Feb
20
¡El Tiempo! ¿Qué será?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Divagando ~ Comments (1)
El final de todo llegará y aunque tenemos datos para saber cómo podría ser… ¡Está lo impredecible!
Ciudades que desaparecen bajo las aguas
“Dentro de miles de millones de años a partir de , habrá un último día perfecto en la Tierra… Las capas de hielo Ártica y Antártica se fundirán, inundando las costas del mundo. Las altas temperaturas oceánicas liberarán más vapor de agua al aire, incrementando la nubosidad y escondiendo a la Tierra de la luz solar retrasando el final. Pero la evolución solar es inexorable. Finalmente los océanos hervirán, la atmósfera se evaporará en el espacio y nuestro planeta será destruido por una catástrofe de proporciones que ni podemos imaginar.”
Eso nos decía Carl Sagan pensando en ese tiempo que llegará, nuestro Sol, agotado su combustible nuclear de fusión, se convierta primero en gigante roja y en enana blanca después. El Sol crecerá tanto que su esfera se hinchará como un gigantesco globo rojo hasta engullir a los planetas Mercurios y Venus quedando muy cerca de la Tierra.
Lo que entonces pueda quedar… ¿Qué importa? Ya no estaremos aquí
Es bueno el ser humano que sepa el por qué de las cosas, que se interese por lo que ocurre a su alrededor, por su planeta que le acoge, por el lugar que ocupamos en el universo, por cómo empezó todo, cómo terminará y qué será del futuro de nuestra civilización y de la Humanidad en este universo que, como todo, algún día lejano del futuro el tiempo inexorable, llevará al final de sus días.
El fin del universo es irreversible, de ello hemos dejado amplio testimonio a lo largo de muchos trabajos, su final estará determinado por la Densidad Crítica, la cantidad de materia que contenga nuestro universo que será la que lo clasifique como universo plano, universo abierto, o universo cerrado. En cada uno de estos modelos de universos, el final será distinto…, claro que para nosotros, la Humanidad, será indiferente el modelo que pueda resultar; en ninguno de ellos podríamos sobrevivir cuando llegara ese momento límite del fin. La congelación y el frío del cero absoluto o la calcinación del fuego final a miles de millones de grados, acabarán con nosotros, si para entonces, estuviéramos aún por aqui (que no es probable).
Para evitar eso se está trabajando hace décadas. Se buscan formas de superar dificultades que nos hacen presas fáciles de los elementos. La naturaleza indomable, sus leyes y sus fuerzas, hoy por hoy son barreras insuperables, para poder hacerlo, necesitamos saber.
El saber nos dará soluciones conseguir más energías, viajar más rápido y con menos riesgos, vivir mejor y más tiempo, superar barreras hoy infranqueables como las del límite de Planck, la barrera de la luz (para poder viajar a las estrellas) y el saber también posibilitará, algún día que nuestras generaciones futuras puedan colonizar otros mundos en sistemas solares de estrellas lejanas, viajar a otras galaxias y, ¿por qué no? ¡viajar a otro tiempo! Y, finalmente, viajar para escapar de nuestro destino…, ¿a otros universos?
Sí, los mundos descubiertos son muchos y, con posibilidades de habitabilidad pero, ¿Cómo llegamos allí?
La imaginación es libre y nunca hemos dejado de soñar con lo que podría ser. Si profundizamos mucho en el conocimiento de las cosas, si llegamos a comprender que no sabemos, si somos conscientes de que nuestro destino es el de una búsqueda “eterna”, y, no dejar nunca de plantear preguntas que nadie sabe contestar, entonces, al tener claro todo eso, podremos quedar tranquilos dejando que el “Tiempo” transcurra al saber que todo llegará, no importa las prisas que nosotros tengamos, todo tiene su momento y todo estará donde tiene que estar en el lugar y en el tiempo adecuado, el que la Naturaleza ha elegido para que así sea.
Mientras tanto, el tiempo pasará y nosotros nos iremos para que otros puedan venir. Como pasa con las estrellas, es necesario que unas mueran para que otras nuevas surjan con nuevos brios y nuevo fulgor, dado que las que se van agotaron su tiempo y sus energías y, en un Universo dinámico en el que todo se mueve, las cosas -también las animadas que tienen vida propia-, tienen que cambiar y renovarse.
Somos Naturaleza y, algún día, nos fundiremos con ella
Me gustaría creer que nuestra especie, que la Humanidad, tiene que cumplir su destino, primero en las estrellas lejanas, en otros mundos dentro y fuera de nuestra galaxia, y después…, ¿quién sabe? Incluso alguna vez he pensado que podríamos llegar a un estadio del conocimiento que nos fundiera con la Naturaleza convertidos en luz que, según creo, es el estado puro de la materia, en la luz están las respuestas de muchas de las cosas que incansables buscamos. Las respuestas, como siempre están escritas en el “tiempo” que vendrá.
El Tiempo, con su transcurrir inexorable, siempre nos llevará a este final, ese lugar en el quejamos de Ser
Nos referimos al tiempo en múltiples ocasiones y para distintas situaciones y motivos, como al referirnos a la duración de las cosas sujetas a cambios, época durante la cual ocurrieron unos hechos, edad de los objetos, estación del año, el período de vida de alguien desde que nace hasta que deja de existir, ocasión o coyuntura de hacer algo, cada uno de los actos sucesivos en que dividimos la ejecución de un , y otros mil temas que requieren la referencia temporal. Y, a pesar de que le podamos dar tantas aplicaciones… ¡No sabemos lo que es!
Dicen que va unido al espacio. Pero, también que es relativo. Pero, también que es una abstracción y que no existe en realidad. Pero, todos queremos disponer de él. Podemos ver los efectos de su transcurrir. Sin tiempo no podemos hacer nada ni tener esperanzas de futuro. ¿Qué será, en realidad el Tiempo? Sea cual fuere la condición de vida que alguien pueda tener, casi nunca quiere dejar su tiempo, todos queremos ser testigos de los hechos que nos tocaron vivir y, todos también, pensamos en ese tiempo pasado y en ese otro que está por venir.
¡Pasado, presente y futuro! ¡Una ilusión llamada “Tiempo”!
No es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho” Eso nos decía Séneca en De la brevedad de la vida
En física, el tiempo es la cuarta coordenada espacial en el continuo espacio-tiempo. En gramática es la categoría que indica el momento relativo en que se realiza o sucede la acción del verbo: pretérito, lo que ha sucedido; presente, lo que sucede en ese momento y futuro, lo que aún no ha sucedido. Nos referimos al tiempo meteorológico para explicar el del clima (hace mal tiempo; qué tiempo más bueno hace hoy, etc). En mecánica, el tiempo puede estar referido a las fases de un motor. También están los tiempos referidos a cada una de las partes de igual duración en que se divide el compás musical. En astronomía nos referimos al tiempo de aberración en relación al recorrido de un planeta hasta llegar a un observador terrestre. El tiempo está también en la forma de cálculo horario que empleamos en nuestra vida cotidiana para controlar nuestros actos y evitar el caos (¿qué haríamos sin horario de trenes, de comercio, bancos, oficinas, etc?).
Nosotros los humanos, hemos inventado una serie de artilugios que nos miden el Tiempo y nos valen para que, en nuestras vidas, funcionemos mediante algunas reglas en el trabajo, para señalar acontecimientos, para poner la medida en la que deberá estar hecho éste o aquel proyecto. El Tiempo es algo que inexorablemente corre siempre hacia el futuro, a todos nos atañe por igual y nadie, puede utilizarlo de manera diferente, ya que, no existen naves que corran a la velocidad de la luz para que se ralentice. Tenemos un Tiempo desde que nacemos hasta que morimos y, lo importante es que cada cual, lo aproveche de la mejor manera posible.
El tiempo es tan importante en nuestras vidas que está presente siempre, de mil formas diferentes, que nacemos (cuando comienza “nuestro tiempo”), hasta que morimos (cuando “nuestro tiempo ha terminado”). El tiempo siempre está. Es algo que nunca hemos sabido explicar pero que, simplemente, está ahí.
