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¡La Escritura! ¡Los Sumerios! ¡Las primeras ciudades!
por Emilio Silvera ~ Clasificado en General ~ Comments (1)
“Las primeras técnicas de escritura se remontan al cuarto milenio a. C. Surgió en Egipto, Mesopotamia y China. El sistema creado en Oriente Medio y Egipto se extendió rápidamente a las áreas culturales cercanas y es el origen de la mayoría de las escrituras del mundo.”
En alguna ocasión me he referido a los orígenes de la escritura (una cuestión muy polémica sobre uno de los pasos más importantes de la Humanidad), y, propiamente reconocida como tal, tiene más de un candidato, y en éste momento, son al menos tres. Durante muchos años se dio como seguro que la escritura cuneiforme de Mesopotamia era la más antigua. Había, sin embargo, un inconveniente. El cuneiforme se compone de signos más o menos abstractos, y son muchos los que opinan que la primera escritura estaba relacionada con vínculos más fuertes e incuestionables con la pintura y los pictogramas, signos que son en parte dibujos de objetos y en parte símbolos.
En ese punto, hay que referirse a la obra de la arqueóloga Denise Schamndt-Besserat que, a finales de la década de los sesenta, esta investigadora advirtió que por todo Oriente Próximo se habían encontrado miles de “objetos de arcilla bastante prosaicos” que la mayoría de los arqueólogos habían considerados insignificantes.
Ella, pensaba lo contrario: que dichos objetos podían haber conformado un antiguo sistema que los estudiosos habían pasado por alto. Visitó y estudió varias colecciones de estos “especímenes”, como los llamaba, en Oriente Próximo, el norte de África, Europa y América.
En el curso de sus estudios, descubrió que aquellos especímenes tenían, algunas veces, formas geométricas (esferas, tetraedros, cilindros) mientras que otras tenían forma de animales, herramientas o embarcaciones. Además comprendió que se trataba de los primeros objetos de arcilla endurecidos por el fuego: fueran lo que fueran, su fabricación había requerido mucho trabajo y esfuerzo, y, desde luego, no eran prosaicos.
Finalmente, Dense tropezó con una descripción de una tablilla ahuecada encontrada en Nazi, un yacimiento del segundo milenio a. de C. al norte de Irak. La inscripción cuneiforme decía: “Cuentas que representan ganado pequeño: veinte ovejas, seis borregas, ocho carneros adultos…” y así sucesivamente.
Cuando se abrió la tablilla, se encontraron dentro cuarenta y nueve cuentas, exactamente el número de animales escrito en la lista.
Para Schmandt-Besserat, aquello fue “como una piedra Rosetta”. Durante los siguientes quince años examinó más de diez especímenes y concluyó que estos constituían un sistema primitivo de contabilidad y, en particular, uno que conduciría a la invención de la escritura.
Según el historiador H.W.F.Saggs, “ninguna invención ha sido más importante para el progreso humano que la escritura”. Por su parte, Petr Charvát la llamó “la invención de las invenciones”.
Por tanto tenemos aquí otra idea capital que poner junto a la agricultura como “la más grandiosa de todos los tiempos”. Pero, no podemos pararnos ahí. Los sumerios inventaron también el carro, un hecho básico para la historia del progreso de la humanidad. La cuestión es que si hacemos una lista de los logros que este formidable pueblo realizó antes que cualquier otro, sería difícil saber cuando parar.
“Se suponía que el origen de la escritura se encontraba en Oriente Próximo, alrededor de las amplias cuencas hidrográficas del Éufrates y el Tigris, tres o cuatro mil años a. de C. La escritura fue un medio tan eficaz para transmitir información que su aparición revolucionó nuestro conocimiento de la historia.”
Universidad de Chicago y el erudito estadounidense Samuel Noah Kramer
Situación de las ciudades de la antigua Mesopotamia
“Al principio de nuestro siglo XX sólo algunos especialistas, muy pocos y muy valientes, se atrevían a pronunciar tímidamente y aun entre ellos nada más, el nombre de Sumer, caído en un olvido total, cuatro veces milenario, sin que nada hiciera evocar a los hombres el mundo glorioso que esta palabra había designado en otro tiempo. Incluso un erudito de la talla de G. Maspero, en su magistral Histoire ancienne des peuples de l’Orient classique, no decía ni palabra del primero y más fecundo de estos pueblos, los sumerios.”
