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“Las Tierras”, El Universo y la Vida
por Emilio Silvera ~ Clasificado en El Universo y la Química de la Vida ~ Comments (3)
Por sorprendente que pueda parecer, especialmente después de ver las imágenes de la Tierra tomadas desde el espacio, en las cuales ésta aparece como una brillante bola azul y blanca sobre un fondo oscuro, la luz visible no ofrece las mejores perspectivas para detectar directamente otros planetas similares a la Tierra. Esto es así por dos razones:
La superficie de la Tierra, suelos, océanos, y también la atmósfera, absorbe energía solar y la vuelven a irradiar en forma de calor en todas direcciones. A continuación, se presentan los procesos de atenuación que sufre la radiación solar en su trayectoria hacia la tierra.
En primer lugar, la luz visible que se recibe desde un planeta como la Tierra es en esencia el reflejo de la luz procedente de su estrella progenitora, por lo que no sólo es relativamente débil, sino que resulta muy difícil de captar a distancias astronómicas sobre el fondo iluminado por el resplandor de dicha estrella.
En segundo lugar, del tipo de la Tierra alcanzan en realidad su brillo máximo en la parte de rayos infrarrojos del espectro electromagnético, por el modo en que la energía absorbida procedente del Sol vuelve a irradiarse en la zona de infrarrojos de dicho espectro, con longitudes de onda más largas que las de la luz visible.
En una longitud de onda de unas pocas micras, la Tierra es el planeta más brillante del Sistema solar y destacaría como un objeto impactante si se utiliza cualquier telescopio de infrarrojos suficientemente sensible situado en nuestra proximidad estelar. El problema es que, dado que la radiación de infrarrojos es absorbida por los propios gases de la atmósfera terrestre, como el dióxido de carbono y el vapor de agua, que son lo que nos interesa descubrir, el telescopio que se utilice para buscar otros planetas como la Tierra tendrá que ser colocado en las profundidades del espacio, lejos de cualquier fuente potencial de contaminación. También tendrá que ser muy sensible, lo que significa muy grande.
Este será el telescopio que nos lleva más lejos en las profundidades del Espacio
“La NASA ha fijado la fecha del 31 de octubre del 2021 como la nueva fecha para el lanzamiento del telescopio espacial James Webb debido al impacto de la pandemia del coronavirus así como a desafíos técnicos. La decisión se ha basado en una evaluación de riesgos completada recientemente sobre la integración restante y las actividades de prueba previas al lanzamiento. La agencia espacial ya había anunciado hace un mes que el lanzamiento se retrasaría respecto a la última fecha anunciada, establecida en marzo del 2021.”
Entonces se decía:
De ahí que estemos hablando de un proyecto internacional, aunque, en este mismo momento ya se está haciendo una realidad y se dan los últimos toques al sustituto del Hubble (en la imagen de arriba). Sin embargo, otros proyectos y por distintos medios y utilizando interferómetros de infrarrojos no dejan de buscar “nuevas” Tierras y elementos que, alrededor de lejanos planetas puedan contener los materiales primigenios para la vida.
La sola presencia de gases como el dióxido de carbono y el vapor de agua no es suficiente como un signo de vida, pero sí de la existencia de planetas del tipo de la Tierra en el sentido de que tendrían una atmósfera como Venus y Marte, mientras que, en particular, la presencia de agua indicaría la probabilidad de que existiera un lugar adecuado para la vida.
Lo cierto es que al poco de ser lanzado, ya nos mandaba imágenes como esta
En realidad, cuando se estudian de forma detenida y pormenorizada los mecanismos del Universo, podemos ver la profunda sencillez sobre la que este se asienta. Los objetos más complejos del Universo conocido son los seres vivos, nosotros mismos, seríamos un buen ejemplo.
Estos sistemas complejos están hechos de las materias primas más comunes que existen en Galaxias como la Vía Láctea. En forma de aminoácidos estas materias primas se ensamblan de manera natural, dando lugar a sistemas auto organizadores donde unas causas subyacentes muy sencillas pueden producir complejidad en la superficie, como en el caso del tigre y sus manchas. Finalmente, con el fin de detectar la presencia de esta complejidad máxima de unos sistemas universales no necesitamos ninguna prueba sofisticada para distinguir la materia viva de la materia “inerte”, sino únicamente las técnicas más sencillas (aunque asistidas por tecnologías altamente avanzadas) para identificar la presencia de uno de los compuestos más simples del universo: El oxígeno.
