Ago
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Trabajo enviado por Dante Pracilo
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Conferencia ~ Comments (0)
LA ESTRELLA DE DAVID, Y LA FÓRMULA GEOMÉTRICA QUE ENLAZA ENTRE SÍ A TODAS LAS LEYES FÍSICAS DEL UNIVERSO
Escribe el doctor Ovidio Pracilio: “Antes de desarrollar en forma geométrica la maravilla del símbolo mosaico, es necesario formular algunas consideraciones en torno a otro símbolo, vinculado al anterior, y respecto del cual, según creo, no se ha desentrañado hasta ahora su verdadero significado.
Me refiero a la llamada “Estrella de David”.
La estrella de David, tal como siempre se trazó, en la figura geométrica que resulta de dividir una circunferencia en seis partes iguales y unir con líneas rectas en forma alternada los puntos que dividen esa circunferencia. Esta es la estrella que se conoce y que se usa desde hace milenios como emblema de la raza judía. Pero la verdadera estrella llamada de David no es ésa, así trazada con líneas rectas. La verdadera, la que los mismos judios creo que no conocen, la que tiene relación con la concepción mosaica de la creación del Mundo, la que se vincula a la Geometría Esferoidal que la Naturaleza utilizaría para planificar todas sus creaciones, no es una estrella de líneas rectas, sino una estrella de líneas circulares trazada a compás, y en la cual, en forma análoga a la que se traza con líneas rectas, la estrella es el resultado de dos triángulos también equiláteros esféricos e iguales cuyos lados son un tercio del lado del triángulo mayor, y en el interior un exágono con igual medida por lado. (Véase gráfico). Existe una única forma, que yo haya logrado, de poder trazar esta estrella de David con el compás, y es la siguiente: Trazada una circunferencia, y con la misma medida de su radio, se la divide con el compás en seis partes iguales. Luego se reduce la abertura del compás disminuyendo el radio en una setenta-ava parte, y haciendo centro en cada uno de los seis puntos en que se dividió la circunferencia, se trazan semicírculos que pasarán a una setenta-ava parte de distancia del centro, semicírculos que, al entrecruzarse, marcarán en la parte central de la circunferencia la estrella de David de triángulos equiláteros esféricos iguales. Este gráfico geométrico, por considerarlo la base fundamental de la obra, lo he colocado en la tapa interna del libro “La Planificación Universal”, y lo vuelvo a reproducir en el blog de Google debajo anotado, aunque, por razón del tamaño del círculo, se lo omite. Pero es tan fàcil ejecutarlo con el compás, en la forma indicada, que todo lector que así lo desee puede confeccionarlo en breves instantes.
No existe otra forma de poder trazar esta estrella con el compás, en la cual sus triángulos deben ser iguales, y como se ha visto, en dicha forma de hacerlo utilizamos un número, el 7, su setenta-ava parte, y el 6, del que resulta la estrella. Y lo hemos logrado sin utilizar ninguna línea recta y usando solamente el compás, como hemos hecho con todos los gráficos que documentan la obra. Ahora continúo con la exposición generalizada sobre la concepcióm mosaica de la Creación del Mundo. Con una medida cualquiera de compás marquemos una circunferencia, y luego, sin modificar la medida del compás y haciendo centro en cualquier punto de la circunferencia ya marcada, tracemos otra circunferencia; luego haciendo centro en el punto en que la primera es cortada por la segunda, tracemos una tercera, y luego de igual modo una cuarta, una quinta, una sexta y una séptima. (Ver gráfico).
La última circunferencia, o sea la séptima, corta a la primera en el mismo punto que es centro de la segunda, vale decir que hemos dividido a la primera circunferencia en seis partes iguales; la primera está en el centro y es común para las seis, cuyos centros están ubicados sobre ella a intervalos iguales. Dicho de otro modo, los centros de las seis circunferencias descansan a intervalos iguales sobre la séptima. Ya hemos logrado, al hacer esto, una primera aplicación geométrica de la ley mosaica. Pero debemos continuar para ver cómo funciona la ley. Observando el gráfico respectivo, vemos que la segunda circunferencia corta no solo a la circunferencia primera en dos puntos que son los centros de las circunferencias contiguas, sino que también corta a esas circunferencias en otros dos puntos. A su vez, también las otras circunferencias cortan a sus contiguas de la misma manera. Hagamos entonces centro con el compás, y siempre con la misma medida, en esos nuevos puntos, y marquemos así otras seis circunferencias que cortarà a su vez a sus contiguas y nos darán nuevos puntos que serán centros de otras circunferencias que podemos seguir marcando y así hasta el infinito. Acabamos de marcar así un esquema geométrico que es fundamental, y con el cual habremos de seguir trabajando, pues de él se parte siempre si es verdad que una única ecuación matemática (como quería Einstein) o geométrica (como quería Platón) enlaza entre sí a todas las leyes físicas del Universo, o en otras palabras, si es que el Universo físico es el fruto de una planificación que utilizó una Geometría perfecta fundada en una ley geométrica igualmente perfecta como lo es la indicada ley mosaica. Si observamos la segunda serie de circunferencias que marcamos, veremos que las seis están agrupadas alrededor de la primera (o sea la séptima) a la que solamente tocan en un punto, así como entre ellas las contiguas también se tocan solamente en un punto. He aquí funcionando nuevamente la indicada ley que llamo “mosaica” en homenaje al gran Moisés. Si las seis que rodean la séptima están llenas y ésta del interior está vacía, tendremos con ello el símbolo geométrico de la concepción mosaica sobre la