Mar
28
¡Estamos aquí de prestado? ¿Es la vida un accidente?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Catástrofes Naturales ~ Comments (0)
Algunas veces, cuando a solas pienso más profundamente en nuestra presencia en el mundo que habitamos, en el recorrido que ha hecho nuestra especie hasta llegar hasta aquí, en la inmensa lucha contra los elementos y las circunstancias adversas que hemos tenido que superar, sobre todo, esa enorme carga que llevamos sobre nosotros: ¡la ignorancia!, que no pocas veces nos lleva a comportamientos irracionales y contrarios a nuestros propios intereses. ¡Tántas esperanzas y sueños! Cuando, en realidad, no somos dueño de nuestro destino como especie que siempre ha estado en poder de la Naturaleza que nos creó. Las estrellas brillan en el cielo, ajenas a nuestra presencia. En realidad estamos en manos del Azar y nada impide que en cualquier momento, un gran asteroide venido del espacio pueda acabar con nuestra especie y toda la vida que pulula sobre nuestro planeta.
En las actuales circunstancias, SOS ÁFRICA focaliza su acción en la región semiárida de Kenya donde la hambruna y la sequía condicionan la vida de miles de personas en esta y en otras muchas partes del mundo. No todo son grandes ciudades y abundancia.
“Con los avances tecnológicos de hoy parecería imposible que no sepamos cuándo va a hacer erupción un volcán…Pero cuando se trata de este ubicado en el noroeste de Wyoming, es exactamente el caso.
El supervolcán ubicado en el Parque Nacional Yellowstone conocido como la Caldera Yellowstone ha estado esperando a hacer erupción por los últimos miles de años… y nadie sabe cuándo se activará.
Los científicos están constantemente estudiando el volcán porque si hace erupción, podría ser un evento desastroso para millones de personas. Esto es lo que ocurriría en caso de una erupción en el futuro cercano.
Probablemente habría un terremoto, o varios, antes de la erupción. Todo el pais se cubriría de cenizas. Para que el magma y la lava alcancen la superficie, muchas rocas deben romperse. Si el súper-volcán hiciera erupción, tendríamos señales de aviso con semanas y meses de antelación a la explosión.
La caldera se desmoronaría y abriría un inmenso hueco en la Tier
Probablemente no es fácil mantener una larga vida en un planeta del Sistema solar. Poco a poco hemos llegado a apreciar cuán precaria es. Dejando a un lado los intentos que siguen realizando los seres vivos (¿racionales?) de extinguirse así mismos, agotar los recursos, propagar infecciones letales y venenos mortales, hacer pruebas nucleares con la propia Naturaleza y un sin fin de locuras más, lo cierto es que también, aparte de los peligros que aquí nos acechan, bien sean naturales o artificiales, lo cierto es que, las amenazas externas nos acechan.
Los movimientos de cometas y asteroides constituyen una seria amenaza para el desarrollo y la continuidad de la vida inteligente en sus primeras etapas. Los impactos no son infrecuentes y en el pasado lejano han tenido efectos catastróficos sobre nuestro planeta, la Tierra. Somos afortunados por estar doblemente protegidos de estos impactos: por nuestra pequela y cercana vecina, la Luna, y por nuestro vecino lejano y gigante Júpiter que tiene una masa mil veces mayor que la Tierra y está situado en las afueras del Sistema solar donde su poderosa atracción gravitatoria puede capturar objetos errantes que se dirigen hacia el interior.
El Hubble pudo captar ésta imagen de los fragmentos del cometa Schumacher-Levy 9 que cayeron sobre Júpiter y tomaron la instantánea de las “heridas” producidas en la superficie del gigante.
