viernes, 22 de noviembre del 2024 Fecha
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La Prensa y la Televisión: inciden en el devenir de los pueblos.

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en General    ~    Comentarios Comments (0)

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Carlos Elías es licenciado en Químicas y doctor en Ciencias de la Información, con una tesis que trató sobre la corrupción mediática del CSIC, y en la actualidad es profesor titular de Periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid, aunque ha trabajado en diversos medios de comunicación. Ha trabajado como periodista en la agencia EFE y en el diario El Mundo. Ha escrito diversos artículos académicos y libros como “Telebasura y periodismo”, “Fundamentos de periodismo científico y divulgación mediática” y “La ciencia a través del periodismo”. Pero quizás su obra más completa, rigurosa e impactante sea ”La razon estrangulada”, un estudio sobre el declive de la ciencia en Occidente, en el que ofrece una visión catastrofista del estado de la ciencia en Europa en general, y en España, en particular.

.Entrevista:

1.- En tu obra “La razón estrangulada” se ofrece un futuro algo sombrío de ese maravilloso campo que es la ciencia, a menos que se tomen medidas urgentes. ¿Está la ciencia realmente en peligro?. De ser así ¿cómo podríamos acudir en su rescate?

En el libro sostengo que, efectivamente, la ciencia está en peligro, sobre todo, en Occidente y en cuanto a un descenso alarmante de vocaciones e interés entre los jóvenes. Sin embargo, en China e India está emergiendo con fuerza; de ahí que esos países sean ya potencias, no sólo en economía sino en todas las áreas de la cultura. La ciencia y la tecnología son las mayores impulsoras de la economía productiva. Por eso América Latina, -que desprecia la ciencia por su herencia hispana- no despega y China sí. India o China, además, no son tan permeables a la cultura mediática occidental que degrada la ciencia y ésa es su gran suerte, de momento.

Resulta significativo que el descenso en interés y vocaciones científicas se esté dando en los países occidentalizados (es decir, también se incluye Japón o Corea del Sur) donde los medios de comunicación de masas son libres. Ello se debe al auge en estos países de periodistas y cineastas formados en la universidad con unos terribles planes de estudios que degradan o, en el mejor de los casos, ignoran la ciencia. Estos periodistas y cineastas están imponiendo, desde esa libertad para elegir contenidos y enfoques, una cultura anticientífica por su propio afán revanchista contra la ciencia. Obviamente yo prefiero vivir en un país con medios de comunicación libres que en China donde no lo son. Pero ciencia y libertad no están reñidas. Al contrario: la ciencia necesita más la libertad que los medios de comunicación.

De ahí el peligro de que el futuro de la ciencia o ingeniería esté sólo en manos de países como China. ¿La solución? El periodismo, el cine o la televisión no pueden estar en manos de gente que nunca ha estudiado física cuántica o bioquímica en la universidad. Le tienen miedo a la ciencia porque no la entienden. Les parece magia. No comprenden el método científico porque en sus disciplinas no se usa, Y, por tanto, el enfoque –el frame que decimos en periodismo- de la ciencia en los medios de comunicación es terrible. Y de ahí pasa al resto de la sociedad, sobre todo a los jóvenes. No podemos cambiar el poder de los medios de comunicación, pero sí cómo éstos informan de determinados contenidos. Por ejemplo, hoy en día una película como “Lo que el viento se llevó” sería calificada de racista, gracias a la presión de las minorías raciales. Pero el estereotipo de científico loco sigue emergiendo sin problema. Hay que luchar contra eso.

.

2.- ¿Por qué en la enseñanza secundaria hay más alumnos en las ramas de sociales que en las científicas?

Hay dos motivos. El obvio es que las ramas sociales son mucho más fáciles de aprobar y el título final tiene el mismo valor académico, al menos desde el punto de vista legal. El alumno a esa edad no piensa en su futuro, o en la cultura con mayúsculas, sino en aprobar lo más fácilmente posible para no tener problemas con sus padres. Sin embargo, también hemos detectado que el descenso en España de las vocaciones científicas en el bachillerato coincide en el tiempo con la entrada masiva en el sistema escolar de orientadores licenciados en ramas sociales –sobre todo de pedagogía- A un licenciado en Pedagogía le cuesta mucho admitir que un bachiller de ciencias está más capacitado para aprobar, no ya carreras de ciencias e ingeniería, sino también de humanidades o ciencias sociales. No porque los orientadores carezcan de datos, sino por un motivo ideológico.

