Dic
20
Noticias
por Emilio Silvera ~ Clasificado en General ~ Comments (1)
La Ciencia no descansa y, cada día, se producen nuevos acontecimientos y avances de la técnica, la observación, y, de los conocimientos científicos que nos llevan, imparables, hacia el Futuro-.
La Fuente: El Boletín de la Real Sociedad Española de Física.
Dic
20
Noticias de Prensa
por Emilio Silvera ~ Clasificado en General ~ Comments (0)
La sonda Voyager 1 está mandando mensajes preocupantes a la Tierra
Un estudio respalda la hipótesis de que la vida en la Tierra tiene un origen extraterrestre
Una nave de la NASA dispara un láser contra la Tierra a 16 millones de kilómetros
La sonda Voyager 1 ha comenzado a enviar un patrón repetitivo de unos y ceros hacia la Tierra, como si estuviera experimentando una especie de «bloqueo». A pesar de que la nave sigue ejecutando las instrucciones sin problemas que recibe de los controladores de la misión de la NASA, los datos científicos y de ingeniería que transmite de regreso ya no son útiles.
La sonda Voyager 1 de la NASA
Lanzadas en 1977, las sondas Voyager 1 y Voyager 2 representan los objetos creados por humanos que se encuentran más distantes de la Tierra. Aunque viajan en direcciones opuestas, ambas han estado explorando la región más externa del sistema solar durante años.
Este año se ha celebrado el 46 aniversario del lanzamiento de la Voyager 1 desde el Cabo Cañaveral en 1977, con el propósito original de explorar Júpiter y Saturno. Inicialmente, la misión estaba planeada para permanecer dentro de los límites del Sistema Solar, pero ha superado con creces esas expectativas.
La NASA tenía la esperanza de que los tres generadores termoeléctricos de radioisótopos (RTG) duraran al menos hasta el año 2025. La sonda está situada en el espacio interestelar, a más de 24.000 millones de kilómetros de distancia de la Tierra.
Problemas de comunicación
La agencia espacial estadounidense detalló en su comunicado que el Sistema de Datos de Vuelo (FDS) de la sonda no se está comunicando correctamente con uno de sus subsistemas, la Unidad de Telecomunicaciones (TMU).
El propósito del FDS es recopilar datos provenientes de los instrumentos científicos y de ingeniería relacionados con el estado y la salud de la nave. Este sistema consolida toda la información en un único paquete de datos, el cual se transmite a la TMU, responsable de enviarlos de regreso a la Tierra. Estos datos se envían en forma de ceros y unos, utilizando código binario, que luego los ingenieros descifran para su interpretación.
Recientemente, la NASA identificó que la TMU estaba transmitiendo un patrón repetitivo de ceros y unos, sugiriendo un posible «bloqueo». El equipo a cargo de la Voyager 1 investigó y determinó que el origen del problema residía en el FDS.
Durante el fin de semana pasado, los ingenieros realizaron un intento de reinicio del Sistema de Datos de Vuelo (FDS) para restaurarlo al estado previo al problema detectado, sin embargo, la sonda aún no está enviando datos útiles. En la actualidad, la NASA continúa buscando una solución, pero existe la posibilidad de que la vida operativa de la sonda haya llegado a su fin.
Linda Spilker, una de las principales responsables de las misiones, junto con Suzanne Dodd, gerente de la Misión Interestelar Voyager, han confirmado que, a pesar de que persiste el fallo en los ordenadores y los datos transmitidos carecen de utilidad, la comunicación entre la Voyager 1 y el centro de control en la Tierra sigue activa. Esto indica que no se ha perdido el contacto entre la sonda y el equipo en la Tierra.
«La señal que transporta los datos sigue siendo emitida por la nave. Simplemente, no contiene ningún dato útil. El equipo es capaz de obtener alguna información de la señal que permita saber que la nave sigue recibiendo y ejecutando los comandos», han explicado las profesionales a la Agencia EFE.
Fuente O.K. Diario
Dic
20
Desde la materia “inerte” a los pensamintos
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Los Pensamientos ~ Comments (6)
¿Cerebro y Mente? ¿Inteligencia y Sabiduría?
Los científicos han creado el primer mapa de un colosal supercúmulo de galaxias conocido como Laniakea, el hogar de la Vía Láctea de la Tierra y de muchas otras. La Vía Láctea aparece como un punto rojo. (Crédito de la imagen: Nature Video).
Cuál es la estructura más colosal de nuestro universo?
