Sep
15
Colaboraciones
por Emilio Silvera ~ Clasificado en General ~ Comments (0)
ALGUNOS FRAGMENTOS DE LA “TEORÍA DE LA PLANIFICACIÓN UNIVERSAL”
DEL PENSADOR Y DIVULGADOR ARGENTINO OVIDIO PRACILIO
Aquellas primeras máquinas construidas por el hombre
Sin el primer plano que creó la primera máquina, y sin los planos sucesivos que la fueron reformando para adaptarla al ambiente y al uso a que estaba destinada, hasta llegar a los últimos planos que hoy se confeccionan para cada maquina, no existirían los transatlánticos, ni los aviones, ni los satélites artificiales, ni los submarinos ni los observatorios astronómicos, y el hombre continuaría navegando, sí, tal vez, pero sobre troncos sin ahuecar, y no volaría, ni navegaría bajo el agua, y no habría nunca podido contemplar el espectáculo maravilloso de las remotas galaxias compuestas de millones de soles multicolores.
Supongamos ahora, como una hipótesis, que la raza humana desapareciera de pronto de la faz de la Tierra, e inmediatamente llegaran a ella seres subhumanos aunque inteligentes provenientes de un mundo cuya civilización fuera igual al que el nuestro tenía en la época de las cavernas, y encontraran aquí todas las maquinas creadas por el hombre al cabo de los siglos, muchas de ellas abandonadas y en desuso pero otras funcionando automáticamente y dirigidas por cerebros electrónicos: usinas, buques, satélites artificiales, etc. Y supongamos que esos seres subhumanos extra-terrestres, menos evolucionados que el hombre, comenzaran a estudiar “el origen y evolución de esas especies de maquinas” que encuentran en la Tierra. Si en su investigación científica prescinden admitir como hizo el hombre de ciencia respecto de las creaciones naturales, que tales máquinas fueron “planificadas” en su origen y en sus reformas sucesivas (evolución) por ingenieros “X”, cualquier teoría que esos seres subhumanos elaboraran para explicar la transformación de un tronco de árbol y subsecuente canoa en un transatlántico, o de un tubo de latón en un observatorio astronómico, o de un artefacto como planeaba y construía Leonardo en un satélite artificial, sería una teoría falsa, absolutamente errónea, porque la verdad (que nosotros conocemos) es que el origen y evolución de tales maquinas fue la “planificación” que de ellas fueron efectuando los ingenieros humanos al cabo de milenios.
Pero si un día alguien de esos seres subhumanos concibiera la teoría de que pudo existir en la Tierra una raza de seres más inteligentes y sabios que ellos que “planificaron ”la construcción de tales maquinas (y todas sus sucesivas transformaciones) y buscando la corroboración de esa teoría “descubriera” los dibujos de Leonardo, los planos de los aviones, de los submarinos, de los transatlánticos, satélites, rascacielos y automóviles, recién entonces la ciencia de esos seres imaginarios subhumanos que hipotéticamente supusimos vinieron a poblar este mundo al desaparecer la raza humana, estaría en condiciones de explicarse acertadamente cuál fue el origen y cuál la evolución de las especies de maquinas humanas, y estaría en condiciones también de continuar su construcción y su funcionamiento.
Los “pinceles” de la Naturaleza crean obras que son difíciles de imitar por el hombre
Con las creaciones de la Naturaleza, fruto de una técnica llevada al más alto grado de perfección, yo creo que ocurre exactamente lo mismo.
Aquella primera célula replicante Las organelas, núcleos y mitocondrias
Ni el protozoario, ni el organismo humano, surgió de la materia física organizándose como tal por generación espontánea, ni fue evolucionando al cabo del tiempo por la sola fuerza ciega de la adaptación al medio ambiente, de la lucha por la supervivencia, del triunfo del más fuerte sobre el más débil, de la atrofia de órganos por el desuso o de su desarrollo o perfeccionamiento por el uso o el mayor y mejor esfuerzo. No, aunque todos esos factores debieron ser tenidos en cuenta por la inteligencia que planificó las reformas, así, como las peripecias sufridas por los primeros automóviles al luchar, mal equipados técnicamente, con los malos caminos y toda suerte de obstáculos y fallas, eran tenidas en cuenta por los ingenieros mecánicos que debían mejorar los vehículos propios y lograr su supervivencia frente a la competencia de otras maquinas destinadas a lo mismo.
