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El divagar de la mente

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en General    ~    Comentarios Comments (0)

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Aunque nos cueste creerlo el Tiempo, se lo lleva todo, y los recuerdos, no son una excepción. Como las ondas que se producen en la superficie del agua y se alejan y alejan hasta desaparecer, así pasa con los recuerdos que vez se ven más borrosos en nuestra memoria. El más destacado explorador del oscuro continente del la memoria fue el inspirado vagabundo Giordano Bruno (1548-1600). Cuando era un joven fraile en Nápoles se había iniciado en el famoso arte domínico de la memoria, y al abandonar la orden de Santo Domingo, los legos esperaban que desvelara los secretos de estos religiosos.

              Gravedad cuántica - Wikipedia, la enciclopedia libreLa gravedad cuántica estaría escondida en los agujeros negros • Tendencias21
“La gravedad cuántica es el campo de la física teórica que procura unificar la teoría cuántica de campos, que describe tres de las fuerzas fundamentales de la naturaleza, con la relatividad general, la teoría de la cuarta fuerza fundamental: la gravedad. La meta es lograr establecer una base matemática unificada que describa el comportamiento de todas las fuerzas de la Naturaleza, conocida como la teoría del campo unificado.”
                                                  Pseudociencias fuera de la Universidad! – Bio (Ciencia+Tecnología)
“La pseudociencia es aquella afirmación, creencia o práctica (‘pseudoterapia o ‘falso tratamiento’) que es presentada como científica y fáctico, pero es incompatible con el método científico. A menudo se caracteriza por el uso de afirmaciones vagas, contradictorias, exageradas o infalsables; la dependencia en el sesgo de confirmación en lugar de pruebas rigurosas de refutación; poca o nula disposición por parte de sus seguidores a aceptar evaluaciones externas de expertos; y en general, la ausencia de procedimientos sistemáticos para el desarrollo racional de teorías.”
                                               Isaac Asimov, el escritor que predijo el futuro
El futuro sólo lo podemos imaginar, y, dependiendo de los conocimientos, la imaginación, la fantasía, los escenarios que cada mente pueda construir, así serán los distintos escenarios que, del futuro, podamos representar. Sin embargo, ninguno de ellos será exactamente una representación real del Futuro que vendrá.

materia oscura.

 

El mundo después de la revolución: la física de la segunda mitad del siglo  XX | OpenMind

Física teórica: Una conexión inesperada entre la física de partículas y la  inteligencia artificial | Investigación y Ciencia | Investigación y Ciencia

 

Los físicos teóricos no dejarán nunca de imaginar cómo funciona la Naturaleza. De hecho, imagina cosas que… ¡No podemos saber si serán ciertas! Ese es, amigos míos, el caso de la “materia oscura”. La dan por cierta, y, la realidad es que de ella no tenemos el menor indicio. Todo son especulaciones.

 

 

Los procesos científicos que comentamos en este lugar lugar, los fenómenos del Universo que hemos debatido y,  los misterios y secretos que el inmenso Cosmos nos oculta han contribuido, aunque inadvertidamente, a comprometer e involucrar a nuestra especie en la vastedad del Universo. La astronomía al destrozar las esferas cristalinas que, según se decía, aislaban la Tierra de los ámbitos etéreos que se hallan por encima de la Luna, nos puso en el Universo. La Física cuántica  destruyó la metafórica hoja de cristal que supuestamente separaba al observador distante del mundo observado; descubrimos que estamos inevitablemente enredados en aquello que estudiamos.

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La Astrofísica, al demostrar que la materia es la misma en todas partes y que en todas partes obedece a las mismas leyes, reveló una unidad cósmica que se extiende la fusión nuclear en las estrellas la química de la vida que allí se produce a lo largo de todo el Universo. La evolución darwiniana, al destacar que todas las especies de la vida terrestre están relacionadas y que todas surgieron de la materia ordinaria, puso de manifiesto que no hay ninguna muralla que nos separe de las otras criaturas de la Tierra, o del planeta que nos dio la vida: que estamos hechos del mismo material del que están hechos los mundos.

