Ago
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¡Los pensamientos! ¿Quién los sujeta?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en ¡Los pensamientos! ¿quién los sujeta? ~ Comments (0)
Nuestra atmósfera tiene una composición en volumen de 78% de nitrógeno, un 21% de oxígeno y un 0’9% de argón, además de dióxido de carbono, hidrógeno y otros gases como vapor de agua. La distancia que nos separa del Sol, unos 150 millones de kilómetros (una Unidad Astronómica), hace que la distancia sea la ideal para que la temperatura permita la vida en el planeta. De la enorme importancia que el agua tiene para la vida casi no es necesario mencionarlo aquí, sin agua no estaríamos.
Pues muy bien, todo eso está previsto que se acabe en unos 4.500 millones de años. Cuando nuestro Sol, estrella mediana amarilla del tipo G2V, con un diámetro de 1.392.530 Km, con una masa de 1,989 x 1030 Kg, y, que consume 4.654.600 toneladas de hidrógeno cada segundo, de las que 4.650.000 las convierte en helio y 4.600 toneladas son expulsadas al espacio exterior en forma de luz y de calor, de lo que una pequeña parte llega a la Tierra y nos permite vivir, que las plantas produzan oxígeno y otros muchos fenómenos que hace de nuestro el que es.
La vida del Sol durará lo que dure su combustible nuclear, el hidrógeno, que la mantiene activa y brillando en la secuencia principal. Su horno nuclear sirve de contrapunto a la fuerza gravitatoria que genera su enorme masa. La fusión nuclear hace que la estrella tienda a expandirse y crea una fuerza que es suficiente para que, la gravedad, no convierta a nuestro Sol en una enana blanca… ¡antes de tiempo!
En la imagen podéis comparar la dimensión del Sol ahora con la que tendrá cuando se convierta en gigante roja. ¿Qué podrán hacer nuestros descendientes? ¿Cómo podrán escapar a situación tan terrible? Nuestro planeta, llegado ese momento final, será literalmente arrasado y los mares y océanos se evaporaran, toda la vida como la conocemos desaparecerá.
En tales circunstancias debemos poner nuestras esperanzas en que sobre todo, sabrémos aprovechar “el tiempo” para ir buscando soluciones que nos permitan (antes de que todo eso pueda llegar), trasladarnos a otros mundos. Si es posible, en otro sistema solar, ya que en el nuestro sin el Sol tendríamos algo de frío.
¡Qué poca gente piensa en éstos graves problemas que tiene planteados, a plazo fijo, nuestra humanidad! Y, por otra parte, la galaxia Andrómeda se nos viene viene encima a velocidad escalofriante, en unos 3.000 millones de años la tendremos aquí. ¿Que eso es mucho Tiempo? Bueno, es posible pero… ¡Más vale prevenir que curar! Como decía mi padre: “Más vale un por si acaso, que un yo creí”
La capacidad humana para aprender, inventar, buscar recursos, y sobre todo, adaptarse a las circunstancias es bastante grande. A lo largo de los últimos milenios ha demostrado que puede desarrollarse y constituir sociedades que apuntan maneras de querer hacer bien las cosas (al menos sobre el papel).
Hemos podido llegar a “tocar” los átomos de la materia
El avance es irreversible, el conocimiento es insaciable, siempre quiere más y empujado continuamente por la curiosidad prosigue su camino incansable para abrir puertas cerradas que tienen las respuestas que necesitamos para seguir avanzando. Siempre estamos experimentando cosas nuevas para saber que pasaría si… Por ejemplo, Si calentamos gases de oxígeno e hidrógeno por encima de 3.000° K hasta que se descomponen los átomos de hidrógeno y oxígeno, los electrones se separan de los núcleos y tenemos ahora un plasma (un gas ionizado a menudo llamado el cuarto estado de la materia -como se menciona en otro trabajo que se presenta hoy-, después de los gases, líquidos y sólidos). Aunque un plasma no forma parte de la experiencia común, podemos verlo cada vez que miramos al Sol. De hecho, el plasma es el estado más común de la materia en el universo.
