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A veces nos podría dar la impresión de que, el Universo, nos esperaba
por Emilio Silvera ~ Clasificado en El Universo y... ¿nosotros? ~ Comments (1)
Surgidos de la materia creada por el Universo en las estrellas, dichos elementos químicos formaron parte de los planetas del Sistema solar, la Tierra fue la elegida por el Azar para situarse en el lugar adecuado respecto al Sol para que el agua líquida corriera por el planeta. Surgieron seres inferiores plasmados en muchas especies y, una de ellas evolucionó hasta alcanzar consciencia de Ser. Observamos y pudimos plantear preguntas que, a medida que íbamos comprendiendo las cosas eran más y más complejas.
En este lugar venimos hablando de cuestiones de Física, del Universo, de vez en cuando tocamos la I.A. y osamos comentar sobre la Conciencia y la Mente, ese “algo” inmaterial que puede generar ideas y pensamientos, que sale del cerebro y se proyecta a las más lejanas regiones del Universo. Ante estas complejas cuestiones, el hecho mismo de que estemos aquí para plantearlas, como seres racionales y pensantes, es un auténtico “milagro”, ya que significa que deben haber ocurrido, necesariamente, complejas secuencias de sucesos para que a partir de la materia “inerte”, la mezcla de materiales complejos en condiciones excepcionales, hiciera surgir la vida.
Realmente nadie ha podido asegurar el camino que siguió la Naturaleza para que la vida esté presente
Reparando en estas coincidencias cósmicas, el físico Freeman Dyson escribió en cierta ocasión:
“Cuando miramos en el universo e identificamos los muchos accidentes de la física y la astronomía que han colaborado en nuestro beneficio, casi parece que el universo debe haber sabido, en cierto sentido, que nosotros íbamos a venir“.
Particularmente, creo que la vida llegó a este planeta por una serie de circunstancias muy especiales: tamaño, temperatura y distancia al Sol (idónea para no morir congelados o asados por una temperatura extrema), su atmósfera primitiva, las chimeneas marinas, la mezcla de elementos, y su transformación evolutiva, el oxígeno, la capa de ozono, los mares y océanos ¡el agua!, la radiación…
Este podría ser aquel protoplasma vivo del que surgió aquella primera célula replicante que comenzó, la fascinante aventura de la vida. Chimeneas marinas (Húmeros negros), volcanes, mezclas de distintos elementos químicos y todo ello unido a las condiciones reinantes en el planeta… ¡Lo hizo posible!
Dada la inmensidad de nuestro universo, nuestro mismo caso (un sistema solar con planetas entre los que destaca uno que contiene vida inteligente), se habrá dado en otros muchos mundos similares o parecidos al nuestro, tanto en nuestra misma galaxia, la Vía Láctea, como en otras más lejanas. Me parece una estupidez que se pueda pensar que estamos solos en el universo; la lógica nos dice todo lo contrario.
Nuestro Sol, gracias al cual podemos existir, es una de las cien mil millones de estrellas que contiene nuestra Galaxia. Existen miles de millones de sistemas solares compuestos por estrellas y planetas como los nuestros. ¿En verdad se puede pensar que somos los únicos seres vivos inteligentes de la galaxia?
Me parece que no. Creo que estamos bien acompañados.
El problema radica en que es difícil coincidir en el tiempo y en las enormes distancias que nos pueden separar. Cuántas Civilizaciones se habrán extinguidos y cuántas habrán surgido. Con las que se fueron se borraron todos sus logros y saberes y, las nuevas, estarán comenzando de nuevo ese difícil camino del saber. ¿El encuentro? ¡No será nada fácil que se produzca!
A veces pienso que, como la Naturaleza es “sabia”, ha determinado una separación insalvable entre seres inteligentes para evitar ese encuentro, al menos hasta que, debidamente avanzados, hayamos dejado atrás egoísmos y esa carga animal que llevamos con nosotros.
