Abr
4
¿Qué hacemos aquí? ¿Por qué nos comportamos así?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Humanidad ~ Comments (5)
Si miramos hacia atrás en el Tiempo, si repasamos la Historia de la Humanidad, podremos ver que a lo largo de toda ella los seres humanos hemos tenido que trabajar duramente para poder satisfacer nuestras necesidades materiales. En los primeros milenios de esa larga andadura, no éramos muy conscientes de ello, simplemente actuábamos guiados por la necesidad y la intuición, el instinto. Sin embargo, pasaron los años y evolucionamos hasta el punto de que fuímos conscientes de que, además de buscar soluciones a los problemas, había “algo más”.
El Tiempo inexorable pasó y las mentes de aquellos seres primitivos crecieron para llegar a ser conscientes de que, “ese algo más” estaba presente en ellos y era diferente a la necesidad de comer o dormir, o, de cualquiera de las funciones físicas que el cuerpo les exigia. ¿Que podría ser “ese algo más” que, desde entonces ha sido inseparable compañero de los pensamientos del ser Humano. Esa consciencia nos llevó a preguntarnos por el sentido de la Vida. ¿Quiénes éramos? ¿Quién soy como individuo?
El hombre filósofo ha pensado en ello profundamente y, aunque ha dado algunas respuestas, ninguna ha llegado a ser satisfactoria ni ha llenado ese vacío que todos llevamos dentro, en el que se esconde un “ente” desconocido y misterioso que no sabemos quien es, y, lo paradógico es que resulta que somos nosotros mismos, nuestro YO desconocido que, residiendo en nuestro interios, no se deja “ver” del todo y esconde celosamente secretos que, siendo nuestros, no podemos desvelar.
Antes habiendo nombrado el largo camino recorrido por la Humanidad, en el camino, hemos tenido que soportar grandes sufrimientos y dolor, algunos esporádicos momentos de efímera felicidad, nos hemos topado con el bien y con el mal y, también, hemos podido conocer dónde está la inteligencia y la más ciega ignorancia, hemos sabido de la irreversibilidad de la muerte como último viaje y, sin embargo, algo nos dice que puede haber mucho más.
La Ciencia nos dice que más allá de la muerte no habrá nada y que, lo que somos ha quedado aquí, plasmado en nuestros descendientes que seguirán el camino con las experiencias pasadas, la historia aprendida, lo que de sus propias vidas puedan obtener y al compás que marquen los avances tecnológicos de su tiempo. Tendrán, como todos hemos tenido, momento felices y amargos, y, para conseguir objetivos la herramienta será el duro trabajo y la inteligencia que cada cual posea.
Preguntar dónde reside la auténtica felicidad no puede dar como resultado una respuesta general, toda vez que, cada cual, tiene su propio concepto de lo que es la felicidad y, lo que para unos es más que suficiente, para otros no es nada. Lo cierto es que, según los grandes maestros filósofos del mundo, la felicidad reside en las pequeñas cosas: Esa sonrisa del niño, ver a la familia unidad y en armonía, conseguir los logros propuestos, una taza de café en buena compañía, una caricia, una mirada… ¡Son tantas las pequeñas cosas que nos proporcionan felicidad!
Si miramos en el pasado, algunas de las respuestas que buscamos podríamos encontrar, pero…
Si miramos el , nada de lo que buscamos estaría allí
Debemos mirar mejor… ¡Dentro de nosotros mismos! Que siendo como somos Naturaleza, tenemos todas las respuestas y, para llegar a ellas tendremos que avanzar en la evolución del Ser que llevamos dentro y que, estándo conectado con el Universo, forma parte de él. En nuestras mentes está escrito todo aquello que queremos y necesitamos saber: ¿Quiénes somos? ¿Hacia donde vamos? ¿Si la muerte es el último camino o hay más después de ella? ?Por qué tenemos que sufrir dolor? ¿Si vale la pena tan largo y doloroso recorrido? Y, sobre todo, podríamos saber si alguna vez, finalizará ese largo proceso de humanización que nos hace Ser y Sentir, nos posibilita ver más allá de lo que nuestros ojos desnudos nos pueden permitir.
Particularmente tengo la impresión de que en pleno siglo XXI, la Humanidad está más perdida que la Atlantida, aquella mítica ciudad, aquel Imperio de sabiduría y riqueza que nunca pudimos encontrar y que, según las leyendas, nos hablan de grandes Tesoros y de grandes conocimientos. Se dice:
“Que era una tierra ubérrima, bendecida por una vegetación exuberante y por la existencia de valiosos yacimientos minerales, entre ellos los de plata y de oro. Su pueblo gozaba de un alto nivel científico y cultural. En el mismo de ese reino isleño, sobre la cima de una pequeña colina, se ataban un palacio y un templo, en torno a los cuales se extendía la gran dad, que media 19 kilómetros de largo. Alrededor de la colina, un amplio o —en realidad, un canal— permitía el paso de barcos de vela. Alrededor de urbe, otras vías de agua formaban círculos concéntricos; el canal que rodeada la ciudadela se comunicaba con el mar abierto a través de un amplio sistema de muelles y puertos, que exportaban los valiosos productos del país a todo mundo conocido entonces. “
Si miramos a nuestro alrededor, si vemos lo que tenemos que estar soportando, si nos fijamos en la involución que a pesar de todo estamos padeciendo, podríamos sentir nostalgia de aquellos Tiempos pasados en los que, la Humanidad, a pesar de no conocer la Mecánica cuántica ni la Relatividad General, no tenía problemas de paro ni tampoco se producían desahucios que, de alguna manera, vienen a denigrarnos y resulta ser la mayor humillación por la que pasar pueda un ser Humano. No tener un trabajo es denigrante, no tener una vivienda digna es bochornoso. ¿Cómo hemos podido retroceder tanto?
No debemos consentir que nos quiten la dignidad, ese don tan preciado del Ser Humano que la hace no avergonzarse de sí mismo. Un hombre tiene que poder mantener a su familia y ofrecerle lo más básico: Casa, vestido y alimento. El trabajo del hombre lo dignifica y hace posible que se sienta satisfecho de sí mismo, sin importarle el esfuerzo y sacrificio que para lograrlo tenga que hacer. Es su realización como persona.
En palabras de Max Scheler:
“En la Historia de más de diez mil años somos nosotros la primera época en la que el hombre se ha convertido para sí mismo en radical y universalmente en un ser problematico: el hombre ya no sabe lo que lo es y se da cuenta de que no lo sabe”
Claro que, lo cierto es que no lo hemos sabido nunca y, en algunos momentos de lucides hemos podido tener algún atisbo de “conocernos” pero, como la ráfaga efímera de luz que viaja por el espacio, tan rápido como vienen se van, esos pensamientos que no podemos retener para poder conquistar esa sabiduría necesaria que nos lleve a comprender quiénes somos y hacia donde vamos, toda vez que, de dónde venimos… ¡Tenemos una buena idea!
El hombre hace ya mucho tiempo que se planteó la pregunta sobre el sentido de la Vida. Civilizaciones muu antiguas Sumerios, Babilónicos, Egipcios, Hindúes, Chinos, Persas, Griegos y otros que llegaron después ya tenían inplantada en sus Sociedades una amplia escuela filosófica en la que esa pregunta: ¡El Sentido de la Vida!, siempre estuvo presente y todos los grandes pensadores la quisieraon responder sin lograrlo… ¡del todo!
La Sociedad Científico-Técnica que tenemos hoy, está llena de ambigüedades debido a que el Ser Humano no ha podido alcanzar -todavía- ese nivel de conocimiento que sería necesario para dominar todos los sercretos de la Naturaleza. El Universo es muy grande y vasto en su propia concepción, no podemos llegar a sus límites y, de la misma manera, estamos confinados en un pequño mundo desde el que tratamos de saber lo que pueda haber más allá y, para ello, nos valemos de “sentidos” artificiales” como microsopios y telescopios que nos hablen de lo pequeño y de lo grande pero, seguimos muy retrasados en el conocimiento mayor: ¡Nosotros mismos! Y, la Cienda que camina muy poco a poco, por el momento no nos ha podido decir ni quiénes somos ni hacia donde vamos.
¡Tenemos tántas caras! ¡Son tántos nuestros pensamientos! ¡Somos tan inseguros! ¿Sabemos tan poco!
