Jul
3
Sí, es la única manera que tenemos de abarcar todo el Universo. En...
por Emilio Silvera ~ Clasificado en El Universo y los pensamientos ~ Comments (0)
Sí, es la única manera que tenemos de abarcar todo el Universo. En nuestras mentes están los resortes para ello y, aunque no físicamente, alcanzamos a vislumbrar toda la grandeza cósmica con nuestras mentes que son, esa parte de la metafísica del ser, lo que trasciende y puede ir más allá de lo que nuestros cuerpos pueden ir.
Los procesos científicos de los que aquí venimos hablando, aunque sea de manera inadvertida, lo cierto es que contribuyen a que nosotros, los humanos, nos veámos involucrados en la vastedad del Universo del que formamos parte y con el que, de alguna manera, estamos estrechamente conectados.
La Astronomía ha venido a diluir el aislamiento en el que se encontraban los moradores la Tierra que, con el ojo desnudo solo podían atisbar el Sol y la Luna, algunos planetas que se confundían con el lucero de la mañana, y, lejanas estrellas que, con su titilar, parecían estar enviándonos un mensaje en clave que no llegábamos a comprender.
La mecánica cuántica nos permitió asomarnos a esa ventana que nos dio la posibilidad de destruir esa metafórica e invisible linea que supuestamente nos separaba del distante del mundo de lo infinitesimal, allí donde se encuentran los secretos de la materia y fuerzas fundamentales que, al ser descubiertas, dejaron tambien a la intemperie el hecho cierto de que nosotros, estamos inevitable y estrechamente involucrados en todo aquello que estudiamos. Finalmente llegamos a ser conscientesde que formamos parte de ello, de ese todo que es la Naturaleza y que nos trajo aquí para que, con nuestra curiosidad, tratáramos de entenderla.
La Astrofísica, al demostrar que la materia es la misma en todas partes y que en todas partes obedece a las mismas leyes, nos pudo al tanto y nos reveló la unidad cósmica que se extiende desde la fusión nuclear en las estrellas hasta la química de la vida. La evolución darwiniana, al destacar que todas las especies de la vida terrestre están estrechamente relacionadas y que todas surgieron a partir de la materia ordinaria, nos puso de manifiesto que no existía ninguna muralla que nos separase de las otras criaturas de la Tierra, o del planeta donde surgimos a la vida. De la misma manera, entiendo, se producirán en otros mundos lejanos las mismas transiciones de fase que aquí sucedieron y, al final, todo desembocará en el surgir de la Vida que, como la nuestro (eso creo), estará basada en el Carbono.
Esa sensación de que, en cierto sentido, formamos un todo con el Universo, no es gratuíta, sino que, por el contrario, está fundada en datos y experimentos que nos costaron mucho, mucho tiempo, conseguir. Hace mucho tiempo que esa idea rondaba en la mente de nuestros antepasados que hicieron que el dios nos hicieran del polvo. El griego Heráclitos escribió que “todas las cosas son una sola”; Lao-Tse, en China, describió al hombre y la naturaleza como gobernados por un solo principio (“lo llamó el Tao”); y la creencia en la unidad de la Humanidad con el cosmos estaba difundida entre los pueblos anteriores a la escritura. Como lo puso de manifiesto el Jefe indio suquamish Seatle, quien declaró en su lecho de muerte que “todas las cosas están conectadas, como la sanfre que une a una familia. Todo es como una sola familia, os digo”.
Lo cierto es que, estamos ahí, formando parte del inmenso Universo y, hay algo sorprendente en el hecho de que la misma concepción general que tenían aquellas mentes del pasado, ha podido surgir de las ciencias que se enorgullecen de su lúcida búsqueda de hechos objetivos, empíricos. Desde los mapas de cromosomas y los registros fósiles que representan las interconexiones de todos los seres vivos de la Tierra, hasta la semjanza de las proporciones químicas cósmicas con las de las especies vivas de nuestro planeta, nos muestran que realmente formamos parte del universo en su conjunto y que, nuestro origen está en las estrellas, donde se formaron los materiales que hicieron posible nuestra existencia.
Claro que, a todo esto, posamos los pies en el suelo, miramos a todo la Humanidad y su condición intrínseca y, podemos ver, cuan lejos estamos de poder decir: ¡Somos un todo, fundidos con el Universo! Nuestra condición terrenal nos aprisiona y nos confina, prevalecen sentimientos animales, el instinto de conservación que nos hace ser como somos y, mientras que no evolucionemos lo suficiente…
La verdad, el Tiempo y la Historia
“Todo parece confluir en la representación de la Historia y de la Verdad histórica. El Tiempo, alado y con un reloj de arena que simboliza el paso de los instantes y la llegada de la muerte, trae del brazo a la Verdad, que se representaba desnuda para simbolizar la ausencia de disfraz o enmascaramiento. La Verdad reina sobre todo, es la figura central, y porta un cetro y un libro, que encierra la verdad histórica.”
