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Estamos rodeados de misterios
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Rumores del Saber ~ Comments (0)
Considerada como una pseudo-ciencia, la alquimia se practicó aproximadamente desde el siglo IV a. C. hasta el surgimiento de la química y las ciencias naturales, a comienzos del XVII. Es cierto que, su época de esplendor se sitúa en la Europa medieval. Sin embargo, la verdadera historia de la Alquimia, nos dice que deberíamos irnos mucho más atrás en el tiempo.
A veces nos pasan cosas que no sabemos explicar. El poeta místico islámico Al-Attar, nos decía:
“En cada átomo hay un sol aparente y en cada gota un poderoso mar.
Si cortas un átomo y penetras en su interior, podrás descubrir en su corazón un sol.”
La Tabla Esmeraldina
Es verdad, sin mentira, cierto y muy verdadero. Lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo, para hacer los milagros de una sola cosa. Todas las cosas vinieron y vienen del Uno, y por mediación del Uno, así todas las cosas han nacido de esta cosa única por la adaptación. El Sol es el padre; la Luna, la madre; el viento la ha llevado en su vientre, la Tierra es su nodriza. El Padre de toda la Perfección de todo el mundo está aquí. Su potencia está entera si se convierte en tierra.
Os cuento:
Aquel era un viaje de los muchos que, por aquellos tiempos, realizaba a Madrid por cuestiones laborales. Fue un día del crudo invierno del año 1.978, hacía frío y pronto se desencadenó una furiosa tormenta nevada que, en aquella calle del Madrid antiguo, me obligó a buscar algún refugio. Miré el espacio que mi vista podía abarcar y, algo más adelante, en la acera de enfrente, vislumbré una vieja librería en la que me pude cobijar atravesando su estrecha puerta y lúgubre entrada.
La luz, dentro del establecimiento era escasa y, los estantes de libros muy viejos, llenaban todas las superficies del lugar. El librero, hombre muy delgado con traje algo raído por los años y una vieja bufanda de lana enrollada al cuello, relacionaba en una libreta una pila de libros que tenía encima del mostrador.
El hombre me miró, y, sin decir palabra, con un gesto de la cabeza, me indicó que podía pasar a echar una mirada. Por la ventana acristalada y sin visillos que daba a la calle, observé que el temporal arreciaba
No teniendo otra cosa que hacer y, con la única intención de hacer tiempo para dejar pasar la tormenta, me puse a curiosear por los estantes a los que, una buena limpieza, los habría podido liberar de la espesa capa de polvo que por todas partes había.
La lectura de antiguos manuscritos, de lo que decían aquellos filósofos naturales (casi todos ellos anteponían las virtudes medicinales de la piedra a sus propiedades transmutativas). Tanto es así que, Basilio Valentin, en las Doce claves de la filosofía que alguna vez hemos podido ojear, recomienda a sus lectores la “utilización” de la Piedra Filosofal para “proteger su salud”. En otro pasaje, el autor hace la siguiente observación: “Así, pues, mediante este tratado he querido hacerte ver la piedra de los antiguos, proveniente del cielo, para salud y consuelo de los hombres en este valle de lágrimas, como el tesoro terrestre más preciado y, para mí, también el más legítimo.”
En una de aquellas interminables hileras, el lomo de un viejo libro, llamó poderosamente mi atención: “Las doce claves de la Filosofía”, lo saqué de su lugar de reposo y, la polvareda me produjo un ataque de tos. El libro, tenía una portada de aspecto medieval adornada con símbolos para mí desconocidos.
Importancia del Cinabrio en el pensamiento alquímico: Según los alquimistas de la edad media, una sustancia puede transformarse en otra simplemente añadiendo y sustrayendo elementos en las propiedades adecuadas. Se creía que el Mercurio era el elemento el que confería las propiedades metálicas a los elementos y creían que todos los metales estaban formados por diferentes combinaciones de mercurio y azufre, que era el que convertía a las sustancias en combustibles y corroía los metales. A partir de esto dedujeron que agregando y combinando mercurio y azufre en cantidades adecuadas con un metal base como el plomo, éste transmutaría en oro o plata. En la tabla periódica figura con las letras Hg ya que los romanos lo llamaban hidragyrum, que significa plata líquida.