Está demostrado, por ejemplo, que los alumnos de ciencias puras sacan mejores notas, en carreras como económicas, que los que van desde ciencias sociales. Otro dato interesante es que los bachilleres de ciencias sacan mejores notas en las materias de letras de la selectividad que los propios alumnos de letras o ciencias sociales. Los exámenes de lengua, historia o filosofía son iguales y los de ciencias obtienen mejor nota. Es decir, la mejor manera de tener una buena formación en humanidades es partir de una sólida formación científica. Pero eso es difícil de asumir por los pedagogos españoles que proceden en su mayoría de bachilleratos de ciencias sociales. Su lógica es simplona y creen que lo mejor para estudiar económicas es que se elija ciencias sociales porque en esa opción hay economía. No miran otros datos. Yo creo que no se debería obligar a los alumnos a elegir entre ciencias y letras en el bachillerato. Todos deberían estudiar todas las materias (como, de hecho, se hace en el bachillerato científico, que también tiene asignaturas de letras). Pero esto supondría, según los responsables del Ministerio de Educación, un grave problema: aumentaría el fracaso escolar. Pues se asume que una parte importante de la población no puede aprobar los contenidos del bachillerato científico.

Como explico en mi libro, estos alumnos de letras o ciencias sociales se sienten como los “torpes” del sistema frente a los de ciencias; y en cuanto tienen la oportunidad de degradarla lo hacen. Y ellos, no lo olviden, tienen el poder mediático, salvo contadas excepciones. Creo que ciencias y letras deben ir de la mano. Separadas no aportan nada.

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3.- El otro día leíamos en una publicación del PLoS ONE que los científicos puede perder su imparcialidad por culpa de la presión a publicar deprisa y en revistas de alto índice de impacto. ¿Qué consecuencia puede tener para el futuro de la ciencia ese publicar o morir?

Un científico es un creador, no un funcionario. Por tanto, igual que le sucede a un escritor o a un pintor, si no crea, no es tal. Ahora bien: qué es mejor, crear una gran obra o cien mediocres. Eso lo debe de decidir el creador. El problema de la ciencia es que, a veces, los evaluadores –que suelen ser mediocres, porque en caso contrario no estarían ahí, sino creando- suelen primar la suma de aportaciones mediocres respecto a la singularidad excelente. Y, efectivamente, ése es un problema. Creo que, no obstante, el científico brillante sabe publicar mediocridades para obtener los requisitos para ascender en su carrera y, a la vez, englobar todo su trabajo en aportaciones singulares muy brillantes.

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4.- Cada vez que viajo al norte de los Pirineos me entra una envidia terrible al observar debates científicos en televisión, documentales de divulgación, museos espléndidos…¿Cuál crees que es la razón por la que eso no cale en nuestro país?

Nuestro país tiene una tradición cultural muy pobre respecto a otros países europeos. Muchos de los abuelos de los españoles actuales no sabían ni leer. Nuestro nivel es similar a Italia, Grecia o Portugal. No creo que en Italia haya muchos documentales científicos en su televisión. Sin embargo, el panorama cambia en los países protestantes. En ellos, por ejemplo, tenías que saber leer para poderte casar, porque tenías la obligación de, al menos, leer la Biblia e interpretarla. En Finlandia, por ejemplo, en el siglo XVIII era necesario saber leer para casarse. No podemos, entonces, compararnos en los resultados del informe Pisa. En los países católicos teníamos al cura que leía e interpretaba por nosotros. No querían que pensáramos por nuestra cuenta, no fuera a ser que surgiera otro Lutero. Por eso los países católicos son, en general, más incultos, menos críticos y más aborregados y eso se nota en sus programaciones de televisión y en su prensa. La excepción es Francia, donde la Contrarreforma fue diluida con la Ilustración. En España, desgraciadamente, la Contrarreforma fue muy efectiva y la ciencia fue su principal víctima. Se consideró que una persona podía ser culta conociendo sólo las disciplinas que avalaba la Contrarreforma: escolástica, pintura, escultura, arquitectura, historia, literatura y música. Pero no física, geometría, astronomía o botánica. Culturalmente, una de las consecuencias actuales de la Contrarreforma son las procesiones de Semana Santa, Y otra el desprecio a la ciencia. Aún en el siglo XX un intelectual admirado por muchos como Unamuno, sostenía el “que inventen ellos”. Él mismo, siendo filósofo, apenas se interesó por la física, tan relevante en la filosofía del XX.

