Sep
17
LA VIDA
por Emilio Silvera ~ Clasificado en General ~ Comments (0)
¿Qué es la vida? Difícil es, sin duda, dar una respuesta exacta a pregunta tan común y tan simple, que originó el nacimiento de la filosofía para explicarla.
Surgió la filosofía de una necesidad de explicación, y el interrogante incógnito que sirviera de estandarte a sus principios, sigue constituyendo un norte misterioso e inexplicable.
Complicadísimos procesos ontogénicos elaboran sabios, y tropezaron siempre con barreras insalvables.
Crearon ciencias y más ciencias, positivistas y metafísicas; investigaron incansables los abismos profundos de los fenómenos naturales; estudiaron la materia constitutiva de los seres y las cosas que nos rodean; abasamentaron conclusiones evidentes, aunque relativas.
Mucho hicieron por descifrar la incógnita, pero el velo de una materialidad absoluta e imperialista, cegaba todos sus caminos.
Y sobre las ruinas de todas esas aspiraciones muertas, surgían religiones idealistas. Ellas sí lo explicaban, aunque a decir verdad, sin comprenderlo.
Filósofo 1, científico 0
La Ciencia exige demostración
La Religión ha sido siempre cosa de Fe
La ciencia quiere comprender consciente. La religión admite sentires inconscientes.
La voluntad ayuda al sabio. La fe al creyente.
La inteligencia guía los pasos de la ciencia. El sentimiento los de la religión.
En el camino rudo de la ciencia, se abren abismos que orillar se deben.
En el camino de las religiones siempre existe una tabla promisora: la explicación en Dios.
La ciencia es incompleta para explicar la vida. La religión también.
Una, por su materialismo absoluto. La otra por su absoluto sobrenatural.
¿Inmortalidad? La Ciencia huye de lo que no ve
La ciencia huye de lo que no ve. La religión camina a oscuras. Es necesario entonces completar los vacíos de la una con los rellenos de la otra, y las dudas que presenta ésta, con las certezas que le brinda aquélla.
Formar la ciencia religiosa, o la religión científica.
Llegaríamos, entonces, a lo ideal; es decir, a modelar un algo que lo explique todo.
Que tenga la voluntad del sabio, y de la fe del creyente.
Que se interne en lo que no se ve, pero sin caminar a oscuras.
Fundir lo material con lo divino. Explicar lo uno como medio evidente de lo otro impalpable.
Hacer obrar a los sentidos, pero también al alma.
Saltar las barreras materiales con las alas de lo espiritual.
¿Existe hoy en día ese algo, que llamaremos doctrina, que participe a la vez de las certezas de la ciencia y de las explicaciones de la religión?
Si existe. Y en su seno van cobijándose ya, poco a poco, los necesitados del saber.
En sus filas van incorporándose los que comprenden que en su fuente fecunda e inagotable, encontrarán lo que la materialidad de sus conceptismos restringidos no pueden brindarles.
Esa doctrina ideal, que admite todo cuanto la ciencia estudia y rellena sus huecos con explicaciones racionales, es el Espiritualismo.
Estudiándolo, estudiaremos la Naturaleza. Todo lo que vibra en el infinito está comprendido entre sus límites. Todo, por lo tanto, es natural.
La vida no es más que manifestaciones naturales. La vida es natural. Si el Espiritualismo explica la Naturaleza, explicará la vida.
Su filosofía tiene la materialidad de lo científico, y lo astral de lo religioso. Es una religión consciente que demuestra. Es una ciencia que descorre el velo de lo no evidente.
Es el crisol hermoso donde funden los descubrimientos elaborados en siglos de investigación, y los ideales que gestaron millones de sentires.
El sentimiento en aras de una realidad. Y lo concreto en aras de una idealidad.
Su fuente es inagotable y pródiga: la Natura. Su medio es categórico y sublime: la voluntad y el amor. Su fin es una refinada y amplia concepción:
Ascender.
Es la vida misma, porque es el progreso, lo movible, lo eterno. El progreso es su norte, y la vida es un continuo evolucionismo hacia lo perfecto. La eternidad es la etapa de sus realizaciones, y la vida es inextinguible y duradera. El escudriñamiento de esa movilidad continua es su trabajo, y la vida es el todo que se mueve.
No preguntemos entonces a la ciencia lo qué es la vida. No le preguntemos a la religión. La una es el hierro, la otra es el calor. Busquemos el acero.
Busquemos a la doctrina, que es la ciencia templada al fuego de la religión. Ella, sí, nos dirá qué es la vida.
Nos llevará a la naturaleza para encontrarla, y nos dará la razón espiritual para explicarla. Encontraremos los arcanos llenos, tapados con un velo, pero estará allí el alma que lo corra.
Nos hará mirar la tierra para ver, y el cielo para comprender. Veremos maravillas en lo alto, pero para subir haremos la escalera con lo terreno. Lo divino será nuestro futuro, lo terrenal nuestro presente.
Para explicar la vida, entonces, vayamos a estudiar esa doctrina que completa, esa experimentación que siente, ese sentir que explica. Estudiemos el Espiritualismo como ideología y como ciencia.
Vayamos a estudiarlo, no en busca de lo perfecto, sino en lo que va en camino de la perfección. No como supersticionismo vago y terrorífico, sino como realidad cierta y bondadosa. No para encontrar sobrenaturales, sino para aprender a saber que todo es natural.
En su ceno la vida se hace dulce y buena, y se brinda sumisa para que la comprendamos.
¿Qué significan el Agua y la Luz en el Universo? ¡La Vida!
En ese faro intelectual del sentimiento, encontraremos luz, y sus rayos imperativos y seguros ahuyentarán las tinieblas de nuestra ignorancia, que atrofia y retrocede.
El calor de su amor sublime y bello alentará al alma, que luchará con bríos en la ruda batalla de la vida.
Nos hará acatar sumisos los dolores, como consejos mudos. Los golpes y reveces de esta existencia efímera, como promesas de un bienestar mayor.
¿Lo mejor de la Humanidad? ¡La Familia!
Aprendamos a amar la vida que enseña y que corrige, y arrastrados por su evolucionismo constante y progresista, recorreremos playas que brindan sus bondades, y encontraremos metas que alientan y estimulan.
En esta escuela inmensa que es la Tierra, sentados en el pupitre andante de nuestros Ideales, y teniendo al Espiritualismo a nuestro frente como maestro, llegaremos a conocer la esencia de las cosas: llegaremos a conocer
la vida, que es eterna, con sus etapas sucesivas infinitas.
Ovidio Pracilio
De su libro “Vida, Amor, Muerte” Envío: dantepracilio@gmail.com