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IMPRESIÓN NO PERMITIDA - TEXTO SUJETO A DERECHOS DE AUTOR




Un canto a la Naturaleza

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en ¡Humanidad!    ~    Comentarios Comments (13)

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Nuestro compañero y contertulio Floren, nos envió un documento que, a su vez, lo recibió de otra amiga de este lugar, Vanessa. Que considerándolo de interés para todos, aquí os lo muestré para que, leyéndolo con atención, pudiéris valorar las palabras que, el buen Jefe Seattle dejó salir de su corazón expresando todos los sentimientos que por la Tierra, y los demás seres vivos que la pueblan sentía, y, él, como muchos hombres sabios que en la historia de la Humanidad han sido, nos viene a decir que “todas las cosas son” y, con ese pensamiento, elevó a las “cosas” a la categoría de SER.

Jefe Indio Seattle (1786 – 1866)

Antiguo es el mundo, pero parece que por fin empezamos a mirar los detalles y a buscar una forma de vida más ecológica, y al fin y al cabo, mejor para nosotros, ya que uno sin lo otro no sería posible. En este articulo hablamos del Jefe indio Seattle, un jefe indio que tuvo que negociar con el progreso que el hombre blanco implantó en las tierras de América, tierras en las que habían convivido en paz durante tantas generaciones y con el respeto hacia unos medios naturales que más tarde fueron explotados sin consideración, todo lo contrario a lo que indicaban las doctrinas de su pueblo.

Se comprenden las palabras del Jefe Seattle al ahondar en la forma de vida de su pueblo. La simbiosis con la madre Tierra era total y, como bien expresa en su dircurso, ellos se sentían de la tierra y no al revés.

No entraremos en buscar buenos y malos en este articulo, solo queremos destacar como, tras tanto tiempo de su muerte, se convierte en icono de la ecología.

Mis palabras son inmutables como estrellas.

Grabados de tiendas indias.

     ¿Como podéis comprar o vender el cielo o el calor de la tierra?

La flor perfumada, el ciervo, el caballo, el águila majestuosa: todos son nuestros hermanos. Las rocas de las cumbres, el jugo de la hierba fresca, la calor de la piel del potro: todo pertenece a nuestra familia.

South MacMillan rivers.

 El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.

El siguiente documento es uno de los más preciados por los ecologistas, se trata de la carta que envió en 1855 el jefe indio Seattle de la tribu Suwamish al presidente de los Estados Unidos Franklin Pierce en respuesta a la oferta de compra de las tierras de los Suwamish en el noroeste de los Estados Unidos, lo que ahora es el Estado de Washinton. Los indios americanos estaban muy unidos a su tierra no conociendo la propiedad, es más consideraban la tierra dueña de los hombres. En numerosos ámbitos ecologistas se le considera como “la declaración más hermosa y profunda que jamás se haya hecho sobre el medio ambiente”.

Carta del Jefe Indio Seattle

El Gran Jefe de Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras. El Gran Jefe también nos envía palabras de amistad y buena voluntad. Apreciamos esta gentileza porque sabemos que poca falta le hace, en cambio, nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta, pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego y tomarse nuestras tierras. El Gran Jefe de Washington podrá confiar en lo que dice el Jefe Seattle con la misma certeza con que nuestros hermanos blancos podrán confiar en la vuelta de las estaciones. Mis palabras son inmutables como las estrellas.

The Snake River area.

                                                                           Los ríos son hermanos nuestros.

¿Cómo podéis comprar o vender el cielo, el calor de la tierra? Esta idea nos parece extraña. No somos dueños de la frescura del aire ni del centelleo del agua. ¿Cómo podríais comprarlos a nosotros? Lo decimos oportunamente. Habeis de saber que cada partícula de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada hoja resplandeciente, cada playa arenosa, cada neblina en el oscuro bosque, cada claro y cada insecto con su zumbido son sagrados en la memoria y la experiencia de mi pueblo. La savia que circula en los árboles porta las memorias del hombre de piel roja.

Su hambre insaciable devorará la tierra y detrás suyo dejará tan sólo un desierto.

     No lo puedo comprender. Nosotros somos de una manera de ser muy diferente. Vuestras ciudades hacen daño a los ojos del hombre de piel roja.

Los muertos del hombre blanco se olvidan de su tierra natal cuando se van a caminar por entre las estrellas. Nuestros muertos jamás olvidan esta hermosa tierra porque ella es la madre del hombre de piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las fragantes flores son nuestras hermanas; el venado, el caballo, el águila majestuosa son nuestros hermanos. Las praderas, el calor corporal del potrillo y el hombre, todos pertenecen a la misma familia. “Por eso, cuando el Gran Jefe de Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras, es mucho lo que pide. El Gran Jefe manda decir que nos reservará un lugar para que podamos vivir cómodamente entre nosotros. El será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por eso consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Mas, ello no será fácil porque estas tierras son sagradas para nosotros.

