jueves, 21 de noviembre del 2024 Fecha
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Lo mismo que el Universo, todo es dinámico y cambia

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Cosmología de los Antiguos pueblos    ~    Comentarios Comments (0)

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 Resultado de imagen de La Mente evoluciona

Nada en nuestro Universo está quieto, todo se mantiene en movimiento y, cuando vemos alguna cosa que está en “reposo”, sólo es una ilusión, ya que, los átomos que la conforma, tienen una actividad inusitada, las partículas allí situadas se mueven de manera frenética. Todo es actividad, movimiento, nada permanece totalmente estático, la evolución está siempre presente para cambiarlo todo.

También nuestras mentes lo son, y a medida que el tiempo transcurre y observamos y tenemos experiencias, investigamos y experimentamos, llegamos a conclusiones más certeras de lo que las cosas son, de cómo es el mundo y todo lo que le rodea, el Universo en fin que, es todo lo que existe y del que en el pasado teníamos una noción muy vaga y, la mayor parte de las veces, equivocada.

          La engañosa sensación de que son las estrellas las que se mueven cuando las miramos

La Tierra siempre nos pareció vasta e inmóvil, a través de dos millones de años en la prehistoria de la Humanidad nos proporcionó el escenario para poder realizar toda experiencia humana, con un cielo que no parecía otra cosa que un decorado lleno de luces que se movían. La Astronomía y la observación del espacio nos ha conducido a darnos cuenta de lo contrario: El Universo es vasto y el mundo de los hombres es pequeño.

Para cualquiera que siga el movimiento del Sol día tras día, y los movimientos de la Luna y las estrellas noche tras noche, es evidente que la Tierra constituye “el centro del universo” y que los cuerpos celestes giran a su alrededor diariamente, rindiendo homenaje a la morada del hombre. Cada día el Sol atraviesa la bóveda celeste; cada noche, la Luna y las estrellas realizan su ceremoniosa procesión a través de los cielos.

               Aún perduran los nombres de algunas constelaciones de aquellos antiguos Astrónomos

En las épocas antiguas, los hombres quedaban maravillados ante este movimiento nocturno de los cuerpos celestes y se preguntaban cuál podía ser su causa. A medida que seguían las estrellas noche tras noche, llegaron a dar un paso más, advirtiendo que sus formas no cambiaban; las estrellas de la Osa Mayor atravesabanm entonces el cielo formando una unidad, un conjunto inamovible y duradero de tal manera que hoy, aún continúa manteniéndose la figura legendaria del pasado. A partir de hechos como éste, los Astrónomos primitivos decidieron que las estrellas debían encontrarse firmemente atadas a una esfera enorme que rodeaba a la Tierra. La esfera daba una vuelta completa a la Tierra cada veinticuatro horas; cuando volvía a aparecer, las estrellas aparecían con ella. En el centro de esa esfera estaba la Tierra, sólida e inmóvil, situada convenientemente en el eje del Universo.

Algunos Astrónomos de la antigüedad en Grecia creyeron que podía ser la Tierra y no el cielo, quien giraba sobre su eje cada veinticuatro horas. Esta situación podía crear un movimiento aparente del cielo. Las estrellas podían estar fijas en el espacio, pero una persona colocada en una Tierra que rotaba sobre sí misma las vería moverse en la dirección contraria a la suya, de la misma manera en que un paisaje parece que se mueve cuando uno se encuentra subido a un carrusel o tiovivo. Y un Astrónomo griego tuvo incluso el “extraño” pensamiento de que, era la Tierra la que se movía alrededor del Sol mientras giraba sobre su propio eje. Hiparco de Samos le llamaban y, desde luego, en aquel tiempo, nadie le prestó atención, tuvo que venir Copérnico, 700 años más tarde, para que todos apoyaran esa idea que, aún entonces, algunos tacharon de locura.

Está claro que hoy, después de pasado el tiempo de saber lo que sabemos ahora, todas aquellas ideas nos parecen naturales y muy adecuadas para los tiempos que vivían y los conocimientos que, con sus escasos medios, podían alcanzar, y, sin embargo, los pensamientos avanzados eran, por lo general, objeto del idículo y el mayor escarnio sino de algo más grave aún.

Aunque ahora sabemos cómo se mueve la Tierra por el Espacio, para la mayoría de la gente de la época primitiva les parecía una estupidez que la masa de la Tierra pudiera girar sobre su eje como una peonza o viajar por el espacio como si de un barco se tratara. Evidentemente, todo aquello que no fuera más rápido que la Tierra quedaría siempre atrás; una flecha que lanzáramos al aire directamente hacia arriba debería caer al suelo  muchos kilómetros más allá; rocas y árboles deberían salir volando de una Tierra que girase sobre sí misma, de la misma manera que sale despedido el barro de la llanta de una rueda de vagón en movimiento. Desde el mismo momento que nadie había llegado a comprobar esos efectos, la Tierra debía encontrarse estacionaria, y el Sol, la Luna y las estrellas girarían a su alrededor diariamente. Así quedaba demostrado por toda la experiencia Humana.

Pero había un hecho que no estaba de acuerdo con esa imagen de una Tierra fija rodeada por una esfera de estrellas en rotación. Cinco “estrellas” no se comportaban como estrellas ordinarias; en lugar de mantener posiciones fijas en relación con otras estrellas, vagaban por los cielos, unas veces más cerca de una estrella y, otras, más cerca de otra. Los Astrónomos griegos, asombrados por el hecho de que esos cinco misteriosos objetos fueran diferentes a cualquier otra estrella, les denominaron “Errantes”, o planètès, en griego. Aquí fueron conocidos como planetas.

 

Pocos saben que Saturno tiene menos densidad que el agua. Si pudiéramos tener un Océano tan grande como para ponerlo en la superficie, el planeta flotaría.

Hoy día todos sabemos lo que es un planeta que significa un cuerpo esférico de roca y de hierro como la Tierra o Marte, o una gran esfera de hidrógrno como Júpiter o Satuno; pero aquellos astrónomos griegos y otros de su tiempo, que no disponían de telescopios, no tenían ni idea de que aquellos objetos a los que denominaban planetas pudieran ser cuperpos masivos como la Tierra. Para ellos y visto en la distancia, eran sencillamente puntos de luces parecidos a las estrellas y situados lejos, inalcanzables.