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5.- Aunque actualmente en apariencia parece que la situación se está invirtiendo, la aparición de la Ciencia en radio y televisión o en los periódicos de tirada nacional y regional, suele ser bastante modesta por no decir, en algunos casos, casi inexistente. En el telediario se le suele dedicar menos de un par de minutos de tiempo. ¿Hay alguna razón por la que se le dedica tan poco espacio? ¿Es una respuesta al interés que despierta la ciencia en la sociedad?

La ciencia sólo despierta interés cuando se realiza una encuesta, porque el encuestado quiere quedar bien. Pero no la respaldan las audiencias. Es un dato empírico incontestable. Si un telediario emite una noticia rigurosa sobre ciencia, corre el riesgo de que su audiencia disminuya. Si es el telediario de la noche, esa audiencia no se recupera en el access time y si pierdes el access time, pierdes el prime time que es la franja de programación de la que vive la televisión. Los sábados por la noche conviven excelentes reportajes de ciencia (o de otros ámbitos del conocimiento) en “La 2”, con “La Noria” en “Telecinco”. Compare las audiencias (que es lo que hace el programador de televisión) y verá que en España no sale a cuenta una televisión de calidad. Es lamentable, pero cierto. El talento de los comunicadores audiovisuales se usa en España para crear estiércol mediático.

.

6.- Debemos admitir que los medios de comunicación no solo divulgan las noticias, sino que crean las noticias. El periodista es responsable, muchas veces, del conocimiento que tiene un amplio porcentaje de la sociedad sobre ciertos temas, en especial si son temas científicos. Llegados a esto, suele ser habitual encontrar titulares o noticias cuyo contenido tiene una capacidad de desinformar muy elevado. ¿Cómo llegan a darse estos decepcionantes casos?, ¿cómo podrían evitarse?. ¿No debiera primar la calidad antes que la cantidad cuando hablamos de ciencia?

La ciencia, a este respecto, es un contenido similar a otros igualmente complejos, como la economía. A los medios de comunicación de masas –y subrayo la palabra masa- les cuesta mucho transmitir mensajes complejos porque la masa –definida como la mayor cantidad posible de personas- no es capaz de entenderlos. El sexo, los insultos o la violencia los entiende todo el mundo: un reputado catedrático de Oxford y Belén Estéban. Pero la mecánica cuántica no. Si tú quieres llegar a la masa, a veces distorsionas el mensaje -o sigues estereotipos manidos- porque captar a la masa es fácil siempre y cuando seas simplón. La masa tiene poder –político, de compra, etc.- e interesa conquistarla. El gran valor del periodismo o el cine es que llega a la masa, eso lo tenemos muy claro.

En el caso de la ciencia el resultado, a veces, es lamentable. No obstante, existe un periodismo de calidad (también en España) que, en mi opinión, la aborda de forma muy acertada. El problema es que ese periodismo de calidad sólo es consumido por las elites. Y éstas tienen cada día otros mecanismos de información, al margen de los medios tradicionales. Internet lo está trastocando todo, porque el periodismo de calidad es caro y minoritario y no sabemos si el modelo de negocio que se avecina con Internet podrá mantener ese periodismo.

.

7.- Relacionado directamente con lo anterior, las noticias muchas veces son el cristal con el que la sociedad mira la Ciencia. Titulares erróneos (“tituláridos” dirían algunos) y revoluciones inexistentes suelen ir a la par, desafortunadamente. ¿No podría este mal tratamiento de ciertos descubrimientos fomentar que movimientos acientíficos, como el creacionismo, sean más fuertes hoy día gracias a la “divulgación” de ideas o terminologías anticuadas y/o erróneas (en desuso o nunca usadas por parte de los científicos)? ¿Qué responsabilidad podemos exigir al periodismo español respecto a esto?

Obviamente el periodismo tiene mucha culpa. No obstante, y tal y como abordo en mi libro “La razón estrangulada”, creo que la base de todo, no son los medios, sino las universidades que forman a los que trabajan en los medios. Hace unos años, cuando no había facultades de periodismo o cine, y, por tanto, quienes se dedicaban a ellos venían de otras titulaciones -física, filosofía, historia, literatura, etc.– el nivel del periodismo era mucho mejor. Es duro decirlo, pero es la verdad. Es pura evidencia empírica y ello debería hacernos reflexionar mucho a los profesores universitarios. Yo investigué, por ejemplo, la cobertura mediática de la visita de Einstein a España en 1923, que aparece en uno de los capítulos de mi libro. Y fue magnífica. Ahora no podría hacerse con esa rigurosidad y, sobre todo, creatividad literaria. Esa cobertura influyó en la percepción positiva de la ciencia en la sociedad española de la época. Pero en el año 1923 no existían facultades de periodismo y la cobertura fue hecha, sobre todo, por matemáticos con grandes dotes literarias.