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El agua centelleante que corre por los ríos y esteros no es meramente agua sino la sangre de nuestros antepasados. Si os vendemos estas tierras, tendréis que recordar que ellas son sagradas y deberéis enseñar a vuestros hijos que lo son y que cada reflejo fantasmal en las aguas claras de los lagos habla de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.

Los ríos son nuestros hermanos, ellos calman nuestra sed. Los ríos llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si os vendemos nuestras tierras, deberéis recordar y enseñar a vuestros hijos que los ríos son nuestros hermanos y hermanos de vosotros; deberéis en adelante dar a los ríos el trato bondadoso que daréis a cualquier hermano.

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestra manera de ser. Le da lo mismo un pedazo de tierra que el otro porque él es un extraño que llega en la noche a sacar de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermano sino su enemigo. Cuando la ha conquistado la abandona y sigue su camino. Deja detrás de él las sepulturas de sus padres sin que le importe. Despoja de la tierra a sus hijos sin que le importe. Olvida la sepultura de su padre y los derechos de sus hijos. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano el cielo, como si fuesen cosas que se pueden comprar, saquear y vender, como si fuesen corderos y cuentas de vidrio. Su insaciable apetito devorará la tierra y dejará tras sí sólo un desierto.

Alguien, conmovido, al leerla dijo: “Para mi es la declaración más hermosa y profunda que jamás se haya hecho sobre el medio ambiente. Es un tema muy conocido por todos, pero no sé porque hoy se me ha venido a la cabeza y después de leerla de nuevo, me ha vuelto a remover algo por adentro, sobre todo hoy en día que vivimos tan deprisa y mal. Muchos ya la conocéis y otros a lo mejor la conocéis pero nunca la habéis leído. Por favor para todos leerla.”

No lo comprendo. Nuestra manera de ser es diferente a la vuestra. La vista de vuestras ciudades hace doler los ojos al hombre de piel roja. Pero quizá sea así porque el hombre de piel roja es un salvaje y no comprende las cosas. No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ningún lugar donde pueda escucharse el desplegarse de las hojas en primavera o el orzar de las alas de un insecto. Pero quizá sea así porque soy un salvaje y no puedo comprender las cosas. El ruido de la ciudad parece insultar los oídos. ¿Y qué clase de vida es cuando el hombre no es capaz de escuchar el solitario grito de la garza o la discusión nocturna de las ranas alrededor de la laguna? Soy un hombre de piel roja y no lo comprendo. Los indios preferimos el suave sonido del viento que acaricia la cala del lago y el olor del mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado por la fragancia de los pinos.

 

 

El Jefe Indio Seattle, que vivió en la sencillez, sin grandes comodidades y, en una verdadera simbiosis con la Tierra de la que, llegó a formar parte y a la que, como se puede deducir de sus palabras, comprendió a la perfección.

El aire es algo precioso para el hombre de piel roja porque todas las cosas comparten el mismo aliento: el animal, el árbol y el hombre. El hombre blanco parece no sentir el aire que respira. Al igual que un hombre muchos días agonizante, se ha vuelto insensible al hedor. Mas, si os vendemos nuestras tierras, debéis recordar que el aire es precioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con toda la vida que sustenta. Y, si os vendemos nuestras tierras, debéis dejarlas aparte y mantenerlas sagradas como un lugar al cual podrá llegar incluso el hombre blanco a saborear el viento dulcificado por las flores de la pradera.

 

También él es un ser de la Naturaleza

El piel roja retrocedió siempre ante el hombre blanco invasor, como la niebla temprana se repliega en las montañas ante el sol de la mañana. Pero las cenizas de nuestros padres son sagradas, sus tumbas son suelo sagrado, y por ello estas colinas, estos árboles, esta parte del mundo es sagrada para nosotros. Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestra forma de ser. Tanto le da un pedazo de tierra que otro porque es como un extraño que llega en la noche a sacar de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga. Cuando la ha conquistado la desprecia y sigue su camino, dejando tras él las tumbas de sus padres sin preocuparse. Despoja a sus hijos de la tierra sin que le importe. Olvida la sepultura de sus padres, de igual forma que desprecia el patrimonio de sus hijos. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano el cielo, como si fuesen cosas que se pueden comprar, saquear y vender, como si fuesen corderos o cuentas de vidrio. Su insaciable apetito devorará la tierra y dejará tras de sí sólo un desierto.

No lo comprendo. Nuestra manera de ser es diferente a la vuestra. Vuestras ciudades hieren los ojos del hombre piel roja. Quizá es porque somos salvajes y no comprendemos. No hay silencio en las ciudades del hombre blanco, ningún lugar donde pueda escucharse como se abren las hojas en primavera o el rumor de las alas de un insecto. Pero quizá sea porque soy un salvaje y no comprendo bien las cosas. El ruido de la ciudad ofende los oídos del hombre piel roja. ¿Y qué clase de vida tiene el hombre que no es capaz de escuchar el solitario grito de la garza o la discusión nocturna de las ranas alrededor del estanque? Soy un hombre piel roja y nada comprendo. Nosotros preferimos el suave sonido del viento que acaricia la superficie del lago o el olor de la brisa purificada por la lluvia del mediodía o perfumada por la fragancia de los pinos.