En el siglo XX tuvimos dos impactos importantes en la Tierra, uno en América del Sur y el otro en Tunguska, al norte de Rusia. Hemos estado haciendo trampas con la ley de los promedios pero, un día, nuestra suerte cambiará. Y, aunque es cierto que algunos gobiernos están haciendo esfuerzos económicos en proyectos encaminados a seguir y vigilar las trayectorias de algunos grandes meteoritos sospechosos, lo cierto es que el paso del tiempo acerca, de manera inexorable, el acontecimiento hacia nosotros, dado que en última instancia será inevitable.
“Todavía hoy los científicos continúan dilucidar este misterioso impacto, o más bien explosión. Por que el objeto en cuestión explosionó a unos cinco kilómetros de altura sobre la tierra dejando su marca radial sobre los bosques rusos. Científicos italianos aseguran haber descubierto un posible cráter abierto por el objeto extraterrestre que chocó con la Tierra en la región siberiana de Tunguska en 1908. Los investigadores afirman, en la revista de geología ‘Terra Nova’, que el lago Cheko, situado a 8 kilómetros del epicentro de la explosión, llena el cráter producido por el choque de un fragmento de la roca.”
Cien años han pasado de la explosión de origen desconocido que arrasó una zona de 50 kilómetros de diámetro en Tunguska, una remota zona de Siberia, explosión que se conoce con el nombre de evento de Tunguska. Esta explosión fue tan potente que fue detectada por sismógafos en toda Asia y Europa e incluso llegaron a medirse en Londres las variaciones de presión atmosférica que causó.
A la fecha (al menos que yo sepa), sólo una sonda ha visitado un Asteroide que se Acerca a La Tierra. Se trata de la sonda NEAR-Shoemaker (Near Earth Asteroid Rendezvous), NASA, USA. Fue lanzada el 17 de Febrero de 1996 con destino final en el asteroide de tipo orbital amor 433 Eros. Su peso total era de 805 kilogramos. En Febrero de 1998 pasó por Eros sin ponerse en órbita. El 14 de Febrero de 2000 entró en órbita alrededor de Eros y el 12 de Febrero de 2001 descendió (!!) suavemente sobre él.
La sonda sobrevivió al aterrizaje y transmitió una serie de imágenes desde la superficie de este AAT. Se observaban bloques de rocas en un suelo polvoriento semejante al de nuestra Luna. Esta sonda contaba con espectrógrafos ópticos, infrarrojos, de rayos X y Gamma, magnetómetros, una cámara óptica multiespectral y un radar láser.
Algunos de estas rocas llegan a tener más de mil kilómetros (Asteroide 1 Ceres. Algunos, como el conocido por el nombre de Ida llegan a tener hasta su propia pequeña luna llamada Dáctil. ¿Os imaginais lo que sería la caída de uno de estos monstruos sobre nuestras cabezas?
Curiosamente, estas intervenciones externas sobre la evolución de la Tierra tienem otra cara. Es cierto que pueden producir extinciones globales de una inmensa gravedad y retrasar la evolución de la complejidad en millones de años. Pero, en ciertas circunstancias pueden tener un efecto positivo y acelerador sobre la evolución de formas de vida inteligente.
El suceso que, según todos los indicios, dio lugar a la extinción de los dinosaurios por la caída de un objeto espacial en la provincia del Yucatán hace ahora 65 millones de años, al final de la Era Mezosoica. Lo cierto es que, la Tierra fue rescatada de un callejón sin salida evolutivo. Parece que los dinosaurios evolucionaron por una vía que desarrollaba el tamaño físico antes que el tamaño cerebral .
La desaparición de los dinosaurios, junto con otras muchas formas de vida sobre la Tierra en aquella época, hizo un hueco para la aparición de los mamíferos. Además limpió algunos nichos de competidores por los recursos naturales. Todo aquello estimuló una rápida aceleración del desarrollo de la diversidad. Quizás esos impactos desempeñen un papel vital en la puesta en marcha de nuevos mecanismos evolutivos cuando, las formas de vida se ven atascadas en caminos poco prometedores.
