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¡El Amor! El sentimiento que nos hace mejor
por Emilio Silvera ~ Clasificado en La Mente - Filosofía ~ Comments (2)
¡La Mecánica Cuántica! con sus insondables secreto
Sí, el principio cuántico es muy extraño. Cuando en 1927, el joven físico alemán Werner Heisenberg llegó al Principio de Indeterminación, la física moderno rompió de manera decisiva con la física clásica, una nueva Era comenzaba con otra manera de mirar el mundo que nos rodea a través de la Física. Heisenberg descubrió que se puede conocer, o bien la posición exacta de una partícula determinada, o bien su trayectoria exacta, pero no ambas.
Si en nuestro Universo algo cambia, muchas cosas serán distintas provocadas por ese “pequeño” cambio que, sin embargo, tiene incidencias descomunales:
La caída de un gran meteorito en la Tierra puede causar estragos irreversibles, la Visita de una Nace tripulada extraterrestre… ¡Para que decir el alboroto que se formaría! Descubrir que esporas llegadas del Espacio germinan en la Tierra y crean nuevas formas de vida…
Mitos científicos: “Los seres Humanos utilizamos sólo el 10% del cerebro”
Nosotros, los seres humanos, nunca vemos a nuestros semejantes como objetos o cuerpos neutros, sino que los miramos como personas con una riqueza interior que refleja su de ánimo o forma de ser, y de cada uno de ellos nos llegan vibraciones que, sin poderlo evitar, nos transmiten atracción o rechazo, no todos nos sentimos atraídos por todos, hay algo especial que escoge (No, no creo que sea cupido).
Son muchos y diversos los signos sensoriales que, en silencio, nos llegan de los demás y son recogidos por nuestros sensores en una enorme gama de mensajes sensitivos que llamamos indistintamente simpatía, pasión, antipatía, odio, etc.
Está claro que el sentimiento percibido es positivo, la satisfacción se produce por el mero hecho de estar junto a la persona que nos lo transmite, que con su sola presencia, nos está ofreciendo un regalo, y si apuramos mucho, a veces lo podríamos llamar incluso “alimento del alma”. Estar junto a quien nos agrada es siempre muy reconfortante, y según el grado de afinidad, amistad o amor, el sentimiento alcanzará un nivel de distinto valor.
“Donde tú vayas, iré yo. Donde tú habites, habitaré yo. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Donde tu mueras, moriré yo , y allí seré enterrada, y que Dios me castigue si algo que no sea muerte me separa de ti.”
Libro de Rut (Biblia)
C. S. Lewis, en su ensayo de Los cuatro amores, explica cómo el afecto ignora barreras de edad, sexo, inteligencia y barreras sociales. Son muchos los casos que jalonan la historia de parejas que de muy distintas edades han sido muy felices y otras que, siendo de condición muy diferentes, también lo fueron. El Amor (entendido en muy amplia y en distintos contextos) como se suele decir, no tiene barreras.
Si la llama se enciende… ¡Las barreras desaparecen!
Lleva toda la razón; uno de los afectos ubicados en su justo nivel: el banquero todopoderoso irremisiblemente atado al cariño que le uno con su niñera ya anciana; el jefe de gobierno que no puede evitar visitar (en la menor oportunidad) a su compañero de infancia, el zapatero de su pueblo; el rico hacendado, unido a su humilde secretario, 30 años a su lado, con el que comparte sus íntimos problemas; el hombre de 40 años que se ve inevitablemente enamorado de su secretaria de 20 años.
Son fuerzas irresistibles que invaden el interior de los seres humanos de toda edad o condición y les lleva a unir sus sentimientos a otras personas que, en ocasiones, parecen no tener ninguna afinidad con su situación social o cultural, pero así ocurre.
¿Qué no estaríamos dispuesto a sacrificar por ellos? ¿Es la fuerza irresistible del Universo?
El vínculo más fuerte humanos es el de la familia: La madre con los hijos, los hermanos, el padre y los abuelos…Es el único grupo indestructible que hemos sabido crear…hasta el momento. Claro que, ese único grupo y su fortaleza no sería posible sin esa pareja inicial a la que el Amor ha unido, si el sentimiento es de verdad…para la eternidad de sus vidas. ¡Qué bonito!
