La vida es sin duda el acontecimiento más importante del universo. Y no sabemos qué es. Durante siglos ha habido una disputa sobre qué es la vida. No nos hemos podido poner de acuerdo y emitir una definición que no deje dudas o dé lugar a malas interpretaciones. Tenemos una definición operacional, que equivale a enlistar las características propias de un ser vivo: los que cumplen los requisitos son seres que albergan la vida.
Hasta aquí hemos llegado y ha sido de mucha utilidad esta definición. En ella se hace referencia a que los seres vivos están formados por células, que a su vez están compuestas por estructuras membranales que delimitan espacios donde ocurren una serie de reacciones químicas capaces de automantenerse, basadas fundamentalmente en cadenas de carbono. Los seres vivos nacen, es decir, siempre provienen de otro ser vivo semejante; crecen, se reproducen y mueren. La vida requiere en primer término complejidad. Estructuras simples no pueden funcionar como entes vivos.
Los seres vivos son estructuras muy complejas que desafían al medio, tienen que incorporar continuamente energía y regular sus propios procesos, con una meta fundamental: mantenerse vivos. Esta meta crea tensiones muy fuertes, de tal modo que los seres vivos están sujetos a presiones que tienden a desestabilizarlos y destruirlos, por lo que el esfuerzo por mantenerse vivo debe sostenerse segundo a segundo. El fracaso tiene un altísimo precio: la muerte. La vida es empujar cuesta arriba, y la muerte, su contrario: rodar cuesta abajo.
Ya se sabe que los seres vivos, por complicados y autorregulados que puedan ser, están formados de la misma materia encontrada en el mundo inerte. Lo que distingue a los seres vivos es su complejidad: con lo mismo logran más. Tienen una estructura que permite realizar funciones –reacciones químicas– que mantienen la estructura celular, que a su vez mantiene las funciones. Se trata de un círculo: la estructura mantiene la función que a su vez mantiene la estructura. Desde el punto de vista biológico no hay más, con todo lo maravilloso que resulta.
Antes de preguntarnos directamente por la vida analicemos situaciones más simples, para ver si así logramos entender mejor qué es la vida. Para iniciar abordemos la materia, pues todos los seres vivos están hechos de materia. Definir qué es la materia resulta muy complicado, pero intentemos algo simple. Es difícil decir algo que no hayan dicho antes los griegos. Así, dijeron que todo está hecho de átomos, partículas últimas de la materia, indivisibles. Podríamos contentarnos con pensar que la materia está hecha de átomos, pero aún nos conviene un análisis más detallado.
La materia está hecha de átomos, pero no de los átomos que los griegos concibieron, ya que nuestros átomos son divisibles, es decir, no son atómicos, pues tienen partes más pequeñas dentro de sí. Los átomos tienen núcleo y electrones. El núcleo, a su vez, tiene en su interior protones y neutrones; estos a su vez tienen otros componentes más simples: los quarks, y estos a su vez…
Cuando bajamos un nivel más, la materia se nos deshace literalmente en las manos. La última propuesta, aún no probada, es que todo está hecho de “cuerdas”, componentes últimos de la materia, posiblemente los verdaderos átomos de los griegos. Estas estructuras vibran de diferentes maneras y así dan lugar a todas las partículas materiales que conocemos. Aún no sabemos qué son en realidad, pero una aproximación simple e ingenua puede verlas como “paquetitos de energía”. La energía empaquetada, al vibrar, genera la materia en forma de quarks.