El aire tiene un valor inestimable para el hombre piel roja porque todos los seres comparten el mismo aliento: el animal, el árbol y el hombre. El hombre blanco no parece consciente del aire que respira. Al igual que un hombre muchos días agonizando, se ha vuelto insensible al hedor. Sin embargo, si os vendemos estas tierras, debéis recordar que el aire es algo precioso porque comparte su espíritu con toda la vida que sustenta. El aire dio a nuestros padres su primer aliento y recibió su última expiración. Y el aire también debe dar a nuestros hijos el espíritu de la vida. Y si nosotros os vendemos nuestras tierras, debéis apreciarlas como algo excepcional y sagrado, como el lugar donde también el hombre blanco sienta que el viento tiene el dulce aroma de las flores de las praderas.

Cuando el último piel roja haya desaparecido de esta tierra. Cuando no sea más que un recuerdo su sombra, como el de una nube que pasa por la pradera, entonces todavía estas riberas y estos bosques, estarán poblados por el espíritu de mi pueblo. Porque nosotros amamos este país, como ama el niño los latidos del corazón de su madre.

 Consideraremos vuestra oferta de comprar estas tierras. Si decidimos aceptarla, pondré una condición: que el hombre blanco deberá tratar a los animales como hermanos. Soy un salvaje y no comprendo otro modo de conducta. He visto miles de búfalos pudriéndose sobre las praderas, abandonados allí por el hombre blanco que les disparó desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como el humeante caballo de vapor puede ser más importante que nuestro hermano el búfalo al que nosotros sólo matamos para sobrevivir.

¿Qué sería del hombre sin los animales? Si todos los animales hubiesen desaparecido, el hombre moriría de una gran soledad espiritual porque todas las cosas están ligadas.

De una cosa estamos bien seguros: la tierra no pertenece al hombre. Es el hombre el que pertenece a la tierra. Todo va enlazado, como la sangre en una familia. Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá al hombre.

Vosotros debéis enseñar a vuestros hijos que el suelo bajo sus pies es la ceniza de nuestros abuelos. Para que respeten la tierra, debéis decir a vuestros hijos que la tierra está plena de vida de nuestros antepasados. Debéis enseñar a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñados a los nuestros: que la tierra es nuestra madre. Todo lo que afecta a la tierra afecta a los hijos de la tierra. Cuando los hombres escupen en el suelo se escupen a sí mismos. El hombre no ha tejido la red de la vida: es sólo una hebra más. Todo lo que le haga a la red se lo hará a sí mismo. Lo que le ocurre a la tierra le ocurrirá al hombre. Lo sabemos. Todas las cosas están relacionadas como la sangre en una familia.
Ni si quiera el hombre blanco, cuyo Dios se pasea y habla con él de amigo a amigo, puede estar exento del destino común. Quizá seamos hermanos, después de todo. Ya veremos.

carta del Jefe Indio Seattle

 

Seguirán, tal vez antes que las demás tribus. Si contamináis vuestra cama, moriréis cualquier noche sofocados por vuestros propios excrementos. El día y la noche no pueden convivir. Somos diferentes. Nuestros muertos viven en los dulces ríos de la tierra, regresan con el paso silencioso de la primavera y su espíritu perdura en el viento que riza la superficie del lago.

Meditaremos la idea del hombre blanco de comprar estas tierras. Pero, ¿puede acaso un hombre ser dueño de su madre? Mi pueblo pregunta: ¿Se puede comprar el aire o la agilidad del venado? ¿Cómo podemos nosotros vender esas cosas, y vosotros cómo podríais comprarlas? ¿Podéis acaso hacer con la tierra lo que os plazca, simplemente porque un piel roja firme un pedazo de papel y se lo entregue a un hombre blanco? Si nosotros no poseemos la frescura del aire, ni el reflejo del agua, ¿cómo podréis comprarlos? ¿Acaso podréis volver a comprar los bisontes, cuando hayáis matado hasta el último?

La conexión con la Naturaleza era perfecta

El hombre blanco caminará hacia la destrucción rodeado de gloria. Pero aún en vuestra hora final os sentiréis iluminados por la idea de que Dios os trajo a estas tierras y os dio el dominio sobre ellas y sobre el hombre piel roja con algún propósito especial. Este designio es un misterio para nosotros. Quizás lo comprendiéramos si supiésemos con qué sueña el hombre blanco, qué esperanzas trasmite a sus hijos en las largas noches de invierno y qué ilusiones bullen en su imaginación para anhelar el mañana. Pero nosotros somos salvajes y los sueños del hombre blanco nos permanecen ocultos.

Cuando todos los búfalos hayan sido exterminados y todos los caballos salvajes domados, cuando los recónditos rincones de los bosques sean profanados por el aliento de muchos hombres y la vista de las exuberantes colinas esté cerrada por un enjambre de cables parlantes… nos preguntaremos:

¿Dónde está el espeso bosque? Desapareció.

