Feb
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¿Que pinta el Azar en todo esto?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Catástrofes Naturales ~ Comments (0)
Sí, la Naturaleza nos muestra constantemente su poder. Fenómenos que no podemos evitar y que nos hablan de unos mecanismos que no siempre comprendemos. Nuestro planeta por ejemplo, se comporta como si de un ser vivo se tratara, la llaman Gaia y realiza procesos de reciclaje y renovación por medio de terremotos y erupciones volcánicas, Tsunamis y tornados devastadores que cambian el paisaje y nosotros, lo único podemos hacer es acatar el destino que ignoramos de lo que está por venir.
Y, además, como le gusta viajar, rota sobre sí misma a 1.700 Km/h, y su órbita alrededor del Sol es mucho más rápida todavía, ya que, su velocidad es de 107.000 Km/h. La inclinación de 23º del eje de la Tierra que recibe la radiación solar, hace posible las estaciones y demás cambios del clima que podemos contemplar. Todo parece estar ahí para que la vida sea posible.
El mundo nos parece un lugar complicado. Sin embargo, existen algunas verdades sencillas que nos parecen eternas, no varían con el paso del tiempo (los objetos caen hacia el suelo y no hacia el cielo, el Sol se levanta por el Este, nunca por el Oeste, nuestras vidas, a pesar de las modernas tecnologías, están todavía con demasiada frecuencia a merced de complicados procesos que producen cambios drásticos y repentinos. La predicción del tiempo atmosférico es más un arte que una ciencia, los terremotos y las erupciones volcánicas se producen de manera impredecible y aparentemente aleatoria, los cambios en las Sociedades fluctúan a merced de sucesos que sus componentes no pueden soportar y exigen el cambio.
Todo ello nos da a entender que estamos inmersos en un Universo dinámico en el que nada permanece quieto y tiende a cambiar con el paso del Tiempo. el Sol tampoco está quieto. Es una de las 300.000 millones de estrellas que giran alrededor del centro de la Vía Láctea en una órbita casi circular y viaja a unos 828.000 kilómetros por hora. El Sol necesita unos 225 millones de años para completar una vuelta completa alrededor de la Vía Láctea y así cumplir un año galáctico.
Hemos podido descorrer el velo que ocultaba secretos que ni podíamos imaginar, desde hace algunos miles de años, cuando se miraba al cielo observando fenómenos que no podíamos explicar y comenzamos a plantearnos preguntas que queríamos contestar. Desde entonces, poco a poco, hemos logrado avanzar en el conocimiento de la Naturaleza que es la que tiene todas las respuestas que necesitamos saber. El mayor problema de todo nuestro empeño, radica precisamente en el hecho de que, nosotros, formamos parte del misterio que queremos descubrir.
La inmensa complejidad que está presente en el cerebro humano y de cómo se genera es lo que llamamos “la mente”, a partir de una maraña de conexiones entre más de cien mil millones de neuronas, más que estrellas existen en nuestra Galaxia, la Vía Láctea. Es algo grande que, en realidad, no hemos alcanzado a comprender.
La mente humana es de tal complejidad que no hemos podido llegar a comprender su funcionamiento. ¿Por qué unas personas tienen una gran facilidad para tocar el piano, otros para comprender las matemáticas complejas y algunos para ver lo que nadie ha sido capaz de detectar en el ámbito de la Naturaleza, pongamos por ejemplo un paisaje, o, llegar a comprender fenómenos físicos que configuran el mundo, el Universo y la vida?
De los fenómenos naturales es difícil que exista alguno del que no podamos explicar su origen
Otros fenómenos que están lejos de nuestro ámbito cotidiano también han podido ser desvelado por nuestros científicos que han podido demostrar, por ejemplo, que el fenómeno que llaman entrelazamiento cuántico no tiene ninguna explicación fuera de la mecánica cuántica.
Esta increíble propiedad de la física más pequeña inquietó a Einstein hasta el día de su muerte. Pero también es la base de la computación y el teletransporte cuántico.
En 1935 un molesto Albert Einstein, junto con sus colegas Podolsky y Rosen, presentaron la llamada “paradoja EPR”, por sus iniciales. Esta quería servir de ejemplo para decir que la mecánica cuántica era una “teoría” incompleta y fallida. Que necesitaba de una profunda revisión. ¿Y por qué? Porque, según el propio Einstein, este conjunto de hipótesis violaba el universo tal y como lo conocemos. Por lo tanto, tenía que estar mal en algún punto. Efectivamente, en los tiempos que corren hemos podido comprobar un fenómeno inquietante y extraordinario que permite que dos partículas separadas entre sí por una distancia monstruosa sean capaces de “comunicarse” sin que exista nada, ningún canal de transmisión, entre las dos. A este extraño fenómeno, que rompe por completo nuestra manera de entender el mundo, lo llamamos entrelazamiento cuántico.
“El entrelazamiento cuántico ha sido confirmado gracias a los fotones de una luz emitida hace 600 años por una estrella lejana. Un equipo de físicos demuestra así que el entrelazamiento cuántico no tiene explicación fuera de la mecánica cuántica, ya que pensar lo contrario supondría que alguien estableció en el espacio exterior un mecanismo de interferencia, mucho antes del experimento realizado ahora.”
Es precisamente a escala humana, donde se dan las características (posiblemente) más complejas del Universo, las que se resisten más a rendirse ante métodos y reglamentos fijos que las pretenda mantener estáticas e inamovibles por el interés de unos pocos. Las Sociedades son dinámicas en el tiempo y en el espacio y, su natural destino es el de evolucionar siempre, el de buscar las respuestas a cuestiones para ellas desconocidas y que al estar inmersas en el corazón de la Naturaleza, se sirven de la Ciencia para poder llegar al lugar más secreto y arrancar esas respuestas que tanto, parecen necesitar para continuar hacia el futuro.
