¡Si supiéramos entender la Naturaleza! Cuántos problemas dejarían de...

¡Enorme! Sí, es enorme el grado de conocimiento al que hemos podido llegar. Hemos sabido conquistar espacios del saber del mundo que nos rodea en todos aquellos campos que, por su importancia más han llamado nuestra atención y, desde luego, han requerido de nuestra inteligencia para desarrollarlos y poder avanzar vencimiento dificultades que, por el camino, se han ido presentando.

Así, campos como los de las Matemáticas, la Física, Química, Bilología, Medicina y Genética y otros muchos, nos han posibilitado para llegar a un nivel tal que, si no es la cota deseada, si pudiéramos decir que es la aceptable para empezar, desde este punto, una nueva andadura hacia la conquista de una plena racionalidad (aún en desarrollo y evolución) y, desde luego, en preparar ese futuro que, de no prestarle la debida atención, vería la extinción de nuestra especie que, anclada en este pequeño planeta por un tiempo limitado y suficiente para la total expansión de nuestras mentes, no es, sin embargo, un tiempo que nos permita continuar con la aventura de la vida en plenitud y expandida hacia ese Universo infinito que vislumbramos a través de modernos y sofisticados mecanismos tecnológicos que hemos sabido construir para suplir nuestras carencias humanas.

                             Sí, aunque no lo sea, para nosotros parece “infinito”

¡La Humanidad! ¿Qué destino le espera? ¿Sabremos cuidarnos al mismo tiempo que cuidamos nuestro entorno para evitar involuciones no deseadas? No es fácil contestar a esa pregunta conociendo el instinto humano, su egoísmo, y, esa falta de mesura y pensamiento profundo necesarios en las tomas de decisiones de cierta profundidad y de consecuencias impredecibles.

Pandemias ¿provocadas?, ¿Querer avanzar por caminos equivocados?, Desastres naturales de todo tipo, la caída inesperada de un asteroide, Guerras indeseables entre los pueblos….

Pero, por otra parte, pensamos que, también la Humanidad, ha sido capaz de construir, de avanzar “a pesar de todas sus flaquezas”, y, nos tenemos que parar ante esa cualidad de la que los humanos somos poseedores: ¡Los Sentimientos! ese algo que sentimos en nuestro interior y nos hace ser, mucho mejor de lo que, en circunstancias normales, parecemos ser. Esos sentimientos, nos llevan por caminos inesperados y, pueden transformar a un personaje normal en un héroe si las circunstancias así se lo exigen. ¿Qué no haríamos por salvar de un peligro o una situación desesperada a nuestra familia? ¿Qué nos podría importar el peligro a vencer ante tal circunstancia?

Cuando el Sol agote el combustible nuclear de fusión (Hidrógeno-Helio) se convertirá en Gigante roja para fusionar Carbono, Oxígeno, Nitrógeno… Hierro, y, allí finaliza su ciclo, expulsará sus capas exteriores al espacio y aparecerá una bonita Nebulosa planetaria con una estrella enana blanca en su centro,

A todo esto, la Gigante roja que habrá crecido unos 150 millones de Km (1 UA), quedará cerca de la Tierra arrasada por la Temperatura que se elevará hasta tal punto que los océanos se evaporarán y, la vida, tal como la conocemos, desaparecerá.

      Cuando muera el Sol, nuestro mundo también lo hará. Nosotros tendremos que salir pitando

De la misma manera, creo, reaccionaremos ante la realidad de que, nuestro mundo, la Tierra, tiene sus días contados. Dependemos del Sol que nos calienta, nos envía la luz, hace que las plantas germinen, facilitan el “milagro” de la fotosíntesis y, en definitiva, sin Sol, no podríamos estar aquí. Su tiempo, el del Sol, está fijado en el despertador del reloj del Tiempo. Como todo en este Universo, nada dura eternamente, y, el Sol, nuestro querido Sol, no es ninguna excepción.

Sin embargo, estamos hablando de objetos que, aunque, como nosotros, nacen y mueren, y, durante sus períodos de vida son dinámicos y desarrollan una actividad que, de una u otra manera está regida por la Ley del Universo y tiene una misión predeterminada, al final, su destino es el de transformarse en otra cosa. En el caso de nuestro Sol, algún día lejano aún en el futuro, nuestros descendientes (espero), podrán admirarse al contemplar una bonita Nebulosa Planetaria con su estrella enana blanca en el centro lanzando su energético fulgor para ionizar la nube que la rodea y conformar una esplendida visión.

Para cuando eso llegue, habremos desarrollado nuevas tecnologías y contaremos con naves que ahora ni imaginamos para que nos lleven a otros mundos donde la Humanidad comenzará su nueva andadura

Con nosotros (al menos eso espero) no ocurrirá lo mismo, al contrario de esos objetos que surcan el espacio interestelar, como las Estrellas y las Galaxias, nosotros digo, somos diferentes y les llevamos cierta ventaja: Podemos pensar. De nuestros pensamientos que se derivan de nuestro entorno, de nuestros conocimientos adquiridos desde la observación, el estudio y la experimentación, así como de la experiencia adquirida, podemos extraer consecuencias que las estrellas o las galaxias son incapaces de conseguir, ellas no tienen Consciencia de SER, y, por lo tanto, se dejan llevar por su destino. Nosotros, si finalmente llegamos a ese nivel soñado, podremos escoger nuestro destino y, decidir, que hacer para que ese futuro (ahora incierto) sea el que la Humanidad necesita para perdurar en este Universo “Infinito” que, de saber elegir los caminos, nos tiene guardadas muchas sorpresas y, por qué no decirlo, ¡maravillosas!