Nacemos amar y ser amados; ¿qué sería de nosotros si no? Todo lo malo que hacen los hombres está basado siempre en la falta de sentimiento. Cuando el amor o el afecto están presentes, nada malo podrá suceder. Por el contrario, el amor nos lleva, sin dudarlo, a sufrir y darlo todo por la persona amada. Ésa es la grandeza del amor verdadero, lo podemos dar todo sin pedir nada. Sin embargo, el mecanismo humano, en esos casos, hace que la persona que recibe tanto amor tenga también la necesidad de darlo.
El primer impacto está aconsejado por la parte física de la persona que nos ha gustado-
Más tarde prevalece su manera de ser y su comportamiento, lo que piensa de las cosas
El afecto es la primera , el primer escalón para amar, y la amistad es la segunda, un escalón más arriba. Tenemos muchos ejemplos de autores clásicos que nos hablan de la amistad: Homero, Platón, Aristóteles, Cicerón, Séneca o San Agustín.
La primera literatura occidental, que Homero saca a pasear a Ulises por Troya y el Egeo, ya elogia esa relación que se presta entre los seres humanos y que da a sus vidas un colorido especial. La Ilíada y La Odisea, esas maravillas escritas hace casi tres milenios, son un canto a la amistad. Al leer en ellas podemos ver cómo la muerte de Patroclo es profundamente sentida por Aquiles, que gime y exclama:
“¡Oh, Patroclo! Ya que yo he de después que tú a la tumba, no quiero enterrarte sin haberte traído las armas y la cabeza de Héctor…”
Sigue su bárbara perorata que, en aquellos tiempos y lugares, sólo reflejaban su sentimiento.
Dice Eurípides que cuando Dios da bienes, no hay necesidad de amigos. Pero nadie querría poseer todas las riquezas y estar solo, pues el hombre, como todos sabemos, es eminentemente un animal social, y su naturaleza le exige convivir con los otros seres de su misma condición para compartir con ellos sus logros, sus esperanzas, sus sentimientos y sus penas y alegrías. Así somos los humanos.
El cualquier tratamiento de la amistad aparecen varios rasgos comunes en todos los casos: relación entrañable y libre, recíproca y exigente, desinteresada y benéfica, nacida de una inclinación natural por atracción y simpatía de las partes implicadas y que se alimenta y acreciente del convivir compartiendo. Así, en los malos momentos, nos refugiamos en los amigos que nos ofrecen consuelo y, con ellos, nos gusta compartir también las alegrías. Sí, es una verdadera suerte contar con amigos en los que, de verdad, podamos confiar.
No soy masoquista, sin embargo, siento profundamente que, en verdad, sufrir por algo que vale la pena, es una alegría. Si el sufrimiento consigue hacer feliz al Ser amado o situarlo en el lugar de la felicidad.
¿Quién no está dispuesto a sacrificarse por el bien del ser amado?
Es una de las grandezas del ser humano, el amor es el que salva la especie de tantos y tantos defectos como tiene… de .
¿Cómo se puede explicar el amor? El materialismo no puede hacerlo. Ni los átomos, ni las moléculas, ni las células resuelven el problema. ¿Quién está capacitado explicar el sentir de las neuronas? ¿Qué mecanismo nos mueve al amor? ¿Cómo es ese vínculo tan fuerte? Creo que la Química nos podría dar algunas respuestas.
Podemos estar en otro mundo sin salir de
Al igual que la fuerza invisible y poderosa del electromagnetismo y la gravedad, la del amor también está ahí, y cuando es verdadero el sentimiento, la fuerza es mayor que las cuatro fuerzas de la naturaleza juntas. Si estamos dispuestos a entregar la vida, ¿hay algo más fuerte que eso en el universo? Creo que no.
¿Qué caricia explica su turbadora resonancia espiritual? Y, luego… ¡la satisfacción placentera de sentirnos amados!…
emilio silvera
el 3 de diciembre del 2020 a las 16:41
Hola muchachada.
Hola Amigo Emilio.
Salvando las referencias religiosas (el que escribe es teólogo), este extraordinario texto encaja perfectamente con tu brillante artículo. (Parece que se hubieran puesto de acuerdo):
Van Gogh habla del amor necesario
2020-07-25
Vivimos actualmente tiempos sombríos, de mucho odio, ausencia de refinamiento, y especialmente de falta de amor. La historia no es rectilínea ni la propia evolución del universo lo es. Pasa del orden (cosmos) al desorden (caos), de lo sim-bólico (lo que une) a lo dia-bólico (lo que separa), de las sombras a la luz, de thánatos (las negatividades de la vida) a eros (las excelencias de la vida) y de Cristo al Anti-Cristo.