¿Dónde está el águila? Desapareció.

Así termina la vida y comienza la lucha por la supervivencia….

 

 

 

 Pero nosotros meditaremos vuestra oferta de comprar nuestra tierra, pues sabemos que si no aceptamos vendrá seguramente el hombre blanco con armas y nos expulsará. Porque el hombre blanco, que detenta momentáneamente el poder, cree que ya es Dios, a quien pertenece el mundo.

Si os cedemos esta tierra amadla tanto como nosotros la amábamos, cuidadla tanto como nosotros la cuidamos, y conservad el recuerdo de cómo era cuando la tomasteis. Enseñad a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñado a los nuestros, educadlos como nosotros, para que respeten y amen la tierra con todo su corazón y su espíritu porque es sagrada.

Verdaderamente conmovedor.

Hermosos lugares como este llevó al Jefe Indio Seattle a pensar como lo hacía, la Naturaleza, la Tierra, era para él todo, y, en ella, estaban todos sus antepasados. Cuando miraba la tierra y el discurrir rumoroso de un río, oía las voces de su gente. El mensaje que recibía era inequívoco.

¡En todas partes, en todos los tiempos, en todos los pueblos, existieron hombres sabios!

 

 

  1. 1
    Ramon Marquès
    el 26 de agosto del 2011 a las 17:47

    Hola amigo Emilio: 
    Por decirlo de alguna forma breve, el Jefe Indio Seattle podemos catalogarlo como uno de los hombres sabios que han sido.Y un ejemplo a tener en cuente si queremos salvar la tierra.
    Un fuerte abrazo, Ramon Marquès 

    Responder
    • 1.1
      emilio silvera
      el 27 de agosto del 2011 a las 7:20

      Hola, amigo Ramón,
      Como de costumbre, no puedo estar más de acuerdo con tus palabras.
      El Jefe Seattle tenía un sentido de comprensión de la Naturaleza que sobrepasaba, con mucho, lo normal.
      Un abrazo.

      Responder
  2. 2
    floren
    el 29 de agosto del 2011 a las 9:34

    Gracias, amigo Emilio, por compartir todo lo que merece la pena.
    Quizás algún día, seamos capaces de volver a sentir y percibir el mundo como lo hacía el gran jefe Seattle, ¡ es tanto, lo que hemos perdido!.
    Si así fuera, otro gallo nos cantaría, o quizás nos cantase alguno para decir que el´nuevo día a llegado, ya que en los pueblos, donde aún cantan los gallos, no tienen hora, también perdieron la noción del tiempo, no sé si por la contaminación luminíca, o la manera de vivir, pero vamos, que no tienen “guevos” a coger la hora.
    En las ciudades nos siguen insultando los despertadores electrónicos cada mañana, ¿hacía donde avanzamos?.
    ¡¡ que GRANDE ese sentir del mundo del Jefe Seattle!!

    Responder
    • 2.1
      kike
      el 29 de agosto del 2011 a las 21:04

      Tienes razón si te refieres a los gallos; el otro día fuí a comer a una casa de campo y los gallos nos “amenizaron la comida”; estuvieron cantando toda la tarde……

       Ya ni los gallos son serios…..;P

      Responder
      • 2.1.1
        floren
        el 1 de septiembre del 2011 a las 16:22

        Sí, me refería a esos gallos, no es broma, que tienen perdido el horario, en mi pueblo se tiran cantando toda la noche. lo mismo les dá las 3:00, las 4:25, etc…vamos, que es cierto eso de que no tienen “guevos” a coger la hora.

        Responder
  3. 3
    Emilio Silvera
    el 29 de agosto del 2011 a las 11:34

    Sentir como él sintió a la Madre Naturaleza, es, en realidad, estar en simbiosis con ella, y tener la facultad de oirla hablar y, lo mejor, poder entender lo que le decía. ¿Cuántos hoy pueden conseguir eso?

    Sí, estamos avanzando pero…¿A costa de qué?

    Nos estamos dejando por el camino (en el nombnre del progreso), muchos valores que, nuestros antepasados nos legaron y ahora, en este mundo moderno, han quedado relegados y olvidados, el polvo los ha tapado, no se ven y, aunque el no ver una cosa no quiere decir que no exista, en este caso, es como si así fuese.

    ¡La Naturaleza!

    Cúanto podríamos aprender de ella si, cuando miramos el discurrir de las aguas de un río rumoroso y cantarino, pudiéramos pensar en lo que verdaderamente estamos viendo: Una maravilla que es posible gracias a que nuestro planeta está situado en la zona habitable. Nadie piensa en ello, y, si nos fuéramos un poco más hacia el Sol o, un poco más alejados…¡Las cosas serían tan distintas!

