Jun
17
Universo misterioso
por Emilio Silvera ~ Clasificado en General ~ Comments (0)
Los “ojos” de Alma atisban súper-cúmulos de proto-estrellas y nebulosa cuajada de estrellas recientes. Aquí tenemos un ejemplo más de que, a partir de la destrucción (Nebulosas formadas por estrellas moribundas), como el Ave Fénix, vuelven a surgir a la “vida” estrellas nuevas.
Nítida imagen del cúmulo globular NGC 6624. Utilizando la avanzada tecnología de óptica adaptativa en el telescopio Gemini Sur en Chile, los investigadores sondearon las profundidades del cúmulo globular compacto NGC 6624, revelando imágenes muy definidas de miles de estrellas. La nitidez de las imágenes en el infrarrojo cercano, compite con aquellas obtenidas desde el espacio con el Telescopio Espacial Hubble en longitudes de onda ópticas. Está a unos 26.000 años luz de distancia,
“Utilizando la Cámara de Objetos Tenues de la ESA a bordo del Telescopio Espacial Hubble se ha estudiado la luz ultravioleta de las estrellas del cúmulo.1 Una de las estrellas, la más azul y caliente, es la más luminosa en luz ultravioleta. Se encuentra en la posición de una fuente de rayos X conocida como 4U 1820-30. Se sabe que esta fuente de rayos X es un sistema binario formado por una estrella de neutrones y una enana blanca, que completan una órbita la una alrededor de la otra en sólo once minutos. La radiación ultravioleta proviene del disco de gas que rodea a la estrella de neutrones.”
Los cúmulos globulares aparecen como brillantes aglomeraciones de hasta un millón de estrellas antiguas, son uno de los objetos más antiguos del Universo. Si bien están presentes en gran cantidad alrededor y dentro de muchas galaxias, los ejemplares recién nacidos son extremadamente raros y las condiciones necesarias para su aparición no habían sido detectadas. Por eso precisamente, ha llamado la atención este hallazgo.
Usando el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), en Chile, un grupo de astrónomos descubrió lo que podría ser el primer cúmulo globular a punto de nacer que se conozca: una nube de gas molecular increíblemente masiva y densa pero aún sin estrellas.
“Podemos estar en presencia de uno de los más antiguos y extremos modos de formación estelar en el Universo”, dijo el astrónomo Kelsey Johnson, de la Universidad de Virginia en Charlottesville y autor principal de un artículo que será publicado en el Astrophysical Journal. “Este interesante objeto parece arrancado directamente del Universo temprano”, agrega Johnson, “descubrir un objeto que tiene todas las características de un cúmulo globular, pero que aún no haya comenzado a formar estrellas, es como encontrar un huevo de dinosaurio a punto de eclosionar”.
Este objeto, al que el astrónomo se refiere irónicamente como el Petardo, se encuentra a aproximadamente 50 millones de años luz, al interior de una famosa dupla de galaxias en colisión (NGC 4038 y NGC 4039) conocidas como las galaxias Antena. Las fuerzas gravitacionales generadas por el proceso de fusión entre ambas están desencadenando una cantidad colosal de formaciones estelares, gran parte de ellas al interior de densos cúmulos.
Pero lo que hace único al Petardo es su enorme masa concentrada en un espacio relativamente pequeño y sin la presencia de estrellas en él. Todos los cúmulos similares observados anteriormente por los astrónomos están repletos de estrellas. El calor y la radiación de esas estrellas han alterado considerablemente el ambiente circundante, borrando cualquier evidencia de sus fríos y tranquilos inicios.
Gracias a ALMA, los astrónomos pudieron encontrar y estudiar detalladamente un ejemplo prístino de un cúmulo en su estado original, antes que las estrellas cambien para siempre sus características únicas. Esto proporcionó a los astrónomos un primer vistazo de las condiciones que pueden haber llevado a la formación de muchos cúmulos globulares (si no todos).