El caos y la complejidad se combinan para hacer del universo un lugar muy ordenado que es justo el entorno adecuado para formas vidas como la que nosotros mismos podemos representar. Como dijo Stuart Kauffman:
“En el Universo estamos en nuestra propia casa”
Sin embargo, no es que el Universo se haya diseñado así para beneficiarnos a nosotros. Por el contrario, lo que sucede es que estamos hechos a imagen y semejanza del Universo, y, en realidad, somos la consecuencia de sus mecanismos energéticos, sus cambios de transiciones de fase, sus fuerzas y sus constantes.
Planteémonos una simple pregunta: Dadas las condiciones que imperaban en la Tierra hace cuatro mil millones de años, ¿Qué probabilidades había de que surgiera la vida?
No basta con responder que “la vida era inevitable, puesto que nosotros estamos aquí “. Obviamente, la vida sí se inició: nuestra existencia lo demuestra. Pero ¿tenía que iniciarse? En otras palabras, ¿era inevitable que emergiera la vida a partir de un combinado químico y radiado por la energía interestelar y después de millones de años?
Nadie conoce una respuesta exacta a esta pregunta. El origen de la vida, según todos los indicios y datos con los que hoy contamos, parece ser un accidente químico con una alta probabilidad de reproducirse en otros lugares del Universo que sean poseedores de las condiciones especiales o parecidas a las que están presentes en nuestro planeta.
Pero la vida, no consiste solo en ADN, genes y replicación. Es cierto que, en un sentido biológico estricto, la vida está simplemente ocupada en replicar genes. Pero el ADN es inútil por sí sólo. Debe construir una célula, con todas sus sustancias químicas especializadas, para llevar a cabo realmente el proceso de replicación. En las denominadas formas de vida superior debe construir un organismo completo para que tenga todos los requisitos exigidos para que pueda replicarse. Desde la perspectiva de un genoma, un organismo es una manera indirecta de copiar ADN.
Sería muy laborioso y complejo explicar de manera completa todos y cada uno de los pasos necesarios y códigos que deben estar presentes para formar cualquier clase de vida. Sin embargo, es necesario dejar constancia aquí de que los elementos necesarios para el surgir de la vida sólo se pueden fabricar en el núcleo de las estrellas y en las explosiones de supernovas que pueblan el universo para formar nebulosas que son los semilleros de nuevas estrellas y planetas y también de la vida.
El surgir de la vida en nuestro Universo puede ser menos especial de lo que nosotros pensamos, y, en cualquier lugar o región del Cosmos pueden estar presentes formas de vida en condiciones que para nosotros podría ser como las del infierno.
Hace varias décadas, los biólogos quedaron sorprendidos al descubrir bacterias que vivían confortablemente a temperaturas de setenta grados Celsius. Estos microbios peculiares se encontraban en pilas de abonos orgánicos, silos e inclusos en sistemas domésticos de agua caliente y fueron bautizados como termófilos.
Resultó que esto era sólo el principio. A finales de los años setenta la nave sumergible Alvin, perteneciente al Woods Hole Océano Graphic Institute, fue utilizada para explorar el fondo del mar a lo largo de la Grieta de las Galápagos en el océano Pacífico. Este accidente geológico, a unos dos kilómetros y medio bajo la superficie, tiene interés para los geólogos como un ejemplo primordial de las chimeneas volcánicas submarinas conocidas como “húmeros negros “. Cerca de un humero negro, el agua del mar puede alcanzar temperaturas tan altas como trescientos cincuenta grados Celsius, muy por encima del punto de ebullición normal. Esto es posible debido a la inmensa presión que hay en dicha profundidad.
Fumarola negra del Caribe
Se alimentan del sulfuro de hidrógeno que sale de las chimeneas
Para asombro de los científicos implicados en el proyecto Alvin la región en torno a los húmeros negros de las Galápagos y otros lugares de las profundidades marinas resultó estar rebosante de vida. Entre los moradores más exóticos de las profundidades había cangrejos y gusanos tubulares gigantes. También había bacterias termófilas ya familiares en la periferia de los húmeros negros. Lo más notable de todo, sin embargo, eran algunos microbios hasta entonces desconocidos que vivían muy cerca de las aguas abrasadoras a temperaturas de hasta ciento diez grados Celsius. Ningún científico había imaginado nunca seriamente que una forma de vida pudiera soportar calor tan extremo.