Claro que, ese futuro, no depende de esas Sociedades Humanas que de alguna manera, están a merced de sucesos como aquel de Yucatán, cuando al parecer, hace ahora 65 millones de años, perecieron los Dinosaurios que reinaron en el Planeta durante 150 millones de años hasta que llegó aquél fatídico (para ellos) pedrusco que, en realidad, posibilitó nuestra llegada.
Aquellos terribles animales que poblaban la Tierra hubiera hecho imposible nuestra presencia en el planeta. Formas de vida incompatibles con nuestra especie que desaparecieron -según parece- por causas naturales venidas del espacio exterior para que más tarde, pudiéramos nosotros hacer acto de presencia en el planeta que nos acoge.
Aquello se considera una extinción masiva ocurrida en la Tierra, algo tan claramente reflejado en el registro fósil que se utiliza para marcar el final de un período de tiempo geológico, el Cretáceo, y el comienzo de otro, el Terciario. Puesto que la “C” ya se ha utilizado como inicial en un contexto similar en relación con el período Cámbrico, este marcador se suele denominar frontera K-T, con una “K” de Kreide, que es el nombre del Cretáceo en alemán. No fueron solos los dinosaurios los que resultaron afectados, aunque son los que aparecen con mayor protagonismo en los relatos populares cuando se habla de este desastre.
Esqueletos de dinosaurios expuestos en el Museo Real de Ontario, Canadá.
Alrededor del 70 por ciento de todas las especies que vivían en la Tierra al finales del cretáceo habian desaparecidos a principios del Terciario, lo cual indica que se trató realmente de una “extinción en masa” y explica por qué los geólogos y los paleontólogos utilizan la frontera K-T como un marcador importante en el registro fósil. Dadas las dificultades que plantean unas pruebas de tiempos tan remotos, y la lentitud con la que se acumulan los estratos geológicos, todo lo que podemos decir realmente sobre la velocidad a la que se produjo aquella extinción es que sucedió en menos de unas pocas decenas de miles de años, pero en ningún caso durante muchos millones de años; sin embargo, esto se considera un cambio brusco en relación con la escala de tiempo utilizada en geología.
Gráfica de las extinciones los últimos 250 Millones de años
Las preguntas obvias que esto plantea son las mismas que surgen tras un gran terremoto -por qué sucedió, y si podría suceder de nuevo y, en su caso, cuándo- En el caso del suceso K-T hay un candidato muy adecuado para ser el desencadenante que hizo que la extinción se produjera, por ejemplo, hace 60 0 55 millones de años. Los restos del enorme cráter que data justo de entonces ha sido descubierto bajo lo que es ahora la península de Yucatán, en Méjico, y por todo el mundo se han hallado estratos de hace 65 millones de años que contienen restos de iridio, un metal pesado que es raro en la corteza terrestre, pero del que sabemos que es un componente de algunos tipos de meteoritos. La capa de iridio es tan delgada que tuvo que depositarse en menos de 10.000 años (quizá mucho menos), lo cual es coherente con la teoría de que el suceso K-T fue desencadenado en su totalidad, de manera más o menos instantánea, por un gran golpe que llegó del espacio interestelar.
El volcán Kilauea amenaza a las poblaciones de Hawai es terrible. La catástrofe está servida
El supervolcán de Yellowstone está deformando la superficie terrestre. Desde el pasado 12 de junio se han podido registrar más de 1.500 temblores en la caldera volcánica del parque nacional estadounidense. El día que aquello explote el propio planeta puede tener un serio problema tal es su enorme importancia en cuanto a la magnitud del suceso que se espera en el futuro.
Volviendo al gran meteorito del Yucatán, no sería difícil explicar por que pudo suceder todo esto. La energía cinética contenida en un impacto de este calibre sería equivalente a la explosión de unos mil millones de megatoneladas de TNT y arrojaría al espacio unos detritos en forma de grandes bloques que se desplazarían siguiendo trayectorias balísticas (como las de los misiles balísticos intercontinentales) y volverían a entrar en la atmósfera por todo el globo terráqueo, difundiendo calor y aumentando la temperatura en todas las regiones. Se produciría un efecto de calentamiento de 10 kilowatios por cada metro cuadrado de la superficie terrestre durante varias horas, un fenómeno que ha sido descrito gráficamente por Jay Melosh. A continuación, unas diminutas partículas de polvo lanzadas al interior de la parte superior de la atmósfera se extendería alrededor del todo el planeta y, combinada con el humo de todos los incendios desencadenados por el “asado a la parrilla”, bloquearían el paso de la luz del Sol, causando la muerte de todas las plantas que dependían de la fotosíntesis y congelando temporalmente el planeta.
Si el planeta se congela, ¿dónde nos meteremos? ¿cuántas criaturas tendrán la oportunidad de sobrevivir? Y, si por el contrario los grandes glaciares se descongelan y suben los niveles de mares y océanos… ¿Cuantas inundaciones y ciudades quedaran bajo las aguas?
Hay pruebas de que, en épocas pasadas, la Tierra sufrió visitas inesperadas desde el espacio que trajo muerte y desolación. Hace unos 35 millones de años, la Tierra soportó unos impactos parecidos sin que se produjera una extinción del calibre del suceso K-T. Aunque los factores desencadenantes tengan la misma magnitud. Por otra parte, existen pruebas de que los Dinosaurios y otras especies estaban ya en decadencia en los dos últimos millones de años del Cretáceo. Parece que los grandes lagartos habían experimentado altibajos durante los 150 millones de años que se pasaron vagando por la Tierra. Hay opiniones para todos y algunos dicen que su desparición se debió, en realidad, al aumento del Oxígeno en nuestra atmósfera.
Extinciones masivas
El suceso K-T es en realidad sólo una entre cinco catástrofes similares (en la medida en que afectó en aquella época a la vida en la Tierra) a las que los geólogos denominan en conjunto las “cinco grandes” -y no es en absoluto la mayor-. Cada una de ellas se utiliza como marcador entre períodos geológicos y todas han sucedido durante los últimos 600 millones de años.
