Sep
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El Peso de un mundo
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Ciencia futura ~ Comments (24)
Tal como están las cosas en estos días de sucesos trágicos y graves consecuencias para muchísimas personas, creo que necesitamos despejar las Mentes, pensar en cosas distintas antes de volver a preocuparnos por los acontecimientos del presente. Es necesario que, de vez en cuando, nos relajemos y hagamos un ejercicio mental que nos aísle de una realidad dolorosa para entrar en otros temas que, nos puedan procurar un descanso que necesitamos. Aquí os dejo esto que, aunque estuvo aquí no hace mucho, creo que nos vendrá bien a todos.
Hans Zimmer. Amazing Czarina Russel in Now we are free
Fuera de la atmósfera terrestre, una nave blanca y estilizada surca el espacio. Mientras suenan las notas de “El Danubio azul”, la nave se desliza hacia una estación orbital en forma de rueda, que gira majestuosamente, dispuesta a atracar en un hangar situado en el eje de la misma. Este peculiar vals, perteneciente a la película “2001, una odisea del espacio”, se ha convertido en una de las secuencias más emblemáticas de la ciencia ficción. Pero la razón última del giro de la estación no es solamente proporcionar un placer estético al espectador, sino generar para los habitantes de la misma algo casi tan indispensable cómo el aire que respiran: gravedad.
¿Qué es la gravedad?. Newton descubrió que dos masas cualesquiera se atraen mutuamente con una fuerza inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que las separa. Debido a esto, en presencia de un campo gravitatorio todo cuerpo se ve sometido a una aceleración que se conoce cómo aceleración de la gravedad y se representa por la letra g. En la superficie terrestre el valor de g es de 9,8 m/seg2 y normalmente se considera cómo una referencia: las aceleraciones de los vehículos suelen medirse muchas veces cómo múltiplos de g. Conforme nos alejamos del planeta este valor disminuye, hasta acabar resultando casi imperceptible.
Eso no significa, sin embargo, que se haya escapado de su influjo: todos los objetos del universo, hasta la más lejana galaxia, interactuan gravitatoriamente entre si. La ingravidez, entendida cómo ausencia de gravedad, no existe. Sí existen condiciones de microgravedad, en la que el valor de la gravedad es muy pequeño, o de caída libre, cuando atracción gravitatoria se ve compensada por otra fuerza, cómo por ejemplo la inercia de un cuerpo que gira. Pero en cualquiera de ambos casos el efecto es el mismo: el peso, esa fuerza invisible contra la que luchamos todos los días de nuestra vida, se vuelve imperceptible.
El hombre es una especie que ha evolucionado dentro del campo de gravedad del planeta Tierra. Nuestro sistema circulatorio, nuestros músculos, toda nuestra estructura ósea están conformadas por esa fuerza que tira de nosotros día y noche. Ahora bien: Ccómo responde nuestro organismo cuando el peso desaparece?. El deseo de volar, la posibilidad de desplazarse libremente por el espacio, es algo profundamente arraigado en nuestro interior, quizás cómo un recuerdo de la ingravidez que experimentábamos al flotar en el útero materno. En este sentido, la ausencia de peso ofrece posibilidades sumamente interesantes. Por ejemplo, en la danza siempre ha existido una componente etérea, un desplazarse más allá de las ataduras de la gravedad.
¿Cuáles serán los límites de esta disciplina cuando verdaderamente el peso no exista?. En “Danza Estelar”, de Spider y Jeanne Robinson, ganadora del Hugo y el Locus, se nos muestran cómo la danza puede alcanzar nuevas formas de expresión cuando tiene lugar fuera del campo gravitatorio terrestre, y cómo alguien que sobre la Tierra es un tullido funcional, en caída libre puede convertirse en un artista insuperable.
Otro tanto podría decirse respecto de la arquitectura. Hoy en día ya se está investigando en el espacio sobre la fabricación de nuevos materiales, cómo aleaciones especiales y cristales, que solo se pueden conseguir en condiciones de micro-gravedad. Las arco-logias en órbita que nos pinta Haldeman en “Mundos” tenían precisamente una economía basada en el comercio de ese tipo de productos. Además, construir en semejante entorno genera nuevos grados de libertad en la mente del arquitecto. Por ejemplo, en “Blue Champagne”, de Varley, aparece una estructura llamada La Burbuja, una enorme masa de agua situada en órbita con una burbuja de aire en su interior, destinada al entretenimiento de los habitantes y turistas de una estación espacial.