Si bien la crisis de Identidad aparece con más fuerza y presencia durante la adolescencia, resurge también en distintos momentos de la vida de un individuo. La inestabilidad emocional que acompaña este momento vital, es una de sus principales características. Quizás por cuestiones que quedaron pendientes en la infancia o en la etapa puberal o que se presentaron difusas a lo largo de la vida, la construcción de un Yo débil y sin raíces, provoca la imposibilidad de crear relaciones sanas y positivas para el individuo. Sin embargo, dicha crisis identitaria puede tener su origen también en situaciones como la que hoy estamos viviendo en la que, el hombre, llega a dudar de sí mismo al verse abocado a una situación límite en la que, impotente, contempla como su vida de desmorona a su alredor.
Muchos son los padres frustrados que ven como el tiempo pasa y ellos, nada pueden remedirar para mejorar el futuro de sus hijos.
emilio silvera
Mar
6
¡Todos somos uno! ¿Cuándo será realidad?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Humanidad ~ Comments (2)
Nella fantasia – Sarah Brightman
La Canción que toca el fraile con su flauta y tiene embelezado a los habitantes del lugar y que, Sarah nos canta de manera magistral en el concierto que dio en el Vaticano. La podemos oir para que nos lleve a ese remanso de paz que en la imagen podemos contemplar.
Las Casas murió en 1566, a los noventa y dos años de edad, dejó instrucciones para que la historia completa de las Indias no se publicara hasta que hubiese transcurrido cuarenta años “de modo que, si Dios decide destruir España, se compruebe que es a causa de la destrucción que hemos llevado a cabo en las Indias y su justa razón para hacerlo se manifieste claramente”, La cuestión debatida en Valladolid obsesionaría durante siglos a los españoles y también a los demás pueblos europeos en todos los continentes.
Ciertamente, no todos aquellos invasores tenían malas intenciones pero, ha pasado en la Historia casi siempre, los más fuertes salieron vencedores y fueron los más débiles los que pagaron las consecuencias con esclavitud y masacres que es la verguenza de nuestros recuerdos. La ocasión de reflexionar sobre la variedad y la unidad de la Humanidad que el descubrimiento de América y las lejanas colonias impusieron a Occidente no fue aprovechada por los pueblos de otras partes del mundo.
El Islam creció un Imperio en expansión, y no por medio de colonias situadas lejos de la metrópoli, utilizando la conquista y la ocupación en lugar de avanzadas misioneras. Naturalmente, el Islam heredó el bagaje bíblicio de la dispersión y el pecado original y, como el cristianismo, , en la variedad no veía más que un mal. Pero afortunadamente la teología musulmana y los azares de la historia vacunaron al Islam contra el virus del racismo. El sólido dogma de la igualdad de todos los creyentes, la propagación del Islam por el África negra, el frecuente matrimonio con esclavos y concubinas, desalentaron cualquier posible creencia musulmana en jerarquias raciales de la Humanidad. Para los musulmanes que no separaban la vida religiosa de la seglar, la distinción más importante se establecía entre los creyentes y los no creyentes. La variedad de costumbres sociales, en tanto no violara lo establecido por el Corán, no les parecía significativa.
Por razones bastante distintas, el problema de la igualdad humana no tuvo tanto relieve en China. Allí, donde gobernaban la tradición y las costumbres, las mejores cualidades de la vida humana eran considerada productos de estas tradicciones y costumbres chinas que, misteriosa, permanecía cerrada al mundo exterior. La tradicción de centralismo y de este país, evitó a sus habitantes el encuentro con otros pueblos diferentes y remotos y, cuando se producía un hecho inesperado, como la visita de Marco Polo, aquello resulta ser una revolución social y la noticia correía como la polvora. Lo cierto es que, en ningún otro lugar de Asia oriental, en Japón o en Corea, encontramos nada parecido al racismo occidental.
Unicamente en la India, entre las cutlturas desarrolladas, el sistema de casta racial llegó a ser de la religión. Si bien el origen de las castas se hunde en las brumas de la prehistoria, el sistema de castas hundú puede haber nacido de las diferencias entre los conquistadores arios y los sometidos drávidas, que por otra parte eran diferentes de color. Varna, la palabra hindú “castas” significa “color” pero tal vez originaríamente se refería a algo que no era el color de la piel.
Durante los siglos posteriores a Las Casas, el debate europeo relativo a los niveles de Humanidad pasó del campo de la teología al de la biología. Cuando Linneo clasificó a mediados del siglo XVIII a toda la Humanidad como una sola especie, pareció universo al grupo de Las Casas. Linneo dio su respuesta propia, y clara, a la cuestión debatida en Valladolid en 1550. Pero oscureció el asunto los colonizadores europeos de zonas remotas del mundo al enumerar cinco tipos de Homo sepiens -salvaje, americano, europeo, asiático, africano-, “que difieren por la educación y la situación. ¿Eran estos grupos “variedades” distintas de una especie Humana única? Y, en caso afirmativo, ¿qué quería decir “variedad”?
Cuando la valoración de las capacidades humanas pasaron del campo de la religión al de la ciencia, todos aquellos interrogantes cambiaron del por mayor al por menor. Al igual que en el cambio anterior de la cosmología a la geográfia, también este fue un cambio hacia la acumulación. En lugar de plantear la gran cuestión monolítica debatida por Las Casas y Sepúlveda sobre la “naturaleza” del hombre y de su destino en esta vida y en la futura, ahora surgían innumerables interrogantes sobre las minucias de la vida cotidiana. A diferencia de los textos de teología, que se escribían en un lenguaje erudito, los de la antropología eran la experiencia de cualquier hombre. El centro de atención pasó de la naturaleza humana a las culturas humanas, de la metafísica a las misceláneas. Las preguntas de la antropología no se formularían y resolverían en las bibliotecas, sino en el mundo. Cada Sociedad humana se convirtió un un Laboratorio que, todavía hoy en día estamos explorando.
Sin embargo, y,por muchas vueltas que le queramos dar, al final del camino, todos estamos hechos de las mismas cosasd: El material fabricado en las estrellas que están hechos de Quarks y Leptones conforman a todo los seres vivos del mundo y también, forman parte de todos los objetos que existen desde un simple árbol hasta un inmenso océano, o, una gran montaña. Todo, como nosotros, somos átomos juntos formar moléculas que, en nuestro caso, supieron evoluciuonar hasta los pensamientos.
El largo camino recorrido por todos los pueblos del mundo y las muchas barbaridades que nuestra ignorancia nos hicieron cometer, tendría que servirnos de aprendizaje al fín tomar conciencia de que, la única realidad es que ¡Todos somos uno! Y, en el futuro que tenemos que construir, todos debemos tener la misma parcela de poder acceder a los bienes que nos proporciona el Universo, sin distinciones de razas ni de clases.
Una Ley Universalen la que todos tendrán, ese mínimo de dignidad llevar sus vidas sin humillaciones y, los que puedan sobresalir por sus méritos intelectuales, serán recompensados con los honores que en cada caso pudiera proceder. Sin olvidar que, venimos de las estrellas y hacia las estrellas tenemos que partir… ¡Cuando seámos iguales! Y la Naturaleza nos deje conocer sus secretos.
emilio silvera
Ago
5
Queremos saber quiénes somos
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Humanidad ~ Comments (0)
Para saber adónde vamos,
Tenemos que saber donde estamos;
Y para saber esto, hay que saber de donde venimos.
Arriba podemos contemplar a doce niños que, cada uno de ellos pertenece a una región distinta de la Tierra y, habiendo sido escogidos al azar en cada país, ellos no creen tener relación alguna los unos con los otros. Sin embargo, podría demostrarse que las doce personas ahí presentes están relacionadas y que en última instancia todas tienen dos antepasados africanos comunes, uno masculino y otro femenino.
En todas nuestras células hay genes. Los genes están hechos de ADN, el código vital en forma de cadena que determina lo que somos, desde las uñas hasta el potencial innatato para tocar el piano. Si analizamos los genes de cualquiera de estas doce personas, podríamos reconstruir la ruta geográfica seguida por sus antepasados hasta llegar a su primitiva cuna africana, en el alba de la especie.
Por otra parte, si distribuyéramos a estas personas de dos en dos y comparásemos sus genes, descubriríamos que tienen en común un antepasado más reciente que vivió con toda seguridad fuera de África. Más aún, actualmente podemos comprobar dónde vivieron estos antepasados y cuando abandonaron su respectiva patria. La posibilidad de esta comnprobación ha cristalizado durante la última década, gracias a la labor innovadora de una serie de investigadores.
