Dic
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LA OBRA DE DIOS (Una colaboración desde Argentina)
por Emilio Silvera ~ Clasificado en General ~ Comments (1)
Algunas reflexiones para esta época tan convulsionada en que vive la humanidad actual
En el presente, una imagen de un padre tratando de salvar a sus hijos de los horrores de la guerra
Jiddu Krishnamurti, creador de un mundo nuevo
En una de sus conferencias pronunciadas en Adyar, India, el gran filósofo contemporáneo Krishnamurti les decía al grupo de sus oyentes que él tenía la impresión de que en la época actual el mundo se halla en tal estado de caos y desorden, en una tensión catastrófica tan extraordinaria, que se necesita un nuevo punto de vista, un modo revolucionario de pensar, acerca de los problemas que a diario nos acosan. Y señalaba lo importante que era el que cada uno de nosotros entienda la catástrofe en la cual nos hallamos.
Año convulso en América Latina
Por todo lo que leemos en diarios y revistas, oímos por radio o vemos por televisión, nos damos cuenta de la catástrofe en la cual nos sumergimos cada vez más, vemos que hay caos y confusión en el mundo político, y que los dirigentes están perplejos, porque hay crisis en todos los aspectos de nuestra vida física, religiosa, social, económica y educativa, y no se trata ya de algo temporario y pasajero como fueron otros trastornos sociales del pasado, sino que ésta es una catástrofe en el más alto grado, global, como sólo se produce muy rara vez.
Krishnamurti: el filósofo y sus encuentros
Y el gran filósofo les enseñaba a sus oyentes cómo tal catástrofe la hemos producido nosotros mismos, cada uno de los seres humanos, porque en nuestro fuero íntimo hemos estado confusos y tal confusión se manifiesta en el mundo exterior. Y toda acción que emprendamos al borde del precipicio al cual nos encaminamos, no hará sino crear una mayor confusión, porque la acción que surge de la confusión no puede producir buenos resultados, y sí, tan solo, mayor confusión. Y es por ello que, según Krishnamurti para poder zafarnos de la confusión, debemos comenzar por eliminar la que tenemos dentro de nosotros mismos.
¿Cómo seguir este consejo? Cuando el dolor ajeno nos duela… ¡La habremos conseguido!
¿Cómo hacerlo?
En Argentina están los lugares más espectaculares del mundo. Aquí descansa el Alma y aleja el mundanal ruido
Cuando el alma está cansada y se enerva al borde del sendero de la vida, frente al caos que la circunda, debe detenerse, debe dejar el fardo de sus dolores y de sus preocupaciones, de sus angustias y de sus tristezas, y reposar un instante, tratando de
escuchar cuan llena de armonía está la obra de Dios que la rodea por todas partes. Porque solamente la visión de la obra de Dios, es la que puede otorgarnos, ante la divina belleza de todo lo Creado, el olvido y la paz que animará las tempestades de nuestros corazones, y de ese modo, las pasiones y los dolores se adormecerán como el arrullo de un lento y suave canto sin fin.
Somos seres de luz, vivir en armonía con la Naturaleza es nuestro destino
Cuando nos detenemos un instante, entonces, y lo hacemos cada día para reflexionar y nos ponemos de ese modo en contacto con Dios y su Creación, que nos prodiga sus goces y bellezas, es cuando logramos ese nuevo punto de vista, ese modo revolucionario de pensar acerca de los problemas que a diario nos acosan, y al cual se refería Krishnamurti en su conferencia de Adyar, y con él dejaremos de ser victimas infortunadas de la confusión que envuelve al mundo, y ayudaremos al mundo para que tal confusión desaparezca.
Del libro “Faros para iluminar tu vida”, del Dr. Ovidio Pracilio.
el 6 de diciembre del 2023 a las 10:00
Los pensamientos del Doctor Ovidio nos llevan a pensar en su enorme sensibilidad, y, nos muestra el escenario de cómo quería él que fuese nuestro mundo.
La Humanidad siempre ha sido compleja, la diversidad de seres (aunque nos parezcan todos iguales), es manifiesta en el pensamiento. Para algunos no existen los sentimientos y solo prevale el YO, y, si por conseguir lo que quieren hay que perjudicar a la mayoría… ¿Qué importa?
Parece que nos queda un largo camino para que finalice el proceso de humanización. En cualquier gran ciudad de nuestro mundo podemos contemplar como los viandantes pasan al lado del anciano acurrucado en un rincón y tapado con cartones para evitar el frío que le cala hasta los huesos, y, a la gente le parece invisible.
Hasta que no sintamos el dolor ajeno como propio… ¡No tendremos el derecho de llamarnos humanos!