Tales antítesis no son deformaciones de la realidad, sino la condición de todas las cosas. En el ámbito humano decimos que así es la condition humaine. Es decir, hay momentos en que predomina el orden, la armonía social, la convivencia inclusiva, que representan el eros. En otros predomina el thánatos, la dimensión de muerte, de odio y de desgarro. Obsérvese que las dos realidades vienen siempre juntas y están simultáneamente presentes en todos los momentos y circunstancias.
Actualmente a nivel mundial y nacional estamos viviendo duramente la dimensión de thánatos, de lo dia-bólico, de las sombras. Hay guerras en el mundo, racismo, fundamentalismo produciendo incontables víctimas, ascensión del autoritarismo, del populismo, que son disfraces del despotismo. Como si todo esto no bastase, estamos bajo la invasión de la Covid-19, fruto de la sistemática agresión humana contra la naturaleza (antropoceno) y del contraataque que ella está lanzando contra nosotros, poniendo especialmente al capitalismo y a los países militaristas con su máquina de matar, de rodillas.
Todos los caminos religiosos y espirituales dan centralidad al amor. No necesitamos referirnos a Jesús para quien el amor es todo o al texto de inigualable belleza y verdad de san Pablo en la primera Carta a los Corintios, en el capítulo 13: “el amor nunca acabará… en el presente permanecen estas tres, la fe, la esperanza y el amor, y la más excelente es el amor” (13,8-13).
No me resisto a citar el texto sobre el amor de la Imitación de Cristo, de 1441, el libro más leído en la cristiandad después de la Biblia. Como canto del cisne de mi actividad teológica de más de 50 años, lo retraduje del latín medieval, depurándole como mucho de los dualismos típicos de la época. Leámoslo: «Gran cosa es el amor. Es un bien verdaderamente inestimable que por si sólo vuelve suave lo que es penoso y soporta sereno toda adversidad. Porque lleva la carga sin sentir el peso, torna lo amargo dulce y sabroso… El amor desea ser libre, y sin amarras que le impidan amar con totalidad. Nada más dulce que el amor, nada más fuerte, nada más sublime, nada más profundo, nada más delicioso, nada más perfecto o mejor en el cielo y en la tierra… Quien ama, vuela, corre, vive alegre, se siente liberado de todas las amarras. Da todo a todos y posee todo en todas las cosas, porque más allá de todas las cosas, descansa en el Sumo Bien del cual se derivan y proceden todos los bienes. No mira las dádivas, se eleva por encima de todos los bienes hasta aquel que los concede. El amor muchas veces no conoce límites pues su fuego interior supera toda medida. Es capaz de todo y realiza cosas que quien no ama no comprende; quien no ama se debilita y acaba cayendo. El amor vigila siempre y hasta duerme sin dormir… Sólo quien ama comprende el amor» (libro III, capítulo 5).
En los momentos dolorosos que estamos viviendo y sufriendo, tenemos que rescatar lo más importante que verdaderamente nos humaniza: el simple amor. Se siente grandemente su falta en todas partes y relaciones. Sin él nada de grande, de memorable ni de heroico ha sido construido en la historia. El amor hace que tantos médicos y médicas, enfermeros y enfermeras y todos los que trabajan contra la Covid-19, sacrifiquen sus vidas para salvar vidas, y por eso muchos de ellos acaban cayendo víctimas de la enfermedad. Ellos nos confirman la excelencia del amor incondicional. Testimonios de las ciencias de la vida, del arte y de la poesía refuerzan lo que proclaman las religiones. Son convincentes las palabras del genial pintor Vincent van Gogh en una carta a su hermano Théo: «Hay que amar para trabajar y volverse un artista, un artista que pretende poner sentimiento en su obra: primero tiene que sentirse a sí mismo y vivir con su corazón… El amor califica nuestro sentimiento de deber y define claramente nuestro papel… el amor es la más poderosa de todas las fuerzas» (Lettres à son frère Théo, Gallimard 1988, 138, 144). A. Artaud, que hizo la introducción a las cartas de van Gogh, dice de él que rechazó entrar en esta sociedad sin amor: “fue un suicida de la sociedad”.