Una parte de la ciencia estudia la estructura y la evolución del Universo: La cosmología. Sin discusión alguna, la estructura más grande del Universo conocido es la Gran Muralla Hércules-Corona Boreal o simplemente la Gran Muralla, un filamento galáctico que mide aproximadamente 10 mil millones de años luz de longitud.
La cosmología observacional se ocupa de las propiedades físicas del Universo, como su composición física referida a la química, la velocidad de expansión y su densidad, además de la distribución de Galaxias y cúmulos de galaxias. La cosmología física intenta comprender estas propiedades aplicando las leyes conocidas de la física y de la astrofísica. La cosmología teórica construye modelos que dan una descripción matemática de las propiedades observadas del Universo basadas en esta comprensión física.
La cosmología también tiene aspectos filosóficos, o incluso teológicos, en el sentido de que trata de comprender por qué el Universo tiene las propiedades observadas. De hecho, después de unos miles de millones de años de evolución, el Universo se ha valido de las estrellas para elaborar los materiales que han posibilitado la aparición de la vida.
La cosmología teórica se basa en la teoría de la relatividad general, la teoría de Einstein de la gravitación. De todas las fuerzas de la naturaleza, la gravedad es la que tiene efectos más intensos a grandes escalas y domina el comportamiento del Universo en su conjunto. El espacio-tiempo, la materia contenida en el Universo con la fuerza gravitatoria que genera y, nuestras mentes que tienen conocimientos de que todo esto sucede.
El inconsciente: Nuestro verdadero estado consciente
De manera que, nuestro consciente (sentimos, pensamos, queremos obrar con conocimiento de lo que hacemos), es el elemento racional de nuestra personalidad humana que controla y reprime los impulsos del inconsciente, para desarrollar la capacidad de adaptación al mundo exterior. Al ser conscientes, entendemos y aplicamos nuestra razón natural para clasificar los conocimientos que adquirimos mediante la experiencia y el estudio que aplicamos a la realidad del mundo que nos rodea. Claro que, no todos podemos percibir la realidad de la misma manera, las posibilidades existentes de que el conocimiento de esa realidad responda exactamente a lo que ésta es en sí, no parece fácil.
Ellos sembraron la semilla que germinó en la mente de los que vinieron detrás
Descartes, Leibniz, Locke, Berkeley, Hume (que influyó decisivamente en Kant), entre otros, construyeron una base que tomó fuerza en Kant, para quien el conocimiento arranca o nace de nuestras experiencias sensoriales, es decir, de los datos que nos suministra nuestros cinco sentidos, pero no todo en él procede de esos datos. Hay en nosotros dos fuentes o potencias distintas que nos capacitan para conocer, y son la sensibilidad (los sentidos) y el entendimiento (inteligencia). Esta no puede elaborar ninguna idea sin los sentidos, pero éstos son inútiles sin el entendimiento.
A todo esto, para mí, el conocimiento está inducido por el interés. La falta y ausencia de interés aleja el conocimiento. El interés puede ser de distinta índole: científico, social, artístico, filosófico, etc. (La gama es tan amplia que existen conocimientos de todas las posibles vertientes o direcciones, hasta tal punto es así que, nunca nadie lo podrá saber todo sobre todo). Cada uno de nosotros puede elegir sobre los conocimientos que prefiere adquirir y la elección está adecuada a la conformación individual de la sensibilidad e inteligencia de cada cual. Situada en alguna parte, está el germen del interés-curiosidad de cada individuo.
Recuerso aquella alumna que tuve hace años que, cuando le explicaba las matemáticas comerciales… ¡Siempre decía que le producía dolor de cabeza! Era imposible inculcarle la Regla de tres, o, las sencillas fórmulas del interés, capital, rédito y tiempo.
No todo pueden ser Ingeniero, Físicos, ni arquitectos. La Sociedad necesita de otros profesionales que nos cubran esas parcelas de necesidades cotidianas: Carpinteros, albañiles, contables, Asesores fiscales…
También se da el caso de personas que prácticamente, por cuestiones genéticas o de otra índole, carecen de cualquier interés por el conocimiento del mundo que les rodea, sus atributos sensoriales y de inteligencia funcionan a tan bajo rendimiento que, sus comportamientos son cuasi-animales (en el sentido de la falta de racionalidad), son guiados por la costumbre y las necesidades primarias: comer, dormir…
El polo opuesto lo encontramos en múltiples ejemplos de la historia de la ciencia, donde personajes como Newton, Einstein, Riemann, Ramanujan y tantos otros (cada uno en su ámbito del conocimiento), dejaron la muestra al mundo de su genio superior.