La ausencia de peso incluso podría servir para prolongar la vida. En efecto, nuestro organismo suele acabar rindiéndose ante el esfuerzo implacable que sufren nuestro corazón y nuestros músculos al funcionar durante décadas dentro de un campo de gravedad. Pero cómo bien señala Carl Sagan en “Contacto”, en gravedad cero las caderas no se quiebran. En esta novela, un grupo de millonarios se refugian en un hábitat orbital tratando de encontrar una cura a sus dolencias… e incluso buscando la inmortalidad biológica en el proceso. Algo parecido plantea Clarke en “El secreto”, donde en una base lunar se descubre que la vida se prolonga considerablemente en condiciones de baja gravedad, pero aparece el problema de cómo comunicar a la Tierra que ese don solo estará disponible para los pocos privilegiados que puedan acceder a ese entorno. Clarke vuelve sobre ese tema en “2061”, donde Floyd, uno de los protagonistas de las entregas anteriores, ha conseguido prolongar su vida hasta los 103 años en perfectas condiciones de salud debido a su ininterrumpida estancia en condiciones de baja gravedad durante décadas.
La misma persona viviendo en la Luna o en la Tierra
Sin embargo, a pesar de sus múltiples ventajas la vida en ausencia de peso no está exenta de inconvenientes. Por ejemplo, nuestro oído interno, el órgano de equilibrio de nuestro organismo, en algunos casos resulta gravemente afectado por la ausencia de gravedad. El resultado es una sensación de nausea y desequilibrio, el llamado “mareo espacial”, que puede prolongarse durante unos cuantos días. El problema es que vomitar en esas condiciones resulta peligrosísimo, especialmente dentro de un traje espacial. Al no existir gravedad que haga caer los residuos, estos pueden provocar la asfixia del ocupante del traje al quedar flotando dentro del mismo.
Otro aspecto, esta vez más psicológico, es el de la orientación. El ser humano se ha desarrollado en un entorno en el que existe una dirección de “abajo” claramente establecida e inconscientemente tendemos a orientarnos según esa premisa. Sin embargo, en el espacio “abajo” no existe. Es necesario desarrollar todo un nuevo esquema de visión tridimensional para poder desplazarse con efectividad en esas condiciones. Un ejemplo clásico es el de las impresiones del protagonista de “Cita con Rama” al enfrentarse a su primera visión del interior de la inmensa nave espacial cilíndrica.
La nave de Cita con Rama
En su experiencia, pasó de imaginar que se encontraba en el fondo de una inmensa lata a la imagen de un túnel que se abría ante él… para terminar visualizándose cómo un insecto caminando boca abajo sobre la tapadera de la lata, con todo el terror psicológico a despeñarse hacia el increíblemente lejano fondo que ello suponía. De todos modos, el autor que mejor ha reflejado la problemática de la orientación tridimensional en ambientes de baja gravedad ha sido sin duda Orson Scott Card. En su novela “El juego de Ender”, las escenas de entrenamiento en un entorno de ingravidez, la sala de batalla, y los problemas de orientación y movilidad asociados a dicho entorno resultan insuperables y muestran cómo es indispensable una preparación muy especial para desarrollar las habilidades necesarias para el combate en gravedad cero.
Durante algún Tiempo en un ambiente de micro-gravedad, no es nada bueno para el cuerpo
Mas graves son los efectos que se producen sobre nuestra masa muscular y la desmineralización. En efecto, al no estar sometidos al esfuerzo continuo al que les somete la gravedad, los músculos se relajan y acaban atrofiándose. Tras una estancia de apenas unos meses, y sin un programa de ejercicio adecuado para mantener sus músculos tonificados, un astronauta ya no es capaz de desenvolverse sin ayuda al volver sobre la superficie del planeta. También son muy importantes los problemas de descalcificación ósea y la pérdida de minerales: los huesos se vuelven delgados cómo el papel y acaban siendo incapaces de soportar nuestro peso sin romperse. Este es por ejemplo el caso que nos presentan Bruce Sterling y William Gibson en “Estrella Roja, Órbita de Invierno”, donde el coronel Korolev, que lleva 20 años viviendo en ausencia de gravedad, se encuentra varado en una estación espacial soviética vieja, obsoleta, y a punto de ser desmantelada, sin ninguna posibilidad de poder volver a pisar la superficie del planeta que le vio nacer.
En este sentido, abandonar la superficie de nuestro planeta recuerda en muchas ocasiones un viaje sin retorno. El espacio se convierte en una nueva frontera, llena de posibilidades… pero cuya conquista exige en cierto modo renunciar a nuestros orígenes. Por supuesto, siempre se pueden buscar alternativas.
Por ejemplo, el protagonista de “Un fantasma recorre Texas”, de Fritz Leiber, viste un exoesqueleto de titanio que sustituye a sus músculos atrofiados y protege a sus huesos descalcificados durante su primera visita a la Tierra tras toda una vida en el espacio. En “Mundos”, de Haldeman, los viajeros que tenían que descender a la superficie terrestre desde los hábitats espaciales debían someterse a un intenso y estricto programa de ejercicios físicos para tonificar su sistema muscular, mientras que en “La luna es una cruel amante”, de Heinlein, los trabajos en baja gravedad se desarrollaban normalmente a la mayor velocidad posible, para que los trabajadores no quedasen varados para siempre debido a los efectos secundarios de la ingravidez (algo parecido a lo que se hace actualmente, pues las tripulaciones de la estación espacial internacional se relevan periódicamente para evitar los efectos acumulativos de la exposición a la falta de peso).
