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¡Nunca dejaremos de pensar!

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Física    ~    Comentarios Comments (0)

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Algunos han llegado a decir que los pensamientos curan más que los medicamentos que, los tomamos para un determinado fin pero, el medicamente no es inteligente y entra en un complejo sistema en el que están presentes muchas cosas que, con aquel mediacmaneto, verán alreradas sus funciones y, aunque le llaman efectos secundarios, no lo son, son efectos muy directos.

Lo cierto es que, como digo en el título del trabajo, nunca, mientras nos quede un mínimo de energía en el cerebro, dejaremos de pensar, aunque nuestra fragilidad en el contexto de la Naturaleza sea muy grande y nuestra enorme ignorancia nos empuje a plantear preguntas y más preguntas.

Cabeza, iconos de los pensamientos del hombre fijados

Los pensamientos bullen en nuestras mentes, y, en ningún momento, ni cuando estamos dormidos, dejan de trasminar y elucubrar situaciones y escenarios valiéndose de los sueños. Cada uno de nosotros, en cada momento de su vida, está inmerso en un proyecto particular que, siendo más o menos tranquilo, le lleva a tener que pensar en solucionar situaciones imprevistas, en cómo poder conseguir aquel objetivo, poder llegar a la meta soñada y, todo ello, nos lleva a que, en nuestras mentes, se creen verdaderas estructuras complejas de pensamientos que van encaminados a resolver o conseguir esas metas propuestas.

A base de observar lo que pasa a nuestro alrededor, estudiar los fenómenos naturales de la Tierra, el clima, la atmósfera, el conjunto que el planeta tiene para que la vida esté presente en él, en el ámbito que llamamos Biosfera. En relación a otros cuerpos más lejanos como Nebulosas, galaxias y objetos exóticos de todo tipo, al no poder llegar a ellos y poder verlos de cerca, inventamos máquinas grandes y complejas como los telescopios que nos llevan a distancias inconmensurables de miles de millones de años-luz, y también, para poder llegar ese otro “mundo” de lo muy pequeño y ssaber de qué está hecha la materia, inventamos enormes y potentes Aceleradores que, desmenuzando las particulas, encuentran en sus entrañas los componentes básicos de la materia que tratamos de conocer.

Nuestros pensamientos que no paran en su actividad creadora, desde siempre han tratado de explicar el “mundo”, la naturaleza y el universo, y, para ello, se crearon Teorías que son, de alguna manera, como las guías que nos indican hacia dónde debemos caminar, cómo debemos hacerlo y qué debemos buscar. Son muchas las teorías que hemos creado los de nuestra especie humana, y, al principio eran rústicas intuiciones y, con el paso de los siglos, fueron grandes y profundos pensamientos que describían la realidad del entorno que nos cobija y que llamamos Universo.

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Desde la Teoría de la relatividad de Einstein que nos habla de la materia y del comportamiento de la luz, de los fenómenos a que ciertas situaciones pudieran dar lugar, de cómo se comportan el Espacio y el Tiempo en determinadas circunstancias y, el por qué se curva el espacio en presencia de grandes masas. Muchas son las teorías que nuestros pensamientos han generado.

 

Partículas y campos, clásicos y cuánticos. Las nociones clásicas de partícula y campo comparadas con su contrapartida cuántica. Una partícula cuántica está deslocalizada: su posición se reparte en una distribución de probabilidad. Un campo cuántico es equivalente a un colectivo de partículas cuánticas.

Desde el átomo de Demócrito y los elementos de Empédocles, no hemos parado nunca de atisbar el horizonte de lo que podrían ser esos “enigmas” que, no pudiendo ser comprendidos “del todo”, eran el acicate para que, nuyestras mentes crearan pensamientos en forma de conjeturas y teorías que, una vez verificadas, se transformaban en leyes. Las leyes que gobiernan nuestro mundo y todos los mundos del Universo que ahora, sí vamos llegando a comprender.