Yo creo que la asignatura pendiente del periodismo español es la mala formación que se da en las universidades. De hecho, los medios prestigiosos tienen su propio master donde forman a gente que viene de otras carreras. El director de “El País”, Javier Moreno, es químico; y el dueño de la productora de cine más importante de España, El Deseo –que produce a Almodóvar- también es químico. Son rara avis en la profesión, pero son muy buenos y demuestran la relevancia de la ciencia para ejercer con maestría como profesional de los medios. Sin embargo, los responsables universitarios españoles son aún incapaces de ver la importancia de la química –o la ciencia en general- para lograr una buena formación de periodistas y cineastas. La responsabilidad hay que exigírsela a las facultades y a los planes de estudios. Y a los medios que contratan ese tipo de titulados sin suficiente cultura científica. A los periodistas y cineastas actuales también les falta, desde mi punto de vista, muchísima cultura literaria y filosófica. Pero ejercen mucha presión laboral porque son miles de titulados dispuestos a trabajar sin cobrar y eso interesa a las empresas.

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8. Tampoco queremos cargar las tintas señalando como únicos responsables de la divulgación (buena o mala) de la ciencia a los periodistas. ¿Qué parte de responsabilidad tienen los científicos en ese aspecto?, ¿Cómo se podría potenciar su acceso a la divulgación?

Es un tópico afirmar que los científicos no divulgan. No es cierto: algunos, como los astrofísicos, divulgan más que cualquier historiador, sociólogo o economista. Ya quisieran muchas disciplinas de letras o ciencias sociales disponer del potencial mediático que tiene la NASA, Nature o, en España, el IAC o el CSIC. Es más: muchos afirmamos que existe un exceso de divulgación que puede producir saturación. De hecho, la época en la que la ciencia estuvo más prestigiada en la sociedad fue tras la II Guerra Mundial, cuando se decretaron leyes para proteger el secreto científico y era difícil publicar noticias sobre ciencia. Eso incentivó la curiosidad y el interés y ayudó a crear una aureola de prestigio al quehacer científico. Ocurre, en otro ámbito, con toreros como José Tomás. Nunca concede entrevistas y, por eso, es tan reverenciado.

Por eso, ojo con cómo se hace la divulgación y con la saturación porque produce desapego. Nunca como ahora ha habido tanta divulgación y, a la vez, tanto desinterés. Por otra parte, creo que a los científicos hay que exigirles, sobre todo, que hagan ciencia. Y, desde mi punto de vista, puede haber otros profesionales (ya sean científicos o periodistas) que pueden dedicarse a la divulgación, que es una profesión en sí misma, no una simple afición. El científico les ayuda, pero no podemos esperar que un científico pierda su tiempo haciendo divulgación, en lugar de crear ciencia. Del mismo modo, es preferible que un buen escritor se dedique a la literatura o un cineasta al cine, en lugar de estar todo el día en las tertulias de televisión, divulgando o publicando críticas de cine. No me gustaría que Almodóvar escribiera críticas de cine en lugar de dirigir películas. Las grandes fuentes científicas como la NASA o Nature tienen divulgadores profesionales que hacen este trabajo. Ahora bien, otro asunto es que, desde mi punto de vista, a un científico le puede convenir mucho dedicarse también a la divulgación o tener presencia en el debate público. Pero, sobre todo, para adquirir notoriedad –y, por tanto, poder- en la sociedad mediática actual.

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9.- Para terminar acudir a tu faceta de divulgador para que nos comentes, ¿qué noticia científica te gustaría publicar? y si tuvieras una máquina del tiempo, ¿a qué científico(a) te encantaría entrevistar?

La noticia científica que me gustaría publicar es, precisamente, que se ha descubierto la máquina del tiempo, Es curioso cómo el cine de los 40, 50 y 60 la daba como muy probable a finales del siglo XX y, sin embargo, ahora la literatura, el cine y la sociedad parece que han asumido que eso no puede construirse. Parece que hay una barrera científica que no podemos traspasar. Que la ciencia, como la geografía física ha llegado a su fin. Hace unos decenios no era así. Con esa máquina del tiempo me gustaría entrevistar a Galileo. Le preguntaría por qué arriesgó tanto su vida por defender la ciencia. Es un personaje fascinante que describe la lucha del talento contra el poder y que, además, escribía muy bien.

