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¿Planetas como la Tierra? ¡Miles de millones!

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Noticias    ~    Comentarios Comments (0)

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Ciencia-ABC

 

La NASA descubre diez nuevos planetas que podrían albergar vida

 

El telescopio espacial Kepler ha detectado 219 candidatos a exoplanetas, diez de ellos de tamaño similar a la Tierra y en la zona de habitabilidad de sus estrellas

Estos diez exoplanetas están a una distancia de sus estrellas que les permite tener agua en superficie, siempre y cuando su atmósfera sea adecuada

Estos diez exoplanetas están a una distancia de sus estrellas que les permite tener agua en superficie, siempre y cuando su atmósfera sea adecuada – NASA/JPL-Caltech

La NASA ha ampliado este lunes su catálogo de exoplanetas, planetas situados en estrellas más allá del Sol, con la publicación de 219 nuevos cuerpos. Tal como anunció la agencia espacial estadounidense, en una rueda de prensa celebrada en el Centro Ames de Investigación, en California (EE.UU.), diez de estos 219 exoplanetas podrían tener una temperatura compatible con la presencia de agua en superficie y, por tanto, algunas de las condiciones necesarias para albergar vida.

Con esta ampliación, la NASA elevó hasta 4.034 el número de posibles exoplanetas descubiertos por el telescopio espacial Kepler, 50 de los cuales parecen tener un tamaño similar a la Tierra y podrían tener agua en superficie. Sin embargo, todos estos son solo candidatos a exoplanetas hasta que nuevas observaciones confirmen su presencia. Hasta el momento, solo se ha verificado la existencia de 2.335 exoplanetas, y solo 30 de estos podrían albergar agua.

Dos poblaciones de planetas

 

 

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El catálogo se ha elaborado gracias a cuatro años de observaciones llevadas a cabo por el telescopio espacial Kepler en una pequeña franja del cielo de la constelación del Cisne. Estas últimas observaciones son muy relevantes para comprender cómo es el «vecindario» de los planetas de la Vía Láctea. Gracias a ellas, se sospecha que la mitad de los exoplanetas pequeños son rocosos y normalmente tienen un tamaño un 75 por ciento mayor que el de la Tierra. La otra mitad está formada por planetas gaseosos, que capturan importantes cantidades de helio e hidrógeno del espacio y que resultan ser un poco más pequeños que Neptuno.

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«Comprender la frecuencia de los planetas en la galaxia ayudará a diseñar las futuras misiones de la NASA para buscar directamente otra Tierra», dijo Mario Pérez, científico de la División Astrofísica del Directorado de Misiones Científicas.

De hecho, tal como dijo Susan Thompson, investigadora del telescopio Kepler y científica del Instituto de Búsqueda de Vida Inteligente (SETI), «este cuidadoso catálogo es el primer paso para contestar directamente a una de las preguntas más importantes de la astronomía: ¿cuántos planetas como la Tierra hay en la galaxia?».

Zoología de planetas

 

Para lograr responder a esta pregunta, los científicos usaron el telescopio del Observatorio Keck (en Hawái, EE.UU.) para medir el tamaño de 1.300 estrellas situadas en el campo de visión de Kepler. Después estimaron el radio de 2.000 exoplanetas con una precisión exquisita.

«Nos gusta pensar que estamos clasificando planetas de la misma forma en que los biólogos identifican nuevas especies de animales», dijo Benjamin Fulton, primer autor del estudio que ha analizado la composición de la población de los exoplanetas. «En este sentido, descubrir dos grupos distintos de exoplanetas es como descubrir que los mamíferos y los lagartos pertenecen a dos ramas distintas de un árbol familiar».

Esta es la octava actualización del catálogo de Kepler, y ha sido elaborado gracias a un nuevo procesamiento de los datos recogidos durante cuatro años de trabajo.

Cuando un planeta tapa a su estrella

 

 

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El telescopio espacial Kepler es capaz de detectar nuevos planetas por medio de tránsitos, que son un fenómeno que ocurre cuando el brillo de las estrellas desciende sutilmente (cerca de un uno por ciento) cuando un planeta pasa delante de ellas. Cuando esto pasa periódicamente, y siempre teniendo en cuenta el tipo de estrella que se observa y el tamaño que tiene, los astrónomos pueden estimar la duración de las órbitas de los planetas, y por tanto su composición y tamaño. Sin embargo, en muchos casos es necesario esperar años hasta poder confirmar que las estimaciones hechas realmente se cumplen.