Consideremos lo que afirman los estudios sobre el proceso cosmogénico y de la nueva biología. Cada vez está más claro que el amor es un dato objetivo de la realidad global y cósmica, un evento bienaventurado del propio ser de las cosas, en las cuales nosotros estamos incluidos.
Ejemplo de eso es lo que escribió James Watson, que con Francis Crick descodificó en 1953 la doble hélice del código genético: «El amor pertenece a la esencia de nuestra humanidad. El amor, ese impulso que nos hace cuidar del otro, fue lo que permitió nuestra supervivencia y nuestro éxito en el planeta. Ese impulso, creo que salvaguardará nuestro futuro… Tan fundamental es el amor para la naturaleza humana que estoy seguro de que la capacidad de amar está inscrita en nuestro DNA. Un san Pablo secular (el mismo que tan excelentemente escribió sobre el amor) diría que el amor es la mayor dádiva de nuestros genes a la humanidad». (J. Watson, ADN: el secreto de la vida, Companhia das Letras, São Paulo 2005, p. 433-434).
Los biólogos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela mostraron la presencia cósmica del amor. Dicen que los seres, incluso los más originarios, como los topquarks, se relacionan e interactúan entre ellos espontáneamente, por pura gratuidad y alegría de convivir. Tal relación no responde a una necesidad de supervivencia. Se instaura por un impulso de crear lazos nuevos, por la afinidad que emerge espontáneamente y que produce deleite. Es el adviento del amor.
De esta forma, la fuerza del amor atraviesa todos los estadios de la evolución y enlaza a todos los seres dándoles irradiación y belleza.
El amor cósmico realiza lo que la mística ha intuido siempre sobre la gratuidad y la belleza: «la rosa no tiene un por qué. Florece por florecer. Ella no se ocupa de sí misma ni se preocupa de si la admiran o no» (Ángel Silesius). Así el amor, como la flor, ama por amar y florece como fruto de una relación libre, como entre dos personas enamoradas y apasionadas.
Fernando Pessoa expresó bien esta experiencia en los Poemas de Alberto Caieiro: «Si hablo de la Naturaleza no es porque sepa lo que es /sino porque la amo, y la amo por eso,/ porque quien ama nunca sabe lo que ama/ni sabe por qué ama, ni qué es amar/Amar es la eterna inocencia» (Obra poética, Aguilar 1974, p. 205).
Por el hecho de ser humanos y autoconscientes, podemos hacer del amor un proyecto personal y civilizatorio: vivirlo conscientemente, crear condiciones para que la amorización se dé entre los seres humanos y con todos los demás seres de la naturaleza, hasta con alguna estrella del Universo.
El amor es urgente en Brasil y en el mundo. Con realismo Paulo Freire, tan calumniado por los propulsores del odio y de la ignorancia, nos dejó esta misión: forjar una sociedad donde no sea tan difícil el amor. Educar, decía él, es un acto de amor.
Digámoslo con todas las palabras: el sistema mundial capitalista y neoliberal no ama a las personas. Ama el dinero y los bienes materiales; ama la fuerza de trabajo del obrero, sus músculos, su saber, su producción y su capacidad de consumir. Pero no ama gratuitamente a las personas como personas, portadoras de dignidad y de valor. Lo que nos está salvando en este momento de irrupción de la Covid-19 son, exactamente, los valores que el capitalismo niega.
Predicar el amor diciendo: «amémonos unos a otros como nos amamos a nosotros mismos», es revolucionario. Es ser anti-cultura dominante y contra el odio imperante.
Hay que hacer del amor aquello que el gran florentino, Dante Alighieri, escribió al final de cada cántico de la Divina Comedia: “el amor que mueve el cielo y todas las estrellas”; y yo añadiría, amor que mueve nuestras vidas, amor que es el nombre sacrosanto del Ser que hace ser todo lo que es, y que es la Energía sagrada que hace latir de amor nuestros corazones.
Leonardo Boff
Abrazos.
el 5 de diciembre del 2020 a las 4:06
¡Hola, amigo Nelson!
En primer lugar tengo que expresar mi alegría al constatar que sigues en perfecto estado de salud, y, espero, que todos tus seres queridos te acompañen en ese bienestar. Un fuerte abrazo, amigo mío.