Siempre hemos querido representar de mil maneras simbólicas lo que tendría que ser y, en realidad, siempre hacemos lo contrario de ello. Sabemos como son las cosas y, tratamos de ocultarlas a los demás, incluso, por conveniencias sociales o políticas, hemos tratado de cambiar esa historia para procurar que “diga” aquello que nos beneficia, aunque la realidad, sea todo lo contrario.
Aunque parezca algo exagerado, creo que, la verdad, solo la dicen los físicos y los poetas, esas personas privilegiadas que, algunas veces, viven fuera de este mundo sin salir de él. Todos los demás, por una u otra razón, tienden a falsear los hechos.
Unos ven Unicornios en fantásticos mundos que crean en sus mentes, y, los otros, viven en un Universo que, siendo real, les aleja de este.
Ya véis, por una razón los unos y por otras razones los otros, ambos -poetas y físicos- están fuera de este mundo y se encierran en sus “mundos privados” para transmitirles al mundo “real” lo que ven, lo que sienten. Por una parte se nos habla de la Naturaleza, de cómo creen ellos que funciona el Universo y tratan de decirnos por qué lo hace de esta o aquella manera y, se esfuerzan por comprender, dedicando horas, días y años a desvelar los secretos que están con nosotros y que, el común de los mortales no puede ni sabe ver. Ellos, los físicos, hacen ese inmenso trabajo para que el mundo siga adelante con los pies bien asentados en el suelo y, nuestras mentes, estén, lo más cerca posible a la realidad del mundo.
Los otros, los poetas, ven otro mundo. Ellos son más etéreos e inmateriales, están inmersos en un universo de percepciones que a los demás se les escapan, cuando consiguen “ver” con claridad en esas belles perfecciones que les muestran “sus realidades”, entonces y sólo entonces, la cuentan para que los demás sepan de ellas y puedan “oir” sus pensamientos. Alguien dijo que los poetas hablan en voz baja consigo mismo y, el mundo, les oye por casualidad.
Lo cierto es que, nos queda un buen camino por recorrer. En la naturaleza y en los demás sistemas que la integran, buena parte de los procesos que ocurren son intrínsecamente discretos, es decir, involucran (o podrían modelarse con) conjuntos discretos de partículas o individuos que interaccionan entre sí de una determinada manera. Átomos, moléculas, proteínas, bacterias, células, animales, personas, o incluso los factores del clima, son ejemplos de agentes activos en estos procesos, que cuando se juntan en un número lo bastante grande, dan lugar a la formación de cosas o cuestiones complejas de grandes dimensiones (galaxias o sociedades humanas, por ejemplo), que dan lugar a comportamientos colectivos que en nada nos recuerdan las interacciones microscópicas individuales que fueron el comienzo de todo.
Si pensamos en las fuerzas y energías en las que nos encontramos inmersos, pocas dudas pueden caber a estas alturas, el simple hecho de poder estar hablando de estas cuestiones… ¡es un milagro en sí mismo! Desmenuzar los componente del átomo, saber lo que ocurre en el interior profundo de las estrellas, conocer cómo la materia más simple se pueden transmutar, bajo ciertas condiciones, en otros más complejos que dispuestos en la debida proporción darán lugar a la bioquímica de la vida. El camino recorrido ha sido largo y hasta dramático, sin embargo, hemos llegado más lejos de lo que podría haber pensado un observador inteligente que, desde la segura lejanía, hubiera podido seguir todo el proceso evolutivo desde que nacieron las primeras estrellas hasta que, diez mil millones de años más tarde, surgieron los mundos y la vida.
¡Qué complejo es todo!
emilio silvera
Jun
15
¡La Mente, el Espíritu, los pensamientos…!
por Emilio Silvera ~ Clasificado en El Universo y los pensamientos ~ Comments (0)
Desde que tenemos memoria, siempre hemos tenido dudas al respecto de lo que la Mente, el espíritu y los pensamientos puedan ser y cómo llegamos a poder generar, a partir de lo físico, algo que trasciende, incorpóreo que nace de un sin fin de conexiones de cuya complejidad sabemos poco pero que, hace posible el surgir de puntos luminosos que, en forma de pensamientos e ideas, conforman un “mundo” rico y poderoso que, sin ser tangible, es lo que realmente tiene el poder de todas las acciones que desarrollamos a lo largo de nuestras vidas.
Si tratamos de profundizar en el por qué de la Conciencia, nos adentramos en un campo en el que comienzan los límites de los pensamientos filosóficos y que tratan de llegar a esas preguntas últimas del por qué de las cosas. Dos de las grandes ramas de la filosofía son la metafísica, que trata de ocuparse de los fundamentos últimos de la realidad y la otra parte trata de justificar los fundamentos del conocimiento, las creencias… Ambas están ligadas en cierta manera y relacionan valores humanos como la ética, la moral e incluso la estética en los comportamientos sociales.
No pocas veces, los filósofos, ha n tratado de llevar todo esto hasta la ciencia al relacionar ciertos aspectos filosóficos y metafísicos con aspectos científicos que podrían, en parte, dar alguna explicación de todo aquellos fenómenos y comportamientos surgidos de una Mente humana “física” que eran guiados por pensamientos “metafísicos” incorpóreos y etéreos de profundo significado físico en sus resultados.
