Feb
24
¡Nuestro “Sentido Común”! Que a veces nos engaña
por Emilio Silvera ~
Clasificado en Biologia ~
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¡Nuestros ancestros predecesores! Evolucionaron poco a poco, sus sentidos les mostraban asombrosos sucesos naturales que no sabían comprender, y, en sus rudimentarias mentes, se formaban las más diversas e inimaginables ideas de aquellos hechos.
Para ellos, era absolutamente evidente que la Tierra fuera estable y que estaba inmóvil. Éramos el centro del Universo. La ciencia occidental moderna parte de la negación de este axioma derivado del sentido común. Tal negación, origen y prototipo de las mayores paradojas de la ciencia, constituiría nuestra invitación a un mundo invisible e infinito. Llegó un día en que el hombre, se dio cuenta de la desnudez de sus sentidos.
Voltaire tenía razón cuando dijo: “El sentido común es el menos común de los sentidos, porque no siempre se da o percibe unanimidad sobre lo que es realmente lógico o lo esperable en cada situación”
El Sentido común, pilar de la vida cotidiana, ya no servía para gobernar el mundo. En el momento en que el conocimiento “científico”, sofisticado, dio lugar a verdades incuestionables, las cosas dejaron de ser lo que parecían.
Las cosmologías antiguas utilizaban mitos pintorescos y convincentes para adornar los veredictos del sentido común y para describir los movimientos de los cuerpos celestes. En los muros de las tumbas de los faraones egipcios del valle de los Reyes encontramos vistosas representaciones del dios del aire sosteniendo la cúpula celeste por encima de la tierra. Asimismo, observamos que el dios del sol, Ra, conduce su barca cada día por el cielo y que, cada noche, en otra barca que surca las aguas por debajo de la tierra, retorna al punto de partida de su viaje diurno, que vuelve a iniciar. Como hemos visto, esta visión mítica no impidió que los egipcios elaboraran el más preciso de los calendarios solares, que fue utilizado durante miles de años. Para los egipcios, tales mitos tenían sentido, no contradecían lo que veían cada día y cada noche con sus ojos.
Con el tiempo, todo aquello cambió, y, la mente humana evolucionó. ¿Por qué se tomó Nicolás Copérnico tantas molestias para desplazar un sistema que era sostenido con firmeza por la experiencia cotidiana, la tradición y la autoridad? Cuánto más nos familiarizamos con la era de Copérnico, vemos con mayor claridad que los que no se dejaban convencer por él simplemente demostraban sensatez. Las pruebas de que disponían no exigían una revisión del sistema. Habrían de pasar varias décadas para que los astrónomos y matemáticos reunieran datos nuevos y hallaran nuevos instrumentos, y al menos un siglo para que los legos se convencieran de lo que era contrario al sentido común. Lo cierto es que, pese a todas las modificaciones ideadas por astrónomos y filósofos, el esquema antiguo no incluía todos los datos conocidos. Pero tampoco lo hizo la simplificación de Copérnico. Parece que no era la fuerza de los hechos sino una preocupación estética y metafísica lo que empujaba a Copérnico. Se le ocurrió que un sistema diferente sería mucho más hermoso. Su mente inquieta y su atrevida imaginación hicieron el resto. Como astrónomo, Copérnico no era más que un aficionado. No se ganaba la vida con la Astronomía ni con ninguna aplicación de esta ciencia. Al menos desde el punto de vista actual, era extraordinariamente polifacético, lo que le sitúa en la línea central del alto Renacimiento. Nació cuando Leonardo da Vinci se encontraba en plena actividad y fue contemporáneo de Miguel Ángel.
Copérnico se daba cuenta de que su sistema parecía transgredir el sentido común. Por esa misma razón, sus amigos habían tenido que “instarlo e incluso apremiarlo hasta el fastidio” para que publicara la obra. “Insistían en que, si bien era posible que al principio mi teoría sobre el movimiento de la Tierra pareciera extraña, resultaría admirable y aceptable una vez que la publicación de mis comentarios aclaratorios disipara las brumas de la paradoja”.