El tiempo y el espacio nacieron juntos cuando nació el universo en el Big Bang, llevan creciendo unos 13.500-18.000 millones de años y, tanto el uno como el otro, son enormes, descomunalmente grandes para que nuestras Mentes lo asimilen de forma real, y, mucho menos, poder dominar ese inconmensurable Espacio para poder recorrer aunque solo sea una mínima parte.
“Representación artística del sistema planetario Próxima Centauri, con el exoplaneta recién descubierto, Próxima c (d); y el planeta hallado en 2016, Próxima b (i). SCIENCE ADVANCES”
La estrella más cercana a nosotros, Alfa Centauri, está situada a una distancia de 4’22 años luz. El año luz es la distancia que recorre la luz, o cualquier otra radiación electromagnética, en un año trópico a través del espacio. Un año luz es igual a 9’4607×1012 Km, ó 63.240 unidades astronómicas, ó 0’3066 parsecs.
La luz viaja por el espacio a razón de 299.792.458 m/s, una Unidad Astronómica es igual a 150 millones de Km (la distancia que nos separa del Sol). El pársec es una unidad galáctica de distancias estelares, y es igual a 3’2616 años luz o 206.265 unidades astronómicas. Existen para las escalas galácticas o intergalácticas, otras medidas como el kiloparsec (Kpc) y el megaparsec (Mpc).
Nos podríamos entretener para hallar la distancia que nos separa de un sistema solar con posibilidad de albergar vida y situado a 118 años luz de nosotros. ¿Cuándo llegaríamos allí?
Es, claramente, la estrella más cercana al Sol, aunque su distancia esté en torno a los 40 billones (un 4 seguido por 13 ceros) de kilómetros, unos 4.35 años-luz. La tercera componente, no obstante, se encuentra algo más cercana, pues orbita a las otras dos y ahora se sitúa a unos 4.22 años-luz. Es llamada por eso Próxima Centauri. Ésta sí es, sin excepciones ni matices, la estrella que está más cerca de nuestro Sol.
“NASA tiene planes para una misión interestelar a Alfa Centauri, el sistema estelar más cercano al Sol. … Si cambiara su trayectoria y la enviásemos a su velocidad actual de 21.000 kilómetros por hora a Alfa Centauri, la Voyager 1 tardaría 80.000 años en llegar.”
Nuestros ingenios espaciales que enviamos a las lunas y planetas vecinos, viajan por el espacio exterior a 50.000 Km/h. Es una auténtica frustración el pensar lo que tardarían en llegar a la estrella cercana Alfa Centauri a más de 4 años luz.
Así que la distancia es la primera barrera infranqueable (al menos de momento). La segunda, no de menor envergadura, es la coincidencia en el tiempo. Se piensa que una especie tiene un tiempo limitado de existencia antes de que, por una u otra razón, desaparezca.
Nosotros mismos, si pensamos en el tiempo estelar o cósmico, llevamos aquí una mínima fracción de tiempo. Dadas las enormes escalas de tiempo y de espacio, es verdaderamente difícil coincidir con otras civilizaciones que, probablemente, existieron antes de aparecer nosotros o vendrán después de que estemos extinguidos. Por otra parte, el desplazarse por esas distancias galácticas de cientos de miles de millones de kilómetros, no parece nada fácil, si tenemos en cuenta la enorme barrera que nos pone la velocidad de la luz. Esta velocidad, según demuestra la relatividad especial de Albert Einstein, no se puede superar en nuestro universo.
Con este negro panorama por delante habrá que esperar a que un día en el futuro, venga algún genio matemático y nos de la fórmula para burlar esta barrera de la velocidad de la luz, para hacer posible visitar otros mundos poblados por otros seres. Por ahora, el único panorama creíble (dadas nuestras limitaciones físicas), está en los robots que, sin lugar a ninguna duda, serán la avanzadilla de la Humanidad en los viajes espaciales y, ellos serán los primeros en pisar otros mundos. De hecho, ahora mismo tenemos a Mars Phoenix investigando el suelo y la atmósfera de Marte y buscando vestigios de vida pasada o presente.
