Dic
20
Más lejos… ¡Objetos más jóvenes!
por Emilio Silvera ~ Clasificado en El Universo asombroso ~ Comments (0)
A la izquierda, una imagen en falso color obtenida combinando exposiciones en tres filtros con el telescopio Hubble, en la derecha se observa la misma zona del cielo vista con GTC utilizando un único filtro más sensible a la emisión de estrellas muy jóvenes. / UCM.
La lente gravitacional permite amplificar los objetos lejanos
En el futuro próximo se podrán detectar muchas galaxias como A370-L57 con GTC y Hubble, y otras aún más distantes que estén formando su primera población de estrellas y estudiarlas en gran detalle gracias al telescopio espacial James Webb, que han desarrollado conjuntamente la NASA y la Agencia Espacial Europea, y que iba a ser puesto en órbita en 2019.
Finalmente se puso en órbita en 2021-2022
El James Webb va a permitir contestar algunas de las cuestiones fundamentales sobre cómo y cuándo se formaron las primeras galaxias y estrellas, pero sin duda habrá sorpresas y surgirán también muchas preguntas nuevas. Los próximos años van a ser apasionantes.
Aquí se captó como se formaba un jóven cúmulo de galaxias en el Universo temprano
Lograr identificar galaxias tan lejanas en sus primeras etapas de formación es un gran reto para los astrofísicos, puesto que la luz que llega es muy débil. Por eso, solo se suele detectar a las más grandes y luminosas, que tienden a ser también las más evolucionadas.
En el Universo encontramos objetos que no dejan de sorprendernos. Ahí aparece la imagen de lo que parece una serpiente cósmica dentro de las estructura de lejanas galaxias.
A la distancia de A370-L57, incluso el Hubble sólo puede detectar galaxias que ya tienen cientos o miles de millones de estrellas, formadas a lo largo de decenas o cientos de millones de años. En comparación, esta tiene sólo unos cuatro millones de años de edad y una masa de apenas tres millones de veces la del Sol.
Emilio Silvera
Dic
20
Enigmático Encélado
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Lunas misteriosas ~ Comments (0)
Géiseres en Encelado, luna de Saturno.
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El océano subterráneo de Encélado, un “banquete” para la vida extraterrestre. Han descubierto la composición química del agua es mucho más adecuada de lo que se creía para dar sustento a múltiples organismos.
Donde hay comida, hay vida. Y un equipo de investigadores de la Universidad de Washington acaba de comprobar que Encélado, una de las lunas de Saturno, tiene mucha más capacidad para dar sustento a múltiples formas de vida de lo que se creía hasta ahora. Así lo han anunciado Lucas Fifer, David Catling y Jonathan Toner, autores del estudio, durante el AbSciCon 2019, la Conferencia de Astrobiología que celebra cada año la Unión Geológica Americana en Washington.
Desde que la misión Cassini la visitara por primera vez en 2004, la luna Encélado no ha dejado de dar sorpresas. Uno de los mayores descubrimientos fue una serie de géiseres de vapor de agua alrededor de su polo sur, lo que reveló la presencia de un gran océano subterráneo. Desde entonces, se han llevado a cabo decenas de investigaciones para averiguar si allí, en las profundidades de ese vasto mar extraterrestre, puede haber surgido la vida.
El de Fifer y sus colegas es el último de esos trabajos, y en él se demuestra que las concentraciones de dióxido de carbono, hidrógeno y metano en el océano interior de Encélado son mucho más altas de lo que pensaba, y que el ph de sus aguas es sorprendentemente similar al de la Tierra. Unas condiciones ideales, pues, para dar sustento a múltiples formas de vida bacteriana.
Una «ventana imperfecta»
Fueron precisamente las similitudes en el ph, la salinidad y la temperatura de ese océano alienígena con los de la Tierra lo que más ha atraído la atención de cientos de investigadores. Todas esas características fueron determinadas estudiando la composición de los géiseres, que periódicamente hacen erupción en el polo sur de Encélado y lanzan vapor de agua al espacio a una velocidad de 1.300 km/h.
Sin embargo, Fifer y su equipo se dieron cuenta de que los géiseres no tienen la misma composición química que el océano del que proceden. La propia erupción, en efecto, se encarga de alterar esa química por medio de un proceso de separación de gases llamado fraccionamiento, que hace que algunos de ellos entren en erupción mientras que otros se quedan atrás.
Por eso, según los autores del estudio, los géiseres son una “ventana imperfecta” a la verdadera composición química del océano subterráneo. Para corregir ese error, decidieron analizar los datos de la Cassini en una simulación informática que tenía en cuenta los efectos del fraccionamiento, y eso reveló que los estudios anteriores habían subestimado la presencia de hidrógeno, metano y dióxido de carbono en las aguas subterráneas.
Muestras de los géiseres
En palabras de Fifer, “es mejor encontrar concentraciones altas de gas que ninguna. Parece poco probable que la vida pudiera evolucionar y consumir este almuerzo químico si los gases no fueran abundantes en el océano… Aunque hay excepciones, la vida en la Tierra funciona mejor viviendo o consumiendo agua con un ph casi neutro, por lo que las condiciones similares en Encélado resultan tentadoras, y facilitan mucho más la comparación de este extraño mundo oceánico con un entorno más familiar”.
Cuando dispongamos de una tecnología más adecuada y completa para efectuar exploraciones más precisas, podremos al fín, desvelar los muchos secretos que guardan estos pequeños “mundos”.
Fifer y sus colegas reconocen sin embargo que esa alta concentración de gases podría indicar, también, una falta de organismos vivos que los consuman. Pero eso, añaden, no significa necesariamente que Encélado carezca de vida, sino que los organismos podrían no ser lo suficientemente abundantes como para consumir toda la energía química disponible. En todo caso, eso será algo que resolverán las próximas misiones a la misteriosa luna de Saturno.
“Las futuras misiones espaciales -concluye Fifer- tomarán muestras directamente de los géiseres en busca de signos de vida en Encélado, muchos de los cuales se verán afectados por el proceso de erupción. Por lo tanto, entender la diferencia entre el océano y los chorros de agua será de gran ayuda en el futuro”.
Emilio Silvera