Actualmente, el telescopio espacial Kepler está observando otra región del cielo, en la que busca exoplanetas, explora cúmulos estelares o recopila información de Trappist-1, el interesante sistema solar con siete planetas de tamaño parecido a la Tierra.

Posible aspecto de un exoplaneta de Trappist-1. Hasta que no se analice la atmósfera de uno de estos planetas, imágenes como esta son meras elucubraciones

 

Posible aspecto de un exoplaneta de Trappist-1. Hasta que no se analice la atmósfera de uno de estos planetas, imágenes como esta son meras elucubraciones- NASA/JPL-Caltech
 

 

Entender la composición de la población de exoplanetas en las estrellas vecinas es el primer paso para cartografiar la Vía Láctea. Pero si se quiere averiguar más sobre si es posible encontrar vida más allá de la Tierra, resulta fundamental analizar las atmósferas de los exoplanetas, puesto que estas son cruciales para decidir si esta podrá existir allí o no.

La atmósfera es la causante de que haya vida en la Tierra pero no en Marte (un frío desierto) ni en Venus (un auténtico infierno), aunque los tres planetas estén en la zona de habitabilidad del Sol, en la que teóricamente sería posible encontrar agua líquida en superficie.

Por delante queda una tarea ingente. Solo un pequeño porcentaje de los planetas existentes pueden ser detectados a través de tránsitos, que ocurren cuando la órbita sitúa a los planetas entre la Tierra y sus estrellas, pero otros muchos no tapan a sus estrellas y no pueden ser detectados. En este sentido, aunque es difícil hacer estimaciones, se considera que solo en la Vía Láctea debe de haber decenas de miles de millones de planetas de tamaño similar a la Tierra.

¿Debemos nuestra existencia a los Neutrinos?

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Publicado: El País

 

 

                                                 Detector de neutrinos de Daya Bay.

Con solo tres tipos de partículas diferentes: el electrón y los dos quarks que forman los protones y neutrones, tenemos los ladrillos necesarios para construir y describir toda la materia que nos rodea, desde las estrellas hasta los animales y plantas de la Tierra. Sin embargo, hay un cuarto tipo de partícula elemental con propiedades muy diferentes a las anteriores: el neutrino.

Su nombre viene del italiano “neutron bambino” y ya nos da idea de qué le distingue de las otras partículas elementales. Es neutro, sin carga eléctrica y con interacciones extremadamente débiles con el resto de la materia. También es increíblemente ligero. De hecho, la masa de los neutrinos es tan pequeña que no ha podido medirse directamente aún. Sólo sabemos que debe ser menor que una millonésima parte de la masa del electrón, la siguiente partícula más ligera que conocemos. Estas dos propiedades hacen que los neutrinos sean más de mil millones de veces más numerosos que todos los átomos del Universo pero que, al mismo tiempo, apenas podamos detectar su presencia.

 

 

 

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El premio Nobel de física 2015 ha sido concedido a Takaaki Kajita y Arthur McDonald por “el descubrimiento de las oscilaciones de neutrinos que demuestran que los neutrinos tienen masa”.

Los neutrinos existen en tres “sabores” o especies que determinan sus interacciones con el resto de partículas. La “oscilación de neutrinos” es un fenómeno mediante el cual estos tres “sabores” de neutrino se transforman unos en otros simplemente en vuelo, “oscilando” entre los tres tipos. Los neutrinos, como el resto de las partículas en el contexto de la física cuántica, son descritos como ondas. Y como las ondas en el agua, se pueden superponer unas con otras, dando lugar a nuevas combinaciones. Pues bien, estos tres “sabores” de neutrinos corresponden a tres superposiciones diferentes de ondas.

 

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Su nombre viene del italiano “neutron bambino”  Diagrama del detector ALEPH mostrando la existencia de tres generaciones de neutrinos ligeros.