Si repasamos los desastres ocurridos en 2.017 podremos ver que, en algunas regiones, las cosas están cambiando. Hay que asumir esa realidad de que no podemos controlar la Naturaleza, estamos a su merced y no contamos con los medios que nos puedan preservar de éstos eventos.
¿Quién sabe? Pudiera ser que sin impactos, los procesos de desarrollo pueden establecerse en un camino estable pero poco prometedores y con extinciones sistemáticas se posibilitan mutaciones y cambios que, de otra manera, nunca llegarían a producirse. Hemos oído muchas veces esa expresión que dice: ¡La Naturaleza es sabia! Pero, por otra parte, se me hace muy cuesta arriba pensar que ninguna de las estrellas que titilan en el firmamento, se puedan preocupar de nuestra efímera existencia aquí en la Tierra.
Resulta muy difícil imaginar un organismo con vida que logre sobrevivir completamente aislado de otras formas de vida. Las necesidades orgánicas de todos los seres vivos vuelve el contacto con otras especies una condición sine qua non para poder sobrevivir en lo que conocemos como ecosistemas, los cuales se definen, justamente, por la interacción de varias formas de vida.
La existencia de un ser vivo que logre vivir completamente independiente del resto de formas de vida es algo que podríamos a priori enmarcar en el contexto de la ciencia ficción. Sin embargo, un reciente descubrimiento que tuvo lugar en Sudáfrica ha dejado boquiabierta a la ciencia.
A ciencia cierta (aunque le adjudiquemos al meteorito caído en el Yucatan todo el “mérito”), no sabemos, con plena certeza el motivo de aquella extinción. Algunos estudios dicen que fue el cambio de la atmósfera, el oxígeno el que acabó con ellos. Lo cierto es que, su desaparición nos sacó de un callejón sin salida y otras especies pudieron prosperar.
Unas condiciones duras y rápidamente cambiantes podrían estimular la adaptación y acelerar los procesos evolutivos incrementando la diversidad que es el mejor seguro de vida que puede tener un planeta contra la extinción total de su biología por un impacto futuro. Claro que, no lo veríamos de la misma manera si fuéramos dinosaurios. Por otra parte, la vida es persistente y, como se puede leer debajo de la imagen de arriba, hasta aislada insiste en estar presente.
Por otra parte y de manera independiente de los posibles sucesos naturales que nos puedan amenazar, nuestra imaginación también crea otros que, según los rumores… pudieran ser ciertos. Tal es el caso del Planeta X, Hercóbulus, El 12º Planeta, Nibiru, son diferentes nombres que existen desde antiguo para designar a un extraño y destructor cuerpo celeste, que forma parte del Sistema Solar vecino de Tylo, pero que sin embargo su órbita tan elíptica y tan larga le lleva a cruzarse con nuestro Sistema Solar cada 3660 años.
El paso del planeta X, cruzándose por dentro de nuestro Sistema Solar, crearía unos efectos devastadores en La Tierra, encendiendo volcanes, terremotos, tsunamis, lluvias de fuego, etc… pues tendría que acercarse a unos 14 millones de millas de La Tierra, que astronómicamente se puede considerar como una distancia peligrosamente próxima.
La órbita elíptica de Nibiru, un planeta rojizo, más grande que Júpiter, le lleva a atravesar nuestro Sistema solar causando desequilibrios apocalípticos en la Tierra. Hercóbulus tiene un tamaño bastante grande, entre 2 y 5 veces mayor que Júpiter, con lo que la fuerza de este planeta gigante altera electromagnéticamente y gravitacionalmente, a todos los niveles, a nuestro planeta; su polo norte ejerce una gran infuencia magnética al acercarse al polo norte de La Tierra, momento en el que ambos cuerpos se repelen magnéticamente y se produce una gran sacudida geo-magnética que cambia los polos en La Tierra.
