no utilizamos algoritmos o, dicho de otro modo, hay algún componente en nuestra mente del cual no podemos hacer un modelo matemático, qué menos que replicarlo computacionalmente en un ordenador.
Además las neuronas se regeneran
Además el asunto se hace más curioso cuanto más te adentras en él. ¿Cuáles podrían ser esos elementos no computables de nuestra mente? La respuesta ha de ser un rotundo no tenemos ni idea, porque no hay forma alguna de crear un método matemático para saber qué elementos de un sistema serán los indecidibles. Esto lo explicaba muy bien Turing con el famoso problema de la parada: si tenemos un ordenador que está procesando un problema matemático y vemos que no se para, es decir, que tarda un tiempo en resolverlo, no hay manera de saber si llegará un momento en el que se parará o si seguirá eternamente funcionando (y tendremos que darle al reset para que termine). Si programamos una máquina para que vaya sacando decimales a pi, no hay forma de saber si pi tiene una cantidad de decimales tal que nuestra máquina tardará una semana, seis meses o millones de años en sacarlos todos o si los decimales de pi son infinitos. De esta misma forma, no podemos saber, por definición, qué elementos de nuestra mente son no computables. A pesar de ello, Penrose insiste en que lo no computable en nuestra mente es, nada más y nada menos, que la conciencia, ya que, explica él, mediante ella percibimos la indecibilidad de los teoremas. Es posible, ya que, aunque a priori no pudiéramos saber qué elementos no son decidibles, podríamos encontrarnos casualmente con alguno de ellos y podría ser que fuera la conciencia. Pero, ¿cómo es posible que nuestro cerebro genere conciencia siendo el cerebro algo aparentemente sujeto a computación? Penrose tiene que irse al mundo cuántico, en el que casi todo lo extraño sucede, para encontrar fenómenos no modelizables por las matemáticas y, de paso, resolver el problema del origen físico de la conciencia.
Las neuronas no nos valen. Son demasiado grandes y pueden ser modelizadas por la mecánica clásica. Hace falta algo más pequeño, algo que, por su naturaleza, exprese la incomputabilidad de la conciencia. Penrose se fija en el citoesqueleto de las neuronas formado por unas estructuras llamadas microtúbulos. Este micronivel está empapado de fenómenos cuánticos no computables, siendo el funcionamiento a nivel neuronal, si acaso, una sombra amplificadora suya, un reflejo de la auténtica actividad generadora de conciencia. ¡Qué emocionante! Pero, ¿cómo generan estos microtúbulos empapados de efectos cuánticos la conciencia? Penrose dice que no lo sabe, que ya bastante ha dicho…
O sea señor Penrose, que después de todo el camino hecho, al final, estamos cómo al principio: no tenemos ni idea de qué es lo que genera la conciencia. Sólo hemos cambiado el problema de lugar. Si antes nos preguntábamos cómo cien mil millones de neuronas generaban conciencia, ahora nos preguntamos cómo los efectos cuánticos no computables generan conciencia. Penrose dice que habrá que esperar a que la mecánica cuántica se desarrolle más. Crick o Searle nos dicen que habrá que esperar a ver lo que nos dice la neurología… ¡Pero yo no puedo esperar!
Además, ¿no parece extraño que la conciencia tenga algo que ver con el citoesqueleto de las neuronas? La función del citoesqueleto celular suele ser sustentar la célula, hacerla estable en su locomoción… ¿qué tendrá que ver eso con ser consciente? Claro que en el estado actual de la ciencia igual podría decirse: ¿qué tendrá que ver la actividad eléctrica de cien mil millones de neuronas con que yo sienta que me duele una muela?
Todo eso está bien pero, ¿Quien es PI?
“Corta 1/9 del diámetro y construye un cuadrado sobre la longitud restante. Este cuadrado tiene el mismo área que el circulo”.
el 16 de febrero del 2020 a las 8:09
¿Que miden los relojes? la disparidad de multiplicidad de perspectivas, en el mayor de los casos obsesiva repetitiva.
el 16 de febrero del 2020 a las 22:32
¡Hola, estimado visitante!
De los relojes podemos decir lo que queramos en función de observar su funcionamiento que, simplemente trata de imitar lo que entendemos por Tiempo que, dicho sea de paso, es algo que es parte de la naturaleza del Universo, y, su transcurrir, es seguro, inamovible, esa maquinaria no falla nunca y, desde su comienzo (al menos hasta donde podemos saber) siempre hizo que el Tiempo marchara en una misma dirección, a una misma velocidad, con parámetros constantes que nada ni nadie puede cambiar. Otra cosa muy distinta es el que podamos hacer ejercicios mentales de todo tipo tratando de jugar con el concepto de Tiempo.
El concepto de Tiempo ha sido, desde siempre, un gran dilema para los grandes pensadores, y, en el apartado de la Ciencia también. En la Teoría relativista primera, el Tiempo tiene un papel principal, y el autor juega con ese concepto en varios sentidos que han sido objeto de grandes debates.
No lo podemos ver ni tocar, no se puede prestar, cada uno de nosotros venimos a este mundo con un Tiempo predestinado que, para entendernos mejor, lo hemos dividido en lo que llamamos Pasado, Presente y Futuro. El primero (el pasado) aumenta a cada instante, el segundo (el presente que lo debemos considerar como un regalo), es el que debemos aprovechar para realizar nuestros sueños, la pequeña o gran obra que definirá nuestras vidas. El último, eso que llamamos futuro, nunca lo podremos conocer, es el Tiempo por venir, y, nosotros, estamos confinados en un Tiempo Presente, a lo que nosotros llamamos futuro será el Tiempo de otros. Sin embargo, para ellos, también será presente.