Si estas ondas viajaran todas igual, simultáneamente, la superposición nunca cambiaría y no habría oscilaciones. Pero si los neutrinos asociados a estas ondas tienen masa, y sus masas son diferentes, cada onda se propaga con velocidad diferente y la superposición entre ellas, el “sabor”, cambia con el vuelo del neutrino. Por eso, la observación de la oscilación de los sabores de neutrinos implica que éstos deben tener masa, aunque sea tan pequeña que aún no la hemos podido determinar de forma directa.

El simple hecho de que estas partículas tengan masa nos obliga a replantear nuestro entendimiento de la física con la que explicamos y describimos la materia, que solo predecía neutrinos sin masa. Aunque el resto de partículas también son masivas, y con masas mucho mayores, el carácter especial de los neutrinos de nuevo podría esconder sorpresas. Por ejemplo, su carácter neutro, hace que la línea que distingue partículas de antipartículas, materia de antimateria, se desdibuje para los neutrinos.

Las antipartículas son partículas producidas en laboratorios y de forma natural en la atmósfera terrestre, idénticas en todo a su partícula asociada, excepto en su carga, que es opuesta. Así el positrón, la antipartícula del electrón, es idéntica a éste pero con carga positiva en vez de negativa.

 

 

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Los neutrinos son más de mil millones de veces más numerosos que todos los átomos del Universo pero, al mismo tiempo, apenas podemos detectar su presencia

 

Aún es un misterio el por qué nuestro Universo está formado por materia si partículas y antipartículas se producen y destruyen juntas en la mayoría de procesos conocidos. En algún momento se debió crear un exceso de materia sobre antimateria para poder crear galaxias, estrellas, planetas y personas. Pero quizá los neutrinos tengan la respuesta. Al no tener carga, sería posible que, igual que los neutrinos oscilan entre “sabores”, su masa también permitiera a neutrinos oscilar en antineutrinos, rompiendo la barrera entre partículas y antipartículas y plantando la semilla del exceso de materia en el Universo al que, a la postre, debemos nuestra existencia. ¿Quizá un futuro premio Nobel nos de la respuesta?

Enrique Fernández es investigador Ramón y Cajal del departamento de Física Teórica de la UAM y miembro del Instituto de Física Teórica UAM-CSIC.

Un final para una gran misión

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8 cosas sobre Saturno que quiza no sabias

La sonda Cassini se aproxima a su ‘Gran Final’ en Saturno

Se adentrará entre el planeta y sus anillos para acabar desintegrada en la atmósfera del gigante gaseoso

 

 

 

 

La sonda Cassini y Saturno

Desde que en octubre del año 1997 fuera lanzada la sonda Cassini, hasta que el 15 de septiembre de 2017 se destruya, habrán pasado 20 años. Durante ese tiempo ha sido la primera nave que ha orbitado en Saturno, ha retratado el planeta y sus anillos, las lunas Titán y Encélado, buscando la presencia de vida y ayudando a resolver innumerables misterios.

MÁS INFORMACIÓN

 

 

Resultado de imagen de La Sonda Cassini Huygens

 

La nave no tripulada Cassini-Huygens fue lanzada por un cohete Titán 4B y con un peso de 5.670 kilogramos ha recorrido más de 3.500 millones de kilómetros. Cassini llegó a Saturno en el año 2004, y se convirtió en el primer satélite artificial tras una larga maniobra, enviando valiosa información desde que entró en órbita.

En noviembre de 2016 la sonda Cassini empezó a cambiar el rumbo, con el objetivo de sobrevolar el polo norte de Saturno y el anillo más alejado del planeta. A partir de abril de 2017, la nave se ha ido acercando a Titán para aprovechar su empuje gravitatorio y adentrarse en el espacio entre el anillo más interno y el planeta, una extensión de unos 2.400 kilómetros de ancho, realizando 22 órbitas, cada una con una duración de seis días, y acercándose como nunca se había llegado al sexto planeta del Sistema Solar. La información que consiga, según ha explicado la NASA, puede responder a grandes preguntas sobre Saturno, cuál es su estructura interna, cuánto dura un día en el planeta, a qué velocidad gira su núcleo, y cuándo se formaron sus anillos. Será la primera ocasión en la que se van a analizar partículas de hielo de los anillos principales y las capas externas de la atmósfera.