Esto explicaría que la civilización humana transcurre y evoluciona en el tiempo mediante periodos cíclicos, de aproximadamente cada 4 milenios, siendo una de las visitas indeseables de Nibiru la causante de la desaparición del continente de la Atlántida. según todas estas leyendas, se calcula que el paso de Nibiru cerca de La Tierra, hacia el año 2012 (decían), podría ocasionar la muerte de 2/3 de la población mundial. (Ya tenemos aquí “hecha realidad” la predicción maya).
¡Qué gente!
Lo cierto es que no tenemos que ir tan lejos para poder constatar in situ, los cambios que los desastres naturales pueden producir en nuestro entorno que, con cada suceso catastrófico se ve transformado y hay cosas que desaparecen para dejar pasos a otras nuevas… La vida incluída.
Los cráteres volcánicos, como parece ser el caso, están frecuentemente llenos de agua de lluvia y freáticas, formando lagos. Suele ocurrir que, tras una erupción volcánica, sean destruidos miles de kilómetros cuadrados de terreno a su alrededor y cambien por completo la orografía de la zona. Parece imposible pensar que la Naturaleza pueda recuperarse tras un acontecimiento de este tipo, sin embargo, las primeras muestras de vida vegetal aparecen a unos escasos tres meses del acontecimiento en los campos cubiertos por las cenizas ricas en minerales. Poco tiempo después, vuelven los animales y la vida, se reanuda, como si allí, nada hubiese pasado.
Así es la Naturaleza, y, como tantas veces se dijo aquí, algo se destruye para hacer posible que algo nuevo surja a la vida. Cuando una estrella muere crea las condiciones necesarias para que otras surjan a la vida. La eterna rueda de los ciclos del Universo que, una y otra vez, reproduce los acontecimientos para que todo siga igual pero… diferente. Y, aunque os parezca una paradoja, así es el ritmo del Universo en el que todo muere para que todo pueda seguir el ritmo evolutivo que la Naturaleza impone.
emilio silvera
Mar
16
Catástrofes naturales
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Catástrofes Naturales ~ Comments (0)
Un meteorito fragmentado podría haber creado un cambio drástico en el clima hace 12.800 millones de años – UC SANTA BÁRBARA
Hallan pruebas de que un meteorito provocó un cataclismo en nuestro planeta hace ahora 12.800 años. Un estudio apoya con nuevas pruebas y evidencias claras que un cometa fragmentado se estrelló causando cambios climáticos rápidos, extinciones megafaunales, disminución repentina de la población humana y cambios culturales e incendios forestales generalizados y devastadores.
La teoría del Dryas Reciente o Joven Dryas (Younger Dryas en inglés) apunta a un repentino enfriamiento del planeta, sobre todo el hemisferio norte, que dio lugar a una especie de cataclismo vegetal, animal y humano hace unos 12.800 años. Algunas teorías sostienen que este cambio se debió a la caída de un meteorito, aunque el problema de esta hipótesis es que los científicos no han podido comprobar que este impacto, cuyos rastros solo han podido ser registrados en Norteamérica, tuviera consecuencias a escala global. Sin embargo, el cráter descubierto en Groenlandia en 2015 volvió a reabrir la idea. Y ahora un nuevo estudio afirma haber encontrado más restos de este supuesto meteorito fragmentado en Chile, lo que podría significar una destrucción masiva en el hemisferio sur de bosques por el fuego, cambio climático, reducción drástica de la población humana y extinción de megafauna en todo el planeta.
El nuevo descubrimiento de pruebas geológicas y palentológicas concluyentes también en el hemisferio sur, descrito en la revista « Nature Scientific Reports», ha correspondido a un equipo liderado por el paleontólogo chileno Mario Pino, con presencia del profesor emérito de la Universidad de California Santa Bárbara James Kenett. «Es mucho más extremo de lo que pensé cuando comencé esta investigación. Cuanto más trabajo hacemos, más intenso parece», afirma Kennet.