Asombrados por el movimiento errátivo de aquellos planetas, los astrónomos primitivos observaban cuidadosamente su posición, año tras año, y después de cierto tiempo, advirtieron que sus movimientos seguían una pauta. Cada planeta o estrella errante, , seguí un camino curvo en el cielo nocturno, que se dirigía primero de Este a Oeste y que, después, regresaba describiendo su curva de Oeste a Este.

Si los planetas se encontraban sujetos a una gran esfera que giraba en los cielos, deberian moverse atravesando el cielo solamente de Este a Oeste, en un recorrido fijo, igual que el resto de las estrellas. Evidentemente, no podían estar fijado a la esfera celestial. Debian estar situados en cualquier otro lugar del espacio. Pero ¿Dónde? ¿Y por qué iban y venían describiendo aquella especie de anillo?

Reflexionando sobre estas preguntas, dos astrónomos griegos llamados Apolonio el uno e Hiparco el otro, tuvieron la ingeniosa idea. Ellos defendían que los planetas estaban atados a la llanta de una rueda que giraba atravesando el cielo. Al girar la rueda por el cielo, el planeta describiría un camino curvo, exactamente como se podía observar en los planetas reales. Y, aunque aquella idea funcionó muy bien al principio… Cuando los astrónomos trataron de realizar la representar de las ruedas que iban rodando por el cielo según los movcimientos observados en los planetas, se encontraron conque era imposible hacer una imagen adecuada a menos que creyesen que las ruedas rodaban sobre otras ruedas. Es decir, un planeta se movía en la llanta de una rueda que, a su vez, se movía en la llanta de otra rueda.

Resultado de imagen de El sistema de ruedas de Ptolomeo

Llegó Ptolomeo, en el s II d. de C. y concluyó que se necesitaba como mínimo cuarenta ruedas situadas sobre otras ruedas para describir los movimientos del Sol, la Luna y los cinco planetas -que por entonces eran conocidos-. Las ruedas rodantes de Ptolomeo parecían funcionar muy bien, pero la gente creía que su modelo celeste era demasiado complicado. Cuando Alfonso X, rey de Castilla y Aragón, oyó hablar del sistema ptolemaico, afirmó:

“Si el Señor me hubiera consultado a mí, le hubiera recomendado algo mucho más sencillo.”

 

Y John Milton, que hubo de enseñar el sistema ptolemaico como profesor de escuela en el siglo XVII, escribió disgustado acerca de Ptolomeo y de sus seguidores:

“Cómo discurren

Para guardar las apariciencias, cómo disponen la Esfera

Con lo Céntrico y lo Excéntrico garabateando sobre

El Ciclo y el Epiciclo, la Rueda en la Rueda…”

 

 

 

http://web.educastur.princast.es/proyectos/grupotecne/archivos/investiga/107sistema%20de%20ptolomeo.jpg

Sin embargo, el cuadro del Universo que poresentaba Ptolomeo era lo mejor que la mente humana, en aquellos tiempos, había podido construir, toda vez que, no se disponía de los datos más precisos que más adelante daría la observación telescópica de los cuerpos celestes -planetas y estrellas- de nuestra vecindad en el primer momento y mucho más lejos más tarde.

Pero no adelantemos acontecimientos y, fue finalmente, alrededor del 1500, cuando un clérico polaco llamado Copérnico, se hizo con una idea de Aristarco de Samos y, vino a plantear el modelo más cercano a la realidad de que era el Sol, y no la Tierra, el que ocupaba el Centro del Sistema solar y los planetas daban vueltas a su alrededor orbitándo al cuerpo mayor.

                 ¿Cómo imaginar una Tierra sin Gravedad?

Así y todo, a pesar de sus críticos, el modelo de Copérnico echó raíces en la mente de los hombres. Se comenzó a respirar un ambiente más fresco en todo aquel farragoso asunto y, desde luego, allí se entregó la llave que dio lugar a que se pudieran abrir otras puertas cerradas, a nuevas ideas y nuevos conceptos que llegaron de la mano de Kepler y Tycho Brahe y muchos otros después.

Ahora, sabiendo lo que sabemos, nos podemos asombrar de que, aquellos Astrónomos del pasado, hubieran podido creer que los planetas podían ser como Joyas pulidas y brillantes, perfectas e inmutables, mientras que la Tierra estaba formada por una sustancia ordinaria, tales como barro y agua y rocas pero, pasó el tiempo y abrieron los ojos para asombrados ver que, todos aquellos objetos maravillosos brillantes del cielo, eran también, como la misma Tierra, de barro, roca y agua esos materiales simples que van cargado de susctancias complejas que traen la vida si la radiación del Sol las calienta.

Ahora, desde la aventura que comenzó Galileo, hemos podido dejar el ámbito localista de Ptolomeo y Copérnico y nos hemos desplazado hasta un ámbito mucho mayor, en el que podemos hablar de big bang, de supercúmulos de galaxias y fusiones. Ahora sabemos cómo nacen, viven y mueren las estrellas y de qué están hechas, sabemos que algunas estrellas son pequeñas enanas rojas, otras medianas y amaravillas y que también, existen estrellas gigantes supermasivas. Hemos llegado a saber que en las estrellas se producen las transiciones de fase de la materia simple en otras formas más complejas, y, sobre todo, hemos podido llegar a descubrir cómo funciona el Universo mediante cuatro fuerzas fundamentales que intervienen en lo que pasa por el todo el Cosmos. De la misma manera, llegamos a descubrir que todo lo grande (galaxias, estrellas y mundos), todo lo que podemos ver, está hecho de pequeños objetos que llamamos partículas y que son algunas elementales y otras complejas pero que, se unen en la manera adecuada para conformar todas las cosas que existen… ¿Incluídos nosotros!

Aunque el tema de hoy es bien conocido por “casi” todos, he pensado que muchos de los jóvenes que por aquí pasan, podrían necesitar tener una idea más amplia de cómo eran antes las cosas y lo que de ellas se pensaba y, de esa manera, me puse a escribir hasta dejar, este sencillo relato de lo que fue y hasta donde hemos podido llegar.

emilio silvera

¿Un Universo Cíclico?