Lo cierto es que, hemos llegado a saber que todo el Universo es uniforme y en todas partes ocurren las mismas cosas y se producen los mismos sucesos: La materia resulta estar hecha de Quarks y Leptones que hacen estrellas y mundos que conforman grandes galaxias, que todo nace y todo muere en un periplo de vida durante el que, cada “cosa” desarrolla el “trabajo que el Universo le encomendó”, las estrellas transmutan elementos sencillos en complejos, las supernovas riegan grandes regiones de materiales pesados como el oro y el platino, en las Nebulosas se forman moléculas a partir de ese material creado por las estrellas que, miles de años más tarde, vienen a caer en algún mundo del que surgirán formas de vida y, en ocasiones, se hacen presentes esos misteriosos “sucesos” que dan lugar a que existan mentes que generan los pensamientos y esté presente eso que nos ha dado en llamar espíritu para significar un estado superior de las cosas que trasciende a lo simplemente material
Nosotros creemos que existe un mundo real que, etá descrito por las leyes de la física que es lo que aplicamos siempre a lo que vemos que ocurre a nuestro alrededor, es la única manera que tenemos para explicar las cosas, las interacciones, el movimiento del mundo y los comportamientos que observamos en las estrellas o en los planetas. Sin embargo, ¿cómo explicar la Mente, el espíritu y los pensamientos? Como humanos, debemos seguir esas leyes que a través de la observación primero y del expimento después reconocimos como ciertas para describir el “mundo” y así, mediante la evolución en el tiempo, hemos llegado a un estadio que nos aleja de aquellos principios animales de nuestros orígenes.
Como sistemas vivos surgidos de la materia creada en las estrellas, hemos podido evolucionar y llegar a discernir entre la diferencia de las cosas materiales pero, también, hemos llegado a desarrollar esa parte misteriosa que nos lleva a ser creadores de pensamientos más altos como mla poesía y la música que elevan al ser humano a un estadio superior (también la pintura y otras artes lo hacen) en el que se ven mezcaldos dos mundos, el material y el espiritual, ambos unidos en una incompresible mezcolanza de lo tangible y lo intangible pero que, lo uno sin lo otro… sería imposible, ya que, las ideas y los pensamientos por sí mismos, nunca podrían existir y necesitan de una mente física para poder surgir al mundo.
En tanto que sistemas vivos, estamos sujetos además a limitaciones evolutivas que no han sido consideradas por las leyes de la física. La conciencia, aunque especial en sí misma, no cabe duda que surgió como resultado de innovaciones evolutivas en la morfología del cerebro y del cuerpo. Es decir, la Mente surgió del cuerpo y de su desarrollo, está corporeizada y es, por tanto, parte de la Naturaleza que la creó.
Inmersos en el inmenso Universo hemos llegado a evolucionar hasta que en nosotros llegaron a surgir ideas y pensamientos, una forma de energía que se extiende por el mundo y que llegará hasta los confines mismos del Cosmos en nuestro de deseo de saber de nosotros y de otros posibles seres pensantes que, como en la Tierra, pueblen otros mundos lejanos en el espacio y en el Tiempo. Porque, ¿quién puede decirme que son los pensamientos? ¿cómo han llegado a poder generarse en una parte de nuestro cuerpo en el que se aloja el cerebro y la mente? ¿No es acaso la Mente, eso que llamamos espíritu? Hay en nosotros un algo superior que no llegamos a comprender… del todo.
¿Debemos rechazar la suposición cartesiana del dualismo cuerpo-mente, así como cualquier forma de idealismo? Así que sería contrario o negativo aceptar la posición aceptada por aquellos que abrazan una metafísica materialista combinada con una epistemología dualista, racionalista o idealista y, por otro lado, debemos mostrarnos escepticos respecto a las explicaciones reduccionistas extremas que pretenden explicar la conciencia sobre la base de la mecánica cuántica al tiempo que desatienden los hechos de la evolución y la neurología. El mismo escepticismo atañe a los intentos por imbuir el mundo entero de propiedades de la conciencia – el pan-psiquismo (” es un término que designa aquellas doctrinas filosóficas y religiosas que sostienen que toda realidad tiene una naturaleza psíquica y es de algún modo anímica, y que las cosas “materiales” solo son manifestaciones de la psique.”)
Siempre nos costó entender lo que es la Psique, y, aunque hemos representado en imágnes alegóricas (Eros y Psique), lo que era ese algo más sublime que, estaba -en esta ocasión- representado por el Amor, lo cierto es que nunca llegamos a entender muy bien ese concepto que subyace en lo que entendemos por Mente, por espíritu e incluso… por Alma, algo que quiere significar lo superior, lo más alto que en nosotros anida y que nos hace algo más que simple materia animada.
Tenemos que convenir que, la Conciencia, es una propiedad dinámica de un tipo “especial” de morfología -como una malla de reeentrada del sistema talamocortical- (según explican Tedelman y Tanoni) en su interacción con el entorno. Nuestro conocimiento del mundo real es el resultado de esas interacciones físicas, psicológicas y sociales de nuestra mente y nuestro cuerpo con el mundo.