    Apreciar lo que tenemos, nos cueta mucho. Siempre ha sido así, la Historia del hombre nos lo cuenta. No echamos de menos la pérdida de un Bosque o la transparencia de un río hasta que, es tarde, hemos arrasado nuestro planeta al que nunca supimos administrar y, aunque de él hemos cogido todo aquello que pudimos necesitar…el pago ha sido maltratarlo.

    ¡Veremos en qué termina ésto!

    Por otra parte, si estudiamos detenidamente la situación, el hombre no ha podido (en realidad) hacer otra cosa y, siempre ha ido a remolque de su tecnología. Esperemos que llegue el día en que, nuestra sabiduría nos permita construir un mundo mejor en el que, el planeta, tenga un lugar principal y sepamos respetar todo aquello que, de una u otra manera, hizo posible nuestra presencia aquí.

    Tenemos algunos derechos pero…¿Y las obligaciones?

    Un abrazo

    Responder
  4. 4
    Vanessa
    el 2 de septiembre del 2011 a las 16:59

    Queridos amigos y amigas del blog del amigo Emilio.
     
    Qué maravilloso se me hace encontrar aquí estas palabras nacidas del amor de un hombre que se siente unido a la madre Tierra, al Universo que habita en él.
     
    ¿De qué manera expreso lo que siente  mi corazón?
     
    A menudo, desde niña, me he preguntado profundamente qué sentido tiene la vida. Trataba de encontrar respuestas en diferentes lugares. Recuerdo perderme, fundirme en los trigales corriendo, saltando, bailando con el viento, descansando y sonriendo al cielo.
    Jugaba a que vivía en culturas distintas e imaginaba cómo sería la vida viviéndola de otra manera. Me encantaba ir los domingos con la familia y amigos al campo y compartir la alegría con todo y todos.
    Tomaba prestada la piel del leopardo para saber cómo es la noche en la selva y no temerla. Volaba guiada por el fluir del viento y con el tiempo recobré el sentido leyendo Juan salvador Gaviota, de Richard Bach.
    Quizás, sin darme cuenta, he indagado en los corazones del mundo buscando respuestas.
    Quizás sea el sentimiento de desarmonización de la humanidad que me ha llevado a descubrir la melodía callada que se aloja en el interior de las personas.
    He escuchado por ahí que nosotros elegimos a nuestros padres. Que venimos para desarrollar algo, puede ser determinados tipos de energía, una misión especial como descubrir la penicilina y ofrecerla, o recordar de dónde venimos y para qué…
    Hace unos días recibía el sol sentada en un poyete junto a una fuente fresca que baja de las montañas. Hacía unos minutos inundó mi corazón sentimientos de angustia, de no saber nada de la felicidad. Me decía y me sentía francamente mal por no saber como ofrecer lo mejor, sintiendo que todo estaba mal y que el universo se había equivocado conmigo. Preguntaba porqué había acabado viviendo en una sociedad en la que el amor se manifiesta y no se entiende, no se comprende ¡Percibía tanta desorientación hacia el amor! ¡Porqué si siento tanto amor no soy capaz de desarrollarlo?
     
    Y algo ocurrió en mi. Sentí, escuché, que todo está bien. Que siempre hay amor en mi interior y siempre podré manifestarlo. Y preguntaba ¿y qué hay de los momentos malos, difíciles, esos en los que me siento perdida? Y justo en ese momento pude apreciar un insecto precioso que se camuflaba entre la hierba y escucho: ves! Siempre hay algo hermoso que se muestra, siempre y en todo hay belleza, hay amor y puedes compartir.
    Comenzó a vibrar en mi ser sentimientos indescriptibles, pero puedos decir algo así como bienestar, paz. Recordaba otras ocasiones en las he experimentado relaciones sobre-naturales. Recuerdo cómo lo han identificado otras personas y pregunto serenamente, conscientemente: ¿Quién eres? ¿un guía astral, una energía especial, un ángel, Dios? Y la respuesta es: Soy Yo, siempre he sido yo. Éso que buscamos afuera, fuera de todo, todo está en mi, em cada UNO y en TODO.. Es solo que hasta ahora no me he dado cuenta. Siempre he depositado en otraos, de una u otra manera, la vondad de guiar mi realidad, mi vida, mi mundo,  mi Universo. Que ahora era yo quien guiaba con luz propia mi camino.
    Y por primera vez, la primera que recuerdo, siento la energía Madre creadora, y que todo el universo habita en mi.
    Rocío en mi cuerpo agua fresca de la fuente y …ummf… Como si tornase a nacer.
    Conduje el coche hasta el río y transmití la experiencia que me acababa de acontecer a mi compañero empañada en lágrimas de la emoción. Éste, conmocionado por lo ocurrido, me dijo que debía contarlo, debía compartirlo por muy extraño que pueda parecer. Que al fin, es un hecho que a mi me ha servido para creer y crecer. Que es posible que a más personas les haga darse cuenta del Universo que habita en cada UNO. Que podía contarlo aqui.
     
    Me alegro de saludaros de nuevo. Un abrazo. Os deseo lo mejor.
     
