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¿De dónde venimos?

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en El origen    ~    Comentarios Comments (0)

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Hasta no hace tanto tiempo, era imposible reconstruir el árbol genealógico genético más allá de unos centenares de años, y no digamos hasta el origen de la especie. Casi todas las poblaciones Humanas son muy parecidas por debajo de la piel. ¿Por dónde había que empezar? En los últimos años -poco más de una década-, todo eso cambió gracias al empleo de líneas genéticas sexuales, los llamados genes Adán -y- Eva. A diferencia de los demás genes, el ADN mitocondrial (serie de genes que están fuera del núcleo de la célula) se hereda por vía materna, y el cromosoma Y lo heredan sólo los varones. Estos dos paquetes de genes vinculados al sexo se transmiten intactos de generación en generación, sin que se mezclen, y en consecuencia se pueden rastrear para llegar a nuestros antepasados, a los primeros mamíferos e incluso a los gusanos y cosas peores.

Podemos así trazar dos árboles genéticos, uno para nuestros padres y otro para nuestras madres. El resultado es que en cualquier población, sea cual fuere el tamaño, podemos remontar por uno de estos dos árboles genéticos el linaje de dos individuos cualesquiera hasta llegar al antepasado comùn más reciente. Al margen de si este antepasado vivió hace doscientos, cinco mil o ciento cincuenta mil años, todos los antepasados tienen un lugar establecido en los árboles genéticos Adán -y- Eva que se han reconstruido hace relativamente poco tiempo.

Estos auténticos árboles genealógicos de líneas genéticas nos llevan desde muy lejos atrás en el tiempo hasta nuestros días cuando podemos ver a los humanos modernos y sus antepasados más lejanos. Cada rama de cada árbol puede fecharse (pero con prudencia en lo que a seguridad se refiere, dado que la seguridad de la datación en este sentido, deja todavía mucho que desear).

En la actualidad podemos ensamblar muchos árboles genéticos regionales, como si de un rompecabezas gigante se tratara que se empieza juntando bordes con características definidas. En el curso de los últimos veinte años se ha conseguido componer una imagen en la que las líneas genéticas Adán -y- Eva parten de África y se extiende por todos los rincones del mundo.

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Los nuevos conocimientos intelectuales que hemos podido conquistar ha despejado muchos enigmas que antes, no tenían contestación y las preguntas se quedaban en la penumbra de la ignorancia. Ahora resulta que el mundo no es un crisol genético común, con movimientos y mezclas masivos en la prehistoria; por el contrario, la mayoría de los individuos de la diáspora humana moderna ha permanecido en las colonias que fundaron sus antepasados. Casi todos llevan viviendo en esos lugares desde mucho antes de la última glaciación.

File:Migración humana fuera de África mapa ADN genético.png

Mapa de las migraciones humanas fuera de África, versión de Naruya Saitou y Masatoshi Nei (2002) del Instituto Nacional de la Genética del Japónque coincide con la versión de Göran Burenhult (2000). Actualmente podemos contar con mapas muy concretos y precisos de las migraciones Humanas que se remontan a más de ciento cincuenta mil años.

De manera muy fiable podemos rastrear la fecha de migraciones concretas producidas durante los últimos 80.000 años. Así, tras no tener más que un cuadro con mucha diversidad y poca definición, ahora podemos enfocar con mucha mayor concreción las ramificadas redes de la exploración Humana. Los nuevos árboles genéticos aunque han venido a resolver algunos viejos y conocidos problemas arqueológicos. Uno es la polémica sobre si nuestros orígenes son africanos o multirregionales.

File:Migraciones humanas.png

Mapa de las migraciones humanas en haplogrupos mitocondriales según teorías de Spencer Wells (2002) del Proyecto Genográfico.

El genetista Cavalli-Sforza, quien se ha dedicado a la genética poblacional evolutiva humana desde 1963,sostiene que los seres humanos somos una especie bastante homogénea genéticamente y las variaciones físicas más evidentes entre grupos son producto de las adaptaciones climáticas. Según el análisis poblacional del ADN y proteínas, se concluye que los humanos modernos se desarrollan en África a partir de una pequeña población hace 150.000 años y se expanden por el mundo hace unos 50.000. Un trabajo suyo de 1988,compara 9 poblaciones que a su vez provienen de 42 poblaciones nativas.