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Cosmología de los Antiguos pueblos    ~    Comentarios Comments (0)

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Su inexorable transcurrir lo cambia todo. El Tiempo nació con el Universo, y, después del comienzo del Tiempo, nada sería igual siempre, todos los objetos inertes o no, acusarían su paso asimilando a su inseparable compañeta: ¡La Entropía!

“La idea principal que está presente en todas nuestras investigaciones

y que acompaña a toda nuestra Observación,

el sonido que en el oído del estudioso de la Naturaleza

parece resonar continuamente en toda parte de su obra es:

¡Tiempo! ¡Tiempo! ¡Tiempo!”

George Scrope

Ellos creían que, como las Estaciones, el tiempo era cíclico

La concepción del Tiempo que predominaba en la antigua Grecia era cíclica, y tan cerrada como las esferas cristalinas en las que Aristóteles aprisionaba el espacio cósmico. Platón, Aristóteles, Pitágoras y los estoícos, todos ellos, sostenían la idea, heredada de una antigua creencia caldea, de que la historia del universo consistía en una serie de “grandes años”, cada uno de los cuales era de un ciclo de duración no especificada que terminaba cuando todos los planetas estaban en conjunción, provocando una catástrofe de cuyas cenizas empezaba el siguiente ciclo de nuevo.

          El Universo era infinito y se renovaba cíclicamente a partir del Caos destructor surgía el Nuevo

Se pensaba que este proceso tenía lugar desde siempre. Según el razonamiento de Aristóteles, con una lógica tan circular como el movimiento de las estrellas, sería paradójico pensar que el Tiempo ha tenido un comienzo en el tiempo, de modo que los ciclos cósmicos deben reproducirse continuamente.

La concepción cíclica del Tiempo no carecía de encantos. Expresaba un hastío del mundo y un elegante fatalismo del género que a menudo atrae a las personas con inclinaciones filosóficas, un tinte conservado en forma indeleble por el historiador Islámico Ahmad ibn Ábd al- Ghaffar, quien relató una parábola del eterno retorno.

Una y otra vez, en nuestro Universo, se repiten las mismas transiciones o cambios de fase que lo regeneran una y otra vez: Estrellas que al final de sus vidas explotan como supernovas, Dejando Nubes estelares gigantes de las que vuelven a surgir nuevas estrellas que, de nuevo, vuelven a brillar durante millones o miles de millones de años para empezar otro ciclo. Esa es, la verdadera dinámica del Universo:  la Destrucción-Creación de la que se vale para luchar contra la Entropía. Es decir, ¿vida después de la muerte?

Claro que, en aquellos tiempos, el Universo cíclico era tomado literalmente y les sugería una especie de inmortalidad. Como Eudemo de Rodas, discípulo de Aristóteles, decía a sus propios discípulos: “Si creéis a los pitagóricos, todo retornará con el tiempo en el mismo orden numérico, y yo conversaré con vosotros con el bastón en la mano y vosotros os sentaréis como estais sentados ahora, y lo mismo sucederá con toda otra cosa.” Por estas o por otras razones, el tiempo cíclico aún es popular hoy, y muchos cosmólogos defienden modelos del “universo oscilante”, en los que se supone que la expansión del universo en elgún momento se detendrá y será seguida por un colapso cósmico en los fuegos purificadores del siguiente big bang. Sin embargo, la Densidad Crítica observada, no avala tal pensamiento.

Con relativa frecuencia, un científico determinado, o un grupo de ellos, nos advierten que nos dirigimos irremisiblemente al colapso, mientras que otros, por el contrario, vislumbran un mundo feliz.

No parece, que ninguna de las dos opciones estén basadas en una realidad científica en la que podamos confiar. La primera, la del colapso, no viene apoyada por los datos obtenidos en las observaciones del Universo que, siendo múltiples y obtenidas por distintos medios y en distintas regiones del espacio interestelar cosmológico, parecen coincidir en el hecho cierto de que, la Densidad Crítica, es decir, la Densidad Media de materia requerida para que la Gravedad detenga la Expansión y se produzca el “colapso” del Universo, no es tan alta como para que eso sea posible. La Densidad crítica es de alrededor de 10-29 gramos por cm3, es decir, se ajusta al Modelo que tiene justamente la Densidad Crítica necesaria para que se esté expandiendo para siempre, es el Modelo de Einstein- De Sitter.Parece que nuestro Universo, se expandirá sin ninguna parada, sino que, por el contrario, cada vez lo hará más rápidamente hasta que, el frío del cero absoluto, lo haga un universo muerto, sin vida.

Las galaxias se alejaran las unas de las otras y la temperatura del Universo decaerá hasta el cero absoluto, allí, nada se mueve y la vida, no podría estar presente. ¿Tendremos que buscar otros caminos para preservar la especie? ¿Existen en realidad esos caminos? ¿Habrá Universos paralelos en los que poder refugiarnos? Tantas preguntas denotan nuestra enorme ignorancia. Claro que, el pensamiento principal al que debemos acudir en tales circunstancias es el de si, para entonces, estaríamos nosotros aquí.

Pero sigamos con el universo cíclico de los griegos. Pese a todos sus aspectos felices, la vieja doctrina de la historia infinita y cíclica tenía el pernicioso efecto de tender a desalentar los intentos de sondear la genuina extensión del pasado. Si la historia cósmica sonsistía en una serie interminable de repeticiones inunterrumpidas por destrucciones universales, entonces era imposible determinar cual era realmente la edad total del universo. Un pasado cíclico infinito es por definición inconmensurable, es un “tiempo fuera de la mente”, como solía decir Alejandro Magno. El tiempo cíclico tampoco dejaba mucho espacio para el concepto de evolución.  La fructífera idea de que puede haber innovaciones genuínas en el mundo.

Es cierto, de andar arrastrando las manos por el suelo, hemos llegado a la mesa del Ordenador, o, como mas me gusta definir lo ocurrido realmente: Desde la copa de los árboles la evolución nos ha llevado al Espacio exterior, a las estrellas lejanas mediante los pensamientos complejos que hemos llegado a desarrollar.