Desde lo muy grande hasta lo muy pequeño, esos ámbitos del saber humano que están representados por las dos teorías que los significan y que llamamos relatividad y cuántica, y, que nos explican hasta donde hemos podido conseguir, cuestiones complejas y secretos que estaban bien guardados por la Naturaleza y que, a base de mucho pensar, de observar, de estudiar, de experimentar… ¡Conseguimos comprender!

Como siempre nos pasa cuando no sabemos alguna cosa, nuestra imaginación se desboca y plantea mil y una solución de lo que podría ser. , nos ocurre con el Universo y los secretos que aún no hemos podido desvelar. Construimos modelos que nos den una satisfactoria explicación o menos aceptable, buscamos remedio -no pocas veces poniendo “parches”- para cuestiones que no podemos explicar, y nos inventamos escenarios y situaciones que, tampoco sabemos si alguna vez podremos comprobar: materia oscura, agujeros de gusano, universos paralelos…

Cuando oímos la palabra hiperespacio todos pensamos en un lugar por encima, alto, más allá del “espacio normal” de tres dimensiones en el que nos movemos en nuestra vida cotidiana. Y, las ideas se pueden mezclar para confundirnos más, con espacios vectoriales lineales que pueden tener un infinito de dimensiones, como si fuera un espacio de Hilbert. Es como un túnel situado fuera de este mundo nuestro que nos puede llevar hacia regiones lejanas en la galaxia o, incluso, en otras galaxias y hasta en otro universo,  sin tener que recorrer el espacio que de esos lejanos lugares nos separa.

Nuestra fantasía dibuja de mil maneras el Hiperespacio que intuimos está ahí

Michio Kaku, un físico que nos habla de dimensiones extra y de hiperespacio, en una de sus obras comienza diciendo:

“¿Existen dimensiones superiores? ¿Están los mundos invisibles más allá de nuestro alcance, más allá de las leyes corrientes de la física? Aunque las dimensiones superiores hayan históricamente cosa de charlatanes, místicos y de escritores de ciencia ficción, muchos físicos teóricos creen ahora, no solo que las dimensiones superiores existen, sino que además pueden llegar a explicar algunos de los más profundos secretos de la naturaleza. Aunque queremos aclarar que no existen evidencias experimentales de la existencia de dimensiones superiores, en principio, pueden llegar a resolver el problema esencial de la física: la unificación de todo el conocimiento físico a un nivel fundamental.

 

 

Hemos mirado por todo el Universo y, añadiendo el tiempo como otra dimensión, vemos que es tetradimensional, no podemos ver dimensiones

Michio Kaku, ese que ve el futuro, nos decía:

“Mi propia fascinación con las dimensiones superiores comenzó durante mi infancia. En uno de mis felices recuerdos de la infancia permanecía agachado junto al estanque del Jardín del Te Japonés de San Francisco, contemplando hipnotizado las carpas de colores nadando suavemente bajo los nenúfares. En esos momentos de calma, me hacia una tonta que solo un niño podría hacerse: ¿como ven las carpas en aquel estanque el mundo que les rodea ?. Habiendo pasando su vida entera dentro de aquel estanque, las carpas creerían que su universo consiste de agua y de nenúfares; solo vagamente conscientes de la posibilidad que un mundo extraño existiese por encima de la superficie.

Mi mundo escapaba a su comprensión. Me intrigaba que pudiese estar a solo unos centímetros de las carpas y que al mismo tiempo estuviésemos separados por un abismo. Concluí que si hubiese algún científico entre las carpas se mofaría de cualquier pez que propusiese que un mundo paralelo podría existir por encima de los nenúfares. Un mundo invisible allá del estanque no tendría sentido para la ciencia.”