La razón por la que nos centramos en este pasado geológico relativamente reciente es que fue en esa época cuando los seres vivos desarrollaron por primera vez algunas características, tales como las conchas, que podían fosilizarse fácilmente, dejando rastros que pueden reconocerse en los estratos que se estudian en la actualidad.
Nuevas especies de fósiles de invertebrados marinos, que vivieron hace 465 millones de años, se han hallado en diversos yacimientos de la provincia de Ciudad Real en España, y, por todas partes del mundo, si se profundiza en la Tierra, se encuentran fósiles y conchas de tiempos pasados. En la imagen recreada arriba se recoge el descubrimiento especies nuevas, de animales marinos con concha que han posibilitado su hallazgo después de tantos millones de años.
Pero centrémonos en las “cinco grandes extinciones” que, tomándolas cronológicamente se produjeron hace unos 440 millones de años (que marcaron la frontera entre los períodos Ordovícico y Silúrico), hace 360 millones de años (entre el Devónico y el Carbonífero), 250 millones de años (entre el Pérmico y el Triásico), 215 millones de años (en la frontera entre el Triásico y el Jurásico) y 65 millones de años (en la frontera K-T).
Millones de años
Intensidad de la extinción marina a través del tiempo. El gráfico azul muestra el porcentaje aparente (no el número absoluto) de los géneros de animales marinos extintos durante un determinado intervalo de tiempo. Se muestran las ultimas cinco grandes extinciones masivas.
Hay otras muchas extinciones en el registro fósil pero, las más importantes son las mencionadas. La más espectacular de todas ellas es el suceso que tuvo lugar hace unos 250 millones de años, al final del Pérmico. Se extinguieron al menos el 80 por ciento, y posiblemente hasta el 95 por ciento, de todas las especies que vivían en nuestro planeta en aquellos tiempos, tanto en la tierra como en los océanos, y lo hizo durante un intervalo de menos de 100.000 años. Sin embargo, dado que también se calcula que el 99 por ciento de todas las especies que han vivido en la Tierra se han extinguido, esto significa que son el doble las que han desaparecido en sucesos de -aparente- menor importancia.
La cuestión que nos intriga es si las extinciones en masa son realmente acontecimientos especiales, de carácter diferente al de las extinciones de menor importancia, o si son el mismo tipo de suceso, pero a gran escala -¿son las extinciones de vida en la Tierra unos hechos cuya naturaleza es independiente de su magnitud, como los terremotos y todos los demás fenómenos que la Naturaleza nos envía periódicamente que dan lugar a catástrofes y pérdidas de muchas vidas? La respuesta sincera es “no lo sabemos”, pero hay bastantes evidencias como para intuir que ésta es una posibilidad muy real.
El logotipo del Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria es un globo terráqueo sobre el que aparece la letra V y sobre ella otra pequeña tierra y el acrónimo VHEMT de Voluntary Human Extinction Movement.
Gracias a un meticuloso trabajo de investigación de Jack Sepkoski, de la Universidad de Chicago que, pudo trazar un gráfico en el que mostraba como ha fluctuado durante los últimos 600 millones de años el nivel de extinciones que se produjo en cada intervalo de cuatro millones de años.
Extinciones según Sepkoski
El gráfico nos muestra que la muerte de los dinosaurios fue también la muerte de los invertebrados marinos. La pregunta que se puede plantear es que clase de aleatoriedad es ésta, si realmente son sucesos aleatorios. Resulta que es una ley potencial -nuestro viejo amigo, el ruido 1/f-. El origen de esta señal aleatoria, de enorme interés por su ubicuidad y propiedades matemáticas, sigue siendo un misterio, a pesar de la atención que se le ha dedicado.
Ahora bien, no parece probable que todas las extinciones de vida que han sucedido en la Tierra hayan tenido como causa impactos procedentes del espacio. Lo que parece estar diciéndonos el registro fósil es que las extinciones se producen en todas las escalas, todos los tiempos, y que (como en el caso de los terremotos) puede producirse una extinción de cualquier magnitud en cualquier época. Algunas extinciones podrían ser desencadenadas por impactos de meteoritos; otras, por períodos glaciares. Una cosa sí que nos queda clara: es necesario un gran desencadenante para que ocurra un gran suceso, y, no podemos olvidar que estamos inmersos en un Sistema Complejo -la vida en la Tierra- que es autoorganizador, se alimenta a partir de un flujo de energía, y existe al borde del Caos. Si comprendemos eso, estaremos preparados para entender lo que todo esto significa para la vida en sí misma, siempre expuesta a las fuerzas del Universo.
Por otra parte, a lo largo de nuestra Historia hemos conocido situaciones de muertes masivas como por ejemplo: La Peste de la Guerra del Peloponeso (430 a.C.), La Plaga Antonina (165 y 180), La Plaga de Justiniano (541 y 542), La Peste Negra (1348 y 1350), o, La Gripe Española (1918) y, todas ellas son en realidad de origen desconocido. Esto me lleva a pensar que la Tierra, nuestro planeta, viaja por el espacio como una gran nave espacial y recorre regiones interestelares en las que no sabemos qué puede haber, y, ¿quién puede negar que al atravesar esas regiones, no estén presenten en esllas esporas fuertemente acorazadasa contra la radiación que, atravesando la atmósfera terrestre se instalen tan ricamente en nuestro mundo para florecer y sembrar la muerte entre nosotros? Lo cierto es que son muchas las cosas que no sabemos.
De todas las maneras, no podemos negar que grandes cambios nos acechan y, como la medida del “tiempo” es distinta para la escala humana que para la del Universo, en cualquier momento podrá tener lugar un acontecimiento de índole diversa (la caída de un meteorito, una pandemia debastadora, cataclismos tectónicos de gran magnitud, explosiones supernovas de inmensa intensidad que barra nuestra atmósfera y siembre de radiación el planeta…) que vendrá a transformar todo lo que nosotros consideramos importante y que, para la Naturaleza, no es nada.