No pocos de nosotros, dejando volar la imaginación, nos hemos preguntado alguna vez qué encontraríamos si pudiéramos subir a una máquina del tiempo y remontar nuestro árbol genealógico. ¿Hasta dónde llegaríamos? ¿Descubriríamos que estamos vagamente emparentado con algún famoso o algún canalla célebre? ¿Cuántas generaciones tendríamos que recorrer hasta llegar ahasta los primeros humanos? ¿Se remonta nuestra línea hasta aquel momento en que nuestra especie se separó, definitivamente de la de los simios, y después hasta la de los gusanos, y después hasta los seres unicelulares, como sostenía Darwin? Por esos espesos tomos de biología leídos para saciar mi curiosidad, verdaderamente creo que debe ser así. Claro que cuando afrontamos la incertidumbre de la muerte, cuesta hacerase una idea de conjunto, ya que al ser conscientes de que más allá de ella, para nosotros no hay nada y, lo que fuímos ha quedado en los genes de una descendencia que ya, verá las cosas de otra manera más en consonancia con nuestro futuro que es, para ellos el presente.
Dicen que este milenario árbol proviene del Asia Central. Hoy está presente en toda la cuenca mediterránea y en la simbología y folclore de distintas culturas y religiones que florecieron en sus orillas, entre ellas, como no, Andalucía, tierra de olivos donde las haya. De la misma manera que este viejo árbol, nosotros también hemos hecho un largo recorrido y, desde un lugar, nos trasladamos a otros para buecar la seguridad de nuestra supervivencia.
La teoría africanista dice que todos los humanos modernos que viven fuera de África descienden de una oleada migratoria que salió de este continente hace menos de 100.000 años. Este éxodo acabó con todos los humanos anteriores en toda la superficie terrestre. En cambio, los multiregionalistas aducen que las poblaciones humanas primitivas, el Homo Neanderthalensis (los neandertales) de Europa u el Homo eructus del lejano Oriente, evolucionaron y formaron las razas locales que vemos actualmente en el mundo.
La teoría africanista ha ganado la partida porque los nuevos árboles genéticos nos conducen directamente a África en los últimos 100.000 años. En nuestro árbol genético no hay rastro de especies humanas anteriores, exceptuando, evidentemente las raíces, donde podemos medir la distancia genética que nos separa de los neandertales. Éstos se han clarificado ya genéticamente utilizando ADN mitocondrial antiguo y parece que son nuestros primos más que nuestros antepasados. Ellos y nosotros tenemos un antepasado común, el Homo Helmei.
Ha prevalecido la tesis que que fue sólo un éxodo de humanos africanos; en ambas lineas sexuales sólo hubo un antepoasado genético común que fue en un caso la madre y en el otro el padre de toda la humanidad no africana. Hay más prejuicios que se han venido abajo. Ciertos arqueólogos y antropólogos europeos sostienen desde hace mucho que los europeos fueron los primeros que aprendieron a pintar, a tallar, a tener una culñtura compleja e inclusom a hablar; casi como si los europeos presentaran representaran un importante progreso biológico.
La estructura del árbol genético corrige esta idea. Los aborígenes australianos están emparentados con los europeos y ambos grupos tienen un antepasado común, que aparece poco despues de la emigración africana hacia Yemen, que se produjo hace unos 70.000 años. Aquellos humanos se desplazaron lentamente por las costas del Océano Índico y al final fueron de Isla en Isla por Indonesia hasta llegar a Australia, donde, completamente aislados, produjeron sus complejas y singulares culturas artísticas.
El arte rupestre aborigen tuvo un gran desarrollo antes de la llegada de los europeos. Alguna de las pinturas que se han encontrado en Australia Meridional fueron realizadas hacia el 18.000 a.C. Se cree que las figuras, como las que se aprecian en la imagen, representaban a los espíritus de los artistas.
Otra antigua polémica arqueológica se refiere a la difusión de la cultura neolítica desde Turquía hacia Europa. Hace 8.000 mil años. ¿Eliminaron y sustituyeron los agricultores de Oriente Próximo a los cazadores europeos o las innovaciones se difundieron más pacíficamente reconviertiendo las comunidades paleolíticas de cazadores-recolectores? La respuesta genética es clara: el 80 por ciento de los europeos modernos descienden de los antiguos tipos genéticos de cazadores-recolectores y sólo el 20 por 100 procede de los agricultors de Oriente Próximo. Los viejos no eran tan frágiles.
Por último, y por desplazarnos a la otra punta del mundo, siempre ha habido especulaciones vistosas sobre los orígenes de los polinesios. Thor Heyerdahl no fue el promero (la verdad es que el Capitan Cook estuvo más cerca de acertar cuando adujo que había un vínculo polinesio con el archipiélago malayo). Los arqueólogos han alegado durante los últimos quince años que los polinesios procedían de Taiwan. El árbol genético los desmiente; los antepasados de los tripulantes de las grandes piraguas partieron de un punto más avanzado: Indonesia oriental.
De todas las maneras, retroceder en el tiempo para saber lo quen pasó con todos los humanos que deambularon por el mundo del uno al otro confín, no es fácil y, de la reconstrucción del “traje de la humanidad” nos quedan algunos flecos que recortar, algunos botones caídos que pegar e incluso, algunas rasgaduras hechas por el paso del tiempo que tendríamos que tratar de unir para que, de esa manera, tengamos una visión más completa y exacta de lo que fuímos.
Pero por volver al principio del trabajo, deberéamos recordar asím mismo que todos somos personajes de esta historia genética, dado que el 99 por 100 de la reconstrucción de nuestros antiguos árboles genéticos se llevó a cabo con ADN moderno, donado voluntariamente por personas de distintas regiones del mundo. Es una historia que afecta a todos y cada uno de nosotros, ya que, de manera inevitable, formamos parte de ella.
emilio silvera
Jun
21
¡Todos somos uno! ¿Cuándo será eso posible?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Humanidad ~ Comments (0)
Cuando Las Casas murió en 1566, a los noventa y dos años de edad, dejó instrucciones para que la historia completa de las Indias no se publicara hasta que hubiese transcurrido cuarenta años “de modo que, si Dios decide destruir España, se compruebe que es a causa de la destrucción que hemos llevado a cabo en las Indias y su justa razón para hacerlo se manifieste claramente”, La cuestión debatida en Valladolid obsesionaría durante siglos a los españoles y también a los demás pueblos europeos en todos los continentes.
Ciertamente, no todos aquellos invasores tenían malas intenciones pero, como ha pasado en la Historia casi siempre, los más fuertes salieron vencedores y fueron los más débiles los que pagaron las consecuencias con esclavitud y masacres que es la verguenza de nuestros recuerdos. La ocasión de reflexionar sobre la variedad y la unidad de la Humanidad que el descubrimiento de América y las lejanas colonias impusieron a Occidente no fue aprovechada por los pueblos de otras partes del mundo.
El Islam creció como un Imperio en expansión, y no por medio de colonias situadas lejos de la metrópoli, utilizando la conquista y la ocupación en lugar de avanzadas misioneras. Naturalmente, el Islam heredó el bagaje bíblicio de la dispersión y el pecado original y, como el cristianismo, , en la variedad no veía más que un mal. Pero afortunadamente la teología musulmana y los azares de la historia vacunaron al Islam contra el virus del racismo. El sólido dogma de la igualdad de todos los creyentes, la propagación del Islam por el África negra, el frecuente matrimonio con esclavos y concubinas, desalentaron cualquier posible creencia musulmana en jerarquias raciales de la Humanidad. Para los musulmanes que no separaban la vida religiosa de la seglar, la distinción más importante se establecía entre los creyentes y los no creyentes. La variedad de costumbres sociales, en tanto no violara lo establecido por el Corán, no les parecía significativa.
Por razones bastante distintas, el problema de la igualdad humana no tuvo tanto relieve en China. Allí, donde gobernaban la tradición y las costumbres, las mejores cualidades de la vida humana eran considerada productos de estas tradicciones y costumbres chinas que, misteriosa, permanecía cerrada al mundo exterior. La tradicción de centralismo y aislamiento de este país, evitó a sus habitantes el encuentro con otros pueblos diferentes y remotos y, cuando se producía un hecho inesperado, como la visita de Marco Polo, aquello resulta ser una revolución social y la noticia correía como la polvora. Lo cierto es que, en ningún otro lugar de Asia oriental, en Japón o en Corea, encontramos nada parecido al racismo occidental.