 

 

 

Claro que, esas explicaciones de Michio Kaku,  no nos explican, a los humanos, lo que es el universo hiperdimensional que sería para las carpas este mismo universo nuestro. El nos lleva a la de que, , al igual que le ocurre a las carpas de su estanque, tengamos a nuestro alrededor “otras dimensiones” que no somos capaces de ver. Pero yo me sigo preguntando:

¿Dónde, pues, ha de hallarse el universo hiperdimensional de la simetría perfecta? Ciertamente, no aquí y ahora; el mundo en que vivimos está lleno de simetrías rotas, y sólo tiene cuatro dimensiones, tres de y una temporal. La imaginación que nunca descansa, nos lleva a una en la cosmología, la cual nos dice que el universo supersimétrico, si existió, pertenece al pasado. Como nos decían los autores de la Teoría Kaluza-Klein, esas otras dimensiones se quedaron compactadas cuando el universo se desarrolló y, aunque son parámetros necesarios para las grandes teorías de cuerdas y supercuerdas… ¡No las vemos por ninguna parte!

 

Un falfo Caos en expansión que lo hacía todo simétrico

La implicación de eso es que el universo tuvo que comenzar en un estado de perfección simétrica, desde el que evolucionó a este otro universo menos simétrico que conocemos y en el que vivimos. Si es así, la de la simetría perfecta sería la del secreto del origen del universo, y la atención de sus acólitos puede volverse con buenas razones, como las caras de las flores al alba, hacia la blanca luz de la génesis cósmica. Alguna vez hemos podido comentar aquí de aquella simetría primera, cuando todas las fuerzas de la naturaleza estaban unidas en una sola fuerza y, a medida que el universo se enfrió en los infiernos del big bang, aquella simetría se rompió, y se desgajó en las cuatro fuerzas que ahora conocemos y, algunos dicen que, se formaron las cuatro dimensiones que podemos ver y, otras, quedaron confinadas en el límite Planck. La simetría quedó rota para siempre.

Así que las teorías se han embarcado a la caza de un objetivo audaz: buscan una teoría que describa la simplicidad primigenia que reinaba en el intenso calor del universo en sus primeros tiempos; una teoría carente de parámetros, donde estén presentes todas las respuestas. Todo debe ser contestado a partir de una ecuación básica.

Recordemos que:  “En griego, la simetría significa “la misma medida” (syn significa “juntos”, como en sinfonía, una unión de sonidos, y metrón, “medición”); así su etimología nos informa que la simetría supone la repetición de una cantidad medible. Pero la simetría para los griegos, también significaba la “la debida proporción”, lo que implicaba que la repetición involucrada debía ser armoniosa y placentera. Asi, la Naturaleza nos está indicando que una relación simétrica debe ser juzgada por un criterio estético .”

De esa manera, como digo más arriba, buscar “la simplicidad primigenia” y, para ello, hacemos cábalas con dimensiones más altas que nos devuelva una simetría superior que nos lo explique todo y donde todo quepa sin que surjan los indeseables infinitos que aparecen cuando tratamos de juntar la Mecánica cuántica con la Relatividad general, es decir, cuando queremos unificar el “universo” de lo infinitesimal con el “universo” de lo muy grande.

La asimetría que podemos contemplar en la Naturaleza es, también la belleza de la diversidad que, reside en todos nosotros que, de alguna manera, tambi´ñen somos Naturaleza pues, de ella venimos y a ella tenemos que volver. El que en nosotros esté presente la consciencia, ese algo que nos lleva a pensar y plantear preguntas sobre todo lo que no comprendemos, ese maravilloso parámetro que reside en la mente y que llamamos curiosidad, aquel otro que bajo el nombre de imaginación nos puede representar “universos” de infinita belleza, y, todo ello, se crea en un recinto pequeño, el cerebro que, con más de cien mil neuronas, tantas como estrellas tiene una galaxia, hace posible esta maravilla de los pensamientos.

