May
12
Las estrellas nos trajeron aquí
por Emilio Silvera ~ Clasificado en AIA-IYA2009 ~ Comments (0)
En estas Nubes Moleculares Gigantes nacen las estrellas
Las estrellas brillan en el cielo para hacer posible que nosotros estemos aquí descubriendo los enigmas del Universo y… de la vida inteligente. Esos elementos esenciales para la vida se están fusionando en los hornos nucleares de las estrellas. Allí, mediante transiciones de fases a muy altas temperaturas, se hace posible, a partir del simple Hidrógeno, hacer aparecer materia más compleja que, más tarde, mediante procesos físico-químicos-biológicos, hacen posible el surgir de la vida bajo ciertas circunstancias y condiciones especiales del planeta y de la estrella que orbita.
En el océano de gas y polvo se forman anomalías gravitatorias que forman grandes grumos de materia que se condensan más y más, giran y atraen más y más material, en el centro del remolino la materia se densifica hasta alcanzar enormes temperaturas y se produce la fusión de los protones. Así nacen las estrellas.
Pero está claro, como digo, que todo el proceso estelar evolutivo inorgánico nos condujo desde el simple gas y polvo cósmico a la formación de estrellas y nebulosas solares hasta los planetas, la Tierra en particular, en cuyo medio ígneo describimos la formación de las estructuras de los silicatos, desplegándose con ello una enorme diversidad de composiciones, formas y colores, asistiéndose, por primera vez en la historia de la materia, a unas manifestaciones que contrastan con las que hemos mencionado en relación al proceso de las estrellas.
Cuando al fín comenzó a enfriarse, se formaron los océanos y la atmósfera y el agua comenzó a discurrir libre por los vericuetos de las montañas y se formaron lagos y ríos… En aquel calor, en presencia de la radiación del Sol, de los elementos químicos presentes y de otros parámetros singulares, surgieron aquellas primeras células que dio comienzo a la fascinante aventura de la vida.
La evolución se encargo del resto
Desde el punto de vista del orden es la primera vez que nos encontramos con objetos de tamaño comparables al nuestro, en los que la ordenación de sus constituyentes es el rasgo más característico.
Al mismo tiempo nos ha parecido reconocer que esos objetos, es decir, sus redes cristalinas “reales”, almacenan información (memoria) que se nos muestra muy diversa y que puede cobrar interés en ciertos casos, como el de los microcristales de arcilla, en los que, según Cairns-Smith, puede incluso llegar a transmitirse.
Incluso podría ser que la materia “inerte” no fuera, en realidad, tan inerte como creemos
Porque, ¿Qué sabemos en realidad de lo que llamamos materia inerte? Lo único que sabemos de ella son los datos referidos a sus condiciones físicas de dureza, composición, y otros datos que la definen; en otros aspectos ni sabemos si pueden existir otras propiedades distintas a las meramente físicas.
¿No os hace pensar que nosotros estemos hechos, precisamente, de lo que llamamos materia inerte? Claro que, esa materia nuestra ha evolucionado hasta el nivel de la consciencia.
¿Hasta donde podremos llegar… ¡No hay límites!?
Un equipo de científicos de la Universidad de Glasgow, en escocia, afirman haber dado el preimir paso hacia la creación de “vida” a partir de sustancias químicas inorgánicas, un avance que podría propiciar la aparición de una nueva área de la Biología, la “biología inorgánica”.
Pero el mundo inorgánico es sólo una parte del inmenso mundo molecular. El resto lo constituye el mundo orgánico, que es el de las moléculas que contienen carbono y otros átomos y del que quedan excluidos, por convenio y características especiales, los carbonatos, bicarbonatos y carburos metálicos, los cuales se incluyen en el mundo inorgánico.
Según decía en otros trabajos, los quarks u y d se hallan en el seno de los nucleones (protones y neutrones) y, por tanto, en los núcleos atómicos. Hoy día, éstos se consideran como una subclase de los hadrones.
La composición de los núcleos (lo que en química se llama análisis cualitativo) es extraordinariamente sencilla, ya que como es sabido, constan de neutrones y protones que se pueden considerar como unidades que dentro del núcleo mantienen su identidad. Tal simplicidad cualitativa recuerda, por ejemplo, el caso de las series orgánicas, siendo la de los hidrocarburos saturados la más conocida. Recordad que su fórmula general es CnH2n+2, lo que significa que una molécula de hidrocarburo contiene n átomos de carbono (símbolo C) y (2n+2) átomos de hidrógeno (símbolo H).
El número de protones y neutrones determina al elemento, desde el hidrógeno (el más simple), al uranio (el más complejo), siempre referido a elementos naturales que son 92; el resto son artificiales, los conocidos transuránicos en cuyo grupo están el einstenio o el plutonio, artificiales todos ellos.
El diámetro del núcleo está en el intervalo de 1,75 fm para el hidrógeno que equivale al diámetro de un solo protón a aproximadamente 15 fm para los átomos más pesados, tales como el uranio. El núcleo atómico se describe con los siguientes números: Número atómico, Z, que es igual a la cantidad de protones.Pero lo más asombroso del núcleo atómico es lo que allí sucede: Están los nucleones (protones y neutrones) formados por tripletes de Quarks que están confinados por la fuerza nuclear fuerte que a su vez está mediada por Bosones intermedios llamados Gluones. Ahí, en el Núcleo, reside el 99% de la masa del átomos
Los núcleos, como sistemas dinámicos de nucleones, pertenecen obviamente a la microfísica y, por consiguiente, para su descripción es necesario acudir a la mecánica cuántica. La materia, en general, aunque presumimos de conocerla, en realidad, nos queda mucho por aprender de ella.
