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Más Rumores del Saber
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Rumores del Saber ~ Comments (2)
En la serie de trabajos incluidos en el apartado de “Rumores del Saber”, hemos hablado de Pitágoras, Sócrates, Aristóteles, Platón, Newton, Einstein, Colón, Galileo, Leonardo da Vinci o Miguel Angel Buonarroti, y, casi todos sabemos (más o menos) quienes son, o al menos nos suenan sus nombres. Sin embargo, ¿qué sabemos de: Dense Schmandt-Besserat, de Ras Shamra, cerca de Alejandreta, de la ciudad de Uruk al norte de Mesopotamia, de Lantancio que en el siglo IV se preguntaba el propósito del saber, o de Lovejoy, o del efecto de Platón en Calvino, o del hilo que une a Nietzsche con Sócrates, o la relación del Budismo con el pensamiento alemán?
Retrato de Miguel Ángel de Marcelo Venusti, h.1535.
Bueno, de todo eso hemos hablado aquí en Rumores, con el único propósito de llevar una serie de conocimientos de los hechos pasados a todos aquellos amigos que nos visitaron. La única libertad que tenemos es la del pensamiento, la otra, esa que entendemos como libertad, en realidad sólo la podemos utilizar en un ámbito muy local y personal que no siempre es conveniente que sea expuesta ante los demás, ser libres para decir y hacer lo que realmente pensamos, nos puede acarrear consecuencias no deseadas. Vivímos en Sociedad y hay que guardar ciertas formas y cumplir Normas. No podemos transgredir lo “conveniente”.
Incluso en lo que se expone ante los demás, hay que tener cierta medida y, auto imponernos líneas que no deben ser cruzadas. Aquí he tratado de exponer conocimientos sueltos de cuestiones diversas y, como el “saber no ocupa lugar”, podéis aprender (algunos recordar) diversas cuestiones y pensar en ellas, ver la grandeza de personajes como Srinivasa Ramanujan, las tendencias de las religiones y la invención de la moralidad por Zaratustra con sus tres tipos de Almas, lo que hizo y dijo Buda o Confucio, y tantas y tantas otras cosas y personajes que forman ya parte de nuestro recorrido por este mundo.
Srinivasa Aiyangar Ramanujan
No siempre, a lo largo de la Historia, se ha dado el mérito a quien lo mereció. Por ejemplo, el matemático Aryabhata se adelantó 1.000 años a Copérnico y sus ideas fueron adjudicadas a éste que, en realidad, las tomó prestadas de aquel.
Si has leído este trabajo sobras algo sobre el lenguaje conocido como sánscrito y quienes lo hablaban, o quien fue Panini o Kalidasa. También aquí habrás aprendido algo sobre los orígenes de la escritura y los números y habrás hecho un recorrido por personajes como Tales de Mileto, Anaximandro y su alumno Pitágoras, Euclides (S.III a.C.) o Riemann (S.XIX), como las genialidades de Euler.
La enorme importancia de los avances de la Humanidad en ciencia y matemáticas en el largo periodo que va desde el s. VI a.c. hasta el s. VI d.c.
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LA MÍTICA TIERRA DE TARTESSOS
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Rumores del Saber ~ Comments (3)
LA LEYENDA DE TARTESSOS EN LA ANTIGÜEDAD
Casi todas las noticias documentales que se tienen de Tartessos se deben a antiguos autores griegos. En ellas se confunden con frecuencia lo histórico con lo mítico o semimítico, con reyes como Gerión, Habis, Nórax y Argantonio. Asimismo ha sido frecuente la identificación de la Atlántida descrita por Platón en sus diálogos Timeo y Critias con la capital o ciudad de Tartessos.
La idea de la tierra occidental de Tartessos aparece en uno de los mitos helénicos más extendidos. El geógrafo Estrabón (escritor romano de la época de Augusto) relata la historia del viaje de Hércules al lejano oeste, donde llevó a cabo su décimo trabajo. En esta región de Tartessos construyó Hércules dos columnas como monumento a su arduo viaje; y en la isla de Eritia, situada en aguas costeras, se le pidió que vigilase el ganado de Gerión (Estrabón 3, 5, 4; 3, 2, 11).
El mito de Tartessos se consideraba paradigma del avance de la humanidad hacia una forma civilizada de vivir. Hay una historia interesante en el Epitome del historiador romano Justino (que en el siglo IV d.C. resumió la extensa Historiae Philippicae de Pompeyo Trogo). En el bosque de los tartesios, donde abundaba el ganado vacuno, había una vez un rey llamado Gárgoris que fue la primera persona que supo cómo se recogía la miel. Tenía un hijo ilegítimo, llamado Habis, que enseñó a su pueblo (los tartesios) a utilizar el arado; impidió que se convirtieran en esclavos y los dividió en siete tribus (o siete ciudades) (Justino 44, 1, 14).
“…son considerados los más cultos de los íberos, ya que conocen la escritura y, según sus tradiciones ancestrales, incluso tienen crónicas históricas, poemas y leyes en verso que ellos dicen de seis mil años de antigüedad.
Argantonio (?, h. 670 a. C. – ?, h. 550 a. C.) fue el último rey tartésico, único del que se tienen referencias históricas. Debido a su longevidad, hay historiadores que piensan que podría tratarse no de un rey sino de una dinastía ya que se le atribuyen tesoros con unos 300 años de diferencia. Aparece en fuentes griegas por su relación militar y comercial con Focea (colonia de los griegos en Asia Menor).
El mito de Tartessos fue absorbido por la poesía helénica: por poner un ejemplo sacado de la literatura clásica.
«Tartessos era conocida de oídas [ en tiempos de Homero ] como “ la más lejana en el oeste , donde, como dice el propio poeta [ Homero ] , cae en el Océano, “ la brillante luz del sol, tendiendo la negra noche sobre la tierra, el que da grano ” » (Estrabón 3, 2, 12).
También se refiere a su propia fuente, Estesícoro de Himera (poeta griego de Sicilia que vivió en los tiempos de los viajes helénicos a los mares occidentales) para instaurar la tradición, cuyas raíces son muy profundas, del “reino” de Tartessos; y aquí el mito de Gerión y su ganado en Tartessos se vuelve más pertinente:
Parece que los antiguos llamaron al río Baetis « Tartessos »; y que llamaron a Gades y a la isla contigua « Eritia »; y se supone que esta es la razón por la cual Estesícoro habló de aquel modo del vaquero [pastor de ganado vacuno] de Gerión, a saber, que nació más o menos enfrente de la famosa Eritia, junto a las ilimitadas fuentes con raíces de plata del río Tartessos, en una caverna de un precipicio (Estrabón 3, 2, 11).