Bonitos pasajes que conllevan profundos sentimientos entrelazados para expresar la realidad del mundo que, sin Amor, sería de muy distinta manera. El Amor es la fuerza que todo lo puede, es el sentimiento que nos hace más fuerte, el que aleja de nuestra Mente el miedo, el que nos da valor para enfrentarnos a cualquier peligro sin que miremos el riesgo, es el “ingrediente” que nos hace darlo todo a cambio de nada, tener a salvo a las personas que amamos es el logro final que nos imponemos los seres humanos de bien.
¿Qué sería de nuestro Mundo sin Amor? Algunos de los tramos contenidos en el trabajo que aquí aportas hoy, nos viene a demostrar que sin Amor… ¡No somos nada! El Amor es el sentimiento más elevado que nuestra especie posee, y, por él, puede llegar a construir escenarios de inconcebible belleza, en los que olvidando el propio interés, se ofrezca todo sin mirar el “precio a pagar” para lograr el bien ajeno. Muchos son los ejemplos que de ello tenemos a lo largo de la Historia, y, de la más reciente también.
El que tiene la suerte de encontrar el Amor, cuando mira a su alrededor, ve las cosas de otra manera, y puede sentir el mayor egoísmo del mundo, o, no sentir ninguno, sentirse inmensamente fuerte y valiente por salvar del peligro el bien amado, o, por el contrario, sentir el miedo al pensar que algo les pueda pasar. Los sentimientos más contradictorios pueden estar presentes en función de la perspectiva del momento.
El Amor elevado a la máxima potencia será aquel que se eleve hasta sentirse en simbiosis con la situación:
¡Cuando podamos sentir el dolor ajeno como el propio dolor!
Eso nos lleva a tener la capacidad de Amar a todos nuestros semejantes, y, aunque nos parezca al difícil de sentir, ejemplos tenemos en nuestro propio mundo de que, algunos elegidos lo consiguieron.
En los demás (la inmensa mayoría), personas sencillas como todos nosotros, el Amor se limita a un ámbito menor de la persona Amada, la elegida para pasar la vida juntos en todos los avatares que la vida nos tenga reservados, coco con codo, corazón con corazón, con las Almas fundidas en una sola creando la fuerza imbatible de llevar adelante a la familia que de nosotros pudimos formar, la mejor obra jamás realizada por el Ser Humano, el encargo esencial ordenado por la Naturaleza para que la especie perdure.
Ya en tu aportación se dicen cosas de elevados pensamientos que, relacionadas con el Amor, son tan ciertas como que las estrellas brillan en los cielos. No pocas veces hemos oído decir; “La Naturaleza es sabia”, y, si observamos los comportamientos del enamorado/enamorada, tenemos que convenir que es algo tan especial que, cuando se aposenta en nuestras Mentes, nuestras personalidades cambian, nos convertimos en mejores personas, vemos las cosas de manera diferente, el egoísmo personal queda en un segundo plano y prevalece el alcanzar las cosas que sean para bien del Ser amado.
Si nos ponemos a repasar la Historia de hechos que pasaron por Amor, veremos asombrados que, no han existido ni peligros ni distancias, ni sacrificios, o, intereses de cualquier clase que impida al enamorado emprender el camino de lo más difícil para poder ver a su amada un momento.
Comportamientos (quizás) incomprensibles para el que no sienta el Amor. Sin embargo, para la persona enamorada, todo eso y mucho más será el sentir cotidiano, actuando por impulso irresistible para conseguir ese momento efímero de felicidad.
Es el Amor el que mueve el Mundo,
Esa fuerza imparable que abarca todo un Universo,
Es el sentimiento más profundo,
El que compensa el mayor sacrificio con un simple beso.
Ya me gustaría ser poeta para poder escribir aquí el Amor que siento por mi santa compañera, por los hijos… Ellos son el artífice de que sintamos el mayor de los placeres y felicidad, y, también, a veces, el mayor dolor.
Por ellos lucharemos hasta que las fuerzas nos dejen, hasta el último suspiro… ¡Siempre serán nuestra Amada y nuestros queridos hijos! ¿Qué fuerza del Universo se puede igualar a estos sentimientos?
¡Es la Fuerza que mueve el Mundo!
EL AMOR.