May
15
Hace 65 millones de años
por Emilio Silvera ~
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Hallan los fragmentos mejor conservados del mundo del asteroide que acabó con los dinosaurios
GEOLOGÍA
Los fragmentos desprendidos del impacto llegaron hasta el espacio exterior

Recreación de la colisión del meteorito de Chicxulub y la expulsión de las tectitas. P. VON KNORRING/V. VAJDA
Hace aproximadamente 66 millones de años el impacto del asteroide Chicxulub en la península de Yucatán (México) produjo una reacción en cadena que acabó con el 70% de las especies del planeta. Famoso por extinguir a los dinosaurios que habían dominado la tierra durante millones de años, este evento catastrófico produjo una lluvia de rocas incandescentes a nivel global. Ahora un nuevo hallazgo de estas rocas (tectitas) en la isla colombiana de Gorgonilla arroja nuevos datos sobre su composición.
Un grupo de micropaleontólogos de la Universidad de Zaragoza ha participado en el descubrimiento que recoge la revista Geology. Los investigadores Ignacio Arenillas, José Antonio Arz y Vicente Gilabert han colaborado en esta investigación internacional que ha permitido precisar la edad de estas esférulas de roca, demostrando que se formaron exactamente en el límite Cretácico/Terciario (o límite K/T) como resultado del impacto del asteroide que causó la gran extinción que acabó con los dinosaurios.
“El método de datación argón-argón nos permitió conocer cuántos millones de años tienen estas rocas”, afirma a EL MUNDO el paleontólogo José Antonio Arz, coautor de la investigación. Mediante este sistema se liberan los gases del interior de las muestras para su análisis.

Lugar del hallazgo en la Isla de Gorgonilla. HERMANN BERMÚDEZ
La Isla de Gorgonilla, situada a 35 Km de la costa pacífica del norte de Colombia, es un islote deshabitado de unos dos kilómetros cuadrados cubierto por un bosque húmedo tropical. En sus bordes litorales se escondían este tesoro de nuestro pasado geológico, una capa de 2 centímetros de grosor de tectitas aún vítreas.
Estas rocas, al ser fragmentos vidriosos sin ordenamiento cristalino, en la naturaleza tienden a convertirse en materiales más estables como la arcilla. Por lo que la mayor parte de las tectitas formadas por un evento catastrófico como el impacto de un asteroide no conservan su composición original. No es el caso de las encontradas en Gorgonilla, catalogadas por los científicos como las muestras más puras del mundo de este material.
Transparentes y verdeoliva, estas pequeñas perlas son capaces de contar un desastre de dimensiones globales. Fueron formadas a partir del impacto del Chicxulub (de 10 km de diámetro) contra la plataforma continental. La roca fundida (cuya composición es mezcla tanto del asteroide como del fondo marino), producto de la violenta fricción, ascendió hasta el espacio exterior donde se solidificó. Las tectitas reentraron en la atmósfera incandescentes ‘lloviendo’ alrededor del planeta, pero sólo en esta zona se conservaron intactas.
El hallazgo es relevante por muchos otros aspectos. Las esférulas de impacto viajaron 2.000 kilómetros hasta depositarse en el fondo de un océano a más de 2 kilómetros de profundidad, lejos de cualquier continente. Estas profundidades se sitúan por debajo del denominado nivel de compensación de la calcita, una barrera geoquímica que marca el límite donde el agua tiene la suficiente acidez como para disolver las conchas de los foraminíferos planctónicos (organismos que utilizados como indicadores paleoecológicos).

Detalle de la capa de tectitas de Gorgonilla. HERMANN BERMÚDEZ
Por este motivo no hay presencia de estos microfósiles en la mayor parte de los 40 metros de rocas estudiados, excepto en el primer metro de roca situado sobre la capa de tectitas. Lo que sugiere, según los investigadores, que debido al impacto del asteroide la superficie marina se elevó, provocando también la aparición de islotes. Hipótesis confirmada por un análisis sedimentológico llevado a cabo por los investigadores, en donde la existencia de rastros de comunidades pioneras de helechos que debieron colonizar las islas surgidas alrededor de Gorgonilla demuestra la magnitud de los terremotos que asolaron la zona.