                           En las explosiones supernovas está la semilla de nuevos comienzos

Sabemos de la materia, de su distintas formas, de su origen en los albores del Universo, de cómo se ha ido transformando y cómo se convierte de una clase en otra. El material primario que conforma las estrellas es manipulado en los hornos nucleares de los soles, y, en esas inmensas temperaturas, son convertidos en otros distintos, más complejos. Cuando esos materiales o elementos químicos salen al espacio interestelar eyectados a miles de kilómetros por hora en las explosiones supernovas, siembran el espacio y, todo queda preparado para que surjan nuevas estrellas y nuevos mundos. Lo simple se convierte en complejo para hacerlo posible y, todo ello, gracias a un Caos engañoso que nos lleva hacia la Creación. Es decir, no por tener en un momento dado delante de nosotros un panorama que nos parece apocalíptico, todo se ha terminado, sino que, por el contrario, todo comienza de nuevo.

Estamos en un sistema en el que, aunque no lo parezca, prevalece la Simetría, es decir, todos son conjuntos de invariancia de ese sistema. Cuando se produce una transformación de simetría sobre el sistema, el sistema, en realidad, queda inalterado. Todo vuelve a su punto de partida, y, lo que en verdad ha pasado es que se recicla y vuelve a lo que tiene que ser. Ya sabemos todos que la simetría ha sido estudiada muy bien por medio de la teoría de grupos. Algunas de las simetrías son directamente físicas. Podemos tomar ejemplos de las reflexiones y las rotaciones en las moléculas y las translaciones en las redes cristalinas. Las simetrías pueden ser discretas (es decir, cuando hay un número finito de transformaciones de simetrías), como el conjunto de rotaciones de una molécula octaédrica, o continuas  (es decir, cuando no hay un número finito), como el conjunto de rotaciones de un átomo o núcleo. Existen simetrías más generales y abstractas, como la invariancia CPT y las simetrías asociadas a las teorías gauge. Claro que, no debemos olvidar las simetrías rotas (que en el principio del Universo dieron lugar a que, la única Fuerza Fundamental existente, se convirtiera en las cuatro Fuerzas que hoy rigen el Universo y, que hacen posible nuestra presencia aquí), ni las llamadas supersimetrías que, nos pueden llevar hacia una mejor comprensión del mundo en que vivimos.

                                 Las simetrías siempre han sido una guía para descubrir

Cuando decimos la palabra infinito, se nos viene a la mente el símbolo ∞ y, lo asociamos a algo que es mayor que cualquier otro número imaginable. Sin embargo, sabemos que, el infinito es posible que no exista, y, nosotros que tendemos a perdurar, procuraremos en ese futuro del que antes hablaba, llegar a ese infinito aunque sea procurando pasar a otro universo que, como en este nuestro, podamos desarrollar nuestros pensamientos y, sobre todo, nuestros sentimientos que, al fin y al cabo, serán los que prevalezcan sobre todo lo demás. Ya sabéis, la fuerza que mueve el mundo es el Amor, y, ¿Qué es el Amor?

                        Encuentran nuevo método para medir las fluctuaciones de vacío

                               Fluctuaciones en el vacío cuántico (que está lleno a rebosar)

Y, a todo esto, no debemos perder de vista eso que llamamos fluctuaciones que son las desviaciones aleatorias en las cantidades sobre los valores medios. En todos los sistemas descritos por la mecánica cuántica también aparecen las fluctuaciones, llamadas fluctuaciones cuánticas. Muchas veces he dicho que, “todo lo grande está hecho de cosas pequeñas” y, si aprendemos el comportamiento de las pequeñas cosas en esas fluctuaciones cuánticas, de seguro que, llegaremos a comprender algunos fenómenos que se producen en el mundo macroscópico pero que, en realidad, tiene su origen en el microscópico que es el lugar donde todo comienza.

                   Somos parte del Universo y estamos sometidos a él. Sus leyes rigen nuestras vidas

Nosotros formamos parte del Universo, nos movemos sometidos a sus leyes y reglas, las constantes del Universo son las que marcan y permiten nuestra presencia aquí, y, si llegamos a comprender todo eso, quizás, podamos albergar un poco de esperanza en ese futuro que vislumbro y que sólo podrá venir de la mano de la racionalidad y de la lógica que nos aconseja lo que hemos aprendido de ese mundo misterioso de lo más pequeño y también de lo más grande, allí residen todas las respuestas que necesitamos para poder conseguir, al final del camino, ese mundo soñado (aunque ya no será en éste nuestro) que, en realidad, serán muchos mundos en los que, la Humanidad se asentará para recordar, los orígenes terrestres de una especie que, para entonces, será otra muy distinta.

emilio silvera

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