Carlos Elías es licenciado en Químicas y doctor en Ciencias de la Información, con una tesis que trató sobre la corrupción mediática del CSIC, y en la actualidad es profesor titular de Periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid, aunque ha trabajado en diversos medios de comunicación. Ha trabajado como periodista en la agencia EFE y en el diario El Mundo. Ha escrito diversos artículos académicos y libros como “Telebasura y periodismo”, “Fundamentos de periodismo científico y divulgación mediática” y “La ciencia a través del periodismo”. Pero quizás su obra más completa, rigurosa e impactante sea ”La razón estrangulada”, un estudio sobre el declive de la ciencia en Occidente, en el que ofrece una visión catastrofísta del estado de la ciencia en Europa en general, y en España, en particular.

Entrevista:

1.- En tu obra “La razón estrangulada” se ofrece un futuro algo sombrío de ese maravilloso campo que es la ciencia, a menos que se tomen medidas urgentes. ¿Está la ciencia realmente en peligro?. De ser así ¿cómo podríamos acudir en su rescate?

En el libro sostengo que, efectivamente, la ciencia está en peligro, sobre todo, en Occidente y en cuanto a un descenso alarmante de vocaciones e interés entre los jóvenes. Sin embargo, en China e India está emergiendo con fuerza; de ahí que esos países sean ya potencias, no sólo en economía sino en todas las áreas de la cultura. La ciencia y la tecnología son las mayores impulsoras de la economía productiva. Por eso América Latina, -que desprecia la ciencia por su herencia hispana- no despega y China sí. India o China, además, no son tan permeables a la cultura mediática occidental que degrada la ciencia y ésa es su gran suerte, de momento.

Resulta significativo que el descenso en interés y vocaciones científicas se esté dando en los países occidentalizados (es decir, también se incluye Japón o Corea del Sur) donde los medios de comunicación de masas son libres. Ello se debe al auge en estos países de periodistas y cineastas formados en la universidad con unos terribles planes de estudios que degradan o, en el mejor de los casos, ignoran la ciencia. Estos periodistas y cineastas están imponiendo, desde esa libertad para elegir contenidos y enfoques, una cultura anticientífica por su propio afán revanchista contra la ciencia. Obviamente yo prefiero vivir en un país con medios de comunicación libres que en China donde no lo son. Pero ciencia y libertad no están reñidas. Al contrario: la ciencia necesita más la libertad que los medios de comunicación.

De ahí el peligro de que el futuro de la ciencia o ingeniería esté sólo en manos de países como China. ¿La solución? El periodismo, el cine o la televisión no pueden estar en manos de gente que nunca ha estudiado física cuántica o bioquímica en la universidad. Le tienen miedo a la ciencia porque no la entienden. Les parece magia. No comprenden el método científico porque en sus disciplinas no se usa, Y, por tanto, el enfoque –el frame que decimos en periodismo- de la ciencia en los medios de comunicación es terrible. Y de ahí pasa al resto de la sociedad, sobre todo a los jóvenes. No podemos cambiar el poder de los medios de comunicación, pero sí cómo éstos informan de determinados contenidos. Por ejemplo, hoy en día una película como “Lo que el viento se llevó” sería calificada de racista, gracias a la presión de las minorías raciales. Pero el estereotipo de científico loco sigue emergiendo sin problema. Hay que luchar contra eso.

2.- ¿Por qué en la enseñanza secundaria hay más alumnos en las ramas de sociales que en las científicas?

Hay dos motivos. El obvio es que las ramas sociales son mucho más fáciles de aprobar y el título final tiene el mismo valor académico, al menos desde el punto de vista legal. El alumno a esa edad no piensa en su futuro, o en la cultura con mayúsculas, sino en aprobar lo más fácilmente posible para no tener problemas con sus padres. Sin embargo, también hemos detectado que el descenso en España de las vocaciones científicas en el bachillerato coincide en el tiempo con la entrada masiva en el sistema escolar de orientadores licenciados en ramas sociales –sobre todo de pedagogía- A un licenciado en Pedagogía le cuesta mucho admitir que un bachiller de ciencias está más capacitado para aprobar, no ya carreras de ciencias e ingeniería, sino también de humanidades o ciencias sociales. No porque los orientadores carezcan de datos, sino por un motivo ideológico.