Los griegos sabían que el mundo cambia y que algunos de sus cambios eran graduales. Al vivir como vivían con el mar a sus pies y las montañas a sus espaldas, se daban cuenta de que las olas erosionan la tierra y estaban familiarizados con el extraño hecho de que las conchas y fósiles de animales marinos pueden encontrarse en cimas montañosas muy por encima del nivel del mar. Al menos dos de los hallazgos esenciales de la ciencia moderna de la geología -que pueden formarse montañas a partir de lo que fue el lecho marino, y que pueden sufrir la erosión del viento y del agua- ya eran mencionadas en épocas tan tempranas como el siglo IV a. C.

Desde un punto de vista científico, la implicación más perniciosa del catastrofísmo fue que cortó el pasado del presente, como la astrofísica de Aristóteles había divorciado lo etéreo de lo mundano. Al relegar los principales cambios geológicos a poderosas fuerzas sobrenaturales que sólo se habían manifestado en la historia temprana de la Tierra, el catastrofismo excluyó la extrapolación a la historia de leyes científicas cosechadas del mundo actual. El geólogo escocés Charles Lyell escribió: “Nunca hubo un dogma más calculado para alentar la indolencia y embotar la curiosidad que este supuesto de la discordancia entre las causas anteriores y las actuales del cambio.” A darwin, cuya lectura eran los escritos de Lyell, le inspiraron estas ideas.

Está claro que con el paso del Tiempo siempre viaja la Evolución, no sólo ya del Universo, sino de nuestras Mentes que pueden imaginar, razonar, inventar y descubrir como hacer cosas nuevas, como crear la tecnología que nos permite llegar hasta lugares imposibles en el ámbito de lo muy pequeño y de lo muy grande, y, no digamos del Arte y de las Ciencias.

Recordemos que el Libro de Lyell convirtió el viaje de Darwin, en el bergantín  Beagle, en un viaje en el tiempo. Darwin comenzó a leerlo inmediatamente, en su litera, mientras sufría los primeros de los muchos mareos que le atormentarían durante los cinco años siguientes. Construir una teoría de base empírica como la que realizó Darwin de la evolución, requiere no solo datos de observación, sino también una hipótesis organizadora, y, esa hipótesis, fue olvidada por aquellos griegos del universo cíclico.

Los cielos de nuestros antepasados se cernían a baja altura sobre sus cabezas. Cuando los antiguos astrónomos sumerios, chinos o coreanos subían los escalones de sus anchos y bajos zigurats de piedra para estudiar las estrellas, tenían razón para suponer que de ese modo lograban una visión mejor, no, como diríamos hoy, porque así dejaban atrás un poco de polvo y de aire turbulento, sino porque se acercaban considerablemente a las estrellas.

               Zigurats del arte sumerio, para ver las estrellas en un ámbito religioso

Los egipcios, por ejmplo, consideraban el cielo como una especie de toldo de tienda de campaña, apoyado en las montañas que señalaban los cuatro rincones de la Tierra, y como las montañas no eran muy altas, tampoco lo eran, presumiblemente, los cielos; las gigantescas constelaciones egipcias revoloteaban cerca de la Humanidad, tan próximas como una madre que se inclina para besar a su hijo dormido.

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                                                                 La Gran Pirámide y la Esfinge de Giza

El Sol griego estaba tan cerca que Ícaro tan sólo había alcanzado una altura de unos pocos miles de metros cuando el calor del astro fundió la cera de sus alas, arrojando al pobre muchacho al inhóspito Egeo. Tampoco las estrellas griegas estaban mucho más distantes; cuando Faetón perdió el control del Sol, viró hacia las estrellas tan repentinamente como un carro desviado que choca contra un poste indicador, y luego rebotó hacia la Tierra (tostándo a los etíopes en su descenso).

Ícaro es hijo del arquitecto Dédalo constructor del laberinto de Creta,  y de una esclava llamada Nñáucrate. Estaba retenido junto a su padre en la isla de Creta por el rey de la isla, llamado Minos.

Dédalo decidió escapar de la isla, pero dado que Minos controlaba la tierra y el mar, Dédalo se puso a trabajar para fabricar alas para él y su joven hijo Ícaro. Enlazó plumas entre sí uniendo con hilo las plumas centrales y con cera las laterales, y le dio al conjunto la suave curvatura de las alas de un pájaro. Ícaro a veces corría a recoger del suelo las plumas que el viento se había llevado o ablandaba la cera.

Cuando al fin terminó el trabajo, Dédalo batió sus alas y se halló subiendo y suspendido en el aire. Equipó entonces a su hijo de la misma manera, y le enseñó cómo volar. Cuando ambos estuvieron preparados para volar, Dédalo advirtió a Ícaro que no volase demasiado alto porque el calor del sol derretiría la cera, ni demasiado bajo porque la espuma del mar mojaría las alas y no podría volar.

Claro que, de ninguna manera podemos criticar las creencias de aquellos antecesores nuestros que, de alguna manera, nos prepararon el camino a seguir, y, de hecho, muchas de sus costumbres relacionadas con el cosmos y las estrellas que lo pueblan nos dejaron bellas anécdotas:

La gran nebulosa de Orión

“Cuando se eleva el Gran Orión, pon a tus esclavos

A aventar el sagrado grano de Démeter

En la ventosa y desgastada era…

Luego da un repaso a tus esclavos; desunce tu yunta.

Pero cuando Orión y Sirio se desplacen

A la mitad del cielo, y Arturo acompaña

A la rosada Aurora, entonces Perseo, arranca

Las uvas arracimadas y lleva la cosecha a tu casa…

Cuando el gran Orión se sumerje el tiempo ha llegado

De arar, y, oportunamente, muere el viejo año.”

Los cazadores recolectores que precedieron a los agricultores también usaron el cielo como calendario. Todas aquellas civilizaciones antiguas miraban a los cielos y a las estrellas para saber, en cada momento, qué era lo que tenían que hacer. Hasta en sus viajes eran las estrellas sus guías.

                                         El modelo geocéntrico.

El modelo geocentrico lo propuso aristoteles y este consiste en lo siguiente: la tierra esta inmovil y aparece en el centro del universo, esta rodeada por ocho esferas concentricas que transportan el sol, la luna, los planetas conocidos y las estrellas fijas; el universo es finito.

Ptolomeo revisó las ideas de Aristóteles y fue el que consagró el modelo geocéntrico que permitía predecir el movimiento aparente de los planetas.