Si han llegado aquí… ¡Son más listos que nosotros! ¿Qué intenciones traerán? Mejor que no vengan
También cabe esperar que sean ellos (otros seres extraterrestres) los más adelantados y nos visiten a nosotros. Aunque, si tengo que ser sincero, preferiría no ser testigo nunca de una escena como la de arriba, en la que una nave extraterrestre se acerca a la Tierra. Bastantes problemas nos creamos ya nosotros mismos para tener encima que bregar con otros venidos de fuera.
Si se tiene que producir ese encuentro, por mi parte, preferiría que seamos nosotros los visitantes. Me acuerdo de Colón, de Pizarro o Hernán Cortes e incluso de los ingleses en sus viajes de colonización, y la verdad, lo traslado a seres extraños con altas tecnologías a su alcance y con el dominio de enormes energías visitando un planeta como el nuestro, y dicho pensamiento no me produce la más mínima gracia. Más bien es gélido escalofrío.
Podrían responder a cualquier anatomía y… ¡sentimientos!
Según todos los indicios que la ciencia tiene en su poder, no parece que por ahora y durante algún tiempo, tengamos la posibilidad de contactar con nadie de más allá de nuestro sistema solar. Por nuestra parte existe una imposibilidad de medios. No tenemos aún los conocimientos necesarios para fabricar la tecnología precisa que nos lleve a las estrellas lejanas a la búsqueda de otros mundos. En lo que se refiere a civilizaciones extraterrestres, si las hay actualmente, no deben estar muy cerca; nuestros aparatos no han detectado señales que dejarían las sociedades avanzadas mediante la emisión de ondas de radio y televisión y otras similares. También pudiera ser, no hay que descartar nada, que estén demasiado adelantados para nosotros y oculten su presencia mientras nos observan, o atrasados hasta el punto de no emitir señales.
De cualquier manera, por nuestra parte, sólo podemos hacer una cosa: seguir investigando y profundizando en el conocimiento del universo para desvelar sus misterios y conseguir algún día (aún muy lejano), viajar a las estrellas, única manera de escapar del trágico e inevitable final de nuestra fuente de vida, el Sol.
Dentro de unos 4.000 millones de años, como ya he dicho antes (páginas anteriores), el Sol se transformará en una estrella gigante roja cuya órbita irá más allá de Mercurio, Venus y seguramente la Tierra. Antes, la temperatura evaporará toda el agua del planeta Tierra, la vida no será posible. El Sol explotará como estrella nova y lanzará sus capas exteriores al espacio exterior para que su viejo material forme nuevas estrellas. Después, desaparecida la fuerza de fusión nuclear, la enorme masa del Sol, quedara a merced de su propio peso y la gravedad que generará estrujará, literalmente, al Sol sobre su núcleo hasta convertirla en una estrella enana blanca de enorme densidad y minúsculo diámetro (en comparación con el original). Más tarde, la estrella se enfriará y pasará a engrosar la lista de cadáveres estelares.
Ciudades futuras en otros mundos
Para cuando ese momento este cercano, la humanidad, muy evolucionada y avanzada, estará colonizando otros mundos, tendrá complejos espaciales y ciudades flotando en el espacio exterior, como enormes naves-estaciones espaciales de considerables dimensiones que dará cobijo a millones de seres, con instalaciones de todo tipo que hará agradable y fácil la convivencia.
Modernas naves espaciales surcarán los espacios entre distintos sistemas solares y, como se ha escrito tantas veces, todo estará regido por una confederación de planetas en los que tomarán parte individuos de todas las civilizaciones que, para entonces, habrán contactado.
El avance en el conocimiento de las cosas está regida por la curiosidad y la necesidad. Debemos tener la confianza y la tolerancia, desechar los temores que traen la ignorancia, y, en definitiva, otorga una perspectiva muy distinta de ver las cosas y resolver los problemas. En tal situación, para entonces, la humanidad y las otras especie inteligentes tendrán instalado un sistema social estable, una manera de gobierno conjunto que tomará decisiones de forma colegiada por mayoría de sus miembros, y se vigilará aquellos mundos en desarrollo que, sin haber alcanzado el nivel necesario para engrosar en la Federación Interplanetaria de Mundos, serán candidatos futuros para ello, y la Federación vigilará por su seguridad y desarrollo en paz hasta que estén preparados.