La caída de un fragmento de un cometa puede causar grandes estragos
«Hemos identificado la capa YDB (correspondiente al impacto Younger Dryas) en latitudes altas en el hemisferio sur a cerca de 41 grados al sur, cerca de la punta de América del Sur. La gran mayoría de las pruebas hasta la fecha se han encontrado en el hemisferio norte», apunta el investigador. La investigación comenzó hace varios años cuando un grupo de científicos chilenos que estudian capas de sedimentos en Pilauco Bajo, un sitio paleontológico y arqueológico del Cuaternario muy conocido, reconoció cambios asociados con el evento de impacto. Incluían una capa de «estera negra», de 12.800 años de edad, que coincide con la desaparición de los fósiles de megafauna del Pleistoceno de América del Sur, un cambio abrupto en la vegetación regional y la desaparición de artefactos humanos.
Profundos análisis
Para demostrar que estos rastros estaban relacionados con los eventos descritos en Norteamérica y Europa Occidental, se analizaron análisis profundos del terreno. Así se encontró presencia de esférulas microscópicas interpretadas como formadas por fusión debido a las temperaturas extremadamente altas asociadas con el impacto. La capa que contiene estas esferas también muestra concentraciones máximas de platino y oro, y las partículas de hierro nativo rara vez se encuentran en la naturaleza.
Estudios anteriores ya habían revelado una «interrupción ambiental muy grande a unos 40 grados al sur». Estos incluyeron un gran evento de quema de biomasa evidenciado, entre otras cosas, por micro-carbón y signos de quema en muestras de polen recolectadas en la capa de impacto. «Es, con mucho, el evento de fuego más grande en esta región que vemos en el registro que abarca miles de años», dijo Kennett. Además, continuó, la quema coincide con el calendario de los principales eventos de fuego relacionados con el Joven Dryas en otros continentes.
Norte helado, sur infernal
Por otro lado, las capas sedimentarias en Pilauco contienen un valioso registro de polen y semillas que muestran un cambio en el carácter de la vegetación regional, evidencia de un clima cambiante. Sin embargo, al contrario de lo ocurrido en el hemisferio norte donde se dio el frío y las lluvias asolaron el planeta, en el sur ocurrió justo lo contrario: el ambiente se volvió un infierno. «Los conjuntos de plantas indican que hubo un cambio abrupto y mayor en la vegetación de las condiciones húmedas y frías en Pilauco a las condiciones cálidas y secas», afirma Kennett. Según el científico, los cinturones climáticos zonales atmosféricos se movieron «como un balancín», con un mecanismo sinérgico, que trajo el calentamiento al hemisferio sur incluso cuando el hemisferio norte experimentó enfriamiento y expansión del hielo marino.
La distancia de este lugar, a 6.000 kilómetros del sitio más al sur estudiado de Suramérica, y su correlación con los muchos sitios del hemisferio norte «amplían en gran medida la magnitud del evento de impacto de Young Dryas», sentencia Kennett.
Feb
19
Andrómeda y la Vía Láctea… ¿Se casarán?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Catástrofes Naturales ~ Comments (0)
Recreación del choque de Andrómeda contra nuestra galaxia, según se creía hasta ahora – NASA, ESA, Z. Levay and R. van der Marel (STScI), T. Hallas, and A. Mellinger
¡Por fín sabemos cuándo Andrómeda chocará con la Vía Láctea. Será 600 Millones de años más tarde de lo que se creía y de refilón
Los astrónomos sospechan desde hace tiempo que la Vía Láctea, nuestra galaxia, y su vecina más cercana, Andrómeda, chocarán irremediablemente. Una brutal colisión que cambiará para siempre el aspecto del cielo. Pero quizás sea diferente a cómo se creía hasta ahora. A partir de los datos del satélite Gaia de la Agencia Espacial Europea (ESA), los investigadores han llegado a la conclusión de que nuestra vecina nos tocará de refilón en vez de colisionar de frente. Además, esto no sucederá en 3.900 millones de años, como se suponía, sino en 4.500 millones: unos 600 millones de años más tarde de lo previsto. El Universo nos concede algo más de tiempo.