Pero, sigamos ahora calentando el plasma hasta 1.000 millones de grados Kelvin, hasta que los núcleos de hidrógeno y oxígeno se descomponen, y tenemos un “gas” de neutrones y protones individuales, similar al interior de una estrella de neutrones.
Si calentamos aun más el gas de nucleones hasta 10.000 millones grados K, estas partículas subatómicas se convertirían irremisiblemente en quarks disociados. Ahora tenemos un gas de quarks y leptones (los electrones y neutrinos). Está claro que, si calentamos este gas de quarks y leptones, aún más, la fuerza electromagnética y electrodébil se unen. Aparecen simetrías antes ausentes y las fuerzas electrodébil y fuerte se unifican y, aparecen las simetrías superiores GUT [SU (5), O (10), o E (6)].
Finalmente, a la fabulosa temperatura de 1032 K, la gravedad se unifica con la fuerza GUT, y aparecen todas las simetrías de la supercuerda decadimensional. Hemos vuelto, con el proceso descrito, a la situación reinante en los primeros instantes del Big Bang, la simetría era total y existía una sola fuerza. Más tarde, el universo recién nacido y en expansión, comenzó a enfriarse, la simetría se rompió para crear las cuatro fuerzas de la naturaleza que hoy nos gobiernan y lo que al principio eran quarks sueltos que formaban un plasma opaco, se juntaron para formar protones y neutrones que unidos, crearon los núcleos que al ser rodeados por los electrones conformaron los átomos que más tarde creó la materia tal como ahora la conocemos, haciendo el universo transparente y apareciendo la luz.
Todo este relato anterior no es gratuito, lo expongo como una muestra de cómo pueden evolucionar las cosas de acuerdo a las condiciones reinantes y a los hechos y circunstancias que concurran. He contado lo que sucedería, por ejemplo, a un poco de agua que se calienta de manera continua. Pasa por todos los procesos de su evolución hacia atrás hasta llegar a lo que fue en origen: quarks y leptones, y, posiblemente, cuerdas vibrantes.
De la misma manera, nuestra civilización, no puede dejar de avanzar en el conocimiento a medida que va pasando el tiempo. Nuestras necesidades (cada vez más exigentes) nos llevan a inventar nuevas tecnologías y a producir artículos de consumo más y más sofisticados que hacen más fácil y cómoda la vida, eliminan las distancias, acercan las conexiones y globaliza el mundo.
Si pudiéramos ver una imagen de Marte dentro de 1.000 años… ¿Qué veríamos?
Ahora se habla de operaciones delicadas que se realizan sin ningún riesgo mediante láseres que están planificados por ordenador para intervenir con precisión milimétrica. Se avanza en lo que denominamos nanotecnología, una maravilla de artilugios microscópicos que permitirá (entre otras muchas cuestiones), colocar un fármaco en el lugar exacto de nuestro organismo, el dañado, evitando así (como ocurre ahora) que partes sanas de nuestro cuerpo soporte fármacos que ingerimos para curar partes dañadas pero que, no podemos evitar que incida de manera generalizada en todas partes. Podemos investigar en computación cuántica (teoría cuántica de la luz) que permitirá la revolución tecnológica de crear y transmitir información y crear ordenadores que permitirán cálculos a velocidades ahora imposibles en ordenadores de plasma (Juan Ignacio Cirac, físico español de 41 años, director del Departamento de teoría del Instituto Max Planck, es el autor y responsable de estos estudios). Se investiga en la energía de fusión que estará lista para cuando en los próximos cincuenta años, cuando sea difícil extraer gas y petróleo, se pueda suministrar la demanda mundial que está en aumento creciente.
¡Si nuestros abuelos levantaran la cabeza!
El que tenga la fortuna de vivir a finales de este siglo XXI y a comienzos del XXII, podrá disfrutar de maravillas ahora impensables. A mediados del siglo XXII, por ejemplo, comenzará a ser utilizado otro medio de transporte que, poco a poco, desbancará al automóvil terrestre que ahora abarrotan las calles y carreteras.