Podríamos recordar el Juicio a Galileo que se salvó de la hoguera por su edad y que estaba ciego
Con todo esto, sólo quiero dejar una pequeña muestra de la dificultad con la que hemos ido avanzando en el camino de la Ciencia. No siempre ha sido un camino de rosas el poder enseñar al mundo la verdadera faz de la Naturaleza, todo vez que, el mundo, la que veía era otra muy distinta y, sus sentidos, se negaban a admitir que las cosas pudieran ser diferentes a como ellos la podían ver.
Galileo por Leoni
Galileo que era un científico de vocación, escribió un libro que se trataba de “dos ciencias nuevas”, una que se ocupaba de la mecánica y otra de la resistencia de los materiales. Como era costumbre en la época, también ese libro fue escrito en italiano y adoptó la forma de diálogo sostenido entre los personajes Salvati, Sagredo y Simplicio. Dado que la Inquisición había prohibido todos sus libros, la obra hubo de ser sacada furtivamente del país para que la publicaran los Elzevir en Leyden. Este fue el último libro de Galileo y en él ponía los cimientos sobre los cuales Huygens y Newton construirían la ciencia de la dinámica y, finalmente, una teoría de la gravitación universal.
El microscopio y el telescopio fueron ambos productos de la misma era, pero mientras que Copérnico y Galileo se han convertido en héroes populares, en los profetas de la modernidad, Hooke y Leeuwenhoek, sus equivalentes en el mundo microscópico, han quedado relegados al panteón de las ciencias especializadas. Copérnico y Galileo desempeñaron importantes papeles en la tan conocida batalla entre “ciencia” y “religión”; no sucedió lo mismo con Hooke y Leewwenhoek.
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Los astrónomos de todo el planeta conmemoran los centenario del reconocimiento oficial por parte de las autoridades de la República de Venecia del primer telescopio, un invento del científico italiano Galileo Galilei (1564-1642) que cambió para siempre el rumbo de la Astronomía.
(La Haya, 1588 – Ámsterdam, 1628 o 1631) Óptico flamenco al que se ha atribuido la invención del microscopio y el telescopio. Zacharias Janssen era hijo de un óptico con taller propio (llamado según las fuentes Hans, Jan, Johan o Johannides Janssen) que falleció cuando Zacharias contaba cuatro años de edad. Su madre lo instruyó en las tareas del taller familiar, que el joven Zacharias dirigiría hasta 1624.
No se sabe quién inventó el microscopio. El principal candidato es Zacharias Jansen, humilde fabricante de anteojos de Middelburg. Si sabemos que el microscopio como las gafas y el telescopio, se usaban mucho antes de que se comprendieran los principios de la óptica, y probablemente su invención fue tan accidental como la del telescopio. No podía haber sido inventado por alguien que quisiera echar una mirada al mundo microscópico nunca imaginado hasta entonces.
Poco después de que fueran fabricados los primeros telescopios, la gente los utilizaba para ver ampliados objetos cercanos. En 1614, Galileo le decía a un visitante: “Con este tubo he visto moscas que parecían tan grandes como corderos, y he comprobado que están cubiertas de pelo y tienen unas uñas muy afiladas mediante las cuales se sostienen y andan sobre el cristal, aunque estén patas arriba, insertando la punta de las uñas en los poros del cristal”.
En 1668 el físico y matemático inglés Isaac Newton diseña el primer telescopio reflector (espejos curvos en vez de lentes), presentándolo oficialmente en 1672 en la Royal Society de Londres.
El aparato llamó la atención del ejército para tener más localizado al enemigo lejano. Más tarde, a Galileo se le ocurrió apuntar su telescopio hacia el cielo, y, ya nunca lo apartó de él. Con aquel simple movimiento, él, cambiaría el mundo y, la Tierra, entró a formar parte de un Sistema mayor que ahora llamamos Universo.