Igualmente se han encontrado formas de vida en lugares de gélidas temperaturas y en las profundidades de la tierra. Así mismo, la NASA ha estado en un pueblo de Huelva para estudiar aguas con un PH imposible para la vida y cargada de metales pesados que, sin embargo, estaba rebosante de vida. El proyecto de estos estudios se denomina P-TINTO, ya que, las aguas a las que nos referimos son precisamente las del Río Tinto, llenas de extremófilos. El terreno al que me refiero, pisado muchas veces por mi y con cierta frecuencia, tiene, en muchos lugares el aspecto de Marte.
La anterior reseña viene a confirmar la enorme posibilidad de la existencia de vida en cualquier parte del Universo que está regido por mecanismos iguales en cualquiera de sus regiones, por muchos años luz que nos separen de ellas. En comentarios anteriores dejamos claro que las Galaxias son lugares de autorregulación, y, podríamos considerarlos como organismos vivos que se regeneran así mismos de manera automática luchando contra la entropía del caos de donde vuelve a resurgir los materiales básicos para el nacimiento de nuevas estrellas y planetas donde surgirá alguna clase de vida a la menor oportunidad que se le pueda dar.
La idea de que la vida puede tener una historia se remonta a poco más de dos siglos. Anteriormente, se consideraba que las especies habían sido creadas de una vez para siempre. La vida no tenía más historia que el Universo. Sólo nosotros, los seres humanos, teníamos una historia. Todo lo demás, el Sol y las estrellas, continentes y océanos, plantas y animales, formaban la infraestructura inmutable creada para servir como fondo y soporte de la aventura humana. Los fósiles fueron los primeros en sugerir que esta idea podía estar equivocada.
Durante cerca de tres mil millones de años, la vida habría sido visible sólo a través de sus efectos en el ambiente y, a veces , por la presencia de colonias, tales como los extremófilos que asociaban billones de individuos microscópicos en formaciones que podrían haber pasado por rocas si no fuera por su superficie pegajosa y por sus colores cambiantes.
Toda la panoplia de plantas, hongos y animales que en la actualidad cubre el globo terrestre con su esplendor no existía. Sólo había organismos unicelulares, que empezaron con casi toda seguridad con bacterias. Esa palabra, “bacteria”, para la mayoría de nosotros evoca espectros de peste, enfermedades, difteria y tuberculosis, además de todos los azotes del pasado hasta que llegó Pasteur. Sin embargo, las bacterias patógenas son sólo una pequeña minoría, el resto, colabora con nosotros en llevar la vida hacia delante, y, de hecho, sin ellas, no podríamos vivir. Ellas, reciclan el mundo de las plantas y animales muertos y aseguran que se renueve el carbono, el nitrógeno y otros elementos bioquímicos.
Por todas estas razones, podemos esperar que, en mundos que creemos muertos y carentes de vida, ellas (las bacterias) estén allí. Están relacionadas con las primeras formas de vida, las bacterias han estado ahí desde hace cerca de 4.000 millones de años, y, durante gran parte de ese tiempo, no fueron acompañadas por ninguna otra forma de vida.
Pero, ¿No estamos hablando del Universo? ¡Claro que sí! Hablamos del Universo y, ahora, de la forma más evolucionada que en él existe: Los seres pensantes y conscientes de SER, nosotros los humanos que, de momento, somos los únicos seres inteligentes conocidos del Inmenso Universo. Sin embargo, pensar que estamos solos, sería un terrible y lamentable error que, seguramente, nos traería consecuencias de difícil solución. Me refiero a que, debemos seguir buscando otras clases de vida fuera de la Tierra para, al menos, saber que no estamos solos.
Las probabilidades nos dicen que existen otros mundos, otras formas de vida inteligente
¿El problema? ¡Las distancias que nos separan!
Hay que pensar seriamente en la posibilidad de la vida extraterrestre que, incluso en nuestra propia Galaxia, podría ser muy abundante. Lo único que necesitamos es ¡Tiempo! (lo cual resulta paradójico si pensamos que algunos piensan que el término quiere definir algo que no existe). La inmensa distancia que nos separan de las estrellas y de otros mundos, y, la insuficiente tecnología que tenemos para acercarnos a ellas en un Tiempo aceptable… Imposibilita el soñado encuentro (que no podemos saber si realmente será positivo).