Extinción en cadena
Aunque parezca contradictorio, aquella catástrofe natural abrió la puerta para que, 65 millones de años más tarde, pequeños mamíferos pudieran evolucionar hasta llegar a la especie que hoy representamos.
El hallazgo ha arrojado nuevos datos sobre la extinción masiva que sufrió la Tierra. La palinóloga Vivi Vajda (coautora también del estudio) del Museo de Historia Natural de Suecia ha demostrado por vez primera que la vegetación sufrió una mortandad masiva en el límite K/T incluso en los trópicos. Anteriormente sólo se había encontrado sobreabundancia de esporas de helechos en altas latitudes como Japón o Nueva Zelanda. Siendo un buen indicativo debido a su resistencia y tendencia a colonizar ambientes catastróficos, es la primera vez que se hallan en latitudes templadas y tropicales.
“El impacto produjo una serie de perturbaciones medioambientales en cadena“, relata José Antonio Arz. Se produjo un pulso de calor de hasta 80 grados centígrados de media por lo que muchos bosques ardieron espontáneamente. A esto hay que sumarle la lluvia de rocas incandescentes (tectitas) mencionada anteriormente. “Los terremotos provocados por el impacto (que dejó un cráter de 200 kilómetros de diámetro enterrado bajo cientos de metros de sedimentos) llegaron a ser de intensidad 13 en la escala de Richter, algo casi inimaginable hoy en día”, añade el paleontólogo.
Hace dos años en un estudio publicado en Science, un equipo internacional de geólogos halló nuevas pruebas de que el impacto del asteroide aceleró las erupciones volcánicas en todo el globo, especialmente en la meseta del Decán en India, donde en la actualidad se registran las mayores formaciones volcánicas del planeta.
Otro estudio publicado el año pasado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), describió el panorama desolador del planeta tras el impacto, una noche invernal perpetua resultado de la brutal transformación tanto en el clima como en la superficie terrestre. El cataclismo que tristemente acabó con los dinosaurios dejó vía libre a pequeños animales, como los mamíferos, que se resguardaron de tan terribles consecuencias.
Incendios espontáneos, tsunamis, erupciones volcánicas y bloqueo de la luz solar; la Tierra se convirtió en un infierno para la mayoría de los animales y la fauna, pero nosotros mismos somos el testigo de que “la vida se abre camino” y que muchos animales lograron sobrevivir ‘al fin del mundo’.

Ilustración del Chicxulub impactando sobre los mares tropicales y poco profundos de la península de Yucatán. DONALD E. DAVID / NASA
Reportaje de Prensa
May
14
No te acostarás sin saber algo nuevo
por Emilio Silvera ~
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La misión MMS (Magnetospheric Multiscale Spacecraft) de la NASA ha descubierto un nuevo tipo de..
Un satélite de la NASA descubre un nuevo proceso magnético
Noticias.
May
4
Más sobre Marte, seguimos intentando conocerlo
por Emilio Silvera ~
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Así será el primer viaje al corazón de Marte
Historias
Recreación del interior de Marte NASA
Donald Trump quiere volver a mandar astronautas a la Luna: “Esta vez, no sólo pondremos una bandera y dejaremos nuestra huella”, aseguró el presidente de EEUU al anunciar sus nuevos planes para la NASA. Su predecesor, Barack Obama, quería lanzar una misión tripulada a Marte hacia el año 2030 pero, como no había dinero para todo, optó por cancelar el programa con el que George W. Bush pretendía volver a enviar humanos a la Luna. Nadie ha vuelto a pisarla desde que en 1972 regresaran los últimos astronautas de las misiones Apolo.
Aunque el nuevo director de la NASA, Jim Bridenstine, también es un firme defensor de la vuelta a la Luna, la agencia aún no ha ofrecido detalles sobre el calendario previsto para ese viaje tripulado a nuestro satélite ni parece haber dinero suficiente en los presupuestos de la agencia para hacerlo realidad a corto plazo.