Sí, a nuestro alrededor podemos contemplar la simetría que en el Universo quedó rota. Así las cosas, nuestra imaginación que es libre de “volar” hacia espacios desconocidos y hacia escenarios imposibles, también puede, no sólo escenificar el Hiperespacio, sino que, llevando la fascinación aún más lejos, ¿quién sabe? (como tántas veces hemos comentado), si los teóricos no habrán dado en el y, con su intuición “infinita”, haber podido vislumbrar que toda la materia del universo está formada por cuerdas vibrantes y armónicas que se conjugan de diferentes maneras, produciendo con sus pulsos, nuevas partículas en un “universo hiperdimensional” que no podemos ver pero que, está ahí.

                         ¡Es todo tan extraño! ¡Es todo tan complejo! y, sobre todo…¡sabemos tan poco!

Las nuevas características descubiertas por los científicos en las transiciones de fases es que normalmente van acompañadas de una ruptura de simetría. pues, el estado de máxima simetría es con frecuencia también un estado inestable, y por lo tanto corresponde a un falso vacío. Con respecto a la teoría de supercuerdas, los físicos suponen (aunque todavía no lo puedan demostrar) que el universo decadimensional era inestable y pasó por efecto túnel a un universo de cuatro y otro de seis dimensiones. pues, el universo estaba en un estado de falso vacío, el estado de máxima simetría, mientras que hoy estamos en el estado roto del verdadero vacío.

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Lo cierto es que, estemos en el universo que podamos estar, lo que no podemos negar es que es, ¡bello!

Los físicos, en su incansable de respuestas, nos llevan a “cosas”  como la “supergravedad”, una construcción matemáticamente complicada que consigue combinar la supersimetría con la fuerza gravitatoria pero, ¿qué es la supergravedad? Meternos en esos berengenales matemáticos sería algo engorroso y (para muchos) aburrido.

¿Qué pasa entonces con la supergravedad? Aquí, al principio las cosas parecen mucho mejores e incluso al nivel de tres lazos nada parece ir mal. Los entusiastas afirman que esto no podía ser una coincidencia y que la teoría final de todas las fuerzas podría estar a la . ¿Una teoría de todas las fuerzas? ¿Podemos imaginar una cosa así? ¿Sería posible una formulación exacta  de las leyes de la física? ¿Se podría conseguir eso alguna vez?. Claro que, todo esto nos lleva a “universos” insospechados, lugares cada vez más pequeños en un reino donde el espacio y el tiempo dejan de existir, ya no podemos hablar de puntos y, nos vemos obligados a tener que hablar de cuerdas vibrantes.

Según lo que podemos entender y hasta donde han podido llegar nuestros conocimientos actuales, ahora sabemos donde están las fronteras: donde las masas o las energías superan 1019 veces la masa del protón, y esto implica que estamos mirando a estructuras con un tamaño de 10-33 centímetros. Esta masa la conocemos con el de masa de Planck y a la distancia correspondiente la llamamos distancia de Planck. La masa de Planck expresada en gramos es de 22 microgramos, que la es la masa de un grano muy pequeño de azúcar (que, por otra parte, es el único de Planck que parece más o menos razonable, ¡los otros números son totalmente extravagantes!). Esto significa que tratamos de localizar una partícula con la precisión de una longitud de Planck, las fluctuaciones cuánticas darán tanta energía que su masa será tan grande como la masa de Planck, y los efectos de la fuerza gravitatoria entre partículas, , sobrepasarán los de cualquier otra fuerza. Es decir, para estas partículas la gravedad es una interacción fuerte.

Pero lo que no nos cuenta MIchio Kaku es que, de momento, no exiosten en la Tierra Aceleradores de partículas tan potentes como llegar a la distancia de Planck, allí donde seguramnete podríamos contemplar lo que hay más allá de los Quarks y, podrían habitar las cuerdas vibrantes.

        En las explosiones de Supernovas está presente la Gravedad

Si la Gravedad llegara a ser una interacción fuerte, sería un verdadero desastre. No se puede ni imaginar lo que haría, en ese caso, la gravedad,  tan difícil como “la cromodinámica cuántica” cuando interacciona con los quarks. Aquí la situación es mucho más grave. Cuanto más pequeñas sean las estructuras que tratamos de estudiar más intensa es esta fuerza, hasta el extremo de que incluso los intentos más burdos para describirla darán lugar a resultados completamente absurdos.