Unicamente en la India, entre las cutlturas desarrolladas, el sistema de casta racial llegó a ser parte de la religión. Si bien el origen de las castas se hunde en las brumas de la prehistoria, el sistema de castas hundú puede haber nacido de las diferencias entre los conquistadores arios y los sometidos drávidas, que por otra parte eran diferentes de color. Varna, la palabra hindú para “castas” significa “color” pero tal vez originaríamente se refería a algo que no era el color de la piel.
Durante los siglos posteriores a Las Casas, el debate europeo relativo a los niveles de Humanidad pasó del campo de la teología al de la biología. Cuando Linneo clasificó a mediados del siglo XVIII a toda la Humanidad como una sola especie, pareció universo al grupo de Las Casas. Linneo dio su respuesta propia, y clara, a la cuestión debatida en Valladolid en 1550. Pero oscureció el asunto para los colonizadores europeos de zonas remotas del mundo al enumerar cinco tipos de Homo sepiens -salvaje, americano, europeo, asiático, africano-, “que difieren por la educación y la situación. ¿Eran estos grupos “variedades” distintas de una especie Humana única? Y, en caso afirmativo, ¿qué quería decir “variedad”?
Cuando la valoración de las capacidades humanas pasaron del campo de la religión al de la ciencia, todos aquellos interrogantes cambiaron del por mayor al por menor. Al igual que en el cambio anterior de la cosmología a la geográfia, también este fue un cambio hacia la acumulación. En lugar de plantear la gran cuestión monolítica debatida por Las Casas y Sepúlveda sobre la “naturaleza” del hombre y de su destino en esta vida y en la futura, ahora surgían innumerables interrogantes sobre las minucias de la vida cotidiana. A diferencia de los textos de teología, que se escribían en un lenguaje erudito, los datos de la antropología eran la experiencia de cualquier hombre. El centro de atención pasó de la naturaleza humana a las culturas humanas, de la metafísica a las misceláneas. Las preguntas de la antropología no se formularían y resolverían en las bibliotecas, sino en el mundo. Cada Sociedad humana se convirtió un un Laboratorio que, todavía hoy en día estamos explorando.
Sin embargo, y,por muchas vueltas que le queramos dar, al final del camino, todos estamos hechos de las mismas cosasd: El material fabricado en las estrellas que están hechos de Quarks y Leptones conforman a todo los seres vivos del mundo y también, forman parte de todos los objetos que existen desde un simple árbol hasta un inmenso océano, o, una gran montaña. Todo, como nosotros, somos átomos juntos para formar moléculas que, en nuestro caso, supieron evoluciuonar hasta los pensamientos.
El largo camino recorrido por todos los pueblos del mundo y las muchas barbaridades que nuestra ignorancia nos hicieron cometer, tendría que servirnos de aprendizaje para al fín tomar conciencia de que, la única realidad es que ¡Todos somos uno! Y, en el futuro que tenemos que construir, todos debemos tener la misma parcela de poder acceder a los bienes que nos proporciona el Universo, sin distinciones de razas ni de clases.
Una Ley Universalen la que todos tendrán, ese mínimo de dignidad para llevar sus vidas sin humillaciones y, los que puedan sobresalir por sus méritos intelectuales, serán recompensados con los honores que en cada caso pudiera proceder. Sin olvidar que, venimos de las estrellas y hacia las estrellas tenemos que partir… ¡Cuando seámos iguales! Y la Naturaleza nos deje conocer sus secretos.
emilio silvera
Jun
21
¡La Humanidad! ¿Cómo entenderla?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Humanidad ~ Comments (0)
¿Cuántas veces, de pequeño nos contaron el Diluvio Universal?
Mi debilidad está en leer y enterarme de las cosas, sin límite de cuestiones a tratar, aunque sí con preferencias. Lo he tocado todo de manera más o menos profunda, y una vez pude leer (no recuerdo ahora dónde) que la mitología y los escritos antiguos nos hacen saber que el último día de la Atlántida se vio marcado por una inmensa catástrofe. Olas tan altas como montañas, huracanes, explosiones volcánicas… sacudieron el planeta entero. La civilización sufrió un retroceso y la Humanidad superviviente quedó reducida a un estado de barbarie.
La Atlántida, el paraíso perdido que describió el filósofo griego Platón y que supuestamente desapareció tras un gran tsunami, podría estar en España, según una investigación que comenzó hace cinco años con unas fotos satelitales. Los textos de Platón sitúan la Atlántida frente a las Columnas de Hércules, lugar atribuido al estrecho de Gibraltar que señalaba el límite del mundo conocido, y la describen como una isla más grande que Libia y Asia juntas.
Durante años, científicos y aficionados a la arqueología han reclamado haber encontrado la Atlántida, uno de los más recientes fue un ingeniero aeronáutico del Reino Unido Bernie Bamford, quien en 2009 dijo haberla encontrado utilizando el buscador Google Ocean, parte de Google Earth y que resultó ser un mapa del suelo oceánico. Sin embargo, después de dos años de investigación, un equipo internacional en el que participó el profesor Richard Freund, de la Universidad estadounidense de Hartford (Connecticut), cree que ha localizado la isla perdida en el parque nacional de Doñana, en la provincia de Huelva (a 50 Km de mi casa), en el sur de España, la noticia ha sido difundida Efe.
“Hemos descubierto un patrón geológico que no suele encontrarse en la naturaleza”, aseguró Freund, quien explicó que la estructura y la disposición de las grandes rocas detectadas demuestra que ha habido intervención del hombre y podrían ser los restos de la antigua isla. La investigación, que cuenta con el apoyo de National Geographic, ha sido seguida por el canal especializado en ciencia, que ha recreado el descubrimiento en un documental que fue difundido en Estados Unidos el 15 de marzo 2011 a las (24.00 GMT) y que llegó a España en junio.
Con la Atlántida nos pasa como con tantos otros misterios que han quedado por detrá y de los que el tiempo, no ha dejado muchas huellas. Precisamente ahora, unos arqueólogos están buscando vestigios de aquella civilización a unos 100 km de mi casa, en Doñana, en las costas del Atlántico pasado el Estrecho de Gibraltar y en pleno Golfo de Cádiz en la Provincia de Huelva.
Las tablas sumerias de Gilgamés hablan de Utnapichtiun, primer antepasado de la Humanidad actual, que fue, con su familia, el único superviviente de un inmenso diluvio. Encontró refugio en un arca para sus parientes, para animales y pájaros. El relato bíblico del Arca de Noé parece ser una versión tardía de esa misma historia.
Enkidu y Gilgamesh, representación sumeria:
La historia del relato más antiguo encontrado hasta ahora. La historia de un rey, Gilgamesh, que era muy presuntuoso,egolatra,tírano, que oprimía a su pueblo … en fin de todo menos un rey justo. Pero un día la amistad llegó a su vida, la amistad…
El Zend-Avesta iranio nos proporciona otro relato de la misma leyenda del diluvio. El dios Ahuramazda ordenó a Yima, patriarca persa, que se preparara para el diluvio. Yima abrió una cueva, donde durante la inundación, fueron encerrados los animales y las plantas necesarias para los hombres. Así fue como pudo renacer la civilización después de las destrucciones ocasionadas por el diluvio.
El Mahabharata de los hindúes cuenta cómo Brahma apareció bajo la forma de un pez ante Manú, padre de la raza humana, para prevenirle de la inminencia del diluvio. Le aconsejó construir una nave y embarcar en ella “a los siete Rishis” (sabios) y todas las distintas semillas enumeradas por los brahamanes más antiguos y conservarlas cuidadosamente.
Manú ejecutó las órdenes de Brahma y el buque, que le llevó con los siete sabios y con las semillas destinadas al avituallamiento de los supervivientes, navegó durante años sobre las agitadas aguas antes de atracar en el Himalaya.
La tradición hindú designa a Manali, la ciudad de Manú, en el valle de Kulu, como el lugar posible en el que se vio desembarcar a Manú. La región es generalmente conocida por el nombre de Aryavarta, país de los ríos.
La semejanza del relato de Noé y el de Manú no parece deberse a una simple coincidencia. Es un hecho conocido que en todas las evocaciones del gran diluvio, se atribuye a ciertos personajes elegidos un conocimiento previo de la proximidad de la catástrofe mundial (en este punto, algunos han apuntado la posibilidad de que seres extraterrestres intervinieron para impedir la extinción de la Humanidad en aquel momento trágico).