Pero al igual que los peces que hace millones de años abandonaron el océano y conquistaron la tierra, la humanidad también puede asumir el reto que plantea la ingravidez y partir a la conquista del espacio sin volver la vista atrás. Ya en “Encuentro con Medusa” Clarke utiliza chimpancés modificados para incrementar su inteligencia, cómo operarios en tareas donde prima la habilidad manual. Este concepto se desarrolla plenamente en la novela “En caída libre”, de Lois McMaster Bujold, con la figura de los cuadrúmanos, una especie modificada por ingeniería genética con cuatro brazos y sin piernas, diseñados para el trabajo en gravedad cero (donde las piernas, en efecto, son inútiles) y que el protagonista ayuda a liberar de la esclavitud a la que se encuentran sometidos por la compañía que les diseñó.
Yendo un poco más allá, estas modificaciones pueden incluso aplicarse sobre nuestro propio genoma a fin de adaptar a la humanidad a las condiciones de vida que pueden encontrarse en el espacio exterior. En “Mundos en el Abismo” e “Hijos de la Eternidad”, Aguilera y Redal presentan la raza de los colmeneros, una especie que se ha adaptado a la vida en las condiciones de espacio profundo y en ausencia de gravedad hasta el punto de que ya no parecen humanos.
Pero donde esta idea se lleva a sus últimas consecuencias es en la serie de Dan Simmons sobre Hyperion, y especialmente en su novela corta “Náufragos de la hélice”, ganadora del Locus. En esta obra se lleva a cabo una detallada descripción de los Exter, una subespecie de la humanidad que también se ha adaptado a las condiciones de vida en el espacio profundo. Los Exters no solamente tienen hábitats semejantes a los de los colmeneros en asteroides o en el equivalente a la esfera de Dyson que son los anillos bosques orbitales, sino que están completamente adaptados al medio en el que viven: no necesitan respirar, su cuerpo está perfectamente preparado para el vacío y a la ingravidez e incluso algunos están dotados de inmensas velas solares que utilizan para volar a través del espacio. Poul Anderson también utiliza una adaptación genética a las condiciones espaciales en “Las estrellas son de fuego”, donde aparece la raza de los selenitas, humanos con un genoma modificado para permitirles vivir en las condiciones de gravedad de la Luna.
Existen opciones todavía más radicales. Si nuestros cuerpos biológicos son incapaces de adaptarse a las condiciones de vida en ingravidez, siempre podremos plantearnos la sustitución del mismo por un cuerpo mecánico. El ciborg, el hombre máquina, es insensible a la gravedad. En el cerebro no aparecen problemas de descalcificación, y un brazo mecánico no sufre atrofia muscular por permanecer demasiado tiempo en caída libre. Pohl realiza un magistral estudio de las implicaciones de la transformación del hombre en ciborg para adaptarse a la vida sobre el planeta Marte en “Homo Plus”, una de las novelas de referencia sobre este tema. En cualquier caso, la evolución lógica de este estadio, el trasladar la mente a un soporte puramente electrónico (cómo los extraterrestres constructores de TMA1 en “2001, una odisea del espacio” o los pilotos electrónicos usados por Saberhagen en “Alas en la oscuridad”) libera a la misma de todas las ataduras y servidumbres que acarrea un cuerpo biológico y le abre verdaderamente las puertas para la conquista de las estrellas.
Parece lógico que si el destino último de la humanidad es el vivir de un modo permanente fuera de la Tierra, se siga de un modo u otro el camino evolutivo al que nos hemos referido. Pero para aquellos que prefieran quedarse en los planetas, sometidos al tirón de la gravedad, transformase en un ángel con alas de cientos de metros de longitud no parece una solución demasiado realista para desplazarse de un sitio a otro por el espacio. Por suerte, generar gravedad artificial, en contra de lo que pudiera parecer, no resulta tan complejo. De nuevo la física viene a echarnos una mano, a través del llamado principio de equivalencia: un cuerpo sometido a aceleración sufre los mismos efectos que si estuviese dentro de un campo gravitatorio con una aceleración equivalente. Esto es algo relativamente fácil de comprobar: cuando aceleramos un coche, notamos claramente una fuerza que nos aplasta contra el asiento (al igual que sucede, por ejemplo, cuando se lanza una nave espacial) y esa fuerza es, a todos los efectos, indistinguible de la gravedad.
