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Los Misterios de la Tierra IV
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Astronomía y Astrofísica ~ Comments (3)
Encuentros espaciales
En nuestro Universo todo es energía, desde el vuelo del colibrí hasta la rotación de los planetas, la luminosidad de las estrellas, el frenético giro de los púlsares que como faros cósmicos lanzan sus rayos luminosos al Espacio interestelar, o, un simple embarazo. La Energía siempre está presente.
La más destructiva intensificación temporal de los normalmente suaves flujos de energía geotectónica – erupciones volcánicas o terremotos extraordinariamente potentes – o de energía atmosférica – vientos o lluvias anormalmente intensas –, parecen irrelevantes cuando se comparan con las repetidas colisiones del planeta con cuerpos extraterrestres relativamente grandes.
El polvo cósmico en la Tierra se encuentra con mayor frecuencia en ciertas capas del fondo del océano, capas de hielo de las regiones polares del planeta, depósitos de turba, lugares inaccesibles del desierto y cráteres de meteoritos. El tamaño de esta sustancia es inferior a 200 nm, lo que hace que su estudio sea problemático.
Las corrientes de polvo cósmico atacan constantemente la superficie de la Tierra.
En un estudio publicado recientemente en la revista Geology, los expertos británicos revelaron que alrededor de 16 toneladas de meteoritos caen cada año a la Tierra en pequeños fragmentos de más de 50 gramos.
La Tierra está siendo bombardeada continuamente por invisibles partículas microscópicas de polvo muy abundantes en todo el Sistema Solar, y cada treinta segundos se produce un choque con partículas de 1 mm de diámetro, que dejan un rastro luminoso al autodestruirse en la atmósfera. También son relativamente frecuentes los choques con meteoritos de 1 metro de diámetro, que se producen con una frecuencia de, al menos, uno al año.
Pero los impactos, incluso con meteoritos mayores, producen solamente efectos locales. Esto es debido a que los meteoritos que deambulan por la región de asteroides localizada entre Marte y Júpiter están girando alrededor del Sol en el mismo sentido que la Tierra, de manera que la velocidad de impacto es inferior a 15 Km/s.
En Arizona, entre las ciudades de Winslow y Winona, muy cerca de la vieja Ruta 66, a 35 km al este de Flagstaff se encuentra el Barringer Cráter, tal vez el cráter más famoso causado por un meteorito.
El cráter de Arizona, casi perfectamente simétrico, se formó hace 25.000 años por el impacto de un meteorito que iba a una velocidad de 11 Km/s, lo que representa una potencia cercana a 700 PW. Estas gigantescas liberaciones de energías palidecen cuando se comparan con un choque frontal con un cometa típico. Su masa (al menos de 500 millones de toneladas) y su velocidad relativa (hasta 70 Km/s) elevan su energía cinética hasta 1022 J. Aunque se perdiera un diez por ciento de esta energía en la atmósfera, el impacto sería equivalente a una explosión de unas 2.500 bombas de hidrógeno de 100 megatones. Está claro que un fenómeno de estas características produciría impresionantes alteraciones climatológicas. Sin embargo, no es seguro y sí discutible que un impacto parecido fuese la causa de la extinción masiva del cretácico, siendo lo más probable, si tenemos en cuenta el periodo relativamente largo en que se produjo, que se podría explicar por la intensa actividad volcánica de aquel tiempo.
La frecuencia de impactos sobre la Tierra disminuye exponencialmente con el tamaño del objeto.
Aproximadamente, cada cincuenta o sesenta millones de años se produce una colisión con un cometa, lo que significaría que la biosfera, que ha evolucionado durante cuatro mil millones de años, ha debido superar unos cuarenta impactos de este tipo. Está claro que ha salido airosa de estas colisiones, ya que aunque haya sido modificada, no ha sido aniquilada.
Las supernovas más cercanas al Sistema solar, han incidido en la Biosfera del planeta Tierra
Igualmente, la evolución de la biosfera ha sobrevivido a las explosiones altamente energéticas de las supernovas más “cercanas”. Dado que en nuestra galaxia se produce por término medio la explosión de una supernova cada 50 años, el Sistema Solar se encuentra a una distancia de 100 parsecs de la explosión cada dos millones de años y a una distancia menor de 10 parsecs cada dos mil millones de años. En este último caso, la parte alta de la atmósfera se vería inundada por un flujo de rayos X y UV de muy corta longitud de onda, diez mil veces mayor que el flujo habitual de radiación solar, lo que implica que la Tierra recibiría, en unas pocas horas, una dosis de radiación ionizante igual a la que recibe anualmente. Exposiciones de 500 roentgens son setales para la mayoría de los vertebrados y, sin embargo, los diez episodios de esta magnitud que se han podido producir en los últimos 500 millones de años no han dejado ninguna consecuencia observable en la evolución de la biosfera.
Lo cierto es que, ni refugios lunares hemos podido construir
Si suponemos que una civilización avanzada podría preparar refugios para la población durante el año que transcurre ente la llegada de la luz y la llegada de la radiación cósmica, se encontraría con la inevitable dosis de 500 roentgens cada mil millones de años, tiempo suficiente para permitir el desarrollo de una sociedad cuyo conocimiento le sirviera para defenderse de un flujo tan extraordinario y de consecuencias letales.
