Ago
23
¿Cambiaremos alguna vez?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en General ~ Comments (0)
“Utopía, cuyo título original en latín es Libellus vere aureus, nec minus salutaris quam festivus, de optimo reipublicae statu, deque nova insula Vtopi (en español, “Librillo verdaderamente dorado, no menos beneficioso que entretenido, sobre el mejor estado de una república y sobre la nueva isla de Utopía“), es un libro escrito por Tomás Moro, publicado en 1516.”
Quiero recordar que fue Tomás Moro el primero que mencionó la palabra utopía, él la acuño queriendo significar y referirse a “lo que no es”, algo que queremos y deseamos pero que, las circunstancias actuales no lo permiten, un sueño de futuro, una esperanza que en el presente, es imposible de realizar y si la queremos, tendremos que luchar por conseguirla.
El sueño de un futuro espacial tripulado
Cuando decimos que algo es utópico nos estamos refiriendo a una cosa, un estado de cosas que sería deseable pero que, las circunstancias actuales no permiten y tenemos que tratar de cambiarlas para hacerla realidad. Es como el sueño de hoy que se realizará en el futuro sólo si ponemos los medios para ello.
Él, Bartolomé de Las Casas, cuando fue consciente del trato injusto que los españoles daban a los Indios nativos, comenzó una lucha en su defensa que se convirtió en la utopía que aún perdura en algunos lugares de nuestro planeta: Hacer dignos a todos los seres humanos y respetar sus derechos que continuamente estamos vulnerando. Si miramos en cualquier sitio, del personaje nos dirán:
“Bartolomé de las Casas O.P. (24 de agosto de 1474 o 14841 – 17 de julio de 1566) fue un encomendero español y luego fraile dominico, cronista, filósofo, teólogo, jurista, “Procurador y protector universal de todos los indios”, obispo de Chiapas en el Virreinato de Nueva España -actual México-, escritor y el principal apologista de los indios.”
Algunos, bien intencionados chocaban con la realidad cruda y descarnada de los hombres miserables y faltos de moral que sólo querían enriquecerse
Las Historias que se pueden contar de la llegada de los españoles a aquellas tierras, no siempre son edificantes y, lo cierto es que trastornaron la vida de aquellos sencillos seres que, en su entorno y a su manera, eran felices. Incluso después de ser ordenado, hacia 1512, Las Casas siguió sin percibir la injusticia que con los indios se estaba cometiendo. Sin embargo, un día de 1514, mientras preparaba en su finca de Cuba el sermón del domingo de Pentecostés que iba a pronunciar en la nueva colonia de Sancti Spiritus, fue súbitamente iluminado:
El conquistador trata de cambiar al conquistado y se aprovecha de el
“Aquel que sacrifica una cosa obtenida injustamente -leyó en el Eclesiastés- hace una oferta ridícula, y los presentes de los hombres injustos no son aceptados”
Al cabo de unos días, repitiendo la experiencia de San Pablo, era un hombre distinto. Completamente convencido de “que todo lo que se ha hecho a los indios hasta ahora es injusto y tiránico”, decidió a los cuarenta años dedicar su vida a “la justicia de esos pueblos indios y a censurar el robo, la maldad y la injusticia cometida con ellos.”
¡Cuántas barbaridades cometidas en el nombre de Dios!
La “santa inquisición”
Muchas son las cosas de las que tenemos que avergonzarnos
“La Inquisición medieval se fundó en 1184 en la zona de Languedoc (en el sur de Francia) para combatir la herejía de los cátaros o albigenses. En ese año el papa Lucio III promulgó la decretal Ad abolendam en la que ordenó que se establecieran tribunales episcopales en toda la Cristiandad Latina que se ocuparan de la herejía 1. Era un tribunal refrendado por Federico I Barbarroja, sin pena de muerte. Ya antes, en 1166, Enrique II de Inglaterra castigó a 30 herejes. En 1249 se implantó también en el reino de Aragón, siendo la primera Inquisición estatal; y en la Edad Moderna, con la unión de Aragón con Castilla, se extendió a esta con el nombre de Inquisición española (1478-1834), bajo auspicio de la monarquía hispánica, cuyo ámbito de acción se extendió después a los territorios conquistados en lo que se denominaría América: la Inquisición portuguesa (1536-1821) y la Inquisición romana (1542-1965). En 1600 se emitió la orden de no incoar más procesos ‘por sodomía‘, por blasfemar, por practicar bestialismo, por herejía y por acusaciones de judaizar en secreto.”
Si pudiéramos ver la verdadera cara que algunos esconden…
¿Seremos algún día (aunque esté muy lejos en el futuro), merecedores de llamarnos “humanos”. Si miramos hacia atrás en el Tiempo, si vemos la verdadera Historia de la “Humanidad”, lo que se dice sentirnos orgullosos no parece lo más ajustado a la realidad.
Sí, también hicimos cosas buenas, y, eso es, precisamente, el atisbo de esperanza que tenemos para no perder la esperanza en ese cambio que vendrá. Si alguna vez nos revelamos contra la desigualdad, si sentimos el dolor ajeno como propio… ¡Entonces sí, seremos humanos!
emilio silvera