Claro que, si en su lugar fuera uno como este… ¡Apaga y vamonós!
Que un asteroide de grandes dimensiones viaje en una órbita alrededor del sol a una velocidad de 62,137 mph y que tiene posibilidades de estrellarse contra la Tierra, podría ser sin duda alguna el guion de cualquier película de ciencia ficción, pero desafortunadamente no lo es.
De acuerdo con las estimaciones de los científicos de la NASA, el asteroide de nombre Bennu, de casi 0.310 millas de diámetro, podría colisionar con nuestro planeta destruyéndolo parcialmente el 21 de septiembre del 2135.
Menos mal que el que ahora nos visita mide sólo entre 15 y 40 metros pasará cerca de la Tierra este viernes
AGENCIAS | REDACCIÓN
Se trata del asteroide 2018 CB, descubierto el pasado 4 de febrero por un telescopio de la NASA.
Entre 15/40 metros de diámetro, desconocido hasta el 4 de febrero, pasará muy cerca de la Tierra este viernes, 9 de febrero, a una distancia que solo se da una o dos veces al año.
2018 CB alcanzará su máxima aproximación a las 00:30 horas en Euskadi, cuando se encontrará a sólo 64.000 kilómetros de la superficie de nuestro planeta, menos de un quinto de la distancia de la Tierra a la Luna.
El asteroide, que se estima tiene entre 15 y 40 metros de tamaño, fue descubierto el 4 de febrero por el Catalina Sky Survey (CSS), un telescopio en Arizona financiado por la NASA.
“Aunque 2018 CB es bastante pequeño, podría ser más grande que el asteroide que entró en la atmósfera sobre Chelyabinsk, Rusia, casi exactamente cinco años atrás, en 2013”, afirma Paul Chodas, gerente del Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California. “Los asteroides de este tamaño no suelen acercarse tanto a nuestro planeta, tal vez solo una o dos veces al año”, comenta.
Reportaje: Del grotesco plan de la NASA para salvar a la Tierra de un peligroso asteroide.
La agencia espacial anunció el desarrollo del programa DART, destinado a desviar rocas que podrían chocar contra el planeta. En qué consiste la extravagante técnica cinética que utilizará la primera misión.
El impacto de asteroides contra la Tierra es habitual. Casi todos los días numerosas rocas golpean contra el planeta. Sucede que por su tamaño, por ser demasiado pequeños, la mayoría no genera la menor conmoción y se desintegran por efecto de la atmósfera. Sin embargo, otros asteroides más grandes sí preocupan a la NASA.
Uno recibió el nombre de Didymos, lo que en griego significa “gemelo”, por su condición de objeto binario. El asteroide está formado por Didymos A y su vecino más pequeño que orbita a su alrededor, Didymos B. Los científicos lo siguen de cerca desde 2003 y ya determinaron que se trata de un objeto de tipo S rocoso, con un tamaño típico de los asteroides que podrían generar efectos regionales en el planeta.
Se prevé que Didymos se aproximará por primera vez a la Tierra en octubre de 2022. La NASA ya anticipó un plan imponente -y curioso- para desactivar el asteroide. Será por esa fecha cuando comenzará la primera misión de DART (Prueba de Redireccionamiento de Doble Asteroide), un trabajo en conjunto de la agencia con el Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad John Hopkins en Maryland.
DART apunta a desviar los asteroides que son demasiado grandes como para desintegrarse por obra de la atmósfera y que, llegado el caso, podrían ocasionar daños severos en la Tierra. “Sería la primera misión de la NASA para demostrar lo que se conoce como la técnica de impacto cinético para defenderse de un potencial futuro impacto de un asteroide”, dijo Lindley Johnson, funcionario de Defensa Planetaria de la NASA en conferencia de prensa.
La técnica de impacto cinético consiste en golpear al asteroide para desviarlo de su camino, para modificar su órbita. ¿Cómo lo harán? La NASA enviará al espacio una nave del tamaño de una heladera contra Didymos B. En el momento del choque, la nave alcanzará una velocidad increíble de 21.600 kilómetros por hora.
“La técnica de impacto cinético funciona cambiando la velocidad de un amenazante asteroide por una pequeña fracción de su velocidad total, pero haciéndolo mucho antes del impacto previsto, de manera que este pequeño empujón provee tiempo extra para un gran cambio en la trayectoria del asteroide lejos de la Tierra”, sostiene un comunicado de la agencia espacial.
Una vez realizado el experimento en 2022, los científicos analizarán el impacto y el efecto que ocasionó en la órbita de Didymos con el fin de determinar si la técnica será efectiva para futuros asteroides peligrosos.
“DART es un paso crítico en la demostración de que podemos proteger a nuestro planeta de un futuro impacto de un asteroide”, señaló Andy Cheng, uno de los líderes del equipo procedente del laboratorio Johns Hopkins.
Los ministros europeos se cargan su participación en la misión internacional para defendernos de los asteroides. La NASA puede seguir adelante
El proyecto AIM pretendía golpear una roca espacial para desviar su trayectoria.
