Feb
16
¡El Universo! Ese gran misterio
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Astronomía y Astrofísica ~ Comments (2)
Hay que prestar atención a las coincidencias. Uno de los aspectos más sorprendentes en el estudio del universo astronómico durante el siglo XX, ha sido el papel desempeñado por la coincidencia: que existiera, que fuera despreciada y que fuera recogida. Cuando los físicos empezaron a apreciar el papel de las constantes en el dominio cuántico y a explorar y profundizar en la nueva teoría de la gravedad de Einstein para describir el Universo en conjunto, las circunstancias eran las adecuadas para que alguien tratara de unirlas.
Longitud de Planck y estructura cuántica del espacio. En todo el dominio de la física clásica que abarca desde la mecánica newtoniana hasta la teoría de la Relatividad.
Símbolo Nombre Valor Unidad Longitud de Planck 1.616199(97) × 10-35 m Velocidad de la luz en el vacío 299792458 m / s Constante de gravitación universal 6.674 × 10-11 N m2 / kg2 Constante de Planck reducida 1.054571817 × 10-34 J s La longitud de Planck (Lp) es la distancia o escala de longitud por debajo de la cual se espera que el espacio deja de tener una geometría clásica. Una medida inferior previsiblemente no puede ser tratada adecuadamente en los modelos de física actuales debido a previsibles efectos cuánticos extraños.
Entró en escena Arthur Eddington; un extraordinario científico que había sido el primero en descubrir cómo se alimentaban las estrellas a partir de reacciones nucleares. También hizo importantes contribuciones a nuestra comprensión de la galaxia, escribió la primera exposición sistemática de la teoría de la relatividad general de Einstein y fue el responsable de verificar, en una prueba decisiva durante un eclipse de Sol, la veracidad de la teoría de Einstein en cuanto a que el campo gravitatorio del Sol debería desviar la luz estelar que venía hacia la Tierra en aproximadamente 1’75 segmentos de arco cuando pasaba cerca de la superficie solar, y así resultó.
Albert Einstein y Arthur Stanley Eddington se conocieron y se hicieron amigos. Se conservan fotos de los dos juntos conversando sentados en un banco en el jardín de Eddington en el año 1930, donde fueron fotografiados por la hermana del dueño de la casa.
Aunque Eddington era un hombre tímido con pocas dotes para hablar en público, sabía escribir de forma muy bella, y sus metáforas y analogías aún las utilizan los astrónomos que buscan explicaciones gráficas a ideas complicadas. Nunca se casó y vivió en el observatorio de Cambridge, donde su hermana cuidaba de él y de su anciana madre.
Eddington creía que a partir del pensamiento puro sería posible deducir leyes y constantes de la naturaleza y predecir la existencia en el universo de cosas como estrellas y galaxias. ¡Se está saliendo con la suya!
Entre los números de Eddington, uno lo consideró importante y lo denominó “número de Eddington”, que es igual al número de protones del universo visible. Eddington calculó (a mano) este número enorme y de enorme precisión en un crucero trasatlántico concluyendo con esta memorable afirmación.
“Creo que en el universo hay
15.747.724.136.275.002.577.605.653.961.181.555.468.044.717.914.527.116.709.366.231.425.076.185.631.031.296
protones y el mismo número de electrones.”
Este número enorme, normalmente escrito NEdd, es aproximadamente igual a 1080. Lo que atrajo la atención de Eddington hacia él era el hecho de que debe ser un número entero, y por eso en principio puede ser calculado exactamente.
Durante la década de 1920, cuando Eddington empezó su búsqueda para explicar las constantes de la naturaleza, no se conocían bien las fuerzas débil y fuerte, y las únicas constantes dimensionales de la física que sí se conocían e interpretaban con confianza eran las que definían la gravedad y las fuerzas electromagnéticas.
Eddington las dispuso en tres grupos o tres puros números adimensionales. Utilizando los valores experimentales de la época, tomó la razón entre las masas del protón y del electrón:
mp / me ≈ 1.840
La inversa de la constante de estructura fina:
2πhc / e2 ≈ 137
Y la razón entre la fuerza gravitatoria y la fuerza electromagnética entre un electrón y un protón:
e2 / Gmpme ≈ 1040
A éstas unió o añadió su número cosmológico, NEdd ≈ 1080.
A estos cuatro números los llamó “las constantes últimas”, y la explicación de sus valores era el mayor desafío de la ciencia teórica.
“¿Son estas cuatro constantes irreducibles, o una unificación posterior de la física demostrará que alguna o todas ellas pueden ser prescindibles?
¿Podrían haber sido diferentes de los que realmente son?”
De momento, con certeza nadie ha podido contestar a estas dos preguntas que, como tantas otras, están a la espera de esa Gran Teoría Unificada del Todo, que por fin nos brinde las respuestas tan esperadas y buscadas por todos los grandes físicos del mundo. ¡Es todo tan complejo! ¿Acaso es sencillo y no sabemos verlo? Seguramente un poco de ambas cosas; no será tan complejo, pero nuestras mentes aún no están preparadas para ver su simple belleza. Una cosa es segura, la verdad está ahí, esperándonos.