Movimientos estelares en la galaxia de Andrómeda- ESA / Gaia (movimientos de estrellas); NASA / Galex (imagen de fondo); R. van der Marel, M. Fardal, J. Sahlmann (STScI)
El Grupo Local es un vasto conjunto de galaxias, entre las que se encuentra nuestra Vía Láctea, Andrómeda (M31) y la del Triángulo (M33), que conforman la mayor parte de la masa del grupo. Las dos galaxias espirales, con forma de disco, se hallan a una distancia de nosotros de entre 2,5 y 3 millones de años luz, y se encuentran lo bastante cerca entre sí como para interactuar.
Según explican los investigadores en la revista «The Astrophysical Journal», las órbitas de estas dos galaxias vecinas han ido cambiando a lo largo del tiempo. Había dos posibilidades: o bien la galaxia del Triángulo se encuentra en una órbita increíblemente larga, de 6.000 millones de años, alrededor de Andrómeda, pero ya ha caído en ella en el pasado, o bien esta es la primera vez que lo está haciendo. Cada escenario refleja un trayecto orbital distinto, que implicaría una historia de formación y un futuro diferente para cada galaxia.
El movimiento de las estrellas
Grupo Local de galaxias
Mientras que el telescopio espacial Hubble ha obtenido la vista más nítida jamás lograda de Andrómeda y el Triángulo, Gaia está cumpliendo otra misión: medir la posición individual y el movimiento de muchas de sus estrellas con una precisión inédita.
«Hemos rastreado los datos de Gaia e identificado miles de estrellas en las dos galaxias, para después estudiar su movimiento dentro de estas», apunta Mark Farda, del Instituto de Ciencia sobre Telescopios Espaciales (STScI) de Baltimore (Estados Unidos) y coautor del estudio. «Aunque el principal objetivo de Gaia es estudiar la Vía Láctea, es lo bastante potente como para detectar estrellas especialmente brillantes y masivas en regiones cercanas de formación estelar, incluso en galaxias más allá de la nuestra», añade.
Los movimientos estelares medidos por Gaia no solo muestran el desplazamiento por el espacio de estas galaxias, sino también cómo cada una de ellas rota sobre su propio eje. Hace un siglo, cuando los astrónomos empezaron a comprender la naturaleza de las galaxias, la medición de su rotación era imposible con los telescopios disponibles en aquel momento.
Movimientos futuros de las galaxias Vía Láctea, Andrómeda y Triángulo – E. Patel, G. Besla (Universidad de Arizona), R. van der Marel (STScI); Imágenes: ESA (Vía Láctea); ESA / Gaia / DPAC (M31, M33)
Ahora, por primera vez, los investigadores han podido medir la rotación de M31 y M33 en el firmamento. «Los astrónomos solían ver las galaxias como mundos agrupados que no podían constituir ‘islas’ independientes, pero ahora sabemos que no es así. Hemos necesitado 100 años y contar con Gaia para poder medir la minúscula velocidad de rotación real de nuestra vecina galáctica, M31. Esto nos va a ayudar a conocer mejor la naturaleza de las galaxias», afirma Roeland van der Marel, del Instituto de Ciencia sobre Telescopios Espaciales (STScI) de Baltimore (Estados Unidos), y autor principal del estudio del que se desprende esta información.
La ruta orbital
Al combinar las observaciones existentes con el nuevo lanzamiento de datos de Gaia, los investigadores han podido determinar el movimiento de Andrómeda y el Triángulo a través del espacio, así como calcular la ruta orbital de cada galaxia tanto atrás como adelante en el tiempo durante miles de millones de años.
«Las velocidades encontradas muestran que M33 no puede hallarse en una larga órbita alrededor de M31 -advierte Ekta Patel, de la Universidad de Arizona (Estados Unidos) y coautor del estudio-. Todos nuestros modelos implican que M33 debe de estar empezando a caer en M31».