Claro que, lo mismo que se descubrió el mundo de lo muy grande, y, paralelamente, también se descubriría el mundo de lo muy pequeño.
Al igual que el Telescopio había unido la Tierra y los cuerpos celestes más distantes en un solo esquema de pensamiento, las imágenes del microscopio revelaban un mundo minúsculo que se asemejaba de modo sorprendente al que se veía diariamente a gran escala. En Historias Insectorum Generalis, Jan Swammerdam demostraba que los insectos, como los animales “superiores” poseían una intrincada anatomía y no se reproducían por generación espontánea. En el microscopio vio que los insectos se desarrollaban igual que el hombre, por epigénesis, o desarrollo gradual de un órgano después de otro. Con todo, sobrevivió la creencia en otras formas de generación espontánea, hasta que, en el siglo XIX, Luis Pasteur realizó sus brillantes experimentos.
https://www.youtube.com/shorts/21Td1SJYRMg?feature=share
Visitar el “universo infinitesimal”
El microscopio abrió las puertas de oscuros continentes en los que nunca se había entrada con anterioridad y que en muchos sentidos eran fáciles de explorar. Las grandes travesías marítimas habían exigido grandes inversiones, en genio organizador, capacidad de liderazgo y el de carisma de personajes como Colón, Magallanes o Vasco de Gama. La exploración astronómica exigía coordinación de las exploraciones realizadas en distintos lugares y con medios cada vez más costosos. Pero un hombre sólo, situado en cualquier parte con un microscopio, podía aventurarse por vez primera por vericuetos a los que no habían llegado los expertos navegantes o los valerosos pilotos.
Antoni van Leeuwenhoek fue con su microscopio el primer promotor de esta nueva ciencia de la exploración de otros mundos que resultaron estar en este. Sería bonito relatar aquí la historia del personaje pero, no tenemos el espacio necesario para ello.
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Os contaré que, en una ocasión, disponiendo de un microscópico, comenzó a buscar algo que hace con él. En septiembre de 1674, por pura curiosidad, llenó un frasco de cristal de un agua turbia y verdosa, que la gente de campo llamaba “rocío de miel”, procedente de un lago pantanoso situado a tres kilómetros de Delft, y bajo la lente de aumento descubrió “muchísimos animáculos diminutos”. A continuación dirigió su microscopio hacia una gota de agua de pimienta, infusión a base de pimienta negra utilizada en sus observaciones:
“Entonces vi con claridad que se trataba de pequeñas anguilas o lombrices apiñadas y culebreando, igual que si viera en un charco lleno de pequeñas anguilas y agua, todas retorciéndose por encima de otras, y parecía que toda el agua estaba vivía y llena de estos múltiples animáculos. Para mí, ésta fue, entre todas las maravillas que he descubierto en la naturaleza, la más maravillosa de todas; y he de decir, en lo que a mí concierne, que no se ha presentado ante mis ojos ninguna visión más agradable que esos miles de criaturas vivientes, todas vivas en un diminuta gota de agua, moviéndose unas junto a otras, y cada una de ellas con su propio movimiento…”
Mycro-bacterium tuberculosis
Escherichia coli
Borrelia burgdorferi
Cyanobacterium
(cyanobacterium) and Netrium and Zygnema sp. (green algae)
Holospora undulata
Chromatium
Achromatium
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No tenía un móvil a mano para haber captado aquel momento
No las vemos pero ahí están, me sorprendió aquella vez en la que, en la Universidad Hispano Americana de La Rábida (Huelva), la Doctora Margulis respondió a mi pregunta, cuando la abordé en un apartado y le pregunté:
¿Están las bacterias en simbiosis con nosotros?Sí, los seres humanos no podrían vivir sin ellas, y, el cuerpo humano en seco, contiene aproximadamente diez kilos de ellas.
