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Las huellas del pasado nos hablan del futuro
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Física Cuántica ~ Comments (8)
Lo cierto es que, la única variable encontrada es la de las distintas densidades de los cuerpos
Alain Turing, pionero de la criptografía, estaba fascinado por la idea de la gravedad variable de Dirac, y especuló sobre la posibilidad de probar la idea a partir de la evidencia fósil, preguntando si “un paleontólogo podría decir, a partir de la huella de un animal extinto, si su peso era el que se suponía”.
El gran biólogo J.B.S. Haldane se sintió también atraído por las posibles consecuencias biológicas de las teorías cosmológicas en que las “constantes” tradicionales cambian con el paso del tiempo o donde los procesos gravitatorios se despliegan de acuerdo con un reloj cósmico diferente del de los procesos atómicos (¿será precisamente por eso que la relatividad general –el cosmos–, no se lleva bien con la mecánica cuántica – el átomo –?).
Tales universos de dos tiempos habían sido propuestos por Milne y fueron las primeras sugerencias de que G podría no ser constante. Unos procesos, como la desintegración radiactiva o los ritmos de interacción molecular, podrían ser constantes sobre una escala de tiempo pero significativamente variables con respecto a la otra. Esto daba lugar a un escenario en el que la bioquímica que sustentaba la vida sólo se hacía posible después de una particular época cósmica, Haldane sugiere que:
“Hubo, de hecho, un momento en el que se hizo posible por primera vez vida de cualquier tipo, y las formas superiores de vida sólo pueden haberse hecho posibles en una fecha posterior. Análogamente, un cambio en las propiedades de la materia puede explicar algunas de las peculiaridades de la geología precámbrica.”
La Naturaleza exige su tiempo para producir cambios
Este imaginativo escenario no es diferente del que ahora se conoce como “equilibrio interrumpido”, en el que la evolución ocurre en una sucesión discontinua de brotes acelerados entre los que se intercalan largos periodos de cambio lento. Sin embargo, Haldane ofrece una explicación para los cambios.
Lo que tienen en común todas estas respuestas a las ideas de Eddington y Dirac es una apreciación creciente de que las constantes de la naturaleza desempeñan un papel cosmológico vital:
Si algunas de estas constantes variaran… ¡La Vida no sería posible en nuestro Universo!
Existe un lazo entre la estructura del universo en conjunto y las condiciones locales internas que se necesitan para que la vida se desarrolle y persista. Si las constantes tradicionales varían, entonces las teorías astronómicas tienen grandes consecuencias para la biología, la geología y la propia vida.
“Cuando se mira un girasol, se ven espirales a favor y en contra de las agujas del reloj, formadas por las semillas; las cantidades de cada una de ellas son términos consecutivos de la sucesión de Fibonacci. Los más frecuentes son los pares 21-34; 34-55; y 89-144. Lo mismo ocurre si observamos una piña, el número de espirales en uno y otro sentido son términos sucesivos de la famosa sucesión.”
Está por todas partes
- “La espiral áurea da forma a los caracoles y su ejemplo más extraordinario es el nautilus. La estructura de su interior se construye añadiendo cámaras de mayor tamaño cada vez pero siempre conservando la forma. Sobre cada parte del caparazón que permanece se añade otra nueva, exactamente igual, pero más grande. Esta forma también puede observarse en los movimientos de turbulencia con velocidad de expansión creciente como en los remolinos de los ríos, huracanes y, en mucha mayor escala, la disposición de las galaxias.”
La Constante de estructura fina
La constante de estructura fina de Sommerfeld (símbolo α) es la constante física fundamental que caracteriza la fuerza de la interacción electromagnética. Es una cantidad sin dimensiones, por lo que su valor numérico es independiente del sistema de unidades usado, su fórmula es:
Si unos científicos alienígenas, sin importar que guarismos y signos utilizaran para hallar el valor de la constante de estructura fina, el resultado sería el mismo que nos ha dado a nosotros… ¡137!
Este número adimensional, esconde los secretos del electromagnetismo (e-), el electrón, de la velocidad de la luz (c), y, de la constante de Planck (h).
No podemos descartar la idea ni abandonar la posibilidad de que algunas “constantes” tradicionales de la naturaleza pudieran estar variando muy lentamente durante el transcurso de los miles de millones de años de la historia del universo. Es comprensible por tanto el interés por los grandes números que incluyen las constantes de la naturaleza. Recordemos que Newton nos trajo su teoría de la Gravedad Universal, que más tarde mejora Einstein y que, no sería extraño, en el futuro mejorará algún otro con una nueva teoría más completa y ambiciosa que explique lo grande (el cosmos) y lo pequeño (el átomo), las partículas (la materia) y la energía por interacción de las cuatro fuerzas fundamentales.
Si la masa del protón o la carga del electrón variaran aunque sólo fuese una diezmillonésima parte… ¿La Vida no existiría! No se formarían los átomos que conforman todos los objetos conocidos como estrellas, galaxias y mundos.
Me referiré ahora aquí a un físico extraño. Se sentía igualmente cómodo como matemático, como físico experimental, como destilador de datos astronómicos complicados o como diseñador de sofisticados instrumentos de medida.