La vista más nítida de la galaxia del Triángulo- NASA, ESA, and M. Durbin, J. Dalcanton, and B. F. Williams (University of Washington)
Por ese motivo, a pesar de que la Vía Láctea y Andrómeda aún están destinadas a colisionar y fusionarse, es probable que tanto el momento como el grado de destrucción de esta interacción sea distinto de lo esperado. El movimiento de Andrómeda difiere en cierta medida de las estimaciones anteriores, así que, según las conclusiones del estudio, es muy posible que esta galaxia toque de refilón a la Vía Láctea, en lugar de chocar de frente. Esto ocurrirá en 4.500 millones de años, unos 600 millones de años más tarde de lo previsto.
Que se nos venga encima está inmensidad, aunque sea de “refilón”…. ¡Es un mal regalo! Algunos creían que sería antes pero, al parecer, el suceso está cercano al momento en el que nuestro Sol se convertirá en enana blanca… ¡Vaya dos acontecimientos!
Timo Prusti, científico del proyecto Gaia de la ESA, cree que este hallazgo es crucial para nuestra comprensión de la evolución e interacción de las galaxias. «Hemos visto fenómenos poco comunes tanto en M31 como en M33, como formas irregulares en flujos y colas de estrellas y gas. Si las galaxias no se han unido hasta ahora, estos fenómenos no pueden deberse a las fuerzas desencadenadas durante una fusión. Quizá se formaran por la interacción con otras galaxias, o mediante dinámicas de gas en el interior de las propias galaxias», señala.
Los investigadores esperan que las observaciones de Gaia ayuden a realizar mediciones cada vez más precisas sobre la estructura y las dinámicas de las galaxias más allá de la nuestra, con lo que podremos saber de algunos secretos profundamente escondidos.
Feb
6
Algún día pasará
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Catástrofes Naturales ~ Comments (1)
Un asteroide amenaza con impactar sobre la Tierra el 9 de septiembre
El astro en cuestión mide 40 metros y podría chocar contra la superficie terrestre a una velocidad de 44.000 kilómetros por hora.
Ahora está en manos de las Agencias Espaciales (sobre todo de la NASA) buscar la solución al problema que, de hacerse realidad pasará una factura demasiado grande a la HUmanidad.
Feb
6
Algo se destruye y muere para que algo nuevo surja a la vida
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Catástrofes Naturales ~ Comments (0)
La isla Hunga Tonga-Hunga Ha’apai , en el Pacífico sur, vista desde el aire – NASA
Visitan la extraña Isla que la NASA vio surgir de la nada hace cuatro años. La expedición ha descubierto que Hung Tonga-Hunga Ha’apai, en el Pacífico Sur, es diferente a lo que mostraban los satélites.
Así vieron la erupción desde el Espacio
En diciembre de 2014, un volcán submarino en el Reino de Tonga, en el Pacífico sur, estalló escupiendo al aire una enorme cantidad de rocas, cenizas y vapor. Los satélites captaron una nube de material de 30.000 pies de altitud (9 km) que obligó a desviar el tráfico aéreo en la zona. Unas semanas más tarde, en enero de 2015, esas cenizas se asentaron dando lugar a una nueva isla con una cumbre de 120 metros. La isla nació en medio de otras dos más antiguas y fue bautizada como Hunga Tonga-Hunga Ha’apai por el nombre combinado de sus vecinas. Casi cuatro años después, una expedición científica ha viajado a ese extraño mundo efímero y ha descubierto que es algo diferente a lo que se percibía en las imágenes satelitales.
La «isla bebé» de Tonga es bastante inusual. Es la tercera originada por erupción en los últimos 150 años que ha sobrevivido a la erosión de las olas del océano más de unos pocos meses. La mayoría desaparecen muy pronto, pero los investigadores creen que esta podrá durar entre seis y 30 años. Además, resulta fascinante porque su formación puede dar pistas sobre cómo los paisajes volcánicos interactuaban con el agua en el antiguo Marte.