Según algunos estudiosos, la salida del país condenado de la Atlántida fue realizada en barco y por los aires. De apariencia fantástica, esta teoría se apoya en numerosas tradiciones históricas.
Existe entre los esquimales una curiosa leyenda, según la cual habrían sido transportados al norte glacial por gigantescos pájaros metálicos. ¿No es pasa pensar en la existencia de una especie de aviones en aquella época prehistórica? ¡Qué locura!
Los aborígenes del territorio septentrional de Australia tienen también una leyenda del diluvio y de los hombres-pájaro. Karan, jefe de la tribu, dio alas a Waark y a Weirk cuando “el agua invadió los brazos del mar, cuando el mar ascendió y recubrió el país entero, las colinas, los árboles, en una palabra, todo”. Entonces, el propio Karan levantó el vuelo y se instaló a lo largo de la Luna, observado por los hombres-pájaro.
El canto épico de Gilgamés nos da un cuadro dramático del desastre planetario:
“Una nube negra se elevó de los confines del cielo.
Todo lo que era claro se volvió oscuro.
El hermano no ve a su hermano.
Los habitantes del cielo no se reconocen.
Los dioses temían al diluvio.
Huyeron y ascendieron al cielo de Anu.”
¿Quiénes eran esos habitantes del cielo? ¿Quiénes eran los dioses que temían al diluvio y se refugiaron en los cielos? Si hubieran sido seres etéreos no se habrían sentido aterrorizados por el furor de los elementos. Cabe suponer que estos habitantes no eran otros que los jefes atlantes que tenían ingenios voladores, o incluso astronaves, a su disposición. ¡Una locura!
Busto de Gilgamesh
Según la religión sumeria, el cielo de Anu era la sede de Anu, padre de los dioses. Su significado estaba asociado con las palabras “grandes alturas” y “profundidades”, lo que hoy llamamos “el espacio”. Los hombres del cielo partieron al espacio; tal es nuestra interpretación hoy de este desconcertante pasaje del canto épico.
El libro de Dzyan, recibido hace más de cien años por Helène Blavatsky en un ermita del Himalaya, podría ser una página perdida de la historia de la Humanidad:
“Sobrevinieron las primeras grandes aguas y devoraron las siete grandes islas. Todo lo que era santo fue salvado; todo lo que era impuro fue aniquilado.”
Un antiguo comentario de este libro explica con perfecta claridad el modo en que se produjo el éxodo de la Atlántida.
En previsión de la catástrofe inevitable, el Gran Rey, “de rostro deslumbrante”, jefe de los hombres esclarecidos de la Atlántida, envió sus navíos del aire a los jefes, sus hermanos, con el mensaje siguiente: Levantaos y preparaos, hombres de la Buena Ley, y atravesad la Tierra mientras todavía está seca.
Pero las aguas lo inundaron todo
La ejecución de este plan debió mantenerse secreta a los poderosos y malvados jefes del imperio. Entonces, durante una noche oscura, mientras el pueblo de la Buena Ley se hallaba ya a salvo del peligro de la inundación, el Gran Rey reunió a sus vasallos, escondió su “rostro deslumbrante” y lloró. Cuando sonó la hora, los príncipes embarcaron en vimanas (naves aéreas) y siguieron a sus tribus a los países del este y del norte, a África y a Europa. Entretanto, gran número de meteoritos cayeron en masa, como bolas de fuego, sobre el reino de la Atlántida, donde dormían los “impuros”.
Si bien que, la posibilidad de un éxodo de la Atlántida por vía aérea no debe ser necesariamente aceptada, merece, no obstante, ser objeto de examen profundo y científico.
Es curioso constatar que en la Enciclopedia de los viajes interplanetarios, publicada en la URSS por el profesor N. A. Rynin, una ilustración en la misma refleja a los grandes sacerdotes atlantes elevándose en avión, mientras al fondo, la Atlántida se hunde en los mares.
Los babilonios han conservado el recuerdo de astronautas o de aviadores prehistóricos en la persona de Etana, el hombre volador. El museo de Berlín posee un sello cilíndrico en el que aparece atravesando los aires a lomos de un águila, entre el Sol y la Luna.
Los colonizadores espaciales de las Américas
El continente americano es otra porción del planeta que guarda las misteriosas marcas de lo que parece el pasaje de extraterrestres por la historia: Palenque, el dios Quetzalcóatl, las figuras de Nazca, el candelabro de Paracas, las Piedras de Ica… y tantos otros interrogantes.
“Cuando el doctor Alberto Ruz Lhuiller entró por primera vez al interior de la pirámide de Palenque, ya debía tener la intuición de que encontraría algo muy interesante. Como miembro del Instituto Nacional de Antropología de México, él conocía lo suficiente de la cultura maya para presentir que aquella pirámide en peldaños contenía alguna cosa especial, lo bastante para colocar su nombre definitivamente en los anales del Instituto.
La pirámide de Palenque queda en la entrada de la península de Yucatán, el gran brazo de tierra que separa el golfo de México del mar del Caribe. Palenque forma parte de un gran complejo de ruinas que testimonian la presencia de la civilización maya en el territorio que hoy pertenece a cuatro países: México, Guatemala, Honduras y Belice.
En el día 15 de julio de 1952, Alberto Lhuller (el descubridor de la pirámide de Palenque) y una pequeña expedición científica se aventuraban a penetrar en aquella enorme construcción. He aquí su relato:
“En el día 15, pudimos mover la piedra y entrar en la misteriosa cámara que veníamos procurando tan ansiosamente desde 1949. El momento de trasponer el umbral fue, por cierto, de indescriptible emoción. Yo estaba en una cripta espaciosa, que parecía tallada en hielo, pues tenía paredes cubiertas por una capa calcárea lustrosa, y las numerosas estalactitas que pendían de las bóvedas como cortinas, y las grandes estalagmitas suscitaban la impresión de enormes cilios. Esas formaciones calcáreas eran resultado del agua de lluvia que se filtraba a través de la pirámide durante mil años.”
En las paredes del templo, enormes figuras representaban los guardias del sarcófago. Todos ellos poseían pico de ave y las largas plumas del pájaro místico quetzal, que representaba Quetzalcóatl el dios Venus para los mayas. En el centro del templo, un enorme monolito tapaba un sarcófago inviolado.
Es cierto que han sido encontradas cosas muy extrañas con una antigüedad que no concuerdan con la tecnología existente en aquel tiempo, pero… No se sabe a qué puede obedecer estos extraños hallazgos que no han tenido una explicación dehaciente y autoconsistente en el plano de la ciencia.
Acostumbrado con los grandiosos monumentos de la civilización maya, el doctor Alberto Lhuiller se espantó con el tamaño del sarcófago: “Lo que más me sorprendió en esta cripta fue el enorme monumento que la ocupaba casi toda. Imaginen una piedra horizontal de 3,80 por 2,20 m, esculpida de los lados y en la cara superior, reposando sobre un bloque monolítico cuyos lados son igualmente esculpidos”.
El monolito pesaba seis toneladas y la expedición tuvo que erguirlo con los únicos instrumentos a disposición en el interior de la pirámide: dos macacos de automóvil. Y lo que ellos vieron no los decepcionó.
En el interior del sarcófago había un esqueleto de un hombre de 40 a 50 años, con una máscara de jade y perlas en las manos. Aparentemente, nada había en él de anormal, a no ser el hecho de poseer 1,73 de altura, cuando los mayas nunca pasaban de 1,55 m.
El mayor choque sucedió cuando las linternas iluminaron la laja de seis toneladas que protegía los restos de aquel ser. En aquel monolito de casi 4 m de altura estaba registrada la descripción más explícita, hasta ahora encontrada, de un astronauta de la Antigüedad en el comando de su nave.”
Cualquier cabeza libre de preconceptos puede percibir que aquella laja registra un ser manejando comandos manuales y pedales, mirando a través de un visor en dirección a símbolos celestes. Este ser parece estar instalado en el interior de una nave de características contemporáneas, en la cual existen llamaradas de fuego saliendo de su parte trasera.