De todas las maneras, en una cosa sí tenemos que estar de acuerdo: ¡La vida! Esa cosa tan frágil pero tan fuerte, se ha resistido a desaparecer a lo largo de los millones de años que lleva en el planeta y, eso nos lleva a sospechar que, lo mismo habrá sucedido en otros lugares y la Vida, debe estar por todas partes… ¡A pesar de todo!
emilio silvera
La fuente de la mayor parte del contenido de este trabajo, hay que buscarla en los pensamientos del maestro J. Gribbin, un Astrofísico de nuestro tiempo.
Ene
16
Catastrofes Naturales
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Catástrofes Naturales ~ Comments (0)
Campo magnético de la Tierra – NASA
Algo extraño sucede con el campo magnético de la Tierra, y los científicos no saben que es.
El campo magnético está avanzando tan deprisa que los invesatigadores han tenido que hacer cambios de urgencia en el Modelo Magnético Mundial.
Algo muy extraño está sucediendo en el extremo norte de la Tierra, y los geólogos no aciertan a adivinar de qué se trata. Algo que, como mínimo, afectará a los sistemas de navegación del mundo entero y que ha hecho necesaria una “intervención urgente” de los expertos en geomagnetismo.
Lo cierto es que el Polo Norte magnético se sigue moviendo, impulsado por el hierro líquido y en rotación del núcleo del planeta, y lo hace cada vez más deprisa. En estos momentos, según se publica esta misma semana en Nature, el Polo Norte magnético se está alejando de Canadá, en dirección a Siberia, y lo hace tan rápidamente que los expertos mundiales en geomagnetismo se han visto obligados a actuar de una forma poco convencional.
Para este martes 15 de enero, en efecto, dos años antes de lo previsto, estaba convocada una reunión de expertos para actualizar de urgencia el Modelo Magnético Mundial, que describe con detalle la situación del campo magnético y resulta imprescindible para que funcionen los sistemas de navegación, desde los que dirigen a los barcos en alta mar hasta las rutas de los aviones o los mapas de Google que llevamos en el teléfono móvil. La reunión, sin embargo, ha tenido que ser pospuesta hasta el próximo 30 de enero debido a la actual parálisis de la administración Trump.
Esa reunión no estaba prevista, ya que la versión más reciente del Modelo se publicó en 2015, y tenía que haber durado por lo menos hasta 2020. Pero el campo magnético de la Tierra está cambiando tan rápido que los investigadores se han visto obligados a corregir el modelo sin esperar más. En palabras de Arnauld Chulliat, geomagnetista de la Universidad de Colorado en Boulder y los Centros Nacionales de Información Ambiental de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), “El error está aumentando todo el tiempo”.
«¿Qué está pasando?»
Los satélites Swarm estudian el campo magnético de la Tierra- ESA
El problema, al parecer, se debe tanto al rápido movimiento del Polo Norte magnético como a otra serie de cambios en las profundidades del planeta. La agitación del hierro líquido en el núcleo terrestre genera la mayor parte del campo magnético, que varía con el tiempo a medida que varían los flujos profundos. Pero en 2016, parte del campo magnético se aceleró brusca y temporalmente en las profundidades del norte de Sudamérica y el Pacífico Oriental. El cambio fue rastreado y comprobado por satélites como la misión Swarm, de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Para principios de 2018, el Modelo Magnético Mundial ya se encontraba en serios problemas, con márgenes de error en el límite mismo de lo aceptable. Algo que podría tener serias consecuencias en los sistemas mundiales de transporte y comunicaciones. Al hacer su verificación anual, en efecto, investigadores de la NOAA y el British Geological Survey se encontraron con una serie de anomalías que no esperaban. Y se dieron cuenta de que el Modelo era ya tan inexacto que estaba a punto de superar el límite aceptable para los errores de navegación.
“Esa fue la situación con la que nos encontramos -asegura Chulliat a Nature-. ¿Qué está pasando?” La respuesta, según el mismo científico explicó el mes pasado en el congreso anual de la American Geophysical Union en Washington, es doble.
El peor momento posible
Por un lado, el pulso geomagnético de 2016 debajo de Sudamérica se produjo en el peor momento posible, justo después de la actualización de 2015 del Modelo Geomagnético Mundial, lo que significaba que la nueva versión partía ya con errores que los planificadores no habían podido anticipar.
Por otro, el rápido movimiento del Norte magnético no hizo más que empeorar el problema. El movimiento impredecible del Polo Norte magnético es algo que fascina a los científicos desde que fue medido por primera vez, en 1831, por James Clark Ross en el Artico canadiense. Pero a mediados de los años 90 el polo aumentó su velocidad, desde 15 hasta 55 km. por año. Para 2001, ya había entrado en el Océano Artico. Allí, en 2007, un equipo que incluía a Chulliat aterrizó en el hielo para intentar ubicarlo.
En 2018, el Polo cruzó hacia el hemisferio oriental del planeta, y actualmente avanza en línea recta hacia Siberia. “El hecho de que el Polo avance tan rápido hace que esa región sea más propensa a grandes errores”, explica el investigador a Nature. Para tratar de “arreglar” el Modelo Magnético Mundial, Chulliat y sus colegas lo alimentaron con tres años de datos recientes, incluidos los del pulso geomagnético de 2016. Según el investigador, la nueva versión revisada del Modelo debería poder aguantar hasta la próxima actualización programada, que se llevará a cabo en 2020.
¿Una inversión de los polos?
Mientras, los científicos trabajan duro para comprender por qué el campo magnético está cambiando de forma tan dramática. Pero sus investigaciones están aún lejos de dar fruto. Los pulsos geomagnéticos como el de 2016 parecen remontarse a ondas “hidromagnéticas” que surgen desde lo más profundo del núcleo. Y el rápido movimiento del Polo Norte magnético podría estar vinculado a un “chorro” de hierro líquido de alta velocidad justo debajo de Canadá.