Curiosamente, debido a esto, las naves de la edad de oro clásica de la ciencia ficción, esos cohetes atómicos en forma de supositorio, eran muchísimo más coherentes con la física en este campo que muchas de las naves más modernas que han ido apareciendo con posterioridad en el género. En efecto, para llevar a cabo una travesía espacial sin problemas de gravedad es suficiente mantener una aceleración constante de un g durante una parte del trayecto, parar el impulsor, dar la vuelta y continuar el viaje decelerando con una aceleración de una gravedad en la segunda mitad de la trayectoria. Este es un mecanismo muy elegante y completamente efectivo para llevar a cabo largos viajes espaciales sin resultar afectados por la ausencia de peso.
El sueño del motor de curvatura
Sin embargo, tampoco esta exento de inconvenientes. El primero es, sin duda, el del motor. Casi todos los sistemas de propulsión conocidos se basan en el principio de acción y reacción: se utiliza un combustible que sirve para acelerar una masa de impulsión que al ser expulsada empuja al vehículo en dirección contraria. Sin embargo, la cantidad de combustible que un vehículo espacial puede cargar es finita y cuanto más combustible carga, más pesa y más energía hace falta para moverlo. El perfil de vuelo no viene determinado, por tanto, por la necesidad de conseguir una determinada aceleración, sino por la masa de combustible que se puede acarrear. Lo normal es acelerar hasta gastar la mitad del mismo, mantener una trayectoria inercial sin aceleración a la velocidad alcanzada y decelerar al llegar al punto de destino. Pero este perfil vuelve a dejarnos en el punto de partida, pues durante la fase inercial del vuelo seguimos necesitando un sustituto de la gravedad.
Otro problema procede de que un sistema de aceleración continua es muy sensible a las maniobras. Ciertamente, todo funciona sin problemas mientras la nave se desplace en línea recta. Pero en cuanto tenga que cambiar de trayectoria bruscamente el interior de la misma puede convertirse en un infierno. Por ejemplo, en “Cosecha de estrellas”, de Poul Anderson, se nos describe una batalla espacial en la que la maniobrabilidad las naves viene determinada por la presencia de una tripulación humana en su interior, puesto que una nave ciborg o un simulacro electrónico carece de esas limitaciones. Esta superioridad de la máquina sobre el hombre a la hora de hacer frente a la aceleración ha sido bastante explotada en el género. Sin ir más lejos, en “Efímeras”, de Kevin O`Donnell Jr. la nave utiliza su capacidad para acelerar y decelerar bruscamente para sofocar un motín de su tripulación.
Se han propuesto distintas alternativas para hacer frente a estos inconvenientes. La primera implica la mejora en la eficiencia de los propulsores. Un cohete químico quema su combustible en un periodo de tiempo muy reducido, de apenas minutos. En cambio un cohete nuclear es miles de veces más eficiente y un propulsor avanzado de fusión o de antimateria tiene una eficacia centenares de miles de veces mayor. Por ejemplo, en “El mundo al final del tiempo”, de Frederik Pohl, una nave colonizadora que utiliza un esquema mixto de vela solar y motor de antimateria es capaz de mantener una aceleración casi constante durante toda su trayectoria hacia una lejana estrella.
Aun así, para un viaje lo suficientemente largo es evidente que el combustible no puede llegar para mantener una trayectoria de aceleración constante. Una posible alternativa consiste en utilizar un valor de aceleración más reducido (en “2061” la Universe es capaz de realizar el trayecto Tierra – Júpiter a una aceleración constante de 0,1g merced a su planta de fusión catalizada por muones). También podemos renunciar a la aceleración constante… pero colocando a la tripulación en un estado de hibernación en el que los efectos de la ingravidez se vean minimizados. Una interesante variante de esta teoría la encontramos en la novela de Chales Sheffield “Entre los latidos de la noche”. El método de viaje interestelar escogido en este caso es el llamado “espacio L”, donde aparentemente las naves viajan a muchas veces la velocidad de la luz. Pero lo curioso del espacio L es que no se trata de un nuevo y revolucionario avance de la física, sino de un estado metabólico a mitad de camino entre la animación suspendida y la hibernación. En el espacio L, el metabolismo se ve ralentizado a una décima parte de su valor normal y debido a esto el tiempo corre diez veces más lento… lo que a su vez implica que las aceleraciones se perciben subjetivamente muchísimo más rápidas. En estas condiciones, las naves pueden mantenerse con una aceleración de apenas unas centésimas de g, que serán percibidas por la tripulación cómo una gravedad completa durante toda la trayectoria.
Otra estrategia valida para enfrentarse al problema de la aceleración constante es el empleo de una nave que sea capaz de conseguir su propio combustible del espacio exterior. Por ejemplo, las estato-colectoras recogen hidrógeno interestelar mediante enormes dragas magnéticas para producir una reacción de fusión nuclear auto-sostenida que impulsa la nave casi indefinidamente.