El cinabrio (se decía) es una de las piedras más buena para todo tipo de dolores, se aplica el mineral por la zona afectada y se deja actuar allí por espacio de una hora según el caso. Se ha utilizado desde la antigüedad para conseguir el equilibrio de los pensamientos, canalizarlos, ordenarlos y armonizarlos con el cuerpo físico. alquímicamente se creía que el Cinabrio era el símbolo de la Luz Eterna…
Como hago siempre, levanté la dura y acartonada tapa de aquel misterioso libro y, curioso, comencé a leer el prólogo tratando de atisbar, sobre la esencia del contenido. Aquella presentación estaba escrita por un tal Eugène Canseliet y, lo que allí exponía, me pareció muy complejo para mis escasos conocimientos sobre el tema que trataba, ya que, la erudición que vertía en aquellas líneas escritas superaban, con mucho, mis posibilidades de un lego como yo en temas de Alquimia que era, el tema central que allí se trataba.
El autor, era el Hermano Basilio Valentín de la Orden de San Benito que, nada más que empezar te decía: “En el contenido de lo que en la mano tienes, ¡oh dilecto amigo apasionado del misterio!, te he proporcionado la esperanza de aprender, mediante el estudio –así como a otros en cuyo interior arde el mismo fuego-, las propiedades de la Naturaleza y, con mayor profundidad, en atención al investigador, las artes, la piedra angular y la roca, tal como me fueron conferidas por lo altísimo.
Me propongo explicarte como confeccionaron su Piedra nuestros antiguos Maestros, la piedra que se les entregara desde alturas sumas, a fin de utilizarla para su salud y la comodidad de esta vida terrenal.”
Aquello aumentó mi curiosidad y traté de seguir leyendo algo más. Sin embargo, el texto que seguía era tan oscuro que (tengo que confesarlo), no entendí absolutamente nada, ni una palabra de aquel galimatías mezclado con dibujos y claves tan misteriosos para mí como el Universo mismo.
El uróboros ha sido un símbolo importante en el simbolismo religioso y mitológico, usado frecuentemente en ilustraciones de alquimia. También se le asocia con el gnosticismo y el Hermetismo, aunque fue bien conocido en Antiguo Egipto y Grecia (pero no únicamente). Al contrario, muchos pueblos parecen haberlo conocido y representado, entre ellos, el nórdico; en la mitología vikinga, la serpiente Jormungand llegó a crecer tanto que pudo rodear el mundo y apresarse su propia cola con los dientes.Igualmente, en México, algunas representaciones de Quetzalcóatl o Kukulkán, lo muestran mordiéndose la cola.En la mitología aborigen de autralia, está la Serpiente del Arcoiris.
El símbolo del eterno retorno
Seguí ojeando las imágenes y pude contemplar diversos personajes ataviados con suntuosidad, algunos animales más o menos fabulosos y ciertos utensilios que parecían (esa fue mi primera impresión) tener una relación directa con la Alquimia, tales como crisoles o retortas. Las elucubraciones de Monsieur Canseliet, tenían, sin duda, por objeto delinear todo aquel simbolismo abstracto, pero se me antojaron destinadas, sobre todo, a lectores ya iniciados. Por ejemplo, su comentario acerca de la primera figura comenzaba así:
Los “siete metales” alquímicos (oro, plata, hierro, mercurio, cobre, plomo y estaño),
“El Rey y la Reina de la Obra, es decir, el oro y la plata filosóficos, están representados, de forma espagírica, por el lobo y el gran botón de retorno sobre la copela. Esa copela y el crisol entre llamas señalan claramente la vía seca, en la que desempeña un papel preponderante el fuego secreto.”
Confieso que tales aclaraciones sirvieron sólo para acrecentar mi perplejidad en lugar de disiparla, no obstante, las extravagancias de Basilio Valentin, empezaron a ejercer lentamente sobre mí una cierta y misteriosa fascinación. Impulsado por el deseo de enredarme cada vez más en aquel mundo oculto, volví a mirar por la ventana y pude comprobar que, la ventisca había pasado y según veía por la acristalada ventana, por la calle, los viandantes, pasaban raudos y tapados tratando de escapar del intenso frío.