A veces pienso que, como la Naturaleza es “sabia”, colocó a las estrellas muy lejos las unas de las otras para que, los habitantes de sus mundos, no pudieran contactar.
Tiempo para poder avanzar en el conocimiento que nos lleve, por ejemplo, a poder aprovechar las inmensas energías que se generan en los giratorios círculos de acreción que rodean a los Agujeros Negros. Cuando eso llegue, estaremos preparados para dar el salto hacia las estrellas, y, allí, nos esperan sorpresas que ahora, ni podemos sospechar.
emilio silvera
el 28 de abril del 2017 a las 6:44
¿La Tierra, el Universo y la Vida? Pero bueno, no estamos hablando de lo mismo: La Tierra y la Vida son pequeñas partes del Universo que es todo lo que existe. ¡Qué maravillosa aventura es la de estudiar lo que creemos que paso desde que nació el Universo junto con el Tiempo? Si nos paramos a tratar de comprender por las distintas fasetas que pasó el joven universo para ser lo que hoy conocemos, no tenemos más remedio que maravillarnos al ver cómo ha podido evolucionar para que nosotros (y probablemente) y otros muchos Seres, se planteen el por qué esatamos aquí, cómo pudimos llegar y, hacia dónde nos dirigimos.
Ninguna de las preguntas son fáciles de contestar, toda vez que, con seguridad, no sabemos (a ciencia cierta), como pudieron ocurrir las cosas y, sólo disponemos de un Modelo llamado Big Bang en el que hemos puesto todos nuestros conocimientos y esperanzas para saber sobre nuestro origen, y, aunque existen muchos espacios oscuros, es lo que más se acerca a la realidad que podemos contemplar ayudado de las mejores tecnologías.
Me gustaría saber si alguna vez saldremos del Sistema solar, si por fín, se descubre la manera de “engañar” a la velocidad de la luz para poder viajar a las estrellas, y, desde luego, me gustaría saber, no ya si algún día poblaremos otros mundos (que lo haremos), sino me gustaría saber de la existencia de otros universos que podrían ser la salvación de nuestra especie cuando el nuestro, el Universo que ahora nos acoge muera.
Pero eso nos queda muy lejos, y, mejor será centrarse en los problemas más cercanos que, por cierto, no son pocos.
el 15 de octubre del 2020 a las 4:51
El triplete Sol, Tierra y Luna nos dio la oportunidad para evolucionar en un ambiente dinámico y cambiante que, finalmente, la presencia de la vida adaptó a las condiciones idóneas para que ésta pudiera seguir el largo camino evolutivo de la especie que pudo desarrollar los sentidos “unidos” a un entorno que obligó a construir los instintos y una Mente donde la inteligencia encontró acomodo para que, la consciencia de Ser surgiera con fuerza.
Hasta tal punto ha sido así que, nos hemos “escapado” del entorno cercano para viajar desde los átomos a las estrellas, conociendo esos dispares “universos” de lo muy grande y de lo muy pequeño que, íntimamente unidos, conforman el todo que hemos llegado a “conocer” y e lo que continuamos desvelando secretos de manera incansable tratando de saber para poder contestar las muchas preguntas planteadas y otras que, por falta de conocimientos no podemos ni plantear.
Nuestra condición es la de seguir adelante acuciados por el aguijón de la curiosidad innata en nuestra especie que, desde muy niños, ya está haciendo preguntas por todo lo que ante sus ojos se presenta y que no llegan a entender, y, en el mismo plano mucho más ampliado, de mayor, seguimos de la misma manera.
Todo eso ha sido posible gracias a que un día muy lejano en el Tiempo pasado, una estrella llegó al final de su existencia y regó nuestra región de una inmensa Nebulosa que produjo la explosión supernova, y, pasados algunos millones de años, se formó la proto-estrella que más tarde sería el Sol y los planetas que lo rodean con sus lunas, El tercer planeta a partir del Sol se situó en la zona adecuada para que la vida pudiera surgir y, allí comenzó la fascinante aventura que no sabemos donde podrá terminar.