Dentro de cien millones de años, cuando los delfines hayan evolucionado, hayan vuelto a conquistar la tierra firme y hayan reinventado la ciencia paleontológica, se quedarán de piedra al descubrir la razón de que una antigua especie inteligente se hubiera extinguido en las postrimerías del Antropoceno. En diciembre de 2016, según el calendario de los extintos humanos, un ministro de una potencia secundaria, llamado Luis de Guindos, había rechazado financiar la participación europea en el primer ensayo de defensa contra asteroides. La historia posterior fue larga y enrevesada, pero los delfines historiadores podrán reconstruirla con su ciencia avanzada. En el lenguaje delfínido, guindos se impondrá pronto como sinónimo de “desidia”. Pese al tonillo fantacientífico, el relato anterior se basa en hechos reales, como puedes leer en Materia.
El proyecto se llama Misión de Impacto en Asteroide (AIM en sus siglas inglesas; aim significa apuntar), y es una colaboración internacional que pretende atizarle un buen impacto al asteroide Didymos con una nave de la NASA llamada DART (dardo). La parte europea iba a consistir en vigilar al asteroide (en realidad un sistema binario) mientras la sonda de la NASA llegaba allí, y ayudar a registrar el impacto. Quizá la NASA pueda hacerlo sin la ayuda europea, o quizá la doctrina Guindos arruine la misión y allane el camino al futuro mundo de los delfines. Pequeñas decisiones pueden tener grandes efectos.
Pero no todo está perdido. La misma comisión Guindos que arruinó nuestra defensa contra los satélites decidió aprobar, de forma tal vez inesperada, la segunda parte de la misión ExoMars, pese a que su primera parte se dio de bruces contra el duro suelo marciano con gran aparato eléctrico y mediático. Si nos cae del cielo un asteroide, habrán pensado estos recortadores de Bruselas, mejor será ir sacando un billete para el planeta rojo, solo ida. Es lo que en nuestros días llamamos inteligencia política.
Un láser para que la Tierra aprenda a esquivar asteroides
Un centenar de científicos reclama que Europa financie una misión para estudiar ese peligro
“Si los dinosaurios hubieran tenido una agencia espacial y hubieran invertido en prevenir el choque de un asteroide, hoy seguirían dominando la Tierra”, bromea Javier Licandro, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). El chiste pretende ilustrar el momento en el que se encuentra el estudio de esa amenaza para la vida terrícola, tan explotada en el cine. “Es una certeza que un asteroide nos volverá a golpear, ¿qué estamos haciendo para evitarlo?”, se pregunta. Licandro se ha sumado a más de un centenar de científicos de primer nivel, entre los que está Stephen Hawking, para reclamar a Europa que financie una misión que puede resultar decisiva. En la actualidad, ya hay planes para explotar los minerales de los asteroides y para explicar a la humanidad que un asteroide puede acabar con nosotros, pero todavía no sabemos cómo hacer algo más que los dinosaurios para salvarnos.
“Es una certeza que un asteroide nos volverá a golpear, ¿qué estamos haciendo para evitarlo?”, se pregunta Licandro
Se trata de una misión conjunta de las agencias europea (ESA) y estadounidense (NASA) que tiene la intención de estudiar cómo afectaría a un asteroide peligroso que lo golpeáramos para desviarlo de su trayectoria. Este proyecto, denominado AIDA (Evaluación del Impacto y Deflexión de Asteroides, por sus siglas en inglés) tienes dos partes complementarias: los norteamericanos golpean y los europeos observan. Lo que los científicos reclaman en una carta a la conferencia ministerial de la ESA que financie la parte europea, que todavía está en el aire, llamada AIM. La decisión se tomará a finales de esta semana en Lucerna (Suiza).
El objetivo es una pareja de asteroides, el sistema binario Didymos con uno mayor de 800 metros de diámetro y su pequeña luna, llamada coloquialmente Didymoon, de 150 metros. La NASA enviará DART, un artefacto de 300 kilos, para que golpee en octubre de 2022 contra esa luna y así observar cómo afectan intervenciones de este tipo en la trayectoria de los asteroides. Para analizar en detalle las consecuencias, AIM debería haber llegado en mayo de ese año para observar antes, durante y después del impacto al sistema binario de asteroide y miniluna. El impacto, a más de 6 kilómetros por segundo, no puede suponer peligro para la Tierra porque no se cruza con nuestro planeta por mucho que se altere su trayectoria.
Según explica Licandro, la misión europea tendría tres patas: la más evidente es la mencionada, sobre seguridad para comprender cómo proteger a la Tierra frente a objetos potencialmente peligrosos. En segundo lugar, el conocimiento sobre asteroides que daría la observación de esa pareja de asteroides, unos peones con mucha información sobre la formación del universo. Y además, la misión pondrá a prueba por primera vez un sistema de comunicación por láser desarrollado por el IAC. “Es mucho más efectivo y rápido que los sistemas de radio que usamos habitualmente”, asegura Licandro.
Un rayo láser de 200 teravatios podría destruir los asteroides que amenazan a la Tierra
Sin AIM y sin su comunicación láser, se podrá seguir desde la Tierra el impacto, pero se perderá gran parte de la información que ofrecerá el choque de DART contra el asteroide. Esa comunicación vía láser es una gran oportunidad para organismos y empresas españolas para desarrollar la tecnología. El IAC, además, aportará una cámara térmica para la misión. Junto con Licandro, Julia de León y Miquel Serra-Ricart forman el equipo del IAC que se ha sumado a la presión a la ESA para que apruebe esta misión.