Con el libro en la mano, me dirigí hacia el extraño librero y le pregunté el precio. Él, cogió en sus manos el libro y le dio varias vueltas bajo su experta mirada y, sin decir palabra, cogió el lápiz con el que relacionaba aquellos libros y, en un papel escribió la cantidad de 45 pesetas.
Siguiendo su juego y también en silencio, saqué de mi bolsillo aquella cantidad y la dejé encima del mostrador. El libro era mío y, me prometía, para después de la cena, unas horas de descubrimientos y desconocidos misterios que, mi curiosidad, deseaban desvelar.
Salí de aquel lúgubre lugar y, le hice señas a un taxi que por el lugar pasaba en aquel momento. Ya instalado en el Hotel, me dirigí a mi habitación y dejando el libro en la mesilla de noche, al lado de la cama, bajé al comedor.
De regreso al hotel, me eché en la cama y comencé la lectura del primer capítulo en el que me pude enterar de que a los alquimistas se les conocía como “filósofos herméticos”. Lleno de impaciencia leí aquellas primeras páginas y, después de todo, aunque no era una obra para principiantes, el autor había sabido expresarse con la suficiente claridad y, por tanto, la primera impresión recibida era infundada, cualquier lector medio, sin problemas, podía entender lo que allí se explicaba.
El viento y la lluvia golpeaban sobre la ventana de la habitación y, a través de las cortinas, se vislumbraba una tarde oscura y nada acogedora. Lo mejor sería no salir y dejar las gestiones para la mañana siguiente. Así que, me dispuse a devorar todo el contenido de aquel misterioso libro que, por casualidad, había llegado a mis manos.
Tabla de Símbolos de Alquimia
Por otra parte, aumentaban el peso del oro, a expensas de su calidad, rebajándolo mediante una amalgama de otros metales. Todas estas prácticas serían descriptas también por los primitivos alquimistas. En los papiros hallados también se explica el proceso de dorado mediante el empleo de una amalgama de mercurio y oro. Así mismo, se hace referencia a diversas fórmulas de barnices o materias colorantes destinados a teñir metales superficialmente.
Pormenorizar aquí sobre hechos y personajes quen han tenido que ver con la Alquimia, sería una tarea compleja y, ni tenemos el tiempo ni el espacio para ello. Hasta Newton estuvo relacionado con esta misteriosa actividad de la Alquimia que, de alguna manera y sin ningún lugar a dudas, es la precursora de la Química, la verdadera ciencia.
Allí, en el interior de la obra, se formulaba una pregunta: ¿Cuál había sido el origen de la Alquimia? Estaba claro que, según pude deducir de la lectura que, la pregunta no se podía contestar y, las posibles fuentes del conocimiento Alquímico, podían haber manado de China, Egipto, Grecia, Oriente Medio, cualquiera de esos lugares se podían atribuir, con el mismo derecho, la paternidad de la Alquimia.
Dicen que estaba escrita en esmeralda o cristal o roca verde. Así se la imaginó en el siglo XVII el físico, alquimista y filósofo hermético alemán Heinrich Khunrath.
Así pues, el texto quedaba ceñido a la tradición y se remontaba al arte hermético hasta el propio Hermes –quien se dice que fue un rey prefaraónico-. A él se le atribuyen varios tratados alquímicos, entre otros, la famosa Tabla esmeraldina, que es, sin duda, el resumen más conciso, si no el más claro, de la Gran Obra. Según la leyenda, los soldados de Alejandro Magno encontraron dicho texto en lo más profundo de la gran pirámide de Gizeh, que sería el sepulcro de Hermes. Al parecer, este mismo empleó un diamante puntiagudo para grabar sobre una placa de esmeralda –de aquí su nombre- las escasas líneas que componen la Tabla.
No pocos opinan que, origen de la alquimia occidental puede situarse en el Antiguo Egipto. La metalurgia y el misticismo estaban inexorablemente unidas en el mundo antiguo. La alquimia, la medicina e incluso la magia eran aspectos de la religión en el Antiguo Egipto y, por tanto, del dominio de la clase sacerdotal. Según la tradición egipcia, el faraón Keops fue el más antiguo alquimista y el autor del primer tratado de alquimia.
