Ene
17
¡La Vida! ¿En las profundidades de la Tierra?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en ¡La vida! El misterio persiste ~ Comments (2)
Todos recordamos escenas como esta en películas de “Viaje al Centro de la Tierra”
En la aventura que nos contaba Julio Verne en su libro Viaje al Centro de la Tierra, el famoso escritor de imaginación desbordante narra la historia de una expedición al Centro de la Tierra. Los exploradores intrépidos y arriesgados aventureros descubren, con asombro, todo un mundo nuevo debajo de la superficie del planeta al que llegan recorriendo galerías sin fin, manantiales de aguas subterráneas que, en alguna ocasión, estaban poblados por extraños seres.
Grandes cavernas subterráneas donde habitaban exóticos animales, cristales como gemas que salían de las paredes y seres vivos del reino vegetal de enormes dimensiones. Por desgracia, la historia de Verne contradecía la evidencia geológica de su época. Se sabe muy bien que profundidad significa caliente: la temperatura puede aumentar hasta 20 grados Celsius por cada kilómetro que se descienda y la vida, resultaría imposible para la mayoría de los organismos.
Así que, aquella historia que de niños nos transportaba al mundo mágico de las entrañas de la Tierra, en realidad, habría sido de imposible realidad por una expedición de humanos. El gradiente de temperatura continúa dentro de la corteza de la Tierra y atraviesa su manto fundido para llegar al núcleo en donde la temperatura asciende a más de 3.000 grados Celsius. Cualquier viaje al Centro de la Tierra significaría una incineración segura para los intrépidos (¿o locos?) expedicionarios. El sueño de Verne de que podía existir vida bajo la superficie de la Tierra parecía ridículo.
Sus aguas rojas, muy ácidas, y de alto contenido en metales pesados sobre todo hierro, contienen oxígeno, que permite la vida de organismos fotosintéticos y … No pocas veces, llevado por la curiosidad, he paseado por estos entornos “marcianos” que, en algunos lugares, te hacen pensar que, verdaderamente estás en otro mundo. Sin embargo, cuando miras hacia arriba y puedes contemplar la atmósfera y el cielo azul… ¡Vuelves a la Tierra!
Misión marciana en las aguas rojas de Riotinto (Huelva)
Un proyecto de la NASA buscó vida en las aguas letales del Río Tinto y en el subsuelo de aquel pueblo de la Sierra de en Huelva. Sus similitudes con el planeta Marte nos podía enseñar lo que allí podríamos encontrar. Los trabajos comenzaron con la perforación más profunda hecha jamás en Riotinto. El objetivo era encontrar una bolsa subterránea de agua donde los responsables de la investigación esperaban encontrar una colonia de organismos nunca antes observados. De bacterias capaces de alimentarse a base de hierro y que no necesitaban ni luz ni oxígeno atmosférico para sobrevivir. Los expertos creían que estos seres vivos colonizaron Riotinto desde las profundidades, dando a la zona su inconfundible paisaje extraterrestre de ríos rojos y laderas amarillas debido a la alta concentración de ácido sulfúrico que generan al alimentarse de pirita.
Los biólogos tienen conocimiento desde hace mucho tiempo de que el mantillo contiene bacterias y de que las cuevas de piedra caliza pueden estar habitadas por organismos especialmente adaptados. Pero , aparte de estas excepciones, se decretó que el planeta estaba muerto por debajo del suelo. La misma era la opinión dominante respecto a las profundidades oceánicas.
Caracol abisal. Todos conocemos de las extrañas criaturas que viven en las profundidades de los océanos y que, no dejan de sorprendernos cada vez que hallamos nuevas y exóticas criaturas cuyas configuraciones morfológicas van siempre, más allá de lo que nuestra imaginación pudo dibujar en nuestras mentes. Algunos dicen que, el único lugar habitado que sigue siendo un misterio para el ser humano son los océanos abisales.
Allí, en la oscuridad perpetua, acaba de ser descubierto un fantástico ecosistema con extraordinarios seres vivos capaces de vivir sin luz, a temperaturas extremadamente elevadas y en un ambiente muy tóxico, por las grandes chimeneas volcánicas que hay en el fondo oceánico.
