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¿El misterio más profundo? ¡La Mente!
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Cerebro y Mente ~ Comments (3)
¡La Hiperdimensionalidad!
Estados de Conciencia ¿Dónde están sus niveles=
La Naturaleza de la Mente es el misterio más profundo de la Humanidad, se trata, además, de un enigma de proporciones gigantescas, que se remonta a milenios atrás, y que se extiende desde el centro del cerebro hasta los confines del Universo.
Tenemos conciencia de dónde estamos
Es un secreto que provocó vértigo y depresión en alguna de las mentes más preclaras de algunos de los filósofos y pensadores más grandes que en el mundo han sido. Sin embargo, este amplio vacío de ignorancia está, ahora, atravesado, por varios rayos de conocimiento que nos ayudará a comprender cómo se regula la energía mental. Hay personajes, como nuestro contertulio, de Argentina, Antonio Salguero que, con más o menos acierto, se preocupan por este misterio, y, al menos, exponen ideas nuevas y originales que… ¡Quién sabe…!
Vaya por delante que, son muchas las preguntas que no sabemos contestar: ¿Es la materia inerte? ¿Es posible que pueda evolucionar hacia la consciencia y los pensamientos? ¿Es como dice Salguero, una dualidad mental en la que están presentes dimensiones extra, y, la mecánica cuántica, o, partículas subatómicas, intervienen en un proceso desconocido, pero que está con nosotros.
El cerebro tiene una actividad permanente y tratamos de comprender sus mecanismos
Aunque puede que no sepamos que es la Mente, sabemos algunas cosas sobre el cerebro. Está formado por una red, una increíble maraña de “cables” eléctricos que serpentean a través de una gran cantidad de “sustancias” neuroquímicas. Existen quizás cien mil millones de neuronas en el cerebro humano, tantas como estrellas hay en la Vía Láctea, y, cada una de ellas recibe datos eléctricos de alrededor de mil neuronas, además de estar en contacto y en comunicación con unas cien mil neuronas más.
El suministro de datos que llega en forma de multitud de mensajes procede de los sentidos, que detectan el entorno interno y externo, y luego envía el resultado a los músculos para dirigir lo que hacemos y decimos. Así pues, el cerebro es como un enorme ordenador que realiza una serie de tareas basadas en la información que le llega de los sentidos. Pero, a diferencia de un ordenador, la cantidad de material que entra y sale parece poca cosa en comparación con la actividad interna. Seguimos pensando, sintiendo y procesando información incluso cuando cerramos los ojos y descansamos.
Es bien conocido y ha sido mil veces comprobado, el hecho de que, mientras dormimos, nuestras mentes siguen trabajando y las ideas bullen dentro del cerebro, e, incluso, no pocas veces, nos despiertan sobresaltados si el tema tratado es inquietante. Los pensamientos que el cerebro genera, durante todo el tiempo de nuestras vidas, están surgiendo como el producto inmaterial de una Mente prodigiosa que nos acompaña desde que nacemos y que toma consciencia en los primeros meses de nuestra niñez, a partir de esos momentos, va tomando forma y crece de manera exponencial: A más conocimientos más grande será la Mente para comprender el mundo que la rodea y el Universo al que pertenece.
Ramón y Cajal plasmó de manera exacta en estos dibujos lo que llevamos en el cerebro
La unidad a partir de la cual se configuran todas las fabulosas actividades del cerebro es una célula del mismo, la neurona. Las neuronas son unas células fantásticamente ramificadas y extendidas, pero diminutas.
La hipótesis neuronal de las células anatómicamente separadas se estableció cuando Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) modificó el método cromo-argéntico de Golgi y lo utilizó en una serie magistral de experimentos. Aunque Golgi y Ramón y Cajal compartieron el premio Nobel en 1906, siguieron siendo rivales encarnizados hasta el final.
Si todas las neuronas del cerebro, los cien mil millones, están anatómicamente separadas unas de otras, ¿Cómo podían los mensajes eléctricos que pasaban a través de cada una de ellas saltar de una neurona a la siguiente?. La respuesta es que no saltan sino que hacen otra cosa, y esto tiene una importancia fundamental en relación con el modo en que funciona el cerebro.
El descubrimiento fue realizado por Otto Loewi, cuando trabajaba en Australia durante la década de 1920. Loewei estaba trabajando con la transmisión neuronal del cerebro al corazón a través del nervio vago. Aisló el corazón de una rana con el nervio vago intacto, y demostró que la estimulación del nervio hacía que los latidos del corazón fueran más lentos. Pero él quería saber cómo se transmitía al corazón el mensaje eléctrico que transporta el nervio vago. ¿Se trataba de una conexión eléctrica o química, o de alguna otra cosa diferente? La clave estaba en una solución química que bañaba el corazón después de la estimulación del nervio vago que como consecuencia segregaba esta sustancia química que hacía de intermediaria en la transmisión del mensaje desde una célula a la siguiente.
El cerebro es una máquina más potente de lo que podemos comprender
Por lo tanto, los impulsos eléctricos nerviosos pasan a los extremos de las neuronas, donde la llegada del impulso hace que la terminación nerviosa libere una sustancia química (un neurotransmisor), que cruza el estrecho espacio que hay entre dos neuronas (la sinapsis), y entonces la sustancia química actúa sobre la segunda neurona para modificar su capacidad de emitir , a su vez, impulsos nerviosos. Cada neurona liberará sólo un tipo de neurotransmisor (habitualmente), pero lo liberará hacia muchas neuronas diferentes.