No queriendo hacer demasiado largo este pequeño trabajo, quiero terminar reproduciéndola por entero, pues su lectura nos permitirá apreciar mejor la dificultad de los textos alquímicos (he elegido la traducción del adepto contemporáneo Fulcanelli-, por estimarla mucho más clara y precisa que casi todas las demás:
– “Es verídico, sin mentira, cierto y muy verosímil:
– Lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo; mediante esas cosas se realizan los milagros de una sola cosa, y como todas las cosas son y provienen de UNO por mediación de UNO, resultan que todas las cosas nacen, por adaptación, de esa cosa única.
– El Sol es el padre, la Luna, la madre. El viento lo ha llevado en su vientre. La Tierra es su nodriza y su receptáculo. El padre de todo, el Telemos del mundo universal, está aquí. Su fuerza o su potencia se conservará íntegra si se convierte en tierra. Tú separarás la tierra del fuego, lo sutil, de lo denso, suavemente, con máxima laboriosidad. Él se eleva de la tierra y desciende del cielo, recibe su fuerza de las cosas superiores y de las cosas inferiores. Tú obstendrás por este medio la gloria del mundo, y todas las tinieblas huirán de ti.
– Es la fuerza, fuerza entre las fuerzas, pues ella se sobrepondrá a toda cosa sutil y penetrará en toda cosa sólida. Así se ha creado el mundo. De ahí surgirán admirables adaptaciones, cuyo medio creativo se presenta aquí.
– Por eso se me ha llamado Hermes Trimegisto, y por eso poseo las tres partes de la filosofía universal.
– Todo cuanto he dicho de la Obra solar está completo”
Sí la Alquimia interesó a los egipcios desde la más remota antigüedad, es curioso que haya ocurrido lo mismo en el otro extremo de la Tierra, en el Celeste Imperio. En efecto, los textos chinos más antiguos –el Tsai-y-Chí y el Tao- dejan ya constancia de las especulaciones sobre esa materia y sobre las posibilidades de transmutaciones metálicas. Ahora bien, allá por la época el Tao no se conocía en China el empleo de los ácidos fuertes para disolver los metales, y, por consiguiente, es asombroso que se emprendieran ya entonces operaciones transmutatorias sobre unas bases bastante similares a las utilizadas por los hermetistas de la Edad Media.
Claro que, volviendo a la pregunta del principio, y, según lo que sobre el tema he podido leer, el origen de la Alquimia habría que buscarlo entre los egipcios, griegos, árabes y también en Bizancio. Hacia principios del siglo IV de la Era Cristiana, Zósimo el Pana napolitano fundó en Alejandria la principal Escuela del arte hermético.
El libro, el misterioso libro, como podéis comprender, dio para mucho más de lo exiguo aquí expuesto pero, dejaré para otra oportunidad, relatar otros aspectos interesantes que en él están descritos y que, de seguro, os interesará, aunque sólo sea, por dar satisfacción a vuestra curiosidad sobre el misterioso tema:
¡La Alquimia! Precursora de la Ciencia Química que tan valiosa es hoy para el avance de la Humanidad en el conocimiento de la Naturaleza y la materia que en ella, está presente.
Emilio Silvera
PD.
Otro día os hablaré de un personaje singular. Amonio Sacca.
“Amonio Saccas enseñó que la doctrina secreta de la religión de la sabiduría estaba enteramente contenida en los libros de Thoth (Hermes), de los que tanto Pitágoras como Platón derivaron gran parte de sus conocimientos y filosofías; y que las enseñanzas de dichos libros son idénticas a las de los sabios del remoto Oriente.”
Abr
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¿Sembrar la vida en el Universo?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en General ~ Comments (1)
Un comentario del contertulio Adolfo en el trabajo titulado ¿Nos arrepentiremos de crear la I.A.?, me ha llevado a mirar por ahí y, encuentro cosas como éstas:
Muchos son los motivos latentes por los que la vida en la Tierra se podría extinguir
Finalmente, llegará el día en que se extinga completamente la vida en la Tierra. Puede ser mañana o dentro de millones de años, pero ocurrirá. Dejando las especulaciones de lado, hasta donde sabemos, es el único sitio del Universo que posee vida. Pero existe la posibilidad de sembrar las semillas de la vida terrestre en el espacio, para que se desarrolle en planetas jóvenes de sistemas solares ubicados a muchos años luz de distancia. Si dicha empresa fuese realmente posible, ¿tenemos la obligación moral de hacerlo, para proporcionar a nuestra línea evolutiva la oportunidad de continuar de manera indefinida?