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La convicción de que, en cierto sentido, formamos una unidad con el Universo, por supuesto, ha sido afirmada antes muchas veces, en otras esferas de pensamiento. Yahvé creó a Adán del polvo; el griego Heráclito escribió que “todas las cosas son una sola”; Lao-tse, en China, describió al hombre y la naturaleza gobernados por un solo principio (“lo llamó el Tao”); y la creencia en la unidad de la Humanidad con el cosmos estaba difundida los pueblos anteriores a la escritura, como lo puso de relieve el jefe indio Suquamish Seattle, quien declaró en su lecho de muerte que, “todas las cosas están conectadas, como la sangre que une a una misma familia. Todo es como una misma familia, os lo digo”.

Lo cierto es que, en nuestro Universo, todo está conectado por los hilos invisibles del Tiempo, y, desde luego, como dijo el sabio: “Todas las cosas son”. Con esas sencillas palabras elevó a las “cosas” a la categoría de Ser.

Hay algo sorprendente en el hecho de que la misma concepción general ha surgido de ciencias que se enorgullecen de su lúcida búsqueda de hechos objetivos, empíricos. los mapas de cromosomas y los registros fósiles que representan las interconexiones de todos los seres vivos de la Tierra, hasta la semejanza de las proporciones químicas cósmicas con las de las especies vivas terrestres, nos muestran que realmente formamos parte del Universo en su conjunto.

La verificación científica de nuestra participación en las acciones del Cosmos, luego, muchas implicaciones. Una de ellas es, si la vida inteligente ha evolucionado en este planeta, también puede haberlo hecho en otras partes. La Teoría de la evolución de Darwin, aunque no explica el antiguo enigma de por qué existe la vida, deja claro que la vida puede surgir de la materia ordinaria y evolucionar hasta una “inteligente”, al menos en un planeta como la Tierra que gira alrededor de una estrella como el Sol (más de diez mil millones en la Vía Láctea solamente) y, presumiblemente, más que unos pocos planetas semejantes a la Tierra, podemos especular que no somos la única especie que ha estudiado el Universo y se ha preguntado sobre su papel en él.

Nuestra comprensión de la relación de la Mente en el Universo puede depender de que podamos tomar contacto con otra especie inteligente con la cual compararnos. Raramente la ciencia ha obtenido buenos resultados al estudiar fenómenos de los que sólo tenía un ejemplo:

Las leyes de Newton y Einstein habrían sido mucho más difíciles -quizá imposibles- de formular si sólo hubiese habido un planeta para someterlas a prueba, y a menudo se dice que el problema de la cosmología es que sólo tenemos un universo para examinar. (El descubrimiento de la evolución cósmica reduce un poco la dificultad al ofrecer a nuestra consideración el muy diferente del Universo en los primeros momentos de la evolución cósmica.) La cuestión de la vida extraterrestre, pues, va más allá de problemas  el de si estamos solos en el Universo, o si podemos esperar tener compañía cósmica o si debemos temer invasiones exteriores; también es un modo de examinarnos a nosotros mismos y nuestra relación con el resto de la Naturaleza.

Aunque mucho de esto es,  el interés reciente por la vida extraterrestre considerarse como un resultado del último vuelco en la fortuna del materialismo, la doctrina filosófica según la cual es posible explicar los sucesos exclusivamente en términos de interacciones materiales, sin recurrir a conceptos insustanciales tales como el espíritu. El darwinismo engendró una nueva actitud de respeto hacia las potencialidades de la materia ordinaria: un montón de barro en un charco de agua de lluvia empieza a parecer mágico, si se piensa que sus iguales de antaño lograron elevarse hasta dar origen a todo el conjunto de la vida terrestre, inclusive la del individuo que contempla el barro. Una persona reflexiva, recordando que su ascendencia se remonta, a través de los mamíferos, hasta los peces, los aminoácidos, los azúcares de la materia prebiótica, no puede estar de acuerdo con Martín Lutero en que la Tierra es “sucia” y “nociva”, o aceptar el veredicto de la Christia Sciencie de que “no hay vida, verdad, sustancia ni inteligencia en la materia”.