Está demostrado, por ejemplo, que los alumnos de ciencias puras sacan mejores notas, en carreras como económicas, que los que van desde ciencias sociales. Otro dato interesante es que los bachilleres de ciencias sacan mejores notas en las materias de letras de la selectividad que los propios alumnos de letras o ciencias sociales. Los exámenes de lengua, historia o filosofía son iguales y los de ciencias obtienen mejor nota. Es decir, la mejor manera de tener una buena formación en humanidades es partir de una sólida formación científica. Pero eso es difícil de asumir por los pedagogos españoles que proceden en su mayoría de bachilleratos de ciencias sociales. Su lógica es simplona y creen que lo mejor para estudiar económicas es que se elija ciencias sociales porque en esa opción hay economía. No miran otros datos. Yo creo que no se debería obligar a los alumnos a elegir entre ciencias y letras en el bachillerato. Todos deberían estudiar todas las materias (como, de hecho, se hace en el bachillerato científico, que también tiene asignaturas de letras). Pero esto supondría, según los responsables del Ministerio de Educación, un grave problema: aumentaría el fracaso escolar. Pues se asume que una parte importante de la población no puede aprobar los contenidos del bachillerato científico.

Como explico en mi libro, estos alumnos de letras o ciencias sociales se sienten como los “torpes” del sistema frente a los de ciencias; y en cuanto tienen la oportunidad de degradarla lo hacen. Y ellos, no lo olviden, tienen el poder mediático, salvo contadas excepciones. Creo que ciencias y letras deben ir de la mano. Separadas no aportan nada.

3.- El otro día leíamos en una publicación del PLoS ONE que los científicos puede perder su imparcialidad por culpa de la presión a publicar deprisa y en revistas de alto índice de impacto. ¿Qué consecuencia puede tener para el futuro de la ciencia ese publicar o morir?

Un científico es un creador, no un funcionario. Por tanto, igual que le sucede a un escritor o a un pintor, si no crea, no es tal. Ahora bien: qué es mejor, crear una gran obra o cien mediocres. Eso lo debe de decidir el creador. El problema de la ciencia es que, a veces, los evaluadores –que suelen ser mediocres, porque en caso contrario no estarían ahí, sino creando- suelen primar la suma de aportaciones mediocres respecto a la singularidad excelente. Y, efectivamente, ése es un problema. Creo que, no obstante, el científico brillante sabe publicar mediocridades para obtener los requisitos para ascender en su carrera y, a la vez, englobar todo su trabajo en aportaciones singulares muy brillantes.

4.- Cada vez que viajo al norte de los Pirineos me entra una envidia terrible al observar debates científicos en televisión, documentales de divulgación, museos espléndidos…¿Cuál crees que es la razón por la que eso no cale en nuestro país?

Nuestro país tiene una tradición cultural muy pobre respecto a otros países europeos. Muchos de los abuelos de los españoles actuales no sabían ni leer. Nuestro nivel es similar a Italia, Grecia o Portugal. No creo que en Italia haya muchos documentales científicos en su televisión. Sin embargo, el panorama cambia en los países protestantes. En ellos, por ejemplo, tenías que saber leer para poderte casar, porque tenías la obligación de, al menos, leer la Biblia e interpretarla. En Finlandia, por ejemplo, en el siglo XVIII era necesario saber leer para casarse. No podemos, entonces, compararnos en los resultados del informe Pisa. En los países católicos teníamos al cura que leía e interpretaba por nosotros. No querían que pensáramos por nuestra cuenta, no fuera a ser que surgiera otro Lutero. Por eso los países católicos son, en general, más incultos, menos críticos y más aborregados y eso se nota en sus programaciones de televisión y en su prensa. La excepción es Francia, donde la Contrarreforma fue diluida con la Ilustración. En España, desgraciadamente, la Contrarreforma fue muy efectiva y la ciencia fue su principal víctima. Se consideró que una persona podía ser culta conociendo sólo las disciplinas que avalaba la Contrarreforma: escolástica, pintura, escultura, arquitectura, historia, literatura y música. Pero no física, geometría, astronomía o botánica. Culturalmente, una de las consecuencias actuales de la Contrarreforma son las procesiones de Semana Santa, Y otra el desprecio a la ciencia. Aún en el siglo XX un intelectual admirado por muchos como Unamuno, sostenía el “que inventen ellos”. Él mismo, siendo filósofo, apenas se interesó por la física, tan relevante en la filosofía del XX.

5.- Aunque actualmente en apariencia parece que la situación se está invirtiendo, la aparición de la Ciencia en radio y televisión o en los periódicos de tirada nacional y regional, suele ser bastante modesta por no decir, en algunos casos, casi inexistente. En el telediario se le suele dedicar menos de un par de minutos de tiempo. ¿Hay alguna razón por la que se le dedica tan poco espacio? ¿Es una respuesta al interés que despierta la ciencia en la sociedad?