Tenía los intereses científicos más amplios y diversos que imaginarse pueda. Él decía que al final del camino todos los conocimientos convergen en un solo punto, el saber.
Así de curioso, ya podéis imaginar que fue uno de los que de inmediato se puso manos a la obra para comprobar la idea de la constante gravitatoria variable de Dirac que podía ser sometida a una gran cantidad de pruebas observacionales, utilizando los datos de la geología, la paleontología, la astronomía, la física de laboratorio y cualquier otro que pudiera dar una pista sobre ello. No estaba motivado por el deseo de explicar los grandes números. Hacia mediados de la década de los 60 hubo una motivación adicional para desarrollar una extensión de la teoría de la gravedad de Einstein que incluye una G variable. En efecto, durante un tiempo pareció que las predicciones de Einstein no coincidían en lo referente o sobre el cambio de órbita de Mercurio que era distinta a las observaciones cuando se tenía en cuenta la forma ligeramente achatada del Sol.
Robert Dicke, que este era el nombre del extraño personaje, y su estudiante de investigación Carl Brans, en 1.961, demostraron que si se permitía una variación de G con el tiempo, entonces podía elegirse un ritmo de cambio para tener un valor que coincidiera con las observaciones de la órbita de Mercurio. Lamentablemente, se descubrió que todo esto era una pérdida de tiempo. El desacuerdo con la teoría de Einstein a inexactitudes de nuestros intentos de medir el diámetro del Sol que hacían que este pareciera tener una forma de órbita diferente a la real. Con su turbulenta superficie, en aquel tiempo, no era fácil medir el tamaño del Sol. Así que, una vez resuelto este problema en 1.977, desapareció la necesidad de una G variable para conciliar la observación con la teoría.
“La hipótesis de los números grandes de Dirac (en inglés, Dirac large numbers hypothesis, o LNH) es una observación realizada por Paul Dirac en 1937 que relaciona las proporciones de escalas de tamaño en el Universo con las escalas de fuerza. Las proporciones constituyen números muy grandes y sin dimensiones: unos 40 órdenes de magnitud en la época cosmológica actual. De acuerdo con la hipótesis de Dirac, la similitud aparente de estas relaciones podría no ser una mera coincidencia, sino que podría implicar una cosmología con estas características inusuales:
- la fuerza de la gravedad, representada por la constante gravitacional, es inversamente proporcional a la edad del universo: ;
- la masa del universo es proporcional al cuadrado de la edad del universo: ;
- las constantes físicas en realidad no son constantes. Sus valores dependen de la edad del Universo.”
Su número enorme ( NEdd) nos dice el número de protones del Universo y de electrones, es 1080 y es_
15747724136275002577805653061181555468044717914527116709366231425076185631031296
De todas las maneras, lo anterior no quita importancia al trabajo realizado por Dicke que preparó una revisión importante de las evidencias geofísicas, paleontológicas y astronómicas a favor de posibles variaciones de las constantes físicas tradicionales. Hizo la interesante observación de explicar los “grandes números” de Eddington y Dirac bajo el apunte de que allí tenía que subyacer algún aspecto biológico que de momento no éramos capaces de ver.
“El problema del gran tamaño de estos números es ahora fácil de explicar… Hay un único número adimensional grande que tiene su origen estático. Este es el número de partículas del universo. La edad del universo “ahora” no es aleatoria sino que está condicionada por factores biológicos… porque algún cambio en los valores de grandes números impedirían la existencia del hombre para considerar el problema”.
Cuatro años más tarde desarrolló esta importante intuición con más detalle, con especial referencia a las coincidencias de los grandes números de Dirac, en una breve carta que se publicó en la revista Nature. Dicke argumentaba que formas de vidas bioquímicas como nosotros mismos deben su propia base química a elementos tales como el carbono, nitrógeno, el oxígeno y el fósforo que son sintetizados tras miles de millones de años de evolución estelar en la secuencia principal. (El argumento se aplica con la misma fuerza a cualquier forma de vida basada en cualesquiera elementos atómicos más pesados que el helio). Cuando las estrellas mueren, las explosiones que constituyen las supernovas dispersan estos elementos biológicos “pesados” por todo el espacio, de donde son incorporados en granos, planetesimales, planetas, moléculas “inteligentes” auto replicantes como ADN y, finalmente, en nosotros mismos que, en realidad, estamos hechos de polvo de estrellas.
Esta escala temporal está controlada por el hecho de que las constantes fundamentales de la naturaleza sean
t(estrellas) ≈ (Gmp2 / hc)-1 h/mpc2 ≈ 1040 ×10-23 segundos ≈ 10.000 millones de años
No esperaríamos estar observando el universo en tiempos significativamente mayores que t(estrellas), puesto que todas las estrellas estables se habrían expandido, enfriado y muerto. Tampoco seríamos capaces de ver el universo en tiempos mucho menores que t(estrellas) porque no podríamos existir; no había estrellas ni elementos pesados como el carbono. Parece que estamos amarrados por los hechos de la vida biológica para mirar el universo y desarrollar teorías cosmológicas una vez que haya transcurrido un tiempo t(estrellas) desde el Big Bang.