Esta entrada fue publicada el lunes, 6 de septiembre de 2021 a las 7:30 y está clasificada bajo: Ciencia futura. Puede hacer un seguimiento de los comentarios de esta entrada gracias al feed RSS 2.0. Puede dejar un comentario, o enviar un trackback desde su sitio.
el 25 de febrero del 2011 a las 17:40
Saludos amigo mio, cuan inmensa obra, tan bien interpretada.
Bueno despues pasarè para dejarte un comentario, aunque claramente de este artículo no hay mucho que agregar, es muy exoplicativo.
saludos cordiales.
el 26 de febrero del 2011 a las 16:48
¡Hola! Amigo, encantado de saludarte. A mí también me gusto mucho el artículo que es completo y toca varios puntos interesantes.
Saludos.
el 26 de febrero del 2011 a las 17:31
Magnífica recopilación de obras de ciencia ficción sobre la gravedad, lo que demuestra
que el género tiene buena parte de ciencia, y mucha de imaginación, que además puede servir (Y de hecho ha servido) a la verdadera ciencia en sus estudios y progresos.
el 26 de febrero del 2011 a las 17:46
¿Qué duda nos puede caber? Estos adelantados a su tiempo, los privilegiados que tienen una imaginación que les permite transportarse hacia el futuro y “ver” cómo éste pueda ser, las cosas que allí pueden estar presentes y, sobre todo, las nuevas tecnologías y maneras de utilizar las energías, los viajes espaciales, y un sin fin de ideas que, no todas ellas, son puestas a disposición del público de manera grosera y sin fundamento, en no pocas de ellas, están presentes atisbos científicos que, desde luego, pueden ser las guías de los descubrimientos que más tarde se producen.
Hasta hace bien poco, Arthur Clarke, se quejaba de no haber patentado los satélites artificales que orbitan la Tierra con un sin fin de cometidos. Él fue el primero que los mencionó y que dio un detallado esquema de sus valores y actividades futuros, después, basandose en su idea, otros lo hicieron realidad.
A mí me encanta la Ciencia Fiascción de calidad y, en ella, aparte de evadirme, puedo vislumbrar el futuro, otros mundos y otras Civilizaciones que, como la nuestra ahora, tienen también sus problemas aunque sean de índole más avanzada.
Un saludo amigo.
el 26 de febrero del 2011 a las 19:28
Recuerdo ahora especialmente el libro “El Juego de Ender”, y la continuación, “La Voz de los Muertos”, de Orson Scott Card; ambos me impresionaron vivamente por su seriedad en tratar los temas espaciales pese a ser ficticios; ambos fueron premios Hugo y Nébula en su tiempo; creo recordar haber leido unos cinco libros de la saga, pero me parece que hay bastantes más; intentaré conseguirlos ahora que me los has recordado.
Un saludo amigo Emilio.
el 27 de febrero del 2011 a las 2:28
Buen artículo que nos hace imaginar tiempos futuros y problemática a resolver. Efectivamente, algo habrá que hacer puesto no podemos irnos sin la gravedad, nuestro cuerpo no lo permitiría. En todo caso, nacimientos en el espacio y ajuste fino y progresivamente lento de gravedad artificial podría hacer que un grupo de viajeros después de generaciones vivieran en estas condiciones de microgravedad, pero sería arriesgado, no podrían ni bajar a un planeta, sus cuerpos serían frágiles, más de lo que somos ya.
Así que gravedad, artificial o no, sí gracias!
el 27 de febrero del 2011 a las 12:23
¡Cuánta razón teneis! La Gravedad será siempre nuestra compañera, nos la regaló en nuestra cuna al nacer, el planeta Tierra, y, tan hecho a ella estamos que, vivir sin ella nos resultaría imposible. Por eso, visitar otros planetas no es algo baladí. Planetas similares a la Tierra, podrán ser los únicos que podramos soportar de una manera más o menos natural. Sin embargo, otros que generen menos o más gravedad, nos darán grandes problemas.
Claro que, el tiempo pasa y juega a nuestro favor. No dudo en el hecho de que, más adelante, en ese futuro que podemos presentir, el problema de la Gravedad para visitar otros mundos o lunas podrá ser solventado por medio de ingenios que, incluso sujetos a nuestras muñecas se podrán regular para faciliar más o menos gravedad según los casos.
Ya hoy en día existen patentes registradas con miras al futuro próximo, no son pocos los científicos que han trabajado y trabajan en este complejo campo, y, finalmente, alguno se saldrá con la suya y podrá presentar un modelo ideal que solucione el “problema de la Gravedad en el espacio y en otros mundos”. ¿Cómo podrá ser eso? Eso es lo que nos queda por saber.