Sin embargo, a pesar de lo importante que es el TIEMPO, no he podido leer nunca una explicación satisfactoria sobre el mismo; una explicación que lo defina con sencillez y claridad sin restarle la importancia que tiene todos y lo que en realidad es dentro del contexto – no ya de nuestras vidas, simples e insignificantes puntos en la inmensidad del universo – de la Naturaleza cósmica de la que formamos parte.
Tommaso D’Aquino
Cuando le preguntaron a Tomas de Aquino, un buen filósofo natural seguidor de Aristóteles y gran pensador: ¿Qué es el Tiempo? Él contestó:
“Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé. Lo que sí digo sin vacilación es que sé que si nada pasase no habría tiempo pasado, y si nada sucediese no habría tiempo futuro, y si nada existiese no habría tiempo presente.
Pero aquellos dos tiempos, pasado y futuro, ¿cómo pueden ser, si el pasado ya no es él y el futuro todavía no es? Y en cuanto al presente, si fuese siempre presente y no pasase a ser, pasado ya no sería tiempo, sino eternidad.
Si, pues, el presente ser tiempo es necesario que pase a ser pasado, ¿cómo decimos que existe este, cuya causa o razón de ser está en dejar de ser, de tal modo que no podemos decir con verdad que existe el tiempo en cuanto tiende a no ser?”Si algún día podemos viajar por el Tiempo… La Perspectiva que ahora tenemos cambiaría
Como nos ocurre con tantas otras cosas y conceptos, queremos saber de una vez por todas qué es, en realidad, el Tiempo. Creo que cuando sepamos comprender lo que el Tiempo es, la Humanidad habrá dado un paso tan importante en su caminar por el Universo que, a partir de ese momento, lo podremos “ver” todo de otra manera, con otra perspectiva más amplia y que nos permitirá tener una visión más amplia en la comprensión del Universo y de qué manera, estamos nosotros involucrados en eso que llamamos tiempo.
¡Saber lo que es el Tiempo! ¡Qué dolor de cabeza!
emilio silvera
Feb
6
¡Nuestra curiosidad! Siempre desvelando misterios
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Divagando ~ Comments (1)
En cierta ocasión, Leonardo Da Vinci contaba:
“Arrastrado por mi apasionado deseo, anhelante de ver la gran confusión de las variadas y extrañas formas creadas por la ingeniosa Naturaleza, vagué durante un tiempo entre los oscuros acantilados y llegué a la entrada de una gran caverna. Permanecí delante de ella por un tiempo, estupefacto, e ignorante de la existencia de algo semejante, con la espalda curvada y la mano izquierda apoyada en las rodillas, y protegiéndome los ojos con la derecha, con los párpados bajos y semicerrados, inclinándome a menudo de un lado y otro para ver si podía distinguer algo del interior; pero no pude por la gran oscuridad que allí había. Y después de permanecer así un rato, de pronto surgieron en mí dos sentimientos, temor y deseo; temor de la amenazante caverna oscura, y deseo de ver si había dentro algo milagroso.”
La historia es un fiel reflejo metafórico de lo que sentimos cuando, ante nosotros, se nos presenta algo que no llegamos a comprender y que nos da miedo abordar pero, prevalece el deseo y la curiosidad que sentimos por desvelar aquel misterio y llegar a conocer que, se esconce dentro de él. Ese impulso, es el que ha llevado a muchos físicos a realizar descubrimientos que han hecho posible el avance del conocimiento del “mundo”.
Aquí vemos la entrada a otra “Gruta de Leonardo” en la que no sabemos que fuerzas y energías podrían estar presentes y que fuerzas de marea nos arrastrarían hacia quíen sabe que lugares ignotos situados en otros universos o, por el contrario, en lugar de ser la entrada hacia un mundo maravilloso, sólo se trata del camino que nos lleva hacia la destrucción.
“Lo cierto es que cuanto más aprendamos acerca del mundo y cuanto más profundo sea nuestro aprendizaje, tanto más conscientes, específico y articulado será nuestro conocimiento de lo que no conocemos, nuestro conocimiento de nuestra ignorancia. Pues, en verdad, la fuente principal de nuestra ignorancia es el hecho de que nuestro conocimiento sólo puede ser finito, mientras que nuestra ignorancia es necesariamente infinita.” Así lo escribió el gran filósofo de la ciencia, Karl Popper.
Hay una difundida y errónea suposición de que la ciencia se ocupa de explicarlo todo, y que, por ende, los fenómenos inexplicados preocupan a los científicos al amenazar la hegemonía de la visión del mundo. El técnico en bata del Laboratorio, en la película de bajo presupuesto, se queda mirando para el techo, pensativo y, de pronto, se da una palmadita en la frente cuando se encuentra con algo nuevo, y exclama con voz temblorosa, entrecortada: “¡Pero, no hay explicación para esto!”. En realidad, por supuesto, cada científico digno se apresura a abordar lo inexplicado, pues es lo que hace avanzar la ciencia. Son, a veces, los grandes sistemas místicos de pensamientos, envueltos en terminologías demasiado vagas para ser erróneas, los que explican todo, raramente se equivocan y no crecen.
La ciencia es básicamente abierta y exploratoria, y comete errores todos los días. En verdad, ese será siempre su destino, de acuerdo con la lógica esencial del segundo teorema de incompletitud de Kurt Gödel. El teorema de Gödel demuestra que la plena validez de cualquier sistema inclusive un sistema científico, no puede demostrarse dentro del sistema. En otras palabras, la comprensibilidad de una teoría no puede establecerse a menos que haya algo fuera de su marco con lo cual someterla a prueba, algo más allá del límite definido por una ecuación termodinámica, o por la anulación de la función de onda cuántica o por cualquier otra teoría o ley. Y si hay tal marca de referencia más amplio, entonces la teoría, por definición, no lo explica todo.En resumen, no hay ni habrá nunca una descripción científica completa y copmprensiva del universo cuya validez pueda demostrarse. Estamos inmersos en una Naturaleza en la que, estará siempre presente ¡la incertidumbre!. Miramos hacia las lejanas estrellas y nos preguntamos sobre la esencia del universo y, algunas veces, incluso hemos pensados que podríamos ser nosotros.
Sí, tratar de saber es bueno. Sin embargo, nunca llegaremos a saberlo todo
Tal planteamiento, al menos como lo veo yo, es bueno y saludable. Pensemos en el infierno que sería un universo pequeñito al que pudiéramos explorar y comprender totalmente. Alejandro Magno, se dice , lloró cuando le dijeron que había infinitos mundos (“¡Y nosotros no hemos conquistado ni siquiera uno!”, exclamó sollozando), pero la situación parece más optimista a quienes se inclinan a desatar, no a cortar, el nudo gordiano de la Naturaleza.
Ningún hombre, o mujer, realmente reflexivo deberían desear saberlo todo, pues cuando el conocimiento y su análisis son completos, el pensamiento se detiene y (cosa que no nos conviene), comienza a desaparecer la curiosidad y el interés por las cosas que, al conocerlas, no encierran ningún misterio que desvelar, con lo cual, la degradación comienza su camino en el interior de nuestras mentes.
La falta de interés nos hace caer en la melancolía, el aburrimiento, nada llama ya nuestra atención
La paradoja del más conocido cuadro de la serie La trahison des images (1928–1929) de René Magritte. Serie sobre la que Foucault escribió un no menos conocido ensayo.
René Magritte, en 1926, pintó un cuadro de una pipa y escribió debajo de él con una cuidadosa letra de escolar (lo que arriba podéis leer) y que, traducido, decía “Esto no es una pipa”. Esta pintura podría convertirse apropiadamente en el emblema de la Cosmología científica. La palabra “Universo” no es el Universo; ni lo son las ecuaciones de la teoría de la supersimetría, ni la ley de Hubble ni la métrica de Friedmann-Walker-Robinson. Generalmente, la ciencia tampoco sirve de mucho para explicar lo que algo es, y mucho menos, lo que el universo entero, realmente “es”.
