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El Alma Inmortal
por Emilio Silvera ~ Clasificado en General, La libertad de pensar ~ Comments (1)
El insigne apóstol del Espiritualismo que fue León Denis, ha dejado como herencia a la humanidad pensamientos llenos de sabiduría en el vasto campo de la vida espiritual, para bien explicarnos, qué somos, de donde venimos y hacia donde vamos los seres humanos que poblamos este planeta.
Nos dice Denis, que el Estudio del Universo nos conduce al estudio del alma, a la indagación del principio que nos anima y dirige nuestros actos.
La Entropía hace su trabajo en nosotros como sistema cerrado que somos
“En promedio, el cuerpo se renueva entero cada 15 años. Si lo pensamos un poco, vivimos en un cierto frenesí de reposición permanente de algunas -casi todas, en realidad- de nuestras estructuras corporales. Podría decirse, incluso, que ya no somos el mismo organismo que éramos hace un par de meses. El ser humano está compuesto por 37 billones de células, que se regeneran constantemente para mantener los órganos y tejidos en perfecto estado. Hay células que se renuevan a diario, mientras que otras lo hacen una vez al mes, al año o incluso una vez en la vida.
La Fisiología nos enseña que las diferentes partes del cuerpo humano se renuevan en un período de algunos años. Bajo la acción de dos grandes corrientes vitales, se produce un cambio perpetuo de moléculas en nosotros; las que desaparecen del organismo son sustituidas una a una por otras que provienen de la alimentación.
Desde las sustancias blandas del cerebro hasta las partes más duras de la armadura ósea, todo nuestro ser físico se halla sometido a continuos cambios. Nuestro cuerpo se deshace y se reforma muchas veces durante la vida, sin embargo, a pesar de las modificaciones constantes, a través de las transformaciones del cuerpo material, continuamos siendo las mismas personas. La materia de nuestro cerebro puede renovarse, pero nuestro pensamiento subsiste, y, con él, nuestra memoria., el recuerdo de un pasado del que nuestro cuerpo actual no participó. Hay, pues, en nosotros un principio distinto de la materia, una fuerza indivisible que persiste y se mantiene en medio de esos perpetuos cambios.
Sabemos que la materia no puede por sí misma organizarse, y producir la vida. Desprovista de unidad, se disgrega y se divide hasta lo infinito. En nosotros, por el contrario, todas las facultades, todas las abarca, las une, las ilumina; y esta unidad es la conciencia, la personalidad, el yo; en una palabra: el alma.
El alma es el principio de la vida, la causa de la sensación; es la fuerza invisible e indisoluble que rige nuestro organismo y mantiene el acuerdo entre todas las partes de nuestro ser. Las facultades del alma no tienen nada de común con la materia. La inteligencia, la razón, el juicio, la voluntad no podrían ser confundidos con la sangre de nuestras venas o con la carne de nuestros músculos. Lo mismo ocurre con la conciencia, con ese privilegio con que hemos de pesar y discernir el bien del mal. Ese lenguaje íntimo que se dirige a todo hombre, al más humilde como al más elevado, esa voz cuyos murmullos pueden turbar el esplendor de las mayores glorias, que no tiene nada de material.
Unas corrientes opuestas se agitan en nosotros. Los apetitos, los deseos pasionales tropiezan contra la razón y el sentimiento del deber. Ahora bien, si nosotros no fuésemos más que materia, no reconoceríamos esas luchas, esos combates; nos dejaríamos llevar sin pesar, sin remordimiento, por nuestras tendencias naturales. Por el contrario, nuestra voluntad se halla frecuentemente en un conflicto, respecto de nuestros instintos. Por ella, podemos escapar de la influencia de la materia, dominarla y hacer de ella un dócil instrumento.
Así, pues, débil o poderoso, ignorante o esclarecido, un espíritu vive en nosotros y rige este cuerpo que, bajo su dirección, no es más que un servidor, un simple instrumento. Este espíritu es libre y perfectible, y, por consiguiente, responsable. Cuanto más grande y noble es el ideal más sutíl y gloriosas son las obras que inspira. ¡Dichosa el alma a la que un noble entusiasmo sustenta en su marcha: amor a la verdad, a la justicia, a la patria, a la humanidad!.. Dicen que el Alma está con nosotros pero… ¿Dónde está?
Ideas de León Denis recopiladas por Dante Pracilio.
el 26 de septiembre del 2017 a las 5:47
Bueno, que hay algo en nosotros que reside en un ámbito superior al del cuerpo… ¡No me cabe la menor duda! Ese algo, inmaterial pero presente en todos nosotros, es algo que nos distingue de otros seres que carecen de ese “misterioso” ingrediente. L podemos llamar “Alma” o como queramos, algún nombre le teníamos que adjudicar a tal hecho cierto. Sin embargo, por mi parte, lo llamo conocimiento, evolución de la mente, creador de pensamientos y sentimientos, Lo que trasciende a la materia y está muy por encima de lo que se puede destruir, lo que perdura a lo largo de los tiempos: Pensamientos profundos que guian a la Humanidad y, sentimientos que, nos definen como humanos, nos acerca a los seres queridos, sentimos lástima del desvalido, y, tratamos de ayudar al menos favorecido por la vida. Todo eso es el “Alma” y mucho más.
El “Alma” se sitúa en ese ámbito superior que llevamos dentro de nosotros y que, sin embargo puede trascender hacia cotas más altas, no tiene límites de poder viajar a donde le plazca, lo mismo está en este mundo que puede visitar una lejana galaxia situada a miles de millones de años luz. Esa es, amigos míos, la verdadera consciencia que, algunos, llaman “Alma”.
Hubo un tiempo pasado que alguien inteligente la inventó. Sí, el “Alma” es un gran invento de las religiones que, al darse cuenta de que no podían prometer la salvación del cuerpo mortal, inventaron la salvación del “Alma” en ese supuesto más allá, y, por ello, admitían pingües dádivas.
Cuando los filósofos tratan de hablar del Ser, finalmente, deciden dejar a un lado la filosofía y se introducen en el campo más sofisticado e inmaterial de la Meta-Física, es decir, algo que está más allá de la física corporal, lo que no se puede explicar y da lugar a especulaciones que, admitiéndolo todo, no deja de estar situada en un ámbito reconocible como etéreo, incorporal, de una extensión “infinita” sin limitaciones de ninguna clase, allí donde los pensamientos conviven en un “universo” intengible que, cuando pueden salir de él, se hacen realidad y hacen que el mundo camine hacia un futuro más sabio.
Así, el “Alma” en realidad, reside en nuestro cerebro y, desde él, hace posible las maravillas que posibilita los avances de nuestra especie. Ideas, pensamientos y sentimientos… ¡Son cosas del “Alma”.