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Repasando Rumores del Saber X

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Rumores del Saber    ~    Comentarios Comments (0)

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Siempre me llamó la atención, y, la Historia ha sido testigo, de cómo ciertos países y civilizaciones brillaron durante un tiempo para luego, por una u otra razón, eclipsarse y quedar en el olvido. En el siglo IX Bagdad estaba a la cabeza del mundo intelectual mediterráneo: allí se tradujeron los grandes clásicos de las civilizaciones antiguas y, como dijimos antes, donde se originaron los hospitales, se desarrolló el algebra, al jabar, y se realizaron grandes avances en filosofía, falsafah, y, sin embargo, para el siglo XI, tal liderazgo se había desvanecido debido a los rigores del fundamentalismo.

Así finalizó IX, empecemos ahora X

En el siglo IV Lactancia escribió: “¿Para qué propósito sirve el saber? En lo que respecta al conocimiento de las causas naturales, ¿qué bendiciones me reportará el saber dónde nace el Nilo o cualquier otra cosa bajo los cielos sobre la que los “científicos” deliren?”

Pero la lección más importante que podemos extraer de la historia de las ideas, es que, la vida intelectual (acaso la dimensión más importante, satisfactoria y característica de la existencia humana) es una cosa frágil, se puede perder y destruir con facilidad.

Rousseau dijo: “¡Oh, hombre! Encierra tu existencia dentro de ti y dejarás de ser desgraciado. Ocupa el lugar que la Naturaleza te asignó en la cadena de los seres…”.

La recomendación que encontramos en Pope: “Conoce tu lugar: los cielos te han concedido este tipo de ceguera, esta debilidad.”

Los autores de la Enciclopedia creyeron que la idea de la gran cadena podía ayudar en el avance del conocimiento: “Dado que << Los seres está vinculados unos a otros mediante una cadena de la que percibimos algunas partes como un continuo mientras la continuidad de otras se nos escapa>>, el << arte del filósofo consiste en añadir nuevos lazos a esas partes separadas, con el objetivo de reducir la distancia entre ellas tanto como sea posible>>”

Incluso Kant se refiere a “la famosa ley de la escala continua de seres creados….”.

Qué podría decir de Lovejoy que pensaba en la idea de la gran cadena del ser como un error. Sostenía que tal idea suponía un universo estático.

Lovejoy era en todos los sentidos una figura impresionante. Leía libros en inglés, alemán, fránces, griego, latín, italiano y español, y sus estudiantes contaban como anécdota que, había pasado su año sabático de la Johns Hopkins dedicado a leer “los pocos libros de la biblioteca del Museo Británico que aún no había leído. Sin embargo, se le reprochó por tratar las ideas como “unidades” entidades subyacentes e inalterables, como los elementos químicos.

¡Qué cosas!

Lovejoy fue ciertamente quien dio el impulso inicial a la historia de las ideas al convertirse en el primer director del Journal of the History of ideas, fundado en 1.940 (entre los primeros colaboradores estaban Bertrand Russell y Paul O. Kristeller). En el primer ejemplar, Lovejoy expuso el objetivo primordial del Journal: explorar la influencia de las ideas clásicas en el pensamiento moderno.

Lo curioso del caso es que, en los años transcurridos desde su fundación (hace 67 años), el Journal of the History of ideas ha continuado explorando la sutil forma en que una idea lleva a otra a lo largo de la historia. He aquí algunos de los temas tratados en números recientes:

-el efecto de Platón en Calvino; la admiración que Nietzsche profesaba por Sócrates; el budismo en el pensamiento alemán del siglo XIX; la relación de Newton y Adam Smith; el vínculo de Emerson con el hinduismo; Bayle como precursor de kart Popper; el paralelismo entre la antigüedad tardía y la Florencia del Renacimiento; etc.

En su ensayo aparecido en el Journal para celebrar el cincuentenario de su publicación, el colaborador que lo escribía identificaba tres fallos dignos de ser señalados.

Uno de ellos era la incapacidad de los historiadores para comprender el verdadero significado de una de las grandes ideas modernas, la “secularización”.

Otro, la generalizada decepción respecto a la “psicohistoria”, cuando existían santísimas figuras que reclamaban una comprensión psicológica profunda: Erasmos, Lucero, Rousseau, Newton, Descartes, Vico, Goethe, Emerson, Nietzche…….

Y, por último, el fracaso de historiadores y científicos para dar cuenta de la “imaginación” como una dimensión de la vida en general y, especialmente, de la producción de ideas.

¡Las ideas, qué peligro!

Es la única libertad que nos podemos permitir. El pensar libremente y para nosotros mismos, otra cosa es el exponer nuestros pensamientos a los demás. Unas veces por inconveniente, otras por pudor, otras por temor a las críticas, y otras por parecernos a nosotros mismos indignas de ser conocidas, así, se pierden grandes ideas.

Antes comentaba sobre el Laboratorio Cavendish, y me viene a la memoria que fue allí, donde Thomson, en 1.897, realizó el descubrimiento que vino a coronar anteriores ideas y trabajos de Benjanmin Franklin, Euge Goldstein, Wilhelm Röntgen, Henri Becquernel y otros. El descubrimiento del electrón convirtió a la física moderna en una de las aventuras intelectuales más fascinantes e importantes del mundo contemporáneo.