La diminuta escala de esos primeros modelos del cosmos era el resultado del supuesto de que la Tierra está situada, inmóvil, en el centro del universo. Si la Tierra no se mueve, entonces deben hacerlo las estrellas: la esfera estrellada debe rotar en su eje una vez al día para llevar a tiempo las estrellas apiñadas sobre nuestras cabezas, y cuanto mayor sea la esfera, tanto más rápidamente debe rotar. Si tal cosmos fuese muy grande, la velocidad requerida para la esfera celeste sería irrazonablemente alta.

Cuando hizo acto de presencia en escena Aristarco, cuya cosmología heliocéntrica se adelantó a la de Copérnico en unos mil setecientos años, las cosas cambiaron para mejor y el concepto del universo tomó otros senderos más en consonancia con la realidad. Aristarco era oriundo de Samos, una isla boscasa cercana a la costa de Asia Menor, donde Pitágoras, tres siglos antes,  había proclamado por primera vez que “todo es número”. Discípulo de Estrabón de lampsaco, Jefe de la escuela peripatética fundada por Aristóteles, Aristarco era un hábil geómetra que se sentía atraído por la tercera dimensión, y trazaba en su mente vastas figuras geométricas que no sólo se extendían por el cielo, sino también por las profundidades del espacio.

 Él, antes que Copérnico, nos habló del Sistema solar auténtico

Las adelantadas ideas de Aristarco nunca fueron reconocidas en su tiempo, y, tuvieron que pasar muchos siglos para que, Copérnico, hiciera suyas sus ideas y triunfara con la idea que antaño dejó Aristarco para las generaciones venideras. Así, el premio Nobel del reconocimiento popular, se lo llevó Copérnico por ideas de Aristarco.

Lástima que no se pueda seguir las teorías de Aristarco por haberse perdido el libro en el que proponía la teoría heliocéntrica. Sabemos de él por un informe escrito alrededor del 212 a.C. por el geómetra Arquímedes que, escribió un artículo titulado “El contador de Arena” y, muchas de sus teorías allí reseñadas, se basaron en las ideas de Aristarco de Samos.

El reportaje que aquí habeis podido leer, ha sido, en realidad, como el ir divagando sin rumbo de un lado a otro, y, al hablar de cuestiones dispersas, parece que, de nada hemos hablado. Sin embargo, ahí quedan las ideas y los hechos comentados que, de seguro, para algunos lectores habrán sido de interés.

emilio silvera

Recordemos a los Mayas

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Cosmología de los Antiguos pueblos    ~    Comentarios Comments (0)

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Allá por el año 2012, se presentó este trabajo como consecuencia de la profecia de los mayas que, nunca se cumpliría. Entonces decía:

Ya comienzan los movimientos, declaraciones, programas de televisión con variopintos personajes que se presentan como “especialistas” en el tema y exponen el tétrico destino que se nos viene encima para finales del presente año. Hasta princesas japonesas nos advierten sobre el fin del ciclo que puede ser devastador para la Humanidad. No digamos de “sacerdotes sectarios”, chamanes, charlatanes y toda esa pléyade de individuos y organizaciones que quieren hacer suyas las “profecias mayas!” para meternos el miedo en el cuerpo vaya usted a saber con qué intenciones malsabas.  Así que, aunque lo pusimos hace unos pocos días, aquí lo dejamos de nuevo para que, lo repaseis y tomeis conciencia de que, nada devastador ocurrirá el 23 de Diciembre de 2.012.

Aislada de la Cultura del viejo mundo, la Civilización Maya, ubicada en lo que actualmente es el sur de México y Guatemala, surgió alrededor de la época del nacimiento de Cristo, floreció y, luego, desapareció abrupta y misteriosamente. Muchos estudiosos han querido desentrañar el misterio, se ha investigado hasta la saciedad y, algunas cuestiones han quedado claras y otras (como siempre pasa), están bien escondidas en las brumas de una gran oscuridad.

 http://mejorvendedor.files.wordpress.com/2011/04/planeta-en-el-espacio.jpg

 ¿Estarán las respuestas en las estrellas? Aparte de las pirámides y las estelas de piedra talladas con unos elaborados glifos, su historia se conserva en unos pocos códices, entre los que figura el Libro de la Creación escrito en lengua maya-quiché, el Popol Vuh. Sin embargo, la cosmología maya tiene muchos aspectos parecidos a la cosmología de otras culturas.

 Pirámide escalonada, Chichen Itza, "ciudad del brujo del agua". (Fuente: A. Ciudad, Los mayas, col. biblioteca iberoamericana, Anaya, Madrid, 1988. p. 35)

Las construcciones mayas se hicieron de madera y piedra básicamente. Entre las maderas se prefirieron la coba y el zapote, por ser muy resistentes a los ataques de las termitas. Entre las piedras se usaron caliza, arenisca, mármol y otras.  Realizaron todo tipo de construcciones: palacios rectangulares y alargados, templos, juegos de pelota, calzadas (sacbeob) que unían las ciudades principales, fortificaciones, baños de vapor (temazcal). Se conservan importantes pirámides escalonadas en piedra. En lo alto de éstas se colocaba el templo. Estaban decoradas con pinturas de una variada gama de colores, y relieves. Algunos de estos son inscripciones de la escritura jeroglífica maya, aun no descifrada completamente. Las construcciones más importantes de esta época fueron Copán, Quiriguá, Piedras Negras, Palenque y Tikal.

Y, sí, tenían una cosmología muy parecida a la de otros pueblos muy alejados de ellos y de los que no tenían medio de saber, por ejemplo, la cosmología hindú es muy parecida a la maya en lo relativo a los cicvlos alternos de destrucción y creación, y en los enormes intervalos de tiempo en que se sitúan estos ciclos; a la cosmología antigua de Mesopotamia, en el seguimiento meticuloso de los cuerpos celestes, que son manifestaciones de los dioses, y en la igualmente implacable condena de las teorías anticuadas.