    Les dejo con una preciosa oración. He aquí un Canto a la Naturaleza.
     
    ORACIÓN DE LOS NATIVOS DE NORTEAMÉRICA
    ¡Oh, Gran Espíritu!
    Cuya voz escucho en el viento,
    cuyo aliento da vida a todo el mundo,
    ¡ escúchame ! …
    Vengo a ti, uno de tus muchos hijos
    Soy pequeña y débil
    Necesito tu fuerza y tu sabiduría,
    Déjame caminar entre las cosas hermosas,
    Y haz que mis ojos admiren la puesta de sol dorada.
    Haz que mis manos respeten lo que tú has creado
    Y que mis oídos sean agudos
    Para oir tu voz.
    Hazme sabio para así reconocer la sabiduría,
    Para así reconocerlas cosas que tú has escondido en cada hoja y en cada roca.
    Busco tu fuerza
    No para ser superior a mis hermanos,
    Sino para ser diestro en combatir a mi mayor enemigo;
    Yo mismo.
    Haz que siempre esté dispuesto a ir hacia ti
    Con las manos limpias y la vista recta.
    Así, cuando se apague como la luz del atardecer,
    Mi espíritu podrá ir hacia ti sin pudor alguno.
     
    1. Levántate con el sol para orar. Ora sola(o). Ora frecuentemente. El
    Gran Espíritu oirá, ciertamente, si le hablas.
    2. Sé tolerante con aquellos que han perdido el camino. La
    ignorancia,  la presunción, la ira, los celos y la avaricia (codicia), provienen de
    un alma perdida. Ora para que ellos encuentren guía.
    3. Búscate a ti mismo, por tus propios medios. No permitas que otros
    hagan tu camino por ti. Es tu senda, y solo tuya. Otros pueden  caminar
    contigo, pero nadie puede hacer tu camino (o caminar tu senda) por ti.
    4. Trata a los huéspedes en tu casa con mucha consideración.
    Sírveles la  mejor comida, dales la mejor cama y trátalos con respeto y honor.
    5. No tomes lo que no es tuyo, sea de una persona, una comunidad,
    de la selva o de una cultura. No fue dado ni ganado. No es tuyo.
    6. Respeta todas las cosas que están sobre esta tierra, sean
    personas o plantas.
    7. Honra los pensamientos, deseos y palabras de todas las personas.
    Nunca los irrumpas, ni te burles de ellos, ni los imites de manera
    grosera. Permite a cada persona el derecho a su expresión personal.
    8. Nunca hables de los demás de mala manera. La energía negativa que
    pones en el universo se multiplicará cuando retorne a ti.
    9. Todas las personas comenten errores. Y todos los errores pueden ser
    perdonados.
    10. Malos pensamientos causan enfermedad a la mente, al cuerpo y al
    espíritu. Practica el optimismo.
    11. La naturaleza no es PARA nosotros. Es PARTE de nosotros. Ella es
    parte de tu familia del mundo.
    12. Los niños son las semillas de nuestro futuro. Siembra amor en sus 0
    corazones y riégalos con sabiduría y lecciones de vida. Cuando crezcan,
    dales espacio para crecer.
    13. Evita herir los corazones de los demás. El veneno de tu  sufrimiento
    retornará a ti.
    14. Sé verdadero (veraz) todo el tiempo. La honestidad es la prueba de
    la voluntad de uno en este universo.
    15. Consérvate balanceado. Tu persona Mental, tu persona
    Espiritual, tu  persona Emocional, y tu persona Física: todas tienen la necesidad
    de ser fuerte, puras y saludables. Ejercita al cuerpo para fortalecer la mente.
    Crece mucho espiritualmente para curar enfermedades emocionales.
    16. Haz decisiones conscientes acerca de quién serás y acerca de cómo
    reaccionarás. Sé responsable por tus propios actos.
    17. Respeta la privacidad y el espacio personal de los demás. No toques
    la propiedad personal de los demás, especialmente los objetos
    sagrados y los objetos religiosos. Esto está prohibido.
    18. Sé verdadero ante ti mismo primero que todo. No puedes nutrir y
    ayudar a otros si no puedes nutrirte y ayudarte a ti mismo primero.
    19. Respeta las creencias religiosas de los demás. No impongas en los
    demás tus propias creencias.
    20. Comparte tu buena fortuna con los demás. Participa en la caridad.
     Un abrazo