No están todas las que fueron en el pasado, ni tampoco las que son en el presente, Se desconoce, al menos, el 80% de las especies que viven en la Tierra. Muchas de ellas se extinguieron y otras se pudieron adaptar.
La infinita cantidad de seres vivos que existen en nuestro mundo, deben ser necesariamente el fruto de una técnica super-humana concebida por una sabiduría también super-humana que podemos llamar “Técnica y sabiduría natural”, que los ha planificado desde su origen y en y para sus sucesivas transformaciones, así como ya la propia técnica humana incursiona en la evolución de los organismos naturales, en la medida en que va conociendo algunas de las leyes que gobiernan la materia, y transforman animales y vegetales con la inteligencia y la ciencia de los zoólogos y botánicos geneticistas.
Y aunque sería de rigurosa lógica admitir que tal variedad de organismos naturales que existen en nuestro mundo son creaciones de innumerables inteligencias super-humanas que las fueron planificando en el transcurso de las eras geológicas (tal como las maquinas humanas fueron creadas por el hombre en el transcurso de los últimos milenios) bajo la guía omnisciente de la Inteligencia Suprema al que damos el nombre de Dios, Supremo Hacedor que planificó y rige la Creación, para no entrar en el terreno puramente
filosófico, parasicológico o religioso, podemos dar al conjunto de inteligencias planificadoras de las creaciones “no humanas” que existen en el Universo el nombre genérico de “Inteligencia Natural”.
Hoy día existen máquinas que hacen cosas asombrosas
Y para completar la analogía entre el origen y la evolución de las especies naturales y el origen y evolución de las maquinas humanas, como fruto, ambas, de una “planificación” inteligente y no de un ciego automatismo resultante de simples acciones y reacciones mecánicas, consideremos que ya la técnica del hombre ha “planificado” y crea maquinas que reproducen automáticamente otras maquinas y que pueden automáticamente descubrir y corregir defectos de construcción así como los organismos naturales, establecidas las inmensas diferencias de perfectabilidad, se reproducen a sí mismos con las modificaciones que impone la evolución necesaria a una mejor adaptación o con los defectos resultantes de anomalías genéticas, similares a los defectos de construcción de las maquinas humanas. Pero siempre detrás de las maquinas están los ingenieros que las crearon.
Y a tal punto a que ha llegado la perfectibilidad de la técnica humana, no es absurdo admitir, por ejemplo, que algún día del futuro tal vez no muy lejano, habrá en el mundo buques –arquetipos planificados y construidos por el hombre, que haciendo astilleros reproductores, construyan en su interior en forma absolutamente mecánica y dirigidos por control remoto por cerebros electrónicos, a otros buques idénticos más pequeños que salgan del buque madre listo para navegar, así como del interior de una ballena nace un
ballenato.
Admitir esta hipótesis, que parcialmente ya tiene principio de ejecución en nuestro mundo, es mucho menos absurdo hoy día, que en la época en que Julio Verne escribió su Viaje a la Luna hubiera sido admitir la posibilidad de que el hombre construyera un cohete y su nave sideral capaz de conducirle a Venus lo que actualmente no hay científico que pueda dudarlo.
Con estas ideas quiero significar que, en mi opinión, la materia informe no se transforma en un organismo simple ni este organismo se transforma en otro más complejo por obra de factores físicos exteriores a esa materia, así como el agua, el viento, el sol y demás condiciones ambientales no transformaron nunca a ningún tronco de árbol ni en un bote, ni en un barco ni en un transatlántico, sino que tal transformación es la obra de una inteligencia que planifica el organismo simple y sigue planificando sus sucesivas reformas hasta llegar a la planificación del organismo complejo y su subsecuente construcción.