Las galaxias Antena observadas en luz visible con el telescopio espacial Hubble (superior), extensas nubes de gas molecular (derecha). (Inferior) Primer cúmulo globular en formación que se haya identificado. (Foto: ALMA)
“Nebulosas con este potencial se habían considerado hasta ahora adolescentes, posteriores al inicio de la formación estelar”, dijo Johnson. “Esto significaba que el semillero ya se había alterado. Y para entender la formación de un cúmulo globular necesitas ver su verdadero origen”, agregó.
La mayoría de los cúmulos globulares se formaron durante un ‘baby boom’ ocurrido hace aproximadamente 12 mil millones de años, en los inicios de las galaxias. Cada una contiene densas agrupaciones de hasta un millón de estrellas de segunda generación, estrellas con concentraciones de metales pesados notoriamente bajas, lo que indica que se formaron muy temprano en la historia del Universo. Nuestra propia Vía Láctea es conocida por contener al menos unos 150 cúmulos de estas características, aunque podría contener muchos más.
A través del Universo se siguen formando cúmulos de estrellas de diferentes tamaños. Es posible, aunque muy improbable, que los más grandes y densos terminan transformándose en cúmulos globulares.
El cúmulo globular Omega Cantauri con diez millones de estrellas. El centro del cúmulo es denso y allí las estrellas están unidas por la Gravedad. Se encuentra situado a 15.800/17.000 años luz de la Tierra. Sus estrellas son de población II.
En esta imagen, el cúmulo podría parecer una gran estrella difusa. Sin embargo, Omega Centauri está formado por diez mil millones de estrellas, es el cúmulo más ingente que se conoce en relación a los miembros que lo componen
“La probabilidad de supervivencia para que un cúmulo de estrellas joven y masivo se mantenga intacto es muy baja, de alrededor del uno por ciento” dijo Johnson. “Fuerzas externas e internas tienden a separar estos objetos, ya sea formando cúmulos abiertos como las Pléyades o desintegrándolos completamente para formar parte del halo galáctico”.
Sin embargo, los astrónomos piensan que el objeto que observaron con ALMA, que contiene gas molecular equivalente a 50 millones de veces la masa del Sol, es lo suficientemente denso como para tener una buena probabilidad de ser uno de los afortunados en convertirse en cúmulo estelar.
Los cúmulos globulares evolucionan rápidamente, en sólo un millón de años, desde su estado embrionario carente de estrellas. Esto significa que el objeto descubierto por ALMA está pasando por una etapa muy especial de su vida, ofreciendo a los astrónomos una oportunidad única de estudiar un componente importante del Universo temprano.
Los datos de ALMA también indican que la nube del Petardo se encuentra bajo una presión extrema, aproximadamente 10 mil veces mayor que las típicas presiones interestelares, lo que apoya las teorías que señalan que para formar cúmulos globulares se requieren altas presiones.
Al explorar las galaxias Antena, Johnson y su equipo observaron las débiles emisiones de las moléculas de monóxido de carbono, lo que les permitió obtener imágenes y características de distintas nubes de gas y polvo. La falta de indicador térmico apreciable –revelador de la presencia de gas calentado por estrellas cercanas– confirma que este objeto recién descubierto aún se encuentra en su estado prístino, sin alteraciones.
Posteriores estudios con ALMA pueden revelar nuevos ejemplos de supercúmulos de proto-estrellas en las galaxias Antena y en otras galaxias en colisión, aportando luces sobre los orígenes de estos antiguos objetos y su función en la evolución galáctica. (Fuente: OBSERVATORIO ALMA/DICYT)
Al igual que Mayall II, un cúmulo globular que órbita la galaxia de Andrómeda, Omega Centauri presenta un rango de metalicidades y de edades estelares que llevan a pensar que no se formó de una sola vez (al contrario de lo que es normal en los cúmulos globulares). Muchas de las estrellas que forman Omega Centauri se piensa que son el remanente del núcleo de la galaxia enana ancestral que fue capturada por la Vía Láctea.