    Responder
  5. 5
    emilio silvera
    el 3 de septiembre del 2011 a las 9:22

    Estimada Vanessa:
    Al leer tus vivencias, es fácil darse cuenta de la grandeza que reside dentro de cada uno de nosotros. En Nuestras Mentes están todos los mensajes que la Naturaleza nos transmite y, como formamos parte del Universo, esa fracción de universo que reside en nosotros se deja ver cuando, en momentos como los que nos cuentas, estamos en conexión directa con él. Cada uno de nosotros es un “mundo” que debe ser explorado ¡hay tánto que desconocemos de nuestro yo interior! Y, como bien dices, ahí, en nuestro yo están todas las respuestas que incansables buscamos.
    Hay momentos en nuestras vidas que son inolvidables, se graban en nuestras mentes a fuego y perduran mientras vivímos: Una caricia de nuestra Madre, la mirada de un niño, en cuyos brillantes ojos podemos vislumbrar el universo entero, aquel momento que, en soledad, descansamos en la orilla de un río de transparentes aguas, mientras observábamos admirados, la grandeza de las cosas que, a nuestro alrededor estaban ocurriendo.
    No siempre prestamos atención a las “pequeñas”-“grandes” cosas: el vuelo de una libélula, el color de una flor, las abejas que transportan el nectar de la floresta, el rumor de la montaña (que no siempre se sabe escuchar), la simbiosis que existe entre la tierra y los seres vivos, el aire que nos acaricia la cara y hace hablar al ramaje de la arboleda, los rayos del Sol que llegan a las aguas del regajo y hacen surgir de ellas mil lucecitas que titilan como queriéndo decirnos alguna cosa, el cielo azul…Y, todo ello, con nuestros pensamientos y nuestra desbocada imaginación que, ante tanta belleza, recorre caminos de exóticos paisajes, de extraña hermosura, de brillantes y luminosos mensajes que nos gritan…”Tú eres parte de todo esto”.
    Las sensaciones, los momentos sencillos, una mirada, un poco de agua fresca en el día de calor, la caricia del ser amado…Esa es, amiga mía, la Felicidad. No todos saben ver donde residen las cosas que, en verdad, tienen valor. En un mundo como el que hoy nos toca vivir, las mentes están confundidas, la gente (en general), olvidan lo importante y se esfuerza por conseguir cosas…¡Qué error! Cuando pasado el tiempo abren los ojos a la realidad, se dan cuenta del tiempo perdido, y, ese tiempo, nunca se podrá recuperar.
    Vivir en la sencillez (no necesitamos más) pero acompañado de los seres queridos, procurando adquirir los conocimientos para poder discernir sobre lo que ocurre en el mundo que nos rodea, para tratar de comprender y poder decidir, en todo momento, el camino más conveniente, el adquirir la sensibilidad para poder “ver” los sentimientos que residen dentro de todos nosotros y que, algunos, nunca dejan salir al exterior…¡pobres!
    En fin amiga Vanessa, en tí reside todo un “universo” de sensaciones que sabes captar a las mil maravillas, y, precisamente esa capacidad de “ver”, te permite ocupar un plano superior, una atalaya desde la que contemplas un mundo de maravillas que no todos saben que está ahí. “fuera” y “dentro” de nosotros están las mismas cosas maravillosas que el Universo ha puesto ahí para que las podamos descubrir y, desde luego, quien como tú, consigue “verlas” y “tocarlas” con su corazón…son gente privilegiada, de una especial sensibilidad. Precisamente por aquí ha pasado alguna y, se me viene a la mente a nuestra amiga Anadelagua que, está en simbiosis con la Naturaleza, a la que ama y cuida, ella, como tú, sabe el valor de las cosas que merecen la pena.
    En fin, en tu comentario lo dices todo y con ese todo me quedo.
    Un Cordial saludo querida amiga.

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  6. 6
    kike
    el 3 de septiembre del 2011 a las 9:42

    Lo más curioso de toda esa exquisita humanidad, de esa sensibilidad que sale por los poros de la piel y que inunda todo nuestro alrededor; de esa inteligencia para comprender que somos parte de un todo, pero una parte que al comprenderlo pareciera que debe ser algo especial, es que seguramente se trate simplemente de procesos fisico/químicos, de los diversos componentes que hacen funcionar las distintas partes de nuestro cuerpo y cerebro, lo que en realidad no nos aparta gran cosa del resto de la materia.

     En nuestra mente tenemos un pequeño rincón que nos dice que somos especiales, que nuestros sentimientos y nuestra consciencia son especiales y que no deben desaparecer tan simplemente como se seca una flor, pero me temo que aún así, con esos sentimientos y pensamientos que parecen elevarnos sobre el resto de la naturaleza, no nos aparta de ella ni una brizna. Es una cosa extraña que esto sea así, pero me temo que lo es.

    Responder
    • 6.1
      Emilio Silvera
      el 3 de septiembre del 2011 a las 13:43

      En verdad, sertía muy triste que lo fuese.

      ¿No prevalecerá nuestra memoria? ¿Se perderán nuestras obras? ¿Qué será de nuestros sentimientos?

      Alguna solución tiene que haber para impedir que todo eso, al menos lo que en nosotros hay de metafísica, es decir, de ese algo superior…de alguna manera, debiera prevalecer. Perder esas ideas y sentimientos…sería una pérdida irreparable.

      La Naturaleza ha tardado más de 10.000 millones de años para traernos aquí, y, ahora, casi vislumbramos que, tanto tiempo y trabajo…¡podría ser para nada! ¿No es una tragedía?