La ciencia sólo despierta interés cuando se realiza una encuesta, porque el encuestado quiere quedar bien. Pero no la respaldan las audiencias. Es un dato empírico incontestable. Si un telediario emite una noticia rigurosa sobre ciencia, corre el riesgo de que su audiencia disminuya. Si es el telediario de la noche, esa audiencia no se recupera en el access time y si pierdes el access time, pierdes el prime time que es la franja de programación de la que vive la televisión. Los sábados por la noche conviven excelentes reportajes de ciencia (o de otros ámbitos del conocimiento) en “La 2”, con “La Noria” en “Telecinco”. Compare las audiencias (que es lo que hace el programador de televisión) y verá que en España no sale a cuenta una televisión de calidad. Es lamentable, pero cierto. El talento de los comunicadores audiovisuales se usa en España para crear estiércol mediático.

6.- Debemos admitir que los medios de comunicación no solo divulgan las noticias, sino que crean las noticias. El periodista es responsable, muchas veces, del conocimiento que tiene un amplio porcentaje de la sociedad sobre ciertos temas, en especial si son temas científicos. Llegados a esto, suele ser habitual encontrar titulares o noticias cuyo contenido tiene una capacidad de desinformar muy elevado. ¿Cómo llegan a darse estos decepcionantes casos?, ¿cómo podrían evitarse?. ¿No debiera primar la calidad antes que la cantidad cuando hablamos de ciencia?

La ciencia, a este respecto, es un contenido similar a otros igualmente complejos, como la economía. A los medios de comunicación de masas –y subrayo la palabra masa- les cuesta mucho transmitir mensajes complejos porque la masa –definida como la mayor cantidad posible de personas- no es capaz de entenderlos. El sexo, los insultos o la violencia los entiende todo el mundo: un reputado catedrático de Oxford y Belén Estéban. Pero la mecánica cuántica no. Si tú quieres llegar a la masa, a veces distorsionas el mensaje -o sigues estereotipos manidos- porque captar a la masa es fácil siempre y cuando seas simplón. La masa tiene poder –político, de compra, etc.- e interesa conquistarla. El gran valor del periodismo o el cine es que llega a la masa, eso lo tenemos muy claro.

En el caso de la ciencia el resultado, a veces, es lamentable. No obstante, existe un periodismo de calidad (también en España) que, en mi opinión, la aborda de forma muy acertada. El problema es que ese periodismo de calidad sólo es consumido por las elites. Y éstas tienen cada día otros mecanismos de información, al margen de los medios tradicionales. Internet lo está trastocando todo, porque el periodismo de calidad es caro y minoritario y no sabemos si el modelo de negocio que se avecina con Internet podrá mantener ese periodismo.

7.- Relacionado directamente con lo anterior, las noticias muchas veces son el cristal con el que la sociedad mira la Ciencia. Titulares erróneos (“tituláridos” dirían algunos) y revoluciones inexistentes suelen ir a la par, desafortunadamente. ¿No podría este mal tratamiento de ciertos descubrimientos fomentar que movimientos acientíficos, como el creacionismo, sean más fuertes hoy día gracias a la “divulgación” de ideas o terminologías anticuadas y/o erróneas (en desuso o nunca usadas por parte de los científicos)? ¿Qué responsabilidad podemos exigir al periodismo español respecto a esto?

Obviamente el periodismo tiene mucha culpa. No obstante, y tal y como abordo en mi libro “La razón estrangulada”, creo que la base de todo, no son los medios, sino las universidades que forman a los que trabajan en los medios. Hace unos años, cuando no había facultades de periodismo o cine, y, por tanto, quienes se dedicaban a ellos venían de otras titulaciones -física, filosofía, historia, literatura, etc.– el nivel del periodismo era mucho mejor. Es duro decirlo, pero es la verdad. Es pura evidencia empírica y ello debería hacernos reflexionar mucho a los profesores universitarios. Yo investigué, por ejemplo, la cobertura mediática de la visita de Einstein a España en 1923, que aparece en uno de los capítulos de mi libro. Y fue magnífica. Ahora no podría hacerse con esa rigurosidad y, sobre todo, creatividad literaria. Esa cobertura influyó en la percepción positiva de la ciencia en la sociedad española de la época. Pero en el año 1923 no existían facultades de periodismo y la cobertura fue hecha, sobre todo, por matemáticos con grandes dotes literarias.