Una cosa es lo que dice y, otra muy distinta, lo que hace
La Ciencia describe y predice sucesos, pero paga por este poder al tener que, rectificar muchas veces, dado que las predicciones que se hacen, son aproximaciones de la realidad que buscamos y que, poco a poco, tratamos de perfeccionar depurando los defectos de aquellas más viejas con estas otras más nuevas que llevan incorporados nuevos parámetros despuñés descubiertos.
¿Por qué, pues, la Ciencia tiene éxito? La respuesta es que nadie lo sabe. Es un completo misterio-quizá el completo misterio- por qué la mente humana puede comprender algo del vasto universo. Como solía decir Einstein “Lo más incomprensible del universo es que lo podamos comprender”.
Quizá como nuestro cerebro evoluciona mediante la acción de las leyes naturales, éstas resuenan y vibran de alguna manera, por nosotros desconocida en él. La Naturaleza nos presenta una serie de repeticiones -pautas de conducta que reaparecen a escalas diferentes, haciendo posible identificar principios, como las leyes de conservación, que se aplican de moso universal- y estas pueden proporcionar el vínculo entre lo que ocurre dentro y fuera de nuestras mentes. Pero, el misterio, realmente no es que coincidamos de alguna manera con el universo, sino que en cierta medida estamos en conflicto con él, y sin embargo podemos comprender algo de él. ¿Por qué esto es asó? Sin lugar a ninguna duda es por el simple hecho de que somos “una parte del universo” ¡La que piensa! y, al estar a él conectados con esos hilos invisbles de la Mente, nos llegan mensajes que despiertan la intuición que nos lleva de la mano de los nuevos pensamientos que surgen hacia ese mundo mágico del saber.
Claro que, el teorema de Gódel indica que siempre estaremos limitados en el saber del universo u, esos limites subyacen, muy posiblemente en aquella ruptura de las simetrías cósmicas en el momento de la génesis o de lo que fuera lo que allí pasó, si fluctuación de vacío, a un cambio de fase especatacular que, desde otro iniverso, nos envió a éste nuestro creado en la transición.
Ningún hombre, o mujer, realmente reflexivo deberían desear saberlo todo. Es precisamente el no saber lo que nos hace seguir buscando. Siempre he dicho que son muchas más las preguntas que las respuestas.
¡Sabemos tan poco! De hecho, ni sabemos de donde venimos y hacia donde vamos, lo que, por otra parte, nos ofrece un gran campo para la especulación de mlo que fue y de lo que podría ser.
emilio silvera
Oct
21
Repasando ideas y pensamientos
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Divagando ~ Comments (9)
DEntro de nuestras Mentes se forjan las ideas, los pensamientos y, los sentimientos
« ¿La Mente? ¡Un Universo en sí misma!
Antes de que ésta imagen fuese posible, estrellas como el Sol, tuvieron que “morir” y convertirse en lo que no eran. Primero Gigante roja y más tarde enana blanca envuelta en una ionizada Nebulosa Planwtaria.
¡Me falta tiempo! Quisiera tantas cosas, quisiera visitar tantos lugares, quisiera arreglar tantas cosas, quisiera contaros que…, quisiera que supiérais…, quisiera ir con todos vosotros a visitar aquel… Son tantos deseos conglomerados en múltiples ideas y pensamientos que, una sola persona nunca podrá ver cumplidos, y, siendo así (que lo es), lo único que puedo hacer es contar cosas, traer aquí historias que os despierte la imaginación, que os haga pensar y que, de alguna manera, no deje tranquila vuestras mentes que, ante tanta información, se vean obligadas a efectuar imaginaciones mentales y a mantenerse creativas y despiertas.
¿Dónde está la realidad? ¿Acaso existe?
“Todos tenemos dos mentes: una mente despierta y una mente dormida. Nuestra mente despierta es la que piensa, habla y razona. la mente dormida es más poderosa. ve en lo más profundo de las cosas. Es la parte de nosotros que sueña. Lo recuerda todo. Nos proporciona intuición. Tu mente despierta no entiende la naturaleza de los nombres. Pero tu mente dormida sí. Ella ya sabe muchas cosas que tu mente despierta ignora.”
Patrick Rothfuss. (El del viento)
El jardín de las Hespérides
Las referencias de las Hespérides en los documentos antiguos suelen estar relacionados con el séptimo de los trabajos que el rey de Micenas, Euristeo, impuso a Hércules durande los doce años que lo tuvo a su servicio. consistía en robar las manzanas de oro del jardín de las Hespérides.
Algún día, cuando me sienta con ánimo, os hablaré de los muchos mundos que existen dentro de este mundo nuestro, todos ellos salidos de las mentes prodigiosas que, deseosas de ir más allá, imaginaban otros mundos, otros lugares y a otras gentes que, de una u otra manera, saciaban sus ansias de aventura, de ver lo desconocido, de visitar y conocer cosas y gente maravillosa y, sobre todo, de desvelar los secretos que el Universo nos ocultos.
Os contaré cómo fue la primera batalla de la historia y os podré hablar del Jardín de las Hespérides. En más profundidad de la Atlántida y de cómo se formó el Estrecho de Gibraltar, de los gigantes y los ligures, de Lug y Lusina, de la Espiral del dios Lug, de nuestra civilización y de la Civilización, la Diáspora que nos que, todas las cosas, las civilizaciones son mortales.
Se dice que el Château Meung-sur-Loire es el mas y antiguo del Valle del Loira. Cumplió un papel protagónico por su ubicación estratégica en el conflicto los ingleses y los franceses durante la Guerra de los Cien , fue Juana de Arco quien lo entregó después de su victoria en Orleans. ¡Si nos contara todos los secretos y los sucesos de los que fue testigo! ¿Cuántas intrigas no se engendraron aquí?
Hablaré de Isoré, cuyo subsiste en estado puro en un solo lugar: rancun castillo de la confluencia del Vienne y del Loire en Francia. Podré hablaros de la leyenda de Osiris… o de lo que le ocurrió al labrador Fradin en 1.924 en Bourbonnais (la aldea de Glozel, no lejos de Vichy). En ese mismo que tengo más que pensado, incluiré lo que sé sobre los dólmenes y los druidas (muy sabios), todo ellos enlazado con Liguria y las invasiones célticas, allá por el 1.700 a. de C.
Según Pomponio Mela, quien sí visitó las islas “ había en la alta Caledonia mujeres sacerdotizas llamadas bandruidh que, al igual que los druidas varones, están divididas en tres categorías: las de menor autoridad permanecen reclusas y deben observar voto de virginidad perpetua, son las que se encargan de alimentar los fuegos perennes en honor a Dana y Bilé, sus dioses mayores.
En la segunda categoría, las sacerdotisas pueden casarse, pero deben permanecer encerradas en el santuario al que están consagradas, y sólo pueden abandonarlo unos pocos días al año, cumplir con sus deberes conyugales; sin embargo pueden alternar con las gentes, a las que dicen la buenaventura , y leen su futuro en las hojas de muérdago.”
“Una bandrui de la clase más alta, jerarquía a la que sólo se accede después de de estudio y dedicación y un rito de pasaje, circular libremente, y se dedica a servir al pueblo, y mantener vivas las tradiciones religiosas; narran las leyendas de los guerreros y los dioses, practican la astrología y adivinan el porvenir por la lectura de las víctimas de los sacrificios humanos, que son practicados exclusivamente por los druidas varones”.
“Se dice, aunque no he podido comprobarlo personalmente, que las banfilidh más poderosas, las llaman en su lengua, residen en la isla de Saina, en el Mar (mar de Irlanda), tienen poder sobre las tempestades, que pueden convocar a voluntad, pueden convertirse en aves y curar las enfermedades más atroces… Estas mujeres son altamente reverenciadas por el pueblo, pues dominan la magia de las piedras y las hierbas curativas, son las que preparan a los moribundos el bien morir, preparan hechizos de amor y se ocupan de los nacimientos”.
Pomponio Mela.