Hilbert nos decía: “Tenemos que saber, sabremos” Así figura inscrito en su tumba. ¡Si sabría él lo que decía!
el 27 de febrero del 2011 a las 13:15
Mi opinión amigo Emilio que el asunto de la gravedad no admitirá excusas de ningún tipo; no creo que sea factible que un mismo individuo pueda residir largas temporadas en lugares con gravedad muy diferenciada; por eso posiblemente en un futuro lejano, la especie humana se fragmentará; existirán seres con morfologia adecuada para vivir en el espacio permanentemente; otros nacerán y vivirán en otros mundos con una gravedad muy diferente, y el resto, los “terráqueos” continuarán como nosotros. Las comunicaciones personales serán esporádicas y con las medidas de seguridad necesarias, por lo que supongo que más de un navegante al llegar a la Tierra deberá vestir obligatoriamente un traje que solucione la diferente gravedad a la que su cuerpo está acostumbrado.
Supongo que eso a la larga significará una clara diferenciación de la especie, que se convertirá en tantas como mundos habite. Por supuesto eso también servirá para diferenciarnos sociológicamente, con todos los problemas que pudiera conllevar.
el 27 de febrero del 2011 a las 13:51
Sí, el asunto es de una complejidad grande. Sabemos que un ser humano en la Luna pierde peso en función de la Gravedad que nuestra Luna genera, y, de la misma manera, si nos vamos a la superficie de Júpiter nuestro peso sería escandalosamente grande, tanto que, no lo podríamos soportar.
Así que, como bien dices, si llega ese momento futuro en el que no tengamos más remedio que repartirnos por planetas y lunas de distintas densidades y morfológica y orogradficamente distintos, la especie Humana, con el paso del tiempo, sufrirá adaptaciones a esos lugares que elijan como nuevos habitats y, desde luego, pasadas varias generaciones, sus cambios físicos y mentales los convertirá en otros seres distintos de los humanos.
Así que, en el futuro, si eso es así (que lo será), tendremos Civilizaciones de distintas morfologías que, sin embargo, son de origen terráqueos.
El visitar planetas lejanos requerirá de técnicas nuevas ahora desconocidas que nos permitirá desembarcar en la superficie de otros planetas y, aunque no por un tiempo prolongado, podremos, de seguro, estar alguna temporada tomando las precauciones debidas.
Ya sabes, nuestra imaginación ilimitada que, cuando se le presentan problemas se desboca por buscar las soluciones que nos puedan sacar de atolladeros que pareciendo insolubles, finalmente tienen una salida. Ese repentizar soluciones a problemas que se presentan de manera repentina, es uno de los parámetros que adornan a las mentes privilegiadas. Sacan de donde no hay.
La Gravedad, tan cierta como el Mar que podemos contemplar agitando sus olas, está ahí, nos rodea y ejerce en nosotros una fuerza que, aunque invisible, bien que la sentimos cuando tropezamos y caemos. El Centro de Gravedad de Masas de la Tierra, tira de nosotros y mantiene nuestros pies bien unidos a la superficie, y, de la misma manera, retiene unido el Sistema Solar, el Grupo Local de Galaxias y el Supercúmulo de Virgo en el que estamos inmersos.
¡La Gravedad! Nuestra inseparable compañera de por vida, y, cuando nos la quitan, nuestros cuerpos lo dejan sentir, y, si no se le pone un rápido remedio…la cosa se pone tan fea que, lo único que podemos esperar es la enfermedad por distintos caminos.
Somos parte del Universo, y, como hemos dicho muchas veces, nos tenemos que regir por sus leyes y sus fuerzas en las que estamos inmersos y, la Gravedad, es una de esas fuerzas fundamentales que, como el Tiempo, está por todas partes.
Si podremos, de alguna manera lograr burlar sus efectos en ciertas situaciones, ya se verá. Probablemente si será posible. El hombre siempre ha encontrado la solución a sus problemas y, si queremos viajar a otros mundos, la Gravedad tendrá que ser, de alguna ,manera, burlada.
Un saludo amigo
el 27 de febrero del 2011 a las 19:59
hablando de la gravedad, quizas sea bueno tocar un tópico no menos importante, ” Creo que a medida que valla pasando el tiempo, la gravedad irá perdiendo esa importancia que hoy implica para nosotros, mientras la luna se vaya alejando de nuestro planeta algo va a ir sucediendo, por otro lado, la expansión del universo significa que la energia oscura le está ganando a la gravedad y pareciera ser que para siempre.
La fuerza de gravedad, tal vez sea reinterpretada así como en una oportunidad lo hizo Einstein, cuando estudio la teoria de Newton, la teoria de super cuerdas, o tal vez otra, pero claramente nuestros futuros descendientes con mas o menos gravedad, al paso de millones y millones de años, se irán adaptando a las inclemencias que que se les presenten, así como nosotros nos hemos adaptado al actual mundo que habitamos.
Recordemos que la gravedad no puede ser mas rápida que la velocidad de la luz, ese enigma que nos dice que si de un soplo, nuestro sol desapareciera, no saldriamos disparados por allí afuera, porque aunque nuestro astro desaparesca instantaneamente, su luz demora 8.6 minutos en llegarnos.
me gusta mucho la teoria del universo elegante y creo que aun falta mucho por descifrar.