creación del Mundo. Pero sigamos desentrañando conclusiones de tan maravilloso símbolo. No conclusiones filosóficas, sino físicas. Si las seis circunferencias que nos hizo el compás sobre un plano, son simples representaciones esquemáticas de esferas, tenemos seis esferas llenas rodeando un séptimo espacio vacio que, de ser ocupado por otra esfera, solo podría serlo por una igual a las otras seis que la rodean. Imaginemos ahora, físicamente, que le ocurre a cada esfera llena, en su posición frente al espacio vacío que hay en el interior. Es indiscutible que tiende a caer en él y ubicarse en el lugar vacío en el cual se acomodaría exactamente. (Se dice que la Naturaleza tiene horror al vacío) Pero, ¿qué le impide a cada una de las seis esferas llenas caer en en ese espacio vacío central? Se lo impiden las dos esferas que le son contiguas, las cuales también quieren caer al séptimo espacio vacío. Es decir, que ninguna de las seis esferas llenas pueden caer al vacío central porque mutuamente se lo impiden, debido precisamente a su idéntica predisposición física a caer al vacío como consecuencia de su pesantez. Si a una de las esferas le imprimimos movimiento, hará girar a las dos contiguas con movimiento contrario, y tal movimiento lo podemos propagar al infinito, si es que seguimos construyendo agrupamientos séxtuples de esferas que rodean un séptimo espacio vacío, utilizando para ello el esquema geométrico fundamental. (Obsérvese el gráfico correspondiente en el blog). Una sola esfera que se mueva hace mover a todas las demás, es decir que el movimiento se propaga, teóricamente, al infinito (aunque en realidad lo hace hasta donde la fuerza que genera tal movimiento lo permita) pero sin desplazamiento de lugar de ninguna de las esferas, las que combinan entre sí sus movimientos girando en sentido contrario las contiguas y en igual sentido las alternas. Y como las esferas se tocan entre ellas solamente en un punto (indimensional) y giran rodeadas de vacío, no existiendo rosamiento y una vez que una fuerza las puso en movimiento seguirán girando perpetuamente si otra fuerza distinta no modifica su movimiento frenándola o acelerándola. Si observamos el respectivo gráfico, vemos que el movmiento de las esferas o partículas esféricas de materia (si la consideramos tales) propagan en línea recta (aunque en todas direcciones) la ficción de la onda que produce su movimiento, sin que ninguna de ellas se desplace del lugar. La Física podrá examinar si esta composición geométrica de partículas esféricas agrupadas en forma séxtuple alrededor de un séptimo espacio vacío puede contribuir a armonizar las teorìas contradictorias de Newton (clásica corpuscular) y de Huygens (ondulatoria) o las que ambas se elaboraron posteriormente. “Según Max Planck, la energìa es granular y no continua y se transmite en haces discretos” (Bernard Jaffe: Michelson y la velocidad de la luz). Nosotros sigamos con la Geometría Esferoidal. En el interior de cada una de estas circunferencias que hemos agrupado alrededor de una séptima, puede ubicarse otro agrupamiento séxtuple de circunferencias alrededor también de una séptima, por aplicación de la misma ley geométrica, y así sucesivamente podemos continuar hacia lo infinitamente pequeño. A su vez, si encaminamos nuestro trabajo geométrico hacia lo grande, vemos que un agrupamiento séxtuple puede estar contenido en una circunferencia, que forma parte a su vez de un agrupamiento séxtuple mayor, y así podemos seguir también hacia lo infinitamente grande. Por otra parte, podemos combinar en variedad infinita agrupamientos pequeños y más pequeños con grandes y más grandes, siempre que respetemos la ley geométrica fundamental. Asociando nuevamente estas figuras geométricas con la fìsica, y suponiendo que las circunferencias son esferas y que tales esferas son éter (admitiendo que el éter existe tal como se lo ha supuesto por quienes creen en su existencia como materia prima física básica y fundamental del Universo) tal suposición nos lleva a considerar que el agrupamiento séxtuple de esferas etéricas que se forman en el interior de una mayor, se produce cuando el éter que forma a ésta se comprime como resultado de una modificación en la aceleración de su movimiento esferoidal. Si ello ocurre, el gráfico geométrico nos revela que la totalidad del éter que ocupaba la esfera mayor se ha condensado en las seis esferas pequeñas del agrupamiento séxtuple que la ha reemplazado en ese mismo lugar del espacio, y que estas últimas ocupan menos espacio que la esfera-madre y dejan entre ellas y en el interior del agrupamiento nuevos espacios vacíos. De lo que resulta que, en igual espacio, comprimiendo igual cantidad de éter, producimos espacio vacío. Y si queremos condensar más éter por compresión sucesiva en el interior de las seis esferas del agrupamiento, éstas forman a su vez en el interior de cada una, otras seis esferas más pequeñas rodeadas de vacío y con un espacio vacío central en el interior del agrupamiento (ley mosaica). Marcando en los gráficos geométricos con negro los espacios vacíos interesferoidales y dejando en blanco el interior de cada esfera que suponemos de éter, resulta como consecuencia que, a mayor cantidad de esferas o partículas esféricas de éter en igual espacio, corresponde mayor espacio vacío. (Veansé gráficos en Google: blog: www.lacienciadeltercermilenio.laplanificacionuniversal.ovidiopracilio). Ya veremos después cómo esta concepción arquitectural de la materia fundada en el agrupamiento geométrico esferoidal del éter según lo establece la indicada ley mosaica, nos llevará inevitablemente a introducir una variante fundamental a la teoría de la gravitación universal”, expuesta en el blog señalado.
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