Estas historias me fascinaron y sobre ellas escribí hace muchos años, cuando aún vivía en casa de mis padres. No sé dónde fueron a parar tantos folios emborronados con mi imaginación; me gustaría conservarlos. Nadie los leyó nunca; mi pudor a descubrir mis pensamientos era muy elevado en mi corta edad (tendría entonces 20 – 22 años). Así que, si me armo de , repetiré todo aquello.
Creo que podré… ¡algún día!
Al investigador:
Quienes piensen que la alquimia es de naturaleza terrestre, mineral y , que se abstengan.
Quienes piensen que la alquimia es estrictamente espiritual, que se abstengan.
Quienes piensen que la alquimia es sólo un símbolo utilizado desvelar analógicamente el proceso de la “realización espiritual”, en suma, que el es la materia y el atanor de la obra, que abandonen sus propósitos.
Claude d´Ygá
Sí, aunque nos cause sorpresa, también Newton se interesó por estos temas
El arte hermético, los principios de la alquimia, su y los contactos de la alquimia con la ciencia moderna. Los alquimistas licenciados por la universidad de Montpellier en el s. XIII, Alberto Magno, Arnau Vilanova y Raimundo Lulio, Roger Bacon y más tarde Michael de Nostre-Dame (más conocido por su pseudónimo Nostradamus), Rebelais y Erasmo, además de médicos árabes y judíos, todos ellos adictos a la filosofía hermética, y todos interesados por la alquimia y las transmutaciones metálicas. Aunque no todos lo saben, el gran científico Isaac Newton se interesó por la Alquimia que, de alguna manera, fue la precursora de la Química moderna.
Más tarde me topé con la física que me enlaza directamente con las matemáticas (que por desgracia no domino como me gustaría,) la biología, la astronomía y la cosmología, en fin, con lo que realmente importa, la vida misma y el universo que tratamos de comprender. Einstein decía: “Lo incomprensible del Universo es, que lo podamos comprender”. En parte, el maestro llevaba razón pero, ¡nos falta tánto!
de llegar a la física pasé por innumerables recorridos del saber humano: los clásicos griegos, los filósofos, Platón, Sócrates, Aristóteles, pero sin dejar a Kepler y Galileo, ni tampoco a Newton y Darwin. Mi avidez de saber era ilimitada y más de una noche, sobre las 3 ó las 4 de la madrugada, mi madre (una santa mujer que murió hace dos días, a los 103 de edad, rodeada de todos sus hijos vivos) apagaba la luz de mi mesita de noche y cerraba el abierto sobre mi pecho o caído en el suelo. El sueño me impedía seguir; además, muy temprano había que cumplir en el . ¡Qué tiempos!
Alternaba el dar clases de matemáticas comerciales y contabilidad con mi preparación a las oposiciones de Diplomado en Derecho Tributario paras Fiscal; dos pruebas en Madrid, una escrita (la primera), y otra oral (la segunda). Todo aquello quedó muy atrás formando algunos de los escalones de la larga escalera recorrida hasta llegar al primer piso…
Camille Flammarion.
Mis ánsias por saber cosas, por los libros de variadas lecturas en mis ratos libres, nunca reparaba en qué libro caía en mis manos y consumía todos los que llegaban a mi poder, como William Shakespeare, Dante, Goethe, Descartes, Beltran, Rusell, Flanmarion, Julio Verne, Voltaire, Isaac Asimov, y en realidad, todo lo que pillaba, hasta los tostones de Homero como la Iliada y la Odisea o los de docenas de clásicos, tanto rusos como de otras nacionalidades que caían en mis manos. De los siete sabios de Grecia a los pensadores Buda o Confucio; todo para mí era saber más cosas, aprender nuevas maneras de mirar el mundo, nuevas perspectivas y, en aquellos libros, pude viajar hasta mundos fantásticos que nunca, de otra manera podría haber visitado.
Recuerdo, y no tengo más remedio que reírme, que teniendo una media novia aficionada a las plantas me leí un tratado de plantas para poder prestarle ayuda y ofrecerle mis conocimientos. Ahora, nos encontramos, muy de tarde en tarde y, ¡nos abrazamos con cariño!
Leí a Euclides y sobre los elementos (Autólico de Pitania), obra de la que se editaron bastantes ediciones (1.296 – 1.482 y otras) y la edición de Ratdolt que fue uno de los más bellos de los primeros científicos editados impresos y por los que me interesé en su momento.
Es la cuna de Arquímedes, Siracusa
Fidias, Arquímedes, Alejandría o Siracusa eran para mí nombres muy familiares. He leído sobre la esfera y el cilindro, sobre la medida del círculo, sobre conoides y esferoides, sobre las espirales, cuadratura de la parábola, sobre los flotantes y el Método, obras irremisiblemente perdidas y reconstruidas parcialmente mediante complejas estructuraciones de restos que, seguramente, dieron resultado un híbrido de distintos autores posteriores que se basaban en el texto original.
Captó mi atención Ptolomeo y su gran síntesis astronómica, Copérnico y su mundo astronómico y, desde luego, me empapé de la civilización romana, guardián de la herencia griega y de su mitología. La Gran Enciclopedia Científico-Técnica de Cayo Plinio segundo, llamado “el Viejo” que reunió el legado de todos los antepasados y recogió el para evitar su pérdida. También los pensamientos de Marco Aurelio, me enseñaron cosas que no sabía. Él decía:
“Todo presente de una sustancia simple
es naturalmente una consecuencia de su estado anterior,
de modo que su presente está cargado de su futuro.”
Todas cuestiones me interesaron y de ellos me empapaba con la avidez y la curiosidad sin límite de un niño.
Galeno (129 – 194) es el médico más famoso de la antigüedad. Nació en Pérgamo, hoy en la Turquía occidental. Miembro de una familia de la alta urbana del helenismo romano, fue médico de cuatro emperadores. En sus trabajos se apoyó en las enseñanzas de Hipócrates y Aristóteles, aportó sus propias ideas.
El siglo XVI vio una revolución científica con Vesalio y Copérnico.
No existe, frecuentemente oímos o leemos, una época oscura en la de la Humanidad que va de los romanos de los primeros siglos de la era cristiana a los europeos del siglo XVI. Lo que hay es ignorancia de que existan otras culturas y civilizaciones de las que llamamos cultura occidental desconocida.
Había otros mundos científicos, tecnológicos y filosóficos de saberes acumulados en el orbe árabe.
Sí, los exploradores del saber se encontraron con nombres como el del matemático y geógrafo Mamad Ibn Musa al-Iwarizmi (800 – 847), del que procede la voz algoritmo, el químico y médico al-Razi (865 – 925), el físico Ibn al-Hatham, Alhazen (965 – 1.038), el matemático al-Biruni (973 – 1.048), el médico Ibn Sina, Avicena (980 – 1.037), el astrónomo al-Zangali, Azarquiel (1.029 – 1.087) o el médico Ibn Rushd, Averroes (1.126 – 1.198), que si la hubiese seguido otros caminos acaso habrían figurado de manera prominente en muchos lugares destacados de la historia.
Bueno, como es mi costumbre, mi mente me la jugó de nuevo; estaba hablando de Copérnico y Vesalio. Sin querer, me acordé de la “oscuridad” de la Edad Media y no pude evitar el nombrar a personajes que, en otra del mundo, brillaban con luz propia.
De Nicolás Copérnico, cualquier interesado en la ciencia, los pocos lectores que yo tengo, poco les puedo contar que no sepan.
En 1.543, el año en el que se publicaron (dos) que terminarían convirtiéndose en dos clásicos de la ciencia: De Revolutionibus Oebium Coelestium, de Nicolás Copérnico, y De Humani Corporis Fabrica, de Andreas Vesalio, aunque ninguno de los dos supo nunca desembarazarse de las cargas doctrinales de las disciplinas a las que se referían, Vesalio de Galeno y Copérnico de Aristóteles. ambos, en sus respectivos , marcaron una época, un antes y un después.
No me parece oportuno reseñando aquí sus biografías, y con lo comentado lo dejo. Mejor comento algo sobre Tycho Brahe (1.546 – 1.601) y Johannes Kepler (1.571 – 1.630).