La nueva isla volcánica (centro) vista desde un dron – Woods Hole
Dan Slayback, del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland, es uno de los investigadores que ha estado observando la nueva isla desde su nacimiento. Su objetivo es tratar de hacer un modelo 3D de su forma y volumen a medida que cambia con el tiempo para comprender cómo consigue ser tan resistente a la erosión del océano. Pero las imágenes de satélite no podían contarle todo, así que se embarcó en una expedición para ver la isla con sus propios ojos, explican en un blog de la NASA.
A su llegada el pasado octubre el científico se encontró con algo inesperado. La isla resultó ser algo diferente a lo que creía. Las observaciones satelitales parecían mostrar que en su lado sur tenía playas poco profundas donde poder atracar. Sin embargo, las calas resultaron ser demasiado empinadas y las olas demasiado grandes para llegar con facilidad. Por este motivo, el equipo navegó por la costa del norte más tranquila y tomó mediciones GPS de la ubicación y elevación de rocas y otras formaciones erosivas visibles en la imagen del satélite.
Origen desconcertante
«Todos parecíamos niños mareados», afirma Slayback sobre su visita. Pronto se dieron cuenta de que el terreno, cubierto por una molesta grava negra que les hacía daño al caminar, no era tan plano como parecía por satélite. También les llamó la atención la arcilla que sale del cono, de color claro y pegajosa. «No sabíamos realmente qué era, y todavía me desconcierta de dónde viene. Porque no es ceniza», señala. Además, los investigadores pudieron observar cómo la vegetación ha comenzado a echar raíces en el istmo que conecta la isla con su vecina, y los parches probablemente sembrados por excrementos de aves en el flanco del cono volcánico. Una lechuza hizo una aparición sorpresa (probablemente llegó de una de las islas más antiguas y con vegetación) y también pudieron verse cientos de charranes que se habían refugiado en los acantilados que rodean el lago del cráter.
Vegetación en el istmo plano de Hunga Tonga-Hunga Ha’apai. El cono volcánico está en el fondo – Dan Slayback. Al final de la catástrofe la vida surge imparable.
Toda la isla se derrumba
Utilizando una unidad de GPS de alta precisión, los investigadores tomaron alrededor de 150 mediciones para tratar de averiguar cuál es la auténtica elevación de la isla. «Realmente me sorprendió lo valioso que era estar allí en persona para esto», explica Slayback. Una característica que resultó reveladora fueron los profundos barrancos de erosión que corren por el lado del cono volcánico. «La isla se está erosionando por la lluvia mucho más rápido de lo que había imaginado. Nos centramos en la erosión en la costa sur, donde las olas se están derrumbando, lo que está sucediendo. Pero toda la isla está cayendo. Es otro aspecto que queda muy claro cuando estás parado frente a estos enormes barrancos. Bueno, esto no estaba aquí hace tres años, y ahora tiene dos metros de profundidad», señala.
Los acantilados del lago del cráter – Dan Slayback
De vuelta en Goddard, los investigadores está procesando los nuevos datos y desarrollando un modelo 3D más realista de la isla, que usarán para averiguar su volumen y la cantidad de ceniza y material volcánico que brotó del respiradero a lo largo del borde de la caldera submarina abajo. Todavía quedan grandes preguntas, por ejemplo, cómo se ve el fondo marino poco profundo alrededor de la isla y si los procesos hidrotérmicos pueden solidificar el material y permitirle resistir la erosión durante las próximas décadas. Slayback espera volver el próximo año para encontrar más respuestas
Dan Slayback, en la playa de Hunga Tonga-Hunga H
Fuera de reportaje habrá que decir que, siempre ha sido de la misma manera: Las erupciones volcánicas han destruído y, al mismo tiempo, han creado cosas y vida nueva.
Fuente: Noticias de la NASA