Pero toda la realidad está encerrada en una enorme burbuja a la que llamamos Universo y que encierra todos los misterios y secretos que nosotros, seres racionales y conscientes, perseguimos. Todo el mundo sabe lo que es la conciencia; es lo que nos abandona cada noche cuando nos dormimos y reaparece a la mañana siguiente cuando nos despertamos. Esta engañosa simplicidad me recuerda lo que William James escribió a finales del siglo XIX sobre la atención:
”Todo el mundo sabe lo que es la atención; es la toma de posesión por la mente, de una forma clara e intensa, de un hilo de pensamiento de entre varios simultáneamente posibles”.
Más de cien años más tarde somos muchos los que creemos que seguimos sin tener una comprensión de fondo ni de la atención, ni de la conciencia que, desde luego, no creo que se marche cuando dormimos, ella no nos deja nunca.
La falta de comprensión ciertamente no se debe a una falta de atención en los círculos filosóficos o científicos. Desde que René Descartes se ocupara del problema, pocos han sido los temas que hayan preocupado a los filósofos tan persistentemente como el enigma de la conciencia.
Para Descartes, como para James más de dos siglos después, ser consciente era sinónimo de “pensar”: el hilo de pensamiento de James no era otra cosa que una corriente de pensamiento. El cogito ergo sum, “pienso, luego existo”, que formuló Descartes como fundamento de su filosofía en Meditaciones de prima philosophía, era un reconocimiento explícito del papel central que representaba la conciencia con respecto a la ontología (qué es) y la epistemología (qué conocemos y cómo le conocemos).
Claro que tomado a pie juntillas, “soy consciente, luego existo”, nos conduce a la creencia de que nada existe más allá o fuera de la propia conciencia y, por mi parte, no estoy de acuerdo. Existen muchísimas cosas y hechos que no están al alcance de mi conciencia. Unas veces por imposibilidad física y otras por imposibilidad intelectual, lo cierto es que son muchas las cuestiones y las cosas que están ahí y, sin embargo, se escapan a mi limitada conciencia.
Todo el entramado existente alrededor de la conciencia es de una complejidad enorme, de hecho, conocemos mejor el funcionamiento del Universo que el de nuestros propios cerebros, una máquina compleja que algunos dicen que hizo el Universo para poder observarse así mismo.
La Conciencia ¿Qué es? ¿Cómo se desarrolla?
¿Cómo surge la conciencia como resultado de procesos neuronales particulares y de las interacciones entre el cerebro, el cuerpo y el mundo? ¿Cómo pueden explicar estos procesos neuronales las propiedades esenciales de la experiencia consciente?
Cada uno de los estados conscientes es unitario e indivisible, pero al mismo tiempo cada persona puede elegir entre un número ingente de estados conscientes distintos.
Muchos han sido los que han querido explicar lo que es la conciencia. En 1.940, el gran neurofisiólogo charles Sherrington lo intento y puso un ejemplo de lo que él pensaba sobre el problema de la conciencia. Unos pocos años más tarde también lo intentaron otros y, antes, el mismo Bertrand Russell hizo lo propio, y, en todos los casos, con más o menos acierto, el resultado no fue satisfactorio, por una sencilla razón: nadie sabe a ciencia cierta lo que en verdad es la conciencia y cuales son sus verdaderos mecanismos; de hecho, Russell expresó su escepticismo sobre la capacidad de los filósofos para alcanzar una respuesta:
“Suponemos que un proceso físico da comienzo en un objeto visible, viaja hasta el ojo, donde se convierte en otro proceso físico en el nervio óptico y, finalmente, produce algún efecto en el cerebro al mismo tiempo que vemos el objeto donde se inició el proceso; pero este proceso de ver es algo “mental”, de naturaleza totalmente distinta a la de los procesos físicos que lo preceden y acompañan. Esta concepción es tan extraña que los metafísicos han inventado toda suerte de teorías con el fin de sustituirla con algo menos increíble”.
Está claro que en lo más profundo de ésta consciencia que no conocemos, se encuentran todas las respuestas planteadas o requeridas mediante preguntas que nadie ha contestado.
No creo que mirando en el fondo de la bolita encontremos las respuestas que todos buscamos. Más bien estarán dentro de nosotros mismos y, lo que tendremos que hacer es, comenzar la búsqueda de nuestro propio yo. Lo cierto es que, no nos conocemos ni a nosotros mismos.
Al comienzo mencionaba el cosmos y la gravedad junto con la consciencia y, en realidad, con más o menos acierto, de lo que estaba tratando era de hacer ver que todo ello, es la misma cosa. Universo-Galaxia-Mente. Nada es independiente en un sentido global, sino que son partes de un todo y están estrechamente relacionados.