Tycho era noble, rico y poderoso, y no seguía las ideas copérnicas. Kepler era de origen humilde, ferviente copérnico, siempre buscando (no con demasiado éxito) el amparo de reyes y aristócratas, no ya poder trabajar en la ciencia que amaba, sino para simplemente vivir, alimentarse él y su familia, y sin embargo, a los ojos de la historia ambos constituyen un dúo inamovible. No fue porque compartiesen logros científicos, sino porque Brahe hubiera sido, acaso, mucho menos conocido para la posteridad de no haber sido por la relación, breve pero intensa, que mantuvo con Kepler, y porque éste seguramente no habría podido producir lo que fueron sus joyas científicas más preciosas sin a los de las observaciones (en especial las de la trayectoria de Marte) de Brahe, el observador astronómico más importante en la era anterior a la invención del telescopio.
Brahe, con la ayuda del rey Federico II, construyó un centro astronómico: uraninburgo, en la isla Hveen de Dinamarca. Le sucedió al frente del mismo su ayudante en J. Kepler que , haciendo uso del material acumulado y sus propias investigaciones, publicó Astronomia Nova en el año 1.609, donde presentaba sus dos primeras leyes del movimiento planetario. En 1.619 publicó Harmonices Mundi y su tercera ley.
Y así llegamos a Galileo Galilei (1.564 – 1.642); la antítesis, en cuanto a estilo literario y método científico, de Kepler. Si este es, se lee, la oscuridad, Galileo es la luz. Con él la fuerza de las ideas copérnicas se hizo tan patente que terminaría desencadenando acontecimientos sociales que arrastrarían con ellos al propio físico de Pisa.
Sus observaciones sacaron a la luz las deficiencias del universo aristotélico-ptolemaico. El que Galileo realizara tales observaciones resulta, en principio, sorprendente, ya que era un físico y su preocupación estaba centrada en el estudio del movimiento, por encontrar las leyes que regían fenómenos la caída de un cuerpo esférico por un plano inclinado o el tiempo que tarda un péndulo en batir, y no un astrónomo. Sin embargo, todo cambió, su vida y a la postre, en más de un sentido, el mundo, cuando conoció la existencia de lentes (telescopios) que agrandaban las de objetos lejanos.
Construyó su propio telescopio que enfocó la Luna y descubrió todas sus irregularidades con sus montañas y abismos, lo que describió en su Siderus Nuncius (1.610). Ese mismo año estudió Júpiter y detectó 4 satélites y otras muchas cosas. Galilio adquirió una notoriedad insuperable en su tiempo.
En 1.632 se convirtió en una leyenda con la publicación de su obra inmortal, Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo, ptolemaico y coperniano, una obra maestra de la literatura científica. Escribió otros grandes y, en controversia con la Iglesia, finalizó sus días en arresto domiciliario, ya que la Iglesia negaba el movimiento del mundo alrededor del Sol.
antes me refería de pasada a mis lecturas, nombré a René Descartes (1.596 – 1.650), una de las grandes figuras del pensamiento de todos los tiempos. Casi todos le conocen por su condición de filósofo, pero se olvidan de que también contribuyó con su talento en el de las matemáticas, fisiología y física (especialmente en la dinámica, óptica, meteorología y astronomía), formando de la historia de esas disciplinas.
Según sus propias palabras, purificó el alberga, “desembarazándola” de “los múltiples números e inexplicables figuras que la abruman”. Sin duda, la más conocida de enfoque fue en la geometría, con las coordenadas cartesianas, o geometría analítica, que presentó en La Géométrie, que apareció – junto a La Dioptrique y Les Météores – uno de los apéndices de su obra más conocida, Discours de la Méthode(1.637).
Descartes, podemos decir sin ningún temor a equivocarnos que es merecedor de toda nuestra admiración, y con él (como con otros muchos) siempre estaremos en . Me he podido adaptar (mentalmente) en todas mis lecturas a la época del autor, en el tiempo en el que escribió el texto que ahora, muchos años después, podemos . Así, se comprender mejor lo que estamos leyendo, y sobre todo, resulta más fácil la simbiosis con el autor; lo que nos dice fluye dentro de nuestra mente con diáfana sencillez.
Es curioso observar la evolución de nuestros pensamientos, que a medida que adquirimos conocimientos, se van asentando en niveles superiores capaces de procesar en cada momento aquello que necesitamos, y ello, obtiene múltiples y diversos que reúne en un todo para que exprese aquello que deseamos decir.
Llegará un día (si antes no lo estropeamos), en que la evolución nos llevará a convertirnos en pura energía pensante, seres de luz que, confundidos con el universo del que formamos parte, habremos completado el ciclo. Sabemos que nuestro origen está en las estrellas; allí nacieron los componentes de nuestros cuerpos, elementos complejos creados a partir de explosiones de supernovas. allí hemos realizado un recorrido largo hasta llegar a ese del camino en el que fuimos conscientes de nuestro SER. continuamos (en un período joven aún) evolucionando para que, en algunos eones, podamos alcanzar la meta que nos aguarda.
Parece mentira que para algunos de nosotros, el tiempo que estamos aquí (lo que duran nuestras vidas) resulte largo o corto en función de la manera de pensar y de ver la vida. Conozco a personas que son viejos a los 50 años y, sin embargo, otros que tienen 80 tienen pensamientos que, de escribirlos y editarlos sin su fotografía, pudieran parecer los de un joven de 30 años. Qué iguales somos pero… ¡Qué distintos!
No todos saben soportar el paso del tiempo que, como decía Einstein, no es igual todos
Algunos, con 50 años ya están pensando en jubilarse (son viejos prematuros); se mira el recorrido de lo que han hecho durante toda su existencia y, luego, hay poco que contar. Sin embargo, otros de distinto carácter y forma de enfocar su tiempo, ni piensan en ese final o retirada del ; son gente muy activa y creadora. Su recorrido está plagado de actividad y proyectos. Son incansables y, por supuesto, le sacan un buen provecho a sus vidas.
Tengo conocidos que están en los dos niveles, y al observar sus comportamientos me doy de la diversidad existente entre nosotros mismos que, de morfología y conformación física común y general, estamos divididos en entes muy distintos o dispares a niveles superiores a los de nuestro cuerpo.
Hay pensamientos íntimos que guardamos para nosotros y que, en contadas ocasiones, podemos expresar. En mi caso particular, me ocurre en esos momentos en los que, inmerso en el estudio de las maravillas de la física y del universo en general, siento, literalmente, cómo mi alma está fundida con aquello que, a distintos niveles, llamamos materia y fuerzas fundamentales; paso a formar integrante de todo ello y, confundido así con el universo mismo, lo puedo comprender mejor.
Cada uno de nosotros lleva dentro un “ser” que no siempre es conocido. ¿Sabrás sacar el tuyo al exterior, y, que los demás lo vean?
Podemos alcanzar estadios de inspiración o de espiritualidad que nos anuncia lo que será el futuro. Con increíble claridad he podido ver en otros la bondad del SER bueno y puro. Con mucha más frecuencia veo cada día la fealdad maligna de muchos que disfrazan su verdadera condición con falsas sonrisas y actitudes engañosas que sólo buscan confundirnos, ahí agazapados, esperando nuestra distracción y falta de desconfianza para lanzar el zarpazo. Así es, de momento, la condición humana, desgraciadamente en un 90 por ciento.
Esperemos que ese porcentaje cambie algún día.
emilio silvera
Oct
20
El Estado Inverso
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Divagando ~ Comments (1)
Somos parte del mundo, y éste no está hecho a nuestra medida, sino nosotros a la de él. No podemos afirmar como principio que el mundo nos pertenezca.
Decir: “El mundo es de todos”, o de alguien, no sería correcto. Como cualquiera de los seres que la componen, somos resultas de la Naturaleza, que además es nuestra nodriza; no podemos confundir lo que somos y ella. Cada cual es como un pequeño cosmos dentro de ese Cosmos que nos mantiene en vida y nos nutre.