En Palenque, Méjico, puede verse el curioso dibujo de un sarcófago extraído de una pirámide descubierta por el arqueólogo Ruz-Lhuillier. Representa, en estilo maya, un hombre sentado sobre una máquina semejante a un cohete que despide llamaradas por un tubo de escape. El hombre está inclinado hacia delante: sus manos reposan sobre una barras. El cono del proyectil contiene gran número de misteriosos objetos que podrían ser parte de su mecanismo. Después de haber analizado numerosos códices mayas, los franceses Tarade y Millou han llegado a la conclusión de que se trata de un astronauta a bordo de una nave espacial, tal como la concebía este pueblo.
Los jeroglíficos existentes en el borde significan el Sol, la Luna y la Estrella Polar, lo que vendría a apoyar la interpretación cósmica. Mas, por otra parte, las dos flechas marcadas sobre la tumba (603 y 663 d. C.) no dejan de generar dudas. Sin embargo, en el caso de que el sacerdote enterrado en la tumba no fuera simplemente un sacerdote astronauta, sino un guardián de la tradición de los “dioses astrales” de la América central, el ornamento podría explicarse como una evocación de viajes espaciales del pasado.
Todo indica que los atlantes llegaron a tener una sociedad de nivel muy elevado.
Si nos sumergimos en historias perdidas en textos muy antiguos, la sorpresa y el asombro están asegurados. Para mi caso también incluyo la fascinación, aunque con cierta reserva. Todas estas historias tienen un origen real que se pasó de generación a generación y, aunque nos puedan llegar alteradas, en los entresijos de esas historias subyace la verdad donde tienen su origen.
Hace muchos años, el doctor Lao-Tsin publicó en un periódico de la ciudad de Shangai un artículo dedicado a su viaje a una extraña región de Asia central. En su pintoresco relato, que prefiguró Horizontes perdidos (James Hilton), este médico describe la peligrosa caminata que realizó por las alturas del Tíbet en compañía de un yogui oriundo de Nepal. En una región desolada, en el fondo de las montañas, los dos peregrinos llegaron a un valle escondido, protegido de los vientos septentrionales y gozante de un clima mucho más cálido que el del territorio circundante.
Este doctor evoca en su relato “la torre de Shambhala” y los laboratorios que provocaron su asombro. Allí, amablemente, además de darles hospitalidad, por su condición de doctor le pusieron al tanto de grandes resultados científicos obtenidos en el valle. También fue testigo, según contaba, de experiencias telepáticas efectuadas a grandes distancias. Decía conocer muchas otras cosas que, haciendo honor a la palabra dada, no podía contar.
La tradición actual cuenta que en Shambhala ocurrieron en el pasado remoto cosas extraordinarias y grandes acontecimientos.
Los mahatmas (grandes sacerdotes de estas comunidades secretas) no quieren ser molestados en su contemplación, y cuando consienten en recibir a visitantes muy especiales es bajo la firme promesa de no revelar lo que allí se les muestre. Un mahatma en una carta, para definir sus actividades, escribió:
“Durante generaciones innumerables, el adepto ha construido un templo con rocas imperecederas, una torre gigantesca del pensamiento infinito, convertida en morada de un titán que permanecerá en ella solo, si es necesario, y únicamente saldrá al final de cada ciclo para invitar a los elegidos de la Humanidad a cooperar con él y contribuir, a su vez, a la ilustración de los hombres supersticiosos.”
El texto fue escrito por el Mahatma Koot Humi en julio de 1.881.
Excepto por la citada ciudad, los Atlantes no solían construir grandes urbes debido a su impacto medioambiental. Según expone Murry Hope en su obra “Practical Atlantean Magic” (1991), sus comunidades eran pequeñas y las casas construidas hace unos 12.000 años eran circulares. El psíquico Dale Walker, por su parte, indica que construyeron grandes torres como faros cerca del mar… Templos de gran belleza llenaban la Tierra. En ellos, la combinación de luz, color, sonido, magnetismo y energías de pensamiento se canalizaban mediante cristales para hacer maravillas en el campo de la Sanación. Este no es el único dato que aporta Walker sobre la forma en que los Atlantes ejercían la medicina.
Esta civilización creció hasta tal punto que disponían de barcos para llegar a casi cualquier punto de la tierra. Tampoco hay que olvidar los mágicos pájaros de plata donde la gente viajaba a través del cielo, a velocidades altísimas. Y más aún, existen indicios de que en la Atlántida había naves espaciales capaces de abandonar la atmósfera terrestre y llegar a la Luna y a otros planetas. Otro campo de la ciencia de la antigua Atlántida, era la posibilidad de crear seres humanos iguales a nosotros y el uso de máquinas mentales subatómicas.
Una tecnología tan puntera tenía que ir inevitablemente acompañada de una medicina muy avanzada. Según él, tenían un pequeño instrumento que cabía en la palma de la mano del paciente y consistía en un cristal con una capucha de cobre en cada extremo: El médico podía leer el color del aura o del campo biomagnético del paciente mediante este cristal y diagnosticar la dolencia, explica Smith.
En este sentido, los informes de J. Z. Knight, convertida en canal del espíritu Atlante Ramtha, son muy elocuentes:
El origen de estas comunidades desconocidas se pierde en el origen de los tiempos. Según toda probabilidad, son nuestros predecesores en el saber de la evolución humana que ordenaron la salida de la Atlántida a los hombres de la Buena Ley.
Es posible que estas colonias secretas conserven todos los documentos y todos los resultados de orden espiritual de la Atlántida, tal como fue en sus días de esplendor, y aunque esa pequeña sociedad no esté representada en las Naciones Unidas, podría ser el único Estado permanente del planeta y el custodio de una ciencia tan vieja como las rocas. Los espíritus escépticos no deben olvidar que los mensajes de los mahatmas se conservan hasta nuestros días en los archivos de ciertos gobiernos.
Los tres dioses más importantes de la India son:
1. Visnú: Protector y restaurador.
2. Brahma: Creador.
3. Shiva: Destructor.
Todos los rincones y pueblos de nuestro mundo tienen encerrados en sus folklores misterios del pasado que apenas dejan asomar una pequeña parte de lo que en el pasado ocurrió. Pensemos por ejemplo en la cantidad de montañas sagradas y de ciudades perdidas que existen en el ancho mundo nuestro.
En la India le atribuyen un carácter divino a las Nanda Davi, Kailas, Kanchenjunga y a otras muchas cumbres que, según ellos, sirven de residencia a los dioses. Se afirma que Siva tiene su sede en el monte Kailas (Kang Rimpoche). Se cuenta también de él que descendió sobre el Kanchenjunga, mientras que la diosa Lakshmi, por el contrario, se elevó hacia los cielos desde la cumbre.
Analizando estos mitos se llega a la conclusión de que por aquellas épocas remotas en que los dioses se mezclaban con los humanos, se producía un tráfico en los dos sentidos a través del espacio. A partir del momento en que se encaminó desde el salvajismo a los rudimentos de la civilización, la Humanidad creyó en la existencia de dioses poderosos y bienhechores. De alguna manera debían buscar el equilibrio y la fuerza necesaria para sobrevivir en aquellos peligrosos tiempos; había que creer en algo.
¿En qué lugar del Monte Olimpo vivían los dioses?
En la antigua Grecia se consideraban el Parnaso y el Olimpo como los lugares en que moraban los dioses. De la Mitología griega ¿qué os puedo contar? para eso está nuestro amigo Odiseo, un gran experto en esos temas que dejan al descubierto la inmensa imaginación de aquellos griegos que tenían dioses y diosas para todo y para todos. Su imaginación era desbordante.
El arte hermético, los principios de la alquimia, su historia y los contactos de la alquimia con la ciencia moderna. Los alquimistas licenciados por la universidad de Montpellier en el s. XIII, Alberto Magno, Arnau Vilanova y Raimundo Lulio, Roger Bacon y más tarde Michael de Nostre-Dame (más conocido por su pseudónimo Nostradamus), Rebelais y Erasmo, además de médicos árabes y judíos, todos ellos adictos a la filosofía hermética, y todos interesados por la alquimia y las transmutaciones metálicas.
Más tarde me topé con la física que me enlaza directamente con las matemáticas (que por desgracia no domino), la biología, la astronomía, la astrología y la cosmología, en fin, con todo lo que realmente importa, la vida misma y el universo.