Y no se me pregunte, frente a los argumentos que acabo de exponer, donde están los “ingenieros naturales” o superhumanos que planifican las creaciones de la Naturaleza,
Porque ello me obligaría a repreguntar a quién tal pregunta me hiciera, pidiéndole que me la contestara previamente, qué pensarán las águilas posadas en las cumbres de las montañas (dando por supuesto que las águilas pensaran) respecto a quiénes son y donde están los ingenieros que construyeron y dirigen por control remoto esos pequeños y maravillosos mundos llamados satélites artificiales que circunnavegan la ionósfera trasmitiendo informaciones a los centros científicos de su mundo-madre, o lo que habrán pensado los marcianos, si existen habitantes en Marte y son menos inteligentes que nosotros, respecto del Mariner norteamericano, si es verdad, como se ha informado, que ese artefacto espacial navegó en las proximidades de aquel planeta sin llevar ningún tripulante a bordo, o, por ejemplo lo que suelen preguntarse los arqueólogos cada vez que descubren en las selvas asiáticas, americanas o bajo las arenas del desierto africano, los restos portentosos de ciudades prehistóricas monumentales, cuyos constructores y habitantes han desaparecido, a veces sin dejar ni siquiera rastros directos de su existencia, hace milenios de la faz de la Tierra.
He creído necesario expresar estos puntos de vista, para que el lector de esta obra pueda comprender el móvil que guio mi pensamiento mientras ejecutaba la tarea de investigar si realmente era posible traducir, con el uso exclusivo del compás moviéndose uniformemente por senderos circulares, la conformación de los organismos y creaciones naturales (no humanas), es decir, si la planificación de estas creaciones podría responder al uso de una geometría esferoidal.
Y todos los gráficos de las conformaciones generales de organismos naturales o parte de los mismos que ilustran este libro, son la prueba evidente de que sí es posible efectuar esa traducción, muy tosca y rudimentaria por ahora, por supuesto, porque apenas es el comienzo del uso de la técnica empleada para ello, pero que inteligencias mejores que lamía, usando esa otra maravillosa técnica lograda por la ciencia de este siglo, resuelven aplicarse a ello.
En consecuencia de lo expuesto en esta Introducción, se verá que, con todo el profundo respeto que me merece la teoría evolucionista cuyo máximo exponente fue Darwin, que comparto en cuanto a la evolución de las especies animales y vegetales sin negar que también existe evolución de formas materiales en el reino mineral, yo agrego al concepto puramente mecanicista de la evolución, una concepción espiritualista, al introducir el Factor “planificación” en el concepto “evolución”, lo que da por resultado la existencia de una “evolución planificada”, desde sus orígenes y hasta sus últimas modificaciones, evolución planificada por la Inteligencia Natural, a la que yo humildemente y sin tener vergüenza de inclinarme deslumbrado ante su Infinita Sabiduría, llamo Dios.
Si el Universo es igual en todas partes y está regido por las mismas leyes… ¡La Vida estará presente en muchos mundos. Las cristuras que en ellos puedan existir podrían ser de cualquier manera que podamos imaginar pero (seguramente), basadas en el Carbono como nosotros.
“Si observamos la serie de los seres –escribió Allan Kardec– se advierte que forman ellos una cadena sin solución de continuidad desde la materia inerte hasta el más inteligente de los hombres. Pero, ¡cuán inmensa laguna entre Dios y el hombre! ¿Es razonable pensar que en éste terminan los eslabones de esa cadena? ¿Qué sin transición sea franqueada la distancia que separa al hombre de lo Infinito? La razón nos dice que entre el hombre y Dios tiene que haber otros eslabones, así como dijo a los astrónomos que entre los mundos conocidos debían existir mundos desconocidos.”
Lo anterior son fragmentos del libro “Un experimento en el misterio de la Creación: La Planificación Universal”
Autor: Dr. Ovidio Pracilio.
Transcripción: Dante Pracilio
dantepracilio@gmail.com