Máscara funeraria de jade hecha para "Pacal el Grande" ( Fuente: A. Ciudad, Los mayas, col. biblioteca iberoamericana, Anaya, Madrid, 1988. p. 91)

La elite social la constituían los sacerdotes y los nobles, que residían en la ciudad (que era también el centro religioso). Los campesinos vivían en las zonas rurales cercanas a la ciudad. La base de la economía era la agricultura y frecuentemente se desbrozaban trozos de selva para realizar nuevos cultivos. Los principales fueron el maíz, el algodón y el cacao.Este último tuvo tanta importancia que llegó a ser utilizado como moneda. Existía la esclavitud. Se supone que esos esclavos serían la mano de obra para la construcción de las pirámides colosales, pero ayudados por los campesinos. También debieron existir grupos de artesanos especializados.

 

Situados en la Península de Yucatán, los mayas han formado un vasto imperio que consta de varias ciudades-estado independientes. En el marco general, cada una de estas áreas urbanas consistió en una teocracia, sistema de gobierno representativo en el que se ve la máxima calidad de representante de los dioses en la Tierra. Llamado de “Halach Uinic,” este dirigente también tuvo funciones militares que lo incumbían en asuntos sobre tomar prisioneros de guerra y ofrecerlos como parte de sus sacrificios en honor a los dioses.

Antes de que aparecieran los seres humanos, el universo maya se desarrolla de una manera muy homogénea y continua. Como muchas otras cosmologías, comienza con un mar original. El Popol Vuh empieza diciendo: “Ahora todavía se ondula, ahora todavía se oyen sus murmullos…todavía susurra…y está vacío bajo el cielo”. (El traductor Dennis Tedlock se refiere a esta escena diciendo que es una especie de “ruido blanco”; el sonido que precede al sonido. Sólo están presentes los dioses del mar y de la tierra, llamados colectivamente Corazón del Lago y Corazón del Mar: el Hacedor, el Modelador, el Portador, el Procreador y la Serpiente Emplumada Soberana. A éstos se unen el Corazón del Cielo y los primeros dioses celestes, llamados Huracán, Rayo, Recien Nacido y Rayo Repentino. Después de negociar los dioses de los Cielos y de las Aguas acordaron crear la tierra y la vida en una sucesión que se parece a la “sopa original” de la biología del siglo XX.


 Una tierra cubierta por el océano y sometida a un violento relanpagueo, que contribuye a producir los primeros aminoácidos. Así se producen las divisiones cósmicas, siendo la primera de ellas la separación preexistentes de los dioses de las aguas y de los cielos, y la segunda la separación activa de la tierra y las aguas, y del cielo y la tierra.

 Acto seguido se llevaba a cabo la siembra del Sol, la Luna y las estrellas. A los antiguos mayas concebían esta actividad como “la siembra” o el “amanecer”, porque las asociaba a la plantación de semillas, que empujan desde el subsuelo para crecer, y a la salida de los cuerpos celestes, con respecto a los cuales creían que recorrian el inframundo antes de salir por el este.

 

Código Dresden

 

Este códice se denomino de esa manera después de ser encontrado en una biblioteca semi destruida. Este extraño libro escrito en lengua maya, llegó a manos de un erudito alemán en 1880, el cual tras años de dura labor, desentraño el código del calendario Maya, dando acceso de este modo a la traducción de muchas de las antiguas inscripciones que fueron encontradas en fuertes, casas, y artefactos de la civilización Maya y halladas en investigaciones arqueologicas.

Mientras Europa permanecía en el Oscurantismo, los mayas, en su apogeo (200-900 d.C.), construían templos y centros ceremoniales de 65 metros de altura, así como esplendorosos palacios, altares y estelas, predecían con precisión los eclipses, conocían con exactitud la trayectoria del planeta Venus y desarrollaron complejos sistemas de escritura y de técnicas agrícolas. Todo ello lo hicieron sin la ayuda de herramientas metálicas, de animales de carga o de la rueda (que, curiosamente, era usada en sus juguetes para los niños)

Hacia el año 900 d.C. la civilización maya misteriosamente decayó, abandonando los principales centros ceremoniales, que, poco a poco, fueron sepultados por selvas tales como las de Chiapas y Guatemala. Posiblemente, el fenómeno estuvo relacionado con una alta densidad de población y con un extenso periodo de sequía, provocado por la tala indiscriminada de árboles que utilizaban para calentar la cal con la cual construían sus enormes templos. La verdad nadie la sabe, todo son conjeturas y lo que realmente pasó, permanece en el más profundo de los misterios.

Templo del Gran Jaguar, Tikal, Guatemala.

Es curioso como se detallan algunos pasajes del Popol Vuh: “Veían perfectamente, conocían a la perfección todo lo que había bajo el cielo, dondequiera que miraran…A medida que miraban, se intensificaba su conocimiento humano de tal modo que las personas “quedaron cegadas” como la superficie de un espejo cuando se le echa el aliento…Y así se pedió…la capacidad de comprender, así como la facultad de conocerlo todo”.

Las ciudades mayas eran centros ceremoniales monumentales con pirámides escalonadas y otros grandes edificios de uso religioso, así como observatorios astronómicos y grandes explanadas para desarrollar los rituales. A la llegada de los españoles ya habían sido abandonadas, pero se conoce su religión por la arqueología, ya que muchas ciudades mayas como Palenque, Chichén Itzá o Tikal han sido excavadas a partir del siglo XIX y han legado un patrimonio cultural impresionante.

También han llegado hasta la actualidad algunos de sus libros sagrados, como el Popol Vuh, y parte de sus creencias se han mantenido entre los descendientes actuales de los mayas que viven en el sur del actual México y en Guatemala, más de una treintena de grupos indígenas.

Tres intentos de creación fallaron antes de que surgiera un universo que pudiera sostener la vida humana (estos intentos fallidos recuerdan la cosmología que desarrolló en el siglo XVIII David Hume). Y así surge el mundo actual, aunque también será destruido al final de su era. Los Mayas como los Hindúes, concibieron el engranaje de unos largos cielos temporales que generaron creaciones y destrucciones con tante facilidad como un árbol despliega sus hojas y luego las deja caer.


El Chaac-mol, dios maya de la lluvia y de la fertilidad, del templo de los Guerreros de Chichén Itzá. Yucatán, México.

Los mayas tenían una gran cantidad de dioses cuya importancia era variable. No eran iguales en todas las ciudades y fueron también cambiando de nombre con el tiempo. El Chaac-mol, dios maya de la lluvia, del templo de los Guerreros de Chichén Itzá. Yucatán, México.