Hemos llegado a ser conscientes del mundo que nos rodea y, naturalmente, a medida que hemos ido desarrollando la capacidad del lenguaje para comunicarnos en el seno de una cultura que pudo alcanzar una capacidad conceptual de riqueza extraordinaria que se traduce en lo que entendemos por lógica, en el entendimiento del mundo por medio de la geometría y las matemáticas que nos llevaron, de manera inexorable, hasta el mundo de la física que nos explica todo lo material que podemos ver o intuir que existe. Ese salto cualitativo nos transportó de un mundo de miedo y asombro, a ese otro en el que estamos situados de sucesos extraordinarios y descubrimientos maravillosos en esos lugares que abarcan desde el micromundo de lo muy pequeño hasta ese otro de inconmensurable, situado en el espacio “infinito” de un Universo por explorar.
Lo pequeño y lo grande, dos “universos” por explorar que esconden secretos que tendremos que desvelar si queremos, alguna vez, entender de todos estos complejos conceptos que estamos hablando y en el que, el principal de todos es nuestra propia Mente que es el misterio mayor de todos por su incomprensiblidad, es incluso más difícil de comprender que el propio universo del que tenemos amplios conocimientos, muy superiores a los que de la Mente podamos tener.
Sabemos de los átomos y de las partículas elementales que conforman la materia y de las interacciones fundamentales que rigen el mundo de lo material, y, hemos llegado a saber de las galaxias de estrellas y mundos que conforman este universo de proporciones tan enormes que nos cuesta asimilar y, cuando llegamos a la mente, todo se nos diluye en volutas y conformaciones que, como el humo, adoptan formas de compleja interpretación que toman caminos impensables y de cuyo destino nada podemos saber, son como ráfagas de pensamientos que surgen y nos sorprenden porque nunca, sabemos, en qué dirección irán dependiendo del entorno, las circunstancias y la concreta situación.
Lo cierto es que nuestras mentes son extrañas y no siempre, escuchan lo que se dice, sino que oyen lo que quieren oir y dicen lo que no siempre querían decir, hay un algo dentro de nuestras mentes que nos llevan, de manera incomprensible, por caminos que, antes del suceso, nunca hubiéramos pensamos en tomar. ¿Que harías en una situación límite en la que algún desaprensivo provocador viniera a violentar a tu amada? ¿Cómo reaccionarias ante un caso de abuso a un niño? Son situaciones en las que nunca sabras lo que podrías hacer hasta no estar frente a ellas y, a veces, tu reacción te sorprendería a tí mismo. Dentro de notros llevamos a un cobarde y a un héroe y, podrá salir el uno o el otro dependiendo de factores que no hemos llegado a conocer. Dicen que la Valentía es humilde y, aunque tú no te vez valiente, los demás, valiente te ven.
¡Es todo tan extraño!
La incorporación de los sistema de valores como limitaciones necesarias sobre el funcionamiento del cerebro como sistema seleccional enlaza la visión de la epistemología ( la rama de la filosofía cuyo objeto de estudio es eñ conocimiento) de base biológica y de la visión de que las emociones son fundamentales tanto para los orígenes como para el apetito del pensamiento consciente. Las emociones pueden representar el vínculo humano que impulse los comportamientos conforme al estado anímico en cada cada cual se pueda encontrar en un momento dado y, de la misma manera, podrían ser las emociones las que nos llevaron a levantar ese enorme edificio de pensamientos que nos hizo construir la obra material de nuestras ciudades y, también, esa obra mucho mayor que representa hoy la Ciencia en todos los ámbitos del Saber Humano.
De lo material hemos visto surgir lo que no lo es pero que allí subyace, sin materia no habría posibilidad de que, a partir de ella surgiera eso otro inmaterial que, aunque no podemas coger con las manos, su inmaterialidad nos lo impide, si podemos, sin embargo ver cómo es y como son sus consecuencias que, en algún sentido, puede extenderse por el mundo entero. Es esa especie de “conciencia inmaterial” lo que puede impregnar el Universo y llegar a todas partes, a esos lugares a los que el cuerpo nunca podrá acceder y que, sin embargo, haciendo el viaje con nuestras mentes es inmediato y, como el salto cuántico del electrón, podemos surgir en un lugar lejano sin tener que atravesar el espacio que de él nos separa- ¿No os parece algo grandioso?
Yo miro esa estrella central reluciente y presumida de su inmenso fulgor y veo mucho más que un astro inmerso en una Nebulosa de oro. Veo que en esos detellos cegadores van transportadas millones de voces de futuras criaturas de cuyas mentes, tendremos algún día, nuevas respuestas de lo que no sabemos.
emilio silvera
Jun
14
Desde la materia “inerte” a los pensamientos
por Emilio Silvera ~ Clasificado en El Universo y los pensamientos ~ Comments (101)
¿Cómo es posible que, a partir de la materia “inerte”, hayan podido surgir seres vivos e incluso, algunos que, como nosotros puedan pensar?