Las neuronas que tan importante función desarrollan en la dinámica general del cerebro
Existen dos neurotransmisores principales en el cerebro: el glutamato y el GABA. El glutamato actúa sobre la segunda neurona para aumentar la probabilidad de que emita un impulso nervioso (por lo que es un transmisor excitante), mientras que el GABA actúa para disminuir la probabilidad de que lo emita (luego es un transmisor inhibidor).
Constantemente recorre nuestro cuerpo miles de moléculas implicadas en la transmisión de información que conectan unos sistemas con otros: hormonal, neuronal o inmune. Estas moléculas, hormonas, citoquinas, factores varios o neurotransmisores hacen que nuestro organismo sea una entidad particular y personal. Uno de esos neurotransmisores, el principal excitatorio cerebral, es el glutamato…
El glutamato es un aminoácido producido por el cerebro a partir del momento en el que se cierra la barrera hematoencefálica y deja de poder captarse del torrente sanguíneo. Este compuesto se sintetiza en unas células denominadas astrocitos, que forman parte del conjunto glial que, a su vez, participan en el mantenimiento del conjunto del sistema nervioso –central y periférico-.
La energía está en nosotros y transmite datos y hace conexiones múltiples para conseguir el todo que somos
No obstante, una neurona no recibe una sola entrada desde una sinapsis neuronal individual, sino que recibe muchos miles. Decenas de miles de sinapsis desde miles de neuronas diferentes cubren la superficie ramificada de una sola neurona. Omito explicar aquí (podría ser tedioso para del lector) todos los mecanismos de los transmisores entre sinapsis y las ramas de salida (los axones) por las que se desplazan las señales eléctricas como ondas.
Una neurona, o una red de neuronas, puede así recoger información de muchas fuentes, incluídos los sentidos, la memoria y las emociones, para controlar la señal que ella misma va a emitir y que finalmente puede ocasionar una contracción o una relajación muscular.
Aditivos artificiales evitémoslos
El glutamato es el principal neurotransmisor del cerebro, pero paradójicamente es también una toxina poderosa para las células del sistema nervioso. Cuando los niveles de glutamato son bajos, actúan como una señal entre neuronas, pero si son excesivos las sobreexcitan y las matan.. Esta acción “excito-tóxica” del glutamato parece ser la causa de muerte neuronal durante las apoplejías y en las enfermedades neurodegenerativas, tales como la de Alzheimer, la de Parkison, y la esclerosis múltiples.
El glutamato es uno de los aditivos más frecuentes en los alimentos, presentándose en forma de sal como glutamato monosódico (GMS). Actúa reforzando el sabor y es omnipresente en la cocina china: la salsa de soja es especialmente rica en glutamato. Afortunadamente, el glutamato que está en el intestino y en la sangre apenas penetra en el cerebro, porque la barrera “sangre-cerebro” impide que glutamato cruce desde la sangre al cerebro.
La comida China no es siempre recomendable
No obstante, en medicina existe un trastorno conocido como “síndrome del restaurante chino” -donde nunca he comido, ni comeré- que puede aparecer por comer demasiados alimentos saturados de glutamato y que consiste en unos niveles tan elevados en la sangre que no puede impedir que entre en el cerebro y cause la muerte neuronal. Claro que, otras fuentes nos dicen que el GABA, actúa como calmante y de alguna manera, contrarresta el mal. De hecho, los barbitúricos, el principio activo de las píldoras para dormir que toman algunos enfermos depresivos y las benzodiacepinas, como el Librium o el Valium, que reduce la ansiedad, actúan, por ejemplo, reforzando la acción del GABA en su receptor neuronal.
Gira y gira… pero, ¿hacia qué lado la ves girar?
Sí, la mente es poderosa y, si miras finamente la imagen de arriba, veras como la chica que gira hacia la derecha, de pronto, y sin saber cómo, la ves girando hacia la izquierda. ¿Es la mente la que produce el cambio?
emilio silvera
el 21 de diciembre del 2015 a las 17:43
Exelente post, muchas gracias por compartir Emilio.
el 22 de diciembre del 2015 a las 8:45
¡Hola.amiga María!
Como ya sabes, aquí estamos para contar cosas y divulgar temas de ciencia, y, si lo conseguimos aunque sólo sea en parte… ¡Bien pagados quedamos!
Un saludo cordial.
el 22 de diciembre del 2015 a las 18:25
En la imagen de la chica que gira, el ojo, la retina “se cansa” y pierde el ritmo del giro por lo que lo ve como si girara en sentido contrario. Es un atraso o adelanto en la percepción.
Aunque distinto algo parecido ocurre con el giro de una rueda en que los radios se superponen en el tiempo de giro y parece que lo haga en sentido contrario. Es nuestra percepción la que no puede seguir el ritmo. En el segundo caso la velocidad de giro es fundamental tanto como la paridad o no paridad de radios según su número sea pare o impar. Será por eso seguramante que en las ruedas acuales de los automóviles el número de travesaños es impar, la frecuencia o superposión en la rotación de los radios no es coincidente.
En el caso de chica que gira el nº de radios o miembros en giro son pares, aunque en asimetría radial. El efecto siempre se produce.
Una explicación muy sui generis, no otra cosa.