Recreación artística de la futura nave que viajará a Marte – Inspiración Mars
Así que, a falta de una nueva gran misión tripulada en el horizonte, Marte sigue siendo el gran objetivo de la exploración espacial y casi una obsesión. De momento, sólo con robots. Y es que al inhóspito planeta rojo no cesan de llegar sondas y vehículos que lo investigan desde tierra y aire. Las manda EEUU, la Agencia Espacial Europea (ESA), Rusia y hasta India.
La próxima misión científica despegará el 5 de mayo rumbo al corazón marciano para investigar su corteza, su manto y su núcleo. “InSight es la primera que va a estudiar el interior del planeta. Investigaremos sus constantes vitales”, resume el ingeniero español Fernando Abilleira, uno de los responsables del diseño de esta misión en el Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA.
InSight (de Interior Exploration using Seismic Investigations, Geodesy and Heat Transport) intentará detectar por primera vez terremotos marcianos. O mejor dicho, martemotos. “Cada seísmo nos dará información sobre la estructura interior al estudiar cómo los ondas sísmicas pasan a través de las distintas capas del planeta”, explica el ingeniero desde California, donde ultiman los preparativos para el lanzamiento del sábado.
“Nos interesa la sismografía porque si un planeta se mueve, los terremotos o martemotos, nos van a dar mucha información sobre el interior del planeta, sobre lo vivo que está su núcleo. Marte no tiene un campo magnético, lo perdió y no entendemos por qué. Y es importante averiguarlo porque el campo magnético es nuestra gran coraza, nos protege y gracias a él la vida existe en la Tierra. Y si aún hay en Marte zonas con campo magnético, como zonas fósiles, queremos identificarlas”, explica la geóloga planetaria Adriana Ocampo durante una entrevista.
Si queremos mandar astronautas a Marte, añade esta ejecutiva del programa Nuevos Horizontes de la NASA, la información que recabe InSight será “clave tanto para entender la evolución como del planeta como para determinar cómo de seguro es para los seres humanos”.
Un sismómetro es como una cámara que toma una imagen del interior de un planeta así que, en cierto modo, será como hacer un escáner al planeta. En la Tierra, el estudio de los terremotos ha ayudado a entender mejor su composición pero la vida geológica de Marte ha sido mucho menos convulsa que la de nuestro planeta, por lo que se le considera un “planeta fósil” que preserva en su interior la historia de su nacimiento.
Los científicos creen que averiguando la composición de cada una de sus capas internas podrán explicar las causas por las que los planetas rocosos acabaron siendo tan diversos. ¿Por qué Marte, la Tierra y Venus son tan distintos? Este aspecto, añaden, es esencial para entender en qué lugares del Universo puede originarse la vida.
Según recuerda Fernando Abilleira, la NASA ya intentó, con poco éxito, hacer estos estudios sismográficos en los años 70 con las sondas Viking: “Ambos aterrizadores llevaban sismómetros en la cubierta pero, por ello, las medidas tenían muchos errores. InSight colocará su sismómetro directamente en la superficie marciana, lo que reducirá los errores en las mediciones de manera dramática”. También las misiones Apolo colocaron sismómetros en la Luna.
Si todo sale según lo previsto, Insight aterrizará el próximo 26 de noviembre, uniéndose a la flotilla de naves y vehículos robóticos (rovers) que escrutan el planeta rojo. Sobre el terreno operan Curiosity (desde agosto 2012) y el incombustible Opportunity (a pleno rendimiento desde enero de 2004). Desde el espacio orbitan el planeta rojo las sondas de la NASA Mars Odyssey, MRO y MAVEN; las europea Mars Express Orbiter y ExoMars TGO y la india Mars Orbiter Mission.
InSight despegará desde California con dos años de retraso. La nave iba a ser lanzada en 2016 pero un problema técnico en uno de los sensores obligó a aplazar el inicio de la misión hasta que Marte y la Tierra volvieran a estar en la posición óptima para que el viaje sea lo más corto posible y con el menor gasto de energía. Esa demora ha encarecido la misión en 150 millones, elevando su coste hasta los 800 millones. A esta cifra hay que sumar los 180 millones de dólares que han aportado los socios europeos que han realizado contribuciones, entre los que figuran España, Francia y Alemania.