Hay una teoría que en física se conoce como ” La teoria del error”, claramente todas estas conjeturas estan dentro de esas probabilidades.
saludos.
el 28 de febrero del 2011 a las 8:00
Estimado Abdel, sólo una cosa: Las ondas gravitatorias se expanden por el espacio-tiempo a la velocidad de la luz, es decir, lo mismo que la luz, caminan por esos inmensos senderos siderales a 299.792.458 metros por segundo.
En cuanto a que la “energía oscura” le esté ganando a la Gravedad…no sabría decirte. Pudiera ser (si finalmente descubrimos que esa energía y materia oscura existe) que, en el orden del universo, cada cual (energía-materia oscura y Gravedad) tengan cometidos diferentes.
Por otra parte, si la Luna se aleja de nosotros, la Gravedad seguirá exactamente igual y no la afectará para nada que un satélite natural de un planeta esté más o menos lejos. Seguramente lo que quieres decir es que, a nivel local, nosotros sí nos veremos afectados de alguna manera.
Y, volviendo a la Materia oscura, tienes que recordar (ya que lo sabes muy bien) que, cuando los Astrónomos hicieron los cálculos y comprobaron que las galaxias se alejaban las unas de las otras a mayor velocidad de la que era de esperar en función de la materia existente (la que podíamos ver y detectar), para explicarlo, acudieron a esa energía y materia oscura que les solucionaba el problema de un plumazo. Sin embargo, aún nadie puede explicar de qué se trata y si en realidad existen. De momento, y, hasta que no se demuestre lo contrario, lo de la Materia Oscura me parece la Alfombra bajo la que barremos nuestra ignorancia.
Nos falta mucho por comprender respecto a la Fuerza de Gravedad (tanto que, ni la hemos podido incluir dentro del Modelo Estándar). Claro que nuestra osadía no tiene límites y, sin encomendarnos al Destino (futuro), nos lanzamos a la arena de la Materia y la Energía Oscura como verdaderos expertos en la materia que no conocemos.
Bueno, especular no está nada mal, y, a veces, hasta hemos llegado a la verdad a base de hipótesis y teorías que, en un principio, parecvían descabelladas. Ya veremos que pasa con la misteriosa M.O.
Un saludo amigo.
el 28 de febrero del 2011 a las 12:34
Estoy completamente de acuerdo con Emilio, ya lo he comentado muchas veces, se habla de materia oscura, energía oscura, agujeros de gusano, agujeros blancos… con una familiaridad tal que parece que están con nosotros de toda la vida, y son explicaciones posibles o hipótesis para resolver problemática como bien apunta Emilio, pero no se ha detectado. lo mismo podría pasar con temas subatómicos: las cuerdas, el bosón de Higgs, gravitones…, aunque estos conceptos parecen estar más sustentados por la teoría del momento, es decir, tienen un aparato teórico y matemático detrás que hace que formen parte de teorías más robustas.
Respecto la expansión acelerada, se me ocurre si no podría ser efecto de algún tipo de presión negativa, o como ocurre cuando un gas es acelerado si lo hacemos expandirse en un vacío. Ejemplo, tenemos una botella con un gas dentro de una urna donde se practica el vacío (en términos terrestres). Al abrir o romper la botella el gas de su interior es acelerado por succión del vacío o diferencia de presiones, hasta cubrir uniformemente toda la urna. Esa dinámica no obedece a la existencia de entes oscuros y extraños. Ojo, no quiero decir que sea así, pero hay en lo cotidiano ejemplos de expansión acelerada de gases por el simple hecho de existir un diferencial de presiones.
Saludos!
el 28 de febrero del 2011 a las 16:40
Emilio, comparto plenamente lo que dices y me ha causado mucha gracia lo de la alfombra…..
Mas, se me viene a la memoria, una charla de un conocido científico español, que decia algo como esto”
..Cuando uno hace una charla sobre física, esta debe ser entendida en un tercio por el que habla, por respeto al
al dicta la charla, también debe ser entendida en otro tercio por los asistentes, por respeto a la audiencia, pero
debe no debe ser entendida en otro tercio por nadie, por respeto a la naturaleza, esto tal vez representa, lo que nos dices de la alfombra.
saludos.
el 28 de febrero del 2011 a las 17:10
Quizas, basado en la realidad y en lo que nos plantea emilio, debamos de pensar un poco dejando de lado nuestra ignorancia disfrazada y pensar por un momento distinto.