Los sentidos: las herramientas que utiliza el cerebro para estar comunicado con el exterior
La percepción, los sentidos y los pensamientos… Para poder entender la conciencia como proceso es preciso que entendamos cómo funciona nuestro cerebro, su arquitectura y desarrollo con sus funciones dinámicas. Lo que no está claro es que la conciencia se encuentre causalmente asociada a ciertos procesos cerebrales pero no a otros.
El cerebro humano ¿es especial?, su conectividad, su dinámica, su forma de funcionamiento, su relación con el cuerpo y con el mundo exterior, no se parece a nada que la ciencia conozca. Tiene un carácter único y ofrecer una imagen fidedigna del cerebro no resulta nada fácil; es un reto tan extraordinario que no estamos preparados para cumplir en este momento. Estamos lejos de ofrecer esa imagen completa, y sólo podemos dar resultados parciales de esta enorme maravilla de la Naturaleza.
Nuestro cerebro adulto, con poco más de 1 Kg de peso, contiene unos cien mil millones de células nerviosas o neuronas. La parte o capa ondulada más exterior o corteza cerebral, que es la parte del cerebro de evolución más reciente, contiene alrededor de treinta millones de neuronas y un billón de conexiones o sinapsis. Si contáramos una sinapsis cada segundo, tardaríamos 32 millones de años en acabar el recuento. Si consideramos el número posible de circuitos neuronales, tendremos que habérnoslas con cifras hiperastronómicas. Un 10 seguido de, al menos, un millón de ceros (en comparación, el número de partículas del universo conocido asciende a “tan sólo” un 10 seguido de 79 ceros). ¡A que va a resultar que no somos tan insignificantes!
Jun
13
Siempre es la misma cosa…que adopta distintas formas
por Emilio Silvera ~ Clasificado en El Universo y los pensamientos ~ Comments (0)
La Mente, el mundo, el Universo
Nuestra estrategia para explicar la base neuronal de la conciencia consiste en centrarse en las propiedades más generales de la experiencia consciente, es decir, aquella que todos los estados conscientes comparte. De estas propiedades, una de las más importantes es la integración o unidad. La integración se refiere a que el sujeto de la experiencia no puede en ningún momento dividir un estado consciente en una serie de componentes independientes. Es una propiedad que está relacionada con nuestra incapacidad para hacer conscientemente dos cosas al mismo tiempo, como, por ejemplo relacionar en un papel todas las familias de partículas que conocemos mientras que, al mismo tiempo, se mantiene una discusión sobre los agujeros negros.
Aplicando la atención hemos llegado a saber que, el electrón tiene una masa en reposo (me) de 9, 109 3897 (54) x 10-31 kg y una carga negativa de 1,602 177 33(49) x 10-19 culombios. Esa realidad, aunque vinieran los sabios físicos de un planeta habitable situado en la estrella Resplandor de una Galaxia muy lejana, cuando hicieran los cálculos matemáticos y los experimentos necesarios, las cifras seguirían siendo las mismas, toda vez que, al tratarse de constantes fundamentales, ni la masa ni la carga pueden tener otra realidad distinta sea cual fuere el observador. Esto nos quiere decir que, hay realidades que nunca varian y, eso, nos puede traer alguna esperanza de que, alguna vez, podríamos conocer el Universo, tal como es.
Esta sí es una realidad, sin ella, el mundo no sería tal como lo conocemos.
Sin embargo, no podemos negar nuestras limitaciones tanto de percepción como intelectuales para reconocer “el mundo” tal como es. Es “nuestro mundo” que, cuando sea visitado por “otros”, pudiera ser muy distinto al que nosotros percibimos y, podrían “ver” cosas que nosotros no vemos.
Vivímos en nuestra propia realidad, la que forja nuestras mentes a través de los sentidos y la experiencia. Incluso entre nosotros mismos, los seres de la misma especie, no percibimos de la misma manera las mismas cosas. Sí, muchos podemos coincidir en la percepción de algo, sin embargo, otros muchos diferirán de nuestra percepción y tendrán la suya propia. Esa prueba se ha realizado y la diversidad estuvo presente.
Estará aquí, la llave de la sabiduría
No, no será nada fácil despejar las incognitas presentes en esta inmensa complejidad que llamamos Mente. Creo de manera firme que, finalmente, todo se traduce a Química y Luz. Energías de velocidades alucinantes que recorren el enmarañado entramado de neuronas y que hace posible todas y cada una de las maravillas que “real”mente se producen en nosotros y que no siempre sabemos traducir ni comprender.
Es tan grande el poder de nuestra mente que nada hay tan distante que no podamos, virtualmente hablando, traer ante nosotros. Somos capaces ya de escrutar el espacio y vislumbrar los confines del universo en edades muy cercanas a su nacimiento y, merced a los microscopios, nos acercamos al universo atómico para explorar los componentes de la materia. Parece que nada podrá (con el tiempo) escapar a nuestro control, con lo que todo nuevo “mundo” se revelará a nuestro entendimiento.