Para desplazarnos por la ciudad, por las calles, tendremos aceras móviles que nos llevaran a cualquier parte. Traslados más rápidos serán cosa de vagones subterráneos o de naves voladores que suplirán a los coches y desterrarán, casi por completo, los accidentes de tráfico que nuestro sistema actual de transporte nos hace padecer.
Poco a poco, todo irá cambiando. También en los desplazamientos largos se verá un cambio radical. Modernas naves súper rápidas nos llevarán de un continente a otro en la décima fracción de tiempo que emplean los actuales medios de transporte. La carrera espacial, en el 2.250, será un hecho tangible y modernas naves tripuladas cruzaran el espacio de nuestro sistema solar visitando las colonias terrestres de Marte, Europa, Titán, Ganímedes o en las minas de Azufre de Io.
Para entonces, modernas naves surcarán el espacio exterior camino de estrellas lejanas, ocupadas por sofisticados robots que irán enviando al planeta Tierra datos y fotografías del cosmos que permitirá confeccionar rutas y mapas para próximos viajes tripulados en aeronaves espaciales que utilizaran nuevas técnicas de desplazamiento basada en la curvatura del espaciotiempo que, permitirá por vez primera, vencer, o, ¡mejor burlar! la barrera de la velocidad de la luz…, ¡sin traspasarla! Algo que las leyes del Universo no permiten.
Tendremos colonias en otros planetas y lunas del Sistema solar
La escena de arriba (al menos por el momento), es sólo un sueño. Poder ver humanos en el planeta Marte requiere de muchas cosas que no tenemos, de entre las cuales, la más importante son los conocimientos para plantear un viaje seguro y poder construir allí una verdadera colonia que garantice la seguridad física para los viajeros a aquel inhóspito mundo.
En el pasado existió una intensa actividad volcánica en Marte. Tharsis Montes es la mayor región volcánica, estando Olympus Mons situado en el Noroeste, y la vasta estructura colapsada Alba Patera, en el Norte. Juntas, estas áreas volcánicas constituyen casi el 10% de la superficie del planeta. Hoy no hay volcanes activos en Marte, aunque en el pasado produjeron llanuras de lava que se extendieron cientos de kilómetros. Por otra parte, dicha actividad volcánica del pasado, creó una gran red de galerias subterráneas por las que corría la lava y, en un hipotético viaje al planeta, algunas de ellas podrían ser aprovechadas como habitat más seguro.
Una colonia residente en la Luna o Marte podría obtener oxigeno a partir de la trituración de las rocas y, como las rocas disponen de grandes cantidades de oxígeno, hasta el punto de que significan -más o menos- la mitad de su peso (de hecho, la mitad de la masa de todo el mundo es oxígeno). Claro que, el oxígeno existente en las rocas no se encuentra en condiciones de ser respirado porque se halla estrechamente encadenado a otros elementos que componen las rocas y, tendremos (cuando llegue el momento), que idear un sofisticado sistema para depurar el oxígeno allí presente y hacerlo viable para los seres humanos. No, las cosas no son tan fáciles como quisiéramos que fuesen.
Después de haber obtenido el oxígeno, se puede haber transportado hidrógeno líquido desde la Tierra y combinarlos para obtener agua. La mayoría del peso del agua reside en los átomos de oxígeno que contiene. Por ejemplo, en un kilogramo de agua, los átomos de hidrógeno pesan únicamente doscientos cincuenta gramos. Transportar material desde la Tierra hasta la Luna resulta muy caro y, no digamos hasta Marte -alrededor de unos cien mil dolores el kilogramo de peso-, y teniendo in situ el oxígeno, el agua sería mucho más acequible hasta que, se pudiera extraer de la que hay en el mismo planeta que, por cierto, hay mucha en el subsuelo según todos los indicios.