El primero es Hunab Ku, «dios uno», el dios creador, que no tiene representación. Su hijo es Itzamná, dios del cielo, protector de los reyes y primer sacerdote. Se le representa en forma de dragón. Puede manifestarse como el Sol, tomando entonces el nombre de Kinich Ahau, «señor ojo solar».

Ixchel era la diosa de la fertilidad y protegía a las mujeres durante el parto. Se manifiesta como la Luna. Diversos dioses se dedicaban a los seres vivos de la naturaleza: Yum Kaax, «señor de la selva», dios protector de los animales. También el Dios del maíz es un dios muy importante, ya que el maíz era el principal alimento de los mayas. Su nombre antiguo no está claro. Bolon Dzacab, «linaje ancestral», serpiente alada, es el poder protector del dragón cósmico entre los hombres y es también dios de las simientes. Por último, Ah Puuch es el dios de la muerte y las enfermedades que habita en el inframundo.

 

 

 

En relación a los Mayas se han llegado a decir muchas barbaridades, incluso una vez pude leer que relacionados con estraterrestres, habían podido hacer viajes en el Tiempo a través de Agujeros de Gusano. Y, no digamos de “las profecías” del fin del mundo en 2.012.

Curiosamente, las fechas de la cuarta y última creación maya encajan bastante bien con las del cuarto y último ciclo hindú: 13 de Agosto del año 3114 a. C. y 5 de febrero de 3112 a. C. para los mayas, según Linda Schele, y 17 – 18 de febrero del año 3102 a.C. para los hindúes, según Aveni. En la Indía estas fechas concuerdan con una conjunción planetaria en Aries. En la Mitología Maya estas fechas representan dos actuaciones de los dioses para crear el universo.

 

 

El cinturón de Orión

 

Alnitak , Alnilam y Mintaka son las brillantes estrellas azuladas, de este a oeste (de izquierda a derecha), a lo largo de la diagonal de esta preciosa vista cósmica. Conocidas por lo demás como el cinturón de Orión, estas tres estrellas azules supergigantes son más calientes y mucho más masivas que el Sol. A más de 1.500 años-luz de distancia y nacidas en las ricas Nubes estelares de  de Orión.

El 13 de Agosto de 3114 establecieron el corazón cósmico llevando las tres estrellas del Cinturón de Orión al centro del cielo; dos años más tarde, el 5 de febrero, levantaron el árbol cósmico que es la Vía Láctea. Como en la India, ambos días correspondían a acontecimientos astronómicos.

Algunos expertos ven los mitos Mayas como auténticos mapas estelares (Schele, epigrafista y profesora de historia del Arte de la Universidad de Texas), afirma que el 13 de Agosto del año 3114 a. C. las tres estrellas de Orión se situaron en el centro del cielo al amanecer.

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La gran Nebulosa (M42), desconocida para los europeos hasta 1610, puede verse entre estas estrellas y los Mayas la llamaron el humo de la Cocina Cósmica. Un año más tarde, los dioses plantaron el árbol cósmico, representado por la Vía Láctea, que conectaba las trece capas del cielo con las siete capas del submundo. Según Schele, “En el año 3112 a. C., …la mañana del 5 de febrero, la totalidad de la Vía Láctea ascendió por la parte oriental del Horizonte, hasta que al amanecer se extendió de norte a sur por el cielo”

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¿Imaginais a los mayas contemplando esta Imagen del cielo? Su grandiosidad desbordaría la imaginación de los más despiertos que, ante tal inmensidad, pudo realizar una teoría de lo que aquello suponía en el comjunto de la creación del universo.

Según creían los sacerdotes mayas. estos acontecimientos marcaban el amanecer de una nueva era, que se contabilizó usando la “cuenta larga”, un registro lineal de los días que comienza con la cuarta creación maya del año 3114 a. C.y predice que el final del universo actual tendrá lugar el 23 de Diciembre de 2.012 d. C. Durante este intervalo de vida del universo, que es de unos cinco mil años, numerosos ciclos de tiempo menores marcaban las duraciones de los ritmos astronómicos naturales.

Como tantas Civilizaciones, también los mayas nos cuentan bonitas y misteriosas leyendas obtenidas de lo que podían contenplar en los cielos. Se cuenta que, en los hogares de las chimeneas mayas suele haber en la actualidad tres piedras colocadas formando un triángulo, una representación de una moderna constelación maya-quiché formada por tres estrellas de Orión -Alnitak, Saiph y Rigel-. El Popol Vuh afima que, durante la destruccuión de la Tercera Creación, “Las…piedras del hogar salieron disparadas, proyectadas fuera del fuego hacia las cabezas [de los hombres]. Esto, según Xiloj Peruch, es la imagen de un volcán y una referencia indirecta al fogón cósmico. Hay además otras pruebas que proceden de los antiguos escribas mayas de Palenque y Quirigu, los cuales dijeron en sus escritos que, al final de la era anterior, tres piedras del hogar anunciaron el paso a una nueva era.

El pueblo Maya, pese a su aparente y rudimentaria forma de vida, se podía consisderar una Civilización muy avanazada para su tiempo y, de sus logros han quedado algunas pruerbas en los distintos campos del saber que, situados en aquella época, no fueron pocos. Y, comportamientos que podían ser criticados desde la perspectiva de hoy, no lo serían tanto si tenemos la capacidad de situarnos (haciendo un viaje mental en el tiempo) en aquellos lugares y en aquellos tiempos.

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Zigurats Sumerio

Además, todas nuestras cosmologías, desde las cosmologías sumerias y maya hasta las de los más modernos profesores de hoy, aparecen limitadas y faltas de visión. Timothy Ferris comienza su libro La Aventura del Universo, diciendoL: “Cuando los astrónomos sumerios, chinos y coreanos de la antigüedad subieron trabajosamente los escalones de su achaparrados Zigurats de piedra para estudiar las estrellas tenían razones para suponer que así obtendrían una visión mejor…porque conseguían situarse algo más cerca de las estrellas”.