Si miramos hacia atrás en el Tiempo, podremos contemplar una especie (la nuestra) que se llama así misma “racional”, y, sin embargo, actúa de manera que desmiente tal calificativo, la unión de los pueblos brilla por su ausencia, el egoísmo destaca allá donde queramos mirar, el instinto animal que llevamos dentro sale a la superficie a la menor oportunidad, y, no consideramos que todos seamos uno e iguales. Unos pocos tienen la riqueza y, desde sus altas atalayas, ven al resto situados en capas o categorías que, en realidad, sólo sirven para que ellos vivan en la “cumbre” mientras que los demás, de una u otra manera (con sus penas y sus pequeñas alegrías), les sirvan.
La mentira, la falsedad, la moral acomodaticia, la falta de humildad, el inmenso egoísmo… ¿Hasta donde nos llevará? No nos engañemos, una parte de nosotros trata de que la especie evolucione en la correcta dirección, y, aquella otra que determina los comportamientos, rema en la dirección contraria, aquella que le es más conveniente sin tener en cuenta las consecuencias que puedan padecer la mayoría por su proceder.
Con la “llegada” (¿Cómo llegó y por qué?) de la pandemia que nos tiene atemorizados, hemos podido ver comportamientos que nos hace dudar de que exista la nobleza de la especie y, algunos, sólo tratan de aprovechar los acontecimientos para enriquecerse más a costa de muchas muertes.
Cuando pienso en muchos rincones del mundo que están en la mente de todos, allí donde las criaturas están pasándolo muy mal para que unos pocos vivan a todo trapo y aumenten sus cuentas a costa de calamidades y mucha tristeza… Sólo puedo preguntarme si por alguna parte existe la solución a toda esa aberración “humana”, y, por mucho que miro… ¡No la veo!
¿Que hasta donde podemos llegar? Pues de seguir por este camino… ¡A los infiernos! La gente corriente por lo general es buena pero, si se les aprieta demasiado… Como le pasa a los fermiones, se degeneran y puede pasar cualquier cosa.
el 6 de febrero del 2024 a las 12:08
A estas alturas sabemos que la multitud de “Tierras” que podemos encontrar en los cientos de miles de millones de galaxias que existen en el Universo… Podrían ser inimaginables, y, en un gran porcentaje, esos mundos tendrían a su cuidado alguna forma de vida que, si las pudiéramos contemplar, serían causa de asombro y, también, de maravilla.
¡Somos tan poca cosa en el contexto del Universo!
Simplemente tenemos que pensar que el Sol es una estrella enana amarilla de la clase G2V, y, como ella, sólo en nuestra Galaxia existen unos 30.000 millones.
A pesar del dato anterior, nos venimos al Sistema Solar y vemos que el Sol (esa pequeña estrella), posee el 99,9% de toda la masa del Sistema planetario: Planetas, asteroides, lunas, cometas…
En la Galaxia una insignificancia, y, algunos todavía se creen importantes y van por la vida presumiendo no se sabe de qué. ¡Hay gente para todo!
Cuando hemos visto el tamaño de algunas estrellas (que dejan al Sol como si de un ínfimo puntito se tratara), y, constatamos la importancia que tiene ese ínfimo puntito solar para la vida en la Tierra, nos tenemos que dar cuenta de que, en realidad, estamos y pertenecemos a algo muchísimo mayor que nosotros, y, que somos una más de las formas de vida que pululan por miles de mundos.
Claro que somos importantes para nosotros y nuestras familias. Sin embargo, en el contexto del Universo no creo que signifiquemos mucho. Cuando cualquier eminente sabio nos deja para siempre… ¡Ninguna estrella deja de brillar!
El ritmo del Universo sigue, no tiene en cuenta lo que pueda pasar a pequeña escala en cualquiera de las regiones perdidas de los más de cien mil millones de galaxias que conforman este todo, esta burbuja descomunal que llamamos universo y que, al menos por el momento, no hemos podido conocer en toda su plenitud, y, los misterios y secretos siguen profundamente escondidos, las preguntas son muchas más que las respuestas, es decir que, nuestros conocimientos son limitados, mientras que nuestra ignorancia es… ¡Infinita!
¿Qué me gustaría que algún día, la Humanidad supiera quienes somos verdaderamente! El por qué vinimos, qué hacemos aquí, hacia donde vamos… Son preguntas que perdurarán como el Tiempo.