En 1946, el erudito estadounidense Samuel Noah Kramer empezó a dar a conocer sus traducciones de las tablillas de arcilla sumerias, en las que identificó no menos de veintisiete “primeros históricos” logros conseguidos, descubiertos o registrados por primera vez por los antiguos iraquíes. Entre ellos tenemos las primeras escuelas, el primer historiador, la primera farmacopea, los rimeros relojes, el primer arco arquitectónico, el primer código jurídico, la primera biblioteca, el primer calendario agrícola y el primer congreso bicameral. Los sumerios fueron los rimeros que utilizaron los jardines para proporcionar sombra y frescor, los primeros en recoger proverbios y fábulas y los primeros en tener literatura épica y canciones de amor.
La razón para tan extraordinaria explosión de creatividad no es difícil de encontrar: la civilización, lo que hoy reconocemos como tal, sólo apareció después de que el hombre antiguo hubiera empezado a vivir en ciudades. Las ciudades era el entorno más competitivo y experimental que cualquier otro que las hubiera precedido. La ciudad era la cuna de la cultura, el lugar en el que nació casi la totalidad de nuestras ideas más preciadas. Allí se podía mostrar a otros las cosas que éramos capaces de realizar en todos los ámbitos: trabajo, arte, etc.
En algún momento a finales del cuarto milenio a. de C., la gente empezó a vivir en grandes ciudades. El cambio transformó la experiencia humana, pues las nuevas condiciones de vida exigían que hombres y mujeres cooperaran de formas hasta entonces inéditas. Fue este estrecho contacto, este nuevo estilo de cohabitación frente a frente, lo que explica la proliferación de nuevas ideas encaminadas a satisfacer necesidades, ocio, y en definitiva: mejor forma de vida.
De acuerdo con la investigación publicada a finales de 2.004, los primeros centros urbanos fueron Tell Brak y Tell Hamourak al norte de Mesopotamia, en la actual frontera entre Irak y Siria, que se remontaría al año 4.000 a. de C. Pero estos asentamientos eran relativamente pequeños (Hamourak tenía doce hectáreas) y las primeras ciudades propiamente dichas emergieron más al sur hacia 3.400 a. de C. Entre las ciudades de Mesopotamia se incluyen (el orden cronológico es aproximado) Eridu, Uruk, Ur, Umma,
Lagash y Shuruppak.
Eridu Ur
Umma Shuruppak.
Lagash
Uruk, por ejemplo, tenía una población fija de unos cincuenta mil habitantes. El origen más obvio de éstas grandes ciudades hay que buscarlo en la seguridad. Sin embargo, hay otras grandes ciudades de la antigüedad –especialmente en países de África occidental como Malí- que nunca levantaron murallas. En el mismo Uruk (que significa área amurallada). Las murallas no se construyeron hasta mucho después de estar, en buena medida construida, aproximadamente hacia el año 2.900 a. de C.
Las especiales condiciones dinásticas reinantes en Mesopotamia, donde la irrigación pudo mejorar la forma sustancial los cultivos y donde había suficientemente agua disponible, hizo del lugar un paraíso y las ciudades crecieron en aquellos lugares donde relativamente cerca, tenían piedra, madera, minerales, metales y en definitiva, materias primas.
Los logros de estas ciudades y ciudades-estados fueron asombrosos y perduraron unos veintiséis siglos. Introdujeron un extraordinario número de las innovaciones que contribuyeron a crear el mundo que hoy conocemos.
- La rueda.
- La escritura, con forma cuneiforme.
- La ciudad.
- Las leyes escritas.
- La medicina.
- Sistema sexagesimal.
- Los ladrillos de adobe.