La Naturaleza nos proporciona todo lo que necesitamos
Es extraordinario, que nos sirvamos del mundo de manera autónoma y que medremos en él con independencia. Como ser vivo, el hombre ha de apropiarse de los elementos que necesita para subsistir; de tal manera se hace propietario de lo que, para su beneficio coge al mundo, y que irá devolviéndole de una forma u otra hasta su definitiva entrega con la muerte. Así, lo apropiado y su organismo entero no son más que un préstamo. Esta “depredación” por nuestra parte, puede que sea acorde con la Naturaleza o se oponga a sus leyes… Y tanto es violentar sus designios, como forzar a los semejantes en beneficio propio o la destrucción mutua.
Pero ocurre, que en uso de esa autonomía y con la particular idiosincrasia de cada uno, el individuo estimará necesario que esa apropiación “depredada” no sea azarosa, procurándose en consecuencia un ámbito vital propio y seguro. Naturalmente y en principio, él será destinatario primero, también los suyos, la tribu… y en escasa medida los extraños o aquellos que ni conoce.
Todos nacemos iguales, nos decimos, pero más nos parece una aspiración que un hecho. Nada más acertado y desacertado a la vez. Nacemos iguales en cuanto que partícipes de una misma esencia, la de nuestra especie. Nadie dirá, que seamos iguales a un árbol o a una cobaya. Ni siquiera a los animalesque nos son más próximos, pese a compartir con ellos origen y ascendientes y a no diferenciamos de algunos sino en un porcentaje muy pequeño de los genes.
El desacierto proviene, no obstante, de que aun desde la cuna somos individuos particulares y no “clones”; y nadie es más ni es menos que otro por eso pese a ser distinto, sino único. Como sea que la persona es irrepetible, también lo será en sus aspiraciones, sus querencias y deseos, por no decir en sus capacidades. Uniformar a todos por la igualdad en sentido estricto, sería como negar esa esencia que nos confiere autonomía, libertad, y libre albedrío. No es nada nuevo.
Resulta pues, que llamarnos iguales así como así no es sino un convencionalismo, y no entenderlo de esa manera sería una confusión pretenciosa. En tales términos, su fundamento es poco más que la común pertenencia a la especie y la afinidad gregaria. Tal visión no quita para que la prioridad del individuo siga siendo su propia supervivencia, y por extensión la de sus próximos. Es, paradójicamente, cuando, por su natural inclinación, el humano se asocia con los semejantes, cuando surgen los conflictos. ¿Cómo salvaguardar sus intereses, inmerso en la comunidad que se los diluye y fiscaliza? Él, que buscaba seguridad y colaboración junto a los otros, se encuentra con que sus afanes, sus iniciativas o sus particulares querencias, le quedan coartadas, y que sólo le serán válidas si coinciden con las de sus socios, aquellos con los que ha de trasvasarse y siempre le pedirán cuentas.
El hecho es, que el bien común no colma a todos de igual forma y es seguro que nunca bastará al individuo, que en definitiva persigue su propio bien, el que él elige. El intocable Estado, como elevación de la sociedad sobre el individuo, habrá de regirse necesariamente por el principio de igualdad para ser justo. Damos por supuesto, que
sea, igualdad ante la ley. Pero qué ley. ¿La promulgada por quien ostenta el poder en ese momento, o la que querrían los ciudadanos? No es evidente.
Tarea difícil la de la democracia, que no por sustentarse en la mayoría se conduzca siempre por el mejor camino. Y como dice el refrán: Más sabe el tonto en su casa que el listo en la ajena. Aunque sean muchos. “Lo peor de la democracia es, que se nutre por igual de sabios y necios”.
Oct
20
El estado inverso II
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Divagando ~ Comments (0)
Si, en definitiva, un estado se establece para la pervivencia y el desarrollo de sus ciudadanos, sería lógico que éstos no dejasen de ser sus propios dueños y guías. El proveerse de unas normas, es necesario al individuo para su protección ante los otros y procurar que los frutos de la cooperación no les sean escamoteados. Por eso, la forma primaria de ley habría de arrancar del ciudadano, que experimenta su déficit en las propias carnes; consensuarse luego con sus íntimos, de éstos con el círculo de residencia, municipio… región… y las instancias que fueran precisas, hasta la generalidad más amplia; pero no a la inversa. En el camino quedarían aquellos supuestos que por peculiares sólo se apropian a un grupo o un territorio. Qué mejor reconocimiento que el de igual a igual. Que el papel del ciudadano no quede reducido poco menos que al de votante, y ello, sólo en periódicas ocasiones. Por su falta de concreción, el principio de igualdad que el estado salvador y omnipresente pueda dispensarnos, será impreciso. Y habrá quien no desee igualarse a nadie, ni quiera ser más ni menos, sino el resto: particular y distinto, y desde ahí, que corra de su cuenta; o quien no
tolere una mínima desventaja con su semejante, que de todo hay.
Las tres dimensiones humanas: consumista, social y privativa, en cuanto a la consideración íntegra del individuo, se satisfacen de una manera pancista. Tanto más en el consumo, tanto menos en la vida propia y las aspiraciones personales. En cuanto a su dimensión social, ni mucho ni poco sino en apariencia.
Cómo conjugar bien común y propio, o lo que es lo mismo, necesidades en general y particulares.
El flujo del poder y mando mejor cumpliría, no desde una instancia superior e impersonal; no como la del estado hacia sus súbditos, sino elevándose de forma progresiva, desde el individuo a la comunidad. Pretencioso tal vez. No obstante, para el logro de una meta así, existe un poderoso instrumento, la educación; y junto a ella, la convivencia real, confraternizada, de los pequeños ámbitos. El hombre íntegro, ni más ni menos. Aquel que se hace cargo de sí mismo y de su existencia, y que es capaz de enfrentarse a su propio destino. Este hombre no se dejaría arrastrar por otros porque no sepa o no confíe en sus propias fuerzas. Y es del trato y el roce de cada día, de donde surgen tanto la comprensión y la sinergia como el sentir común. Antes se confraterniza con alguien próximo que con el extraño, por muy socio que sea. El principio de igualdad entonces, será consecuente y espontáneo, no una engañifa. Pues quién desea que en su trato de cada día lo discriminen.
Así pues, la igualdad práctica nunca será una imposición inconcreta desde arriba, sino la consecuencia de la actividad ciudadana y sus relaciones. No es lo mismo. Es de aquí, de donde el tópico igualitario derivaría, por el roce y la comprensión, hacia la equidad. Pues nada es más justo que el merecimiento de las propias consecuciones. Sin embargo, nadie ignora, que la competitividad libre y las capacidades de unos, bien podrían dar al traste con las expectativas e incluso la supervivencia de otros. Es por ello que se plantea “lo social” como problema. El grupo asociado lo es, si comporta derechos y deberes para con sus socios. Sin embargo, no todos cumplimos las obligaciones con la misma eficacia o de tan buena fe. No por ello, a tales, se les excluiría de los correspondientes derechos de forma tajante. Se hace necesario un nivel de bienestar suficiente que garantice la supervivencia común y una vida digna para todos. De qué servirían si no tanto estado y tanta gaita.
Que la sociedad se establezca, viene a significar, como la ampliación del individuo en sus semejantes, de tal manera, que figuradamente, nuestro yo se multiplica. El grupo viene a ser como un organismo vivo cuyas células son sus socios, y que como en él, todos comparten la común vivencia.
Decimos por tanto que la sociedad es, como la suma de esos componentes particulares que somos todos. Sólo, que ella en sí no es pensante, y sí los individuos que la componen. No podemos hacer la comparación entre la sociedad y nuestro organismo sin esta salvedad. Ocurre, que nuestro pensamiento (nuestro sistema nervioso en general), nos gobierna, como a seres vivos que somos, a nuestra forma; sin embargo para la sociedad la cosa cambia. Seguimos siendo cada una de sus células los pensantes, y nos regimos con raíces propias. El estado sólo habría de ser el ámbito de encuentro y nuestro seguro. Y es que no se establece de una forma natural e imprescindible como nuestro organismo sino acomodaticia. Es la estructura humana que nos permite paliar las limitaciones en una sociedad que nos desborda: el macro grupo. Pero no puede ignorarse al micro grupo o al grupúsculo.