Meteorología española
Nuestro país ha proporcionado un instrumento llamado TWINS, que recopilará datos sobre el viento y la temperatura marciana. Según detalla José Antonio Rodríguez Manfredi, investigador principal de este instrumento desarrollado por el Centro de Astrobiología (CAB/CSIC-INTA) y la empresa aeroespacial Crisa, se trata de una versión un tanto reducida y mejorada del instrumento REMS que está actualmente en Marte a bordo de Curiosity: “Hemos aprovechado las lecciones aprendidas y el conocimiento adquirido sobre algunos problemas técnicos de ciertos elementos de REMS para mejorarlos”.
Según relata el científico, “dos de los instrumentos esenciales de la misión deben ser colocados sobre el suelo marciano a los pocos días de la llegada de la nave. El despliegue (un brazo robótico que usará una especie de garra magnética suspendida de un cable) requiere que las condiciones de viento sean propicias, ya que el resto de la misión depende de que esta actividad crítica se ejecute perfectamente”.
Una vez desplegados los instrumentos, TWINS permitirá descartar falsas alarmas generadas en los sistemas sísmicos. Las mediciones de viento y temperaturas que haga durante la vida de la misión (un año marciano) podrán ser comparadas por primera vez con los datos que recaba simultáneamente el instrumento REMS de Curiosity en otro punto del planeta, un poco más al sur de donde aterrizará InSight) y, a su vez, con los modelos atmosféricos que actualmente emplean para simular el comportamiento de la atmósfera marciana.
“Con las últimas misiones hemos adquirido un gran conocimiento in situ sobre la geología y mineralogía de la superficie, en los puntos donde hemos aterrizado. También sabemos que las condiciones eran propicias para que pudiera haber albergado vida. Pero ojo, no digo que hubiera o haya vida, sino que las condiciones eran propicias. Sin embargo, nos queda por explorar el subsuelo (más allá de los pocos centímetros que hasta ahora se han explorado)”, relata Rodríguez Manfredi.
Buscar huellas de vida será el objetivo principal de los dos sofisticados vehículos robóticos que en 2020 se unirán a la flota marciana: Mars2020, de la NASA, y la segunda parte de >ExoMars, un proyecto conjunto de la ESA y Roscosmos, la agencia espacial rusa.
“La Mars 2020 Rover Mission es una misión espacial del Programa de Exploración de Marte que incluye un astromóvil de exploración marciana dirigida por la NASA con el propósito de ser lanzado en el año 2020. Su objetivo es investigar el entorno astrobiológicoantiguo relevante en Marte, investigar su superficie, procesos geológicos y la historia, incluida la evaluación de su pasado, habitabilidad y posibilidad de preservar las biofirmas dentro de los materiales geológicos accesibles. Un posible lugar de aterrizaje para la misión es el cráter Jezero localizado en el Cuadrángulo de Syrtis Major en las coordenadas 18.855, 77.519.“
“El rover que lanzaremos en 2020 se centrará no sólo en buscar pistas sobre las condiciones de habitabilidad de Marte en el pasado, sino también en encontrar señales de posible vida microbiana pasada”, señala Abilleira, que dirige el equipo de Diseño y Navegación de la futura misión Mars2020, que contará también una estación meteorológica española.
Tendrá un “taladro que recogerá y almacenará muestras para que una posible misión futura las traiga de vuelta a la Tierra” e instrumentos que buscarán agua en el subsuelo y producirán oxígeno a partir de los elementos de la atmósfera marciana.