Antes de llegar a la física pasé por innumerables recorridos del sabor humano: los clásicos griegos, los filósofos, Platón, Sócrates, Aristóteles, pero sin dejar a Kepler y Galileo, ni tampoco a Newton y Darwin. Mi avidez de saber era ilimitada y más de una noche, sobre las 3 ó las 4 de la madrugada, mi madre apagaba la luz de mi mesita de noche y cerraba el libro abierto sobre mi pecho o caído en el suelo. El sueño me impedía seguir; además, muy temprano había que cumplir en el trabajo. ¡Qué tiempos!
Alternaba las matemáticas comerciales y la contabilidad con mi preparación a las oposiciones, como Diplomado en Derecho Tributario para obtener el título de gestor administrativo; dos pruebas en Madrid, una escrita, la segunda, y otra oral, la primera. Después, vinieron otras muchas para conseguir otros títulos que me dejaran trabajar como exigiá el reglamento.
Camile Flammarión
Pero entre libros de estudios y ratos libres, nunca dejaba otras clases de lecturas como a William Shakespeare, Dante, Goethe, Descartes, Beltran, Rusell, Flanmarion, Julio Verne, Voltaire, Isaac Asimov, y en realidad, todo lo que pillaba, hasta tostones de Homero como la Iliada y la Odisea o los de docenas de clásicos, tanto rusos como de otras nacionalidades que caían en mis manos. De los siete sabios de Grecia a los pensadores Buda o Confucio; todo para mí era saber más cosas.
Ahora recuerdo, y no tengo más remedio que reírme, que teniendo media novia aficionada a las plantas me leí un tratado de plantas de interior para poder prestarle ayuda y ofrecerle mis conocimientos. Cuando nos encontramos, muy de tarde en tarde, nos abrazamos con cariño.
Leí a Euclides y sobre los elementos (Autólico de Pitania), obra de la que se editaron bastantes ediciones (1.296 – 1.482 y otras) y la edición de Ratdolt que fue uno de los más bellos de los primeros libros científicos editados impresos y por los que me interesé en su momento.
Arquímedes pensativo. Óleo sobre tela del pintor Domenico Fetti (1620). Galeria en Dresde. a misma imagen la he visto en alguna otra parte y, el personaje era Aristarco de Samos y no Arquímedes de Siracusa. Aristarco fue el primero en anunciar que el Sol era el Centro de todo y los planetas giraban a su alrededor. Nadie escuchó lo que vativcinó y, algunos siglos más tarde, llegaría Copérnico a ponerse aquella medalla.
Fidias, Arquímedes, Alejandría o Siracusa eran para mí nombres muy familiares. He leído sobre la esfera y el cilindro, sobre la medida del círculo, sobre conoides y esferoides, sobre las espirales, cuadratura de la parábola, sobre los cuerpos flotantes y el Método, obras irremisiblemente perdidas y reconstruidas parcialmente mediante complejas estructuraciones de restos que, seguramente, dieron como resultado un híbrido de distintos autores posteriores que se basaban en el texto original.
También captó mi atención Ptolomeo y su gran síntesis astronómica, Copérnico y su mundo astronómico y, desde luego, me empapé de la civilización romana, guardián de la herencia griega y de su mitología. La Gran Enciclopedia Científico-Técnica de Cayo Plinio segundo, llamado “el Viejo” que reunió el legado de todos los antepasados y recogió el saber para evitar su pérdida.
Todas estas cuestiones me interesaron y de ellos me empapaba con la avidez y la curiosidad sin límite de un niño.
Pérgamo, (actual Turquía), 129 d. de C. – id., 216 d. de C.
Médico y filósofo griego. El pensamiento de Galeno ejerció una profunda influencia en la medicina practicada en el Imperio Bizantino, que se extendió con posterioridad a Oriente Medio, para acabar llegando a la Europa medieval, que pervivió hasta entrado el siglo XVII.
Educado como hombre de letras, a los dieciséis años Galeno decidió orientar su actividad al estudio de la medicina. Con este objeto viajó a Esmirna y finalmente a Alejandría, para regresar de nuevo a Pérgamo en el año 157, donde ejerció de médico de la tropa de gladiadores. En el 162 Galeno se trasladó a Roma, donde pronto se hizo célebre por las curas practicadas a miembros de familias patricias que con anterioridad habían sido desahuciados, así como por el empleo de una elocuente retórica en discusiones de carácter público. Galeno fue médico de los emperadores Marco Aurelio, Cómodo y Septimio Severo, antes de volver de nuevo a Pérgamo, donde murió en el 216.
Los datos de un historiador a otro no siempre coinciden y, como podeis leer abajo, las fechas son distintas ala de arriba para la describir la misma cosa.
Galeno (129 – 194) es el médico más famoso de la antigüedad. Nació en Pérgamo, hoy en la Turquía occidental. Miembro de una familia de la clase alta urbana del helenismo romano, fue médico de cuatro emperadores. En sus trabajos se apoyó en las enseñanzas de Hipócrates y Aristóteles, pero aportó sus propias ideas.
El siglo XVI vio una revolución científica con Vesalio y Copérnico.
No existe, como frecuentemente oímos o leemos, una época oscura en la historia de la Humanidad que va de los romanos de los primeros siglos de la era cristiana a los europeos del siglo XVI. Lo que hay es ignorancia de que existan otras culturas y civilizaciones de las que llamamos cultura occidental desconocida.
Había otros mundos científicos, tecnológicos y filosóficos de saberes acumulados en el orbe árabe.
Muhammad Ibn Musa al-Khwarizmi
Se realizaron avances en la teoría Ptolomaica y en la astronomía empírica en los observatorios musulmanes. Por ejemplo, los astrónomos islámicos desarrollaron un tipo de tabla astronómica llamada la tabla Zij, en las que se listaban los movimientos medios y posiciones reales de los cuerpos celestes al igual que información sobre el calendario relacionada con las salidas y puestas del sol y de la luna. Estas tablas estaban basadas en observaciones griegas, indias e islámicas. De especial influencia fue la Zij desarrollará por el matemático y astrónomo de Bagdad, Muhammad Ibn Musa al-Khwarizmi alrededor del año 840. Esta tabla fue uno de los primeros documentos de la astronomía musulmana en ser traducido, y en circular ampliamente en Europa occidental.
(Un retrato del eminente geógrafo Estrabón, quien desconfiaba de los relatos de Píteas y sus pretendidos descubrimientos)
Así, los exploradores del saber se encontraron con nombres como el del matemático y geógrafo Mamad Ibn Musa al-Iwarizmi (800 – 847), del que procede la voz algoritmo, el químico y médico al-Razi (865 – 925), el físimo Ibn al-Hatham, Alhazen (965 – 1.038), el matemático al-Biruni (973 – 1.048), el médico Ibn Sina, Avicena (980 – 1.037), el astrónomo al-Zangali, Azarquiel (1.029 – 1.087) o el médico Ibn Rushd, Averroes (1.126 – 1.198), que si la historia hubiese seguido otros caminos acaso habrían figurado de manera prominente en muchos lugares destacados de la historia.
Bueno, como es mi costumbre, mi mente me la jugó de nuevo; estaba hablando de Copérnico y Vesalio. Sin querer, me acordé de la “oscuridad” de la edad media y no pude evitar el nombrar a personajes que, en otra parte del mundo, brillaban con luz propia.
De Nicolás Copérnico, cualquier interesado en la ciencia, como los lectores que aquí forman comunidad, poco les puedo contar que no sepan ellos. El prsonaje ha llenado muchas páginas y, desde luego, sin quitarle el mérito de haber recuperado las ideas de Aristarco de Samos, posibilitó que el mundo viera con otros ojos lo que era nuestro sistema solar.
En 1.543, el año en el que se publicaron libros (dos) que terminarían convirtiéndose en dos clásicos de la ciencia: De Revolutionibus Oebium Coelestium, de Nicolás Copérnico, y De Humani Corporis Fabrica, de Andreas Vesalio, aunque ninguno de los dos supo nunca desembarazarse de las cargas doctrinales de las disciplinas a las que se referían, Vesalio de Galeno y Copérnico de Aristóteles. Pero ambos, en sus respectivos campos, marcaron una época, un antes y un después.
No me parece oportuno continuar reseñando aquí sus biografías, y con los mencionado lo dejo. Mejor comento algo sobre Tycho Brahe (1.546 – 1.601) y Johannes Kepler (1.571 – 1.630).