Un chorro que parece estar debilitando el campo magnético bajo Canadá, y que, según el geomagnetista Phil Livermore, de la Universidad de Leeds, en Reino Unido, podría significar que Canadá “está perdiendo una batalla magnética contra Siberia”.
Nuevos trabajos de campo y prospecciones están ya previstos para tratar de comprender la situación. Para algunos, podríamos estar presenciandouna inversión de los polos magnéticos, un proceso que intercambiaría las posiciones de los polos norte y sur magnéticos y que ya ha sucedido en el pasado, la última vez hace 700.000 años. Otros, sin embargo, opinan que la inversión no se está produciendo. Mientras, habrá que vigilar muy de cerca el Modelo Magnético Mundial, y corregirlo cada vez que sea necesario. El precio de no hacerlo podría ser una auténtica catástrofe para la forma de vida a la que estamos acostumbrados.
Ene
4
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Catástrofes Naturales ~ Comments (0)
La casualidad quiso que la órbita de la Estación Espacial Internacional pasara por encima de la isla rusa de Matua, hev een el archipiélago de las Kuriles, instantes después de que el estratovolcán Sarycntrara en erupción. Las imágenes que fueron tomando los astronautas desde 350 Km de altura son impresionantes:
El Caos y la destrucción que nos puede dar la variedad de colores, olores y sabores que junto con la belleza destruida o construida cambiará el paisaje del lugar donde puedan ocurrir acontecimientos como este que observan los tripulantes de la Estación Espacial Internacional, como bien se dice, desde su privilegiada atalaya.
Los volcanes han existido desde los inicios de la Tierra hace 4.500 millones de años. Si bien las erupciones volcánicas pueden destruir la flora y la fauna en su entorno, la lava enriquece el suelo con variados minerales. La mayor parte de los volcanes están situados a lo largo de los límites activos de las placas continentales. Los volcanes submarinos se hallan en regiones donde tienen lugar nueva formación de corteza terrestre, como en la dorsal oceánica. Estos volcanes pueden formar islas.
Los volcanes terrestres se encuentran, por lo general, en zonas de subducción, que se hallan especialmente en el Océano Pacifico. Los volcanes situados en las regiones costeras están distribuidos como una “sarta de perlas” y constituyen el anillo de fuego del Pacífico., en el que se encuentran más del 80% de los volcanes actuales. Además, los “puntos calientes” donde la fusión interna de la corteza crea magma, producen volcanes que son independientes de las placas continentales y sus limites. Un ejemplo de de este grupo lo constituyen los volcanes de Hawai.
Los volcanes se alimentan de las cámaras magmáticas, una especie de bolsas de rocas fundidas, a más de 1 km bajo la corteza terrestre. Si la presión en la cámara sobrepasa un determinado nivel (que es que parece que ha ocurrido en el de la imagen), el magma asciende por fisuras y grietas y forma una chimenea volcánica.
En el interior de esas montañas están activos materiales en forma de gases, líquidos y sólidos, todo a altas temperatura y presión. Cuando se producen las explosiones las zonas circundantes son bombardeadas con materiales y enterradas bajo una gruesa capa de ceniza en poco tiempo. Es la erupción denominada piroclástica (como la ocurrida en el año 79 a.C. que sepultó la ciudad de Pompeya bajo una capa de cenizas de 25 cm. de espesor) y los materiales pueden llegar a formar una nube piroplástica de 1.000 Cº de temperatura que puede desplazarse a 1.000 Km/h.
Hay diferentes tipos de explosiones volcánicas y en cada una de ellas se producen diferentes acontecimientos pero, como sólo se trata de dejar una leve y sencilla reseña de lo que estamos viendo en la imagen, creo que con la explicación dada queda bien.
Hasta hace muy poco no podía predecir este tipo de fenómenos naturales y, la gente que vivía en poblaciones situadas cercas de las laderas volcánicas estaban en peligro auque raramente, se producían erupciones espontáneas sin avisos previos como los terremotos, los volcanes y sus actividades son controladas por sismógrafos.
Los cráteres volcánicos, como parece ser el caso, están frecuentemente llenos de agua de lluvia y freáticas, formando lagos. Suele ocurrir que, tras una erupción volcánica, sean destruidos miles de kilómetros cuadrados de terreno a su alrededor y cambien por completo la orografía de la zona. Parece imposible pensar que la Naturaleza pueda recuperarse tras un acontecimiento de este tipo, sin embargo, las primeras muestras de vida vegetal aparecen a unos escasos tres meses del acontecimiento en los campos cubiertos por las cenizas ricas en minerales. Poco tiempo después, vuelven los animales y la vida, se reanuda, como si allí, nada hubiese pasado.
Así es la Naturaleza, y, como tantas veces se dijo aquí, algo se destruye para que algo surja a la vida. ¿Esperanza después de la muerte?
emilio silvera
Dic
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¡Estamos aquí de prestado? ¿Es la vida un accidente?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Catástrofes Naturales ~ Comments (1)
Algunas veces, cuando a solas pienso más profundamente en nuestra presencia en el mundo que habitamos, en el recorrido que ha hecho nuestra especie hasta llegar hasta aquí, en la inmensa lucha contra los elementos y las circunstancias adversas que hemos tenido que superar, sobre todo, esa enorme carga que llevamos sobre nosotros: ¡la ignorancia!, que no pocas veces nos lleva a comportamientos irracionales y contrarios a nuestros propios intereses. ¡Tántas esperanzas y sueños! Cuando, en realidad, no somos dueño de nuestro destino como especie que siempre ha estado en poder de la Naturaleza que nos creó. Las estrellas brillan en el cielo, ajenas a nuestra presencia. En realidad estamos en manos del Azar y nada impide que en cualquier momento, un gran asteroide venido del espacio pueda acabar con nuestra especie y toda la vida que pulula sobre nuestro planeta.