Para cuando todo eso llegue, la misma Tierra será una desconocida si la comparamos con la “Tierra” de hoy. El futuro que nos espera será muy distinto al presente que ahora podemos vivir, y, la vida cotidiana en las Sociedades venidaderas, serán también distintas debidos a los cambios que se avecinan en campos de la Ciencia como la física y la tecnología, computación, materiales y, sobre todo, nuevas fuentes de energía que todo lo cambiaran.
Por primera vez se aspira a que un reactor de fusión produzca energía
Este proceso puede liberar enormes cantidades de energía sin dejar residuos nosivcs. Sin embargo el proceso no es tan simple, requiere de una enorme energía de activación a una temperatura del orden de los millones de grados. Conseguir esta energía nos presenta otra dificultad: la estructura material de un reactor puede fundirse a tan elevada temperatura. Sin embargo… ¡Todo llegará!
Dentro de unos cuarenta años estaremos en el camino correcto, la energía de fusión será una realidad que estará en plena expansión de un comenzar floreciente. Sin residuos peligrosos como las radiaciones de la fisión nuclear, la fusión, nos dará energía limpia y barata en base a una materia prima muy abundante en el planeta Tierra, el hidrógeno que contienen los mares y ocèanos del planeta.
El futuro será, seguramente, mucho más de lo que ahora podemos imaginar, toda vez que, a medida que vamos haciendo nuevos descubrimientos, nuestras mentes evolucionan y alcanzan nuevos niveles del saber que, al descubrir los secretos de la naturaleza y de cómo funciona el Universo, podemos, plasmar en realidad todo aquello que podamos imaginar y más. ¿El límite? ¡No, no hay límites!
Mira que si algún día los robots pudieran pensar como nosotros
A mí, particularmente, me da mucho miedo un futuro en el que las máquinas sean imprescindibles. En este mismo momento ya casi lo son. ¿Qué haríamos sin ordenadores que mediante sus programas dirigen fábricas, llevan todo el movimiento de las Bolsas del mundo y de los bancos, dirigen los satélites del espacio, llevan a cabo complicadas operaciones quirúrgicas y montan y ensamblan elaborados mecanismos industriales? El mundo quedaría paralizado. Ese fenómeno que llamamos Internet, está presente en todas partes y nos ha creado una dependencia que… ¡Ya veremos!
Las máquinas del futuro nos pueden superar. Hemos comenzado a inventar robots que, cada vez son más sofisticados y tienen más prestaciones y, de seguir por ese camino, de no poner unas reglas claras, precisas u rígidas sobre el límite…las cosas podrían salir mal.
Una de las condiciones esenciales que debe tener una máquina-robot para ser considerada como tal es la posibilidad de ser programada para hacer tareas diversas según las necesidades y la acción que de ellos se requieran en cada situación. Y, si llegan a poseer la potestad de pensar por sí mismas, de repentizar soluciones no programadas, de sentir y ser conscientes…¡malo!
Los Androides del futuro. ¿Tendrán autonomía de pensamiento?
La ciencia robótica, basándose en avanzados principios de la electrónica y la mecánica, busca en la constitución y modo de funcionamiento del cuerpo y del cerebro humano los fundamentos con los que diseñar androides de posibilidades físicas e intelectivas semejantes a los del ser humano.
Nada de esto es ciencia ficción; es lo que hoy mismo ocurre en el campo de la robótica. Aún no podemos hablar de robots con cerebros positrónicos capaces de pensar por sí mismos y tomar decisiones que no le han sido implantados expresamente para responder a ciertas situaciones, pero todo llegará. Ya tienen velocidad, flexibilidad, precisión y número de grados de libertad. ¿Qué hasta donde llegarán? ¡Me da miedo pensar en ello!
Y, a todo esto, ¿no comencé hablando de la atmósfera de la Tierra? ¿Como pude llegar hasta aquí?
¡La Mente! ¡La Imaginación! ¡Las ideas! ¿Quien puede comprender todo eso?
emilio silvera