Tycho era noble, rico y poderoso, y no seguía las ideas copérnicas. Kepler era de origen humilde, ferviente copérnico, siempre buscando (no con demasiado éxito) el amparo de reyes y aristócratas, no ya para poder trabajar en la ciencia que amaba, sino para simplemente vivir, alimentarse él y su familia, y sin embargo, a los ojos de la historia ambos constituyen un dúo inamovible. No fue porque compartiesen logros científicos, sino porque Brahe hubiera sido, acaso, mucho menos conocido para la posteridad de no haber sido por la relación, breve pero intensa, que mantuvo con Kepler, y porque éste seguramente no habría podido producir lo que fueron sus joyas científicas más preciosas sin acceder a los datos de las observaciones (en especial las de la trayectoria de Marte) de Brahe, el observador astronómico más importante en la era anterior a la invención del telescopio.
Brahe, con la ayuda del rey Federico II, construyó un centro astronómico: uraninburgo, en la isla Hveen de Dinamarca. Le sucedió al frente del mismo su ayudante en Praga J. Kepler que pronto, haciendo uso del material acumulado y sus propias investigaciones, publicó Astronomia Nova en el año 1.609, donde presentaba sus dos primeras leyes del movimiento planetario. En 1.619 publicó Harmonices Mundi y su tercera ley.
Haciéndola coincidir con el cuarto centenario de la aparición de Sidereus nuncius (El mensajero sideral), un tratado corto escrito por Galileo, el primer texto científico basado en observaciones astronómicas realizadas con un telescopio, un libro que se considera el origen de la moderna astronomía y la causa del colapso de la teoría geocéntrica sostenida desde los tiempos de Aristóteles y Ptolomeo, John Heilbron, profesor emérito de Historia de la Ciencia en Berkeley, ha publicado la última biografía de Galileo Galilei (Galileo, Oxford University Press, 2010).
La primera biografía del astrónomo, filósofo, matemático y físico pisano fue publicada diez años después de su muerte por el poeta y político galés Thomas Salusbury como parte de una ambiciosa edición de sus obras completas. Para no ser menos, el último discípulo y amanuense de Galileo, Vincenzo Viviani, planeó la propia biografía de su maestro, una obra que nunca concluyó. Discípulo fiel, Viviani retrató a su maestro como un genio del Renacimiento a la manera del gran Miguel Ángel Buonarroti, fallecido el mismo año (1564) del nacimiento de Galileo. Para ensalzarlo, Viviani no dudó en escribir un relato muchas veces ficticio que ha sido el origen del imaginario que rodea al científico de Pisa: la dudosa afirmación de que descubrió el isocronismo del péndulo observando el balanceo de una lámpara en la catedral de Pisa o la leyenda de que dejó caer una bola de cañón y otra de madera desde la torre inclinada para demostrar a la ciencia oficial que dos objetos de pesos diferentes caen a la misma velocidad con independencia de su peso.
Veronica Franco por Tintoretto
Sin abandonar los cánones historiográficos más estrictos, los episodios en los que Heilbron deja volar su imaginación para reconstruir una historia imaginaria son originales y muy esclarecedores. Por mencionar algún ejemplo, en las biografías anteriores Marina Gamba es despachada como la amante de Galileo y la madre de sus tres hijos ilegítimos. Heilbron evita esos manidos retratos unidimensionales y se basa en los estudios históricos sobre la veneciana Verónica Franco -una de las cortesanas más célebres del Renacimiento italiano, la época más caliente, carnal y espléndida para esa profesión-, para elucubrar sobre las cualidades que Marina pudo poseer para lograr la atención del célebre Galileo. Heilbron cree que Marina pertenecía a la elite de las “oneste cortigiane” (cortesanas honestas), que procedía de una familia veneciana de “cittadini originari” (una especie de clase social entre la aristocracia y la plebe) y que poseía no solo las cualidades corporales imprescindibles para su profesión, sino también intelectuales. Verónica Franco fue una reconocida poetisa petrarquista, lo que da pie a Heilbron para imaginar que Marina ofreció a Galileo «no sólo la belleza física, sino también su talento musical y su refinado gusto por la buena poesía.»
Y así sabemos algo más de Galileo Galilei (1.564 – 1.642); la antítesis, en cuanto a estilo literario y método científico, de Kepler. Si este es, cuando se lee, la oscuridad, Galileo es la luz. Con él la fuerza de las ideas copérnicas se hizo tan patente que terminaría desencadenando acontecimientos sociales que arrastrarían con ellos al propio físico de Pisa.
Sus observaciones sacaron a la luz las deficiencias del universo aristotélico-ptolemaico. El que Galileo realizara tales observaciones resulta, en principio, sorprendente, ya que era un físico y su preocupación estaba centrada en el estudio del movimiento, por encontrar las leyes que regían fenómenos como la caída de un cuerpo esférico por un plano inclinado o el tiempo que tarda un péndulo en batir, y no un astrónomo. Sin embargo, todo cambió, su vida y a la postre, en más de un sentido, el mundo, cuando conoció la existencia de lentes (telescopios) que agrandaban las imágenes de objetos lejanos.
Construyó su propio telescopio que enfocó hacia la Luna y descubrió todas sus irregularidades con sus montañas y abismos, lo que describió en su libro Siderus Nuncius (1.610). Ese mismo año estudió Júpiter y detectó 4 satélites y otras muchas cosas. Galilio adquirió una importante notoriedad.
En 1.632 se convirtió en una leyenda con la publicación de su obra inmortal, Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo, ptolemaico y coperniano, una obra maestra de la literatura científica. Escribió otros grandes libros y, en controversia con la Iglesia, finalizó sus días en arresto domiciliario, ya que la Iglesia negaba el movimiento del mundo alrededor del Sol.
René Descartes
Cuando antes me refería de pasada a mis lecturas, nombré a René Descartes (1.596 – 1.650), una de las grandes figuras del pensamiento de todos los tiempos. Casi todos le conocen por su condición de filósofo, pero se olvidan de que también contribuyó con su talento en el campo de las matemáticas, fisiología y física (especialmente en la dinámica, óptica, meteorología y astronomía), formando parte de la historia de esas disciplinas.
Según sus propias palabras, purificó el alberga, “desembarazándola” de “los múltiples números e inexplicables figuras que la abruman”. Sin duda, la aplicación más conocida de este enfoque fue en la geometría, con las coordenadas cartesianas, o geometría analítica, que presentó en La Géométrie, que apareció – junto a La Dioptrique y Les Météores – como uno de los apéndices de su obra más conocida, Discours de la Méthode (1.637).
Descartes, podemos decir sin ningún temor a equivocarnos que es merecedor de toda nuestra admiración, y con él (como con otros muchos) siempre estaremos en deuda.
Me he podido adaptar (mentalmente) en todas mis lecturas a la época del autor, en el tiempo en el que escribió el texto que ahora, muchos años después, podemos leer. Así, se puede comprender mejor lo que estamos leyendo, y sobre todo, resulta más fácil la simbiosis con el autor; lo que nos dice fluye dentro de nuestra mente con diáfana sencillez.
Es curioso observar la evolución de nuestros pensamientos, que a medida que adquirimos conocimientos, se van asentando en niveles superiores capaces de procesar en cada momento aquello que necesitamos, y para ello, obtiene múltiples y diversos datos que reúne en un todo para que exprese aquello que deseamos decir.
Nuestras mentes, irremisiblemente unidas al Universo, evolucionan con él
Llegará un día (si antes no lo estropeamos), en que la evolución nos llevará a convertirnos en pura energía pensante, seremos todo luz que, confundidos con el universo del que formamos parte, habremos completado el ciclo. Sabemos que nuestro origen está en las estrellas; allí nacieron los componentes de nuestros cuerpos, elementos complejos creados a partir de explosiones de supernovas. Desde allí hemos realizado un recorrido largo hasta llegar a ese punto del camino en el que fuimos conscientes de nuestro SER. Ahora continuamos (en un período joven aún) evolucionando para que, en algunos eones, podamos alcanzar la meta que nos aguarda.
Parece mentira que para algunos de nosotros, el tiempo que estamos aquí (lo que duran nuestras vidas) resulte largo o corto en función de la forma de pensar y de ver la vida, es verdad aquello que dicen algunos sabios en relación a nuestras mentes: Cada uno de nosotros creamos nuestra propia realidad del mundo que, no siempre, coincide con la verdadera realidad.
¡Ah! Se me olvidaba, aún nos quedan algunos Diluvios que vendrán.
¡Qué historias! ¡Qué personajes! ¿No os fascina poder tener toda aquella información de lo que fue?
emilio silvera