Creo que son muchos los que piensan que, hasta dónde nuestras posibilidades lo permitan, sí debemos expandir la vida por otros mundos y dejar abierta la posibilidad de que, cuando el Sol llegue a su fin (si es que antes no ocurre algún trágico suceso), debemos intentarlo al menos.
Michael Mautner, Profesor Investigador de Química en la Universidad de Virginia Commonwealth, dice que: “…sembrar el universo con vida no es sólo una opción, es nuestra obligación moral.”
Por otra parte, cuando pensamos en la posible caída de cometas sobre nuestro planeta, en lo primero que pensamos en en nuestra propia seguridad pero, no nos paramos a pensar en que, dichos impactos, pueden producir grandes levantamientos de material terrestre que, son expulsados de manera violenta al espacio y llevando material biológico, llegar a otros sistemas planetarios y sembrar la vida en ellos.
Con esto, simplemente quiero considerar la posibilidad de que, el Universo tenga sus propios mecanismos para que la vida, no se extinga. Si lo pensamos bien, le ha llevado mucho tiempo (al menos hasta donde sabemos) traerla aquí al planeta Tierra. Se han necesitado miles de años para que las estrellas transmutaran los elementos necesarios para que, la vida, hiciera acto de presencia.
La teoría de la evolución química y celular: Mantiene que la vida apareció, a partir de materia inerte, en un momento en el que las condiciones de la Tierra eran muy distintas a las actuales y se divide en tres. Evolución química. Evolución prebiótica. Evolución biológica.
Todo eso está bien pero…, la aparición del protoplasma vivo que dio lugar a todo eso… ¿Cómo se pudo formar?
Todos sabemos de las muchas cosas que no sabemos. Sin embargo, eso no impide que incluso pensemos en sembrar la vida por el Universo. ¿Quiénes nos creemos que somos? ¿Nos sentimos moralmente portadores de una misión tan grande como la de procurar conservar la vida en el Universo? ¿Acaso no es el propio Universo el que tiene que hacer su trabajo y expandirla por todos los lugares que sean idóneos para ello? ¿Cómo podemos arrogarnos una misión de tal envergadura?
Personalmente creo que, la idea es innecesaria y que, la Vida, surge por sí misma en todos aquellos lugares que, como aquí en la Tierra, tengan las condiciones necesarias para ello. Incluso es posible que existan formas de vida que, ni podamos imaginar. Claro que, como humanos que somos, tendemos a exaltar lo nuestro y, cuando decimos que tenemos la obligación moral de llevar la vida a otros mundos situados en otros sistemas solares, en lo que en realidad estamos pensando es, en que “nuestra forma de vida, nuestra especie”, no se extinga.
Claro que, no creo que sembrar la vida por el Universo sea algo parecido a sembrar árboles en un jardín. La vida, amigos míos, es simplemente un estado de la materia evolucionada, es ese estado máximo en el que la materia, genera pensamientos y…sentimientos.
Hasta llegar aquí, nos ha costado miles de millones de años
Lo cierto es que, nuestra imaginación no tiene límites y está en función de los conocimientos que vamos adquiriendo. A mayor saber, mayor imaginación para poder leer artículos en el que se digan cosas como ésta:
“La panspermia es un mecanismo para la dispersión del material orgánico a través de la galaxia, pero los efectos destructivos de los rayos cósmicos y la luz ultravioleta tienden a que la mayor parte de los organismos sean destruidos, o lleguen a un nuevo mundo rotos y muertos. Ahora, Paul S. Wesson, investigador visitante en el Instituto Herzberg de Astrofísica en Canadá, sugiere que la información contenida dentro del material orgánico dañado, podría ser la semilla de la nueva vida. Llama a este proceso necro-panspermia.”
Como veréis, por imaginar que no quede. Lo cierto es que, el Universo nos ha demostrado tener sus propios mecanismos para generar la vida y, siendo eso así (que lo es), no creo que tengamos que inmiscuirnos nosotros en tal empresa que, por otra parte y aunque no sea de manera intencionada, ya estamos realizando al enviar ingenios contaminados de microbios a otros lugares del espacio. ¿Cómo sabemos las consecuencias que, finalmente puedan tener esas sondas y naves espaciales que mandamos a investigar el espacio y los objetos que en él están presentes.