 

 

Resultado de imagen de La Sonda Cassini Huygens

 

 

 

 

El próximo 11 de septiembre realizará su último sobrevuelo, que se ha dado en llamar el ‘beso de despedida’, y que servirá para encaminar a Cassini hacia su desintegración en la atmósfera de Saturno cuatro días más tarde. En estos momentos el combustible se está agotando, y se intenta evitar que sus restos contaminen los lagos de Titán o los mares de Encélado, porque se han descubierto géiseres con compuestos químicos esenciales para sustentar microbios.

Entre la información que ha enviado la sonda, destacan unas fotografías que muestran las vistas de la descomunal tormenta hexagonal que reina en el polo norte del planeta y las imágenes de mayor resolución que se hayan tomado de Pandora, la luna de 84 kilómetros de diámetro en el anillo exterior. También datos publicados sobre el lado nocturno de Titán presenta entre 10 y 200 veces más luz que su lado diurno, los científicos creen que podría deberse a la eficiente difusión frontal de la luz solar por la extensa neblina de su atmósfera, un comportamiento que en nuestro Sistema Solar solo presenta Titán.

Cassini llega al final de su viaje, pero hasta el momento de su desintegración nos seguirá transmitiendo lo que pasa tan lejos de la Tierra.

Buenas Noticias sobre los Bosques y el Dióxido de Carbono

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Un nuevo estudio dirigido por la NASA muestra que los bosques tropicales pueden estar absorbiendo mucho más dióxido de carbono que lo que pensaban muchos científicos, en respuesta al aumento de los niveles atmosféricos de los gases de efecto invernadero. El estudio estima que los bosques tropicales absorben 1.400 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono de una absorción global total de 2.500 millones (más de lo que es absorbido por los bosques de Canadá, de Siberia y de otras regiones del norte, llamados bosques boreales).

“Esta es una buena noticia, porque la absorción en los bosques boreales ya se está frenando, mientras que los bosques tropicales pueden seguir absorbiendo carbono durante muchos años más”, dijo David Schimel, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, ubicado en Pasadena, California. Schimel es el autor principal de un trabajo sobre la nueva investigación, que aparece en línea en Proceedings of the National Academy of Sciences (Registros de la Academia Nacional de Ciencias).

Resultado de imagen de Los Bosques Tropicales

Los bosques y otra vegetación en tierra actualmente eliminan hasta el 30 por ciento de las emisiones humanas de dióxido de carbono de la atmósfera durante la fotosíntesis. Si la tasa de absorción fuera más lenta, la tasa de calentamiento global a su vez se aceleraría.

El nuevo estudio es el primero en idear una forma de hacer comparaciones del tipo “manzanas con manzanas” respecto de los cálculos de dióxido de carbono de muchas fuentes en diferentes escalas: modelos informáticos de procesos del ecosistema, modelos atmosféricos llevados hacia atrás en el tiempo para deducir las fuentes de las concentraciones actuales (llamados modelos inversos), imágenes satelitales, datos de parcelas de bosque experimental y mucho más. Los investigadores conciliaron todos los tipos de análisis y evaluaron la exactitud de los resultados tomando como base cuán bien reprodujeron las mediciones independientes hechas en tierra. Obtuvieron así su nueva estimación de la absorción del carbono tropical de los modelos que ellos determinaron eran los más confiables y verificados.

“Hasta nuestro análisis, no se había llevado a cabo con éxito una conciliación global de la información sobre los efectos del dióxido de carbono de las comunidades relacionadas con la atmósfera, la silvicultura y los modelos”, dijo el coautor Joshua Fisher, del JPL. “Es increíble que todos estos tipos de orígenes de datos independientes empiecen a converger en una respuesta”.

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                                                           Los bosques tropicales

La pregunta sobre qué tipo de bosque es el que absorbe la mayor cantidad de carbono “no es sólo una curiosidad contable”, señaló el coautor Britton Stephens, del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica (National Center for Atmospheric Research, en idioma inglés), ubicado en Boulder, Colorado. “Tiene grandes implicaciones para poder comprender si los ecosistemas terrestres globales podrían seguir compensando nuestras emisiones de dióxido de carbono o podrían comenzar a agravar el cambio climático”.

A medida que las emisiones causadas por los seres humanos agregan más dióxido de carbono a la atmósfera, los bosques en todo el mundo lo utilizan para crecer más rápidamente, reduciendo así la cantidad que permanece en el aire. Este efecto se denomina fertilización carbónica. “En igualdad de condiciones, el efecto es más fuerte a temperaturas más altas, lo que significa que será mayor en los trópicos que en los bosques boreales”, expresó Schimel.

