¡La Ciencia! y su divulgación (difícil tarea) ¡¡DEBATE!!

Los políticos, esa clase “especial” de la sociedad, como bien apuntas, tienen buena parte de la culpa de la situación de la educación y la cultura de sus pueblos; pero es aún peor si no existen los políticos, ya que entonces los dictadores actúan sin miedo a la crítica (por no existir esta).

 ¿Acaso estamos condenados a la imperfección de todos los sistemas de gobierno?,¿Es que no es posible que existan unos gobernantes honrados, capaces y leales a su pueblo?; me temo que no, ya que son seres humanos como todos los demás, expuestos a las mismas debilidades, pero con un peligro mucho mayor por su poder (que en frecuentes circunstancias los sitúa por encima de la ley), e influencias varias sobre todos los estamentos de la sociedad, lo que obliga a no pocos acatamientos y silencios de actores que podrían denunciar al menos los hechos.
 Creo que ante ello la única solución sería la promulgación de leyes que dieran un castigo ejemplar a los que no cumplieran con su deber, pero como también son ellos los que hacen las leyes, ya se cuidan de no “hacer mucho daño”.

 En muchos paises democráticos el Poder Judicial es independiente del Político, pero si las leyes las hacen los políticos de poco sirve esa independencia respecto al control público; quizás ahí radicara una parte al menos de la solución; que todas las leyes relativas al control público las hicieran los jueces, y que estos a su vez fueran controlados por la sociedad a través de comisiones o cualquier otro sistema, por ejemplo que tuvieran que ser votados para poder acceder a puestos de relevancia (Tribunales Superiores, Audiencias, Supremo, Constitucional); en suma que todos estuvieramos controlados de alguna forma para evitar abusos y desmanes, que parecen inevitables de ocurrir si no existe una férrea vigilancia y transparencia.

 Otra solución sería dotar al pueblo de una máxima responsabilidad legislativa, pudiendo votar todas y cada una de las leyes que se presentaran en las cámaras legislativas;  hoy en día, con las televisiones interactivas, no habría ningún problema tecnológico, bastaria obtener los correspondientes certificados electrónicos y votar desde la propia TV a través de un botón establecido al efecto(Creo).

 La exigencia de responsabilidades no debería limitarse a hechos delictivos; cualquier político de primera fila puede hacer mucho daño a su sociedad siendo completamente honrado, pues bastaría su incompetencia o falta de conocimiento de los problemas reales; esto también debería castigarse con el cese fulminante de los políticos que hubieran demostrado ser ineptos, perjudicando a su sociedad(A veces más gravemente que los que se limitan a meter la mano en la caja), sin importar los colores de su partido.

  Seguramente esto será una utopía, pero es que despues creo que ya solo quedarían otras utopías, que aunque se hicieron realidad, demostraron ser inviables e indeseables para la sociedad.

Hola muchachada.
 
No pensaba comentar, pues como dice bien Emilio, esta es una página de Ciencia, pero el tema de la inversión en investigación y divulgación científicas, está necesariamente ligado al de las prioridades políticas. Y el comentario del compañero Kike, que parece traslucir cierto escepticismo, si bien describe correctamente la situación, requiere, en mi opinión, una respuesta un poco más alentadora.
 
No todas las utopías “demostraron ser inviables e indeseables para la sociedad”: hay experiencias de algún proceso consolidado de sociedad, donde no hay un sólo niño durmiendo en la calle, ni un sólo anciano o discapacitado desatendido o abandonado; donde hay un pueblo alegre y hospitalario, pero armado y organizado para defender a su Patria y su sistema hasta la muerte, donde la inversión pública se concentra en la Ciencia, la Educación, y la Salud, y que muestra los guarismos entre los más altos en los índices de desarrollo humano de las NNUU, que envía médicos, personal sanitario y maestros solidariamente allí donde sea necesario, donde otros no llegan, y en cantidad y calidad mucho mayores que cualquier otro país o potencia, países o potencias que sí invierten los dineros de sus contribuyentes en mandar tropas y material bélico para sostener guerras de otros, creadas para adueñarse de recursos ajenos.
Hay también otros ejemplos en marcha (no es el caso de mi país, más allá de la propaganda), al menos en América Lapobre, con notorios avances, de procesos sustentados con la gente en la calle y la relación amigable con la naturaleza, con claroscuros sí, con avances y retrocesos, pero con firme decisión de superar esta fase decadente de nuestra civilización.
 
No es un problema de tal o cual gobernante. Es la lógica del capital. Señale alguien una forma, una posibilidad real de, a través del resultado de alguna investigación científica, potenciar el incremento de la tasa de ganancia, y verá como aparecen los “sponsor”, los inversores, públicos y privados.
Se trata de la opción de poner al Hombre, su Dignidad, su desarrollo integral, como sujetos centrales de la Política, o priorizar la protección y aumento de la ganancia del capital, extremos excluyentes, incompatibles.
Si parece panfletario lo que digo, compárense las magras partidas presupuestales, arrancadas con fórceps, en interminables movilizaciones populares, para Investigación, Educación, Salud, Vivienda, en fin, para DESARROLLO HUMANO, con las cuantiosas asignaciones para gastos militares, y salvatajes de bancos y consorcios fundidos por sus propios dueños, muchas veces votadas entre gallos y mediasnoches.
 
Dice Amador Ibáñez en “No hay democracia ni política sin sujeto”:
“…
La democracia que nos ofrece el capitalismo se ha transformado en una verdadera estafa pues la economía misma se ha transformado en un garito, y no porque sea algo bueno o algo perverso. Perverso es el sujeto que las controla a ambas para garantizar tasas de ganancias que sólo pueden recuperarse por medio del manejo de las tasas de interés que digita el Banco Central y otras tantas granjerías que, en forma directa o encubierta, transfieren del fondo social, del ahorro de la sociedad que paga impuestos que convierte en instrumentos financiero para beneficio de pocos. Nuestros gobernantes están herrados (con ache) y nuestra izquierda sin sujeto. El poder no está en la Moneda, está a una cuadra, en la Bolsa de Santiago. Allí se encuentran físicamente los que administran los papeles que representan el poder real. Por eso hoy La Moneda puede ser abierta al público para paseos y fotografiarse junto a los naranjos. No hay en ello ningún peligro. Pero los niños que traen de provincia a visitar La Moneda, para ocultar mostrando el centralismo capitalino, no son llevados a la Bolsa de Comercio. Ese es el casino para que jueguen los mayores. Y los mayores, los del mayorazgo, juegan de verdad con las riquezas socialmente producidas por los chilenos y chilenas, mestizos y no mestizos.
Esto no es sólo un aspecto propio de la chilenidad, no. Es en las bolsas de comercio mundiales donde se especula con los precios de los alimentos y es en las calles donde el pueblo trabajador puede ponerle fin al hambre o su amenaza real.
Dicen los padres de la dialéctica que todo movimiento presupone una contradicción. No hace falta hablar en dialecto “hegeles” para explicar que justamente los trabajadores son los más interesados por aquello que se denomina “derechos democráticos”. Los huelguistas claman por que se cumpla el derecho a la negociación y otros derechos legalmente estipulados. En resumidas cuentas, el pueblo trabajador reclama que se cumplan los preceptos de igualdad declamados en las constituciones. Y ¿Cuál es la contradicción? Que la democracia si pretende ser representación del pueblo todo como suele mentir la burguesía, debiera ser patrimonio de las grandes mayorías y la obediencia a estos preceptos contractuales y formalizados ‘a lo Rousseau’, son un escollo a la hora de buscar la maximización de las ganancias.
…”
 
Saludos cordiales para tod@s.