El único Tiempo que puede variar y ser diferente, es el Tiempo Psicológico, es cierto que no transcurre igual para todos aunque para todos sea el mismo Tiempo. Según las situaciones podrá parecer eterno o efímero.
Algunos dicen que no existe, que simplemente es una abstracción de la Mente. Sin embargo, a medida que avanza va dejando su huella de la que nada ni nadie puede escapar.
¿Que si viajamos a la velocidad de la luz podemos adelantar al Tiempo? Es posible, aunque algunos dicen que en esa situación se ralentiza. En realidad, el Tiempo siempre ha sido un buen dolor de cabeza para aquellos que han tratado de saber lo que es.
el 17 de febrero del 2020 a las 8:32
Cita textualmente: (al menos hasta donde podemos saber) siempre hizo que el Tiempo marchara en una misma dirección, a una misma velocidad, con parámetros constantes que nada ni nadie puede cambiar.
Después viene Einstein y nos cuenta otra narrativa:
Yo me imagino a un conjunto de naves orbitando sobre la tierra a muy distintas velocidades, y aún observador desde la tierra preguntándose ¿Hay algún ritmo de tiempo perfecto? Tal vez “El unísono que engloba a todos ellos”.
En definitiva :
¿Este puede ser múltiple y unísono al mismo tiempo? ¿Que o quien gobierna mis vaivenes? ¿Mi dinámica que la sostiene? El movimiento de los objetos me resulta risorio, ¿Que otras alternativas quedan que no resulten esperpenticas?
Si la velocidad de un objeto gobierna mi impetuosidad, ¿Mi identidad como fenómeno físico queda reducida a mera veleidad?¿Donde está mi propia identidad si estoy a la merced de lo demás? Tal vez y las más plausive es que mi identidad no se distingue en na de una mera curiosidad.
En definitiva toda la narrativa acerca del tiempo no se distinguen en na de un conjunto de milongas.
el 17 de febrero del 2020 a las 12:16
Amigo Pedro:
Cuando hablamos del Tiempo y de todas las ideas que de él, podemos derivar, no creo que lo más acertado sea llamarlas “milongas”, es algo más, mucho más que unas simples palabras huecas y vacías que se podrían catalogar de esa manera.
Es cierto que el bueno de Einstein nos dejó algunos postulados sobre el Tiempo que (aunque dicen que todos están comprobados), de alguna manera, unos podrían ser más acertados que otros, y, desde luego, el discrepar de algunos aspectos de su teoría no resulta nada insultante, toda vez que si hemos podido seguir avanzando ha sido gracias a los muchos puntos de vista y las distintas pespectivas con las que a lo largo de la Historia, hemos visto las cosas.
Particularmente creo que el Tiempo, su transcurrir, es una constante de la Naturaleza y como tal, inamovible, otra cosa será cómo lo podamos sentir nosotros en situaciones diferentes, lo que no quiere decir que haya cambiado de una a otra, simplemente es la visión que nosotros podamos tener de él.
“Si la velocidad de un objeto gobierno mi impetuosidad” dices en tu comentario y contestas: “Mi identidad como fenómeno físico queda reducidad a mera veleidad”.
Está claro que si fueras en una nave que se moviera a 250.000 Km/s, simplemente irías muy rápido y, aunque sigas siendo el mismo, la masa que compone tu cuerpo habrá aumentado, toda vez que al ser c un límite en nuestro Universo, cuando se acerca al límite impuesto por la Naturaleza (299.792.458 METROS/SEGUNDO) la energía cinética se transforma en masa. Claro que tú, como entidad seguirás siendo el mismo. Dicha situación no impide que, al estar a merced de un hecho extraordinario (la inmensa velocidad), de alguna manera, quedemos a merced del suceso del que formamos parte por estar a él unido.
El tema daría para estar todo el día cambiando pareceres (unos más acertados que otros) que necesariamente no tendrían porque ajustarse a la verdad, sino que, simplemente expresaría nuestra verdad que tampoco, tiene porque ser reflejo de esa realidad que buscamos.
Saludos.
el 17 de febrero del 2020 a las 18:47
“Si la velocidad de un objeto gobierna la impetuosidad del ritmo del tiempo” “Mi identidad (tiempo) como fenómeno físico queda reducida a mera veleidad” Aclaración acerca de mi comentario: todo esta referido al mismo concepto de tiempo en nibgun caso a mi persona. Mi comentario, esta referido a si la velocidad de los objetos determina el ritmo de tiempo, osea próximo a c, este tiende a cero, la identidad del tiempo pierde su impronta, no está referido a mi persona, sino al mismísimo concepto de tiempo.
el 18 de febrero del 2020 a las 23:16
“Asignar propiedades, así como cuantificar las mismas, son meras narrativas especulativas obsesivas, a diferencia de la naturaleza que su única narrativa es su implacabilidad y su único mandato hacer del perplejo nuestro desconcierto. “
el 19 de febrero del 2020 a las 10:45
¡Que el Tiempo sea un espejismo….! Cuando nos miramos al espejo, podemos constatar que no es así, el transcurrir del Tiempo deja su huella en todo y en todos. No pocos han estado soñando con la inmortalidad, sin epnsar, en lo molesto que tendría que resultar el poder conseguirla de manera individual. Al menos yo, no quisisra vivir en tiempos venideros sin mi gente, ¿pasar una eternidad con extraños? La Naturaleza sabe lo que hace y, si lo ha dispuesto de la manera q2ue lo hizo… ¡Por algo será!
La Eternidad… Ese podría ser otro tema para hacer ejercicios mentales cpnjeturando escenarios en los que podría ser una realidad.
¡El Tiempo! Vaya dolor de cabeza.
el 19 de febrero del 2020 a las 14:20
En el espejo aquello que vemos no es más que un sumatorio de interacciones y entropia desbocada más acentuada o no.