Nunca estamos satisfechos de los logros alcanzados (menos mal) y siempre surgirán seres especiales (Copérnico, Kepler, Galileo, Hooke, Newton…) que nos guiarán por el camino iluminado de su genio para mostrarnos la auténtica sabiduría mediante un pensamiento evolutivo que siempre dará un paso adelante, superando así el pensamiento nuevo al anterior. Pero, eso sí, esos avances han sido posible gracias a que hombres y mujeres pensaron con la lógica pero…, nunca dejaron de lado la imaginación.
La prueba de ello la podemos encontrar en Newton y Einstein. ¿Quién puede dudar de la grandeza de Newton? La pregunta está contestada de antemano. Sin embargo, los ejemplos de la historia son muy elocuentes: Newton con su física, Leibniz con su metafísica, con sus principios filosóficos como el de la razón suficiente. Y la física ganó a la metafísica; Newton a Leibniz, aunque de aquella batalla…habría mucho que hablar.
Durante mucho tiempo, espacio y tiempo se entendieron como entes absolutos, hasta que llegó Einstein con sus dos teorías de la relatividad, la especial y la general, y aunque los caminos que siguió para conseguirlos no fueron metafísicos, no podemos negar la intervención de un genio de inspiración superior que a veces, nos puede llevar a pensar que, en algún sentido, finalmente Leibniz había sido el más acertado, ya que las teorías einstenianas pueden ser clasificadas dentro de un orden del pensamiento superior.
Así, la evolución continuó su camino imparable y el espacio y el tiempo absolutos de Newton, resultaron ser menos absolutos de lo que se pensaba; eran relativos y, además, eran una misma cosa, que a partir de ahí pasó a llamarse espacio-tiempo unidos y no separados. Así fue deducido por Minkouski al leer la teoría de Einstein.
Laplace
Quiero mencionar en este punto a dos grandes newtonianos: Lagrange y Laplace.
La obra de Newton, como todas las grandes obras, fue discutida y sometida a estudios rigurosos, analizada y removida. La ciencia del genio, claro, permaneció al margen de todas las críticas para dejar de ser discutida y pasar a ser desarrollada. Así ha resultado ser la Historia.
Recordemos en este sentido la cumbre de la física y de las matemáticas del siglo XVIII que es la Méchanique analytique (Chez la Veuve Desaint, París 1788), de Joseph-Louis Lagrange (1736 – 1813), un íntimo amigo de d’Alembert, en la que la mecánica de Newton alcanzó un nuevo nivel de pureza al reducir el sistema a un conjunto de fórmulas generales de las que se podían deducir todas las expresiones necesarias para resolver un problema. O los cinco tomos del Traité de mécanique céleste (Crapelet para J. B. M. Duprat, París 1799 – 1827) de Pierre-Simón Laplace (1749 – 1827), en los que se erradican numerosas anomalías de las explicaciones originales de Newton sobre los movimientos de los cuerpos celestes.
El texto de Laplace, al igual que el de Lagrange, era de difícil lectura para legos en las ciencias matemáticas, y tal complejidad dio lugar a versiones posteriores más sencillas para el entendimiento general, que finalmente hizo posible divulgar los enormes conocimientos alcanzados a partir de Newton, gracias a estos dos genios.
Sí, se vislumbra, a lo lejos, una esplendorada luz que, sin embargo, tiene en todo su centro un signo de interrogación que viene a significar lo que no sabemos. Es mucho lo que nos queda por descubrir y, hombres que, como Newton, Lagrange y Laplace y después Planck, Maxwell y Einstein nos han dejado un camino que seguir, sin embargo, no estamos situados aún en esa zona luminosa del saber sino que…
Un respiro en el camino:
- El ignorante, teme o adora lo que no comprende.
- Los ingratos acaban por disuadir a los virtuosos de poner en prácticas sus bondades.
- Amigo leal y franco, mirlo blanco.
Esto me recuerda aquella aseveración atribuida indistintamente a Séneca y Aristóteles:
“¡Oh, amigos míos, no hay ningún amigo!”
Hay otra que nos da a entender que los amigos egoístas y poco dispuestos a prestarnos su ayuda, en momentos necesarios son inútiles y no importa, pues, prescindir de ellos:
“Amigo que no presta y cuchillo que no corta,
que se pierdan poco importa.”
¡Esto de los amigos! Hay otra que dice:
“El que tiene un amigo, tiene un tesoro.
El que tiene un tesoro, tiene muchos ‘amigos’.”
“Si un amigo se comporta como la sombra que,
cuando luce el Sol nos abandona, no era un amigo.”
Pero volvamos al trabajo y continuemos repasando cosas interesantes y viajemos hasta el siglo XIX, que fue vital para la ciencia. Aunque la ciencia ya había mostrado para entonces su capacidad única para estudiar qué sucede en la naturaleza y qué principio (o leyes) la gobiernan, y contaba por entonces con una larga lista de teorías, datos y héroes científicos, no se había convertido todavía en una gran empresa, en la “profesión” que terminaría siendo.