Así pues, el valor que del gran número nos dio Dirac N(t) no es en absoluto aleatorio. Debe tener un valor próximo al que toma N(t) cuando t esta cercano el valor t(estrella).
Todo lo que la coincidencia de Dirac dice es que vivimos en un tiempo de la Historia Cósmica posterior a la formación de las estrellas y anterior a su muerte. Esto no es sorprendente. Dicke nos está diciendo que no podríamos dejar de observar la coincidencia de Dirac: es un requisito para que exista vida como la nuestra
De esta forma Dicke nos vino a decir que:
“Para que el universo del Big Bang contenga las ladrillos básicos necesarios para la evolución posterior de la complejidad biológica-química debe tener una edad al menos tan larga, como el tiempo que se necesita para las reacciones nucleares en las estrellas produzcan esos elaborados elementos.”
Esto significa que el universo observable debe tener al menos diez mil millones de años y por ello, puesto que se está expandiendo, debe tener un tamaño de al menos diez mil millones de años luz. No podríamos existir en un universo que fuera significativamente más pequeño.
Un argumento hermosamente simple con respecto a la inevitabilidad del gran tamaño del universo para nosotros aparece por primera vez en el texto de las Conferencias Bampton impartidas por el teólogo de Oxford, Eric Mascall. Fueron publicadas en 1956 y el autor atribuye la idea básica a Gerad Whitrow.
emilio silvera
el 13 de febrero del 2010 a las 19:56
el 14 de febrero del 2010 a las 9:41
Es Sr. nos deja un mensaje con los sinbolod del segundo y del quarks down, intercalados sin ton ni son, y, lo que podemos dedicir es que querría dar una respuesta pero no ha sabido poner las letras para expresar sus pensamientos.
Le recomiendo que persiste en ello.
Un saludo.
el 14 de febrero del 2010 a las 18:02
Buenas tardes,
quizas una nueva forma de langage extraterestre desconocido.
hasta luego
el 31 de julio del 2020 a las 9:38
‘Hay gente para todo!
Me llama la atención los parásitos que no hacen nada y que sólo se dedican a criticar los trabajos ajenos.
De alguna manera, parece que están incentivados por una envidia malsana.
el 31 de mayo del 2010 a las 15:38
No sabía donde poner este enlace que me pareció muy interesante.
Son fotos de la Cassini del Sistema de Saturno.
http://www.boston.com/bigpicture/2010/05/checking_in_on_saturn.html
el 1 de junio del 2010 a las 9:02
Ozzy, bonitas imagenes. ¿Como podremos pagarle algun dia a la Cassini el servicio que nos hace?
Gracias a estos ingenios espaciales de la robotica moderna podemos tener acceso a imagenes de objetos lejanos que, de otra manera, tardariamos en conocer. Se ha dado un gran salto en el saber del ÇSistema Solar gracias a las Sondas Robotizadas que, con sus pequeños laboratorios incluidos, nos envian los datos y las imagenes de esos planetas hermanos y de sus lunas que, de seguro, nos daran aun mas de una sorpresa.
Gracias amigo.
el 2 de junio del 2010 a las 3:50
Debemos valorar vivir en esta época de avances acelerados de la Ciencia y haber llegado a ver estas imágenes prodigiosas.
Gracias a Ozzy por arrimarlas. Son notables y extraordinariamente nítidas. Todas maravillosas, pero destaco especialmente 22, 23, y 26, además de 18 que ya vimos en Observatorio el otro día, que parecen obra de un artista exquisito.
Hoy recibí este boletín: http://ciencia.nasa.gov/headlines/y2010/04may_dawn.htm?list1383240 .¡Propulsión iónica!… lo que me alienta la esperanza de llegar a ver todavía portentosos descubrimientos…y poder comentarlos con ustedes.
Saludos intensos para tod@s desde Montevideo
el 31 de julio del 2020 a las 9:45
Es cierto que si miramos hacia atrás en el Tiempo, si comprobamos los vestigios de los logros alcanzados por aquellos que allí estuvieron, si vemos como se fueron moldeando los cimientos de éste presente nuestro, no podemos quitarnos de la Mente la idea de que, de la misma manera, ahora nosotros, estamos construyendo el Futuro.
Así, el Presente está hecho desde el Pasado, y, el Futuro, estará cargado del Presente.
Lo mismo que nunca lo podremos saber todo, que en cada época se va logrando nuevos conocimientos que nos acercan a esa realidad que llamamos Naturaleza y Universo, de la misma manera, tenemos que reconocer que que cada Civilización que aquí estuvo antes que nosotros, dejó su impronta y nos señaló el camino a seguir, y, también, el camino que no deberíamos tomar de nuevo por haber resultado experiencias fallidas.
En todos los campos del saber humano, para dentro de algunos cientos de años, se habrá logrado saber sobre cuestiones que hoy no llegamos a comprender ni tenemos los medios para llegar a “ellas”. Entonces, iremos comprendiendo y lo que hoy es complejo y oscuro, mañana será sencillo y de una claridad segadora.
¡Sólo necesitamos Tiempo!