En nuestro mundo pasan cosas que nos deben avergonzar. Estamos fuera de la realidad y, es el dinero lo que prima por delante de los sentimientos. incluso “elaboramos” Pandemias que (aunque sea a costa de cientos de miles de muertos), nos puedan facilitar el vender productos que nos haga ricos.
¡Qué vergüenza!
Estos y otros muchos… ¿Hacen todo lo que pueden por el resto de la Humanidad? O, por el contrario aprovechan sus grandes fortunas para abusar más de todos en sus propios beneficios. No quiere acusar a nadie que podría ser inocente. Sin embargo, la sospecha está ahí.
También sabemos que el desconocimiento, el torpe egoísmo de unos pocos y sobre todo la ignorancia, es la madre de la desconfianza y, como ocurre hoy en pleno siglo XXI, los pueblos se miran unos a otros con temor; nadie confía a en nadie y en ese estado de tensión (que es el caso que se produce hoy día), a la más mínima salta una guerra que, por razones de religión mal entendida o por intereses, siempre dará el mismo resultado: la muerte de muchos inocentes que, en definitiva, nada tuvieron que ver en el conflicto. Los culpables e inductores, todos estarán seguros en sus refugios mientras mueren sus hermanos.
Es irrefutable esta desgraciada realidad que, sin que lo podamos negar, nos convierte en bárbaros mucho más culpables que aquellos de Atila, que al menos tenían la excusa de su condición primitiva y salvaje guiada por el instituto de la conquista y defensa de sus propias vidas.
¿Pero que excusa tenemos hoy?
El cometa se encontraba viajando entre las órbitas de Júpiter y de Marte. Mide unos cuatro kilómetros de diámetro, con una forma irregular, …
Enviamos sondas espaciales a las lunas de Júpiter y al planeta Marte para que investiguen sus atmósferas, busquen agua y nos envíen nítidas fotografías de cuerpos celestes situados a cientos de millones de kilómetros de la Tierra.
Se construyen sofisticadas naves que surcan los cielos y los océanos llevando a cientos de pasajeros confortablemente instalados que son transportados de una a la otra parte del mundo.
Podemos transmitir imágenes desde Australia que en segundos pueden ser vistas en directo por el resto del mundo.
Tenemos en el espacio exterior telescopios como el Hubble, que nos envía constantemente al planeta Tierra imágenes de galaxias y sistemas solares situados a miles de millones de años luz de nosotros, y sin embargo, ¡¡medio mundo muere por el hambre, la miseria, la falta de agua y la enfermedad!!
¿Qué nos está pasando?
Aunque parezca que no tiene conexión alguna, la tiene y mucha, el conocimiento del Universo a través de la Astrofísica y la Astronomía, sin lugar a ninguna duda nos hará mejores, ya que, de ese conocimiento profundo nos vendrán otros relacionados que nos harán comprender también que, lo efímero de nuestras vidas, nos obliga, de alguna manera a ser mejores y que los errores cometidos son irreversibles y tal como marcha el tiempo (siempre adelante) no tenemos la oportunidad de reparar los daños.
Existe un principio de la física denominado Navaja de Ockham, que afirma que siempre deberíamos tomar el camino más sencillo posible e ignorar las alternativas más complicadas, especialmente si las alternativas no pueden medirse nunca.
Para seguir fielmente el consejo contenido en la navaja de Ockham, primero hay que tener el conocimiento necesario para poder saber elegir el camino más sencillo, lo que en la realidad, no ocurre. Nos faltan los conocimientos necesarios para hacer las preguntas adecuadas.
