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¡La Pintura! Otra forma de lenguaje
por Emilio Silvera ~ Clasificado en General ~ Comments (0)
Heredero del Impresionismo, Van Gogh fue capaz de crear un estilo muy personal, más allá de la luz y el color. Su obra es un claro ejemplo de cómo la pintura puede expresar las emociones y tensiones humanas. Este gran maestro de la pintura tuvo una vida llena de fracasos. Su carácter inestable se iba alimentando de todo aquello que el pintor no conseguía: trabajos frustrados, desamores, ataques epilépticos, un acercamiento a la religión sin éxito, etc. Todo esto, unido a su fracaso como pintor, aumentó su soledad y desánimo.
¿Si supiera lo que ahora pagan por sus cuadros!
Almuerzo de Remeros de Auguste Renoir
Rechazada por el jurado del Salón de 1863, esta obra es expuesta por Manet con el título Le Bain (El Baño) en el “Salón de los Rechazados” autorizado ese año por Napoleón III. Se convirtió en la principal atracción, objeto de burlas y fuente de escándalo.
No obstante, Manet reivindica en el Desayuno sobre la hierba el legado de los maestros antiguos y se inspira en dos obras del Louvre. El Concierto campestre de Tiziano, entonces atribuido a Giorgione, le brinda el tema, mientras que la disposición del grupo central se inspira en un grabado según Rafael: El juicio de Paris.
Pero en el Desayuno sobre la hierba, la presencia de una mujer desnuda en medio de hombres vestidos no está justificada por ningún pretexto mitológico o alegórico. La modernidad de los personajes hace obscena, a los ojos de sus contemporáneos, esta escena casi irreal. Maneta se divierte además llamando su cuadro “Parte cuadrada”.
Las señoritas de Avignón de Picassso
Andre Salmon, ya en 1912, suscitó la idea de que la pintura de vanguardia nació en Francia en 1907 con la creación del revolucionario cuadro de Picasso Las señoritas de Aviñón, considerado además como la obra germinal del lenguaje cubista. Esta rotunda tesis, avalada por otros comentaristas, no ha sido puesta en duda por la historiografía hasta el presente.
De hecho, son los experimentos que llevaron a cabo Pablo Picasso y Georges Braque a partir de ese momento los que configuraron el horizonte estético del cubismo, decididamente afianzado después de 1910 como corriente de vanguardia, que se hizo internacional en apenas dos años. En origen, la composición de las Señoritas está relacionada con las últimas Bañistas de Cézanne y con obras de él derivadas, como las de Matisse Alegría de vivir y Lujo, calma y voluptuosidad, a la que trata de oponerse conceptualmente; pero sobre todo está influida directamente por la estética antiacadémica de la escultura arcaica griega, egipcia, ibérica y negro-africana. Durante 6 meses el pintor estuvo haciendo dibujos previos, cada vez más simplificados, eliminando lo anecdótico para quedarse únicamente con el espacio y las figuras; después lo transformó con violencia, y al fin lo dejó inacabado. Pero de todas formas, con él revolucionó el modo de concebir la pintura, aunque de momento no fuera entendido.
La pintura norteamericana de principios de siglo se halla, como el país mismo, en un complaciente aislacionismo que le aleja de las corrientes culturales de vanguardia que se desarrollan en Europa. Al mismo tiempo se alienta la reivindicación de un arte propio y genuinamente americano, definido precisamente por su alejamiento de las tendencias europeas.
Se desarrolla así el llamado Regionalismo norteamericano, un movimiento liderado por Thomas Hart Benton, al que se unen artistas como Andrew Wyeth, John Stuart Curry, Charles Burthfield, Ben Shan y el artista que hoy nos ocupa y que será uno de sus principales representantes, Grant Word. También hay quien incluye a Edward Hooper dentro del grupo, y sí es cierto que Hooper rechaza la influencia de vanguardia y apuesta por un arte propiamente americano, basado en la reproducción de los rincones de la América más genuina, pero el arte de Hooper es menos rural y más intimista que el de los regionalistas.
Louis Leroy en Charivari, 1874, nos decía:
“¿Qué representa esta tela? Veamos el catálogo. Impresión, sol naciente. Impresión, estoy seguro; puesto que me siento impresionado, debe haber cierta impresión ahí dentro… ¡Y cuánta libertad, cuánta soltura en la realización!
“Probablemente de forma inconsciente, estaba pintando la soledad de una gran ciudad”, dijo el propio Hopper de esta obra. Efectivamente, “Nighthawks” no es sólo la obra más famosa y reproducida del artista, sino que se ha convertido, por derecho propio, en el símbolo de la soledad de la metrópolis contemporánea y en uno de los iconos del Arte del siglo XX.
De esta pintura se han hecho multitud de interpretaciones y consideraciones subjetivas, demostrando así la terrible emoción que ésta provoca en el observador. La visión de estas cuatro figuras anónimas (misteriosamente, Hopper llamó a esta obra una pintura “de tres personajes”) en el interior de un sobre-iluminado bar en la noche de una oscura jungla de asfalto consigue producir una sensación de soledad inevitable. A destacar que, al no representar la puerta de acceso al local, Hopper ha convertido el establecimiento en una prisión de vidrio en la que nadie puede entrar –ni salir.