Movimiento de traslación a 107.000 Km/h
Probablemente no es fácil mantener una larga vida en un planeta del Sistema solar. Poco a poco hemos llegado a apreciar cuán precaria es. Dejando a un lado los intentos que siguen realizando los seres vivos (¿racionales?) de extinguirse así mismos, agotar los recursos, propagar infecciones letales y venenos mortales, hacer pruebas armamentísticas con la propia Naturaleza y un sin fin de locuras más, lo cierto es que también, aparte de los peligros que aqui nos acechan, bien sean naturales o artificiales, lo cierto es que, las amenazas externas nos acechan.
Los movimientos de cometas y asteroides constituyen una seria amenaza para el desarrollo y la continuidad de la vida inteligente en sus primeras etapas. Los impactos no son infrecuentes y en el pasado lejano han tenido efectos catastróficos sobre nuestro planeta, la Tierra. Somos afortunados por estar doblemente protegidos de estos impactos: por nuestra pequela y cercana vecina, la Luna, y por nuestro vecino lejano y gigante Júpiter que tiene una masa mil veces mayor que la Tierra y está situado en las afueras del Sistema solar donde su poderosa atracción gravitatoria puede capturar objetos errantes que se dirigen hacia el interior.
El Hubble pudo captar ésta imagen de los fragmentos del cometa Schumacher-Levy 9 que cayeron sobre Júpiter que los engulló y allí desaparecieron para siempre. Pero Júpiter es un gigante gaseso y, ¿si hubieran caído en la Tierra?
Fragmento de meteorito
En el siglo XX tuvimos dos impactos importantes en la Tierra, uno en América del Sur y el otro en Tunguska, al norte de Rusia. Hemos estado haciendo trampas con la ley de los promedios pero, un día, nuestra suerte cambiará. Y, aunque es cierto que algunos gobiernos están haciendo esfuerzos económicos en proyectos encaminados a seguir y vigilar las trayectorias de algunos grandes meteoritos sospechosos, lo cierto es que el paso del tiempo acerca, de manera inexorable, el acontecimiento hacia nosotros, dado que en última instancia será inevitable.
Las imágenes que fueron tomadas de aquel acontecimiento son sobrecogedoras, todo quedó arrasado
Cien años han pasado de la explosión de origen desconocido que arrasó una zona de 50 kilómetros de diámetro en Tunguska, una remota zona de Siberia, explosión que se conoce con el nombre de evento de Tunguska. Esta explosión fue tan potente que fue detectada por sismógafos en toda Asia y Europa e incluso llegaron a medirse en Londres las variaciones de presión atmosférica que causó.
A la fecha (al menos que yo sepa), sólo una sonda ha visitado un Asteroide que se Acerca a La Tierra. Se trata de la sonda NEAR-Shoemaker (Near Earth Asteroid Rendezvous), NASA, USA. Fue lanzada el 17 de Febrero de 1996 con destino final en el asteroide de tipo orbital amor 433 Eros. Su peso total era de 805 kilogramos. En Febrero de 1998 pasó por Eros sin ponerse en órbita. El 14 de Febrero de 2000 entró en órbita alrededor de Eros y el 12 de Febrero de 2001 descendió (!!) suavemente sobre él.
La sonda sobrevivió al aterrizaje y transmitió una serie de imágenes desde la superficie de este AAT. Se observaban bloques de rocas en un suelo polvoriento semejante al de nuestra Luna. Esta sonda contaba con espectrógrafos ópticos, infrarrojos, de rayos X y Gamma, magnetómetros, una cámara óptica mulitespectral y un radar láser.
Ida y su luna Dactyl
“Fotografía de Ceres en color natural tomada por la sonda espacial Dawn en mayo de 2015 a 13 642 km sobre la superficie. Se ven dos manchas brillantes en los cráteresOxo (en el centro) y Haulani (a la derecha). La sustancia que contienen principalmente estas manchas es carbonato de sodio. También es visible Ahura Mons, una colina aislada, en la parte inferior derecha. La superficie de Ceres es de las más oscuras del sistema solar.”
Algunos de estas rocas llegan a tener más de mil kilómetros. Algunos, como el conocido por el nombre de Ida llegan a tener hasta su propia pequeña luna llamada Dácty. ¿Os imaginais lo que sería la caída de uno de estos monstruos sobre nuestras cabezas? ¡¿Un asteroide con una luna?! La sonda Galileo cuya primera misión fue explorar el sistema joviano se encontró con dos asteroides y los fotografìó durante su largo viaje a Jùpiter. El segundo asteroide fotografiado es Ida (arriba) y se descubrió que tenía una luna, la que aparece como un pequeño punto a la derecha de Ida. La pequeña luna, llamada Dactyl mide poco más de un kilómetro, mientras que el asteroide con forma de patata mide unos cincuenta kilómetros de largo por unos treinta de ancho. Como ya habréis podido suponer, los nombres de Ida y Dactyl se tomaron de la Mitología Griega.
Curiosamente, estas intervenciones externas sobre la evolución de la Tierra tienen otra cara. Es cierto que pueden producir extinciones globales de una inmensa gravedad y retrasar la evolución de la complejidad en millones de años. Pero, en ciertas circunstancias pueden tener un efecto positivo y acelerador sobre la evolución de formas de vida inteligente. El mejor ejemplo que tenemos de ello fue el meteorito caído en el Yucatan (México).
La caída de aquel enorme meteorito modificó durante mucho tiempo la Atmósfera de la Tierra, hasta el punto de que, los Dinosaurios se quedaron sin comida y en aquel ambiente enrarecido poco a poco perecieron.