Como le diria mas de algún atrevido a un científico..” No sois capaz de verte la linea del Cu… y venis a hablar del big bang, quizas una fase un poco fuerte pero que representa a veces la realidad, vivimos en mundo de especulaciones, en donde el calentamiento global, no sabemos si es causado por el hombre, los el sol, por nuestro paso por zonas calientes de nuestra galaxia, todo esto depende de quien hizo el estudio y cuales eran los intereses, si necesitaban subvención del gobierno, u otra cosa.
hablamos de la materia oscura y la energia oscura, claramente, si vemos que nuestras teorias humanas, se nos vienen abajo, inmediatamente inventamos alguna terminología para responder a ello, la energia oscura, agujero negro, materia oscura, en definitiva, lo que no conocemos, lo que ignoramos, pero dicho de una manera mas elegante.
Claramente nuestros conociemientos con el correr del tiempo iran cambiando su rumbo, como ha ido ocurriendo a travez del tiempo, nuestras teorias se iran adaptando a la naturaleza a medida que la vayamos comprendiendo un poco mas, aunque claramente nunca lograremos comprenderla enteramente.
Ciertamente existen fuerzas fundamentales el el universo como la gravedad, el electromegnetismo, y las dos interacciones nucleares fuerte y debil, pero creo, hablando de la GRAVEDAD que hay que considerarla en un aspecto mas relativista, dado que aunque es considerada una constante universal, “no es tan constante”, hoy solo hablamos de una proporcion de 1 en 10.000 y poco sabemos de su aplicación en el universo, pues no podemos verificar las ecuaciones de newton ya que no pdemos calcualr los pesos de los cuerpos como el sol una estrella, otro planeta, en fín, aplicada para nosotros existe pero difiere en distintas zonas del planeta y a distintas alturas.
Quizas me estoy enredando un poco, pero bueno, solo quería aportar a lo que dice emilio, nos falta mucho por descubrir y por entender.
el 1 de marzo del 2011 a las 0:19
El otro día leí que estaban viendo la posibilidad de viajar en un cometa o en un meteoro para compensar la gravedad,aprovechando tambien su energía/ velocidad.Claro que habría que seleccionar uno cuya órbita pasara cerca del lugar de destino,en este caso era a Marte.Ideas mas locas han triunfado…
Gracias por su generosidad en tantos aspectos.
Saludos para Usted y tambien a los comentaristas
el 1 de marzo del 2011 a las 9:16
Mi estimada amiga, anadelagua:
Es verdad que, actualmente, se están haciendo muchas investigaciones y están en marcha muchos proyectos, todos ellos, encaminados a solucionar el problema de la Gravedad (en más o en menos, según la situación) que podemos encontrar en otros lugares fuera de la Tierra.
El que mencionas es uno más, y, no debemos extrañarnos de lo que sobre el tema podamos leer y oír, ya que, los científicos, cuando parten a la búsqueda de soluciones, no siempre tienen, de partida, claridad en la elección del camino a seguir y, siendo así, prueban diferentes modelos y experimentos esperando que, algunos de ellos, les traiga la solución soñada y, necesaria.
Es un placer poderla tener por aquí, su presencia siempre será bien acogida y, de parte de toda esta familia, le agradezco la estima que nos muestra y que, como no podía ser de otra manera, es correspondida.
SAludos cordiales.
el 1 de marzo del 2011 a las 13:27
Una pregunta algo inocente, más que nada para conocer las respuestas que puedan aportar. Lo que nos mantiene con los pies en el suelo, es la gravedad ¿no es cierto?. La energía cinética del planeta tiene algo que ver en esto o estoy confundiendo las cosas nuevamente?. Gracias de antemano por sus valiosas respuestas.
Saludos cordiales.
el 1 de marzo del 2011 a las 14:52
Lo que nos mantiene con los pies en el suelo es la gravedad, cierto. La energía cinética es una energía (capacidad para realizar trabajo), no una fuerza y depende de la velocidad del planeta, que no deja de ser relativa respecto el sistema de referencia que se escoja.
el 1 de marzo del 2011 a las 15:52
Muchas gracias Zephyros por tu pronta y esclarecedora respuesta, ya que estamos con la mano en la masa, hago otra pregunta del mismo estilo, ¿lo que nos mantiene en órbita es la fuerza de gravedad o la del electromagnetismo?. Gracias nuevamente.
Un saludo.
el 1 de marzo del 2011 a las 16:18
Tú mismo te has respondido: “con las manos en la masa”
el 1 de marzo del 2011 a las 16:41
Ah que bien! gracias igualmente Zephyros.
Un cordial saludo.
el 18 de marzo del 2011 a las 15:43
La Ciencia Ficción funciona como una ventana a un posible futuro, sin embargo a veces hay que saber diferenciar cuándo algo deja de formar parte de la ficción de algún futuro y, se hace real ante nuestros ojos en el presente.
el 6 de agosto del 2012 a las 13:52
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el 6 de agosto del 2012 a las 17:18
¡Hola, Celeste.
Me congratulo de que el trabajo expuesto te guste y te parezca refrecante…¡con este calor! biene estupendamente.
Aparte de bramas, siempre está bien que alguien (en este caso tu persona), valore lo que con tan buena intención hacemos aquí.
Gracias amiga.