La dicha ampliación del yo con nuestros semejantes sólo será efectiva, reconfortante y auténtica, por un convivir pleno, en el “estar” junto a los otros, una puesta en común con los cotidianos. Nuestro círculo de convivencia se agrandará por donde quiera que vaguemos según y cómo, pero siempre será limitado.
La solidaridad, el querer, el compañerismo, la fraternidad en suma, no nacen simplemente del pensamiento o por una lejana información o referencia. Necesitamos la presencia real del otro y el verdadero intercambio comunicativo. Sin convivencia, ponerse en el
lugar de alguien y comprenderlo es difícil. No sentirás el yo de tu semejante como si fuera el propio y sus penas o alegrías las verás de lejos.
Bien será que el estado sea garante de las particulares relaciones de sus súbditos, pero los sentimientos de solidaridad, la igualdad, la tolerancia y la colaboración, no pueden sembrarse desde un poder delegado y esperar que arraiguen. El sentir surge con espontaneidad de las vívidas relaciones que son sus fuentes; lo otro será tan idealista como un amor platónico.
En este punto, la educación se hace imprescindible y aun decisiva, pues capacita al humano para entenderse y entender a los otros. Será el hombre integro, como ya dijimos, el capacitado para la convivencia. En su defecto, siempre será posible una aproximación progresiva. La perfección no existe.
Que los individuos, como tales, ejerzan el poder, no significa, que los poderes delegados y las instituciones no existan. Se refiere, a que la ciudadaníagobernase a la par con éstos. O lo que es lo mismo, como si dijéramos, en democracia directa; una participación real de todos en la cosa pública.
Cualquier opinión puede ser valiosa, y de gran valer, si habitual y espontánea. No es razonable, que el ciudadano, el actor de la sociedad, no tenga más cometido de gobierno que el de votar a uno de los candidatos cuando se le solicita y apenas si otra participación hasta la nueva consulta.
Si se vota y después nos desentendemos, pasan cosas desagradables y abusos de poder
La ciudadanía no ha de otorgar el poder a los que gobiernan y desentenderse, debe ejercerlo con ellos. O sea, ejercer su derecho a voz y voto en las decisiones. De tal manera, estaría presente en sus foros, aun en la distancia, e incluso físicamente; de forma limitada en ese caso como es obvio.
En este punto, vienen al pensamiento, esos programas de radio y televisión a los que se puede llamar y expresar opiniones. Medios hay para que algo así pueda establecerse para las cámaras de representación o cualquier otro foro por el estilo. Nos referimos a la informática y los medios de comunicación. Obviando los problemas técnicos, tal alternativa es posible. Sus señorías ya no andarán perdidos entre nubes teóricas de una cierta irrealidad e intereses partidistas. Con la intervención del ciudadano, el legislativo, el ejecutivo y hasta el judicial, irían con los pies en el suelo del sentir real que los hacedores reales del estado, que somos todos, expresaran.
Que deleguemos en otros la ejecución de nuestras decisiones no quiere decir que decidan por nosotros. Es ese el sentido estricto del sistemademocrático, como una concatenación de ámbitos en que el individuo expresaría su voluntad de forma continua. Desde su familia y localidad hasta el propio gobierno. Todo ello a través de la representación; por la cual, teóricamente, la voluntad local subiría a las más altas instancias. Lo peor es que hay muchos intereses de por medio: los partidos políticos, los grupos de presión, las mayorías intermedias y un largo etcétera, que hacen que la fórmula no sea efectiva. En la práctica, es el gobierno de turno, aun prescindiendo de gran parte de los seguidores, quien impone su voluntad, aun suponiéndola justa. El ciudadano queda a su merced, para, solo, aguantar marea.
Cada vez más, los medios de comunicación posibilitan el acceso del ciudadano a cualquier instancia, sin que ello suponga gran merma en sus quehaceres ni le exija ser muy avezado.
Bien fácil resulta que desde su casa, por medio de la televisión, la radio… teléfono, redes… cualquier persona pueda seguir aquello que se dilucida en los grandes, o no tan grandes, foros. Tampoco es difícil pedir su sufragio u opinión a través del teléfono o de Internet pongamos por caso. Y naturalmente que su voto, para cuestiones no triviales, habría de ser auténtico y veraz.
Sería auténtico, si para la votación cada uno de los sufragistas recibiese una especie de cuestionario, único e intransferible, que el superordenador del estado elaboraría al azar. Dichas cuestiones, sencillas, si no triviales, no tendrían otro objeto que asegurar, si el individuo en cuestión sabe de qué va el tema y que su voto no contradice sus propias estimaciones.
Por veracidad entendemos, que el voto de cada uno sea cierto e inviolable. En cuanto que las votaciones fuesen simultaneas para todos y en tiempolimitado, nadie se ocuparía en votar por nadie pues malgastaría la ocasión propia. Y cómo identificar al votante. Que su propio aparato receptor leyese la huella digital, el iris o cualquier otra característica única.
De todas formas, habrá quien no esté capacitado para cuestiones así. No obstante esta modalidad de votación no sería decisiva. Por lógica los doctos serán los profesionales de la política, o así debería ser. El porcentaje válido para ambos en el recuento no excederá como mucho de la mitad. No es pedir demasiado.
Finalmente, sabido es, que los programas, los planes de gobierno y hasta las leyes, no siempre aciertan. Suele ocurrir también, que aquello que se vota, o no se lleva a cabo o fracasa estrepitosamente; que mil y un decretos y actuaciones no llegan a buen puerto.
Bueno sería que, previamente, alguien se encargase de prever la viabilidad de tanto proyecto, para en su caso darles o no vía libre. Claro que un estudio de este tipo habría de ser lógico. Como un problema de matemáticas, o casi. Irrefutable. ¿Y dónde guarda el estado la información más completa y precisa que valga a este cometido? En su Administración. Es ésta la fuente más abundante y segura, no sólo de su economía sino del potencial humano y sus recursos.
Hablaríamos entonces de un cuarto poder; y no nos referimos al de los medios de comunicación. Un poder independiente, a la par que el legislativo, el ejecutivo y el judicial. El poder lógico. Que como de la Administración se trata, sus específicos integrantes serían funcionarios, de carrera y por oposición como corresponde. Su finalidad sólo esa, la revisión de proyectos. Cualquiera de sus estudios sería vinculante, salvo por imprecisión o ambigüedad. Impugnables por otros todos ellos, no importa de quien, si ofreciesen una resolución más factible y razonada, como corresponde a su naturaleza.
Naturalmente que para una función así sólo cabe la lógica. Lógica matemática, estadística, silogística…
Si se hicieran concesiones a la subjetividad o las querencias, apaga y vámonos.
Pero después de todo, si la mayoría no se diese por enterada, de qué valen las “recomendaciones lógicas”. Para qué más molestia. La mayoría “nunca pierde la razón”.
Las ideas Cisma
Según la segunda ley de la Termodinámica, el sentido de evolución de un sistema cerrado (Tal como el Universo en su conjunto), va, del orden hacia el desorden, según lo que se denomina el incremento permanente de entropía. Sin otras consideraciones y suponiendo que no existan otros cosmos, ni que éste que nos toca sufriese alguna transformación impredecible, así queda establecido. Sin embargo, la biología parece que burle este principio, y a contra corriente, consiga, que sus sistemas vivos se organicen cada vez más. Mas sólo es una apariencia. Un oasis en el desierto que permanece, pero sin otro destino final que el de su entorno. Quizá la inteligencia sí que pudiese romper el fatídico proceso si encontrara cómo soslayarlo. Puede que la especie sobreviviera en “su hábitat” protector, si no para siempre, sí “una eternidad de bolsillo”. Pero a fin de cuentas sólo significaría la postergación de lo inevitable, y tan lejos queda algo así, que por la simple probabilidad fenecería en el intento. ¿Qué nos importa a nosotros en nuestra limitación, y ni siquiera a esos ínclitos descendientes futuros, si su tiempo también devendrá a relativo y el remate será el fin? O tal vez no, quien sabe. Hay quien afirma, y lo demuestra, que la información, la estructura metamórfica de cada ser permanecerá, y que, pese a toda transformación presente o futura será recuperable cuando las condiciones propicias ocurran. Por ejemplo, el más desastroso entre los fenómenos del Universo, el llamado agujero negro, engulle cuanto le rodea y nada escapa a su voracidad. Tras el proceso sólo resta en su interior el detritus más consumado. Casi una nada compacta. Sin embargo aun allí la información preexistente persiste. A lo mejor, “los prolegómenos de un otro Big Ben”.