El suceso que, según todos los indicios, dio lugar a la extinción de los dinosaurios por la caída de un objeto espacial en la provincia del Yucatán hace ahora 65 millones de años, al final de la Era Mezosoica. Lo cierto es que, la Tierra fue rescatada de un callejón sin salida evolutivo. Parece que los dinosaurios evolucionaron por una vía que desarrollaba el tamaño físico antes que el tamaño cerebral.
La desaparición de los dinosaurios, junto con otras muchas formas de vida sobre la Tierra en aquella época, hizo un hueco para la aparición de los mamíferos. Además limpió algunos nichos de competidores por los recursos naturales. Todo aquello estimuló una rápida aceleración del desarrollo de la diversidad. Quizás esos impactos desempeñen un papel vital en la puesta en marcha de nuevos mecanismos evolutivos cuando, las formas de vida se ven atascadas en caminos poco prometedores.
¿Quién sabe? Pudiera ser que sin impactos, los procesos de desarrollo pueden establecerse en un camino estable pero poco prometedores y con extinciones sistemáticas se posibilitan mutaciones y cambios que, de otra manera, nunca llegarían a producirse. Hemos oído muchas veces esa expresión que dice: ¡La Naturaleza es sabia! Pero, por otra parte, se me hace muy cuesta arriba pensar que ninguna de las estrellas que titilan en el firmamento, se puedan preocupar de nuestra efímera existencia aquí en la Tierra.
Resulta muy difícil imaginar un organismo con vida que logre sobrevivir completamente aislado de otras formas de vida. Las necesidades orgánicas de todos los seres vivos vuelve el contacto con otras especies una condición sine qua non para poder sobrevivir en lo que conocemos como ecosistemas, los cuales se definen, justamente, por la interacción de varias formas de vida.
La existencia de un ser vivo que logre vivir completamente independiente del resto de formas de vida es algo que podríamos a priori enmarcar en el contexto de la ciencia ficción. Sin embargo, un reciente descubrimiento que tuvo lugar en Sudáfrica ha dejado boquiabierta a la ciencia.
Unas condiciones duras y rápidamente cambiantes podrían estimular la adaptación y acelerar los procesos evolutivos incrementando la diversidad que es el mejor seguro de vida que puede tener un planeta contra la extinción total de su biología por un impacto futuro. Claro que, no lo veríamos de la misma manera si fuéramos dinosaurios. Por otra parte, la vida es persistente y, como se puede leer debajo de la imagen de arriba, hasta aislada insiste en estar presente.
Por otra parte y de manera independiente de los posibles sucesos naturales que nos puedan amenazar, nuestra imaginación también crea otros que, según los rumores… pudieran ser ciertos. Tal es el caso del Planeta X, Hercóbulus, El 12º Planeta, Nibiru, son diferentes nombres que existen desde antiguo para designar a un extraño y destructor cuerpo celeste, que forma parte del Sistema Solar vecino de Tylo, pero que sin embargo su órbita tan elíptica y tan larga le lleva a cruzarse con nuestro Sistema Solar cada 3660 años.
El paso del planeta X, cruzándose por dentro de nuestro Sistema Solar, crearía unos efectos devastadores en La Tierra, encendiendo volcanes, terremotos, tsunamis, lluvias de fuego, etc… pues tendría que acercarse a unos 14 millones de millas de La Tierra, que astronómicamente se puede considerar como una distancia peligrosamente próxima.
La órbita elíptica de Nibiru, un planeta rojizo, más grande que Júpiter, le lleva a atravesar nuestro Sistema solar causando desequilibrios apocalípticos en la Tierra. Hercóbulus tiene un tamaño bastante grande, entre 2 y 5 veces mayor más que Júpiter, con lo que la fuerza de este planeta gigante altera electromagnéticamente y gravitacionalmente, a todos los niveles, a nuestro planeta; su polo norte ejerce una gran infuencia magnética al acercarse al polo norte de La Tierra, momento en el que ambos cuerpos se repelen magnéticamente y se produce una gran sacudida geo-magnética que cambia los polos en La Tierra.
Esto explicaría que la civilización humana transcurre y evoluciona en el tiempo mediante periodos cíclicos, de aproximadamente cada 4 milenios, siendo una de las visitas indeseables de Nibiru la causante de la desaparición del continente de la Atlántida. según todas estas leyendas, se calcula que el paso de Nibiru cerca de La Tierra, hacia el año 2012, podría ocasionar la muerte de 2/3 de la población mundial. (Ya tenemos aquí “hecha realidad” la predicción maya). sin ambargo, como adelante en 2.012, no pasó nada en la fecha “prevista” por los mayas.
¡Qué gente!
Lo cierto es que no tenemos que ir tan lejos para poder constatar in situ, los cambios que los desastres naturales pueden producir en nuestro entorno que, con cada suceso catastrófico se ve transformado y hay cosas que desaparecen para dejar pasos a otras nuevas… La vida incluida.
Los cráteres volcánicos, como parece ser el caso, están frecuentemente llenos de agua de lluvia y freáticas, formando lagos. Suele ocurrir que, tras una erupción volcánica, sean destruidos miles de kilómetros cuadrados de terreno a su alrededor y cambien por completo la orografía de la zona. Parece imposible pensar que la Naturaleza pueda recuperarse tras un acontecimiento de este tipo, sin embargo, las primeras muestras de vida vegetal aparecen a unos escasos tres meses del acontecimiento en los campos cubiertos por las cenizas ricas en minerales. Poco tiempo después, vuelven los animales y la vida, se reanuda, como si allí, nada hubiese pasado.
Así es la Naturaleza, y, como tantas veces se dijo aquí, algo se destruye para hacer posible que algo nuevo surja a la vida. Cuando una estrella muere crea las condciones necesarias para que otras surjan a la vida. La eterna rueda de los ciclos del Universo que, una y otra vez, reproduce los acontecimientos para que todo siga igual pero… diferente. Y, aunque os parezca una paradoja, así es el ritmo del Universo en el que todo muere para que todo pueda seguir el ritmo evolutivo que la Naturaleza impone.
emilio silvera
Nov
29
Si el Sol desaparece… la Vida se iría con él
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Catástrofes Naturales ~ Comments (0)
¿Y si el Sol desapareciera de repente?
