Feb
10
LA EXISTENCIA DEL ALMA Y SU INMORTALIDAD
por Emilio Silvera ~ Clasificado en General ~ Comments (0)
Establecida la existencia del alma, nos dice el gran filósofo de la Espiritualidad León Denis, el problema de la inmortalidad se presenta inmediatamente. Es ésta una cuestión de la mayor importancia, pues la inmortalidad es la única sanción que se ofrece a la ley moral, la única concepción que satisface nuestras ideas de justicia y responde a las más altas esperanzas de la raza humana.
Si nuestra entidad espiritual se mantiene y persiste a través de la perpetua renovación de las moléculas y de las transformaciones de nuestro cuerpo material, su disociación, su desaparición final no pueden alcanzarle.
La sensación de un Universo Eterno, de una Conciencia Cósmica
Hemos visto que nada desaparece en el Universo. Cuando la química y la física nos demuestran que ningún átomo se pierde, que ninguna fuerza se desvanece, ¿Cómo creer que esta unidad en la cual se resumen todas las potencias intelectuales llegue a disolverse? ¿Cómo creer que este yo consciente en que la vida se libra de las cadenas de la fatalidad pueda perecer?
No solamente la lógica y la moral, sino además los hechos mismos, hechos de orden sensible, a la vez fisiológicos y psíquicos, todo viene a demostrar la persistencia del ser consciente: el alma se recobra más allá de la tumba, tal como se hizo a sí misma mediante sus actos y sus trabajos en el transcurso de su existencia terrena.
La creencia de que el Alma permanece después de la muerte corporal
Si la muerte fuese la última palabra de todas las cosas; si nuestros destinos se limitasen a esta vida fugitiva, ¿tendríamos estas aspiraciones hacia un estado perfecto del que nadie en la tierra puede darnos idea? ¿Tendríamos esta sed de conocer, de saber, que nada puede apaciguar? Si todo cesase en la tumba, ¿porqué estas necesidades, estos sueños, estas tendencias inexplicables? Este grito poderoso del ser humano que resuena a través de los siglos, esas esperanzas infinitas, estos transportes irresistibles hacia el progreso y hacia la luz, ¿no han de ser más que los atributos de una sombra pasajera, apenas de una agregación de moléculas, apenas formada inmediatamente desvanecida? ¿Qué es, pues la vida terrena, tan corta que no nos permite siquiera, en su mayor duración llegar a los limites de la ciencia, tan llena de impotencia, de amargura, de desilusión; que nada en ella nos satisface por entero, hasta el punto de que después de haber obtenido el objeto de nuestros deseos continuamos insaciables y nos dejamos atraer por una finalidad más lejana y más inaccesible? La persistencia que ponemos en perseguir –a pesar de las decepciones- un ideal que no está en este mundo, una felicidad que nos rehuye siempre, es una indicación suficiente de que hay otra cosa distinta de la vida presente. La naturaleza no podría dar al ser aspiraciones, esperanzas irrealizables. Las necesidades ilimitadas del alma reclaman forzosamente una vida sin límites.
-Escritos de León Denis, recopilados por Dante Pracilio