La “profesionalización” e “institución” de la ciencia, entendiendo por tal que la práctica de la investigación científica se convirtiese en una profesión cada vez más abierta a personas sin medios económicos propios, que se ganaban la vida a través de la ciencia y que llegasen a atraer la atención de gobiernos e industrias, tuvo su explosión a lo largo de 1800, y muy especialmente gracias al desarrollo de dos disciplinas, la química orgánica y el electromagnetismo. Estas disciplinas, junto a las matemáticas, la biología y las ciencias naturales (sin las cuales sería una necedad pretender que se entiende la naturaleza, pero con menos repercusiones socio-económicas), experimentaron un gran desarrollo entonces, tanto en nuevas ideas como en el número de científicos importantes: Faraday, Maxwell, Lyell, Darwin y Pasteur, son un ejemplo. Sin olvidar a otros como Mendel, Helmholtz, Koch, Virchow, Lister o Kelvin, o la matemática de Cauchy, de Gauss, Galois, Fourier, Lobachevski, Riemann, Klein, Cantor, Russell, Hilbert o Poincaré. Pero vamos a pararnos un momento en Faraday y Maxwell.
Faraday
Para la electricidad, magnetismo y óptica, fenómenos conocidos desde la antigüedad, no hubo mejor época que el siglo XIX. El núcleo principal de los avances que se produjeron en esa rama de la física (de los que tanto se benefició la sociedad –comunicaciones telegráficas, iluminación, tranvías y metros, etc.–) se encuentra en que, frente a lo que se suponía con anterioridad, se descubrió que la electricidad y el magnetismo no eran fenómenos separados.
El punto de partida para llegar a este resultado crucial fue el descubrimiento realizado en 1.820 por el danés Hans Christian Oersted (1777 – 1851) de que la electricidad produce efectos magnéticos: observó que una corriente eléctrica desvía una aguja imanada. La noticia del hallazgo del profesor danés se difundió rápidamente, y en París André-Marie Ampère (1775 – 1836) demostró experimentalmente que dos hilos paralelos por los que circulan corrientes eléctricas de igual sentido, se atraen, repeliéndose en el caso de que los sentidos sean opuestos.
Poco después, Ampère avanzaba la expresión matemática que representaba aquellas fuerzas. Su propósito era dar una teoría de la electricidad sin más que introducir esa fuerza (para él “a distancia”).
Pero el mundo de la electricidad y el magnetismo resultó ser demasiado complejo como para que se pudiera simplificar en un gráfico sencillo, como se encargó de demostrar uno de los grandes nombres de la historia de la ciencia: Michael Faraday (1791 – 1867), un aprendiz de encuadernador que ascendió de ayudante de Humphry Davy (1778 – 1829) en la Royal Intitution londinense.
En 1821, poco después de saber de los trabajos de Oersted, Faraday, que también dejó su impronta en la química, demostró que un hilo por el que pasaba una corriente eléctrica podía girar de manera continua alrededor de un imán, con lo que vio que era posible obtener efectos mecánicos (movimiento) de una corriente que interacciona con un imán. Sin pretenderlo, había sentado el principio del motor eléctrico, cuyo primer prototipo sería construido en 1.831 por el físico estadounidense Joseph Henry (1797 – 1878).
Lo que le interesaba a Faraday no eran necesariamente las aplicaciones prácticas, sino principalmente los principios que gobiernan el comportamiento de la naturaleza, y en particular las relaciones mutuas entre fuerzas, de entrada, diferentes. En este sentido, dio otro paso importante al descubrir, en 1.831, la inducción electromagnética, un fenómeno que liga en general los movimientos mecánicos y el magnetismo con la producción de corriente eléctrica.
Este fenómeno, que llevaría a la dinamo, representaba el efecto recíproco al descubierto por Oersted; ahora el magnetismo producía electricidad , lo que reforzó la idea de que un lugar de hablar de electricidad y magnetismo como entes separados, sería más preciso referirse al electromagnetismo.
La intuición natural y la habilidad experimental de Faraday hicieron avanzar enormemente el estudio de todos los fenómenos electromagnéticos. De él es, precisamente, el concepto de campo que tanto juego ha dado a la física.
Sin embargo, para desarrollar una teoría consistente del electromagnetismo se necesitaba un científico distinto: Faraday era hábil experimentador con enorme intuición, pero no sabía expresar matemáticamente lo que descubría, y se limitaba a contarlo. No hubo que esperar mucho, ni salir de Gran Bretaña para que un científico adecuado, un escocés de nombre James Clerk Maxwell (1831 – 1879), hiciera acto de presencia.
Maxwell
Maxwell desarrolló las matemáticas para expresar una teoría del magnetismo-electricidad (o al revés) que sentó las bases físicas de aquel fenómeno y contestaba a todas las preguntas de los dos aspectos de aquella misma cosa, el electromagnetismo. En sus ecuaciones vectoriales estaban todos los experimentos de Faraday, que le escribió una carta pidiéndole que le explicara, con palabras sencillas, aquellos números y letras que no podía entender.
Pero además, Maxwell también contribuyó a la física estadística y fue el primer director del Laboratorio Cavendish, unido de manera indisoluble a la física de los siglos XIX y XX (y también al de biología molecular) con sede en Cambridge.