Todo lo que conocemos acerca de la naturaleza será inválido en la escala de Planck, y nosotros que pensábamos que conocíamos todo con gran precisión. La Teoría de Einstein acerca de la naturaleza de la fuerza gravitatoria funciona espléndidamente, parte de un principio muy fundamental, uno que practicamente tiene que ser correcto: la gravedad es una propiedad del y el tiempo mismos. El y el Tiempo están “curvados” decir exactamente lo que sucede a un trozo de papel cuando se humedece: de deforma y no hay manera de alisarlo ni pasándole la plancha caliente. La fuerza Gravitatoria es la responsable de semejante rugosidad en el espaciotiempo.

Hasta aquí, al menos sí hemos podido comprender. Sin embargo, cuando nos sumergimos en el océano profundo del hiperespacio y del universo extradimensional… ¡las cosas cambian! Estamos perdidos y, nuestras mentes no encuentran esa luz que ilumine el entendimiento para , de una vez por todas, todo eso puede esatar ahí o, simplemte, son falsos escenarios que nuestras mentes imaginan para huir de la cruda realidad.

Claro que, por otra parte, como nos pasó con la paradoja del gato de Schrödinger que, al principio era tan extraña que uno podía recordar la reacción de Alicia al ver desaparecer el gato de Cheshire en el centro del cuento de Carroll: “Allí me verás”, dijo el Gato, y desapareció, lo que no sorprendió a Alicia que ya estaba acostumbrada a observar cosas extrañas en aquel lugar fantástico. Igualmente, los físicos durante años se han acostumbrados a ver cosas “extrañas” en la mecánica cuántica.

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¡Lo que no sea capaz de configurar nuestra imaginación! Y, a pesar de su “infinita riqueza, la Naturaleza la supera y contiene y ocurren cosas inimaginables. Pero, como decíamos al principio, todo, absolutamente todo lo que nos rodea y convive con nosotros, sea inerte o vivo, nos hace pensar, y, desde luego, los pensamientos nos llevarán a esos otros “mundos” futuros en los que, seguramente podremos decir… ¡Que sabemos!

Algunos, como Alejandro Jodorowsky piensan que: “Si tenemos un cuerpo imaginario, es también necesario que nos demos cuenta que tenemos una mente imaginaria. Tenemos pensamientos inconscientes, percepciones olfativas, audiciones, tactos, visiones, sabores mucho más desarrollados que los que creemos “reales”. Vemos más de lo que creemos ver, oímos más de lo que creemos oír, gustamos más de lo que creemos gustar, olfateamos más de lo que creemos olfatear, percibimos con el tacto mucho más de lo que creemos percibir, pensamos más de lo que creemos pensar. No sentimos por completo nuestras sensaciones, tenemos pensamientos de los que no nos damos cuenta, vivimos dentro de limites perceptivos, provocados desde que nacemos por nuestra familia y luego por la sociedad. Nos sumergen en prejucios y concepciones anquilosadas de la realidad y de nosotros mismos. Debemos aprender a pensar con libertad, (no digo con “inteligencia”, digo con “libertad”). El mágico consiste en disolver los límites de nuestra inteligencia y de nuestras percepciones. Estos limites nos encierran en calabozos irreales que nos impiden a la conciencia suprema.”

 

Si realmente eso es , estaríamos limitados por nuestras propias concepciones del mundo. Sin embargo, ahí están los físicos teóricos que se salen del “régimen” establecido y, sus mentes generan e imagina mundos y universos que, siendo muy dispares y diferentes de este nuestro -que creemos real-, podrían ser, los auténticos mundos y los auténcos paisajes que la Naturaleza trata de mostrarnos y que nosotros, nos empecinamos en no querer ver.

emilio silvera

 


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