No podemos renegar de nuestros ancestros y, nos gusta poco o mucho… ¡Ahí están!

La teoría africanista nos dice que todos los humanos modernos que viven fuera de África descienden de una oleada migratoria que salió de este continente hace menos de 100.000 años. Este éxodo acabó con todos los humanos anteriores en toda la superficie terrestre. En cambio, los multirregionalistas aducen que las poblaciones humanas primitivas, el Homo neanderthalensis (los neanderthales) de europa y el Hono erectus del lejano Oriente, evolucionaron y formaron las razas locales que vemos actualmente en el mundo.

La teoría africanista ha ganado la partida porque los nuevos árboles genéticos nos conducen directamente a África en los últimos 100.000 años. En nuestro árbol genético no hay rastro de especies humanas anteriores, exceptuando, evidentemente las raíces, donde podemos medir la distancia genética que nos separa de los neandertales. Éstos se han clarificado ya  genéticamente utilizando ADN mitocondrial antiguo y parece que son nuestros primos más que nuestros antepasados. Ellos y nosotros tenemos un antepasado común, el Homo Helmei.

       An artist’s reconstruction of Homo helmei. Image courtesy of Wikicommons

Ha prevalecido la tesis que que fue sólo un éxodo de humanos africanos; en ambas lineas sexuales sólo hubo un antepoasado genético común que fue en un caso la madre y en el otro el padre de toda la humanidad no africana. Hay más prejuicios que se han venido abajo. Ciertos arqueólogos y antropólogos europeos sostienen desde hace mucho que los europeos fueron los primeros que aprendieron a pintar, a tallar, a tener una cultura compleja e inclusom a hablar; casi como si los europeos presentaran representaran un importante progreso biológico.

La estructura del árbol genético corrige esta idea. Los aborígenes australianos están emparentados con los europeos y ambos grupos tienen un antepasado común, que aparece poco despues de la emigración africana hacia Yemen, que se produjo hace unos 70.000 años. Aquellos humanos se desplazaron lentamente por las costas del Océano Índico y al final fueron de Isla en Isla por Indonesia hasta llegar a Australia, donde, completamente aislados, produjeron sus complejas y singulares culturas artísticas.

Aborígenes australianos
Como en otras civilizaciones, el arte aborigen australiano es inseparable de su función ritual y religiosa, función que abarca —entre otros rasgos— la pintura de las piedras y la del propio cuerpo. El arte aborigen tiene una historia de más de 50.000 años, como demuestran las antiguas pinturas sobre corteza de árbol localizadas en zonas del interior de Australia, que son incluso anteriores a las pinturas rupestres de Altamira y de Lascaux.
El asombroso Arte aborigen australiano

 
Arte rupestre aborigen, Australia

El arte rupestre aborigen tuvo un gran desarrollo antes de la llegada de los europeos. Alguna de las pinturas que se han encontrado en Australia Meridional fueron realizadas hacia el 18.000 a.C. Se cree que las figuras, como las que se aprecian en la imagen, representaban a los espíritus de los artistas.

Otra antigua polémica arqueológica se refiere a la difusión de la cultura neolítica desde Turquía hacia Europa. Hace 8.000 mil años. ¿Eliminaron y sustituyeron los agricultores de Oriente Próximo a los cazadores europeos o las innovaciones se difundieron más pacíficamente reconviertiendo las comunidades paleolíticas de cazadores-recolectores? La respuesta genética es clara: el 80 por ciento de los europeos modernos descienden de los antiguos tipos genéticos de cazadores-recolectores y sólo el 20 por 100 procede de los agricultors de Oriente Próximo. Los viejos no eran tan frágiles.

islas-sociedad
Por último, y por desplazarnos a la otra punta del mundo, siempre ha habido especulaciones vistosas sobre los orígenes de los polinesios. Thor Heyerdahl no fue el primero (la verdad es que el Capitan Cook estuvo más cerca de acertar cuando adujo que había un vínculo polinesio con el archipiélago malayo). Los arqueólogos han alegado durante los últimos quince años que los polinesios procedían  de Taiwan. El árbol genético los desmiente; los antepasados de los tripulantes de las grandes piraguas partieron de un punto más avanzado: Indonesia oriental.
En última instancia sabemos que venimos de las estrellas y nos asentamos en este pequeño y hermoso planeta que llamamos Tierra en lugar de Agua, su nombre verdadero, dado que, incluso nosotros mismos, en la mayor parte eso somos, como el mismo planeta: ¡Agua!

De todas las maneras, retroceder en el tiempo para saber lo que pasó con todos los humanos que deambularon por el mundo del uno al otro confín, no es fácil y, de la reconstrucción del “traje de la humanidad” nos quedan algunos flecos que recortar, algunos botones caídos que pegar e incluso, algunas rasgaduras hechas por el paso del tiempo que tendríamos que tratar de unir para que, de esa manera, tengamos una visión más completa y exacta de lo que fuímos.

Pero por volver al principio del trabajo, deberéamos recordar asím mismo que todos somos personajes de esta historia genética, dado que el 99 por 100 de la reconstrucción de nuestros antiguos árboles genéticos se llevó a cabo con ADN moderno, donado voluntariamente por personas de distintas regiones del mundo. Es una historia que afecta a todos y cada uno de nosotros, ya que, de manera inevitable, formamos parte de ella.

 

 

http://maestroviejo.files.wordpress.com/2011/12/tierra_primitiva.jpg

Una atmósfera primitiva evolucionada, la composición primigenia de los mares y océanos con sus compuestos, expuestos al bombardeo continuo de radiación del espacio exterior que llegaba en ausencia de la capa de ozono, la temperatura ideal en relación a la distancia del Sol a la Tierra y otra serie de circunstancias muy concretas, como la edad del Sistema Solar y los componentes con elementos complejos del planeta Tierra, hecho del material estelar evolucionado a partir de supernovas, todos estos elementos y circunstancias especiales en el espacio y en el tiempo, hicieron posible el nacimiento de esa primera célula que fue capaz de reproducirse a sí misma y que, miles de millones de  años después, el tiempo hizo posible que evolucionara hasta lo que hoy es el hombre que, a partir de materia inerte, se convirtió en un ser pensante que ahora es capaz de exponer aquí mismo estas cuestiones.

¡Es verdaderamente maravilloso!

Y pensar que todo comenzó en un instante en el que nació el Tiempo y se creó el Espacio… En el proceso,  surgieron las primeros quarks que pudieron unirse para formar protones y electrones que formaron los primeros núcleos y, cuando estos núcleos fueron rodeados por los electrones, nacieron los átomos que evolucionando y juntándose hicieron posible la materia; todo ello, interaccionado por cuatro fuerzas fundamentales que, desde entonces, por la rotura de la simetría original divididas en cuatro parcelas distintas, rigen el universo. La fuerza nuclear fuerte responsable de mantener unidos los nucleones, la fuerza nuclear débil, responsable de la radiactividad natural desintegrando elementos como el uranio, el electromagnetismo que es el responsable de todos los fenómenos eléctricos y magnéticos, y la fuerza de gravedad que mantiene unidos los planetas y las galaxias.

Cuando pensamos profundamente en la inmensidad del Universo nos situamos en punto en que, nos vemos sobrepasado y nos vemos transportados a una situación en donde resulta especialmente apropiado utilizar las unidades “naturales”; la masa, longitud y tiempo de Stoney y Planck, las que ellos introdujeron en la ciencia física para ayudarnos a escapar de la camisa de fuerza que suponía la perspectiva centrada en el ser humano.

Es fácil caer en la tentación de mirarnos el ombligo y no hacerlo al entorno que nos rodea. Muchas más cosas habríamos evitado y habríamos descubierto si por una sola vez hubiésemos dejado el ego a un lado y, en lugar de estar pendientes de nosotros mismos, lo hubiéramos hecho con respecto a la Naturaleza que, en definitiva, es la que nos enseña el camino a seguir. Precisamente, mirando la Naturaleza hemos podido ir descubriendo, en parte, de dónde venimos.

Como nos dice Kike en su último comentario: ¡”La Naturaleza es mágica”!

emilio silvera

 


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