El hallazgo ha tenido lugar en el South West Indian Ridge, en el Océano Índico, a 2.700 metros de profundidad, gracias a la expedición Dragon Vent que (en la que no participó Julio Verne y, sin embargo, participa de alguna manera).
“Nada podría sobrevivir -decían- , por debajo de la “zona fótica” las capas del océano iluminadas por la luz solar. El descubrimiento de ecosistemas en los húmeros negros cambió todo eso.
Existe la hipótesis de que la vida haya surgido precisamente en estos humeros, en vez de en la superficie del océano. Yo pienso que es una posibilidad plausible, ya que es un medio tan activo como el medio superficial de aquel tiempo: hay vulcanismo, contraste de materiales y temperaturas… Hace algunos años nadie hubiera dicho que el fondo oceánico, un medio tan extremo, pudiese albergar semejantes ecosistemas. Pero si algunos super-microbios pueden vivir varios kilómetros de profundidad najo el mar, ¿no podrían existir también bajo la tierra?
El primer científico en difundir públicamente la opinión de que la vida podría florecer a gran profundidad debajo de la Tierra parece haber sio un geólogo de Chicago llamado Edsom Bastin, allá por los años veinte. Bastin se preguntaba por qué las aguas extraídas de los campos de petróleo contenía sulfuro de hidrógeno. Él sugirió que el gas podría haber sido producido por bacterias reductoras de sulfato que viven a gran profundidad en las bolsas de petróleo.
Formas primigenias de vida en las profundidades
Lo cierto es que, por todas partes, están presentes múltiples indicadores de actividad biológica a gran profundidad por debajo de la superficie de la Tierra. Esa hubiera sido la realidad en los tiempos de Verne si los geólogos hubieran sabido buscar de manera adecuada. Hasta los años sesenta no se descubrieron depósitos minerales subterráneos que parecían haber sido precipitados por microbios. Hierro, Azufre, Manganeso, Zinc y otras sustancias que se sabía eran utilizadas por las bacterias, aparecían concentradas en forma sospechosa. De hecho, un estudiante australiano de la Universidad de Londres, Lloyd Hamilton, descubrió formas inequívocas de microbios fósiles en vetas de mineral de jaspe. Él concluyó que éstas eran vestigios de microbios precipitadores de hierro que se habían hecho un hogar en los poros de las rocas.
Martialis heureka, hormiga ciega adaptada a la vida subterránea, de aspecto tan extraño que también es llamada “hormiga marciana”. Foto: Christian Rabelin. No deberíamos sorprendernos al hallar formas extrañas de vida en lugares imposibles y en los que ni podíamos imaginar que existieran.
A pesar de la evidencia creciente de la vida subterránea, la opinión dominante de que la corteza de la Tierra es estéril no empezó realmente a cambiar hasta finales de los años sesenta. Los gobiernos trataban de investigar sobre la reducción de los residuos nucleares, cómo eliminarlos. El material radiactivo había sido enterrado en estratos profundos sobre la hipótesis de que nada podría sucederle. Sin embargo, estudios del agua subterránea ya habían sugerido que las bacterias ya podrían aquellos depósitos del subsuelo, y muestras de rocas extraídas de sondeos revelaban señales de tal presencia del mundo bacteriano y, si los microbios podían invadir los acuíferos profundos también podrían entrar en los vertederos nucleares subterráneos y corroer los recipientes contenedores para liberar, con el tiempo, los residuos. Preocupaciones análogas invadieron el mundo del petróleo cuando se descubrió que, de la misma manera, las bacterias también podían infiltrarse en las reservas de crudo y corromperlos.
Cada ser vivo, dentro de su entorno, busca el medio de cubrir sus necesidades metabólicas y, en algunos casos, lo hacen de la manera más asombrosa que podamos imaginar. Colonias de miles de millones de estos diminutos “personajillos” proliferan en los lugares más increíbles de la Tierra, los océanos y las profundidades terrestre, y, también, se han localizado en la atmósfera a respetables alturas. El estudio de lo que cada una de ellas pueden hacer, no sólo es fascinante sino que, en no pocas ocasiones, hacen posible que nosotros, los humanos, podamos estar tan cómodamente instalados en un planeta de cuya atmósfera y medio ambiente, son responsables los diminutos procariotas.
Todos recordareis aquellos que, bautizados como Bacillus infernus, fueron encontrados en profundos pozos de más de 3 km de profundidad en los sedimentos del Triásico en la cuenca Taylorsville en Virginia, Estados Unidos. Descubrieron hiper-termófilos únicos en forma de bastón, entre los que se incluían los antes nombrados.
Nano-bacterias halladas en las nubes
Está claro a partir de todos los descubrimientos llevados a cabo que, la Tierra posee un submundo viviente generalizado cuya basta extensión sólo ahora se está revelando. Si las bacterias proliferan a una profundidad de medio kilómetro o más, como los exámenes sugieren, entonces, sumando sobre todo el planeta, ellas darían parte del diez por ciento de toda la biomasa de la Tierra. Y, la estimación podría ser mayor, ya que, se sospecha que, a mayor profundidad también podrían estar presentes estos “seres diminutos” que aguantan temperaturas de más de 110 grados Celsius (en unos 4 kilómetros de profundidad).
Desde la especulación informal de Darwin de que la vida empezó en alguna pequeña charca caliente, la sabiduría convencional ha consistido en que la vida es y siempre fue un fenómeno de superficie. El descubrimiento de la Biosfera profunda y caliente ha alterado espectacularmente esta visión. Si la vida puede florecer muy por debajo de la superficie de la Tierra, quizá deberíamos mirar hacia abajo en busca el crisol en el que se forjó el primer ser vivo.
¿Os acordáis cuando salió aquella noticia? “Unas raras criaturas aparecen varios kilómetros bajo la superficie de la Tierra. Las especies, entre ellas una jamás vista antes, soportan temperaturas de hasta 48 grados en las profundidades donde no se creía posible que existiera la vida compleja. Desde su descubrimiento hace más de dos décadas, la biosfera del subsuelo profundo ha sido considerada como el reino de los organismos unicelulares, un reino que se extiende más de tres kilómetros bajo la corteza de la Tierra. Las limitaciones de temperatura, energía, oxígeno y el espacio parecían excluir la posibilidad de una vida más compleja. Los científicos no creían que organismos multicelulares podrían vivir en esas profundidades, pero se equivocaban.
Según los expertos, parecen que son varias las razones por las que un lugar en el subsuelo marino -o, mejor aún, en los sedimentos rocosos bajo el mismo- parece el emplazamiento natural más prometedor para el origen y la evolución temprana de la vida. La más obvia concierne a la continua amenaza de impactos cósmicos que proliferan en aquellos primeros momentos cuando la Tierra era joven. La violencia del intenso bombardeo habría esterilizado efectivamente la superficie de la Tierra una y otra vez. Con rocas vaporizadas haciendo hervir los océanos y fundiendo la Tierra, las condiciones habrían sido letales al menos hasta una profundidad de decenas de metros. Sin embargo, a más profundidad, los organismos habrían podido soportar incluso los mayores impactos.
Así, de alguna manera, Julio Verne se salía con la suya aunque, de una manera menos deslumbrante y con escenarios muy diferentes a los que el nos ofrecía en sus magníficos relatos.
Al final resulta que, el visionario Verne, podía llevar razón y, la Vida, sí estaba presente en las profundidades de la Tierra aunque, con menos fantasía de la que el volvió en sus historia. Seguramente, le habría encantado poder ver alguna de esas películas que han proliferado para hacernos disfrutar con sus historias “hechas realidad” en el cine.
¡La Vida! Según la entiendo, se abrirá paso en cualquier medio que le de la más mínima oportunidad.
emilio silvera
el 27 de noviembre del 2014 a las 9:15
Cuando hablamos del “fenómeno” de la vida en el Universo, conociendo todas las formas de vida que han estado en la Tierra desde hace ya unos 3.800 millones de años y que fueron encontradas en las rocas más antiguas en forma de fósicles, cuando nos dan las noticias de las moléculas de materiales necesarios para la vida encontrados en Nubes Moleculares gigantes en el Espacio Interestelar, cuando sabemos de seres que viven en condiciones imposibles, en lugares inimaginables para que la vida pueda estar presente… Uno tiene derecho a pensar que, la Vida, puede estar en todas partes.
Aminoácidos necesarios para la vida, azucares y otros ingredientes biológicos han sido hallados en lugares inconcebibles.
La Vida amigos míos, se abre paso en cualquier lugar que le brinde la menor oportunidad para surgir, y, adaptarse al medio aunque este, sea de unas condiciones imposibles sin oxígeno, con metales, salinas, venenosas… En cualquier sitio… ¡Allí podrá estar la Vida!
el 17 de enero del 2022 a las 8:49
Por todas las regiones del Universo, bajo las diversas perspectivas, en los lugares más inhóspitos que imaginar podamos, en las profundidades abisales, en el interior de la Tierra, lugares en los que impera la ponzoña, sitios en los que resulta imposible imaginar que allí pudiera existir el menor atisbo de vida, la presencia del ácido ribonucléico en las nebulosas… ¡Parece como si el Universo hubiera sabido que la Vida tendría que venir!
La Vida se abre paso en los lugares más insospechados, allí aparecen en condiciones inimaginables, se nutren de azufre, o de sal, de metales, en presencia o ausencia de oxígeno, bajo las aguas oceánicas, bajo las profundidades de la Tierra, o, incluso en el espacio atmosférico.
A lo largo de nuestra Historia hemos conseguido explorar las distintas formas de Naturaleza que en las distintas regiones de nuestro entorno nos circunda y hemos podido descubrir infinidad de formas biológicas de los distintas reinos, unas muy rudimentarias y otras de gran complejidad y muy evolucionadas. No pocas sorpresas nos hemos llevado al descubrir la enorme cantidad de especies vivas que han vivido en nuestro planeta y las que aún siguen viviendo a pesar que sólo alcanzan el 1% del total que tuvo su casa en la Tierra.
Las inimaginables variedades genéticas y las distintas estructuras anatómicas y los lechos ecológicos de todas esas especies nos enseñaron que, cada Ser vivo necesita un entorno especial para poder vivir conforme a su variabilidad genética y biológica, anatómica y fisiológica. La pregunta que no dejamos de plantearnos es:
. ¿Serán los seres de otros mundos similares a los seres del nuestro?
Aunque nada podemos descartar, una buena razón para contestar tal pregunta sería el tener en cuenta que, la Ciencia, nos ha dicho que en la Naturaleza existe una relación directa e intrínseca entre las condiciones ambientales y la morfo-fisiología que los organismos poseen. Esto nos lleva a pensar que, en cada mundo, habitarán las especies que a ellos estén adaptadas con oxígeno o sin él, con calor o frío, con aridez y sequedad o con abundante humedad, es posible que dichas formas de vida de tales mundos vengan ya predispuestas biológicamente hablando para esas formas de vida, y, todo ello, independientemente de que dichas formas de vida estén (como en la Tierra), basadas o no en el Carbono.
La creación nos ha demostrado ser “infinita” en muchos sentidos y no pocas veces incomprensible; incluso muchos especialistas plantean la posibilidad de que puedan existir seres que no únicamente estarían conformados de materia sólida contingente, sino también de materia energética no palpable y altamente compleja de manera tal que, lo podríamos tener delante de nuestros ojos y no saber que se trataba de seres vivos. Y, dicho seres, no tendrían porque tener en ellos esa esencia espiritual que nosotros llevamos dentro.
ese componente espiritual que llevamos con nosotros los seres humanos y que parece nos distingue de otras especies, aunque no está totalmente desarrollado, deja un atisbo de esperanza para el futuro de nuestra especie en éste universo inmenso que aún no hemos llegado a comprender.