La fotosíntesis
La conocida ecuación básica que describe la reacción endotérmica por la cual se sintetiza una molécula de glucosa a partir de sus seis moléculas de CO2 y H2O, y 2’8 MJ de radiación solar, es una simplificadísima caja negra. Una caja negra más realista sería la siguiente:
106 CO2 + 90 H2O + 16 NO3 + PO4 + nutrientes minerales + 5’4 MJ de radiación = 3’258 g de protoplasma (106 C, 180 H, 46 O, 16 N, 1 P y 815 g de cenizas minerales) + 154 O2 + 5’35 MJ de calor disipado.
Esta entrada fue publicada el sábado, 20 de marzo de 2021 a las 5:50 y está clasificada bajo: Astronomía y Astrofísica. Puede hacer un seguimiento de los comentarios de esta entrada gracias al feed RSS 2.0. Puede dejar un comentario, o enviar un trackback desde su sitio.
el 28 de abril del 2010 a las 9:09
Es curioso comprobar como en nuestro sistema solar, pese a llevar de vida 4.500 millones de años, aún pululan por su espacio multitud de meteoritos, restos aún de la constitución del sistema.
Es fácil imaginarse a otros sistemas solares recién creados; la abundancia de meteoritos y otros cuerpos menores debe ser enorme, ya que pese a que los cuerpos grandes ideben interceptar contínuamente matereia que deambula por el espacio, es tal la cantidad que se necesitan muchos millones de años para limpiar la zona de “escombros”.
Y en esas condiciones, la posibilidad de una civilización avanzada debe ser mínima, ya que los contínuos choques contra todos los planetas haría imposible cualquier organización superior.
Esa creo que debe ser una de las razones por las que la vida avanzada debiera encontrarse únicamente en sistemas solares cuya estrella se encuentre en su secuencia principal a pleno rendimiento; de la clase enana amarilla como nuestro sol o enana naranja o blanca, todas ellas de una gran estabilidad y larga vida; en las estrellas más grandes la vida debe ser mucho más difícil de que perdure, aunque solo fuera por los meteoritos, pero también por la corta vida de esas estrellas; si bien supongo que podrían existir excepciones y poderse desarrollar una cierta civilización, que no obstante tendría sus días contados.
También esos meteoritos podrían ser un peligro añadido en futuras colonizaciones humanas, sobre todo a los gigantes gaseosos, ya que esas zonas se supone que se encuentren llenas de meteoritos atraidos por la gran masa de los planetas, y muchos de ellos podrán chocar contra las lunas.
el 28 de abril del 2010 a las 9:35
Estimado Kike, tiene razon e intuicion al ver como se pueden desarrollar los comienzos de los sistemas planetarios en los que, en verdad, el riego de caida de meteoritos de considerable tamaño es muy grande y se necesita un tiempo para que las cosas se calmen.
Recuerdo un Modelo por ordenador que se preparo en el Grupo Especializado de Astroficia de la RSEF. Se introdujeron todas las condiciones iniciales que cabian esperar al comienzo de un Sistema Solar y, desde luego, la caida de objetos venidos del espacio hacia los planetas y lunas del sistema es de un alto grado.
Nosotros, sabemos el indice de caidas en nuestro propio planeta que, al tener una atmosfera solo deja pasar aquellos de ciertta importancia. Sin embargo, las lunas de nuestra vecindad, nos enseñan las huellas dejadas en su superficie que es la mejor muestrta de lo que dices.
Por otra parte, para que la vida perdure en un planeta, aparte de que este se encuentre en la zona habitable reuniendo todas las condiciones exigidas para su emergencia biologica, es necesario (diria que imprescindible) que, la estrella que lo alumbra, sea del tipo que mencionas ya que, en otras estrellas, no tendrian tiempo suficiente para que la evolucion les llevara hasta el estadio en el que hoy nos encontramos nosotros. Ten en cuenta que la vida primitiva aparecio en la Tierra cuando esta solo tenia unos mil millones de años y, ha necesitado tres mil millones mas para que nosotros podamos estar ahora aqui, y, tal cosa, en una estrella masiva no podria ocurrir ya que, como bien dices, su ciclo de vida es mas corto y el parametro de radiacion…muy nosivo.
De ahi el empeño en buscar planetas Tierras en estrellas similares a nuestro Sol.
el 20 de marzo del 2021 a las 18:45
Sí, amigos míos, la Tierra está “Viva”, eso nos induce a pensar todos los parámetros de los que se sirve para llevar a cabo los cambios que al parecer les conviene en cada momento, y, los lleva a cabo para regularizar las cosas y que nada cambie. Es como un pequeño juego que se trae en el que prevalece lo general a lo particular, lo grande a lo pequeño.
El planeta Tierra, la Gaia de James Lovelock y de Linn Margulis, funciona como si supiera lo que hace en cada momento, y, los fenómenos naturales a los que tanto tememos y que, de manera intermitente se producen en alguna región del mundo, en realidad, si nos paramos a pensar y estudiar detenidamente los hechos, siempre ocurren por alguna razón determinada que, finalmente y a la larga, es positivo para el planeta y, de paso, para todos los seres vivos que en el se cobijan.
Los personajes que antes mencionaba, los de GAIA, decían que, el planeta Tierra en su totalidad, incluyendo seres vivos, océanos, rocas, atmósfera, temperatura interna, los polos… ¡Funciona como un super-organismo que modifica activamente su composición interna para reglar la externa y asegurar su supervivencia. Con más detalles lo podéis ver en este trabajo: