Ago
20
Otra sobre el Tiempo
por Emilio Silvera ~
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No sólo la Física, también la Filosofía ha sentido curiosidad por saber, lo que realmente el Tiempo es. Lo describen desde muchas perspectivas diferentes, le dan propiedades y comportamientos dependiendo de las situaciones dadas en cada caso, y, lo único cierto es que, nadie sabe lo que es el Tiempo.
¿Se ralentiza el transcurrir del Tiempo si se viaja a la velocidad de la luz en el vacío, o, en realidad, es que al ser sobrepasado su transcurrir nos produce esa sensación?
Como hacemos siempre, con el Tiempo hemos hecho mil y una cábala, lo hemos cuantizado en segundos, o, en el otro extremo, lo hemos convertido en Eones. En otro ámbito del devenir del tiempo, lo dividimos en tres partes:
- PASADO
- PRESENTE
- FUTURO
El Pasado es el Tiempo que podemos recordar, y, si miramos mucho más atrás de nuestro propia presencia, la Historia nos dice y cuenta lo que pasó en ese Tiempo0 Pasado en el que no pudimos estar.
El Presente es el Tiempo en el que estamos, en ese que podemos realizar los sueños, El mismo nombre nos dice lo que es: ¡Un Regalo! Hay que aprovechar ese efímero lapso de Tiempo que tenemos para poder llevar a buen término todo lo que deseamos hacer mientras estamos por aquí.
El Futuro es el Tiempo que no existe, el Tiempo por venir, es el Tiempo incierto, del que no sabemos nada y en el que nunca podremos estar, ya que, lo cierto es que estamos condenados en vivir en un permanente PRESENTE que, de inmediato, se hace Pasado.
Es cierto que el Tiempo es relativo, no es igual para todos, y, su transcurrir dependen de algunos factores que no siempre son materiales, el factor psicológico es de vital importancia en muchas situaciones:
- Ya he contado muchas veces que el Tiempo que pasa el enamorado al lado de su amada, para él, resulta efímero.
- Sin embargo, el Tiempo para el que pasa dolor en la cama del hospital…. ¡Se hace eterno!
Todo lo que podamos elucubrar sobre el Tiempo estará bien, cualquier idea podría ser cierta, y, como no sabemos lo que es el Tiempo, seguiremos conjeturando y elaborando teorías que nos lleven en muchas direcciones sin saber, a ciencia cierta, cual de ellas sería la verdadero.
¿El Tiempo? ¡Un gran dolor de cabeza!
Ago
20
La Historia de la Vida no la pudo escribir nadie
por Emilio Silvera ~
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Son muchas las cosas que no sabemos y, de cada una de ellas, nosotros los humanos, creamos hipótesis y hacemos conjeturas, construimos modelos y, con los datos que hemos podido reunir, dejamos expuesta una teoría de lo que pudo ser. De esa manera hemos creado la “historia” de cómo se formó nuestro Sistema solar a partir de una explosión de supernova que creando una nebulosa sería el origen, hace algunos miles de millones de años, de todo el sistema planetario en el que está la Tierra y nos cobijamos nosotros.
A mayor escala y viajando mucho más lejos en el Tiempo, también hemos “recreado” el escenario que suponemos que pudo existir cuando “nació” el universo, cuando dio comienzo la existencia del Tiempo y apareció el Espacio, se creó la materia y comenzaron a formarse los objetos que hoy podemos contemplar por todo el inmenso Cosmos. De todo ello, de manera “misteriosa” (nadie sabe a ciencia cierta como fue), apareceron los primeros signos de vida, primero en forma de rústicas criaturas y más elaboradas después, cuando con el paso de los años, pudieron evolucionar.
En nuestra región, situada en el interior del brazo de Orión a unos 30.000 años-luz del centro galáctico, las cosas se pudieron suceder, más o menos, como nos dicen al margen de la imagen, con algunas dudas y algunas preguntas sin contestar, así pudieron suceder, a grandes rasgos las cosas. Sin embargo, no es ese el tema que el título nos señala, nos vamos a centrar en la “vida” esa explosión de imaginación que ha tenido el universo para que, al menos en nuestro caso, haya alguien que comente sobre él y también, sobre esa maravilla que representamos: Seres Conscientes en un universo de materia, de explosiones y cambios, de energías sin fin.
Lo cierto es que, el recuerdo de los miles de millones de años de la historia de la vida, no ha podido ser inscrito en la memoria de los seres que la representan, al igual que los últimos millones de años no están grabados en la memoria de los seres humanos, los primeros naturalistas que se sintieron intrigados por los fósiles que encontraban, no pudieron presentir de qué manera aquello que estaban sacando a la luz del día, acabaría por servir para reconstruir el pasado a través de los archivos sedimentarios de la tierra.
De nada sirvieron los razonamientos poéticos y religiosos que les habían preparado para lo contrario. La realidad nos hizo descubrir un mundo distinto, una cronología distinta y una historia distinta. Resulta fácil comprender, en qué medida, los primeros descubrimientos paleontológicos les pudieron parecer (en aquellos tiempos), por tanto, maravillosos y también, desconcertantes, hasta que punto aquella extraordinaria diversidad de formas de vida desaparecidas, su frecuente extravagancia y rareza y el encadenamiento asombroso que parecían ir revelando poco a poco, les debieron fascinar, pero también confundir.
Y, de esa manera, nuestra innata curiosidad, nos llevó a descubrir muchas clases de vida que existió en el pasado, incluso de seres monstruosamente grandes que extinguidos, sirvieron para que todos, antes sus descomunales restos, dejaran volar la imaginación y pudieran construir escenarios ya desaparecidos hacia millones de años. Claro que, todos aquellos descubrimientos, vinieron a ensanchar la mente de lo posible y la concepción de la historia de la vida en la Tierra y también, de manera paralela, hemos ido creando una historia más profunda, de unos 13.750.000 millones de años para la historia del propio universo. Pero, la historia que nos interesa, la de la vida, se remonta a unos 4.000 millones de años (al menos en nuestro planeta), que es el tiempo que tienen los fósiles más antiguo hallados en las rocas más viejas del planeta.
Ya el hombre de Neanderthal se interesaba por los fósiles.
El descubrimiento de edades anteriores a la aparición del hombre tuvo una enorme repercución, a finales del siglo XIX, mucho más allá de los círculos científicos, en buena parte porque reveló paisajes desaparecidos y poblados por criaturas extrañas, predominantemente monstruosas. Incluso en nuestros días los grandes vertebrados del pasado ejercen a menudo una especie de fascinación: ¿no se ha convertido acaso el mamut en el emblema de una cadena de supermercados y no resultan los nombres de muchos dinosaurios mucho más familiares, incluso para los niños, que los numerosos animales actuales?.
Esa familiaridad relativa con criaturas que hasta hace dos siglos, su existencia era inimaginable, es así mismo, un gran logro de la paleontología de los vertebrados sacados a la luz por la ciencia. Claro que, si hablamos de vida, no sólo de grandes animales se compone la gran relación que podríamos hacer de todas aquellas especies que poblaron nuestro planeta y de las que, el 99% están desaparecidas. Ahora, sólo el 1% de todas las especies vivientes siguen presentes y, las demás, por una u otra causa, quedaron extinguidas al no poder adaptarse, al ser eliminadas en las grandes extinciones… ¡y vaya usted a saber cómo!
Cuentan que, durante uno de sus viajes por el Mediterráneo, san Pablo, según la leyenda que circula, naufragó ante las costas de Malta. Habiendo logrado llegar a esa isla, fue mordido por una víbora. Encolerizado, maldijo entonces a todas las serpientes maltesas, por lo que sus lenguas bífidas se transformaron en piedra. Esas lenguas petrificadas, llamadas a veces “lenguas de san pablo”, son muy comunes en Malta; no son otra cosa que los dientes de los tiburones del período mioceno, cuyas formas evocan las lenguas bífidas de las serpientes.
Encontrarse con alguno de estos “angelitos” no sería muy alegre
El relato ilustra muy bien la fascinación que han ejercido desde tiempos inmemoriales ciertos fósiles sobre la imaginación humana y la forma en que pueden ser explicados los orígenes de esos objetos misteriosos, más allá de toda hipótesis científica, en los sistemas de pensamientos tradicionales. Sin embargo, jamás conoceremos las más antiguas de esas leyendas explicativas, ya que el interés por los fósiles se remonta a la prehistoria lejana, tal como nos lo demuestran los diversos descubrimientos arqueológicos.
En el transcurso de sus excavaciones en las cuevas de Arcy-sur-Cure, en Borgoña, el célebre prehistoriador francés André Leroi Gourhan descubrió en un estrato correspondiente qal paleolítico medio una pequeña pero muy antigua “colección paleontológica” ; se trataba de un polípero y de un gasterópodo fósiles, y habían sido llevados a esa cueva por un hombre de Neardenthal. Hará más de 50.000 años posiblemente, que la atención de un “hombre fósil” se vio atraida por esos objetos curiosos, hasta el punto de que se los llevó consigo. No cabe duda de que nunca sabremos cuáles eran las interpretaciones que los hombres prehistóricos daban a los fósiles que recogían. En todo caso, ciertas conchas profundamente enterradas, le pudieron recordar a sus conchas actuales, y bien pudiera ser que se hubieran preguntado en aquel entonces qué hacían sobre las rocas unos animales que se encuentran habitualmente en el agua.
Es cierto que siempre, a lo largo de la Historia, hemos tenido pensadores y naturalistas. La Historia natural es un término cuya definición es problemática, en tanto que diversas disciplinas la abordan de manera diferente. Muchas de estas concepciones incluyen el estudio de las cosas vivientes (por ejemplo, la biología, incluyendo botánica, zoología y ecología); otras concepciones extienden el término al campo de la paleontología, la geografía y la bioquímica, así como a la geología, astronomía y la física. Lo cierto es que, al final del camino, todas esas disciplinas se encuentras, es decir, están de una u otra manera relacionadas. Todo en el Universo tiene una conexión que no siempre podemos ver o comprender.
Claro que, algunos pensadores griegos ya especularon con las viejas conchas fósiles que se hallaban dentro de las piedras y que eran el orgien de especulaciones “geológicas” de algunos que, como Jenófanes o Heródoto, quiénes habían comprendido la naturaleza auténtica de ciertas conchas fósiles y habían sacado conclusiones pertinentes, aquellos restos de organismos marinos, encontrados tierra adentro, demostraba que los mares, se extendían en otras épocas mucho más allá de sus límites actuales.
Como el Universo es igual en todas partes….
Lo cierto es que, hacer historia de la vida en nuestro planeta es imposible, sólo podemos ir atando cabos a medida que se encuentran huellas de ella en las viejas rocas, y, como la vida consciente tardó mucho más en llegar… ¡Carece de historia, toda vez que no existieron cronistas para escribirla! Así, nos vemos abocados a especular juntando todos los datos que hemos podido reunir y, de esas especulaciones, hemos formado un conjunto, si no plausible en su totalidad, sí aceptable mientras no encontremos más respuestas a la gran pregunta: ¿Cómo surgió la vida en la Tierra, y, es nuestro planeta el único lugar del Universo que la contiene?
Claro que, si creemos que la vida es ciudadana del universo sin fronteras, no debemos perder de vista la Panspermia, esas esporas viajeras que llegan a los mundos y en ellos, se posan y dejan pasar el tiempo para que, las condiciones locales, las radiaciones exteriores y propias del lugar, hagan su trabajo para que, con el tiempo suficiente por delante, puedan emerger y crecer hasta llegar a conformar seres con ideas y pensamientos.
Los animales unicelulares han descubierto el método más corto para comer las plantas. La muerte y el sexo han de crearse para que los organismos pluricelulares sean capaces de envejecer y dejar de funcionar como una cooperativa colonial de células. Los animales han descubierto como comerse a otros animales. Por encima de todo, ha evolucionado una especie inteligente, una especie tan lista que ha llegado a descubrir una vía para poder salir de la Tierra y llevar todo el proceso de la evolución hasta el extremo.
Moléculas moviéndose dentro de las células vivas
La célula viva es un sistema dinámico, en cambio constante en el cual las sustancias químicas se tornan ordenados por un tiempo en estructuras microscópicas, tan solo para disolverse nuevamente cuando otras moléculas se juntan para formar los mismos tipos de estructuras nuevamente, o para sustituirlas nuevamente en la misma estructura. Las organelas de las cuales las células están hechas no son más estáticas que la llama de una vela. En cualquier instante, la vela exhibe un patrón dinámico de casamientos y divorcios químicos, de procesos que producen energía y procesos que la consumen, de estructuras formándose y estructuras desapareciendo. La vida es proceso no una cosa.
¿Cómo ese proceso ordenado llegó a existir? Una vez que la célula es una entidad altamente ordenada y no aleatoria (evitando, la torpe regularidad de un cristal), se puede pensar en ella como un sistema que contiene información. La información es un ingrediente que adicionado, trae a la vida lo que serían átomos no vivos. ¿Cómo –nos preguntamos- la información puede ser introducida sin una inteligencia creativa sobrenatural? Este es el problema que la Ciencia aún tiene que responderse, lo que colocaría a Dios en la categoría de completamente desempleado.
La vida, seguramente, fue el resultado de los mismos procesos químicos y físicos que formaron los océanos y la corteza continental de nuestro planeta. Sin embargo, la vida es distinta porque puede experimentar evolución darwiniana. La selección natural ha desempeñado un pepel fundamental en la evolución de plantas y animales durante los primeros tiempos de la historia de nuestro planeta, pero también dirigió la evolución química que hizo posible la propia vida. A grandes rasgos entendemos cómo pueden haber evolucionado las moléculas a partir de precursores simples presentes en la Tierra joven. Sin embargo, sigue siendo un misterio cómo las proteínas, los ácidos nucleicos y las membranas llegaron a interaccionar de forma tan compleja.
Según todos los indicios, en los primeros años del planeta, los continentes que hoy conocemos estaban todos unidos formando la denominada Pangea. El movimiento de las placas tectónicas terrestres logró que estos se separaran y, con el transcurso de millones de años, llegaron a adquirir la moderna forma que hoy conocemos. En todo ese transcurrir y, mientras tanto, una serie de condiciones nuevas aparecieron para hacer posible el surgir de la vida.
Distribución de los continentes hace 260 millones durante el Pérmico. El supercontinente con forma de “C” es Pangea; dentro de la C se localizan los océanos Paleo-Tetis al norte y Tetis al sur; separando ambos océanos se sitúa el continente Cimmeria; cerrando la “C” al noreste se sitúan los microcontinentes de China del Norte y China del Sur; mientras que el resto del globo está ocupado por el océano Panthalassa.
Microfósiles de sedimentos marinos. “Microfósil” es un término descriptivo que se aplica al hablar de plantas o animales fosilizados cuyo tamaño es menor de aquel que puede llegar a ser analizado por el ojo humano. Normalmente se utilizan dos rasgos diagnósticos para diferenciar microfósiles de eucariotas y procariotas.
A partir de todos los fragmentos que la ciencia ha podido ir acumulando, ¿qué tipo de planeta podemos recomponer y qué porcesos tuvieron que darse para que, la vida, tal como la conocemos pudiera surgir? Sin temor a equivocarnos podemos afirmar que, cuando se formó el mar de Warrawoona la Tierra ya era un planeta biológico. Además, las mediciones de isótopos de carbono indican que ya podía haber comenzado la gran liberación ecológica de la fotosíntesis. No podemos tener la certeza si entre los microorganismos de aquel entonces había cianobacterias reproductoras de oxígeno, pero la presencia de cualquier tipo de organismo fotosintético en el océano de Warrawoona es de por sí muy informativa, pues nos permite colocar un punto de calibración en el árbol de la vida.
Los estromatolitos forman parte del registro fósil y son los responsables del oxígeno de la Tierra
Son la evidencia de vida más antigua que se conoce en la Tierra. Las rocas ígneas más antiguas de la Tierra están en Groenlandia y tienen 3800 millones de años. Los estromatolitos más antiguos son de Warrawoona, Australia y tienen unos 3500 millones de años (Precámbricos – Arqueanos). La edad de la Tierra como planeta acrecionado se calcula en 4500 millones de años. La teoría dice que, dadas las condiciones en esa época, los primeros habitantes de la Tierra debieron ser organismos unicelulares, procariontes, y anaerobios. Por tanto, los estromatolitos forman parte del registro fósil más importante de la vida microbiológica temprana. Pero además, vida microscópica fototrófica.
En la nueva concepción de la evolución microbiana que simboliza el árbol, los organismos fotosintéticos aparecen relativamente tarde y se diversifican mucho después del origen de la vida y de la divergencia de los principales dominios de la biología. Si la materia orgánica de Warrawoona es producto de la fotosíntesis, hay que concluir que para entonces la evolución de la vida ya debía llevar en marcha un buen tiempo.
Las observaciones geológicas indican que hace tres mil quinientos millones de años la atmósfera de la Tierra contenía nitrógeno, dióxido de carbono y vapor de agua, pero muy poco oxígeno libre. La mayoría de las inferencias acerca de ambientes antiguos se realizan a partir de pistas sutiles que nos proporcionan la geoquímica; la signatura sedimentaria del oxígeno, sin embargo, es muy llamativa: bandas de color rojo vivo en rocas con silex ricos en hermatita (Fe2 O3), un mineral de óxido de hierro.
En la actualidad, nuestros conocimientos de la vida y ambientes arcaicos son a un tiempo frustrantes y emocionantes: frustrantes por las pocas certezas que tenemos y, sólo muchas hipótesis a partir de los datos dispersos que se van obteniendo, emocionante porque sabemos algo, por poco que esto pueda ser, es estimulante contar con un punto de partida que nos permita continuar en el estudio y la observación, seguir experimentando para que, algún día, sepamos a ciencia cierta, de donde pudo venir la vida.
Es verdad que las rocas más antiguas que podemos identificar nos indican la presencia de organismos complejos ¿qué clase de células vivían en aquellos tiempos aún más lejanos? En última instancia, ¡cuál será el verdadero origen de la vida?
Ademas de las cianobacterias, la microflora puede incluir algas (verdes y diatomeas), hongos, crustaceos, insectos, esporas, polen, rodofitas, fragmentos y sedimentos de todo tipo. La variedad biologica de cada comunidad estromatolitica dependerá de condiciones ambientales e hidrológicas: hipersalino, dulceacuicola, intermareales, submareales, fuertes corrientes, moderadas nulas, calidos, templado, altitud (afecta a la exposicion de la luz uv). En la superficie, es rugosa, porosa y cubierta por mucilago, filamentos, etc. Las particulas de carbonato van quedadonde atrapadas, hasta que la cementacion por crecimiento de cristales, forma una capa mas, de esta forma la estructura aumenta de tamaño.
La Tierra es el tercer planeta del Sistema Solar. Esta situación orbital y sus características de masa la convierten en un planeta privilegiado, con una temperatura media de unos 15º C, agua en forma líquida y una atmósfera densa que pudo evolucionar, con oxígeno y otros ingredientes, condiciones imprescindibles para el desarrollo de la vida.
La creencia general es que hace unos 4.600 millones de años la corteza de la Tierra comenzó a consolidarse y las erupciones de los volcanes empezaron a formar la atmósfera, el vapor de agua y los océanos. El progresivo enfriamiento del agua y de la atmósfera permitió el nacimiento de la vida, iniciada en el mar en forma de bacterias y algas, de las que derivamos todos los seres vivos que habitamos hoy nuestro planeta tras un largo proceso de evolución biólogica.
Aun los organismos más simples son máquinas moleculares extraordinariamente sofisticadas. Las primeras formas de vida tenían que ser muchísimo más sencillas. Necesitamos encontrar una familia de moléculas lo bastante simples como para formarse por procesos químicos y lo bastante complejas como para servir de cimiento a la evolución de las células vivas. Una molécula capaz de contener información y estructura suficientes como para replicarse a sí mismas y, al cabo, para dirigir la síntesis de otros componentes que puedan canalizar la replicación con una eficiencia cada vez mayor.
ESTRUCTURA DE LA CELULA BACTERIANA
Unas moléculas, en fin, que pudieran iniciar una trayectoria evolutiva que permitiera a la vida emanciparse de los procesos físicos que le dieron nacimiento, sintetizando las moléculas necesarias para el crecimiento en lugar de incorporarlas de su entorno y captando energía química o solar para alimentar el funcionamiento de la célula.
El descubrimiento de las enzimas de ARN, o ribosomas, realizado de forma independiente y aproximadamente al mismo tiempo por el bioquímico de Yale Sidney Altman, tuvo un efecto catalítico sobre el pensamiento acerca del origen de la vida.
Los enzimas de ARN (llamadas “ribozimas” o “aptazimas”) son moléculas de ARN capaces de autorreplicarse a temperatura constante en ausencia de proteínas. Utilizan la llamada replicación cruzada, en la que dos enzimas se catalizan el uno al otro de forma mutua. Este proceso permite entender cómo surgió la vida, pero los biotecnólogos las usan para algo mucho más prosaico. Estos enzimas de ARN pueden ser utilizados para detectar una gran variedad de compuestos, incluyendo muchos relevantes en diagnóstico médico. El compuesto orgánico se liga al aptazima, que se replica exponencialmente, amplificando exponencialmente la concentración del compuesto hasta permitir que sea fácilmente detectado.
En palabras del filósofo de la biología Iris Fry, esta extraordinaria molécula se alzó como “el huevo y la gallina al mismo tiempo” en el rompecabezas del orgien de la vida. La vida, esa misteriosa complejidad que surgió a partir de la “materia inerte” que, bajo ciertas y complejas condiciones, dio lugar a que lo sencillo se conviertiera en complejo, a que lo inerte pudiera despertar hasta los pensamientos.
Sabemos que, en ciertas condiciones prebióticas, los aminoácidos se forman fácilmente, así quedó demostrado por Stanley Miller en su gamoso experimento. Como los ácidos nucléicos, pueden unirse para formar péptidos, las cadenas de aminoácidos que se pliegan para formar proteínas funcionales.
Hay teorías para todos los gustos, y, el afamado Freeman Dyson, un renombrado físico que ha pensado profundamente sobre el origen de la vida, sugiere que en realidad la vida comenzó en dos ocasiones, una por la vía del ARN y otra vez por vía de las proteínas. Las células con proteínas y ácidos nucleicos interactivos habrían surgido más tarde en función protobiológica. Y, está claro que, la innovación por alianzas es uno de los principales temas de la evolución.
En el árbol de la vida, nosotros (“tan importantes”), sólo somos una pequeña ramita.
Hay muchos procesos que son de una importancia extrema en la vida de nuestro planeta y, dado que los organismos fotosintéticos (o quimiosinteéticos) no pueden fraccionar isótopos de carbono en más de unas treinta parte por 1.000, necesitamos invocar la participación de otros metabolismos para poder explicar los resultados de las mediciones que se han realizado. Los candidatos más probables son bacterias que se alimentan de metano en los sedimentos. Estas bacterias obtienen tanto el carbono como la energía del gas natural (CH4) y, al igual que los organismos fotosintéticos, son selectivos con los isótopos. A causa de su preferencia química por el 12CH4 frente al 13CH4, los microbios que se alimentan de metano fraccionan los isótopos de carbono en unas veinte o vejnticinco partes por 1.000 en los ambientes donde el metano es abundante. ¿Habeis pensado en la posibilidad de que esos organismos fotosintéticos estén presentes en Titán? ¡El fetín está servido!
Los océanos de metano de titán podrían ser una buena fuente de vida
La fotosíntesis anoxigénica se da en los organismos que utiliza la energía de la luz del sol, dióxido de carbono (sustrato a reducir) y sulfuro de hidrógeno (en lugar del agua) como dador de electrones que se oxida, se fabrican glúcidos y se libera azufre a el medio acuoso donde habitan o se aloja en el interior de la bacteria.
Otra característica es que los organismos fotosintéticos anoxigénicos contienen bacterioclorofila, un tipo de clorofila exclusiva de los foto-organotrofos, usan longitudes de onda de luz que no son absorbidas por las plantas. Estas bacterias contienen también carotenoides, pigmentos encargados de la absorción de la energía de la luz y posterior transmisión a la bacterioclorofila. El color de estos pigmentos dan el nombre a estas bacterias: bacterias púrpuras del azufre y bacterias verdes del azufre. En las cianobacterias los pigmentos captadores de luz son las ficobilinas, por lo tanto se les nombra, bacterias azules.
Cualquiera de estas imágenes de arriba nos cuenta una larga y compleja historia de cómo se pudieron formar cada uno de los ahí representados, y, en cualquiera de sus fases, formas y colores, es toda una gran obra de la Ingenieria de la Naturaleza que, al fin y al cabo, es la única fuente de la que debemos beber para saciar nuestra sed de sabiduría y alejar la ignorancia que nos abruma.
No pocas veces he dejado aquí constancia de que, el Universo, en todas sus regiones, por muy alejadas que estén, se rige por unas leyes que están presentes en todas parte por igual, y, así lo confirman mil observaciones y mil proyectos que a tal efecto se han llevado a buen término. Por ejemplo, mediaciones precisas de isótopos de azufre en muestras de Marte traídas a la Tierra por meteoritos demuestran que muy pronto en la historia del planeta vecino el ciclo del azufre estaba dominado por procesos atmosféricos que producían un fraccionamiento independiente de la masa.
Valles en Marte. (ESA) La región de Valles Marineris, que tiene una longitud de 4.000 kilómetros y una anchura de 600 kilómetros, es el sistema de cañones más grande conocido en el sistema solar, con profundidades que llegan a los diez kilómetros.
Basándose en este descubrimiento del fraccionamiento independiente de la masa, se dirigió la atención sobre las rocas terrestres más antiguas. Para sorpresas de muchos geoquímicos, lo que se hayó fue que el yeso y la pirita de las sucesiones sedimentarias más antiguas de la Tierra también como en Marte, han dejado constancias del fraccionamiento independiente de la masa de los isótopos de azufre. Al igual que en Marte, en la Tierra primitiva la química del azufre se encontraba al parecer influenciada por procesos fotoquímicos que sólo pueden producirse en una atmósfera pobre en oxígeno. La etapa del oxígeno comenzó en nuestra atmósfera a comienzos del eón Ptoterozoico. En suma, todos los caminos de la biogeoquímica llevan al mismo sitio, es decir, lo que pasa aquí pudo pasar allí y, al decir allí, quiero decir en cualquier planeta de cualquier galaxia. Las leyes fundamentales de la Naturaleza son, las mismas en todas partes. No existen sitios privilegiados.
Es difícil imaginarse hoy una Tierra sin oxígeno
Dos equipos independientes de investigadores descubrieron que el oxígeno gaseoso apareció en la atmósfera terrestre unos 100 millones de años antes del evento de la gran oxidación de hace 2400 millones de años. Es decir, cuando cambió la antigua atmósfera y el planeta se equipo con la que hoy conocemos.
El oxígeno es un gas muy reactivo, no existe de manera libre durante un largo período de tiempo, pues forma óxidos o reacciona con otras sustancias de manera rápida. Si está presente en la atmósfera es porque las plantas lo reponen continuamente. Antes de la invención de la fotosíntesis y durante muchos cientos de millones de años no había oxígeno libre en la Tierra.
En los estratos geológicos se pueden encontrar pruebas de la existencia de un momento en el que se produjo una gran oxidación mineral, prueba de que el oxígeno se encontraba ya libre en la atmósfera terrestre por primera vez y en gran cantidad. A este hecho se le ha denominado evento de gran oxidación, o GOE en sus siglas en inglés, y fue un hecho dramático en la historia de la Tierra. Este oxígeno permitió más tarde la aparición de vida animal compleja. Los geólogos creían que durante el GOE los niveles de oxígeno subieron rápidamente desde niveles prácticamente despreciables
Con estas bacterias es posible obtener dos tipos de celdas microbianas o baterías. Unas llamadas celdas de sedimento emplean el lodo donde habitan estos microorganismos; ahí, se produce energía simplemente conectando un electrodo en la parte donde, a cierta profundidad, no hay oxígeno, con otro electrodo que se encuentre en presencia de oxígeno.
¿Cómo respondió la vida a la revolución del oxígeno? Podemos imaginar, un “holocausto de oxígeno” que habría llevado a la muerte y la extinción a innumerables linajes de microorganismos anaeróbicos. Pero hace dos mil doscientos millones de años los ambientes anóxicos no desaparecieron; simplemente, quedaron relegados bajo una capa oxigenada de agua y sedimentos superficiales.
Aquello permitió a la Tierra dar cobijo a una diversidad biológica sin precedentes. Los microorganismos anaeróbicos mantuvieron un papel esencial en el funcionamiento de los ecosistemas, igual que en la actualidad.
En la primera fase de cualquier ejercicio aeróbico, el oxígeno se combina con la glucosa procedente del glucógeno. Al cabo de unos minutos, cuando el cuerpo nota que escasea el azúcar, empieza a descomponer las grasas. Entonces disminuye un poco el rendimiento, mientras el cuerpo se adapta al cambio de origen de su energía. Superado este punto, se vuelve a los niveles y sensaciones normales, pero se queman grasas en lugar de glucosa.
De otro lado, los organismos que utilizan, o al menos toleran el oxígeno se expandieron enormemente. La respiración aeróbica se convirtió en una de las formas principales de metabolismo en las bacterias, y las bacteria quimiosintéticas que obtienen energía de la reacción entre oxígeno e hidrógeno o iones metálicos se diversificaron a lo largo de la frontera entre ambientes ricos en oxígeno y ambientes pobres en oxígeno. Desde ese momento, la Tierra comenzó a convertirse en nuestro mundo.
Nuestro mundo, rico en agua líquida que cubre el 71% de la superficie del planeta, y, su atmósfera con un 78% (en volumen) de Nitrógeno, un 21 de Oxígeno y un 0,9 de Argón, además de dióxido de carbono, hidrógeno y otros gases en cantidades mucho menores que, permiten que nuestros organismos encuentren el medio idóneo para poder vivir. Otros muchos factores presentes en la Tierra contribuyen a que nuestra presencia aquí sea posible.
Las algas verdeazuladas también son llamadas bacterias verdeazuladas porque carecen de membrana nuclear como las bacterias. Sólo existe un equivalente del núcleo, el centroplasma, que está rodeado sin límite preciso por el cromatoplasma periférico coloreado. El hecho de que éstas se clasifiquen como algas en vez de bacterias es porque liberan oxígeno realizando una fotosíntesis similar a la de las plantas superiores. Ciertas formas tienen vida independiente, pero la mayoría se agrega en colonias o forma filamentos. Su color varía desde verdeazulado hasta rojo o púrpura dependiendo de la proporción de dos pigmentos fotosintéticos especiales: la ficocianina (azul) y la ficoeritrina (rojo), que ocultan el color verde de la clorofila.
Mientras que las plantas superiores presentan dos clases de clorofila llamadas A y B, las algas verdeazuladas contienen sólo la de tipo A, pero ésta no se encuentra en los cloroplastos, sino que se distribuye por toda la célula. Se reproducen por esporas o por fragmentación de los filamentos pluricelulares. Las algas verdeazuladas se encuentran en hábitats diversos de todo el mundo. Abundan en la corteza de los árboles, rocas y suelos húmedos donde realizan la fijación de nitrógeno. Algunas coexisten en simbiosis con hongos para formar líquenes. Cuando hace calor, algunas especies forman extensas y, a veces, tóxicas floraciones en la superficie de charcas y en las costas. En aguas tropicales poco profundas, las matas de algas llegan a constituir unas formaciones curvadas llamadas estromatolitos, cuyos fósiles se han encontrado en rocas formadas durante el precámbrico, hace más de 3.000 millones de años. Esto sugiere el papel tan importante que desempeñaron estos organismos cambiando la atmósfera primitiva, rica en dióxido de carbono, por la mezcla oxigenada que existe actualmente. Ciertas especies viven en la superficie de los estanques formando las “flores de agua”.
Sin descanso se habla de quer nosotros, con nuestro comportamiento estamos cambiando la atmósfera de la Tierra, que contaminamos y que, de seguir así, podemos acabar con la vida placentera en el planeta. Tal exageración queda anulada por la realidad de los hechos.
Gigantescas ciudades son una buena muestra de nuestra presencia aquí, y, ¿qué duda nos puede caber? Nuestro morfología nos ha convertido en el ser vivo dominante en el planeta. Sin embargo, no somos los que más hemos incidido en sus condiciones. Si se estudia la larga historia de la vida en la Tierra, podremos ver que una inmensa cantidad de especies han interactuado con la biosfera para modificar, en mayor o menor medida los ecosistemas del mundo. En realidad, la especie que cambió el planeta de manera radical, la que en verdad modificó la Tierra hasta traerla a lo que hoy es, creando una biosfera nueva a la que todas las especies se tuvieron que adaptar (también nosotros), esa especie que, aunque diminuta en su individualidad forma un gigantesco grupo, no son otras que las cianobacterias.
De esa manera, si el oxígeno trajo consigo un cambio revolucionario, las heroínas de la revolución fueron las cianobacterias. Fósiles extraordinarimente bien conservados en síles de Siberia de mil quinientos millones de años de edad demuestran que las bacterias verdeazuladas se diversificaron tempranamente y se han mantenido hasta la actualidad sin alterar de manera sustancial su forma. La capacidad de cambiar con rapidez, pero persistir indefinidamente, compendia la evolución bacteriana.
Las cianobacterias comparten con algunas otras bacterias la habilidad de tomar el N2 del aire, donde es el gas más abundante, y reducirlo a amonio (NH4), una forma que todas las células pueden aprovechar. Los autótrofos que no pueden fijar el N2, tienen que tomar nitrato (NO3-), que es una sustancia escasa. Esto les ocurre por ejemplo a las plantas. Algunas cianobacteria son simbiontes de plantas acuáticas, como los helechos del género Azolla, a las que suministran nitrógeno. Dada su abundancia en distintos ambientes las cianobacterias son importantes para la circulación de nutrientes, incorporando nitrógeno a la cadena alimentaria, en la que participan como productores primarios o como descomponedor
La resistencia general de las bacterias a la extinción es bien conocida. Las bacterias poseen tamaños poblacionales inmensos y pueden reproducirse rápidamente: no importa que por la mañana nos lavemos los dientes meticulosamente; a media tarde, las bacterias que hayan sobrevivido al cepillo se habrán multiplicado hasta el extremo de recubrir nuevamente el interior de la boca. Además, las bacterias saben habérselas muy bien con medios cambiantes. El aire, por ejemplo, está lleno de bacterias; un plato de leche colocado en el alfeizar de la ventana no tarda en fermentar. Lo que es más, las bacterias son muy buenas a la hora de resistir perturbaciojnes ambientales. Aunque la mayoría crece especialmente bien dentro de unos márgenes ambientales estrechos, son capaces de tolerar condiciones extremas, al menos durante un tiempo.
Si miramos el tiempo que llevan aquí, como se pueden adaptar a condiciones que, ni en sueños podríamos hacerlo nosotros, y, sobre todo, si pensamos en la diversidad y en la inmensa cantidad y en que están ocupando (prácticamente) todas las regiones del planeta, tendremos que convenir que, es necesario saber cuanto más mejor de ellas y, es necesario que nos sumerjamos en los reinos de las pequeñas criaturas que, de una u otra forma, serán nuestra salvación o, podrían provocar nuestra extinción.
Fred Hoyle, el gran astrofísico Inglés, descubridor del efecto triple Alfa (la producción de Carbono en las estrellas), escribió una novela de ciencia ficción “La Nube Negra”, en la que decía que en sitios como el de arriba, podía estar presente la vida en forma de pequeños seres de diversa índole.
Algunos creen que, también, en lugares como este, pueden estar presentes esos pequeños seres. En lugares donde abundan los mundos… ¿Qué seres habrá? Ahí, en la imagen de arriba, están presentes todos y cada uno de los elementos necesarios para la vida, y, simplemente con que uno sólo de entre una infinidad de planetas que ahí se formarán se encuentre dentro de la zona habitable de su estrella, podría contener un sin fin de formas de vida que, como aquí en la Tierra, hayan evolucionado y, ¿quién sabe? hasta es posible que esa clase de vida, pueda haber logrado alcanzar los pensamientos, la imaginación, la facultad de ser conscientes.
De todas las maneras…, seguimos sin saber, a ciencia cierta, como pudo surgir las vida. Sólo tenemos vestigios que nos acercan a esa posible fuente, y, son muchas, las zonas oscuras que no dejan ver lo que allí ocurrió, lo que hizo la evolución o dejó de hacer y, las condiciones primigenias que posibilitaron que en este pequeño planeta rocoso, emergieran formas de vida que evolucionadas han podido salir al exterior para ver lo que hay fuera.
Acodémonos de la panspermia o llegada de vida desde fuera de la Tierra. La idea está muy extendida a pesar de que no existe la menor evidencia científica a su favor. Ni se ha encontrado vida fuera de nuestro planeta ni hay indicios de que alguno de los organismos de la Tierra procedan de otros mundos. Sin embargo…¡Ahí queda eso!
Entonces y para finalizar… ¿Cómo surgió la vida en la Tierra? ¡Nadie lo sabe!
emilio silvera
Ago
19
Otro intento… ¿Parqa el fracaso?
por Emilio Silvera ~
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Cuántas fechas ha dado ya la NASA para el viaje tripulado a Marte?
Otro anuncio de intento ¿fallido? para viajar al planeta Marte. No recuerdo cuantas fechas ha dado ya la NASA para realizar este viaje y, si no por una razón por otra, lo cierto es que nunca se realizó y volvieron a poner nuevas fechas que, seguramente, tampoco se cumplirá.
La NASA no tiene los medios que hacen falta para realizar este viaje, Empezando por el combustible para la nave (que no tenemos el apropiado, es decir, una energía que no ocupe tanto espacio ni tenga tanto peso), tampoco saben como esquivar la radiación, no pueden evitar la Ingravidez tan terrible para el físico de los viajeros, no hemos encontrado la manera de crear esa Gravedad Artificial que imite la de la Tierra, y, otras carencias que harán muy penoso el viaje a los astronautas que… ¡Se han prestado para hacer el viaje de irás y no volverás!
La NASA necesita llamar la atención y conseguir subvenciones y, para ello, de vez en cuando anuncia estos futuros viajes tripulados a Marte que, hasta el Presente, nunca se han realizado por la imposibilidad tecnológica que haría falta para ello.
En cuanto a lo demás…. ¡El Infinito no existe! Todo tiene un comienzo y un final!
Ago
19
¿La Vida? ¡Lo más importante del Universo!
por Emilio Silvera ~
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Yo no me aparto de la idea de que… “La materia “inerte· evolucionó hasta la Consciencia de Ser. desde aquella primera célula replicante (que comenzó a escribir la fascinante historia de la Vida), la evolución nos llevó hasta el increíble hecho de seres que pueden crear pensamientos, tener ideas y, sobre todo… ¡Tener sentimientos!
Parece que el Universo sabía que íbamos a venir, y, precisamente por eso, se construyó de tal manera que, mediante mecanismos complejos hizo posible la llegada de la vida: Las fuerzas fundamentales, las constantes universales, esos mundos situados en la zona adecuada para la llegada de la vida…
La Vida llegó a la Tierra (según los fósiles hallados en las rocas más antiguas), hace ahora unos 3.750 millones de años. Los seres humanos como hombres y mujeres verdaderos sólo llevan aquí unos pocos cientos de miles de años, lo que, en el contexto temporal del Universo, es menos que el tiempo que tarda el ojo en parpadear, y, sin embargo, nos creemos importantes, sin tener en cuenta la carga de ignorancia que arrastramos desde la noche de los tiempos, no es suficiente los secretos desvelados para poder decir que sabemos.
Las preguntas siguen ganando a las respuestas, y como dijeron de distintas maneras muchos filósofos: “Nuestros conocimientos son limitados, mientras que nuestra ignorancia es infinita”
Pero aquí estamos, a la espera de un Futuro incierto que, en parte, podremos construir nosotros mismos y, lo cierto es que, no tengo mucha fe en que sepamos hacerlo.
Ago
19
La Vida en el Universo
por Emilio Silvera ~
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¿Qué sentido tendría el universo si no hubiera permitido nuestra … pero quizá los primeros seres vivos pudieran remontarse aún más atrás, …
La vida es sin duda el acontecimiento más importante del universo. Y no sabemos qué es. Durante siglos ha habido una disputa sobre qué es la vida. No nos hemos podido poner de acuerdo y emitir una definición que no deje dudas o dé lugar a malas interpretaciones. Tenemos una definición operacional, que equivale a enlistar las características propias de un ser vivo: los que cumplen los requisitos son seres que albergan la vida.
Hasta aquí hemos llegado y ha sido de mucha utilidad esta definición. En ella se hace referencia a que los seres vivos están formados por células, que a su vez están compuestas por estructuras membranales que delimitan espacios donde ocurren una serie de reacciones químicas capaces de automantenerse, basadas fundamentalmente en cadenas de carbono. Los seres vivos nacen, es decir, siempre provienen de otro ser vivo semejante; crecen, se reproducen y mueren. La vida requiere en primer término complejidad. Estructuras simples no pueden funcionar como entes vivos.
Los seres vivos son estructuras muy complejas que desafían al medio, tienen que incorporar continuamente energía y regular sus propios procesos, con una meta fundamental: mantenerse vivos. Esta meta crea tensiones muy fuertes, de tal modo que los seres vivos están sujetos a presiones que tienden a desestabilizarlos y destruirlos, por lo que el esfuerzo por mantenerse vivo debe sostenerse segundo a segundo. El fracaso tiene un altísimo precio: la muerte. La vida es empujar cuesta arriba, y la muerte, su contrario: rodar cuesta abajo.
Ya se sabe que los seres vivos, por complicados y autorregulados que puedan ser, están formados de la misma materia encontrada en el mundo inerte. Lo que distingue a los seres vivos es su complejidad: con lo mismo logran más. Tienen una estructura que permite realizar funciones –reacciones químicas– que mantienen la estructura celular, que a su vez mantiene las funciones. Se trata de un círculo: la estructura mantiene la función que a su vez mantiene la estructura. Desde el punto de vista biológico no hay más, con todo lo maravilloso que resulta.
Antes de preguntarnos directamente por la vida analicemos situaciones más simples, para ver si así logramos entender mejor qué es la vida. Para iniciar abordemos la materia, pues todos los seres vivos están hechos de materia. Definir qué es la materia resulta muy complicado, pero intentemos algo simple. Es difícil decir algo que no hayan dicho antes los griegos. Así, dijeron que todo está hecho de átomos, partículas últimas de la materia, indivisibles. Podríamos contentarnos con pensar que la materia está hecha de átomos, pero aún nos conviene un análisis más detallado.
La materia está hecha de átomos, pero no de los átomos que los griegos concibieron, ya que nuestros átomos son divisibles, es decir, no son atómicos, pues tienen partes más pequeñas dentro de sí. Los átomos tienen núcleo y electrones. El núcleo, a su vez, tiene en su interior protones y neutrones; estos a su vez tienen otros componentes más simples: los quarks, y estos a su vez…
Cuando bajamos un nivel más, la materia se nos deshace literalmente en las manos. La última propuesta, aún no probada, es que todo está hecho de “cuerdas”, componentes últimos de la materia, posiblemente los verdaderos átomos de los griegos. Estas estructuras vibran de diferentes maneras y así dan lugar a todas las partículas materiales que conocemos. Aún no sabemos qué son en realidad, pero una aproximación simple e ingenua puede verlas como “paquetitos de energía”. La energía empaquetada, al vibrar, genera la materia en forma de quarks.
Que la materia en realidad no sea material es un problema que no debe inquietarnos ahora. Todo parece indicar que la materia es sólo una ilusión, derivada de la manera en que percibimos; sin embargo, todo está hecho de materia y por ello nos dedicamos a revisarla, sea cual sea su naturaleza. Que las cuerdas vibren en un espacio de diez a doce dimensiones tampoco debe preocuparnos, pues de una u otra forma aquí tenemos a la materia, que parece comenzar a tomar forma con los quarks.
Los quarks no se presentan solos sino que se agregan en tríos y forman protones y neutrones. Los protones y neutrones se organizan de tal modo que se agregan y forman núcleos. Los núcleos capturan electrones y forman átomos. Los átomos a su vez se unen entre sí y forman moléculas. Las moléculas se tornan complejas y se organizan en células. Las células forman organismos multicelulares y así hasta llegar a los humanos y a la biosfera en su totalidad. En realidad, el cuadro es bastante más complejo, pero para nuestro objetivo con esto basta.
De todo lo anterior se desprende una idea básica que ya Aristóteles entreveía: la vida es el pináculo de la organización creciente que el universo muestra desde etapas más primitivas. Existe una ley primera: agregar partículas simples para crear otras cada vez más complejas. Para el caso de la vida se mantiene la tendencia agregante que ha formado protones y neutrones a partir de los quarks; núcleos a partir de protones; átomos a partir de protones, neutrones y electrones. ¿Dónde poner el límite? Agregar quarks, protones, átomos y moléculas en realidad es un continuo. La física describe hasta la formación de núcleos y átomos. Luego la química describe la formación de moléculas. La biología describe desde moléculas complejas hasta organismos vivos superiores.
El universo muestra una tendencia continua a la agregación de elementos simples para formar otros complejos. Hasta el momento creemos que lo más complejo es la vida, que en realidad resulta de agregados moleculares. El cerebro humano es la estructura más compleja conocida en el universo, y es un agregado de millones y millones de neuronas, células al fin.
El universo ha logrado por sí solo todos estos agregados: protones, neutrones, núcleos, átomos, moléculas, células, organismos. No hay modo de poner un límite para separar a los entes vivos de los no vivos. Todo resulta de una misma tendencia. También es cierto que el universo ha logrado planetas, satélites, asteroides, estrellas, galaxias y cúmulos de galaxias. Primero fueron estos y luego se desarrolló la vía química y biológica como la conocemos en nuestro planeta. Los planetas y las estrellas han sido necesarios para continuar la tendencia aglutinante responsable de formar moléculas y células. Nuestro planeta funciona como nicho y sustrato y la energía liberada por nuestro sol impulsa las reacciones químicas que forman las moléculas de la vida.
https://youtu.be/GtrQMyPK6LA
La verdadera complejidad que revela la maravilla del universo reside en los seres vivos, demandantes de condiciones muy especiales para formarse y mantenerse. Al parecer se requiere todo un universo, inmenso, ya de por sí complicado, a fin de alcanzar el escalón más alto: la vida. Si las estrellas son maravillosas, palidecen frente a los logros de la vida.
Si el Universo tiene funciones más supremas que crear y albergar la vida, es algo que no sabemos. Nos sigue pareciendo que somos la obra máxima de la creación. Pero bien podría ser que el universo tuviera otras funciones distintas y hasta superiores que la vida. Como somos nosotros los que estudiamos el asunto, nos sesgamos pensando que somos lo más importante y no vemos otras opciones que podrían ser más complejas que la vida.
Se necesita un universo de más de 15,000,000,000 de años luz de tamaño para generar organismos vivos. Esta distancia quiere decir que para recorrerlo de extremo a extremo se necesita viajar a 300,000 km por segundo, la velocidad de la luz en el vacío, durante más de quince mil millones de años. La distancia es tal que no podemos siquiera imaginarla. Cuerpos celestes muy distantes contribuyen a la vida de alguna manera misteriosa para nosotros. Todo el conjunto conspira a favor y en contra de la vida al mismo tiempo. Quizás haya algo más que no sabemos ver.
La vida es entonces el resultado de una tendencia global de aglutinación para lograr complejidad creciente. Sólo la conocemos en nuestro planeta, pero creemos que puede existir en otros sitios, satélites o planetas con las condiciones adecuadas. Pero aun cuando sólo exista en la Tierra, es el resultado de esta tendencia aglutinante que primero establece las condiciones básicas (planetas y estrellas) y luego prosigue por la vía de la vida, hasta llegar a crear al ser humano. Cuando creemos que estamos vivos, en realidad deberíamos pensar que es el universo el que está vivo. Esto puede verse como el resultado de fuerzas desconocidas, o provenientes de Dios. Las creencias religiosas no son incompatibles con lo que la ciencia ha descubierto: la evolución del universo bien cabe en un plan maestro de Dios.
Hemos creído que la teoría de la evolución se refiere a cómo cambian los seres vivos para adaptarse al medio y sobrevivir. Deberíamos percibir la teoría de la evolución de manera más amplia. Deberíamos pensar al universo como el ente que evoluciona, pues ha recorrido un largo camino para crear las condiciones propicias para la vida, hasta llegar al punto en que está hoy. Ignoramos si en otros sitios haya progresado más. Ha evolucionado desde un lugar frío y oscuro hasta formar las estrellas, iluminarse y albergar moléculas de muy alta complejidad que han resultado en la creación de seres vivos inteligentes y autoconscientes.
Esta ha sido la tendencia en nuestro universo. Ha apostado por la materia basada en átomos que forman moléculas que forman seres vivos. La opción escogida requiere incorporar continuamente energía para mantener a los entes vivos. No se ha podido excluir el fracaso en lo individual; el éxito reside en lo general. La vida, como la conocemos, se esfuerza y lucha por un lapso de tiempo, hasta que el medio la vence y ya no logra obtener la energía necesaria para regenerarse segundo a segundo. La muerte está incluida en la vida en muchas formas. Esta es la estrategia que conocemos.
La vida triunfa a pesar de la muerte, pues sabemos que los organismos vivos han estado presentes durante millones de años. Una célula, muchas células mueren cada día, pero el organismo persiste. Muchos individuos mueren cada día, pero la especie se mantiene. Muchas especies han desaparecido, pero la biosfera se mantiene.
El universo se mantiene vivo, al menos en nuestro planeta, y sólo los seres humanos entendemos como fracaso nuestra propia muerte. Somos muy duros para juzgar tan maravillosa creación, pues más nos importa nuestra propia vida que la vida misma. Tal como están las condiciones, la muerte es necesaria y aliada nuestra. La muerte recicla la materia que usamos los seres vivos y permite nuevas posibilidades. La consciencia nos indica que vamos a morir, pero no pensamos en todos los entes vivos que mueren antes para que nosotros podamos seguir.
Al lograr una inteligencia avanzada y el estado autoconsciente el ser humano se yergue y olvida de dónde viene; pide vivir eternamente, desafía las condiciones existentes y suplica para no morir. Le aterra la muerte. Exige demasiado. No entiende el triunfo único que representa la vida. No entiende qué es la vida, pero quiere más de ella; no le gusta cómo está diseñada, porque incluye la muerte, porque el mismo universo que nos alberga y nos ha forjado, nos deteriora y destruye al mismo tiempo.
¿Podría haber otras estrategias diferentes? ¿Unas que no necesitaran incorporar energía constantemente para mantener a los seres vivos? ¿Algunas que no incluyeran la muerte? ¿Podría haber otros universos en donde la tendencia aglutinante no se basara en átomos-moléculas? A semejantes estructuras complejas, automantenidas, no atómicas, ¿podríamos llamarlas también vida? Son sólo algunas preguntas que surgen cuando tratamos de expandir nuestros horizontes y pensar en otras posibilidades diferentes a las que conocemos. Otros universos podrían tener diferentes bases, leyes y tendencias y lograr resultados diferentes.
Parece ser que nuestro universo tiene marcado su fin, pero podría haber otros que no lo tuvieran, que no estuvieran expandiéndose constantemente, que no se dispersaran eternamente o que no se colapsaran. Quizás el destino de los universos esté sellado desde el inicio de cada uno. La vida, obviamente, está anclada al destino del universo en que se encuentra. Este nuestro universo ha logrado condiciones privilegiadas para albergarnos. En las cercanías no parece repetirse la circunstancia. Pero a lo largo de quince mil millones de años luz no podemos saber. Las distancias son inmensas y nos imponen limitaciones contundentes.
El universo nos ha traído hasta aquí. Sea que actúe de manera autónoma o por designio divino, el resultado es el mismo. Hemos adquirido un nicho privilegiado. Tenemos a disposición materia suficiente para regenerar nuestros tejidos y células. Hemos adquirido inteligencia suficiente como para resolver problemas complejos, incluida la exploración real, virtual y conceptual de nuestro entorno, hasta llegar a considerar el multiverso. Nuestro planeta es limitado y ya parece que le vemos el fin, pero tenemos la posibilidad de emprender una nueva vía.
El universo ha empleado una estrategia básica aglutinante que ha operado en dos vías: establecer un entorno solar-planetario específico que permita establecer la segunda vía autorregulable de manera automática, es decir, la vida. Con la inteligencia nos queda la posibilidad de iniciar de manera ambiciosa una nueva tercera vía, donde los seres vivos aprovechen por sí mismos ya no sólo el planeta sino otros sitios en los cuales puedan adaptarse. No es fantasía, ya se habla de la terraformación de Marte y ya se busca agua en otros planetas y satélites en los cuales pudiéramos alojarnos cuando la Tierra ya no sea suficiente.
Los seres vivos se construyen a sí mismos y modifican inmediatamente el medio ambiente que les rodea, desde una simple planta hasta el hombre. Las modificaciones han ocurrido para bien y para mal. Las últimas, introducidas por el hombre, han alcanzado el alto precio de alterar negativamente el medio, pero ya se buscan soluciones para nuestras fallas. El deterioro inevitable de la tierra está escrito en la evolución de nuestro sol.
Si el Universo es igual en todas partes… ¿Qué impide que la vida prolifere por todas partes?
Si el universo ya ha hecho tanto por nosotros, quizás ahora podamos implementar nuevas estrategias inteligentes que nos permitan sobrevivir cuando el planeta y el sistema solar se deterioren. Pero ¿no somos nosotros parte del universo? ¿No somos el universo mismo? Cuando nos creemos individuales no somos más que una parte del universo que ha adquirido consciencia y se atreve a emplear una palabra cargada del más profundo significado: yo. Creo que soy, cuando en realidad el universo es.
¿Podría haber un paraíso? Tal parece que para nosotros no. Nuestras condiciones básicas de estructura/función, es decir, corporales, no nos dan opción. Al menos por ahora no parece haber salida. Pero sí podría haber otros sistemas diseñados de manera diferente, donde la estructura no dependa de átomos y moléculas que se desgastan y desensamblan. Puede haber un universo sin segunda ley de la termodinámica, que implacable dicta que el desorden siempre tiende a crecer. No sabríamos cómo llamar a entidades semejantes, dotadas de complejidad, estables, capaces de pensar, con inteligencia superior o distinta a la nuestra. Ni siquiera sabemos si a eso se le pueda llamar vida. Nosotros estamos más abajo en la escala y no podemos entender lo que está en niveles superiores.
La vida, como la conocemos, tiene las limitaciones que ya hemos mencionado. Pero podemos atisbar la superación de esas limitaciones. En especial, podemos pensar en estructuras estables permanentemente, que no requieran un esfuerzo continuo para mantener su estructura. Entes permanentes. Entes autoconscientes que no sabemos en qué se ocuparían. Nosotros pensamos en estos términos: ocuparnos de nosotros mismos para no sucumbir tan pronto. Otros seres superiores verían otros panoramas y no tendrían que preocuparse ni ocuparse en su propia supervivencia. No podemos adivinar qué o cómo pensarían, pero sí podemos anticipar algunas de sus condiciones.
Si tenemos formación estrictamente científica o si se incluye el aspecto espiritual, es posible compaginar una visión final. Somos parte del universo. Estamos hechos de lo mismo que el entorno cercano y lejano. El polvo que forma estrellas también forma nuestros cerebros. El hierro que circula en nuestra sangre se formó en una antigua estrella lejana. La vida es una propiedad del universo y la tendencia a formar aglutinados complejos nos ha traído hasta aquí.
Tal parece que si se logra reunir suficiente complejidad estructural a base de moléculas, estas detonan funciones armónicas y logran mantenerse y reproducirse. Si la complejidad es realmente alta, entonces se forman estructuras cerebrales y finalmente el cerebro humano. Creemos en nuestra individualidad, pero tenemos lo mismo que los demás y lo demás. No somos más que una parte del todo que se mira a sí misma cuando voltea alrededor. Ignoramos si hay algo más allá.
No sabemos si esta tendencia vitalizante es una propiedad básica que aún no logra su estabilidad verdadera. No sabemos si es una tendencia imperfecta que se desmorona a pesar de sus esfuerzos. No sabemos si tras la desorganización estructural hay algo más que no alcanzamos a comprender. No sabemos si en otros universos haya otras opciones mejores, donde la vida no tenga que ser tan ardua. La religión nos promete la vida eterna tras la muerte. Ahora aceptamos la posibilidad del multiverso. Otros universos. Otras estrategias desconocidas.
Nadie sabe de dónde viene la vida. No entendemos bien qué es. Pero sí podemos seguirle el rastro y encontrar sus orígenes en los del universo nuestro. A riesgo de parecer ingenuos y simplistas creemos tener ante nosotros la ley básica del universo: crear complejidad hasta llegar a la vida con entidades que se crean a sí mismas, se automantienen y reproducen. Como el lapso de nuestra vida es muy corto aún no logramos ver cuál es la tendencia final en el universo.
Quizá nuestro universo existe para dar lugar a la vida. Quizá la vida es una rebelión que trata de escapar a designios negativos. Quizá la vida tiene por objeto transformar al universo: el producto de la transformación transforma ahora al transformante. Quizá somos un camino cerrado, un experimento condenado al fracaso, o abandonado a su suerte. Quizá somos una oportunidad.
Queda claro que la vida es algo más que reacciones químicas encerradas en un ambiente celular que tiende a mantenerse. Queda claro que la vida individual es sólo una parte de un todo que no alcanzamos a comprender. Queda claro que no es posible hablar de vida sin hablar del universo mismo como el actor principal. La materia inerte se vivifica y se recicla después.
La vida es un continuo amasar donde surgen figuritas capaces de mantenerse y hasta pensar sobre el pensar, que voltean hacia el firmamento y se maravillan, sin pensar que es la misma masa lo que ven, que viajan sin saber que son pasajeros. La conciencia individual lograda por el cerebro humano es aún incompleta y no alcanza a entender qué es la vida ni cuáles son sus posibilidades últimas. ~
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