Su conjunto de ecuaciones de, o en, derivadas parciales rigen el comportamiento de un medio (el campo electromagnético) que él supuso “transportaba” las fuerzas eléctricas y magnéticas; ecuaciones que hoy se denominan “de Maxwell”. Con su teoría de campo electromagnético, o electrodinámica, Maxwell logró, además, unir electricidad, magnetismo y óptica. Las dos primeras, como manifestaciones de un mismo substrato físico, electromagnético, que se comporta como una onda, y la luz, que es ella misma, una onda electromagnética, lo que, en su tiempo, resultó sorprendente.
Más de ciento treinta años después, todavía se podía o se puede apreciar la excitación que sintió Maxwell cuando escribió en el artículo Sobre las líneas físicas de la fuerza, 1.861 – 62, en el que presentó esta idea: “Difícilmente podemos evitar la inferencia de que la luz consiste de ondulaciones transversales del mismo medio que es la causa de los fenómenos eléctricos y magnéticos.”
Todo aquello fue posible gracias a las bases sentadas por otros y a los trabajos de Faraday como experimentador infatigable, que publicaba sus resultados en artículos y los divulgaba en conferencias en la sede de la Royal Institution londinense. Todos estos artículos y conferencias fueron finalmente publicados en el libro que llamaron Philosophical transactions de la Royal Society, y Experimental researches in chemistry and physics (Richard Taylor y William Francis, Londres, 1.859; dos grandes científicos unidos por la historia de la ciencia que nos abrieron puertas cerradas que nos dejaron entrar al futuro).
No quiero seguir por este camino de personajes y sus obras ya que están enmarcados y recogidos en mi libreta (primera parte de personajes), así que desviaré mis pensamientos hacia otras diversas cuestiones de mi interés, y espero que también del vuestro. Antes dejaba la reseña de algún refrán o pensamiento sobre la amistad, y en realidad también podemos ver la cara amable de esta forma de sentimiento-aprecio-amor que llamamos amistad.
Nosotros, los seres humanos, nunca vemos a nuestros semejantes como objetos o cuerpos neutros, sino que los miramos como personas con una riqueza interior que refleja su estado de ánimo o forma de ser, y de cada uno de ellos nos llegan vibraciones que, sin poderlo evitar, nos transmiten atracción o rechazo (nos caen bien o nos caen mal).
Son muchos y diversos los signos sensoriales que, en silencio, nos llegan de los demás y son recogidos por nuestros sensores en una enorme gama de mensajes sensitivos que llamamos indistintamente simpatía, pasión, antipatía, odio, etc.
Está claro que cuando el sentimiento percibido es positivo, la satisfacción se produce por el mero hecho de estar junto a la persona que nos lo transmite, que con su sola presencia, nos está ofreciendo un regalo, y si apuramos mucho, a veces lo podríamos llamar incluso “alimento del alma”. Estar junto a quien nos agrada es siempre muy reconfortante, y según el grado de afinidad, amistad o amor, el sentimiento alcanzará un nivel de distinto valor.
Caigo en la cuenta de que, además de la materia, el espaciotiempo, y las fuerzas de la Naturaleza, aquí existe algo más que, está dentro de nuestras mentes y que, de momento, no podemos comprender. Sin embargo, si podemos sentir los sentimientos o la satisfacción que nos produce el el querer y poder amar, aprender y descubrir.
¡La Humanidad! ¿Quién la entiende?
emilio silvera
Jun
7
¿Cuánta Materia Vemos?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en El Universo y los pensamientos ~ Comments (4)
La cantidad total de Materia del Universo se da generalmente en términos de una cantidad llamada Densidad Crítica, denotada por Ω. Esta es la densidad de la materia que se necesita para producir un universo plano. La Densidad efectivamente observada es menor o mayor que ese número. En el primer caso el Universo es abierto, en el segundo es cerrado. La Densidad Crítica no es muy grande; corresponde aproximadamente a un protón por metro cúbico de espacio. Puede que no parezca mucho, dado el número inmenso de átomos en un metro cúbido de lodo, pero no debemos olvidar que existe una gran cantidad de espacio “vacío” entre las galaxias.
Algunos números que definen nuestro Universo:
- El número de fotones por protón
- La razón entre densidades de Materia Oscura y Luminosa.
- La Anisotropía de la Expansión.
- La falta de homogeneidad del Universo.
- La Constante Cosmológica.
- La desviación de la expansión respecto al valor crítico.
- Fluctuaciones de vacío y sus consecuencias.
- ¿Otras Dimensiones?
Estimar la cantidad de materia luminosa del universo es una cosa muy fácil de hacer. Sabemos el brillo que tiene una estrella media, así que podemos hacer una estimación del número de estrellas de una galaxia distante. Podemos contar entonces el número de galaxias en un volumen dado de espacio y sumar las masas que encontramos. Dividiendo la masa por el volumen del espacio obtenemos la densidad media de materia en ese volumen. Cuando llevamos a cabo esta operación, obtenemos que la densidad de la materia luminosa es aproximadamente entre el 1 o 2% de la densidad crítica; mucho menos de lo que se necesita para cerrar el universo.