Esta es la cascada de consecuencias para nuestro planeta y cómo se sucederían en el tiempo
Reportaje de prensa
No hace falta ser un astrónomo experimentado para saber que dependemos completamente del Sol. Nuestra estrella particular, en efecto, ocupa el centro de nuestro sistema planetario, mantiene los mundos en su sitio e irradia la energía necesaria para que aquí, en la Tierra, sea posible la vida. Gracias al Sol tenemos luz, calor, atmósfera, fotosíntesis, océanos… Sabemos también, sin embargo, que nada, ni siquiera el Sol, dura eternamente. Durará mucho tiempo, sí, aunque no para siempre. ¿Pero qué sucedería si un buen día el Sol desapareciera de repente? ¿Cuáles serían las consecuencias para nosotros y cómo se sucederían en el tiempo?
Un gráfico recién publicado por la web SolarCentre ha recopilado mucha de la información disponible para resolver la cuestión. Y el panorama, como era de suponer, no resulta nada esperanzador…
Se acabó la gravedad
El mundo sería muy distinto si de pronto desapareciera la fuerza de Gravedad que genera el Sol
En una secuencia cronológica, lo primero que desaparecería con el Sol es su atracción gravitatoria. Todos los planetas están “ligados” gravitatoriamente al Sol, y su súbita desaparición los dejaría sin un centro alrededor del que orbitar. De modo que empezarían a viajar, más o menos, en línea recta, hasta que se toparan con otro cuerpo lo suficientemente grande como para atraerlos. La estrella más cercana, Alpha Centauri, está a 4,2 años luz de distancia, así que esta situación de “vagabundeo espacial”, suponiendo que algún mundo se dirigiera hacia allí, duraría muchos miles de años.
Por supuesto, al perder su orden establecido es muy probable que algunos planetas chocaran entre sí, o que muchas lunas acabaran precipitándose sobre los mundos a los que orbitan. Júpiter y Saturno, los dos gigantes del Sistema Solar, lograrían quizá atraer a algunos de los planetas que nos rodean, para devorarlos sin contemplaciones.
Oscuridad eterna si el Sol desapareciera
Bueno, no sólo oscuridad eterna…. ¡Sería mucho más!
Aquí, en la Tierra, tardaríamos 8 minutos en darnos cuenta de que el Sol ya no está en su sitio. Ese es, en efecto, el tiempo que un rayo de sol tarda en recorrer, a la velocidad de la luz, los 150 millones de km. que nos separan del astro rey. Pasado ese tiempo, nos veríamos sumidos de repente en una total oscuridad. Y sería para siempre. Ni siquiera seríamos capaces de volver a contemplar la Luna, ya que su brillo no es más que un reflejo de la luz que recibe del Sol. Sí que veríamos las estrellas, que disponen de sus propias fuentes de luz, pero nuestras vidas se convertirían en una larga e interminable noche. Sin luz, además, las plantas ya no podrían seguir haciendo la fotosíntesis, con lo que la aportación de oxígeno a la atmósfera se interrumpiría casi por completo. Las reservas planetarias del gas que nos permite respirar apenas si durarían un par de semanas.
Se acabó el calor
Pero la oscuridad no sería lo más grave. De hecho, la temperatura media de la Tierra, que actualmente es de 29,6 grados, descendería rápidamente hasta los -123 grados en apenas dos meses. Cuatro meses después de la desaparición del Sol, la temperatura media de nuestro planeta sería de -198 grados, casi doscientas veces más fría que el interior de una nevera doméstica. En estas condiciones, la inmensa mayoría de la vida desaparecería de nuestro mundo. Solo quedarían algunos microorgansmos extremófilos que viven en medio de las rocas de la corteza terrestre, a varios km. de profundidad, y que no dependen de la luz solar. Los animales subterráneos y los carroñeros lograrían sobrevivir, quizá, durante un breve tiempo adicional, alimentándose de los cadáveres del resto. Pero terminarían desapareciendo en pocas semanas, junto a los demás. Sorprendentemente, los árboles más grandes lograrían, quizá, sobrevivir más tiempo, incluso durante algunas décadas, a pesar del frío y sin fotosíntesis.
No creo que la idea de los submarinos sea ningún remedio a la catástrofe
Para los humanos, la única opción sería embarcar en submarinos y sumergirse con ellos hasta lo más profundo de los océanos, para aprovechar el calor interno del planeta a medida que surge a través de las fuentes hidrotermales. Con los océanos congelados, ese sería, probablemente, uno de los últimos reductos para la vida terrestre. Otra solución temporal sería la de construir módulos habitables totalmente aislados de las condiciones externas, aunque habría muy poco tiempo para hacerlo (menos de un mes desde el “apagón”) y, de conseguirlo, solo se salvarían unos pocos y durante un tiempo limitado.
Al final, unos pocos cientos de años tras la desaparición del Sol, incluso las profundidades oceánicas se congelarían. La atmósfera se colapsará y la gélida superficie de lo que fue un mundo lleno de vida quedaría indefensa del bombardeo radiactivo de los rayos cósmicos.
Un panorama, pues totalmente desolador. Por fortuna, el Sol es una estrella de mediana edad, que lleva brillando unos 5.000 millones de años y todo parece indicar que lo seguirá haciendo durante otros 5.000 millones de años más. Aunque ningún ser humano llegará a verlo. Dentro de “solo” unos 1.000 millones de años, en efecto, el Sol se habrá vuelto tan caliente que hará hervir los océanos, que se evaporarán y harán de la Tierra un mundo inhabitable. Ojalá que para entonces ya estemos instalados en otros lugares, muy lejos de aquí…