Pero el cambio climático también disminuye la disponibilidad de agua en algunas regiones y hace que la Tierra se caliente, lo que da lugar a incendios forestales más frecuentes y más grandes. En los trópicos, los seres humanos agravan el problema con la quema de madera durante la deforestación. Los incendios no sólo detienen la absorción del carbono al matar los árboles, sino que también arrojan grandes cantidades de carbono a la atmósfera mientras la madera se quema.

Durante alrededor de 25 años, la mayoría los modelos climáticos informáticos han mostrado que los bosques de latitudes medias del hemisferio norte absorben más carbono que los bosques tropicales. Ese resultado se basó inicialmente en lo que se conocía sobre los flujos globales de aire y en los datos limitados que sugerían que la deforestación hacía que los bosques tropicales liberaran más dióxido de carbono que el que estaban absorbiendo.

A mediados de la década de 2000, Stephens utilizó mediciones del dióxido de carbono llevadas a cabo desde algunas aeronaves con el fin de mostrar que muchos modelos climáticos no representaban de manera correcta los flujos de carbono por encima del nivel del suelo. Los modelos que coincidían con las mediciones hechas por los aviones fueron los que mejor mostraron la mayor absorción de carbono en los bosques tropicales. Sin embargo, aún no había suficientes conjuntos de datos globales como para validar la idea de una gran absorción por parte de los bosques tropicales. Schimel dijo que su nuevo estudio sacó ventaja de una gran cantidad de trabajo que otros científicos han realizado desde el trabajo de Stephens para reunir datos nacionales y regionales de varios tipos con el propósito de formar conjuntos de datos y convertirlos en datos contundentes y globales.

Schimel señaló que su trabajo concilia los resultados en todas las escalas, desde los poros de una sola hoja, donde la fotosíntesis se lleva a cabo, hasta todo el planeta Tierra, a medida que el aire mueve el dióxido de carbono alrededor del globo. “Lo que habíamos tenido hasta este trabajo era una teoría de la fertilización con dióxido de carbono basada en fenómenos a escala microscópica y observaciones a escala mundial que parecían contradecir esos fenómenos. Aquí, al menos, hay una hipótesis que proporciona una explicación coherente que incluye lo que conocemos del funcionamiento de la fotosíntesis y lo que está pasando a escala planetaria”.

 

LO que pasará mañana

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  • Para la década de 2030.

 

  • El volcán Arsua Mons de Marte
  • SEGÚN UN ESTUDIO

    La Nasa revela que un volcán de Marte estuvo activo cuando en la Tierra había dinosauriosLa última actividad volcánica del Arsia Mons cesó hace sólo unos 50 millones de años, alrededor de la extinción de los dinosaurios en nuestro planeta. Arsia Mons es el miembro más austral de un trío de anchos volcanes en escudo ligeramente inclinados conocidos colectivamente como Tharsis Montes.

 

  • Marte observado por la sonda india Mars Orbiter Mission (MOM), popularmente conocida como Mangalyaan

    ¿CÓMO PODRÍA AFECTAR A MARTE LA TERRAFORMACIÓN?

    La NASA calcula que se necesitarían 100.000 años para que Marte sea respirable y 100 para calentarlo

    En una primera fase se calentaría Marte de los -60°C actuales a unos + 15°C. Esta fase es relativamente fácil y rápida, y podría tomar unos 100 años. La segunda fase es la producción de los niveles de oxígeno en la atmósfera que permitirían respirar normalmente. Esta fase es relativamente difícil y tardaría 100.000 años, a menos que se produzca un avance tecnológico.

 

  • Marte observado por la sonda india Mars Orbiter Mission (MOM), popularmente conocida como Mangalyaan
  • EXPERIMENTO DEL CENTRO INTERNACIONAL DE LA PAPA

    Nuevos estudios determinan que las patatas pueden crecer en Marte

    El proyecto “Patatas en Marte” fue concebido para entender cómo las patatas podrían crecer en las condiciones de Marte con el objetivo de ayudar a los pequeños agricultores a cultivar alimentos en áreas marginales que podrían crecer con el cambio climático.