Hasta los dos metros de profundidad será capaz de perforar ExoMars, el rover que Europa y Rusia mandarán a Marte en 2020 (Curiosity sólo llega a los cinco centímetros). Según explica por teléfono desde Holanda Jorge Vago, el responsable científico de la misión en la ESA, a finales de este año elegirán el lugar de aterrizaje: “Hemos considerado muchos emplazamientos hasta quedarnos con dos, Oxia Planum y Mawrth Vallis, que están relativamente cerca y son muy interesantes desde el punto de vista científico. Mawrth Vallis está un poco más alto y tiene más variedad porque podremos ver cosas distintas al movernos. Es como un helado de tutti frutti mientras que Oxia Planum sólo tiene un sabor pero resulta muy interesante también”.
“Nuestro objetivo es buscar trazas de vida pasada en Marte. No creemos que pueda haberla cerca de la superficie debido a que recibe dosis de radiación muy altas, que actúan como 10.000 pequeños cuchillos que cortan los enlaces de las moléculas”, explica el científico argentino. Quizás, a más profundidad, señala, pudiera haber algún tipo de vida, “pero eso no vamos a poder verlo con ExoMars“.
Los organismos que buscarán son relativamente primitivos, con dimensiones muy pequeñas así que dar con ellos, admite, será muy difícil: «La única posibilidad de encontrarlos cerca de la superficie es si formaron colonias, porque un organismo individual es demasiado pequeño para verlo. Hace 20 años que vamos y ninguna misión los ha hallado. Tenemos más fe en tratar de probar que haya habido vida Marte identificando metano y gases traza“, explica.
Esa es la tarea que está llevando a cabo el orbitador TGO, que fue lanzado en 2016 junto al módulo Schiaparelli, que se estrelló al intentar aterrizar en Marte.

Recreación de la sonda ‘InSight’ trabajando en Marte NASA
En cierto modo, reflexiona Vago, los estudios en Marte tratan de hacer “un viaje atrás en el tiempo para entender cuál pudo haber sido la evolución del planeta”.
“Creemos conocer aceptablemente bien cómo ha evolucionado el planeta. Hace entre 4.600 y 3.700 millones de años atrás, Marte pudo haber sido cálido y húmedo, pero nos falta encontrar evidencias de vida pasada (aunque esté extinguida en la actualidad), o incluso presente”, dice Rodríguez Manfredi. “Indudablemente, ese hallazgo permitiría confirmar (y revolucionar) nuestra concepción de la vida en el Universo”.
Feb
8
Seguimos avanzando
por Emilio Silvera ~
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Descubren, por primera vez, planetas fuera de nuestra galaxia … El fenómeno de las microlentes gravitacionales ha permitido observar exoplanetas más allá de la Vía Láctea que de otra forma serian inalcanzables para los telescopios actuales …
Un equipo de astrofísicos de la Universidad de Oklahoma ha conseguido, por primera vez, localizar planetas fuera de nuestra galaxia. Hasta ahora, en efecto, solo se habían detectado exoplanetas en el interior de nuestra Vía Láctea.
La hazaña científica, recién publicada en The Astrophysical Journal Letters, fue posible gracias al fenómeno astronómico conocido como microlentes gravitacionales, que permitió a los investigadores detectar una amplia población de mundos solitarios (que no orbitan ningún sol), en el espacio interestelar de una lejana galaxia, llamada RX J1131-1231, a 3.800 millones de años luz de distancia de la Tierra.
Este método tiene que ver con una acción producida tanto por la influencia gravitacional del planeta como su estrella central. Siempre y cuando estén alineados convenientemente, esta influencia contribuye a crear un efecto particular al enfocar la luz de una estrella distante (como vista a través de un lente), también alineada con el exoplaneta y su estrella. Su complejidad radica en que tales exoplanetas tentativos, requieren un análisis complementario con alguno de los otros métodos.
El efecto de microlentes gravitacionales hace que los rayos de luz procedentes de una fuente luminosa distante (por ejemplo un cuásar) se doblen al atravesar el campo gravitatorio de un objeto intermedio (una estrella o un agujero negro) en su camino hacia la Tierra. Si la fuente de luz se coloca exactamente detrás del objeto intermedio, éste actuará como una «lente» cósmica, creando un disco de luz a su alrededor a medida que los rayos luminosos de la fuente lo rodeen para seguir su camino.