Hablemos un poco de moléculas. (No debemos olvidar que existen especies atómicas naturales -las de la Tabla Periódica de Elementos) y otras artificiales conseguidas en el Laboratorio que son radiactivas e inestables.
La tabla periódica actual cuenta con 118 elementos en total. Sin embargo, los científicos está intentando sintetizar nuevos elementos artificialmente. Por lo que, no se descarta la posibilidad de que la lista pueda aumentar en un futuro.En química, los Elementos transuránicos (conocidos también como elementos transuránidos) son elementos químicos con número atómico mayor que 92, el número atómico del elemento uranio. El nombre de trans-uránidos significa “más allá del uranio”.
Lista de los elementos transuránicos
93 Neptunio (Np) – 94 Plutonio (Pu) – 95 Americio (Am) – 96 Curio (Cm) – 97 Berkelio (Bk) –98 Californio (Cf) – 99 Einstenio (Es) – 100 Fermio (Fm) – 101 Mandelevio (Md) – 102 Nobelio (Nb) – 103 Lawrencio (Lr) –
Elementos transactínidos
104 Rutherfordio (Rf) – 105 Dubnio (Db) – 106 Seaborgio (Sg) – 107 Bohrio (Bh) – 108 Hassio (Hs) – 109 Meitnerio (Mt) – y siguen…
- 110 darmstadtio Ds
- 111 roentgenio Rg
- 112 copernicio Cn
- 113 nihonio Nh
- 114 flerovio Fl
- 115 moscovio Mc
- 116 livermorio Lv
- 117 teneso Ts
- 118 oganesón Og
El número de especímenes atómicos es finito, existiendo ciertas razones para suponer que hacia el número atómico 173 los correspondientes núcleos serían inestables, no por razones intrínsecas de inestabilidad “radiactiva” nuclear, sino por razones relativistas. Ya antes me referiría a las especies atómicas, naturales y artificiales que son de unos pocos millares; en cambio, el número de moléculas conocidas hasta ahora comprende varios millones de especímenes, aumentando continuamente el número de ellas gracias a las síntesis que se llevan a cabo en numerosos laboratorios repartidos por todo el mundo.
Una molécula es una estructura con individualidad propia, constituida por núcleos y electrones. Obviamente, en una molécula las interacciones deben tener lugar entre núcleos y electrones, núcleos y núcleos y electrones y electrones, siendo del tipo electromagnético.
Debido al confinamiento de los núcleos, el papel que desempeñan, aparte del de proporcionar la casi totalidad de la masa de la molécula, es poco relevante, a no ser que se trate de moléculas livianas, como la del hidrógeno. De una manera gráfica podríamos decir que los núcleos en una molécula constituyen el armazón de la misma, el esqueleto, cuya misión sería proporcionar el soporte del edificio. El papel más relevante lo proporcionan los electrones y en particular los llamados de valencia, que son los que de modo mayoritario intervienen en los enlaces, debido a que su energía es comparativamente inferior a la de los demás, lo que desempeña un importante papel en la evolución.
Desde las moléculas más sencilla, como la del hidrógeno con un total de 2 electrones, hasta las más complejas, como las de las proteínas con muchos miles de ellos, existe toda una gama, según decía, de varios millones. Esta extraordinaria variedad de especies moleculares contrasta con la de las especies nucleares e incluso atómicas.
Sin entrar en las posibles diferencias interpretativas de estas notables divergencias, señalaré que desde el punto de vista de la información, las especies moleculares la poseen en mucho mayor grado que las nucleares y atómicas.
Dejando aparte los núcleos, la información que soportan los átomos se podría atribuir a la distribución de su carga eléctrica, y en particular a la de los electrones más débilmente ligados. Concretando un poco se podría admitir que la citada información la soportan los orbitales atómicos, pues son precisamente estos orbitales las que introducen diferencias “geométricas” entre los diferentes electrones corticales.
Justamente esa información es la que va a determinar las capacidades de unión de unos átomos con otros, previo el “reconocimiento” entre los orbitales correspondientes. De acuerdo con la mecánica cuántica, el número de orbitales se reduce a unos pocos. Se individualizan por unas letras, hablándose de orbitales s, p, d, f, g, h. Este pequeño número nos proporciona una gran diversidad.
La llamada hibridación (una especie de mezcla) de orbitales es un modo de aumentar el número de mensajes, esto es, la información, bien entendido que esta hibridación ocurre en tanto y en cuanto dos átomos se preparan para enlazarse y formar una molécula. En las moléculas, la información, obviamente, debe abarcar todo el edificio, por lo que en principio parece que debería ser más rica que en los átomos. La ganancia de información equivale a una disminución de entropía; por esta razón, a la información se la llama también negan-tropía.
En términos electrónicos, la información se podría considerar proporcionada por un campo de densidad eléctrica, con valles, cimas, collados, etc, es decir, curvas iso-electrónicas equivalentes formalmente a las de nivel en topografía. Parece razonable suponer que cuanto más diverso sean los átomos de una molécula, más rica y variada podrá ser su información, la información que pueda soportar.
La enorme variedad de formas, colores, comportamientos, etc que acompaña a los objetos, incluidos los vivientes, sería una consecuencia de la riqueza en la información que soportan las moléculas (y sus agregados) que forman parte de dichos objetos. Ello explicaría que las moléculas de la vida sean en general de grandes dimensiones (macromoléculas). La inmensa mayoría de ellas contiene carbono. Debido a su tetravalencia y a la gran capacidad que posee dicho átomo para unirse consigo mismo, dichas moléculas pueden considerarse como un esqueleto formado por cadenas de esos átomos.
El carbono no es el único átomo con capacidad para formar los citados esqueletos. Próximos al carbono en la tabla periódica, el silicio, fósforo y boro comparten con dicho átomo esa característica, si bien en un grado mucho menor.
emilio silvera