Yo creo que la asignatura pendiente del periodismo español es la mala formación que se da en las universidades. De hecho, los medios prestigiosos tienen su propio master donde forman a gente que viene de otras carreras. El director de “El País”, Javier Moreno, es químico; y el dueño de la productora de cine más importante de España, El Deseo –que produce a Almodóvar- también es químico. Son rara avis en la profesión, pero son muy buenos y demuestran la relevancia de la ciencia para ejercer con maestría como profesional de los medios. Sin embargo, los responsables universitarios españoles son aún incapaces de ver la importancia de la química –o la ciencia en general- para lograr una buena formación de periodistas y cineastas. La responsabilidad hay que exigírsela a las facultades y a los planes de estudios. Y a los medios que contratan ese tipo de titulados sin suficiente cultura científica. A los periodistas y cineastas actuales también les falta, desde mi punto de vista, muchísima cultura literaria y filosófica. Pero ejercen mucha presión laboral porque son miles de titulados dispuestos a trabajar sin cobrar y eso interesa a las empresas.

8. Tampoco queremos cargar las tintas señalando como únicos responsables de la divulgación (buena o mala) de la ciencia a los periodistas. ¿Qué parte de responsabilidad tienen los científicos en ese aspecto?, ¿Cómo se podría potenciar su acceso a la divulgación?

Es un tópico afirmar que los científicos no divulgan. No es cierto: algunos, como los astrofísicos, divulgan más que cualquier historiador, sociólogo o economista. Ya quisieran muchas disciplinas de letras o ciencias sociales disponer del potencial mediático que tiene la NASA, Nature o, en España, el IAC o el CSIC. Es más: muchos afirmamos que existe un exceso de divulgación que puede producir saturación. De hecho, la época en la que la ciencia estuvo más prestigiada en la sociedad fue tras la II Guerra Mundial, cuando se decretaron leyes para proteger el secreto científico y era difícil publicar noticias sobre ciencia. Eso incentivó la curiosidad y el interés y ayudó a crear una aureola de prestigio al quehacer científico. Ocurre, en otro ámbito, con toreros como José Tomás. Nunca concede entrevistas y, por eso, es tan reverenciado.

Por eso, ojo con cómo se hace la divulgación y con la saturación porque produce desapego. Nunca como ahora ha habido tanta divulgación y, a la vez, tanto desinterés. Por otra parte, creo que a los científicos hay que exigirles, sobre todo, que hagan ciencia. Y, desde mi punto de vista, puede haber otros profesionales (ya sean científicos o periodistas) que pueden dedicarse a la divulgación, que es una profesión en sí misma, no una simple afición. El científico les ayuda, pero no podemos esperar que un científico pierda su tiempo haciendo divulgación, en lugar de crear ciencia. Del mismo modo, es preferible que un buen escritor se dedique a la literatura o un cineasta al cine, en lugar de estar todo el día en las tertulias de televisión, divulgando o publicando críticas de cine. No me gustaría que Almodóvar escribiera críticas de cine en lugar de dirigir películas. Las grandes fuentes científicas como la NASA o Nature tienen divulgadores profesionales que hacen este trabajo. Ahora bien, otro asunto es que, desde mi punto de vista, a un científico le puede convenir mucho dedicarse también a la divulgación o tener presencia en el debate público. Pero, sobre todo, para adquirir notoriedad –y, por tanto, poder- en la sociedad mediática actual.

9.- Para terminar acudir a tu faceta de divulgador para que nos comentes, ¿qué noticia científica te gustaría publicar? y si tuvieras una máquina del tiempo, ¿a qué científico(a) te encantaría entrevistar?

La noticia científica que me gustaría publicar es, precisamente, que se ha descubierto la máquina del tiempo, Es curioso cómo el cine de los 40, 50 y 60 la daba como muy probable a finales del siglo XX y, sin embargo, ahora la literatura, el cine y la sociedad parece que han asumido que eso no puede construirse. Parece que hay una barrera científica que no podemos traspasar. Que la ciencia, como la geografía física ha llegado a su fin. Hace unos decenios no era así. Con esa máquina del tiempo me gustaría entrevistar a Galileo. Le preguntaría por qué arriesgó tanto su vida por defender la ciencia. Es un personaje fascinante que describe la lucha del talento contra el poder y que, además, escribía muy bien.

Hasta aquí la entrevista que, me pareció apropiada enseñarle a ustedes, ya que, de alguna manera, vierte opiniones sobre la situación de la Ciencia que, por otra parte, es lo que nos gusta.

 


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