      Siempre nos queda la esperanza de que, el Universo, que nos ha dado la oportunidad de estar aquí, también nos la dará para continuar, de alguna manera, en éste o en otro universo hermano que nos pudiera acoger cuando éste nuestro se acerque a su fin.

      En fin, ante la magnitud de tan enorme pérdida, uno llega a desbarrar y se piensa en soluciones imposibles, o, ¿acaso, no son tan imposibles?

      ¿Cómo se puede perder la imaginación de Mentes que han sido creadas mediane una evolcuiòn de miles de millones de años hasta alcanzar la consciencia? ¡Qué desperdicio de tiempo y de trabajo!

      Espero que no sea así…Que siguiremos…Imaginando

      Responder
      • 6.1.1
        kike
        el 3 de septiembre del 2011 a las 15:05

        Amigo Emilio, me temo que de esa necesidad de prevalecer que tiene el ser humano es la que ha dado orígen a las diferentes religiones; la necesidad de que lo más importante de nosotros no muera, de que en cierta forma seamos inmortales es lo que siempre han aprovechado unos cuantos (muchos) listos para hacernos pasar “por el tubo”.

         No veo por donde podrían encontrarse esos sentimientos tan hermosos e importantes; ni siquiera esos profundos pensamientos, grandes felicidades  y también grandes sufrimientos y desgracias vividas por el ser humano a lo largo de los siglos. Las ondas de radio viajan interminablemente por el espacio, pero no creo que el cerebro emita ondas susceptibles de ser recuperadas y descodificadas, ¿o tal vez si?; si así fuera, pese a perderse la fuente, se conservaría la información, que en realidad es lo importante en la física; me imagino que dentro de miles de años, o quizás ahora mismo, en un alejado planeta, unos seres capaces de recuperar esas ondas cerebrales estén enterándose y comprendiendo muchas cosas pasadas al hombre a lo largo de los tiempos a través de esas ondas; incluso quizás puedan ver esos pensamientos y sentimientos como si de una película se tratara.

          No obstante, posiblemente la realidad sea completamente diferente a todo lo que nos podamos imaginar, y que además todo ello pudiera estar fuera de nuestro alcance.

         Como bien dices, por imaginar que no quede.

        Responder
  7. 7
    Ramon Marquès
    el 3 de septiembre del 2011 a las 19:35

    Hola amigos todos:
    Hemos llegado demasiado lejos para que todo esto no tenga sentido. Un sentido que hay que buscar en la inmortalidad. Por otra parte si somos capaces de admitir 26 dimensiones enrolladas ¿porqué no podemos admitir una consciencia inmortal? 
    Ramon Marquès, un abrazo 

    Responder
    • 7.1
      emilio silvera
      el 4 de septiembre del 2011 a las 8:06

      Queridos amigos…¡Sabemos tan poco!
      Y, en verdad, se nos hace muy cuesta arriba el pensar que hemos llegado hasta aquí para nada, lo que, por otra parte, podría ser cierto pero, me resisto a creerlo. Si pensamos en el largo y doloroso camino recorrido…¿No va a servir para nada tanto sufrimiento? Espero que sí y que lo que intuyo sea cierto, y, si no lo es, como no tengo manera de saberlo, prefiero pensar que el Universo nos tiene reservado un papel a desempeñar mucho más alto y, aunque sea en forma de luz, estaremos unidos a la Naturaleza para siempre formando una consciencia que ya no tendrá que hacer preguntas.
      No puedo decir la razón pero, con bastente frecuencia me pasa que puedo presentir lo que pasará y transcurrido un tiempo se confirma mi intuición y pasa aquello que presentí, y, de la misma manera, espero que ocurra con nosotros, los seres humanos que, evolucionados y racionales (ahora sí) de verdad, sabremos llegar a ese nivel más alto y que por fín, al saber oír lo que la Naturaleza nos dice, formemos parte de ella, no como ahora, sino de manera más consciente y lúcida.
      Es curioso que, todo eso, puede llegar a través de la Física y las Matemáticas, ya que, el conocimiento del mundo (del Universo) está directamente relacionado con su comprensión, y, la única manera que tenemos de comprenderlo es a tavés de la Ciencia que nos dice como son las cosas, cuál es la única realidad a la que tenemos que prestar nuestra atención y, una vez en posesión de esos conocimientos, saldremos de esta realidad nuestra que, equívoca, nos hacer “ver” lo que no existe y creer en lo que nunca fue.
      Fijaos, el amigo Ramón nos pone el ejemplo de las 26 dimensiones, es decir, la Teoría de cuerdas heteróticas en las que 10 dimensiones se mueven en el sentido de las agujas del reloj y las otras 16 en el sentido contrario, las unas nos hablan de bosones y las otras de fermiones y, si nuestras mentes han podido llegar a tan complejos pensamientos…¡Algo más habrá detrás!
      Bueno, elucubrando sobre todas estas cosas y sobre nuestro incierto final, llego al mismo puerto del principio. ¡Sabemos tan poco!
      Un abrazo amigos míos.

      Responder

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