Los “corpúsculos”, como Thomson denominó inicialmente a estas partículas, hoy conocidas como electrones, condujo de forma directa al trascendental avance realizado una década después por Ernest Rutherford, quien concibió el átomo como una especie de “sistema solar” en miniatura, con los electrones diminutos orbitando alrededor de un núcleo masivo como hacen los planetas alrededor del Sol. Rutherford demostró experimentalmente lo que Einstein había descubierto en su cabeza y revelado en su famosa ecuación, E=mc2 (1905), esto es que la materia y la energía eran esencialmente lo mismo.

Todo aquello fue un gran paso en la búsqueda del conocimiento de la materia. El genio, la intuición y la experimentación han sido esenciales en la lucha del ser humano con los secretos, bien guardados, de la Naturaleza.

Es verdaderamente meritoria la idea del Alma, una idea poderosa que hace posible la esperanza en el “más allá”, la vida después de la muerte. Todos podemos ver como el cuerpo se destruye cuando se muere, sin embargo, el Alma invisible, puede dejar el cuerpo y etérea flotar hasta los cielos (si hemos sido buenos) o a los infiernos (si hemos sido malos).

Mirando la Historia y lo que ahora mismo nos rodea, si eso es así ¿cómo tendría que ser de grande el infierno?

Verdaderamente, la noción de “Alma” podría ser considerada como una de las ideas más grandes de la Humanidad, ha sido muy bien manejada por las religiones para poder dirigir y atemorizar a los pueblos que, ignorantes, estaban a merced de la amenaza divina que en boca de los sacerdotes del momento, fustigaban sin piedad sus conciencias llevadas, a un callejón sin salida de una culpabilidad inexistente que las hacía vulnerables.

Sí, algunos dirán que es más poderosa la idea de Dios que también es más universal, y, algunos se preguntarán si ambas ideas no se sobreponen. Y así es, la idea de Dios ha sido una idea poderosísima a lo largo de la Historia, y continúa siéndolo en gran parte del planeta. Al mismo tiempo, sin embargo, hay dos buenas razones para pensar que el Alma ha sido (y sigue siendo) una idea más influyente y fecunda que la idea misma de la divinidad.

Una razón es que, con la invención de la otra vida (una idea que no todas las religiones comparten, pero sin la cual una entidad como el Alma tendría mucho menos sentido), se abrió el camino – como antes comentaba- para que las religiones organizadas controlaran las mentes de los hombres para su propio beneficio, hay que tener presente que, por ejemplo la Iglesia, sólo nos da bendiciones, sin embargo, siempre está dispuesta a coger todo lo que pueda. Si el pueblo llano conociera las posesiones y riquezas de la Iglesia, el boato y suntuosidad de sus grandes representantes que, impasibles, ven morir a miles y decenas de miles de criaturas en los distintos lugares de la Tierra, sin mover ni un dedo para remediarlo, sin conocieran esto digo, muchos de ellos no pisarían más una iglesia.

Durante la antigüedad tardía y la Edad Media, la tecnología del Alma,

Su relación con la “otra vida”, con la divinidad y, en especial, con el clero, permitió a las autoridades religiosas ejercer un poder extraordinario.

No se puede negar que, la idea del Alma, enriqueció inmensamente la mente de los seres humanos a lo largo de los siglos, pero tampoco se puede negar que también es cierto que durante ese mismo tiempo mantuvo a raya el pensamiento y la libertad. ¿Os acordáis de Galileo? Aquello retrasó el progreso y contribuyó a mantener el pueblo (en su mayor parte) ignorante y sometido al clero educado y culto.

Sólo tenemos que pensar en la desfachatez con que el fraile Tetzel afirmaba que era posible comprar indulgencias para las “almas” del purgatorio, y que estas saldrían volando al cielo tan pronto como las monedas golpearan el plato. Los abusos como estos, aún persisten hoy en día, nada más claro como ejemplo el ver la cantidad de ancianos y viudas que solos en la vida y enfermos, dejan sus fortunas a la Iglesia que, por cierto, tienen situadas sus propiedades en las mejores enclaves de las ciudades.

Los abusos a que se prestaba lo que algunos llaman “tecnologías del alma” fueron uno de los principales factores que condujeron a la Reforma, la cual, a pesar de lo ocurrido con Juan Calvino en Ginebra, fundamentalmente despojó al clero del control de la fe e impulsó la duda y el descreimiento.

Las diversa transformaciones del alma (la idea de que estaba contenida en el semen en la Grecia de Aristóteles, el alma tripartita del Timen platónico, la concepción medieval y renacentista del Homo duplex, la idea del alma como mujer, o como ave, el diálogo entre el alma y el cuerpo de Marvell, “las monadas” de Leibniz) pueden resultar hoy bastante pintorescas, pero en su época fueron cuestiones muy serias, y constituyeron importantes etapas en la ruta hacia la idea moderna del ser.

En mi anterior trabajo os hablé de manera bastante extensa sobre estas cuestiones del ser, el alma, la conciencia y, en definitiva, del cerebro que es habitad natural de todas estas cuestiones. La filosofía y la metafísica están presentes haciendo compañía a lo que entendemos por ser consciente.

Las profundidades del ser (nuestro complejo de interioridad) se manisfestó en la llamada Era Axial, en términos aproximados, entre los siglos VII y IV a. de c.

Por aquella época, más o menos de manera simultánea, ocurrió algo similar en Palestina, la India, China, Grecia y muy posiblemente también en Persia. En cada uno de estos casos, la religión establecida se había vuelto en extremo ritualista y exhibicionista. En particular, en todas partes habían surgido sacerdotes que se habían adjudicado una posición de altísimos privilegios, con lo cual, Vivian de manera totalmente opuesta a lo que predicaban.

emilio silvera

 


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