El brillo de ese disco luminoso se ve afectado por la presencia de objetos (como planetas) que estén cerca de la estrella que hace de lente y puede utilizarse para descubrir esos planetas, que de otro modo no podrían ser localizados. De hecho, ningún telescopio ni instrumento hecho en la Tierra sería capaz de detectar directamente planetas tan lejanos.
Noticia de prensa.
Dic
8
La Ciencia es siempre sorprendente
por Emilio Silvera ~
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El mundo de la Mecánica Cuántica, la parte de la física que estudia cómo la luz y la materia se comportan en las escalas más pequeñas, no puede ser más desconcertante. Está repleto de realidades familiares para los científicos pero «imposibles» para el resto de los mortales. Una de ellas es lo que Einstein llamó la «fantasmagórica reacción a distancia», un fenómeno que le permite a los fotones «comunicarse» entre sí al instante, sin importar a qué distancia estén: se trata del llamado entrelazamiento cuántico.
Recientemente, una investigación publicada en Nature Communications ha logrado crear, por primera vez, un entrelazamiento cuántico a partir de un sistema biológico. Un estudio dirigido por Prem Kumar, investigador en la Universidad del Noroeste (Illinois, EE.UU.) ha conseguido vincular la polaridad de dos fotones, liberados por una proteína, la «Green Fluorescent Protein» o GFP, a distancia. Esto podría abrir la puerta a desarrollar herramientas biológicas capaces de aprovecharse de la Mecánica Cuántica o ampliar el conocimiento sobre los sistemas vivos.
«¿Podemos usar las herramientas cuánticas para aprender sobre Biología?», se preguntó en un comunicado Prem Kumar. «Muchos se han hecho esta misma pregunta durante mucho, mucho tiempo, desde el nacimiento de la Mecánica Cuántica. La razón por la que estamos tan interesados en esto es porque podría permitir desarrollar aplicaciones impensables de otra forma».
Hace unos 75 años, el Nobel Erwin Schrödinger, famoso por su gato cuántico, se preguntó si la Mecánica Cuántica tenía algún papel en la biología. Es decir, si las partículas que forman parte de los seres vivos tienen un comportamiento cuántico que influya en su funcionamiento. Aún no hay una respuesta clara, pero la investigación de Kumar apunta en la dirección de que sí.
¿Una máquina cuántica y biológica?
En este estudio los investigadores usaron las GFP, proteínas usadas en investigación de forma rutinaria, y caracterizadas por emitir fluorescencia y por provenir de medusas. A partir de ellas, intentaron que los fotones que emitían exhibieran el fenómeno del entrelazamiento cúantico, a través de su interacción con otras ondas de luz para «sintonizarlas».
Gracias a esto, los investigadores lograron que al medir el estado de dos fotones separados y distintos, el resultado fuera siempre el mismo. Así es precisamente como se trabaja en la comunicación cuántica y en el teletransporte cuántico de información, y también en el desarrollo de los futuros ordenadores cuánticos.
Si nos dejan evolucionar… ¡Todo llegará!
Por este motivo, muchos científicos trabajan en crear sistemas cuánticos entrelazados cada vez más grandes y compuestos por más átomos o fotones. El laboratorio de Kumar ha tratado de hacer algo similar pero a partir de un substrato biológico: en este caso una proteína.
En este caso, los autores lograron entrelazar la polaridad de parejas de fotones. También descubrieron que la estructura de la proteína es capaz de evitar que el entrelazamiento se pierda por su interacción con el entorno.
«Cuando medí la polarización vertical de una partícula, sabía que el resultado iba a ser el mismo en la otra», explicó Prem Kumar. «Si medía la polarización horizontal, podía predecir la polarización horizontal de la otra. En definitiva, creamos un estado entrelazado que correlacionó todas las posibilidades simultáneamente».
Una vez que han demostrado que es posible crear un entrelazamiento cuántico a partir de partículas biológicas, los investigadores tratarán de construir una máquina cuántica con un substrato biológico. Después, intentarán averiguar si este sistema puede llegar a ser más eficaz que los artificiales