¿Quién habrá pasado por aquí?
¿Adónde vagarán las consecuencias de nuestra acción al paso del tiempo? ¿Qué es de la huella de nuestros actos que se desvanece? ¿Qué de nuestros particulares campos magnético—eléctricos, o las ondas energéticas de nuestras vísceras? ¿En qué desintegración se integrarán nuestros despojos? Porque no cabe duda que cada acción deje tras ella su propio sello. ¿Toparán por el devenir con el certero decodificador que pueda detectarlos y los reintegre a su causa como forma de vida? ¿O ni siquiera tanto será imprescindible? Pudiera ser; cosas peores se han visto; si no, y sin ir más lejos, qué decir del milagro, de lo maravilloso, de nuestra propia existencia. Desde luego, si ello no ocurre, por falta de tiempo no ha de ser. Y al cabo, qué más da morir un segundo que todas las eternidades juntas y otras tantas. Será un instante.
Pero una cuestión así, tan lejana e inconmensurable, bien puede esperar. Bajemos pues de las alturas y abdiquemos, que más vale pájaro en mano que ciento volando. Y de no perder el hilo, mejor fuese pegar hebra, que si no hay mal que cien años dure, ni bien que los pare, promediemos los dos impostores, no sea que, de sobrecargados, fenezcamos a la mitad por no echar cuentas.
La cuestión no es obvia: ¿Por qué en el sistema democrático, el estado de la igualdad y las libertades por antonomasia, persiste el adoctrinamiento? ¿O es que en el fondo, tal vez pretendemos, que el fin democrático sea el triunfo de una ideología?
No es lo mismo la puja espontánea de los pensamientos que avalar sin reservas a uno o algunos, prendados quizá de su hermosura. La panacea aparente puede encandilarnos de forma tal que sea difícil no caer en el proselitismo. A fin de cuentas esto son y no otra cosa los afamados “ismos”. Esas parcelaciones del pensamiento, tan abundantes, que no por sernos útiles nos serán imprescindibles. Superables por tanto.
Agnosticismo, Ateísmo, Cristianismo, Deísmo, Budismo, Socialismo, Comunismo, Capitalismo, Liberalismo, Marxismo… y el largo etcétera; tan largo, que quizá acertásemos con descubrir un nuevo “ismo” como la denominación de origen. No sería complicado. ¿Por qué no “miopismo”? Pues qué cortas miras las nuestras para quedar varados sin consideración en sólo uno o algunos de tantos pensamientos posibles y sus matices. Y qué apocadas condiciones nos constriñen, que sólo la facción o el grupo nos vitaliza. Ciertamente, tal cantidad de posturas y sus expresiones, denotan nuestra multiplicidad y su riqueza, pero también nuestra miseria y egoísmo. Y ello es más cierto, si consideramos que la idea, por su no concreción, nunca será absoluta; lo que tampoco contradice su oportunidad o su adecuación transitoria. He aquí, en boga como siempre, el mejor de los ejemplos: Libertad, Igualdad, Fraternidad. La concreción ilustrada. Consideremos: principio y fin, nacimiento, vida, muerte… realidad, ser, existir, nada, todo…; son estas, conceptuaciones evidentes en si mismas, axiomáticas. Sin embargo la triple proclama, con ser certera, es tan maleable como la vida misma. Y es lo lógico.
De los tres conceptos antedichos, quizá sea el tercero, la fraternidad, el precedente de sus hermanos. Esa hermandad, de raíces biológicas nada menos, es innegable. Aunque eso sí, algo imprecisa, por cuanto más abunda el pariente que el hermano, y la especie queda disgregada y diversa “en su irremediable grado de entropía”. Pese a ello, en ese azarado sentir común la igualdad podrá efectuarse si efectivamente se formatea con la convivencia. O al contrario quizás. No obstante, en el simple asociacionismo, a secas, la lógica de igualación requiere necesariamente de su otra hermana, la libertad.
Pero la libertad, el fundamento de unas relaciones justas e igualitarias, paradójicamente, como condición primera no llega a tanto. En esencia la libertad como primigenia no puede darse. Huelga decir por que. Y sólo el espíritu podría ser libre. Vete a saber.
No es extraño entonces, que sobre los “tres conceptos clave de la convivencia” recaigan tantas consideraciones como doctrinas. Por entonces, cuando el triple considerando vio la luz, ni su impulsor ni sus promotores tuvieron a bien explayarlo, hasta, por ejemplo, la cooperación, la superación, o la individualidad del raciocinio; no tanto hasta la equidad, que habría de ser evidente. Pero así queda en honor a sus loables intenciones y la concreción. Claro, el resto queda implícito y se sobreentiende, se dirá; que a buen entendedor pocas palabras bastan. Y así es admitido. Aunque mejor se pensase que la triple proclama era proclive a las reivindicaciones concretas que la exigían sin más. Pese a todo permanece en el tiempo, casi definitiva, como el abc, como el alfa y el omega, y va para tres siglos. A más abundamiento anda manida, cuando no sesgada, por estos, esos y aquellos. Hay quién hace de la libertad su bandera. A otros la igualdad los comanda. Y cómo no, la fraternidad es traída y llevada como el cofre de los tesoros; no es para menos, pero ya tanto… Y ojo, todo ello a su forma y según: con la conveniencia extendida o como resulta empecinada de una obsesión añeja que no por legítima sea eficaz. Un tándem “cuasi cómodo” pero inestable, y al que solamente salvará el soporte definitivo, una razón común, la lógica universal. Casi nada.
Las doctrinas se perpetúan convictas de la memoria, igual que una vocación. Como paños calientes al trauma infantil fosilizado, o bálsamos de atroces vivencias, que hacen que la libertad del individuo no sea. Y es que sin esa comunión razonable, sólo se puede ser libre entre los estrechos márgenes de la ideo endogamia, tras la virtualidad de una memoria remanente, e incluso, según los dictados de una retro genética. Para qué decir de los yugos circunstanciales. Claro que no, no es más libre nuestra libertad que nuestra inteligencia, y somos tan poca cosa, que decir sí o no, se nos viene apuntado, y aun creemos que sea por nuestro concurso.
Ser libre, no aferrarse a nada
Quizá no haya mejor ideología que ninguna. Aferrarse a la idea huérfana, desvincularse del contexto universalista, será provechoso, por perseguir una obsesión o una injusticia, pero también como forma de suplir cierta pereza filosófica y no querer entenderse con los contrarios. Cosa distinta será marcarse las pautas al abrigo de la lucidez común y compartida. Caminar abriendo el camino, porque sólo el ahora es presente y su pasado un futuro caduco. Eso sí, confiados en la única verdad en candelero, la de nuestra evolución. Y es que los atributos humanos nunca serán conclusos. Como todo, sus formas de ser están en el cambio, pues nada permanece. Pobres de nosotros, si pensásemos, que nuestra razón, nuestra lógica, es indeleble; como un absoluto; la única diosa incontrovertible. Mas, si su evolución persiste, a poco, tan tosca parecerá en el grado presente como el utensilio de piedra ante el robot o las garras de nuestros ancestros reptiles comparadas a nuestras manos.
Nadie espere que la parte se imponga al todo y así permanezca, pues sus impulsos rectores también los abarca.
Autor:
Fandila Soria Martínez