- Las construcciones con arcos.
emilio silvera
el 19 de marzo del 2021 a las 9:42
Hemos podido saber de todo lo que nuestra especie hizo en todas las regiones del mundo, siempre dejamos huellas de nuestras obras. Los hechos salieron a la luz gracias a los abnegados “buscadores” de esas “migas” dejadas por el camino que, en forma de pintura en la paredes, gravados en las piedras, construcciones diversas, y, también, una gran relación de hechos que, en forma de batallas y conquistas, o, de simples inventos que mejoraban la vida cotidiana, contribuyeron de gran manera a que ahora, nosotros, miles de años más tarde, sepamos de todo aquello que, siendo del Pasado, estaba contribuyendo a preparar el Futuro que, en realidad, es nuestro Presente.
¡La Imaginación!
Esa es la sustancia que dentro de nuestros cerebros, ha jugado con las neuronas, y, en la celebración de miles de fogonazos luminosos que llamamos sinopsis, hemos sabido repentizar las soluciones a los problemas que surgían en ese momento, esa es, la virtud humana que nunca podrán tener los Robots del mañana.
Nos hemos caracterizado, precisamente por eso, buscar el remedio, el antídoto, para todas aquellas avalanchas nocivas que nos mandaba la Naturaleza para ponernos a prueba. También, fuimos capaces de retar a la Naturaleza que (como sabemos), nos situó en un pequeño mundo dotado de maravillosas estructuras para que pudiéramos en el vivir. Sin embargo, dicho mundo, que para nosotros era muy grande y más que suficiente para desarrollar nuestro quehacer en todos los ámbitos humanos, y, que sin embargo, era una minúscula mota de polvo y agua en el contexto de la propia Galaxia.
Una Galaxia de cien mil años años de diámetro, distancia que nunca podremos recorrer (eso parece al menos), y que con cien mil millones de estrellas nos deja muy clara la comparación que podemos hacer en relación a nuestro mundo. Digamos como nota aclaratoria que, una sola estrella ¡El Sol!, tiene más del 99% de toda la masa el Sistema Solar. Esta simple aclaración, nos deja el escenario real de lo que nuestro “mundo” supone en realidad en comparación con toda la Galaxia, y, no digamos con todo el Universo, en el que no sería casi nada por su minúscula e infinitesimal importancia.
A pesar de ser conscientes de todo esto, nosotros los humanos, nos creemos importantes, y, en realidad, solo lo somos en el ámbito localista de nuestro pequeño mundo, en el cual, ni podemos incidir cuando, sus ciclos de renovación, se producen para reciclarse (Terremotos, Tsunamis, Erupción de volcanes, Huracanes y Tifones, movimiento de las placas tectónicas…), cuando eso ocurre, estamos a merced de la Naturaleza.
Así que, en realidad, nuestra importancia es menor, es parroquiana, supeditada al ámbito familiar y de pequeñas regiones que, en comparación con toda la Galaxia o el Universo… ¡No viene a ser nada!
¿Nos creemos seres elegidos? ¿Somos unos privilegiados? ¿Estamos destinado a grandes cosas?
¡Sueños imaginativos de seres que pueden pensar y tratan de justificar ese poder! Nada más. En realidad, somos mucho menos de lo que nos creemos Ser. Llevamos miles de años en este planeta y los avances realizados no han sido pocos, hemos alcanzado conocimientos muy avanzados en todos los ámbitos del saber humano. Sin embargo, una cosa está clara: ¡Todavía son muchas más las preguntas que las respuestas!
No tenemos ni los medios para salir de nuestro propio “barrio” (El Sistema Solar). Sin embargo, somos tan osados, tan creídos que hablamos de viajar por el Espacio, ir a otras galaxias y, si me apuran, también de visitar otros universos sin saber si en realidad existen. Así somos.
Claro que, con todas nuestras carencias, una cosa sí tenemos que reconocernos: No damos nunca nada por perdido, seguimos haciendo preguntas, continuamos conjeturando sobre lo que no sabemos, tratamos de construir Teorías que, más tarde, especialistas experimentadores tratan de verificar…
¡Somos Humanos! Capaces de lo mejor y también de lo peor.