Así que, siendo así las cosas el camino más aconsejable es el del conocimiento del mundo que nos rodea y del Universo que nos acoge, lo que nos lleva a tener la obligación de aprovechar el Año 2009 que ha sido nombrado como Internacional de la Astronomía, y, aprendamos del Universo, la Naturaleza es siempre la que nos trae las nuevas ideas, lo que, desde luego, no ocurre sin que la observemos.
emilio silvera
el 25 de abril del 2017 a las 11:09
Yo no puedo saber si el Universo nos esperaba. Sin embargo, sí se (o al menos eso creo), que la Vida en el Universo era una cuestión de Tiempo, es decir, que se formaría cuando en las estrellas se “fabricaran” los elementos necesarios para que, moléculas de Carbono y otros elementos esenciales para la Vida, pudieran germinar en un habitat adecuado como el planeta Tierra que, con su Atmósfera, sus oceános y volcanes, la radiación que recibe del exterior y una serie de parámetros como la distancia al Sol, la presencia de Agua líquida…etc, hicieron posible que, esta inmensa verdad que llamamos Vida, surgiera y pudiera evolucionar en un entorno adecuado para que llegara al nivel de Inteligencia de que, alguna especie, pudiera tener la consciencia de SER (Y, desde luego, no me circunscribo a la Tierra, ya que, en las mismas condiciones que las nuestras deben existir miles de millones de planetas en nuestra propia Galaxia y en la inmensa multitud de ellass que conforman el Universo.
Aunque hemos podido alcanzar un nivel de conocimiento aceptable, no debemos olvidar que, muchas de las cosas que sabemos (aunque las hemos podido mejorar), nos llegaron de nuestros lejanos parientes, los ancestros que, también como nosotros, miraban asombrados al cielo y se preguntaban por aquellas maravillas, y, los antiguos Griegos, llamaron a nuestra Galaxia Vía Láctea (Camino de Leche), la tenue banda azul que atraviesa el firmamento terrestre. Es curioso que Demócrito (460 a. C. -370 a. C.), ya dijera que aquella banda blanca eran estrellas muy lejanas.
Nosotros, los humanos, aunque solemos hablar de todas estas cuestiones y sabemos que, sólo la Vía Láctea tiene una masa de 1012 masas solares, tiene un diámetro de un Trillón y medio de kilómetros y contiene más de 200.000 millones de estrellas. Nosotros, inmersos en toda esa inmensidad, simplemente somos un minúsculo puntito (el planeta Tierra) en el que vivimos, y, si comparados con la Galaxia somos tan poca cosa… ¿Qué seremos comparados con el Universo entero! Realmente, no tenemos una noción exacta en nuestras Mentes de tanta insignificancia, y, en nuestros pensamientos localistas y provincianos, solemos tener la sensación de grandeza, ya que, sólo tenemos en cuenta el entorno cercano.
Si sólo nuestra Galaxia mide 100.000 años luz de diámetro (distancia que “nunca” podremos recorrer), ¿cómo podemos hablar de viajar a otras galaxias lejanas? Nuestra imaginación no tiene límites y, nuestra ilusión… ¡Tampoco! Distancias de ese calibre no hay nave espacial que la pueda recorrer en un tiempo en el que, unas pocas generaciones pudieran llegar al destino. Sabemos que es imposible viajar a la velocidaqd de la luz y menos aún, sobrepasarla. La Física impide que podamos vulnerar esa ley del Universo que es la velocidad de la luz, c. Así las cosas, esperamos que el Tiempo transcurra y que nuestros conocimientos avancen hasta tal punto que, podamos, al fín, viajar burlando la velocidad de la luz (no venciéndola) y a travéz de agujeros de gusano o puertas estelares, podamos, algún día, visitar otras estrellas situadas en otras galaxias y poder entablar contacto amistoso con los habitantes de otros mundos.
Bueno, por soñar que no quede. Sin embargo, si nuestro futuro no va por ahí… ¿Para qué puñetas vinimos? ¿Cuál es nuestro destino? ¿Tiene algún sentido nuestro doloroso caminar por este mundo? ¿Para q1ué tanto dolor y tanto sufrimiento?
¡Hay preguntas que, no podemos contestar!