Tras descubrir el mundo de las bacterias, Leeuwenhoek prosiguió la tarea dignificando a estos individuos. Contradiciendo los dogmas aristotélicos relativos a los “animales inferiores”, declaró que cada uno de estos animáculos disponía de la dotación completa de órganos corporales necesarios para el tipo de vida que llevaba.
Con todo este pequeño recorrido, en el que he tomado algunos ejemplos al azar, sólo he querido significar que, la Ciencia, a lo largo de la historia de la Humanidad, ha ido tomando diversos caminos y, unas veces debido a mentes preclaras que tenían el don de “ver” lo que otros no podían, y, otras veces, por hechos del destino y la casualidad o el azar, el hombre, ha podido ir avanzando y conociendo el mundo en el que le ha tocado vivir y, al decir mundo, me refiero no sólo a la Tierra, sino que, me estoy refiriendo al Universo, tanto de lo grande como de lo pequeño. Ahora sabemos que, si nosotros estamos aquí, tal presencia es posible gracias a la existencia de esos minúsculos animáculos que descubriera Leeuwenhoek que, en sus diferentes dominios, hacen lo necesario para que nosotros podamos vivir en simbiosis con ellos y, además, son los verdaderos responsables del clima del planeta que nos permite llevar una vida tranquila gracias a la atmósfera que dichos bichitos fabrican para nosotros.
¡La Ciencia! Son tantas cosas.
Emilio Silvera Vázquez
el 24 de febrero del 2025 a las 9:52
Por circunstancias que no vienen al caso, desde niño, me gustó la lectura, en aquellos primeros años los comic que llamábamos tebeos, más tarde me pasé a la Ciencia Ficción (precursora de la Ciencia no pocas veces), y, finalmente la literatura en general, filosofía escogida, y, muy especialmente los temas científicos, en los que prevalecían la Física y la Astronomía.
Mi mayor diversión era comprar aquellos libros que, recién editados olían de manera muy especial, y, los abría con mimo acariciando sus portadas para, embebido en lo que me contaban, pasar horas enteras olvidándome del mundo.
¿Cuántas veces, la santa de mi Madre me llamaba: “Emilito que la comida está en la mesa”. No pocas veces la tuvo que calentar de nuevo.
MI biblioteca es grande y tiene doble hilera de libros, ya que, al no caber todos los que fui comprando durante estos años, cuando se agotaron los compartimentos abarrotados, comencé a ponerlos en doble fila, y, así están los (más o menos -nunca los conté-), 3.000 libros que allí reposan.
No todos los días pero, de vez en cuando, me sumerjo en ese “mundo”, repaso aquellos estantes y veo su contenido, y, no pocas veces me llevé la gran sorpresa de encontrar alguna que otra joya.
Como decía Emily Dickinson:
“Para fugarnos de la tierra,
un libro es el mejor bajel;
y se viaja mejor en el poema,
que en el más brioso y rápido corcel.
Aun el más pobre puede hacerlo nada por ello ha de pagar: el alma en el transporte de su sueño se nutre solo de silencio y paz”.
No pocas de las cosas que allí encontré, os la he dado a ustedes para que, como yo antes, podáis disfrutar de esos tesoros.
¿Qué sería de la cultura, de la Historia sin la escritura que conservó los hechos y los pensamientos para todos nosotros.
No dejéis de leer, influir en los niños para que cojan la costumbre de la lectura, es la manera de conseguir una vasta cultura, y, así no se verán abocados a tener que callar en reuniones de otros que saben y conocen, que tienen el conocimiento adquirido mediante los libros para poder5 opinar y hablar de distintas cuestiones y cambiar pareceres, lo que engrandece al Ser Humano en la Sociedad.
Además, estar preparado ayuda a ganarse la vida.
Sí, un libro es el mejor amigo, no molesta, nada te pide y te enseña, y, si quieres aprovechar el consejo, no olvides esta reseña.