Para poder ver con claridad no necesitamos gafas, sino evolución. Hace falta alguien que, como Einstein hace más de 100 años, venga con nuevas ideas y revolucione el mundo de la física que, a comienzos del siglo XXI, está necesitada diera un nuevo y gran impulso. ¿Quién será el elegido? Por mi parte me da igual quién pueda ser, pero que venga pronto. Quiero ser testigo de los grandes acontecimientos que se avecinan, la teoría de supercuerdas y mucho más.
Igualmente, antes de pasar a otros temas, debo comentar que algunos físicos piensan que las constantes de la naturaleza son “reprocesadas” cuando la materia colapsa en una singularidad de densidad infinita, por ejemplo, cuando un universo cerrado colapsa y rebota a un estado de expansión, como fue sugerido por primera vez por John A. Wheeler. El universo colapsa en el Big Crunch y explota expandiéndose para formar un nuevo universo y comenzar de nuevo.
Mirando al cielo estrellado, o desde la orilla, la inmensidad del océano que se pierde en el horizonte, nos podríamos sentir insignificantes. Sin embargo, no es así como deberíamos mirarlo. He dicho algunas veces que todo lo grande está hecho de cosas pequeñas, y esa afirmación nos da la respuesta. Formamos parte de algo muy grande: el Universo.
Estamos en un nivel de sabiduría aceptable pero insuficiente; es mucho el camino que nos queda por recorrer y, como dice Freund: “La energía necesaria ara explorar la décima dimensión es mil billones de veces mayor que la energía que puede producirse en nuestros mayores colisionadores de átomos. La empresa resulta difícil para seres que, como nosotros, apenas tenemos medios seguros para escapar del débil campo gravitatorio del planeta Tierra, cuanto más poder alcanzar la energía de 1019 GeV.
Allí si estuvo la energía necesaria para verificar las cuerdas
Energías de tal calibre, que sepamos sólo han estado disponibles en el instante de la creación del universo, en su nacimiento, en eso que llamamos Big Bang. Solamente allí estuvo presente la energía del hiperespacio de diez dimensiones, y por eso se suele decir que cuando llegue la teoría de cuerdas sabremos y podremos desvelar el secreto del origen del universo. A los físicos teóricos siempre les resultó provechoso introducir dimensiones más altas para fisgar libremente en secretos celosamente escondidos.
La Teoría de C unificada, T. M., tiene 11 dimensiones
Según esa nueva teoría, antes del Big Bang nuestro cosmos era realmente un universo perfecto de diez dimensiones, deca-dimensional, un mundo en el que el viaje inter-dimensional era posible. Sin embargo, ese mundo deca-dimensional era inestable, y eventualmente se “rompió” en dos, dando lugar a dos universos separados: un universo de cuatro y otro universo de seis dimensiones.
El Universo en el que vivimos nació de ese cataclismo cósmico. Nuestro universo tetradimensional se expandió de forma explosiva, mientras que nuestro universo gemelo hexa-dimensional se contrajo violentamente hasta que se redujo a un tamaño casi infinitesimal.
Eso podría explicar el origen del Big Bang y, si la teoría es correcta, demuestra que la rápida expansión del universo fue simple consecuencia de un cataclismo cósmico mucho mayor; la ruptura de los propios espacio y tiempo. La energía que impulsa la expansión observada del universo se halla entonces en el colapso del espacio y el tiempo de diez dimensiones. Según la teoría, las estrellas y las galaxias distantes están alejándose de nosotros a velocidades astronómicas debido al colapso original del espacio y el tiempo de diez dimensiones.
Esta teoría predice que nuestro Universo sigue teniendo un gemelo enano, un universo compañero que se ha enrollado en un pequeña bola de seis dimensiones (en la escala de Planck) muy pequeña para ser observada. Ese universo hexa-dimensional, lejos de ser un apéndice inútil de nuestro mundo, podría ser en última instancia nuestra salvación.
En fin, tenemos mucho que aprender y nos queda mucho por descubrir.
emilio silvera
el 16 de febrero del 2022 a las 9:27
Prueba
el 16 de febrero del 2022 a las 9:27
Las coincidencias puede ser que no sean tales. ¿Es una coincidencia que la carga de todos los electrones que rodean a un átomo determinado, coincidan con la carga de los protones (nucleones) que contiene el núcleo atómico? No creo que sea una coincidencia sino que, por el contrario, esas cargas coinciden para que el átomo sea estable. Y, si es así, nos podríamos preguntar: ¿La Naturaleza tiene conciencia de lo que hace?
Está claro que no tengo un intelecto del nivel necesario para contestar a esa pregunta pero… ¡Te hace pensar!
Y, de la misma manera te hacen pensar muchas otras cuestiones y hechos que hemos podido, primero observar y después verifi9car que ocurre en otros muchos ámbitos como por ejemplo que las explosiones supernovas creen hermosas Nebulosas y, a partir de ellas, surjan nuevas estrellas y nuevos mundos. Es la destrucción de la creación.
De esa manera, en las galaxias se producen acontecimientos naturales que crean Entropía negativa, lo que tampoco es una coincidencia sino que se trata de un proceso natural muy medido y exacto para que ocurra una y otra vez durante cientos de miles de años y millones. Con el paso de los eones, de manera incesante, se producen acontecimientos que no son coincidencias sino que, por el contrario, son elaborados procesos encaminados a conseguir unos fines.
Me he preguntado muchas veces si el Universo “sabría” que nosotros y otras formas de vida íbamos a venir.