Una Galaxia es simplemente una parte pequeña del Universo, nuestro planeta es, una mínima fracción infinitesimal de esa Galaxia, y, nosotros mismos, podríamos ser comparados (en relación a la inmensidad del cosmos) con una colonia de bacterias pensantes e inteligentes. Sin embargo, todo forma parte de lo mismo y, aunque pueda dar la sensación engañosa de una cierta autonomía, en realidad todo está interconectado y el funcionamiento de una cosa incide directamente en las otras (efecto mariposa).
Pocas dudas pueden caber a estas alturas del hecho de que poder estar hablando de estas cuestiones, es un milagro en sí mismo.
Después de millones y millones de años de evolución, se formaron las conciencias primarias que surgieron en los animales con ciertas estructuras cerebrales de alta complejidad que, podían ser capaces de construir una escena mental, pero con capacidad semántica o simbólica muy limitada y careciendo de un verdadero lenguaje.
La conciencia de orden superior (que floreció en los humanos y presupone la coexistencia de una conciencia primaria) viene acompañada de un sentido de la propia identidad y de la capacidad explícita de construir en los estados de vigilia escenas pasadas y futuras. Como mínimo, requiere una capacidad semántica y, en su forma más desarrollada, una capacidad lingüística.
Los procesos neuronales que subyacen en nuestro cerebro son en realidad desconocidos y, aunque son muchos los estudios y experimentos que se están realizando, su complejidad es tal que, de momento, los avances son muy limitados. Estamos tratando de conocer la “máquina” más compleja y perfecta que existe en el Universo.
Cien mil millones de neuronas, tantas como estrellas tiene nuestra Galaxia
Si eso es así, resultará que después de todo, no somos tan insignificantes como en un principio podría parecer, y solo se trata de tiempo. En su momento y evolucionadas, nuestras mentes tendrán un nivel de conciencia que estará más allá de las percepciones físicas tan limitadas. Para entonces, sí estaremos totalmente integrados y formando parte, como un todo, del Universo que ahora presentimos.
El carácter especial de la conciencia me hace adoptar una posición que me lleva a decidir que no es un objeto, sino un proceso y que, desde este punto de vista, puede considerarse un ente digno del estudio científico perfectamente legítimo.
La conciencia es una Nube que rodea el centro de todos nuestros sentidos, y aparece en momento puntuales
La conciencia plantea un problema especial que no se encuentra en otros dominios de la ciencia. En la Física y en la Química se suele explicar unas entidades determinadas en función de otras entidades y leyes. Podemos describir el agua con el lenguaje ordinario, pero podemos igualmente describir el agua, al menos en principio, en términos de átomos y de leyes de la mecánica cuántica. Lo que hacemos es conectar dos niveles de descripción de la misma entidad externa (uno común y otro científico de extraordinario poder explicativo y predictivo. Ambos niveles de descripción) el agua líquida, o una disposición particular de átomos que se comportan de acuerdo con las leyes de la mecánica cuántica (se refiere a una entidad que está fuera de nosotros y que supuestamente existe independientemente de la existencia de un observador consciente.)
Una maraña e conexiones sin fin
En el caso de la conciencia, sin embargo, nos encontramos con una simetría. Lo que intentamos no es simplemente comprender de qué manera se puede explicar las conductas o las operaciones cognitivas de otro ser humano en términos del funcionamiento de su cerebro, por difícil que esto parezca. No queremos simplemente conectar una descripción de algo externo a nosotros con una descripción científica más sofisticada. Lo que realmente queremos hacer es conectar una descripción de algo externo a nosotros (el cerebro), con algo de nuestro interior: una experiencia, nuestra propia experiencia individual, que nos acontece en tanto que observadores conscientes. Intentamos meternos en el interior o, en la atinada ocurrencia del filósofo Tomas Negel, saber qué se siente al ser un murciélago. Ya sabemos qué se siente al ser nosotros mismos, qué significa ser nosotros mismos, pero queremos explicar por qué somos conscientes, saber qué es ese “algo” que nos hace ser como somos, explicar, en fin, cómo se generan las cualidades subjetivas experienciales.
En suma, deseamos explicar ese “Pienso, luego existo” que Descartes postuló como evidencia primera e indiscutible sobre la cual edificar toda la filosofía. Y, todo esto, amigos míos, es posible gracias a que, en el Universo que nos acoge está presente la Física, la Química y la Biología que surgieron de la evolución de las estrellas y de la radiación cósmica para que ahora, nosotros estemos aquí para comentar sobre un “todo” conformado por la materia y la mente.
emilio silvera