¿La Vida? ¡Podría estar presente en tantos lugares! El Universo es inmenso, está lleno de galaxias de estrellas y de mundos. Pensar en la remota posibilidad de que la vida, solamente apareciera aquí, en la Tierra, es ir contra la lógica y despreciar las leyes de la Naturaleza que, en todas partes, actúa de la misma manera.

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                                           Por pensar de esa manera fue quemado en la hoguera

Históricamente, los materialistas se han inclinado a pensar que hay vida en otros mundos. El atomista Metrodoro de Quíos escribió en el siglo IV a. de C. :

“Considerar la Tierra el único mundo poblado en el espacio infinito es tan absurdo como afirmar que en todo un campo sembrado de mijo sólo un grano crecerá”.

Cinco siglos más tarde, el epicúreo Lucrecio sostuvo:

 “Hay infinitos mundos iguales y diferentes de mundo nuestro”.

 

Giordano Bruno, el primer mártir de la Ciencia | Historias de nuestra  Historia

 

La Iglesia católica romana, convencida de que los seres humanos son esencialmente espíritus inmateriales, se sintió amenazada por el punto de vista materialista: cuando Giordano Bruno, el decano renacentista del misticismo popular, afirmaba que la materia “es en verdad toda la naturaleza y la madre de todo lo vivo, y declaró que Dios “es glorificado, no en uno, sino en incontables soles; no es una sola Tierra, sino  mil, que digo, en infinidad de mundos”, fue atado a una estaca de hierro y quemado vivo, el 19 de febrero de 1600, en la Piazza Campo di Fiori de Roma.

Sin embargo, cuando la ciencia creció también lo hizo el materialismo, y con él la creencia de una pluralidad de mundos. Podríamos seguir por este camino y filosofar sobre lo que fue, lo que es y, lo que probablemente será pero, el tiempo se me acaba y,  no quisiera, cerrar en falso este trabajo dejando una equivocada sensación.

                                

Es curioso como los humanos tendemos a simbolizarlo todo, sabemos del ADN y de cómo estamos conformados, tratamos de indagar sobre la conciencia y los mecanismos de la Mente, ese lugar inmaterial que genera el cerebro y del que surgen las ideas y los pensamientos, allí está todo lo que somos y también, en ese misterioso lugar, se crean los sentimientos que crecen y crecen. Sin embargo, tendemos a idealizar los sentimientos con el corazón. ¿Por qué será?

                   Evolución biológica - Wikipedia, la enciclopedia libreLa materia viva

   Algunas formas de materia evolucionada, guardan en sus recuerdos esa memoria de la que hablamos

Sí, la materia tiene memoria y deja sus huellas por todas partes… ¡Hay que saber buscar! En el lugar más inesperado la materia habrá evolucionado hasta el protoplasma vivo que nos llevará hasta la vida, ese estado en el que la materia puede llegar a generar pensamientos, y, hasta sentimientos.

La Ciencia está muy bien, el materialismo viene a poner nuestros pies en el suelo y hace que nos fijemos en las cosas tal como son o, al menos, tal como creemos que son. Sin embargo, una cuestión me tiene desconcertado: ¿Cómo podemos sentir en la forma que lo hacemos? ¿De donde vienen esos sentimientos? ¿Será quizá una muestra suprema de la evolución del mundo material? ¿Tendrá memoria la materia?

Por si acaso, yo dejaría aquí un gran signo de interrogación, ya que, hemos alcanzado una pequeña cota de la altísima montaña que nos hemos propuesta escalar, y, luego, no sabemos lo que nos podremos encontrar cuando lleguemos a cotas más elevadas, ya que, pensar en llegar al final…no parece nada fácil.

emilio silvera

 


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