¿Cuántas bacterias habremos dejado ya en el Planeta Marte?
Quién sabe lo que no habremos hecho ya con nuestras actividades espaciales que, no siempre están limpias de sospechas y…de bacterias. El mismo planeta Marte tiene ya una larga lista de maquinas terrestres sobre su superficie y, si no había vida propia en aquel planeta… ¿Quién puede afirmar que no la hayamos llevado nosotros?
¡La Actividad Humana! Es a veces tan criticable que, percibe uno la sensación de que aún, no hemos madurado lo suficiente para ocupar el lugar que, en el contexto del Universo tendríamos que tener. La misma idea de sembrar vida en otros mundos puede parecer algo pretenciosa y, si me apuráis mucho, hasta escandalosa.
Desde el supuesto Big Bang…, la perspectiva que del Universo tenemos, nos lleva a pensar que la Vida es algo natural, un estado de la materia que ha pasado por uno y un millón de pruebas hasta surgir contra todo pronóstico en los lugares más insospechados. Y, nosotros, sabiendo eso, queremos ser los responsables de llevarla a otros lugares del Cosmos. ¡Se habrá visto mayor osadía!
Moléculas y reacciones químicas
En la Tierra, la mayoría de los átomos no existen por sí mismos, sino que se unen con otros átomos en forma de moléculas. O usando una terminología diferente, podemos decir que la mayoría de los elementos se combinan para formar compuestos. La química se trata acerca de las reacciones que forman y reorganizan los enlaces entre los átomos.
La química orgánica se concentra en el carbono, el cual puede formar una mayor variedad de compuestos que cualquier otro elemento. Las moléculas más importantes para la vida, las proteínas y el ADN, se basan en largas cadenas de átomos de carbono unidos a otros elementos, particularmente hidrógeno, oxígeno y nitrógeno.
Como todos saben, en las Nebulosas están presentes muchas moléculas necesarias para la vida. En comentarios anteriores, ya nos referimos a los elementos más abundantes del Universo: carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno (CHON). Las estrellas convierten unos elementos más sencillos en algo como el CHON y arroja esos materiales al espacio, en explosiones supernovas que forman nebulosas en las que están los materiales complejos para formar nuevas estrellas, nuevos mundos y…¿Por qué no? nuesvas formas de vida.
Todas las reacciones químicas implican un cambio en la energía. La mayoría de ellas liberan energía, usualmente en forma de calor; nuestros cuerpos son calentados por las reacciones orgánicas basadas, en última instancia, en la oxidación de los alimentos que comemos. (Algunas pocas reacciones liberan energía en forma de luz en lugar de calor, una propiedad que ha sido explotada por las luciérnagas y los gusanos brillantes). Por otro lado, las reacciones “endotérmicas” absorben energía del ambiente. De la misma manera. En las Nebulosas, están presentes fuertes emisiones de energías que emergen de las estrellas nuevas para ionizar el material circundante. ¿Qué efectos, tendrá realmente esas fuertes energías sobre el materia allí presente? ¿Qué cambios se producirán? En Nubes como esas, han sido descubiertos más de 100 moléculas distintas y, algunas, son las que se necesitan para que la química-biológica haga su aparición en los mundos.
La mayoría de las reacciones químicas necesitan un empujón para iniciarse. Este es proporcionado por un “catalizador”, una sustancia que acelera las reacciones sin ser consumida por éstas. Por ejemplo, las enzimas son catalizadores biológicos de los cuales depende la vida.
Claro que nosotros, aunque no sea conscientemente, podemos enviar las semillas de la vida a otros lugares. Nuestros experimentos y misiones extraterrestres conllevan esa posibilidad que, aunque nunca la podamos constatar, ciertamente está ahí. Sin embargo, sigo apostando por la otra forma. La manera natural de que la Vida se genere en el Universo es, el Universo mismo, el que la tiene que determinar.
Insisto: ¿Quiénes somos nosotros para subrogarnos una misión tan importante?
Emilio Silvera