Claro que, ahora sabemos que, ¿De qué pueden servir unas cuantas docenas de metros más alto si, las estrellas  que tratamos de ver están situado a años-luz de nosotros? Pues, de la misma manera, tendremos que entender el tan aireado Fin del Mundo de los Mayas en 2012 que, es simplemente el final de un ciclo y el comienzo de otro en una cosmología ancestral que, de ninguna manera, puede predecir nada del final del Universo que, cuando llegue dentro de muchos, muchos eones, atenderá a otros parámetros más científicos y menos mitológicos que los que los mayas emplearon para predecir el ritmo del mundo…del Universo.

Según creían los sacerdotes mayas, todos estos acontecimientos celestes (de los que ahora se hablará tanto), marcaban el amanecer de una nueva era, que se contabilizó como “la cuenta larga”, un registro final de los días que comienzan con la cuarta creación maya del año 3114 a.C. y predice que el final del universo actual tendrá lugar el 23 de diciembre de 2012 d.C. (es decir ahora), Durante este intervalo de vida del universo, que es de unos cinco mil años, numerosos ciclos de tiempos menores marcaban las duraciones de los ritmos astronómicos, naturales y políticos intercalados. Podemos deducir que, en parte, adaptaban la Astronomía a la vida política y, no sería de extrañar que, esos famosos ciclos tuvieran una conexión con los mandatarios del momento, toda vez que, los sacerdotes, guardianes de las llaves del saber astronómico, siempre estaban al lado del poder.

Deberíamos mirar todas estas profecias con cierta distancia para que, la cercanía no pueda nublar nuestro entendimiento y, desde luego, es importante saber valorar, en lo que realmente vale, todos y cada uno de esos datos que nos llegan del pasado y que, mal manipulados, pueden dar lugar a falsos e innecesarios movimientos que llevaran a la población a una histeria colectiva que, de ninguna manera, tendrá una base sólida científica que nos pueda preocupar.

Si tuviéramos que atender a todo lo que aquellas Civilizaciones antiguas dijeron…Hay que situar las cosas en sus propios contextos y en sus propios tiempos que, de ninguna manera son extrapolables al tiempo nuestro ni a nuestra Civilización actual. Mirad un ejemplo:

“No se terminó de configurar el mundo hasta que P´an Ku murió. Sólo su muerte podía dar el toque final al universo. Con su cráneo se hizo la cúpula del cielo…Su ojo derecho se convirtió en la Luna y su ojo izquierdo en el Sol. De su saliva o sudor procede la lluvia. Y de los bichos que cubrían su cuerpo surgió la Humanidad.”

Rocky Kolb, del Fermi National Accelerator es el que nos relata este mito chino de la creación que data del siglo III d. C., y, sin embargo, ahora, en nuestro tiempo presente, los cosmólogos del Big Bang afirman que podemos superar todos aquellos problemas de mitos de la antigüedad al contar con potentes máquinas que nos llevan hasta las más profundas entrañas de la materia y casi hasta el momento mismo de la creación en un universo primitivo que nos cuenta como ha transcurrido todo desde entonces y, desde luego, dejan a un lado muchas de aquellas historias-metáforas de las creaciones, o, todas aquellas profecias de Civilizaciones pasadas que, estándo algunas basadas en datos comprobables, no eran bien definidas para darles su sentido real que, de ninguna manera estaban referidos a ningún final y, en cuanto a los ciclos, siempre estuvieron y lo seguirán estando, ya que, el Universo es dinámico y los mismo que el planeta Tierra tiene sus estaciones, y el Sol tiene un ciclo de regiones activas de 11 años y la polaridad magnética de los pares de manchas solares, se invierten en cada ciclo sucesivo, de manera que hay un ciclo magnético de 22 años, de la misma manera digo, otros muchos ciclos están presentes en el devenir del universo y, el de los mayas, es, simplemente, otro ciclo más.

Me gustaria saber si, lo que llamamos Big Bang, también es otro ciclo que se repite una y otra vez, o, por el contrario, puede ser una cosa distinta a la que se cuenta. Todos tenemos formada una imagen de lo que ha podido pasar desde el comienzo del Tiempo. Sin embargo, no todos lo tenemos claro en cuanto al hecho de que dicho escenario y dichas ideas… ¡Correspondan a lo que pasó!

Cada Civilización que ha pasado por el este mundo, nos ha dejado su “historia” de lo que ellos creían que era el Cosmos, el Universo. Cada una de esas civilizaciones, a medida que el tiempo transcurrió, se acercó un poco más a esa realidad que perseguimos, y, ahora, cerca de la realidad de los hechos, estamos a la espera del más potente LHC y del Telescopio James Web para tratar de que nos cuenten algo nuevo.

emilio silvera

Hablemos de los Mayas (otra vez)

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Cosmología de los Antiguos pueblos    ~    Comentarios Comments (18)

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Ya comienzan los movimientos, declaraciones, programas de televisión con variopintos personajes que se presentan como “especialistas” en el tema y exponen el tétrico destino que se nos viene encima para finales del presente año. Hasta princesas japonesas nos advierten sobre el fin del ciclo que puede ser devastador para la Humanidad. No digamos de “sacerdotes sectarios”, chamanes, charlatanes y toda esa pléyade de individuos y organizaciones que quieren hacer suyas las “profecias mayas!” para meternos el miedo en el cuerpo vaya usted a saber con qué intenciones malsabas.  Así que, aunque lo pusimos hace unos pocos días, aquí lo dejamos de nuevo para que, lo repaseis y tomeis conciencia de que, nada devastador ocurrirá el 23 de Diciembre de 2.012.

Aislada de la Cultura del viejo mundo, la Civilización Maya, ubicada en lo que actualmente es el sur de México y Guatemala, surgió alrededor de la época del nacimiento de Cristo, floreció y, luego, desapareció abrupta y misteriosamente. Muchos estudiosos han querido desentrañar el misterio, se ha investigado hasta la saciedad y, algunas cuestiones han quedado claras y otras (como siempre pasa), están bien escondidas en las brumas de una gran oscuridad.

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 ¿Estarán las respuestas en las estrellas? Aparte de las pirámides y las estelas de piedra talladas con unos elaborados glifos, su historia se conserva en unos pocos códices, entre los que figura el Libro de la Creación escrito en lengua maya-quiché, el Popol Vuh. Sin embargo, la cosmología maya tiene muchos aspectos parecidos a la cosmología de otras culturas.

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